Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 30 de enero de 2015

Alicia

No sé qué pensar de todo esto. 

Me he despertado hace un rato y no tengo muy claro por qué. Tengo un vago recuerdo de un sueño incómodo. No de una pesadilla propiamente dicha, sino de un conjunto de imágenes perturbadoras, viscosas, densas. Algo muy pesado... El caso es que he abierto los ojos con un molesto dolor de cabeza. De ésos, especialmente irritantes, que hacen palpitar las venas de la frente de forma sorda, monótona.

Hace calor en la habitación del hotel, así que después de dar unas cuantas vueltas entre las sábanas, me he levantado, a medias entumecido, a medias empapado en sudor. Alicia seguía durmiendo como si nada, mecida por un ronquido suave. Ni se ha enterado cuando me he puesto de pie y me he estirado, bostezando, con esa desagradable sensación de tener mucho sueño y querer cerrar los ojos para descansar..., y saber que no puedo hacerlo porque estoy completamente desvelado.

Sin saber qué hacer, paseo atontado por la enorme habitación, examinando los detalles de la decoración uno por uno. La verdad es que la han puesto con mucho gusto. Aparte de la voluminosa pantalla del televisor HD que vela, mudo, nuestro sueño (bueno, el sueño de ella), hay pocos muebles pero son todos de diseño y muy nuevos, con estilo. Miro alternativamente las dos puertas, una enfrente de la otra: la de la entrada al cuarto y la que da paso al lujoso cuarto de baño con mármol. Varios paneles de espejo adornan las puertas correderas del gran armario empotrado junto a nuestra cama. Éste es el único detalle que me rechina un poco pero no sé por qué..., me encuentro torpe. Hay otro espejo en la pared de enfrente. El dueño debe ser un narcisista de mucho cuidado, aunque la verdad es que comparando la relación calidad/precio, este hotel está fenomenal. Ya veremos el desayuno buffet de mañana.

Aunque no logro conciliar el sueño, me encuentro muy cansado. Me dejo caer en el sillón junto a la mesita de la esquina. Respiro pesadamente, sin saber qué hacer, sin despertarla además: que yo no pueda dormir no quiere decir que tenga que molestarla... Después de pensar un rato, decido sacar mi libreta y un bolígrafo y ponerme a escribir. Lo bueno de ser un escritor es que cualquier situación de la vida real es materia prima para trabajar en tu mundo de imaginación. Esta misma ocasión, por ejemplo, es buena para describir y anotar lo más fielmente posible mis sensaciones, mi estado de ánimo, con la intención de utilizar luego todo esto con alguno de mis personajes. Le dará realismo, pienso.

Así que me dispongo a escribir, cuando me doy cuenta de algo extraordinario. O sobrenatural. O..., no sé cómo definirlo, la verdad. Estoy anonadado, desde que lo he descubierto. Por eso estoy tomando nota de lo que ha pasado, porque no quiero olvidarme de ningún detalle. De hecho, por un momento me ha dado la impresión de que sigo soñando, de que no estoy despierto en realidad. Pero sí lo estoy. Me he clavado el bolígrafo violentamente en la mano izquieda para comprobarlo y me he hecho hasta sangre. Todavía me duele. Por suerte no he gritado, me he limitado a un leve gruñido porque, si no, hubiera despertado a Alicia, que sigue durmiendo..., ¡junto a otra persona! Aún más, junto a otra persona ¡que no existe!

Tengo que explicar esto. Ya sé por qué me chirriaba la visión de los espejos del armario: de repente me he dado cuenta de manera consciente de lo que mi subconsciente ya se había percatado hace un rato y es que yo me he levantado de la cama pero mi imagen en el espejo no lo ha hecho

O sea, Alicia duerme sola, en la cama de la que me he levantado, pero en el espejo sigue durmiendo a mi lado (y yo de hecho estoy dormido ahí, despatarrado y tranquilo, sin pesadillas ni otros problemas, lo cual añade un plus de rareza a todo lo que está ocurriendo). Descartando que siga aún en un sueño (duele demasiado el "boligrafazo"), que sea víctima de un excesivo consumo de alcohol (apenas bebí un par de copas en la cena) o drogas (ni siquiera fumo) o que me haya visto proyectado en un repentino episodio de liberación del cuerpo astral (en la realidad, no estoy tumbado en la cama junto a Alicia, no hay nadie a su lado, pero en el reflejo del espejo, sí; además, no tengo ni idea de cómo se provoca eso, o siquiera si se puede provocar de verdad), continúo observando el espejo completamente confundido mientras escribo estas líneas para tratar de conservar la calma, para razonar y no caer en el pánico que empieza a aconsejarme despertarla para que ella vea también lo que está pasando.

¿Puede un reflejo de un espejo "despegarse" así de uno? Me vienen a la mente todas esas historias de terror que me contaron de adolescente acerca de imágenes que cobran vida propia..., y también algunos relatos antiguos sobre el tema. Desde luego, si sobrevivo cuerdo a esta noche, voy a conseguir un material muy interesante para escribir sobre ello. 

Escribir.

...

Dios mío.

Estoy escribiendo todo esto con el bolígrafo en mi diestra, mientras mi mano izquierda, herida por el pinchazo, sujeta el papel.

Pero yo soy zurdo.











viernes, 23 de enero de 2015

No viajaremos al espacio

Cada vez estoy más convencido de que jamás abandonaremos la Tierra para viajar al espacio y colonizarlo, al estilo de Star Trek o de cualquiera otra épica aventura espacial descrita por la Ciencia Ficción. Es decir, jamás abandonarán la Tierra los homo sapiens..., porque tanto los dioses como los que estudiamos en la Universidad de Dios para convertirnos en uno de ellos ya no pertenecemos a este mundo (si es que en realidad lo hemos hecho alguna vez) y nada nos retendrá aherrojados a este grano de arena suspendido en el inmenso abismo cósmico cuando llegue el momento de regresar a nuestra Casa de Origen. Pero la especie que pomposamente se autodenomina a sí misma humana sin serlo realmente tiene todavía un largo camino por delante para aspirar a convertirse en viajera estelar. Tan largo, que hasta es posible que desaparezca antes de lograrlo.

Y no por culpa de la tecnología... En los últimos cien o tal vez ciento veinte años, los sapiens han desarrollado un amplio abanico de avances técnicos de muy diverso calibre con una rapidez asombrosa. Un anciano que hoy está a punto de morir pudo ver en su infancia e incluso en su juventud cómo sus vecinos se desplazaban en coches de caballos, carecían de agua y retrete en su propio domicilio, morían por culpa de infecciones hoy eliminadas con un simple tratamiento médico o disponían apenas de unos pocos libros para satisfacer sus ansias culturales..., si es que sabían leer. Las cosas han cambiado de forma extraordinaria aunque no nos demos cuenta. Probablemente han mejorado más, en este sentido, que durante los últimos miles de años (lástima que esos avances no se hayan producido también en el interior de las personas). Por tanto sería sólo cuestión de tiempo hallar la fórmula adecuada para recorrer las inmensas distancias espaciales de manera asumible para la vida humana. Quizás a través de atajos cósmicos como se supone que pueden llegar a ser los hoy conocidos como agujeros de gusano.

Seguramente, tampoco nos lo impedirían los que están "allá fuera", observando la Tierra e interviniendo en ella de diversas maneras (a veces muy discretas, a veces como elefantes entrando en una cacharrería) desde hace más tiempo del que cualquier humano corriente podría imaginar..., si es que es capaz de hacerlo sin considerar que semejante afirmación sea fruto de un delirio post consumo de absenta. Es también cuestión de tiempo. De hecho, ahí están los programas espaciales lanzando una sonda tras otra, la última de las cuales ha sido capaz de desembarcar nada menos que en un cometa, ubicado a una distancia inconmensurable... Así que una civilización lo bastante potente como para expandirse dando el salto fuera de su planeta es difícil de detener por los "hermanos del espacio" mientras no tenga la osadía de cruzarse con sus asuntos e intereses. A día de hoy, existen dos versiones muy radicales y contradictorias acerca de la identidad y los propósitos de los seres extraterrestres: la de los que los pintan como una especie de ángeles amorosos y protectores deseando acoger a la Humanidad en la Federación Intergaláctica de turno y la de los que los describen con trazos oscuros y siniestros como un tipo de diablos que aspiran a conquistarnos y/o explotarnos de todas las formas posibles. Si utilizamos la lógica y la razón, esos elementos tan preciosos de los que disponemos aunque por lo general los tengamos arrinconados en una esquina de nuestro cerebro criando polvo, lo cierto es que más allá de nuestra atmósfera la vida debe adquirir pautas similares a las que existen más acá. Es decir, los alienígenas deben abarcar un amplio espectro de conductas, desde los muy blancos hasta los muy negros pasando por los distintos tonos de grises (eh, me acaba de salir un chiste extraterrestre...). 

No. El viaje al espacio se frustrará por culpa de los que están "aquí dentro". Por dos razones: la capacidad de engaño y consiguiente dominio mental desarrollada por los Amos a lo largo de los milenios y, sobre todo, la comodidad y estulticia de la inmensa mayoría de los propios sapiens que con tanta facilidad son capaces de entregarse con armas y bagajes. De hecho, los Amos son poquísimos. Si una parte sustancial de sus esclavos fueran capaces de abrir los ojos, no durarían dos días: ni ellos ni los sapiens traidores que trabajan a su servicio sabiendo lo que hacen y a cambio de grandes cantidades de dinero, honores públicos, vidas acomodadas e incluso la promesa (falsa) de algún día llegar a ser ascendidos ellos mismos a la categoría de Amo. Pero los esclavos, por eso lo son, duermen mientras son ordeñados. Y ése es el motivo 
de que les guste tanto las películas sobre zombies y las fiestas en las que se pueden disfrazar de muertos vivientes: se sienten perfectamente identificados con el rol, aunque a nivel consciente no se percaten de ello. Una de las principales estrategias de los Amos para mantener y reforzar sus planes consiste en vender el desarrollo externo como "lo más de lo más", lo cool, lo razonable..., frenando al mismo tiempo el desarrollo interno, al que se califica de extravagante, supersticioso, propio de gente atrasada o sectaria. Y como los esclavos tienen miedo del qué dirán (es decir, no toman las decisiones en libertad, sobre la base de sus propios intereses, sino en función de lo que los demás opinan sobre ellos, lo que equivale a entregar a otros la responsabilidad y el control de la propia vida), se tragan el hueso sin rechistar y además ejercen, como buenos conversos, de grandes inquisidores sobre aquéllos de entre los que les rodean que no están aún completamente bajo el dominio de la Tiranía Invisible que gobierna este planeta. "¿Vas a saber tú más que los expertos?" es una de esas frases engañosas que más daño han hecho a la libertad personal en los últimos cincuenta o sesenta años. Por lo demás, ésta es probablemente la razón por la que las novedades tecnológicas se suceden sin respiro. Por ejemplo, uno puede destinar un dineral a comprar un ordenador, da igual en qué formato (PC, portátil, tableta, consola de juegos, smartphone...), de último modelo y con todas las novedades posibles en el mercado..., para que luego se le quede "viejo" en cuestión de seis meses. Esto alimenta la sensación de dependencia y también de agobio del consumidor, que siente que siempre va por detrás de lo que debería y ha de esforzarse aún más por "seguir el ritmo" y, naturalmente, cambiar sus dispositivos aunque no tenga necesidad real de hacerlo. Alguna publicidad he visto ya de marcas que ofrecen estrenar un "teléfono inteligente" distinto ¡cada año!

Y, de vez en cuando, se procede al cambio tecnológico total. Otro salto adelante que de manera automática deja obsoleto todo lo anterior y obliga (éste sí, definitivamente, si uno pretende seguir enganchado) a nuevos desembolsos. Como sucedió con el paso de la televisión analógica a la digital o como el que se anuncia ya para empezar a introducir la realidad virtual hasta en la sopa, como si la población no viviera ya lo bastante alienada. Lo último en este sentido son las Microsoft Hololens, una especie de gafas de diseño que parecen inspiradas en las que usaba Cíclope, uno de los mutantes de la original Patrulla X de Marvel, y que en realidad son un ordenador potentísimo del estilo del Óculus, un arma para capturar voluntades a través sobre todo de la visión (también de la audición) para mantener al homo sapiens completamente desconectado de su realidad. Las Hololens son parte del nuevo sistema operativo de Windows, el 10 (¿alguien sabe por qué una empresa que no da puntada sin hilo se ha dejado por el camino el Windows 9, que es el número entre el 8 actual y el 10 futuro?), que incluye otras novedades como el uso de gestos básicos para prescindir de teclados y ratones o la inclusión de Cortana (equivalente al Siri de Apple), un asistente personal capaz de interactuar verbalmente con el usuario hasta un punto sorprendente y que alimentará la ilusión de que el ordenador es "casi" una persona. En las propias palabras del vicepresidnete de sistemas operativos de Microsoft Terry Myerson, Windows 10 "no es una simple actualización del sistema operativo sino que cambiará las reglas del juego"

Gracias a las Hololens (y a sus complementos, que iremos conociendo progresivamente a medida que salgan al mercado en los próximos años y entre los que destaca una especie de neopreno que nos permitirá "sentir" cualquier experiencia en el cuerpo como si fuera real: desde una ráfaga de viento a una caricia o un puñetazo), no será necesario levantarse del sofá para ir a clase, diseñar un prototipo en tres dimensiones, jugar con construcciones como se ve en la fotografía adjunta, asistir a un espectáculo de cualquier tipo y hasta para viajar a Marte. Bastará con ponerse cómodo, con el artefacto en su sitio, y dejarse ir engañándose con multitud de imágenes inexistentes...   Según reconocía en su presentación Alex Kipman, uno de los desarrolladores de este instrumento hipnotizador, "los hologramas ahora son reales" y aunque todo sea en realidad un simple montón de datos informáticos organizados de una manera determinada para ser proyectados, para el cerebro que procese las imágenes que se le suministren de esa manera los tomará como si estuviera viviendo la realidad.

Y ahí está la clave. Cuando el uso de este tipo de aparatos, distribuidos y utilizados de forma masiva para todo tipo de actividades (laborales, de ocio, culturales, sexuales, etc.) se normalice en el mundo, la esclavitud será prácticamente total. Poco a poco (a medida que las viejas generaciones sean sustituidas por otras nuevas, educadas en el uso habitual de esta nueva tecnología) se irá reduciendo el número de personas interesadas en arriesgarse a hacer algo de verdad cuando pueden hacer (supuestamente) lo mismo sin abandonar las aparentes seguridad y tranquilidad de sus propios domicilios. ¿Para qué perder entonces el tiempo y el dinero en aeropuertos, viajes y otro tipo de cansadas penurias físicas si desde mi casa puedo visitar y vivir la experiencia de Estambul, Pekín o Ushuaia, por poner un ejemplo? Eso sí, la Estambul, la Pekín y la Ushuaia que los autores del programa que voy a ver me quieran mostrar..., y sólo ésa. ¿Somos capaces de aquilatar lo que eso significa? 
Personalmente, aún tengo fresco en la memoria el viaje parisino al que hice referencia en el artículo anterior, un viaje en el que tuve ocasión de ir a una serie de sitios y experimentar una serie de vivencias que no aparecían en las guías turísticas oficiales ni, probablemente, lo harán nunca. Todo eso me lo habría perdido si me hubiera limitado a dejarme instalar en el cerebro la visión de París que alguien por completo ajeno a mí y con sus propias intenciones hubiera escrito el programa correspondiente para Hololens... Extrapolando esta manera de pensar,  el argumento es obvio. No tardaremos en pensar que ¿para qué viajar a Marte (o a cualquier otro cuerpo celeste de, sin ir más lejos, nuestro sistema solar) si ya hay una sonda (que cuesta menos dinero y da menos problemas que una tripulación humana) que nos ha mandado un puñado de datos con los que poder construir una imagen del planeta que queramos proyectar en la mente de la sociedad? 

Tal vez los viajes, la comida, la enseñanza, las relaciones personales..., todas las experiencias reales que hoy consideramos actividades corrientes queden entonces reservadas para los Amos, mientras el resto de la humanidad encerrada en cubículos mínimos desde donde ser exprimidos sestea sin rebelarse: sometida por la tecnología, drogada por las novedades técnicas, soñando con ser héroes en un mundo inexistente. En el fondo, lo más grave de todo esto no es, por supuesto, llegar o no de verdad a otros planetas, viajar más allá de la atmósfera terrestre, sino todo lo que el mundo virtual (listo ya para invadirnos por doquier) significará para el futuro del homo sapiens. Estamos cada vez más cerca del mundo de Matrix.








 

viernes, 16 de enero de 2015

Detalles sospechosos del atentado de París

Está claro que no se puede responsabilizar a un gato del mantenimiento de un blog, aunque sea inteligente, sepa hablar y escribir y posea elevadas cualidades e interesantes contactos como partidario firme que es de la teoría de la conspiración. Pensaba yo que Mac Namara podría encargarse de escribir alguna cosa durante las pasadas vacaciones de Navidad (nada importante, lo suficiente para mantener a la audiencia ahí, a la espera de mi regreso, un poco al estilo del verano), pero a la hora de la verdad mi felino favorito dio la "espantada" y se marchó de casa antes que yo, con lo cual este año no he podido ni publicar la tradicional vela roja que encendemos cada solsticio... Y para los mal pensados, diré que no me fui a mi casa, a Walhalla, sino que pasé estas fechas tan particulares en este mismo planeta. De hecho, me desplacé por ciertas cuestiones relacionadas con la Universidad de Dios a una ciudad europea donde despedí 2014 y di la bienvenida a 2015, cuyo nombre (y sé que esto no lo creerán muchos, pero allá ellos) es... París. Pues sí, allí estuve precisamente hasta un par de días antes del nuevo 11-S/11-M que nos han organizado en Europa para que recordemos quiénes son los "malos" y no se nos ocurra ponernos a dudar de la realidad enlatada que nos sirven a diario las versiones oficiales. Sé que es una prueba exigua, pero ahí en esa foto aparezco junto al único y miserable recuerdo (la plaquita que aparece en la pared, a mi espalda) que los parisinos conservan de Jacques de Molay, el último gran maestre del Temple, que fue asesinado de forma especialmente horrible en una hoguera levantada en la Isla de la Ciudad, en un antiguo terreno pantanoso, eso sí, con vistas a Notre Dame, al otro lado de la ínsula. El lugar de la ejecución, difícil de encontrar sin saber dónde está exactamente, es hoy una escalinata que conduce a un embarcadero donde se puede contratar un paseo en bateau mouche por el Sena.

Cuando oí las primeras noticias del atentado contra la revista Charlie Hebdo, recién llegado al apartamento que Mac Namara y yo compartimos en el campus universitario, no me lo podía creer y, cuando vi las primeras imágenes  servidas por televisión (en especial el video de los dos supuestos terroristas yihadistas que supuestamente remataron en el suelo al policía parisino), aún menos. Los yihadistas o fanatistas islámicos no actúan así: no se uniforman en plan comando utilizando técnicas de guerrilla urbana para atacar de manera selectiva buscando a objetivos personales uno por uno para huir luego mientras gritan bien alto "Alá es grande" y consignas parecidas para que cualquiera que los escuche llegue inmediatamente a conclusiones de etiquetado inmediato. Lo que hace este tipo de gentuza quedó ejemplificado una vez más, como tantas otras antes, después de lo sucedido en la capital francesa, con la información llegada desde Nigeria según la cual varias niñas con explosivos encima habían sido "enviadas al martirio" yihadista llevándose de paso con ellas a varias personas que pasaban por allí. Ése es su modus operandi habitual, no el otro. Un atentado yihadista real en la sede de la tristemente célebre revista hubiera implicado la destrucción física de la redacción con la "inmolación" de los "mártires" y posiblemente la muerte de aún más gente previo estallido de explosivos en el interior del edificio. Unos tipos que están convencido de que no le importa morir matando por su dios no huyen durante no sé cuántas horas ni dice frases del estilo "nosotros no matamos a inocentes" como se supone que dijeron los hermanos Kouachi durante su cacería. Se suicidan matando al mayor número de infieles posible y punto...

El caso es que mi gato y yo hemos discutido ampliamente lo sucedido a lo largo de estos últimos días y hemos recopilado entre ambos los siguientes detalles sospechosos en todo este doloroso asunto.

1º) Como dije al principio, yo acababa de regresar de París tras pasar allí una semana y por eso puedo certificar lo siguiente (porque lo vi con mis propios ojos):  la inmensa cantidad de gente que hoy día vive o visita a diario París, con calles atestadas en horario comercial y colas de varias horas para entrar en algunas de sus
atracciones turísticas más populares como el Louvre o la Torre Eiffel. Y cuando digo gente no me refiero sólo a los peatones, sino a los conductores de automóviles. París es un puro atasco durante muchas horas del día, pese al eficiente (y por otra parte atiborrado) servicio de metro. Sin embargo, a pesar de encontrarse en una céntrica zona del este de la capital, en el video donde aparecen los terroristas con su coche robado no se ve absolutamente a nadie más que a los protagonistas, ni en las tomas con más perspectiva. Entiendo que la gente de a pie pudiera huir en cuanto vio a los tipos armados pero ¿dónde están los coches que debían estar atascando esa calle? En esta imagen por ejemplo, el único coche que se ve aparte del de los terroristas es el de policía que pretendía infructuosamente cortarles el paso. Aceptemos la posibilidad de que por alguna especie de milagro laico, durante todo el desarrollo de la acción no hubiera pasado ni un solo vehículo por allí pero ¿de verdad alguien que conoce París hubiera intentado huir en coche en medio del atasco? Hemos visto en centenares de películas que, una vez cometida una barbaridad de este tipo (o un atraco a un banco, o cualquier otro crimen), lo más sencillo es huir a pie cada uno por su lado, deshacerse de las armas (por ejemplo, vía alcantarilla) y cambiarse de ropa para camuflarse de "ciudadano normal" en medio del lío. 

2º) Desde semanas antes del atentado (y esto también lo pude certificar personalmente durante mi estancia) el centro de París estaba literalmente tomado por la policía y el ejército, que organizaba patrullas de tres hombres avanzando siempre en triángulo, con sus llamativos uniformes de campaña, fusiles ametralladores montados y caras de muy pocos amigos, escudriñando cualquier cara rara entre la multitud. Miles de policías y soldados estaban en alerta por amenaza terrorista desde hacía tiempo..., pero se ve que ninguno estaba justamente en esa zona en aquel momento, ni en ninguno de los atascos por donde "circuló" el coche robado. Ello permitió mayor libertad de movimientos a los terroristas 
 que pudieron rematar sin piedad a un policía local, curiosamente musulmán y llamado Ahmed Merabet, que les había perseguido. Pero, ¿le remataron de verdad en ese momento? Hacerse esta pregunta es, para muchas personas, como darles una bofetada. "¿Cómo que no lo hicieron? Yo lo he visto en la tele". ¿Qué hemos visto en la televisión? Un video movido en el que desde lejos, se aprecia cómo uno de los asesinos dispara a bocajarro sobre el policía herido, tendido en la acera. Es decir, se aprecia una imagen pixelada de esta barbaridad. Pero aquí entra en juego Internet (ese juguetito que a alguien se le escapó de las manos hace tiempo y que no sabe cómo volver a controlar sin que se note mucho) por donde resulta que circula este video sin pixelar y con la imagen ampliada. Y lo que se ve realmente incita a la duda porque la bala disparada por el terrorista rebota delante del policía tendido en el suelo, como se aprecia por el polvo que levanta. Se ha dicho que rebota después de atravesar su cabeza y matarle pero, en tal caso, debía ser una de esas "balas mágicas" al estilo del magnicidio de Kennedy porque no es que la cabeza no reviente (lo que a esa distancia y con un Kalashnikov parecería bastante probable) por el tiro sino que no ofrece movimiento alguno al impacto del proyectil ni proyecta sangre alguna.

3º) Hay un sucedido extrañísimo cuando se retiran los terroristas y es que uno de ellos se entretiene tras el tiroteo recogiendo una zapatilla de deporte que se le había caído al bajar del vehículo. Sin embargo, en todo momento da la impresión de que corre perfectamente calzado con su buen par de zapatillas. Entonces, ¿de quién es ese calzado? ¿Y cómo es posible que no se olvide de recogerlo y luego se deje su carnet de identidad dentro del coche?  En la imagen adjunta se puede ver este último detalle, que es verdaderamente surrealista ("patético", lo describía Mac Namara, quien enseguida estableció una comparativa con el "pasaporte milagroso" de Mohamed Atta que se encontró entre los restos de las Torres Gemelas en Nueva York o con la cinta de "música islámica" en la furgoneta abandonada tras el 11-M en Madrid)... Es decir, que unos tipos que van a cometer un atentado tan brutal, y que van a hacerlo además enmascarados para que nadie les reconozca (lo cual se contradice con la costumbre yihadista de autoidentificarse como mártir) se llevan consigo su documentación y encima la pierden oportunamente..., en un coche donde además ¡dejan un montón de huellas dactilares por no llevar guantes! Decididamente, estos chapuceros no se han visto ni siquiera los telefilmes de primera hora de la tarde donde se explica muy bien lo que hay que hacer y lo que no en un ataque de este tipo...

4º) Por si todo esto no fuera poco, luego nos encontramos con que las autoridades francesas revelan que tenían vigilados a los hermanos Kouachi desde hacía varios... ¡años!, por sus supuestos vínculos con el terrorismo islamista. ¿Cómo es posible que unos sospechosos de extremismo, vigilados por uno de los servicios secretos supuestamente más sólidos de Europa y con París en alerta..., puedan moverse con tanta soltura como para organizar y ejecutar semejante atentado? Según la información oficial, el más joven de los Kouachi, Cherif, había sido identificado y juzgado en 2005 por su integración en una célula de envío de yihadistas a Iraq. Fue condenado a tres años, pero no cumplió más que la mitad. Poco antes de ser abatidos por la Policía, que les pisaba los talones, este tipo llamó al canal de noticias francés BFMTV y, en una breve conversación, dijo públicamente que él y su hermano eran "defensores del profeta" y que habían recibido financiación de Anwar al Awlaki, un predicador islamista de Yemen relacionado con Al Qaeda que murió en septiembre de 2011 tras el ataque de un dron norteamericano. De hecho, una fuente no revelada de la inteligencia yemení había adelantado previamente a la agencia Reuters que Said, el otro hermano, había residido varios meses en este país y que en efecto había constancia de esa entrevista con Awlaki... Pero resulta que este “renombrado líder
 espiritual islamista”, cuyo rostro y aspecto era curiosamente muy similar al del actor Avner Eisenberg, la “joya del Nilo” de la película del mismo nombre estrenada en 1985 y protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner, era... ¡un agente pagado por el FBI, según confirmó en 2012 un coronel retirado del ejército norteamericano llamado Anthony Shaffer, quien le calificó de "agente doble o tal vez triple"! Por cierto que el "predicador" fue invitado a entrevistarse con altos cargos militares norteamericanos en el Pentágono meses después de los atentados del 11-S para "participar en un programa informal" destinado según el vago comunicado oficial a "contactar con miembros líderes de la comunidad musulmana". Uffff..., esto se parece cada vez más a uno de esos complicado guiones de Hollywood rodados en los últimos años y mostrados como thrillers de argumento islamista... En la foto adjunta aparecen el verdadero Awlaki y el actor Eisenberg. Ejercicio: deducir quién es quién y explicar por qué.

5º) Los grandes medios de comunicación han ignorado olímpicamente una información publicada (sólo aparecida en Internet, que yo sepa) poco después del atentado y según la cual el subdirector de la Policía Judicial de Limoges, un agente de 44 años de edad y padre de cuatro hijos, se suicidó (¿se suicidó?) de un disparo en la cabeza en su oficina con su arma reglamentaria. Era uno de los agentes que recababa información del atentado contra Charlie Hebdo y también trabajaba en contacto con las familias de las víctimas. ¿Qué descubrió, que le indujo a matarse a sí mismo (si es que lo hizo de verdad)? ¿Qué decía la carta que fue hallada junto al cadáver, cuyo contenido no ha sido hecho público? Aún más sorprendente, sólo un año antes, otro de los responsables policiales de este servicio murió exactamente igual. Y en noviembre de 2013, también se anunció el suicidio de otro cargo de la misma oficina. ¿Qué tendrá Limoges, aparte de una merecida fama por sus porcelanas y una interesante y antigua red de subterráneos que recorre buena parte si no todo el subsuelo de la ciudad?

¿Más? Hay muchos otros detalles sospechosos cuya enumeración haría este artículo interminable. Por ejemplo, el último y llamativo tuit publicado por la propia redacción de Charlie Hebdo apenas una hora antes del atentado en la que aparecía una felicitación navideña humorística con un dibujo del autoproclamado califa del Estado Islámico, el líder terrorista Abu Bakr al Baghdadi, diciendo: "Y sobre todo, salud"... O ese otro dibujo publicado por "Charb" (Stéphane Charbonnier, el director de la revista, de estilo inconfundible, una de las víctimas mortales) en el que junto a la pregunta "¿Todavía no hay ningún atentado en Francia?" (en referencia a la alerta que vivía el país, que antes citamos) aparecía uno de sus peculiares barbudos armados contestado "Espera un poco, podemos presentar nuestros deseos hasta final de enero"... O el hecho de que uno de los supervivientes del atentado hablara de tres, no dos asaltantes, y "uno de ellos tenía los ojos azules", lo único que se veía de la cara cubierta con pasamontañas (obvio es decir que ni los hermanos Kouachi ni Amédy Coulibaly -el otro terrorista que "por su cuenta" mató a un agente municipal y después a cuatro personas en un supermercado judío de París, y cuya propia peripecia tiene sus propios detalles sospechosos empezando por su viaje a España pocas horas antes de los ataques- tenían los ojos de ese color)... O que el final de los Kouachi (¿no había en ninguno de los cuerpos de seguridad del Estado francés un solo francotirador lo suficientemente bueno como para herirles a ellos o a Coulibaly para atraparlos vivos, en lugar de dejarlos como auténticos coladores?) se produjera... ¡en una imprenta! ¿Algo más simbólico para resumir la amenaza del integrismo islámico a la libertad de expresión? 

Por cierto, esa libertad de expresión que dicen defender en Francia, sólo se respeta en realidad cuando las críticas son contra cristianos o musulmanes, porque, si alguien se atreve a dibujar algo contra los judíos, es inmediatamente represaliado. Así le sucedió a Maurice Sinet "Siné" (a quien vemos en la fotografía de abajo), quien en 2008 publicó un artículo y unas viñetas burlándose de Jean Sarkozy, hijo del entonces primer ministro Nicolás Sarkozy, y sugiriendo que se convertía al judaísmo sólo para asegurar su futuro financiero. Por supuesto fue inmediatamente acusado de antisemita (el sambenito definitivo para anular a cualquier persona hoy en el mundo occidental)  y la revista donde había publicado le exigió que escribiera una carta pidiendo disculpas. Siné se negó en redondo y la revista le echó a la calle. El dibujante presentó denuncia contra ella y ganó el caso. Aquella revista era... 
Charlie Hebdo.