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lunes, 16 de abril de 2012

En el camino del filósofo

Un dios en condiciones debería ser, lo primero de todo, un filósofo. Y un filósofo de verdad debería comprender, sin vanidad ni narcisismo, que lleva en sí mismo el germen de la divinidad. Ya que la misma definición de Filosofía como el Amor o la Querencia por la Sabiduría la convierte en la primera y más deseable de las aptitudes. ¿Que deidad está en disposición de actuar con justicia y rectitud y de realizarse enteramente a sí misma si no es el primero de sus anhelos el de conocer quién es ella de verdad, de dónde viene y cómo debe actuar, cuáles son las reglas del juego?

Epícteto, mi profesor de Filosofía en la Universidad de Dios, insiste mucho en el recto proceder del filósofo. Dice:


"La actitud y la forma de ser del que no es filósofo le delatan porque nunca espera de sí mismo su provecho o su perjuicio, sino que siempre lo aguarda todo de los demás. Sin embargo la actitud y la forma de ser del que es filósofo de verdad es no esperar nada de nadie sino de sí mismo: tanto su provecho como su perjuicio, ambos en su totalidad. Si quieres saber si estás progresando en el camino de la sabiduría fíjate en esto: no censuras a nadie, no alabas a nadie, no te quejas de nadie, a nadie acusas, no hablas de ti mismo como si fueras importante o como si supieras algo. Si observas estas señales, vas bien encaminado."


- ¿Y si hay algún obstáculo? -pregunto, interesado- Porque es fácil filosofar cuando las cosas marchan, más o menos, pero cuando la vida se complica...


"En ese momento será especialmente fácil saber si sigues el camino sabio pues el filósofo no la emprende con ninguna otra persona sino con él mismo cuando encuentra un obstáculo o a alguien que le impide lo que desea. Si otra persona le critica, no le contesta intentando justificarse sino que se explora a sí mismo con el fin de comprobar si su percepción es correcta y de este modo proceder a su autocuración. Si se le trata de simple o ignorante, no se apena ni se lo toma a mal. Si, peor, otra persona le alaba, en secreto se burla de sus piropos y no se da mayor importancia pues sabe que hace lo que debe hacer."


- ¿Nada le altera? -insisto.


"Nada le altera, pues ha suprimido en sí mismo todo deseo exterior, hacia aquellas cosas que no dependen de él. Muestra siempre movimientos amables y contenidos hacia todo y hacia todos. Sólo vuelca su aversión hacia las cosas que, dependiendo de él mismo, están en contra de las leyes de la Naturaleza pues está siempre en guardia contra sí mismo como contra un hombre que le tiende continuamente trampas y que es es su peor enemigo."

Cierta secuencia de El imperio contraataca, cuando Luke Skywalker está aprendiendo de la mano de Yoda en medio del infecto pantano donde vive el diminuto maestro verde y se ve obligado a luchar contra sí mismo, refleja exactamente este pensamiento de Epícteto. La guerra es eterna, pero la batalla más importante se libra siempre en el interior de uno mismo. Y sólo el verdadero filósofo está en disposición de ganarla. 













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