Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 8 de octubre de 2012

Cataluña no es una nación

El 3 de octubre del año 53 antes de Cristo el último de los grandes jefes galos, Vercingétorix, arrojaba a los pies de Julio César sus armas y se entregaba a cambio de la vida de los algo más de cincuenta mil supervivientes de su pueblo que se apiñaban en la ciudad de Alesia, hambrientos y desesperados,  tras cuarenta días de asedio sistemático como sólo los romanos (bueno tal vez también los asirios) sabían aplicar en el mundo antiguo. Era el colofón de una larga y exitosa campaña para quien, junto con Alejandro y Aníbal, está considerado como uno de los tres mejores generales de la Antigüedad y cuyo apellido se convertiría con el tiempo en sinónimo de mandatario absoluto e incontestable (de Caesar deriva el título de César que acabó siendo utilizado por todos los emperadores, igual que el término Kaiser en Alemania o Zar, en Rusia). 

Las legiones romanas poseían un armamento y una táctica superior a la de los guerreros galos pero eran inferiores en número y por tanto no partían con un porcentaje muy elevado de éxito. Sin embargo, vencieron. ¿Por qué? El maquiavélico y manipulador Julio, hábil propagandista, se apoderó de las Galias empleando dos grandes armas: la información (estableció una de las mayores redes de espionaje y soborno de su época) para conocer todo sobre sus rivales y ubicarlos en cualquier momento en tiempo real y, sobre todo, la cizaña (sembró la discordia entre los galos de manera que muchas tribus se unieron a las legiones en lugar de aliarse entre sí para combatirlas o simplemente se negaron a tomar las armas contra la ocupación romana).  

Divide et impera. Divide y vencerás. La frase ha sido atribuida, entre otros, a Julio César y lo cierto es que, si no la inventó él, sí puede decirse que entendía perfectamente la filosofía de la misma y la aplicó en su beneficio. El imperio romano utilizó esa misma receta cuando invadió Hispania, donde tardó bastante más tiempo en derrotar a los celtíberos..., pero acabó haciéndolo por la misma razón: los hispanos fueron incapaces de unirse y coordinarse de manera adecuada para hacer frente a los emisarios de la ciudad del Tíber.  Desde entonces, el concepto ha sido empleado una y otra vez para infiltrar y dominar un país. Funciona especialmente bien en aquéllos como España, donde el orgullo y la soberbia no se consideran defectos sino grandes virtudes, propias de ilustres linajes cuyo poderío se pierde en la noche de los tiempos. Leamos a los clásicos del Siglo de Oro cuando nos relatan las aventuras de esos hidalgos pobres como ratas que, aunque muriéndose de hambre, prefieren gastar sus escasos doblones en comprarse ropa de lujo con la que lucirse en la Corte para mantener las apariencias. Pocas frases más españolas que aquélla tristemente célebre de "usted no sabe con quién está hablando..."

Más de dos milenios después, las nuevas legiones imperiales (pero de un imperio distinto, más oscuro, más siniestro, más inhumano) emplean la misma táctica para invadir, ocupar y destruir Hispania, igual que otras naciones. Para ello cuentan con la inestimable ayuda y colaboración de miserables caciques regionales, preocupados exclusivamente de su poder personal y que se ven a sí mismos como grandes estadistas y padres de nuevas mininaciones (hablando de soberbias...) cuando el único mérito del que pueden hacer gala es de su capacidad para manipular a hordas de conciudadanos ignorantes y mal educados (en el sentido estricto: educados mal, a base de imponerles una serie de fantasías que poco tienen que ver con la realidad). Les dicen: "Somos distintos, poseemos un hecho diferencial, somos otra cosa"... Palabras que ocultan su verdadero mensaje, que cala en el inconsciente de tantos necios de vidas vacías y ávidos de una razón para justificar su existencia: "Somos diferentes..., porque somos mejores".

Sin embargo, Cataluña y el País Vasco, por más que se empeñen sus mezquinos dirigentes nacionalistas locales, no son "naciones sin Estado" ni "pueblos que están despertando a la conciencia nacional" ni mucho menos "nuevos Estados europeos a punto de nacer por falta de encaje en España". Al contrario, acaso no haya regiones más españolas (sí, regiones, un término que pocos se atreven ya a utilizar en España, acomplejados por el nuevo y absurdo nombre que institucionalizó esa chapuza política llamada Transición -la cual se sigue "vendiendo" como gran invención política cuando, en lugar de crear una democracia de verdad, lo que hizo fue sentar las bases de la corrupta partitocracia que padecemos, con el consecuente desmoronamiento político e incluso moral de buena parte de la sociedad española- y tanto se utiliza ahora de comunidades autónomas) que éstas dos, visto cómo muchas otras partes de la piel de toro se han "europeizado" o "universalizado" durante los últimos años, "normalizándose" y maquillándose igual que otros territorios europeos y perdiendo en consecuencia tanto de la esencia propia.

 De hecho, lo que no "encaja" en España, lo que nunca ha encajado ni encajará, no son Cataluña y el País Vasco, sino los catalanes y los vascos independentistas, sean o no moderados, cuyo único objetivo es hacerse millonarios y obtener más y más poder gracias a los innumerables borregos a los que han podido adoctrinar durante los últimos treinta años gracias a esa estupidez (una de tantas de la susodicha Transición) que supuso traspasar las competencias en Educación a los gobiernos regionales..., perdón, autonómicos, en lugar de mantenerlas en manos del Estado. Resultado: a la vista está en las nuevas generaciones de analfabetos funcionales que pueblan las Españas y que lo saben todo sobre los ríos, montañas, ciudades y fábulas políticas de su región, pero ignoran tantas cosas de la región de al lado o del conjunto de España. Todo esto, por cierto, forma parte del plan general de ese imperio oscuro antes citado por encima cuyo objetivo es destruir las naciones europeas progresivamente disolviendo su soberanía es instancias superiores (como por ejemplo la estricta obediencia a Bruselas -a funcionarios no elegidos por los ciudadanos- o a la ONU -en forma de comités y organizaciones que tampoco han sido escogidas por nosotros-) e inferiores (en el Reino Unido tenemos el caso de Escocia y su referéndum también secesionista, en Italia está la activa Liga Norte, etc.).

Otro día hablaremos del caso vasco (aunque en el fondo no es muy distinto), porque hoy quiero fijarme en el catalán ya que a propósito de todo lo que está ocurriendo recuerdo un breve pero contundente (y por tanto censurado) opúsculo de un habitual en nuestra bitácora: el filólogo y prehistoriador Jorge María Ribero Meneses, quien explicó muy claramente la situación en su obra Catalanes y Castellanos: un mismo origen, un  mismo nombre, un mismo pueblo. Resumo algunas de las ideas más llamativas de este texto publicado en 2006 (impreso en la localidad barcelonesa de Tarrasa, por cierto).

* "...con independencia de que existiesen lenguas diferentes en ellas, ya desde las más remotas 'cartas geográficas' que han llegado hasta nosotros, vemos cómo se otorga un nombre común a territorios como la península ibérica (...), la isla de Irlanda (...), la isla de Britania (...), Francia (...) y sus vecinas Alemania (...) e Italia (...) En todos estos territorios existen o han existido numerosas lenguas y dialectos distintos, sin que a nadie se le haya ocurrido jamás el despropósito de reconocer como naciones propiamente dichas a cada uno de los pueblos que hablaban esas lenguas, por lo común estrechamente emparentadas entre sí..."

* "...las cumbres de las cordilleras han sido conceptuadas desde antiguo como límites naturales entre los pueblos. Por eso han existido y siguen existiendo dos Castillas divididas por la actual cordillera central. Y por eso también las cumbres de Sierra Morena se encargaron de dividir a la Castilla meridional de Andalucía a pesar de que sus primeros pobladores fueran exactamente los mismos (...) no existe frontera orográfica alguna que delimite Cataluña y la separe de las regiones vecinas y hermanas de Aragón y de Valencia-Castellón (...) unos y otros son y han sido siempre el mismo pueblo no en balde reunido otrora bajo el epígrafe común de Reino de Aragón."

* "Los sentimientos nacionalistas surgidos en Europa a lo largo de los últimos siglos son pues, todos ellos, fruto exclusivo de la colosal ignorancia que existe respecto al pasado de Europa (...) resulta delirante atribuir una identidad nacional a Cataluña, ajena a la del resto de España, cuando ya el geógrafo griego Estrabón dejó escritos hace dos milenios textos como éste: 'Ahora se llama más peculiarmente Iberia la que termina el Pyreneo, tomando sólo por Hispania la que está contenida dentro del Ebro'."

* "...pretenden los filólogos catalanes que el nombre de su región procede en primera instancia de Catalonia y, en última, de Gottolonia: el país de los godos. Toda una exhibición de ignorancia filológica pues sería ésta la primera ocasión en la historia del Lenguaje en la que la letra 'o' resulta ser más antigua que la primogénita de las vocales, la 'a' (...) Cataluña proviene en realidad de Castallania y de ahí a Castallonia (...) Gaztalla>Castella es un antiquísimo nombre del río Ebro y de ahí que este río nazca en la antigua Castilla Brigia, muy cerca de un río denominado Castillería. En cuanto a su desembocadura, el Ebro va a morir entre Castallonia=Cataluña y la provincia limítrofe y homónima de Castallonia=Castellón. Cataluña y Castellón son, pues, el mismo nombre, mejor conservado el segundo que el primero."

* "...el Atlas más antiguo que ha llegado hasta nosotros, la Geographica del grecoegipcio Ptolomeo elaborada hace 1800 años a partir de cartas geográficas infinitamente más antiguas documenta que buena parte de Cataluña se hallaba poblada por unas gentes denominadas 'castellani' (...) En las postrimerías de 1999 se produjo en la localidad leonesa de Bembibre un hallazgo monumental que confirmaba la extraordinaria ancianidad del pueblo castellano (...) una placa de bronce con una antigüedad de 2020 años. Su contenido, un edicto dictado por el emperador Octavio Augusto, donde dice (...) 'He sabido por todos mis legados con mando en la provincia transduriana que los castellanos paemeiobrigenses, de la gentilidad de los susarros, al contrario que el resto se han mantenido en mi obediencia' (...) el texto del edicto romano repite hasta cuatro veces el término 'castellanos'. Escrito así, tal cual, como seguimos haciéndolo dos mil años más tarde. ¿Podemos considerar 'castellanos' una palabra latina? (...) Fueron los castellanos los que dieron nombre a los castillos, no a la inversa. La primera Castilla, como denominación que fue de la primera acrópolis humana, dio nombre a todos los castros y castillos que se han construido después por doquier, a imagen y semejanza. Por eso no existen otros castellanos que los castellanos ibéricos, a pesar de que todas las naciones del mundo antiguo estuvieron sembradas de castillos."

* "La toponimia catalana aparece sembrada de referencias a aquella Castallania que originalmente diera nombre a la región a la que hoy conocemos como Cataluña (...) Castellania de Terrassa (...) Castellons o Castalona (...) la Serra del Castellar, convertida por síncopa en Catllar (...) Castellar de la Muntanya (...) Castell-follit de la Roca (...) Castell Tallat y Bagá de Castilla..."

* "...la lengua catalana está absolutamente hermanada con la castellana, de la que es un auténtico calco, hasta el punto de que resulta difícil encontrar un término catalán  que no tenga su paralelo y su precedente en el castellano más arcaico que, merced a los más viejos textos literarios, resulta posible documentar  (...) la lengua catalana ha sabido conservar las más viejas formas del castellano, habiendo evolucionado fonéticamente menos que éste y manteniendo por ende algunas de las peculiaridades que esta lengua tuvo en épocas pretéritas (...) En una palabra, las lenguas catalana y castellana son exactamente la misma en dos estadios distintos de evolución. Es decir que aunque por mor de la ignorancia se viene utilizando la existencia de la lengua catalana como argumento principal para acreditar la índole nacional de Cataluña, lo que esa lengua acredita y documenta es justamente lo contrario: la absoluta identidad de origen de catalanes y castellanos."

Sumemos a todo esto otras grandes mentiras del nacionalismo independentista catalán, convenientemente deglutidas por sus obtusos seguidores, como la manida guerra "entre españoles y catalanes" de 1714 que se conmemora el 11 de septiembre en la famosa fiesta de la Diada, y que jamás existió; en realidad, fue parte de la guerra de sucesión (no de secesión) que se produjo al fallecer sin descendiente el rey Carlos II. Parte de España, incluyendo a Cataluña, pero también a Madrid y Toledo por ejemplo, apoyaron al candidato de la casa de los Austrias pero..., ganó el candidato de la casa de los Borbones, quien reinaría después como Felipe V. Tras la guerra, este monarca "castigó" a los catalanes..., como hizo con otros pueblos de España que no le habían apoyado en el conflicto.

O hablemos de la senyera, la bandera de franjas rojas y amarillas "catalana"..., que en realidad es la de la Corona de Aragón (dentro de la cual, Cataluña nunca llegó a tener mayor entidad que la de un simple condado: de hecho, la bandera de los condes de Barcelona, hasta su unión con Aragón, fue una cruz de San Jorge, en gules sobre campo de plata, como la que se reproduce a la izquierda) y la de toda España, pues los colores y su disposición son los mismos. Ni que decir tiene que los independentistas se inventaron también el mito de Wifredo el Velloso y su marca de los dedos ensangrentados...

O hablemos de la sardana, el baile "nacional" catalán..., que data de 1817, cuando prácticamente la reinventó José María Ventura (hoy "nacionalizado" popularmente como Pep Ventura), natural de Alcalá La Real, provincia de Jaén y además hijo de un militar del ejército español. Los nacionalistas de aquella época necesitaban un baile "diferencial" porque las jotas, por más que fueran de Lérida o Tarragona, estaban demasiado hermanadas con las jotas aragonesas. La sardana, como muchas otras danzas de corte similar (se ha situado su presunto origen en Grecia pero en todo el sur de Europa hay bailes parecidos), apenas se conocía y practicaba para entonces en algunas comarcas del norte de Cataluña, incluyendo el Ampurdán, donde Ventura tenía familia. Músico notable que llegó a actuar incluso en honor de la reina Isabel II de España en Montserrat, fue él quien relanzó este baile a medidados del siglo XIX en el ambiente de la Renaixença: el movimiento cultural de recuperación de la cultura catalana más tarde fagocitado por los nacionalistas locales.

 Hablemos de tantas cosas...

En todo caso, lo peor de esta situación no es la rastrera y engañosa posición de los nacionalistas ladrando por el surgimiento de sus nuevas "naciones" sino la pusilánime, bovina y diría que hasta cobarde actitud de los responsables políticos e intelectuales del resto de España que en lugar de defender la continuidad histórica de una nación que tanto ha sufrido a lo largo de su historia precisamente por culpa de las guerras civiles se limitan a encoger los hombros y mirar para otro lado declarándose de manera ambigua "ciudadanos del mundo" y "contrarios a todo tipo de nacionalismos". Y asegurando con tranquilidad suicida que "nada va a cambiar": carecen de voluntad y por tanto ignoran que la voluntad siempre halla un camino... Desde la muerte de Franco,
 ese dictador al que hoy tantos dicen odiar (los mismos que, recuerdo porque viví aquella época y tengo memoria propia, en vida hablaban muy bien de él y se beneficiaban de muchas de sus decisiones), se ha extendido en España la estúpida idea de que defender la nación española, la bandera española y el ser español es equivalente a militar en la ultraderecha. Aún más, supone ser un fascista en toda regla..., a pesar de que en España apenas hubo fascistas ni nazis, sino franquistas (y muchos), que es algo parecido pero en absoluto lo mismo. De hecho, ésa es una de las peores herencias del franquismo: el sinsentido de considerar que la españolidad es una exclusiva de la ultraderecha.

Los periodistas en general (y sé de lo que hablo, no en vano llevo más de treinta años trabajando en esta profesión en esta existencia) tienen mucha culpa también de lo que sucede actualmente, por su empeño en publicar la gran exclusiva, la noticia que no tiene nadie, y en ocasiones incluso querer participar como protagonistas del mismo hecho informativo manipulando lo que haga falta. La objetividad, un auténtico fantasma difícilmente ubicable en el mundo de la información, es aquí aún más esquiva. Véase, por citar ejemplos próximos, titulares tan incorrectos en los diarios como el de "Cataluña reclama su soberanía", a raíz de la última y ciertamente masiva manifestación en la Diada. El titular real debería ser "Los partidos independentistas catalanes reclaman la separación del resto de España". La frivolidad de "los chicos de la prensa" en España hacia los independentistas de todos los pelajes, incluso condenados por terrorismo como Arnaldo Otegui, ha llegado a límites bochornosos: yo he escuchado personalmente a periodistas madrileñas alabar al mismo Otegui presentándole como objeto de deseo sexual, dentro de ese desvarío mental propio del ser humano de sentirse atraído por personajes canallescos y malencarados, por considerarlos más "morbosos" e "interesantes" que las personas normales.

Pues bien, a todos esos "líderes de opinión" (políticos, periodistas, intelectuales, etc.) incapaces de alzar la voz en defensa de la nación que les dio su lengua, su cultura y su forma de ser..., en defensa de sus padres, sus abuelos y el resto de sus antepasados que dieron su vida por entregar a su descendencia un lugar mejor en el que vivir, y que se declaran en contra del nacionalismo "venga de donde venga" como excusa para plantarse y no hacer frente a la arrogancia, la mala fe y la inquina de los nacionalistas regionales, yo les despojaría sin problemas de la nacionalidad española y les daría con gusto la, por ejemplo, ruandesa (y que me perdonen los ruandeses por mandarles a tanto tibio pusilánime). 

La vida enseña que uno sólo tiene derecho a poseer aquello por lo que ha luchado. Aún más, aquello por lo que es capaz de luchar cada día. Si baja los brazos, nada le será respetado y, a la larga, todo le será arrebatado. Nada se le concede a nadie por el simple hecho de tener una cara bonita. Todo, absolutamente todo, tiene un precio y, cuanto más importante es algo, más cara es la factura. Y la mentira del "buenismo", del "no ofender gratuitamente", es sólo eso: una mentira, cuando quien tienes delante de ti, quien te pide que seas bueno y no le ofendas, lleva años sin serlo y ofendiéndote. Respetar la Justicia de verdad obliga a tomar postura, aunque produzca incomodidad e incluso cree enemigos. No suelo utilizar este blog para comentarios políticos de este estilo, yo soy inmortal y estudio en la Universidad de Dios que es en el fondo lo que más me interesa, pero en esta reencarnación nací español y no puedo, por dignidad (entre otras muchas razones, incluyendo los vínculos familiares y de grandes amistades que mantengo en País Vasco y Cataluña, pero ahora elijo sólo ésta: la dignidad), defender otra cosa que España, la patria de los vascos y de los catalanes, y del resto de españoles. 






 

 


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