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miércoles, 17 de octubre de 2012

Barco a la vista

Disfrutaba yo el pasado fin de semana de una tranquila lectura de la Germania de Tácito mientras merendaba unas galletitas con trozos de chocolate cuando apareció Mac Namara bufando muy enfadado por la ventana. Hay que decir que ya no hace tan buen tiempo como para dormir con la ventana abierta como a mí me gusta (y como le gusta a mi gato conspiranoico, que así puede volver a casa a la hora que quiera de sus correrías nocturnas, pues siempre se va a encontrar esta vía de acceso a nuestro apartamento en el campus), pero aún así disfruto del aire fresco que entra desde fuera y que me recuerda a mi hogar en Valhalla. En fin, que estaba leyendo tan entretenido, recostado sobre mi sofá favorito, cuando Mac Namara se subió encima de mí y me puso prácticamente sus bigotes en mis narices.

- Ya han empezado con los estudiantes -dijo, con gesto torcido.

- Ya han empezado ¿a qué? ¿Quiénes han empezado? ¿Con qué estudiantes? -pregunté, un tanto alarmado; semejante frase pronunciada por Mac Namara podría significar muchas cosas: han empezado la Tercera Guerra Mundial asesinando un montón de estudiantes, han empezado el Apocalipsis con un sacrificio ritual de estudiantes, han empezado la nueva temporada de programas de telebasura con estudiantes como protagonistas...-  ¿Qué sucede, Mac?

- Ya han empezado a distribuir chips entre los estudiantes.

En más de una ocasión mi gato conspiranoico me ha hablado con detalle (y algunas veces lo he contado aquí) acerca del Verychip y sus derivados: esos pequeños e infernales artilugios de última tecnología, no más grandes que un grano de arroz, con los cuales aquéllos que gobiernan tras el telón pretenden ficharnos a todos y cada uno de los habitantes de la Tierra para clasificarnos y manejarnos igual que a vulgares objetos. En los últimos años se han realizado diversas pruebas con presos, ancianos e incluso un puñado de ingenuos voluntarios que creen estar ayudando al progreso científico dejándose insertar semejantes marcadores. Los trabajos realizados en este tiempo parecen demostrar que el lugar idóneo para colocarlos es la mano, aunque algunos expertos apuestan por la cabeza. 
 
Hasta que llegue el momento de generalizar la inserción de estos instrumentos de robotización y control total del ser humano dentro de su cuerpo, se siguen llevando a cabo diversas pruebas implantándolos en tarjetas de crédito, documentos de identidad, títulos de transporte y otros de este tipo. El nuevo DNI (Documento Nacional de Identidad) español, por ejemplo, lleva un chip insertado en el mismo que suple las carencias habituales en este tipo de acreditación y que en el pasado permitieron su falsificación con mayor o menor facilidad. Pero los chips han ido más allá y en este momento se han generalizado en muchos lugares dentro de los animales. Las competencias de identificación animal en España está legalmente controladas por las administraciones autonómicas regionales. Así, Madrid fue la primera
  región que obligó a esta identificación en el caso de perros y gatos, hace ya más de diez años. Por ley, el animal debe ser controlado desde los tres meses de edad, lo que se consigue a través de tatuajes con códigos oficiales en la oreja o en la cara interna del muslo..., o bien mediante un microchip inyectado bajo la piel en el lado izquierdo del cuello. Según reconocen las propias asociaciones protectoras de animales "sin lugar a dudas es mucho más utilizado el chip que el tatuaje, estando este último en claro retroceso. El chip es inocuo, prácticamente indoloro, puede inocularse a cachorros de muy corta edad, dura toda la vida y no se pueden falsear los datos."  

En Extremadura, este verano se publicaba en la prensa local que los perros y caballos que fueran encontrado sin chip podrían ser directa y legalmente robad..., digo, perdón, "retirados" a sus dueños. En el caso de los perros, trasladados a la perrera. En el caso de los caballos, trasladados a corrales. En ambos casos, instalaciones municipales donde los animales residirán según la nueva normativa diez días a la espera del dueño. Si éste se presenta, deberá pagar la multa por no haber puesto el chip en su día, el coste de implantárselo y la manutención del animal mientras estuviera allí alojado. Y en caso de no presentarse en el curso de esos diez días, no importa la razón (igual el dueño no sabía que el animal había sido capturado por funcionarios municipales y lo estaba buscando por cualquier otro lugar)..., ¡cualquier ciudadano puede exigir la donación del animal para él!  Según las autoridades locales: "todo animal que deba tener implantado chip y no lo lleve, no tiene dueño legal y hay que recogerlo".

Sabemos ya, pues, que los chips funcionan para controlar animales, incluso "cachorros de muy corta edad", así que ahora se trata de encontrar la excusa para empezar a inyectárnoslo masivame a los seres humanos. Los tres tipos de excusa que más se barajan son: económicas ("Fíjese, qué util es el chip para usted: no necesita llevar dinero encima, pues el chip recoge y actualiza nuestros datos financieros a medida que compramos y vendemos"), sanitarias ("Todo su historial de salud dentro de su chip, que podrá ser actualizado también en este sentido, con lo que si es necesaria cualquier intervención no hace falta perder tiempo buscando sus datos") y de seguridad ("El chip identifica una por una y de manera infalible a cada persona porque almacena todos sus datos personales: nadie podrá usurpar su identidad y además estará siempre localizado, si se pierde o lo secuestran"). 

 - Ésa es la excusa que están usando ya en Estados Unidos con los estudiantes -aclara Mac Namara-, la de la seguridad.

Y me cuenta que el Northside Independent School District, uno de los distritos escolares más importantes del Estado de Texas, en EE.UU., ya obliga a los alumnos a usar esta tecnología, aunque de momento sin necesidad de introducirla bajo la piel. Para que los estudiantes y sus familias se vayan acostumbrando a la idea, deben llevarlos permanentemente colgados del cuello, insertados en tarjetas colgantes. Aparatos de lectura de las ondas que emiten estos señalizadores y que están ubicados en toda el área de las escuelas controlan permanentemente la ubicación de cada niño.  Algunas familias han protestado por la obligatoriedad de una medida que consideran en exceso controladora para sus hijos, pese a que las autoridades escolares insisten en que gracias a ella "los niños estarán más seguros". Lo cierto es que los estudiantes que se nieguen a usarla no podrán participar plenamente en las actividades escolares como por ejemplo utilizar la biblioteca de los colegios o ingresar en el comedor. "Sin la tarjeta no estás autorizado a participar en la economía de la escuela" según las denuncias presentadas por varios padres

- Las familias más conscientes y en consecuencia más reacias a estas medidas de control cuentan con el apoyo de las organizaciones de derechos civiles, como la American Civil Liberty Union's Speech, que ya han advertido de que todo esto conduce a una "sociedad vigilada" cuando "se supone que el gobierno no tiene que vigilarte a menos que tenga una razón de peso para sospechar que estás involucrado en actos ilícitos". Además denuncian que este tipo de tecnología "implica coartar la libertad de expresión, el derecho a las libertades de asociación y la libertad religiosa". 

- Pero faltan apoyos políticos -apunto.

- Aún quedan algunos responsables con decencia. Sin salir de los EE.UU., en el Estado de Dakota del Norte se ha rechazado formalmente la implantación forzosa de chips, incluso para personas que cometan un delito. El senador Dick Dever, uno de los coautores del proyecto de ley para detener la implantación de este peligroso invento, comentó públicamente que "la tecnología es una cosa maravillosa porque crea todo tipo de oportunidades. Sin embargo, también ofrece todo tipo de abusos. Nuestro proyecto para prevenir la implantación de chips en individuos en contra de sus deseos sirve para proteger a la gente del abuso de esa tecnología."

- De todas formas, cada vez hay más voces a favor de los chips que acusan de exagerados y de tecnófobos a las personas a las que no les gusta... 

- Las empresas que los fabrican no hacen más que resaltar las bondades de sus productos. Por ejemplo, Applied Digital Soutions dice que su chip insertable bajo la piel es ideal para evitar la usurpación de identidad, garantizar el acceso seguro a un edificio o un ordenador, almacenar expedientes médicos, evitar secuestros y..., "una variedad de aplicaciones". Y luego están las opiniones de los "expertos" como el caso de Elizabeth Moon, fanática de la religión del calentamiento global y escritora de Ciencia Ficción de dudosa calidad, quien en una entrevista reciente en la BBC clamaba porque "a todo el mundo se le debería implantar un microchip en el momento de nacer para facilitar la identificación y eliminar el anonimato de la gente". Y añadía que si ella fuera "emperatriz del Universo" no dudaría en obligar a toda la gente a insertárselo.

- Resulta patético que una de las defensoras de los chips sea precisamente una escritora del mismo género que creó obras maestras de la prospectiva advirtiendo contra la tiranización y el control totalitario de la sociedad como "1984" o "Un mundo feliz" -me indigno.

- Más peligrosos que la tonta opinión de la Moon son artículos como el del Financial Times que recientemente anunció cómo la superpoderosa industria farmacéutica sustituirá en pocos años los tratamientos con pastillas e inyecciones por los impulsos eléctricos inducidos a través de implantes cerebrales en la lucha contra enfermedades como la epilepsia, la diabetes o la  depresión. Y debía saber de lo que hablaba porque citaba trabajos especificos de GlaxoSmithKline, uno de los colosos del sector. Otro diario de importancia capital, el Wall Street Journal, publicaba también hace poco la facilidad para colocar un implante en el cerebro. Un poquito de anestesia, una incisión en el cuero cabelludo, un taladro en el cráneo y, listo, ya se puede colocar el chip directamente sobre la superficie del cerebro. Apenas una noche de hospital y ya puedes irte a tu casa, bajo cibercontrol. Empresas del sector informático como IBM o Intel trabajan desde hace tiempo en sensores que, depositados en el cerebro, permitirán manejar ordenadores y móviles sin necesidad de teclado ni de ratón. 

- Y permitirán otras cosas, aunque de eso no se habla...

- Exacto. Permitirán controlar al implantado, para empezar. De la misma manera que hoy manejamos en nuestros ordenadores programas potentísimos y "gratis" (sólo en apariencia lo son: en realidad pagamos un precio muy alto por usarlos ya que toda la información que generamos es controlada y copiada con destino a los creadores de esos programas y, desde allí, quién sabe exactamente a dónde), los chips instalados en nuestro interior tendrán funciones "extra" que ni siquiera conoceremos. Imaginemos al gobierno de turno enviando las señales que más le interese al cerebro con microchip. Ordenándole lo que puede leer o no leer, investigar o no investigar, hacer o no hacer..., pensar o no pensar. Es la esclavitud robótica perfecta.

Quizás a estas alturas no haga falta señalarlo, pero Mac Namara no tiene chip insertado, a pesar de ser oficialmente un animal doméstico. Ergo podríamos considerarle un auténtico rebelde antisistema, lo cual añade un nuevo matiz a su ya de por sí compleja personalidad como gato conspiranoico y parlanchín.

- ¿Qué estás comiendo? -me pregunta entonces, con aire de suspicacia.

- Sólo son galletas con trocitos de chocolate -contesto.

- ¡Son galletas Chips Ahoy!  ¿Te estás riendo de mí o qué?












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