Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 29 de octubre de 2010

Hablar por hablar


En 1993, la Asamblea General de la ONU declaró Día Mundial de la Libertad de Prensa al 3 de mayo y desde entonces se celebra oficialmente en esa fecha, por ser el aniversario de la llamada Declaración de Windhoek. La susodicha declaración se había lanzado dos años atrás en esta localidad de Namibia, apoyada por la Conferencia General de la UNESCO, para exigir la promoción de una prensa independiente, pluralista y libre en África y por extensión el resto del mundo (ya sabemos lo aficionados que son los estamentos internacionales a situar los orígenes de las cosas en territorio africano). El documento incluía puntos tan utópicos como ése según el cual la prensa debía vivir sin que los poderes públicos ejercieran "dominio político ni económico, ni control sobre los materiales ni su infraestructura" o ése otro que hablaba de la "supresión de los monopolios de toda clase". 

Cualquier periodista que se tenga por tal y que lleve los años necesarios en el ejercicio de la profesión esbozaría una sonrisa amarga al conocer la aprobación de esa declaración, teniendo en cuenta que la llamada "prensa libre" de Occidente se parece más a una leyenda de la época de Homero que a la realidad pura y dura. No sé si alguna vez existieron grandes medios de comunicación verdaderamente libres pero, hoy por hoy, todos los que poseen capacidad real para influir sobre la sociedad pertenecen a grupos de poder determinados y, la mayor parte de ellos, reconocidos..., y en sus páginas o sus espacios audiovisuales caben ciertos contenidos pero no otros. Existen temas tabú sobre los que sólo se puede hablar en según qué condiciones o directamente no se puede decir nada.

El único lugar todavía relativamente libre y donde se puede encontrar bastante información que no hay en otra parte (aunque es preciso rebuscar entre toneladas de basura, dado su tamaño) es Internet, pero la Red tiene limitaciones y crecientes controles con países que impiden su presencia en parte o en todo, como es el caso de China o Irán... Existe un sitio web de Google especialmente inquietante que se llama Transparency Report y que ofrece la lista de países cuyos gobiernos han solicitado al todopoderoso buscador información personal concreta sobre sus usuarios o han exigido que se retire algún contenido particular; es decir, que han planteado a Google censurar determinadas informaciones u opiniones..., impedir la libertad de prensa, por decirlo más claro. Podríamos imaginar que hablamos de naciones peligrosas y con regímenes totalitarios pero resulta que en la lista de los 10 principales gobiernos censores del mundo encontramos a ésos teóricamente tan favorables a la libertad y la democracia y blablaba que son los de Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia, Brasil y..., oh, oh, ¡España!

Sí, señoras y señores, el muy dialogante, sonriente y aliado-de-civilizaciones-diversas gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero figura en octavo lugar mundial entre los países que han exigido a Google información sobre algunos usuarios concretos y en la décima posición también mundial entre los que han planteado más solicitudes para quitar contenidos concretos de Internet. Sólo entre enero y junio de 2010, las autoridades españolas realizaron un 15 por ciento más de solicitudes que durante el semestre anterior y Google reconoce que satisfizo prácticamente el 94 por ciento de sus solicitudes.

¿Alguien ha visto esta información en primera página de un diario nacional o en los titulares de las grandes cadenas televisivas españolas?

La sentencia con la que finalizaba el comentario de este blog en el día de ayer resume no sólo mi opinión sino la de todos los alumnos que estudiamos en la Facultad de Dios porque en lo personal siempre me he mostrado partidario de que mis lectores opinen sobre mis escritos (y los de los demás) lo que les dé la real gana tanto si es para alabarlos como para crucificarlos. Jamás he borrado un comentario ajeno sobre cualquiera de mis textos (y he publicado un rato largo de ellos...), porque creo de verdad que todos deberíamos poder decir lo que quisiéramos (y a continuación hacernos responsable de ello, naturalmente). Para los humanos corrientes quizá sería interesante recordar lo que dice el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Qué bonitas palabras. Y qué falsas suenan en nuestro mundo contemporáneo. 

Así que tenemos que, aunque parezcan muy distintos entre sí, la inmensa mayoría de los medios de comunicación a nuestro alcance son clones: copias de copias de copias de copias de un estándar básico que incluye las cosas que se pueden decir y las que no, así como la forma en que deben ser dichas y los personajes que están "autorizados" para decirlas. En este contexto, escuchar a alguien diciendo "esto debe ser cierto porque lo han contado en la tele" (o en la radio o en el periódico) resulta bastante indicativo del grado de manipulación al que se ha dejado someter esta persona.

Sin embargo, en medio de este desolador panorama, de este océano de incertidumbre, hay algunas pequeñas islas. Una de ellas es La contra, un espacio de entrevistas del diario catalán La Vanguardia que de vez en cuando sorprende a propios y extraños publicando las ideas de personajes "raros" que nos muestran la existencia de un mundo diferente de aquél que el conjunto de los mass media intenta convencernos no sólo que es el único mundo real sino el único posible.

Un ejemplo es la entrevista que publicó esta semana al doctor José Antonio Signo (un apellido significativo, valga la redundancia), especialista en la lucha contra el estrés (uno de los peores y más silenciosos enemigos del  ciudadno occidental contemporáneo) tras coordinar una unidad pionera instalada en la clínica Corachan con el doctor Ignacio Umbert. Especialista en medicina psicosomática y experto en chavales tras 25 años trabajando en la sanidad pública escolar, presenta ahora en Marbella el I Congreso Internacional de Medicina Predictiva en el que entre otras cosas mostrará cómo el estrés es capaz de provocar la mutación de algunos genes. Y no precisamente para bien.

Resumo algunas de sus ideas que hablan por sí mismas de su interesante trabajo y que le hacen a uno preguntarse (aunque ya sabe la respuesta) por qué este señor y otros como él no salen en más periódicos, radios y televisiones en lugar de cualquiera de los zafios y deleznables personajes de la telebasura nacional (por cierto, el que quiera leer la entrevista entera ya sabe dónde localizarla):

* Las 'zonas blue', las más longevas del planeta, lo son porque hay menos cáncer y patologías cardiovasculares y su índice de obesidad es el más bajo. Las encontramos en lugares como Cerdeña (Italia), Loma Linda (Califronia) y Nicoya (Costa Rica). Estos buenos indicadores se consiguen (...) una dieta rica en frutas, legumbres, verduras y muy poca carne roja. El resto consiste en buenos horarios, placer, amigos e, independientemente de la edad, todos tienen tres horas de reto al día, algo fundamental (...) consiste en hacer algo que te apasiona, es atractivo y no tiene rendimiento. Al ser humano se nos mueren continuamente neuronas pero el cerebro no envejece, se regenera, mientras mantenga retos".

* "Una fórmula para mantener bien el cerebro es C + P = I. Es decir, Curiosidad más Pasión igual a Inteligencia (...) para que proliferen las neuronas hay que dormir, regular la hormona del sueño (...) la ecuación es 8 horas de rendimiento, de las cuales tres entre amigos, 8 horas de nada y 8 horas en la cama (...) Para afrontar el estrés hay que dominar el 'ya' y el 'todavía' (...) Hay dos tipologías de personas que responden a él y lo hacen de forma distinta (...) una es la que nunca falta al trabajo, es competitiva, trabaja por objetivos y el cuerpo debe avisarle con un síntoma para que pare. Luego está el tipo de personas más febriles y absentistas (...) el cuerpo avisa con contracturas musculares, alteración de la segunda fase del sueño, del ciclo hormonal, alteraciones de la tensión arterial, en la memoria e inmunológicas, inflamación crónica (...) otra patología es la grasa abdominal, que produce inflamación, diabetes y tensión diastólica."

* “La clave es mantener el índice glucémico comiendo cinco veces al día porque si baja el azúcar la grasa que ingieres va directa a la barriga (...) se considera patológico más de 102 de perímetro de abdomen en varones y 88 en hembras, independientemente del peso y la talla.”

* "Un 40 por ciento del absentismo laboral se debe a síntomas que desaparecerían regulando las pautas de vida (...) comer frugal y ordenado, no para adelgazar sino para ser eficaz (...) hay que incorporar la psicoterapia, el yoga, la meditación: todo lo que sea aprender a parar de pensar."

* "Tenemos un ritmo biológico: la mejor hora para una reunión de trabajo son las 11:30; para hacer deporte cardiovascular, a primera hora; para musculación, de 16:00 a 20:00; para competición, a partir de las 13:00 (...) el sabio induce al crecimiento social mientras el listo amasa dinero en detrimento de la sabiduría, que es ese aprendizaje personal de cosas aparentemente inútiles que nos ensanchan la mente."
 
 

jueves, 28 de octubre de 2010

Y seréis como dioses...


Una docena de especialistas en genética anunció hace un par de semanas a través del The Times su disposición a publicar alegremente en Internet sus genomas personales completos en un intento de convencer a las incautas ovejitas…, quiero decir, a la sociedad en general, de que este tipo de información “no es tan privada ni delicada como para no ponerla a disposición de otros”.  La iniciativa la han bautizado con el nombre de Genomes Unzipped (que podría traducirse como Genomas Descomprimidos en alusión al popular programa informático para manejar grandes archivos en Internet) y según ellos lo que se busca es “desmitificar el código genético” para “disipar los temores” a que la publicación del ADN “conlleve riesgos de discriminación o de pérdida de privacidad”. ¡Si sólo fueran ésos los riesgos… (que ya me parecen suficientes, por cierto)!

Los autores de semejante trampa son diez científicos establecidos en el Reino Unido, otro norteamericano y (vaya, vaya…, ¿por qué será?) un abogado especializado en asuntos relacionados con la genética y también estadounidense. Su polémica iniciativa se gestó en un pub de Cambridge llamado Eagle (Águila), muy frecuentado por gentes del sector. De hecho, el el mismo en el que Francis Crick y James Watson anunciaron en 1953 haber descubiero "el secreto de la vida", o sea la doble hélice de la estructura del ADN. Encabezados por Daniel MacArthur, uno de los expertos genetistas, aseguran que sus propósitos son honorables y en pro de la salud y la mejora de la sociedad (los que desarrollaron la bomba atómica decían lo mismo) pues “publicar nuestros propios datos hará que la gente pierda el miedo a lo que rodea al genoma y lo vea de forma más clara”. Eso facilitaría en su opinión la creación de bancos públicos de ADN a los que tendrían acceso todos los científicos del mundo para acelerar las investigaciones en esta materia…

En la actualidad, los bancos de datos genéticos que se utilizan para este tipo de actividad están (todavía) sujetos a acuerdos de confidencialidad que limitan su utilidad para los científicos, a los que les encanta juguetear y experimentar con los seres humanos en su paranoica obsesión por descubrir hasta el último de los ladrillitos que componen el mundo de la materia, pensando que así serán capaces de dar un sentido a la vida (cuando ese sentido jamás lo encontrarán en ese mundo sino en el del espíritu..., ¡que eso es de Primero de la carrera de Dios!). De hecho, y aunque no se atreven a decirlo en voz alta (ni siquiera se lo reconocen a sí mismos), una inmensa mayoría de ellos coquetean, envidiosos, con la idea de trabajar con manos libres y sin “trabas morales” como suelen hacerlo los que están al servicio de regímenes totalitarios: al “estilo Mengele”, para entendernos. Como eso está, en estos momentos, un poco complicado, llegan a ofrecerse a sí mismos alegremente como sucede en este caso; pero no nos engañemos: no suelen hacerlo por nuestro bienestar sino por su propio prestigio y medro profesional y económico. Casi todos los científicos de un nivel importante (como casi todos los profesionales que están en primera línea) suelen ser personas fracasadas como tales, a los que no les ha importado sacrificar todo en su vida (su pareja, su familia, su salud, su tiempo..., hasta su alma) para obtener a cambio el éxito y el reconocimiento en su trabajo.

Existe una organización en el Reino Unido que se llama GeneWatch y que suele advertir de los riesgos que conlleva la investigación genética, aunque es bien cierto que la gente corriente no tiene una opinión muy definida al respecto (a no ser que le hablen, por ejemplo, de clonar a su perrito querido que falleció de viejo hace dos semanas o que vean alguna película que trate el tema directamente como por ejemplo El sexto día). Helen Wallace, una de sus portavoces, recordó que digan lo que digan estos "generosos mártires de la ciencia", el ADN contiene "información muy personal y es obvio que uno no puede estar seguro de que no va a ser utilizada" por otras personas. Por tanto "no creo que sea algo que deban estimular los científicos".

Lo más grande de todo esto es que existen diversas opiniones acerca de la importancia real de la genética en nuestra vida. Sin ir más lejos, una persona puede sufrir un alto índice, digamos un 90 por ciento, de desarrollar un tipo de cáncer determinado que afecta a su familia generación tras generación y vivir obsesionado con ello, preocupado por cómo prevenirlo, gastándose una millonada en terapias para prepararse..., y luego morirse en un accidente de tráfico antes de que el mal haya tenido tiempo de manifestarse. O aún más interesante, puede formar parte del 10 por ciento de los que, aun teniendo el gen, no lo llegan a desarrollar jamás, con lo cual puede morirse de viejo igualmente obsesionado a la espera de que se le dispare la enfermedad de un momento a otro sin que ésta asome la patita en ningún momento.

Los propios científicos no se ponen de acuerdo respecto a la utilidad de la genética. Ayer mismo el ingestigador Ginés Morata, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2007 aseguraba en Madrid que esta ciencia determina no sólo la estructura física sino también la intimidad humana. Esto es, los comportamientos, los sentimientos, la respuesta a los estímulos... Según él, todo nuestro comportamiento es "principalmente genético, actuamos y somos básicamente como nos dicta nuestro genoma" y la educación y las condiciones sociales de cada uno son "leves matices" que apenas pueden atemperar nuestro destino. Eso decía Morata, entroncando con algún estudio que conocimos no hace mucho tiempo sobre la existencia de un tipo de genes que afectaría sólo a los hombres y que predispondría a la infidelidad.

Y sin embargo..., sin embargo hay otros especialistas en la materia que opinan todo lo contrario. Por ejemplo hoy en Murcia el forense Aurelio Luna, del Instituto de Medicina Legal de esta región y presidente además de la Cruz Roja murciana, hacía un análisis opuesto y aseguraba que quienes han sido condenados por cometer un crimen "no pueden buscar excusas en su genoma porque no existe una predisposición genética para ser criminal". De hecho, los gemelos univitelinos, con un mismo genotipo, pueden sufrir enfermedades bien distintas porque "los genes se expresan de manera diferente según transcurre el tiempo". Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Estamos condicionados o no por el dichoso genoma?


En el fondo, da igual porque el destino de cada uno depende no sólo de nuestra herencia genética sino de muchas otras cosas: la educación que hayamos recibido, las circunstancias vitales que atravesemos, las influencias que podamos reconocer (en amigos y conocidos) o no (en los medios de comunicación y la sociedad en general)...  Y es un destino marcado, inalterable, para la mayoría de los seres humanos, ya que la única forma de cambiarlo pasa por una profunda labor de ingeniería interna, de reconstrucción del alma en la que el aspirante a liberarse de las cadenas de este mundo debe atravesar diversas pruebas para salvarse a sí mismo antes de alcanzar la ordalía final. Y muy pocos se atreven a eso.

De toda esta historia, me quedo con el descaro increíble de estos científicos en su pasión por dominar a sus cobayas humanas, en un paso más dentro de la enloquecida carrera por controlar a la población hasta límites nunca antes vistos. Un proyecto que ya ha logrado algunos hitos importantes desde otros puntos de vista como por ejemplo convencernos de que es bueno que vendamos nuestra intimidad a las cámaras de televisión o que portemos con nosotros unos aparatos como los móviles o los GPS gracias a los cuales alguien sabe siempre en todo momento dónde encontrarnos.

La Libertad debería ser uno de los valores irrenunciables del hombre, pero la hemos cambiado por un plato de lentejas. Y además, caducadas.

 

miércoles, 27 de octubre de 2010

Kali Yuga

El ser humano es un animal supersticioso. Bueno, el ser humano o lo que quiera que sea en realidad esta especie nuestra..., porque más bien estamos a medio camino entre el homínido (ya no somos tan sencillos, transparentes y naturales como nuestros primos puramente animalescos y embrutecidos) y el humano de verdad (ése al que adornan virtudes como el valor, el amor, el humor o la conciencia..., virtudes que pensamos poseer pero que, a decir verdad, aún estamos lejos de conquistar). El problema, hoy, del hombre, es que se cree que ha madurado, que es "el pináculo de la creación"..., que piensa haber llegado cuando no ha hecho sino empezar. No entiendo cómo puede haber gente tan tonta como para tragarse ideas estupidizantes del estilo de las de la New Age o eso de que gracias a la tecnología y la ciencia vivimos en la mejor época de la Historia, cuando nunca antes se había manipulado, corrompido, asesinado, robado, violado, destruido y saqueado en cantidades tan industriales como hoy. 
 
La tradición hindú tiene un nombre para la época en la que vivimos y es Kali Yuga, la Era de la Riña o la última de las épocas, también conocida en ciertas corrientes ocultistas como la Edad de Hierro o de los Hombres. Se consideran en este sentido cuatro grandes ciclos dentro de otro superior. El primero es la Satya Yuga o Era de la Verdad, la Edad de Oro o de los Dioses en la que el mundo era una especie de Paraíso donde se vivía muy bien, en armonía y durante muchos años: hasta cien mil. El final de aquellos días felices que todos llevamos en el inconsciente colectivo ("Cualquier tiempo pasado fue mejor"...) condujo a la Duapara Yuga o Segunda Era, la Edad de Plata o de los Héroes, donde tampoco se vivía tan mal aunque el nivel general era inferior al de la primera y la vida física "sólo" era de diez mil años. Más tarde tenemos la Treta Yuga o Tercera Era, la Edad de Bronce o de los Reyes, en la cual surgieron muchos problemas que irían agravándose con el paso del tiempo sin que nadie fuera capaz de recuperar el antiguo orden; por entonces la esperanza de vida era de mil años. Finalmente, el mentado Kali Yuga, que reduce el horizonte vital a cien años. Estos cuatro ciclos juntos se conocen como Maja Yuga o Gran Era y mil veces repetido este conjunto es un Kalpa.
 
En la mitología hindú, Kali es un ser demoníaco de piel oscura y morros porcinos (aquí a la izquierda podemos verle en acción), enemigo del gran dios benefactor Vishnú y su encarnación Krishna (cuya vida como avatar es tan asombrosamente parecida a la de su homónimo Jesús el Cristo) y con un curriculum espantoso. Hijo de Krodha y Jimsa o, lo que es lo mismo, de la Ira y de la Violencia respectivamente, como buena entidad diabólica se pasaba el día dedicado a hacer barbaridades. Una de ellas fue cometer incesto con su propia hermana Durukti, cuyo nombre significa Calumnia, y a consecuencia de ello tuvo dos hijos que lógicamente no fueron precisamente unos angelitos... Les llamaron Bhaia o Miedo y Mritiu o Muerte. El muy cuco esperó a que finalizara la encarnación de Krishna para entrar violentamente en nuestro planeta y sentar aquí sus reales.Y por aquí sigue, dedicado a sus labores propias de generador del Mal. 

Ojo con confundir al demonio Kali con la diosa Kali, que en nuestro idioma se escriben de la misma forma pero son entidades diferentes. En Occidente esta diosa se hizo muy popular (tristemente popular) al ser considerada como patrona de la secta secreta de los thugs o estranguladores que actuaron en la India durante al menos cinco siglos hasta que en el XIX el Imperio Británico acabó oficialmente con ellos. Películas como la inolvidable Gunga Din, basada en el libro homónimo de Sir Rudyard Kipling, ayudaron a extender su leyenda de gente siniestra, peligrosa y fanática. 
 
En cuanto a la propia Kali, muy venerada aún hoy en lugares como Calcuta, es una entidad bastante compleja, generalmente asociada con el mal, aunque no es mala en sí misma, sino que forma parte del grupo de los dioses encargados de la destrucción. Para entender esto debemos saber que en la mitología de la India, la Trimurti es el equivalente a la Trinidad cristiana (cuya definición de tres-dioses-en-uno no tiene absolutamente nada de original, como por lo demás el resto del cristianismo que se conoce formalmente), sólo que en lugar del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sus integrantes son Brahma, Vishnú y Shiva. Los dioses siempre se asocian en grupos de tres, de la misma forma que la divinidad se representa habitualmente como un triángulo o una pirámide. Así tenemos a los egipcios Osiris-Isis-Horus, los nórdicos Wotan-Thor-Loki, los célticos Teutates-Esus-Taranis, etc. Lo de añadir un ojo en el interior del triángulo tiene que ver con otra historia muy larga de contar en este momento, aunque creo que conocida por muchos de mis lectores (por cierto, atención a la asombrosa portada que el diario progubernamental Público nos ofrecía no hace mucho...)
 
Siguiendo con la Trimurti, Brahma es la divinidad suprema de la creación, Vishnú la de la conservación y Shiva la de la destrucción. Aunque la labor de cada uno parece muy diferente, están sincronizados entre sí para mantener funcionando el universo ya que, como la propia Ciencia moderna nos dice (y de esta manera acepta, por "la puerta de atrás", que todos somos inmortales -aunque bien es verdad que unos más que otros-) "nada se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma". Es decir, Brahma no puede crear nada nuevo si antes Shiva no destruye algo viejo y luego se lo entrega para que actúe sobre eso. Es preciso demoler una casa antigua para, a partir de sus escombros y en el mismo solar, levantar una nueva. Vishnú está en medio de ambos para equilibrar, a fin de evitar que uno construya más de lo que puede y el otro destruya más de lo que debe.
 
Kali es la esposa de Shiva, así que en este esquema de cosas, a la fuerza se la representa como una diosa feroz, violenta y aniquiladora. Véase como luce su modelito más corriente, basado en un collar de cráneos humanos y un cinturón de brazos cortados... Se supone que su nombre proviene de la palabra sánscrita kala que significa oscuridad. Tal vez por eso se la llama (y a veces se la representa con este color) también la Mujer Negra (mmmh..., igual que la egipcia Isis o ciertas vírgenes cristianas como La Moreneta). Su imagen clásica es la que aparece aquí a la derecha, con ese color azul que tienen tantos dioses hindúes y que inevitablemente recuerda a la "sangre azul" de la nobleza europea. Por cierto, el tipo que está a sus pies en apariencia vencido es el propio Shiva que, por la cara de placidez con que suele pintársele nos permite especular sobre lo que ambos están haciendo en realidad: ¿le está ella aplicando un masaje tailandés? ¿O acaso le acaba de dejar rendido tras un salvaje encuentro amoroso? No hay que olvidar que Kali se relaciona también con el tantra, cuyo aspecto erótico (el sexo tántrico) es quizá lo más conocido por estos pagos (aunque de una manera un tanto deformada, porque el interés occidental por estas prácticas se limita a aprender determinadas técnicas físicas y no su aspecto místico o profundo).
 
Volviendo al principio, el Kali Yuga es, pues, la etapa que cierra un Maja Yuga y tal vez por eso este concepto ha sido empleado también con gran alegría a la par que ignorancia por los profetas del Apocalipsis y el Fin del Mundo que últimamente proliferan por todas partes empeñados en anunciarnos que esto se acaba. Sí, sería creíble teniendo en cuenta que según la tradición hindú cada Kali Yuga dura 1.200 años divinos que equivalen a ¡432.000 años de los humanos! Como para que nos diera tiempo a verlo...  Eso sí, al final de este período, aparecerá la décima y última encarnación de Vishú, conocido como Kalki, que cabalgando un caballo blanco matará con su espada a todos los humanos que militen en las fuerzas del Mal y sólo salvará a los "buenos" (los seguidores del propio Vishnú). Un momento..., yo conozco esta película...
   
Aunque lo más grande de todo es que nuestra ciencia contemporánea, tan moderna y tan atea, tiene su propio nombre para explicar el Kali Yuga y el resto de Yugas ¡porque su concepto de degeneración existencial es exactamente el mismo! Ese nombre es Ley de la Entropía. El sociólogo y economista Jeremy Rifkin (a la derecha) publicó un libro muy ilustrativo sobre sus efectos, titulado Entropía: hacia el mundo invernadero. En termodinámica, la entropía se define como la magnitud física que mide la parte de energía ya utilizada y por tanto no puede emplearse para producir trabajo. Es un valor que crece constantemente en el transcurso de un proceso que se desarrolle de forma natural en un sistema aislado y es irreversible en el mundo de la materia (no en el del espíritu, ojo, donde la entropía es un fenómeno puramente negativo contra el que hay que combatir). Es curioso que el origen de la palabra (que es griega) signifique evolución o transformación. Dándole vueltas a todo esto, podríamos alcanzar ciertas incómodas conclusiones acerca de las bondades del proceso evolutivo.
 
De todas formas, podría ser divertido que llegáramos realmente a contemplar ese final. Podríamos sentarnos tranquilamente con una vodka con hielo (o lo que cada uno quiera tomar) para admirar el horizonte, donde de pronto caería una oscuridad terrible y tras un tronar espantoso lanzado por los dioses para llamar la atención de repente veríamos cómo las estrellas formaban una serie de palabras en lo alto: 
 
HA LLEGADO EL FIN DEL MUNDO 
HAN INTERVENIDO, POR ORDEN DE APARICIÓN
DIOS
ADAN
EVA
LA SERPIENTE
...
 
Y así todos y cada uno de nosotros en los títulos de crédito. Hasta que aparecieran todos los personajes de esta película en 3D que llevamos tantos milenios protagonizando, nos daría tiempo para morirnos de viejo a todos.

martes, 26 de octubre de 2010

El timo de la TDT

Mi película favorita de John Carpenter es, por muchas razones, Ellos Viven. Data de 1988 y ha envejecido no del todo bien, pero es un referente imprescindible del cine de Ciencia Ficción por un lado y del Filosófico por otro. He hablado en alguna otra parte sobre ella así que no me voy a extender mucho, aunque recomiendo encarecidamente a todo aquél que aún no la haya disfrutado que la busque, la vea y reflexione sobre lo que cuenta. Ahora simplemente lo que me interesa es recordar una secuencia concreta del largometraje, cuando el despistado protagonista descubre por azar (el inexistente azar) una emisión pirata de televisión en la que un desconocido advierte a los ciudadanos acerca de una silenciosa invasión de unos seres de origen desconocido y aspecto horrendo que, mezclándose poco a poco con los verdaderos humanos, se han apoderado de los resortes del poder. “Ellos viven, nosotros dormimos...”

Me acuerdo de esta escena cada vez que trato de encontrar algo interesante en el amplio abanico de vulgaridades, repeticiones y pérdidas-de-tiempo-variadas-televisivas a la que podemos acceder diariamente a través de la nunca antes tan bien definida como “caja tonta”. Sobre todo desde que en lugar de televisión analógica disfrutamos de la maravillosa TDT o Televisión Digital Terrestre: el mayor timo encajado por la sociedad española desde que nos vendieron el cuento del euro (ese fracaso de moneda única gracias a la cual hemos terminado por destrozar nuestra economía, especialmente la familiar).

La TDT procede a la transmisión de una señal digital a través de una red de repetidores terrestres y se supone que implica varias ventajas. La primera de ellas es la compresión de la señal, lo que significa que necesita menos espacio para llegar hasta nosotros al precisar de un ancho de banda menor. Hablando en plata: permite transmitir mayor número de canales utilizando el mismo espacio de antes. ¡Hey, qué bueno! Eso significa que tendré la posibilidad de elegir entre muchos más proveedores. Es decir, no sólo los canales de RTVE y las autonómicas, A3 y Tele 5, las pequeñitas de Cuatro y la Sexta y alguna que otra local que pillara en mi ciudad...

.ERROR.ERROR.ERROR.ERROR.ERROR.ERROR.ERROR.

La realidad es que no se puede elegir entre muchos más proveedores sino entre muchos más canales de prácticamente los mismos proveedores, que no es lo mismo. Es decir, ahora podemos ver las mismas series (y sobre todo la repetición de las series antiguas)  y programas que antes veíamos en un solo canal pero en dos, tres o cuatro canales. Algunos casos son especialmente patéticos como los de la Sexta, cadena que hasta ahora a duras penas era capaz de mantener una programación medianamente coherente en un canal y que, gracias a sus amistades en el poder que todos conocemos bien, han conseguido ¡dos canales más! ¿Y para llenarlos con qué? Con más repeticiones..., y con teletiendas. Es increíble el número de teletiendas, de "concursos facilísimos" y de adivinas fraudulentas que proliferan en los nuevos canales de la TDT, esa televisión de calidad como la vendió (a quien quiso comprarle la publicidad) el gobierno.

También resulta bastante absurdo el empeño de las cadenas digitales por copiarse unas a otras emitiendo el mismo tipo de programas a la misma hora. Por ejemplo, esos debates políticos que proliferan ahora por la noche (en obvia imitación de los que existen en las cadenas de radio) en Intereconomía, Veo7, la 10..., que no interesan lo más mínimo al espectador de televisión. Alguien que se pone delante de la pantalla a las once de la noche no lo hace para ver a un montón de señores encorbatados y señoras trajeadas, sentados todos a una mesa, para debatir sobre "los grandes temas del día" o para criticar al gobierno. No hay nada más aburrido. La fórmula, por su propia naturaleza, funciona en la radio pero no en la televisión. Lo más sorprendente es que los ejecutivillos que están al frente de estos canales se sorprendan luego de que su audiencia sea una porquería mientras que la de otros canales como Nitro arrasen a base de programar películas o series de acción (por cierto, casi siempre repetidas).

La compresión digital llega a ser técnicamente de tal calibre que incluso sobra espacio en el espectro de emisión para otros usos como por ejemplo esas informaciones extras que aparecen insertadas en pantalla explicando qué programa estamos viendo o cuál viene después..., siempre que no aparezca el multipresente cartelito de No hay info.de eventos, claro. Además, con la compresión se puede emitir en alta definición y hay canales ya que lo están haciendo como TVE, Telemadrid, A3 o Tele5, más o menos en pruebas o ya en marcha. Y, en efecto, se puede ver muy bien... ¡la repetición de los mismos programas que antes veíamos de manera normal! Y es que a la TDT le pasa un poco como a Internet: hay un continente muy atractivo, con presentaciones llamativas y técnicamente impecables, pero el contenido original y en verdad interesante brilla por su ausencia en la oferta disponible.

La televisión es un negocio caro, de todas formas, y el día de mañana muchos de los canales que tenemos a nuestra disposición habrán desaparecido porque simplemente no serán rentables. En un futuro más inmediato de lo que muchos de los que se han embarcado en estos proyectos piensan, la supervivencia sólo será posible a través de los canales especializados, un poco como se está definiendo en las plataformas de pago, donde hay emisiones especialmente dedicadas a lo que las gentes de marketing (o mercadotecnia) llaman targets (o blancos, nichos de audiencia) concretos. Un ejemplo fácil de entender es el Canal Historia, dedicado en exclusiva a reportajes y documentales sobre distintas épocas históricas.

La segunda gran ventaja teórica de la TDT es la mejoría de la calidad tanto en imagen como en sonido. Se supone que al estar ambos codificados de manera digital, si se produce alguna distorsión en la señal, el receptor (el propio televisor) puede corregirla y ofrecer una calidad incomparable. Se supone..., porque todos los que tenemos una TDT también tenemos la experiencia de esas pantallas pixeladas, mucho más molestas e infinitamente más indescifrables que la "nieve" que de vez en cuando interfería las emisiones analógicas o, directamente, el llamado efecto abismo que consiste en que no se ve nada más que la pantalla en negro porque la señal no puede interpretarse. Otra experiencia curiosa es la de no poder captar todos los canales que se ofrecen. Según la zona en la que se resida y el tipo de antena que se tenga, se pueden ver unos u otros... Además, resulta que existen distintos estándares tecnológicos (en el mapamundi de arriba a la derecha los vemos representados en distintos colores) y no es lo mismo el ATSC que se emplea en EE.UU. (y por zona de influencia en Canadá, México, El Salvador o Corea del Sur) que el DVB-T de Europa (que también utilizan países tan variados como Australia, Suráfrica, Cuba o Turquía), el ISDB-T japonés que es el más empleado en Iberoamérica o el DTMB que usan en China.

En el caso español, y después de unos tímidos experimentos que comenzaron en 2000 con la desaparecida plataforma Quiero TV, el apagón analógico (es decir, la sustitución de la antigua forma de hacer las cosas por la digitalización) arrancó en Lugo y concretamente en el municipio de Fonsagrada (y me gustaría saber por qué, ya que resulta curioso que fuera una localidad de nombre tan característico la elegida para ello). El exterminio de las emisiones analógicas se extendió gradualmente por distintas regiones españolas y hace prácticamente dos días, o sea el  30 de marzo de 2010, se produjo el apagón definitivo en toda España, a excepción de varios municipios donde por diversas dificultades no se llevó a cabo hasta el 2 de abril.

Ahora bien, queda una tercera gran ventaja de la TDT (aunque ésta no ha sido muy divulgada) y es el control estricto del negocio que las autoridades poseen a partir de ahora y que ayuda a imponer lo políticamente correcto y el pensamiento único. Ahí quiero volver a la película de Carpenter porque en ella se mostraba que es relativamente fácil interferir en una señal analógica y emitir a través de ella. De hecho, en las grandes ciudades españolas han estado funcionando hasta hace dos días multitud de pequeñas emisoras "piratas" (alegales o alternativas, según la definición empleada por muchas de ellas) con un alcance generalmente limitado a determinados barrios y un tipo de programación social y crítica con el statu quo que incluía contenidos interesantes. Algunas llevaban ya una cierta experiencia acumulada tras años de emisión. La digitalización las ha barrido del panorama. A partir de ahora, quien quiera dedicarse al arte de manipular las conciencias públicas deberá ceñirse estrictamente a las normas y fichar en los controles correspondientes.


Yo de todas formas paso (y pasaba) más tiempo viendo DVDs y navegando por Internet que malgastándolo con la tele.

  

lunes, 25 de octubre de 2010

Mac Namara y Ben Laden

El verano pasó mucho más rápido de lo que tenía previsto (aún más rápido) y a la vuelta me encontré con que la “labor” de mi gato conspiranoico, Arannan Fergus Mac Namara, no había sido tan diligente como había esperado a la hora de mantener este blog (o bitácora, que es una palabra más sonora, contundente y española). La verdad es que tres comentarios, tres (y qué comentarios: apenas unas citas de algunos viejos conocidos…), a lo largo del mismo número de meses me parece una gestión un tanto pobre, por llamarlo de alguna manera. Yo tampoco sé muy bien lo que esperaba, teniendo en cuenta que mi mascota es un gato y ya se sabe que los felinos, como la mayoría de los seres inteligentes, poseen tendencia a trabajar lo imprescindiblemente necesario… En fin, tal vez por escurrir el bulto, o por una crisis de culpabilidad o, simplemente, porque le apetecía irse por ahí, Mac Namara se despidió a la francesa en cuanto regresé y hasta ayer no había vuelto a dar señales de vida.

Por supuesto cuando regresó me lo encontré en la cocina de mi apartamento del campus de la Universidad de Dios, dedicado a su segunda actividad favorita después de la de echarse a dormir (en un radiador calentito, si es posible) cuan largo es. Su segunda actividad favorita es, huelga decirlo, la de comer. O, mejor dicho en este caso, la de devorar unas Brarwurst que yo estaba reservando para hacer vuelta y vuelta en la barbacoa que dioses y héroes organizamos tradicionalmente en Walhalla con motivo de la fiesta del Samhain, que está ya a la vuelta de la esquina.

Quise poner el grito en el cielo pero me detuvo con su frase favorita para desviar la atención:

- No sabes de lo que me he enterado…

Y, como en ocasiones anteriores, consiguió el efecto buscado: sublimando mi enfado lo transformó alquímicamente en duda. Le conozco desde hace demasiado tiempo como para no sentir el profundo pinchazo de la curiosidad cuando suelta esas palabras, ya que Mac Namara posee contactos más que interesantes en los bajos fondos del mundillo conspiranoico y las informaciones y previsiones que maneja gracias a ello suelen revelarse ciertas con el paso del tiempo. Así que me di por vencido sin oponer demasiada resistencia y me senté en el taburete de la cocina con los oídos dispuestos a enterarme de la última.

-         Ya puede ser interesante –le advertí.

-   ¿Te acuerdas de Osama Ben Laden? -me planteó sin hacer caso- Sí, claro… ¿Quién no tiene en mente al enemigo público número 1 del mundo libre y blablabla, a pesar de que actúe como un auténtico fantasma "ahora aparezco, ahora no"? Bueno, pues ha vuelto a aparecer pero en esta ocasión no como el espantajo con que habitualmente nos asustan las autoridades mundiales cada vez que lo necesitan, sino en calidad de filtración interesante...

Mac Namara hizo una pausa para ver como recibía su noticia pero, al dedicarle mi mejor "cara de póker", decidió seguir sin darme oportunidad a otra cosa que escucharle:

- Ha sido un alto mando de la OTAN quien se ha ido de la lengua ante un periodista de la CNN, aunque no han revelado su nombre para que no le corten el cuello políticamente. Según este "Garganta Profunda", Ben Laden vive tranquilamente en una casa "cómoda y confortable" en el noroeste de Pakistán: entre la zona montañosa de Chitral junto a la frontera con China y el valle de Kurram, fronterizo con Afganistán, con la región donde se encuentran las famosas cuevas de Tora Bora. ¿Recuerdas cuándo oficialmente se dijo en 2001 que se había refugiado de la presión y los bombardeos de las tropas de la Alianza Atlántica en esas cuevas? Se contaba entonces que vivía de forma espartana, en plan troglodita, casi a pan y agua rodeado de sus fanáticos muyahidines... Pues naranjas de la China. Está tan feliz y campante en la susodicha casa. Y su vecino es ni más ni menos que el conocido como número 2 de Al Qaeda: Ayman al Zawahiri, que vive en su propio domicilio. Lo más grande es que según este político, ambos cuentan con la protección no sólo de las gentes del lugar sino "de ciertos miembros del ISI, los servicios secretos de Pakistán". 

- Y si es así, ¿por qué no van a por él? -pregunté, dudando.

- En primer lugar porque la fuente secreta de la OTAN no ha especificado el sitio exacto. El área señalada por este tipo abarca centenares de kilómetros cuadrados. En segundo lugar, porque peinar el área sería muy costoso en hombres y material, no ya para desplegarlos sino porque tendrían que combatir contra los protectores de Ben Laden y Zawahiri. Ten en cuenta que en las áreas con presencia de la coalición internacional en la región que separa Afganistán de Pakistán se calcula que existen entre medio millón y un millón de posibles milicianos "desafectos" (léase, posibles combatientes anti-Otan) de entre 15 y 25 años... Y en tercer lugar, por la presencia de los pakistaníes. Eso debería indicarte algo, teniendo en cuenta que los servicios secretos de este país han trabajado desde hace años codo con codo con los servicios secretos norteamericanos...

- Por ejemplo..., ¿que esos servicios secretos norteamericanos sí saben dónde está Ben Laden y que los pakistaníes están vigilándolo/protegiéndolo para ellos mientras en público se asegura que el tipo está en paradero desconocido?

- Lo has dicho tú..., pero nadie ignora que Ben Laden y la misma organización de Al Qaeda que, como sabes, significa La Base, fue un producto de los propios servicios secretos norteamericanos. Un grupo creado por ellos inicialmente para combatir contra la invasión soviética de los años ochenta del siglo pasado. Y según ciertos informes que corren entre la gente que tiene alguna idea de lo que ocurre por allí, Ben Laden no sólo es diabético (y necesita un tratamiento diario) sino que se encontraba en cierto hospital egipcio el día de los tristemente famosos atentados del 11-S...

- ¿Puedes demostrar eso? -pregunté alarmado.

- ¿Quién puede demostrar nada? -sonrió mi gato antes de darse la vuelta, satisfecho por haberme inquietado como solía y, tras haberse comido todas las sardinas, enfiló hacia la puerta; antes de salir, se volvió y añadió:- Por cierto, la misma misteriosa fuente de la OTAN añadió que el ejército estadounidense podría mantener la guerra en la zona indefinidamente. Pero ¿realmente el conflicto allí merece la pena como para mantener "indefinidamente" tantas tropas, con lo que cuestan en dinero, prestigio y sobre todo en vidas humanas? ¿Por qué están realmente allí, ya que no buscando a Ben Laden? ¿A quién combaten realmente?

Dicho lo cual, hizo una de sus salidas estrella y me dejó sentado en el taburete de la cocina, pensando.

 Lo único cierto y verdadero es que ahora tendré que comprar unos nuevos paquetes de Bratwurst para reponer los que se comió (y esconderlos para que no se los coma otra vez antes del Samhain).

viernes, 22 de octubre de 2010

El exilio de Hitler, de Abel Basti

Uno de los libros más sugerentes que he leído este verano se titula El exilio de Hitler (Destino Patagonia) y está firmado por el periodista argentino Abel Basti, de conocida trayectoria en su país (donde ha escrito en diversos medios, desde el diario Clarín hasta la agencia de noticias DyN -Diarios y Noticias- o su actual puesto en el Periódico del Sur). En realidad, éste es el más inflado y menos interesante de los que componen la trilogía que el autor ha publicado hasta el momento (Bariloche nazi apareció en 2004 y ya va por la quinta edición, mientras que Hitler en Argentina se publicó en 2006 y ha alcanzado ya la tercera) pero también es el primero que cruza el charco y llega al mercado español. Y ojalá tenga éxito y se venda bien porque ello permitiría que llegaran aquí también sus otras dos obras que, paradójicamente, son continuación de la última que ha escrito por el momento.

La tesis central de Basti no es en absoluto original, pero tiene el mérito de plantear con argumentos contundentes y alguna que otra prueba inédita, además de un estilo ameno y divulgativo, lo que cualquier estudioso serio de la Segunda Guerra Mundial puede deducir por sí mismo a poco que investigue mínimamente con las abundantes fuentes disponibles el hecho más relevante de lo que ocurrió durante la caída de Berlín en la primavera de 1945... Y ese hecho es que, en contra de la versión generalmente aceptada, Adolf Hitler no murió por suicidio en la cancillería del Reich sino que escapó hacia un destino desconocido. Cuál haya sido ese destino y qué le ocurrió en él varía muy mucho según las distintas hipótesis de aquellos intérpretes de lo acontecido que se han atrevido a publicar una versión diferente a la que desde entonces defiende la Historia oficial (ya sabemos lo mentirosa que suele ser la Historia oficial...). En el caso del libro de este periodista argentino, se suma a las filas de cuantos apuestan porque escapó hacia América del Sur, donde halló refugio y vivió tranquilamente hasta el final de sus días bajo la protección de alguno de los regímenes autoritarios de la zona, cuyos dirigentes todos habían sido grandes admiradores del Tercer Reich.

El exilio de Hitler se divide en dos partes de siete capítulos cada una. En la primera se explica punto por punto la versión oficial de los últimos días de la Alemania nazi aceptada como tal por los Aliados desde hace decenios. Una versión que ha sido principalmente popularizada (y casi siempre deformada) por el cine y la televisión abusando de los arquetipos y la versión subjetiva que todos conocemos. Tal vez la película que más fielmente ha reproducido esta versión es justo de origen alemán: se estrenó en 2005 con el título de Der Untergang (en español, El Hundimiento, aunque en algunos países americanos tradujeron el título como La Caída). Dirigida por Oliver Hirschbiegel a partir del libro homónimo de Joachin Fest y las memorias autobiográficas firmadas por Traudl Junge y Melisa Müller, cuenta con el mejor Hitler cinematográfico de la historia: el actor suizo Bruno Ganz. Sólo por ver su encarnación del Führer (arriba a la derecha) merece la pena ver el largometraje.

Sin embargo, la parte interesante del libro es la segunda, donde desmonta muchos de los detalles aceptados formalmente por todo el mundo y reflejados en la primera parte. Citaré sólo dos de los argumentos más interesantes. El primero es un hecho asombroso: la versión oficial sobre el destino de Hitler se basa en numerosos libros y películas confeccionados todos ellos a partir de la copia y repetición de un único informe, el que el mayor Hugh Trevor Roper elaboró deprisa y corriendo nada más terminar la guerra para las autoridades angloamericanas (y que posteriormente publicaría con más detalle en el mercado literario) titulado Los últimos días de Hitler, un clásico de la materia. Ahora bien, este texto está basado en deducciones del propio Trevor Roper y no en pruebas tangibles. Durante su investigación que duró unas pocas semanas en el Berlín destrozado de la postguerra, el militar no pudo encontrar ninguna prueba de la muerte de Hitler o Eva Braun, ni de ninguno de sus principales lugartenientes. Ni siquiera pudo investigar a fondo el bunker, que por entonces estaba inundado, lleno de escombros y prácticamente inaccesible. Sus étereas conclusiones se basan en las confusas respuestas que pudo sonsacar a los pocos militares alemanes de baja graduación a los que consiguió entrevistar en las prisiones anglonorteamericanas pues no pudo hacer lo mismo con aquéllos que estaban en poder de los soviéticos.
 
De hecho, jamás se encontró el cadáver de Hitler. El año pasado se desveló gracias al ADN que el famoso fragmento de su presunta calavera que se encuentra guardada bajo siete llaves en poder de los militares rusos ¡en realidad pertenecía a una mujer desconocida de treinta y tantos años! Hoy esto se ha olvidado pero Basti nos recuerda que los propios militares soviéticos siguieron diciendo durante mucho tiempo, incluso en ruedas de prensa con periodistas internacionales, que el líder nazi había huído. Stalin mismo decía a quien quisiera oírle, por ejemplo al presidente Truman en la cumbre de Postdam, que se le había escapado "entre los dedos, seguramente hacia España o Argentina"

El segundo argumento hace referencia a un documento nazi del servicio de seguridad personal de Hitler, una comunicación oficial  secreta, que publica el libro y en el que se detalla el viaje de un avión desde el aeropuerto austríaco de Hörching (adonde habría conseguido escapar desde Berlín en el último momento) a Barcelona el 26 de abril de 1945. El documento se titula Viaje especial del Führer a Barcelona y detalla la lista de pasajeros que le acompañarían: el doctor Goebbels y su familia (aunque los nombres aparecen tachados..., porque sabemos que al final ellos sí se quedaron en Berlín, donde todos murieron), Eva Braun y algunos altos oficiales nazis como el SS Gruppenführer Müller, jefe de la Gestapo, e incluso Frau Manzialy, la cocinera personal de Hitler desde 1937. La idea es que una vez en territorio amigo (pues aunque Franco se había ido desligando oficialmente en los últimos meses de la guerra del régimen nazi en secreto seguía manteniendo relaciones intensas) pudo trasladarse por España con relativa seguridad y embarcarse probablemente en las costas gallegas en un submarino rumbo a Argentina.
Y para la reflexión, queda esta foto de la izquierda. Está tomada el 21 de abril de 1945 en el bunker de Berlín, pocos días antes del presunto suicidio, y en ella aparece junto al Generalfeldmarschall Schorner. Es la última imagen oficial que existe de él. Resulta interesante fijarse en el aspecto de Hitler: no parece el líder envejecido, encorvado, titubeante, tembloroso y definitivamente acabado que normalmente se nos presenta en la versión oficial. El día anterior, el comandante naval Luedde-Neurath dejó escrito en su diario personal que durante la conferencia militar del 20 de abril "los discursos y los ojos de Hitler eran expresivos como siempre. Su elasticiad espiritual aparecía preservada, él no estaba enfermo".

La conclusión de Basti es que todo fue una farsa en la que participó al menos uno de los dobles conocidos del líder del nacionalsocialismo (opino igual) y en la que colaboró activamente (discutible...; personalmente no la comparto pero es la idea del autor) la cúpula gobernante de los propios EE.UU. donde Hitler tenía simpatizantes del calibre de Henry Ford, Joseph Kennedy o la familia Harriman. Todos ellos contarían con la idea de poder tal vez recuperarle en el conflicto que los analistas de la época ya auguraban sucedería a la Segunda Guerra Mundial: la Guerra Fría entre el Capitalismo y el Comunismo. Conocemos alguna frase premonitoria del propio Hitler en ese sentido, como la que emplea el periodista e investigador argentino al comienzo del libro cuando, en los últimos días en el bunker, dijo textualmente: "mientras yo viva no habrá conflicto entre Rusia, América e Inglaterra..., porque están unidos para destruirme. Sin embargo, si yo estoy muerto, no permanecerán juntos, debe venir el conflicto. Y cuando éste llegue, yo debo estar vivo para guiar a los alemanes, para que se levanten de la derrota y lleguen a la victoria final. Alemania sólo puede pensar en la victoria si primero la gente piensa que yo estoy muerto".

Éstos y otros enigmas sobre la Segunda Guerra Mundial, como por ejemplo la posible descendencia del propio Hitler y Eva Braun (es una de las leyendas más peculiares de la época: se dice que tuvieron dos hijos, niño y niña, que fueron enviados a España donde se criaron protegidos por sendas familias de nuestro país), son los que merece la pena estudiar e investigar, en lugar de perder el tiempo en debates estúpidos como el generado estas últimas semanas en Berlín por culpa de las piezas expuestas (uniformes, bustos, propaganda nazi...) en una simple exposición titulada Hitler y los alemanes. Nación y crimen, cuyo único mérito es el hecho de haber sido organizada en territorio alemán, porque la acomplejada casta política germana contemporánea tiene prohibido hablar de su pasado y obedece bovinamente a quienes le mandan.