Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 28 de abril de 2017

Noticias falsas

Alguien me comentó el otro día que no podía quejarme porque "con la cantidad de cosas que están pasando ahora mismo en el mundo, tienes material para escribir diez blogs". La verdad es que si uno echa un vistazo a los medios de comunicación y se deja estremecer por el menú de sucesos, hay temas de análisis para dar y tomar: desde el jueguecito de "pa-chulo-yo-que-la-tengo-más-grande-que-tú (la bomba)" que mantienen el "pelucas" de Donald Trump y el "duro" Kim Jong Un, hasta los terrorismos varios y especialmente los atribuidos a radicales musulmanes que periódicamente culminan sus sangrientas ofrendas al depravado Moloch, pasando por la lenta destrucción de Europa impulsada entre otros destacados dirigentes por Angela Dorothea Kasner (más conocida para el mundo como Angela Merkel gracias al apellido de su primer marido) o los sucesivos empujones hacia la definitiva catástrofe de Venezuela por parte del desnortado Nicolás Maduro, sólo por citar algunos de carácter internacional. Para qué meternos en el fango nacional, con la corrupción como deporte favorito de todas las formaciones políticas, aunque el Partido Popular encabece el medallero merced a su mayor presencia en puestos de poder... Sin embargo, la verdad es que cuando puse en marcha esta aventura no lo hice pensando en analizar ninguna información de actualidad. De hecho, a veces me parece que no soy demasiado bueno en esa tarea (aunque sí dispongo de buenos asesores, entre los que destaca en primerísimo lugar mi querido gato conspiranoico Mac Namara).

En realidad, uno de los principales objetivos de esta bitácora fue desde el primer momento el de encontrar publicación para distintos asuntos que me interesaban particularmente y que, tal y como anda el mundo, resultaba difícil publicar en otro lugar (no imposible, pero sí difícil y, con todos los frentes que tengo en marcha desde hace años, me resultaba inabarcable -y tonta- la tarea de perder tiempo dedicándome a buscar algún sitio donde hacerlo, pudiendo dirigirme directamente al público a través de Internet..., aunque hasta ahora no haya cobrado ni un duro por los más de 700 artículos aparecidos en este espacio). Básicamente, poder escribir de todo, según mis apetencias de un momento para otro... Hay que tener en cuenta que Fácil para nosotros es complicado de mostrar en diez minutos para los no iniciados. Ponte a explicarle a un recién llegado todo lo de la Universidad de Dios, mis reencarnaciones y mis viajes desde esta aparente realidad a la de verdad, donde están Walhalla y muchas otras cosas de las que no puedo hablar aquí. Y, luego, alguien que me conociera por mis libros y llegara al blog para leer sobre ellos o para echar un vistazo a los microrrelatos, de repente se escandaliza al encontrarse con las conspiranoias de Mac Namara (sigo sin comprender por qué tantos aficionados de la literatura fantástica odian, literalmente, todo lo que huela a conspiración, esoterismo o "más allás"). No olvidemos a los que venían buscando historias de periodistas y se desencuadernan al leer acerca de versiones alternativas de la Historia o de la Salud... 

Todo eso y algo más forma parte de este sitio, como saben mis lectores más veteranos, que tienen el gran mérito de no haberme mandado a paseo hace tiempo porque -albergo la esperanza- han comprendido que la esencia de Fácil para nosotros es la Libertad (siempre indisociablemente ligada a la Responsabilidad). Ésta es una de mis palabras favoritas de esta vida y de las anteriores: creo que me ha acompañado siempre. La he escrito con mayúscula porque quiero diferenciarla del concepto minimizado con el que se maneja en la actualidad en tantos foros. Bueno, cuando se maneja, porque cada vez hay más prohibiciones más o menos solapadas por todas partes y se puede hablar de menos cosas y con mayores restricciones.

En ese sentido, me hace mucha gracia el actual debate acerca de la "postverdad" y las "fake news" impulsado últimamente por los grandes medios de comunicación tradicionales, que se ven amenazados por pequeños pero activos grupos de informadores alternativos, como si ellos mismos no hubieran incurrido en engaños a la población una y otra vez. De hecho, la historia del Periodismo, en buena medida, es la de la Publicidad: está pasando esto, pero nosotros te contamos esto otro, que nos interesa más. Nos lo han explicado muchas veces maestros como George Orwell ("Muy pronto en la vida me di cuenta de que un acontecimiento nunca es relatado correctamente en la Prensa"), Oscar Wilde ("La diferencia entre Literatura y Periodismo es que la primera no la lee nadie y el segundo es ilegible"), Marshall McLuhan ("El contenido de un medio de comunicación puede compararse a un sabroso filete que el ladrón ofrece al perro guardián del espíritu para adormecer su atención") o Manu Leguineche ("Los buenos momentos del Periodismo tienen siempre algo que ver con esta regla tan cínica y cruel que define el valor de la noticia: 'más vale un perro muerto en la Gran Vía que cinco mil indios muertos en una inundación'").

 Las histéricas peticiones de control sobre lo que se publica, también a través de Internet, no son más que la aplicación moderna (con un barniz supuestamente democrático y paternalista ilustrado del tipo "protejamos-a-los-ciudadanos-de-cosas-e-ideas-malas") de aquella pregunta que se hacía Lenin, uno de los principales responsables del régimen más criminal de la historia de regímenes criminales del siglo XX: el comunismo soviético. Se planteaba el congestionado Vladimir (ahora que lo pienso, se llamaba de manera similar a Vlad Tepes, el Empalador): "¿Para qué autorizar la libertad de prensa? ¿Por qué el gobierno debe permitir que le critiquen cuando hace lo que cree que debe hacer?" Luego, mandaría cerrar todos los medios de comunicación que no comieran de su mano y, si era preciso, pegarle un tiro a los periodistas díscolos. Después de Lenin, muchos hicieron igual que éldespués de Lenin (incluso muchos, en apariencia, demócratas), aunque en los últimos decenios no hizo falta llegar a esos extremos: bastaba con comprar el medio y cambiar la "línea editorial" para que se publicara sólo lo que interesaba publicar. En última instancia, lo más sencillo era montarle un escándalo al periodista que no se dejara manejar (para quitarle credibilidad e importancia a lo que pudiera contar) o simplemente despedirle.

Entonces llegó Internet y lo cambió todo. Para bien y para mal. Desde el punto de vista informativo, lo bueno es que facilitó la publicación de un interesante conjunto de noticias que jamás habrían llegado al dominio público de otro modo. Lo malo es que incrementó de tal manera ese volumen disponible noticias que éstas terminan por aplastar a la mayoría de la gente que trata de orientarse entre la maleza. También hizo necesario, más que nunca, la labor del periodista -que, básicamente, es un ente especializado en escarbar, seleccionar, ordenar y mostrar información- pero a estas alturas un porcentaje preocupantemente alto de colegas han sido modelados y condicionados de tal forma por el entorno socioeconómico y político de estos comienzos del siglo XXI que han perdido parte de las capacidades que se les presupone. Han sido capados por ese velo siniestro y sutil que se llama autocensura, cuando no están directamente al servicio de los poderosos (ojo, que nadie cometa el error de identificar a los "poderosos" con los que gobiernan).

Así que, con la excusa de "vamos a impedir dar publicidad a los radicales", las grandes empresas que monopolizan la distribución de información a nivel mundial han puesto o van a poner en marcha todo tipo de controles para reforzar las normas vigentes en la actualidad para decidir sobre qué se puede hablar y sobre qué no. Y, en el caso de aquello que se puede contar, cómo hay que hacerlo. Es curioso, porque la gente que está tan preocupada sobre la distribución de noticias falsas, sobre todo en Internet, suele ser la misma gente a la que le da igual, por poner un par de ejemplos, la actual "barra libre" de webs de pornografía (con todo lo que tiene de degradante, en especial para las mujeres) o en las de apuestas (todos los ingenuos que piensan que "una pequeña apuesta de vez en cuando no hace daño a nadie" sin considerar que muchos de los que empiezan así terminarán cayendo en la ludopatía -y la ruina personal que conlleva- son los mismos que seguramente piensan que "un porrito de vez en cuando no hace daño" sin considerar que es el paso previo al consumo de drogas más duras -y sin contar los propios efectos sobre la salud mental de la marihuana, explicados por varios estudios en los últimos años-). 

Es esa contradictio a terminis tan asombrosa pero tan corriente en nuestra desquiciada sociedad moderna donde una cadena de televisión ha tenido recientemente la desfachatez de presentarse como defensora de chavales acosados en el colegio con un programa presentado por un tipo muy popular, cuando desde hace años la misma cadena mantiene en su programación en horario infantil uno de los programas más vergonzosos de la telebasura contemporánea en el que hombres y mujeres son reducidos al papel de meros esclavos sexuales.

Veamos un ejemplo sobre cosas que suceden en el mundo y de las que nadie nos habla, o nos habla a medias. A menudo encontramos en los medios occidentales tristes historias de personas marginadas, empobrecidas y violentadas por ser de raza negra o provenir de países "pobres"..., mientras que sistemáticamente se ocultan los casos de personas a las que les sucede igual, con la única diferencia de que son de raza blanca o provienen de países "ricos". Algunos casos recientes:

* Todos los medios de comunicación publicaron la dramática imagen del niño sirio Aylan, ahogado en una playa de Turquía, pero ¿cuántos publicaron la de la niña francesa no identificada cubierta con una manta térmica al lado de su muñeca, asesinada en el atentado de Niza? Si a alguno de los lectores de este artículo no le suena la segunda foto, ésta es la mejor prueba de lo que estoy diciendo. Por cierto, me niego a publicar aquí ninguna de las dos para dar morbo: al que le interese, que utilice San Google para buscarlas.

* Hemos visto casos de policías blancos matando a personas negras en EE.UU. pero ¿quién habla de los casos de policías negros matando a personas blancas (o de policías negros matando a personas negras)? El año pasado vimos en todos los informativos de televisión el video en el que dos policías blancos mataban a una persona negra, Alton Sterling, tras un altercado en Baton Rouge, Luisiana, al sur de EE.UU. pero ¿cuántos de los presentes en la sala ha visto el video en el que dos policías negros, también el año pasado, matan a tiros a un niño autista blanco de seis años llamado Jeremy Mardis, en Marksville, también Luisiana, en una persecución policial?

* Los movimientos civiles de derechos impulsados desde EE.UU. han incidido a menudo en el "orgullo afroamericano" que ha ensalzado la figura de personajes como Martin Luther King o movimientos como el Black Power, llegado a veces a extremos tan ridículos como afirmar (a día de hoy sucede en algunos centros educativos norteamericanos) cosas como que Aníbal el cartaginés era de raza negra porque el imperio de Cartago se extendía en el norte de África. Algo que no merece ni un comentario... Pero está bien que las personas negras estén orgullosas de serlo. De hecho, nadie les recrimina por ello ni les llama racistas y xenófobos. Sin embargo, si alguna persona blanca muestra una actitud similar, ya sabe lo que le espera... Véase lo que ha sucedido, sin ir más lejos, con una de las últimas campañas publicitarias de la marca Nivea, cuyo título era White is purity (El blanco es pureza) relacionando el color de su crema con la pureza y el brillo de la piel humana para la que estaba destinada. Una asociación perfectamente lógica para el producto y en la que difícilmente podría verse una intención maligna pero..., políticamente incorrecta según todos los creadores de opinión que se echaron encima de la marca y le obligaron a retirar la campaña.

* Citemos otro país: Suráfrica. ¿Quién no ha oído hablar del apartheid, el régimen racista que separaba entre blancos y negros y privilegiaba la presencia de los primeros violentando a los segundos? Seguramente todos tenemos una idea sobre ello aunque, a tenor de lo que suele opinar el personal, sea insuficiente. Por ejemplo, pocas personas saben que Suráfrica fue una creación  exclusiva de los bóers, colonos blancos de origen centroeuropeo que, cuando llegaron a la zona, sólo encontraron tierras deshabitadas a excepción de algunos grupos reducidos de bosquimanos, a los que dejaron en paz. Fueron los bóers y sus descendientes (africanos blancos) los que labraron las tierras, construyeron ciudades, desarrollaron el país y lo convirtieron en un polo de atracción para africanos negros (bantúes, zulúes, xhosa y otros) que llegaron más tarde y mantuvieron largas guerras contra los bóers para arrebatarles las tierras. Fueron éstos quienes ganaron..., hasta que se se metió por medio el Imperio Británico. Es una larga pero muy interesante historia que en otro momento se puede contar. Pero he aquí el dato que quería aportar ahora: recientes estimaciones afirman que, desde el final del apartheid en 1994 hasta el día de hoy, varias decenas de miles de bóers han sido atacados por el simple hecho de ser blancos y 3.000 han sido asesinados (se les considera el grupo humano con mayor porcentaje de asesinatos: 310 por cada 100.000, lo que se puede comparar con 3 de cada 100.000 en una gran capital como Londres). La situación es tan terrible que unos 850.00 surafricanos blancos han emigrado (eufemismo para huido), la mayoría hacia Australia o el Reino Unido. Nelson Mandela, del que siempre se nos ofrece una imagen beatífica a pesar de su terrorífico -y, en Occidente, generalmente desconocido- curriculum personal, fue uno de los promotores de todo esto.

Con estos apuntes no se trata de criminalizar a nadie (y si alguien así lo ha pensado, que revise su mente, ya que ha sido ya infectada con el politicocorrectismo que paraliza la mente racional) sino de recordar lo obvio, lo que todos los días se nos olvida: gente buena y gente mala la hay en todas partes, de todos los sexos, con todos los colores, de cualquier edad. Y es nuestro deber personal e inalienable tener eso siempre presente a la hora de recibir las noticias que nos trasladan los medios y pensar, analizar y razonar esa información antes de tragárnosla sin más. De hecho, más que una obligación, esta actitud es cada vez más una necesidad, si queremos sobrevivir en estos tiempos de la decadencia.

Pero quizá es mejor que sigamos hablando de esto otro día, porque si profundizo demasiado de una sola vez, alguien terminará encerrándome en el baúl de los "radicales", si es que no me han metido ya y todavía no me he enterado, que todo es posible...





viernes, 21 de abril de 2017

Universos paralelos

El sol se pone lentamente sobre el mar, con su halo melancólico de siempre, y la visión del crepúsculo me avasalla, más metafórica que nunca. Me quedo aún más hundido de lo que estaba, sentado en el sofá de mimbre de la terraza, sin tocar siquiera el gintonic. Me lo he preparado meticulosamente hace por lo menos quince minutos y lo he dejado en la mesita baja de cristal. Pensaba degustarlo mientras reflexionaba y trataba de ordenar mis pensamientos, pero ni siquiera lo he tocado. A estas alturas seguro que se ha recalentado y ya ni siquiera me apetece. No me apetece nada...
Pienso en lo difícil que hacemos las cosas fáciles. O acaso no sean tan fáciles como creemos y es justamente por eso por lo que fracasamos. Es posible..., no, ahora estoy seguro, estoy seguro de que sólo hay una manera de actuar correctamente. Sólo una. Entre las millones de posibilidades que tenemos todos los días para vivir nuestra vida, sólo una es la buena. Y por eso es tan difícil tener éxito. Uno tiene cierto instinto y puede ir avanzando por el campo de pruebas, recorriendo esta gymkana gigante en la que vivimos, superando un desafío tras otro, pero habría que ser un verdadero superdotado para  triunfar en todos ellos. Se te puede dar bien arrastrarte por el barro debajo de alambradas mientras te tirotean a centímetros de la cabeza, por ejemplo, y luego ser una completa nulidad para trepar cuerda. No poder subirla ni con ayuda de una escalera.

A mí se me da bien el trabajo. Siempre he tenido buenos trabajos. Soy un científico serio, un tío eficiente. Me ha ido muy bien en la universidad -eso me dio prestigio- y también en los laboratorios -eso me dio dinero-, así que en lo material no me puedo quejar. Vivo estupendamente. Pero soy incapaz de mantener una vida sentimental en condiciones. Cuando me casé con Cristina hace cinco años pensé que había superado por fin esa prueba, también. Pero hace seis meses apareció Ángela en mi trabajo. No sé qué sucedió. Aún ahora, a estas alturas, no tengo ni idea de por qué me eché en brazos de Ángela, cuando no he dejado de querer a Cristina -incluso hablábamos de quedarnos embarazados en breve-. Desde el punto de vista lógico, no tiene sentido ninguno. No se puede querer a dos mujeres a la vez. A no ser que seas mormón o musulmán, supongo, y que además tengas dinero para mantenerlas a ambas con holgura. Y que ellas estén culturalmente preparadas para compartir al mismo hombre. Ninguna de esas condiciones se cumple en mi caso.

Ha sido todo muy complicado. Estaba con Cristina en casa y me consumía el deseo por Ángela. Me veía en secreto con Ángela y mientras gemía en mis brazos no hacía más que pensar en Cristina. Horrible. Hasta que sucedió lo que tenía que suceder, cuando mi mujer supo lo que estaba pasando y me mandó a paseo. Me merecía el numerito que me montó. Menuda bronca. Creo que nadie nunca me había hablado con tanta dureza. Pero tras el sofoco inicial, detrás de la vergüenza de haber sido pillado con las manos en la masa, comprobé con gran asombro que no sentía nada, no tenía ningún sentimiento que pudiera considerarse verdaderamente serio. Como el niño que aguanta el chaparrón cuando su madre descubre que ha sido él quien se ha comido los chocolates a hurtadillas y sólo espera que ella se desahogue y luego le perdone, sin más. A mí Cristina no me ha perdonado, claro: me ha echado de casa. Y me he tenido que venir al apartamento de la playa, a pensar en nosotros... O, mejor dicho, a pensar en mí porque creo que el "nosotros" ya pertenece al pasado.

Peor ha sido lo de Ángela. Pensé: "bueno, aún me queda una bala en la recámara, ya no tengo que decidir nada: me voy con ella". Pero resulta que me presenté en su casa, antes de venir al apartamento, y me la he encontrado con otro. "Hijo, qué quieres... Tú no estabas dispuesto a dejar a Cristina y yo me canso de ser sólo una buena amante. Quiero a alguien que esté a mi lado siempre, no sólo para calentarme la cama". Y me ha cerrado la puerta en las narices. Ha sido preocupante constatar que no me ha afectado más que la bronca de mi mujer. Y me he quedado vacío, sin saber qué hacer.

Ojalá pudiera empezar de nuevo. Tomar otras decisiones. No actuar como lo hice sino de otra forma. Tratar de superar la prueba de la gymkana de otra manera. Por supuesto, no es posible. 

Aunque según José Manuel tal vez lo fuera. En la cafetería, durante la pausa en el trabajo para nuestro pincho de tortilla diario, mi compañero me hablaba justo hace unos días sobre el tema de los universos paralelos. Esas supuestas realidades que coexisten una al lado de la otra y que tantas veces se han utilizado en la Ciencia Ficción pero que nadie cree que existan de verdad. O nadie lo creía. Ahora resulta que hay cada vez más especialistas que plantean la posibilidad de que sí haya múltiples universos paralelos, un número indefinido de ellos, formando un gigantesco multiverso. José Manuel me hablaba de física cuántica -ahora la usan para todo-, de la pesadez del gato de Schrödinger, de la teoría de cuerdas, de la teoría del todo y no sé de cuántas teorías más.

"No sólo existen, sino que se condicionan entre ellos", insistía José Manuel ante mi incredulidad. "Hace poco, unos investigadores de California y otros australianos coincidían en esa premisa: que cada universo paralelo interactúa con los otros y se retroalimentan de alguna forma, condicionan su desarrollo unos a otros a través de una sutilísima fuerza de repulsión. Es decir, en un universo existimos nosotros y en otro no, y en otro existes tú pero yo no, y en otro existo yo pero tú no, y en otro tú eres mujer, y en otro no se ha inventado la televisión todavía, y en otro los marcianos nos han conquistado, y en otro tenemos dos lunas en lugar de una, y en otro... Las posibilidades son infinitas. Eso explicaría entre otras cosas un montón de resultados extraños que se han encontrado en la mecánica cuántica y que violan la ley de causa y efecto a escala macroscópica", argumentaba mientras yo trataba de calcular el porcentaje de huevina de mi pincho. "Esto es fabuloso, ¿no te das cuenta? Estamos ante las puertas de algo novísimo, algo que puede estar más allá, no ya de la teoría newtoniana, que ha sido más que superada en los últimos años gracias a la teoría cuántica, sino incluso más allá de la cuántica..."

Yo no entendía cómo era posible que coexistieran distintos universos uno junto al otro -sigo sin entenderlo- y además, como le argumenté con total seriedad: "Eso es un fenómeno claramente antieconómico..., podría creer en universos muy diferentes unos de otros que pudieran evolucionar al mismo tiempo pero ¿qué sentido tiene tantos universos diferentes sólo en pequeños detalles?"

Mientras decía esto, pensaba en un universo paralelo en el que Ángela sería mi esposa y Cristina mi amante. Hubiera terminado igual, supongo... Me complacía más pensar en otro universo paralelo en el que ambas serían mis esposas y, además, pudiera haber una tercera mujer. O más. José Manuel me sacó de mis divagaciones: "Pero hombre, ¿qué importancia tiene si hay mil millones o cincuenta mil millones de universos? No creo que la vida se rija por parámetros económicos: eso es un invento humano para distribuir los recursos limitados de este planeta pero en la escala que estamos manejando puede haber infinitos universos. Incluso aunque la teoría del Big Bang fuera cierta, algo que está por demostrar, este universo podría tener un principio y por tanto un final pero otros universos podrían ser eternos. Estamos hablando de algo a una escala inimaginable para nuestra cabeza..."

Me mareaba. José Manuel me mareaba y no sabía cómo quitármelo de encima. Por suerte apareció Raúl y se puso a hablar del fútbol. De la Liga de Campeones. Otra vez la semifinal Real Madrid-Atlético de Madrid. Hubiera preferido que fuera la final, claro. No duramos mucho tiempo hablando del tema. El fútbol también me aburre. Terminamos enseguida y volvimos al trabajo.

Si existiera de verdad un multiverso, me encantaría disponer de una máquina como las de las películas fantásticas, de ésas para viajar en el tiempo, pero para moverme entre los distintos universos. Para largarme de éste y llegar a otro donde existieran Cristina o Ángela o ambas pero yo no, y poder tener así la oportunidad de volver a empezar. Hacerlo de otra forma. No sé cómo, pero sin volver a destrozar mi vida y la de otras personas de forma gratuita.

Pero no existen los universos paralelos y yo estoy aquí, hundido en el sofá de mimbre... 

Contemplando cómo el Sol rojo se hunde en el mar una tarde más, mientras el Sol amarillo sigue su mismo camino, unos pocos grados a la izquierda, y también se ocultará tras el horizonte en unos veinte minutos más. Tendría gracia que existiera un universo paralelo igual que éste, en el que la única diferencia fuera que en lugar de dos Soles sólo hubiera uno. Así anochecería antes.










  

viernes, 14 de abril de 2017

Descripción de un argonauta

Lo divertido de haber vivido distintas reencarnaciones es encontrarte de vez en cuando con gentes que ya conoces de épocas pasadas, da igual que te hayas llevado bien o mal con ellos, que hayan sido amigos o enemigos..., pero que los otros no te reconozcan y tú sí a ellos. Se pone en marcha así un juego desconcertante ("yo te conozco de algo, pero ¿de qué?") en el que tienes el mando de la situación porque puedes decidir resolver -o no- cuando a ti te parezca. Aunque, más allá de los ratos de entretenimiento que este tipo de situaciones pueda deparar, ciertamente resulta triste comprobar cuán frágil es la memoria humana y cómo tantos hechos notables, tantas conquistas, tantos sufrimientos, tantas victorias y derrotas..., incluso tantos actos heroicos se desvanecen con facilidad del alma ingenua que los vivió y no supo atesorarlos para sí, sino que perdió todo aquel alimento existencial que a la hora de la verdad fue a parar al estómago de Otros, implacables y hambrientos, allá en las esferas superiores. En ese sentido, también es una enseñanza y un recordatorio de que uno nunca puede dormirse en este parque de atracciones si pretende de verdad sacarle todo el provecho.

Por eso prefiero encontrarme con antiguos compañeros de aventuras, colegas de la Universidad de Dios que, como en mi caso, no ingresaron en esta vida (o sí, pero sólo aparentemente, porque en realidad sólo re-ingresaron, sólo re-ingresamos en esta peculiar institución) pues, como decía el viejo Arístokles: "no aprendemos, recordamos". Grande es mi regocijo cuando, a la vuelta de cualquier esquina, me encuentro con alguno de ellos (o de ellas..., y, en mi caso, creo que más de ellas que de ellos; entiéndase esto de la manera correcta) y podemos no sólo charlar para recuperar aquellos tiempos pretéritos sino intercambiar información, pistas y advertencias sobre lo que todos tenemos por delante y la mejor manera de enfrentarnos a ello. Sabemos que estamos haciendo el mismo camino, sólo que cada cual va por su rodada, como atletas que corren la misma carrera cada uno por su calle y, esto no habría ni que recordarlo, compitiendo no entre ellos sino contra sí mismos.

Uno de estos viejos colegas es Antonio. Bueno..., Antonio responde a ese nombre sólo en la actualidad. Cualquiera que se cruce con él por la calle no vería nada más extraño que un alegre y simpático señor de mediana edad y buena forma física, pero es también alumno de la Universidad de Dios. Sin embargo, cuando le conocí hace unos pocos miles de años, se hacía llamar Orfeo. En esa época navegábamos en el Argos en busca del vellocino de oro. La idea era echar una mano al pelmazo de Jasón, obsesionado con recuperar el trono de su padre. Total, para nada, porque después de un montón de aventuras, al final Jasón lo mandó todo a paseo para fugarse con Medea, la hija de Eetes..., a la que más tarde cambiaría por Creusa,  lo que acabó como una verdadera tragedia griega, y nunca mejor dicho. 

Para mi gusto, Medea era más guapa que Creusa, pero Jasón siempre fue un tipo inconstante. De todas formas, aún guardo un recuerdo agradecido hacia su persona porque gracias a él pude conocer a gente fascinante en aquel viaje irrepetible en el que aprendí mucho sobre la naturaleza humana. Herakles, Cástor, Asterión, Zetes, Meleagro..., todos aquellos héroes fueron también mis camaradas y, aún más, mis amigos. He reencontrado a más de uno en esta vida, pero sin duda con quien mejor me llevé durante nuestras peripecias por el país de los bébrices, y el de los doliones, y el de los mariandinos..., y por supuestísimo en la Cólquida, fue con Orfeo/Antonio. Recuerdo aquellas largas noches de guardia junto al timón del Argos, hablando largo y tendido de poesía y prosa, de nuestras Mneiae favoritas: Clío, Melpómene, Erato, Talía y Polimnia.  Y Calíope, a quien algunos hicieron madre de Orfeo/Antonio, pero en realidad fue la "madre" inspiradora de sus composiciones...

Hace unos años, en 2003, mi colega quiso escribir un recuerdo de aquellos argonautas que fuimos, pero lo hizo no sobre las identidades que entonces poseíamos (no, no he revelado cuál fue la mía..., eso me lo reservo, pero no me parece tan difícil de adivinar para quien me conozca un poco) sino sobre aquéllas con las que nos disfrazamos en la actualidad. Guardo en un cofre de siete llaves una copia de aquel texto, que tituló Arquitecturas e interiores, y que me conmovió por el amor y por el detalle que imprimió en las sucesivas descripciones, tratando de explicar su visión personal.

Cada página de su manuscrito estaba dedicada a uno de nosotros y todos tenían su nombre en español..., menos el mío, que aparecía como Peter Paul en lugar de Pedro Pablo. La explicación está en el retrato que hizo de mí  y que aún hoy me despierta una sonrisa entrañable cada vez que lo hojeo. Dice así (lo copio textualmente):

"Es un aniquilador de los convencionalismos, como el gazpacho con berberechos. Dalí derritiendo en relojes el tiempo. Caricaturista de la realidad, con sentido del humor alargado y compacto, siempre me aporta sorpresa.

PP se engalana de guasón, heterodoxo, galopín, encantador de comadrejas, iconoclasta, original, faulkneriano. Su conversación son greguerías enanas en una sonrisa golfante. La normalidad le abruma, tanto como a la turba le calma. Su sentido del humor es perfumado y chispeante como el sifón con gaseosa.

En sus pesadillas viste gabardina de tergal y labora en el despacho de correos poniendo sellos. En la tarde estudia contabilidad y en el cine le ponen las de Alfredo Landa. ¡Oh, Dios, escucha discos de Raphael en vinilo, en un tocadiscos naranja sin marca!

De pequeño, sufrió el doble tormento de orondo y gafotas (seguro que lo ponían de portero/castigado). En estos atardeceres, por los redobles persistentes de la voluntad, se le ha puesto cogote de cisne, como un jersey de cuello alto. El carácter lo aplica también a las artes marciales con éxito. En una operación de aderezo le han quitado las gafas de buzo.

A PP se le detecta una veta mefistofélica. Para probarle los adentros, habría que tocarle con una tiara y darle mucho poder. Por ver si se redime, o se envenena.

Siempre quise tener un amigo famoso, escritor y excéntrico."

Amigo Orfeo/Antonio, sólo falta un retrato en tu Arquitecturas e interiores: el tuyo. Aunque, bien pensado, tampoco es así. No se te ve de frente, como a los demás, pero apareces reflejado en cada una de las veintiuna "fotos sentimentales" de argonautas que escribiste..., y en el simbólico, lírico, poderoso prólogo del texto que sólo un puñado de afortunados hemos tenido oportunidad de leer y disfrutar desde hace ya catorce años. En verdad, eres El Loco, entre los Arcanos Mayores. Y yo te saludo y te aprecio por ello.













viernes, 7 de abril de 2017

Reíd, reíd, benditos...

La rabia, la tristeza, la envidia, la ira o el miedo son cadenas poderosas y eficientes a la hora de engrilletar al homo sapiens y por ello los Amos las emplean un día sí y otro también mientras sus víctimas creen actuar con plena libertad. Hoy día no existe prácticamente ningún programa de televisión, película, videojuego, obra de teatro, concierto, libro o actividad comunicativa o cultural en general que no albergue una dosis más o menos oculta de sentimientos negativos -algunas de estas obras son la pura esencia de la negatividad, en sí mismas- para hundir un poco más el estado de ánimo generalizado. Quizá por ello cada día consumo menos "productos" contemporáneos y dedico mis siempre escasas horas libres a la obra de autores a veces muy alejados en el tiempo. 

Confieso que me resulta difícil soportar la mayoría de los personajes, supuestamente reales o supuestamente imaginarios (pues nunca nada es lo que parece), que nos ofrecen hoy los modernos creadores. Y es que en las historias actuales, los héroes (cuando los hay, que no sucede siempre) tienen por defecto un fondo oscuro que les roba su poder ejemplarizante. Los villanos, por malos que sean, deben ser perdonados e indultados porque en realidad ellos no querían serlo y se vieron empujados a la mala vida (por cierto, ésta es una actitud tan infantil como idiota que se ha puesto muy de moda entre nuestros políticos y otros famosetes: hacer algo mal y luego, en lugar de responsabilizarse por ello y compensarlo, limitarse a pedir perdón y seguir como si tal cosa; no saben que la Naturaleza siempre pasa factura). Las familias que funcionan nunca son las naturales (entendiendo como tal las que han garantizado la supervivencia de la Humanidad desde tiempos inmemoriales, o sea padre, madre e hijos) sino las constituidas de las formas más exóticas posibles (barajando sexos, edades, razas, culturas y hasta alienígenas en la ecuación). El propósito de la vida nunca debe estar relacionado con ideales elevados y espirituales, sino exclusivamente con lo material (uno es exitoso sólo cuando es materialmente exitoso). La felicidad se confunde con el hedonismo y el grado de satisfacción se mide por la cantidad de dinero disponible. Las personas de mayor edad nunca son valoradas y su experiencia vital se considera basura. Es mil veces más deseado un smartphone de última generación que un fin de semana en la Naturaleza. Las obras de nuestros ancestros, las que nos hicieron ser como somos, son desechables y odiosas, mientras que cualquier idiotez ajena es ensalzada. Nadie trabaja por la comunidad, ni siquiera por su propia familia, sino sólo por su interés personal. Y así llenaríamos pantallas y pantallas y pantallas...

Ah, que no se me olvide. El mandamiento inolvidable de las nuevas creaciones es obedecer a lo políticamente correcto sin protestar. En alguna red social leí en cierta ocasión que los que se quejan ahora de la dictadura de lo políticamente correcto son cuando menos sospechosos de haber actuado de forma dictatorial en tiempos pasados. Gran argumento, digno de aquéllos que se informan exclusivamente por los medios de comunicación oficiales y que estudian en la Wikipedia...

Francamente, con éstas y otras ideas con las que nos bombardean una y otra vez, cada día me resulta más difícil encontrar un encaje en este parque de atracciones que llamamos "nuestro mundo". Me consuelo recordando aquel aforismo de Hermann Hesse de que "quien no encaja en el mundo, está más cerca de encontrarse a sí mismo"...  Aunque después de los años que llevo ya como alumno en la Universidad de Dios sería un tanto deshonesto no reconocer que me encontré hace un tiempo largo y que desde entonces estoy metido en otra aventura diferente, de la cual los profesores de la Universidad no me permiten decir ni pío. Así que tal vez deba tomar mejor como guía aquella otra frase del cineasta Billy Wilder, cuando comentó:"dicen que no encajo en el mundo, pero esto es un halago..., ¿quién demonios quiere encajar en estos tiempos?"

Las redes sociales son un excelente observatorio del grado de atontamiento general que nos induce de manera sistemática hacia el pesimismo y la melancolía permanentes, que nos empuja hacia el nihilismo para el que nada tiene realmente valor y la vida no merece la pena de ninguna de las maneras. Es como una nueva y aún más absurda versión del este-mundo-es-un-valle-de-lágrimas-al-que-venimos-a-sufrir. Esta semana me encontré con una convocatoria organizada a través de Facebook por un individuo que estudia Sociología para quedar a llorar en el madrileño parque del Retiro, por acompañar a los que estaban organizando una cita similar en Barcelona. ¿Ein? Se trataba de reunirse el pasado jueves a las siete de la tarde, precisamente junto a la fuente del Ángel Caído, la única estatua del mundo dedicada al desplome de Lucifer. ¿¿Ein?? Más de 4.200 personas se apuntaron para asistir y otras cerca de 6.000 dijeron estar interesadas, pero es que en la convocatoria de Barcelona había cerca de 18.000 que habían expresado su intención de acudir. ¿¿¿Ein???

 A la hora de la verdad y, como suele ser habitual en este tipo de circos, había más reporteros para obtener fotografías e imágenes de televisión que verdaderos participantes: en torno a una veintena de personas de las cuales, además, la mayoría había acudido con más ganas de fiesta que de llorar. Pero lo más importante no es esto sino el estado de ánimo que uno debe tener dentro de sí no ya para encontrarse mal en su interior -tan mal como para convocar a llorar públicamente- sino para que ésa sea tu aportación más impactante al mundo en el que vives, en lugar de plantearte algo útil para la sociedad o simplemente que aporte belleza. Viendo las cuentas de Facebook, Twitter o Instagram de tantos usuarios uno se encuentra ese decadente estado de ánimo por todas partes y, especialmente, en gente joven que se supone es la que más vida debería tener y más ganas de aprovecharla.

La promoción constante y gratuita de lo negativo se multiplica también en los medios de comunicación, donde no descubrimos nada nuevo al recordar que sólo importan las malas noticias. Llevo suficientes años -suficientes decenios, mejor dicho- trabajando en la profesión periodística para conocer a ciencia cierta los criterios de selección que emplean en general los responsables de elegirlas y continúa asombrándome el papel que desempeñan en ese proceso los mecanismos inconscientes que manejan a esas personas, que sin embargo creen actuar por propia voluntad. Uno de los últimos ejemplos me lo encontré a mediados de febrero de este mismo año con un estudio elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford y publicado por la revista Journal of Consumer Research en el que se recomienda ¡no sonreír si uno quiere parecer competente! Según estos expertos, hay que evitar la sonrisa (o, si no se puede aguantar, que sea lo más imperceptible posible) tanto en el ámbito profesional -incluyendo médicos, abogados, servicios...- como en las ventas y en las mismísimas fotos del curriculum vitae. Y es que según ellos una sonrisa amplia transmite sensación de poca experiencia y por tanto de menor competencia, por muy cálida que resulte. Aseguran también haber analizado webs con donaciones para causas benéficas y, cuando el perfil del creador de la página mostraba una sonrisa amplia, la cantidad de dinero recaudado disminuía "visiblemente hasta más de un 50 %". Por eso los ingleses dicen que sólo se debería sonreír ampliamente en "escenarios de escaso riesgo" como imágenes para anuncios de artículos de consumo básico o promociones de muestras gratis...

Todo lo cual me parece una tontería de tal calibre que no puedo hacer otra cosa que, no ya sonreír, sino reírme a carcajadas como hace esta simpática colega que reproduzco en la imagen fotográfica aquí a la izquierda. Si sonreír fuera tan "peligroso" laboralmente como dicen estos "expertos" británicos (cuyas identidades y formación y, sobre todo, la identidad de sus financiadores, no se incluyen en la noticia, como suele ser costumbre) un servidor de ustedes jamás había encontrado trabajo en ninguna parte porque la risa me ha acompañado desde que llegué a esta existencia (y seguramente en las anteriores, pero no me acuerdo bien) como saben las personas que más me han tratado. Aún a riesgo de repetirme más que una cebolla, recuerdo de nuevo que la pregunta que más veces me han hecho en la vida es "pero tú ¿de qué te ríes?" (y la segunda pregunta, que suele venir a continuación, es "¿te estás riendo de mí?").

Hay muchos motivos para sonreír (y para reír) en la vida, incluso en los momentos en apariencia más tensos y dramáticos. Es una actitud que (ahora lo sé) está muy relacionada con ciertos conocimientos y con la visión del mundo tal y como es, no tal y como nos lo muestran. Por eso para los Amos es tan importante erradicar esta muestra de humanidad como se explica en la (para mí) mejor novela con diferencia de Umberto Eco: El nombre de la rosa. El hombre que ríe no teme y, por tanto, no puede ser manejado. Como ejemplo ad hoc, véase lo que algunos han hecho con el verdadero Jesús el Cristo (y en lo que volverán a insistir, durante los próximos días, como todos los años), al que han escondido y transmutado para mostrarnos la imagen que ellos prefieren. Así, le han despojado de fuerza, de voluntad, de amor, de bondad, de inteligencia..., para convertirlo en la encarnación del dolor, la angustia, la pesadumbre y el desconsuelo, relacionándolo constantemente con el tormento, la sangre, las lágrimas y la aflicción. Incluso su enseñanza se viste de gravedad y se resalta de manera sistemática el aspecto del castigo, de la severidad, de la austeridad..., como si en vida no hubiera reído, no se hubiera divertido, no hubiera aprendido, no se hubiera distraído, no hubiera amado, no se hubiera alegrado, no hubiera disfrutado del placer. Si el gran mensaje judeocristiano es la resurrección tras la muerte y la vida gloriosa en compañía de Dios, ¿por qué el símbolo que se utiliza es el de un instrumento de tortura? ¿No hubiera sido más coherente emplear una imagen más acorde con ese mensaje (un sol naciente, por ejemplo, que parece "renacer" de la "tumba" del horizonte)?

Particularmente, siempre le he visto sonriendo, a la manera de Buda o de la Mona Lisa de Leonardo. Incluso durante su tortura y cuando le clavaron en la cruz, debía reírse en secreto del mundo de las apariencias y de tanta tontería a su alrededor. El buen humor es una condición sine qua non para sobrellevar la sabiduría, cuya gravedad la hace tan difícil de transportar con uno mismo. Por ello, de todos los evangelios apócrifos que he tenido oportunidad de leer, el más interesante con diferencia es el de Judas y recomiendo encarecidamente leerlo a todos aquéllos que no lo conozcan. Es un texto muy breve porque apenas se conservan algunos fragmentos. En él se defiende que Judas no fue el malvado traidor que denuncia el resto de evangelios (canónicos o no) sino el mejor amigo de Jesús y el único que conocía sus planes, que incluían ser entregado y crucificado (no necesariamente muerto en la cruz) como parte de su misión en la Tierra, nunca bien entendida por un populacho enceguecido. Judas conocía la enormidad del sacrificio que le pedía su maestro: una eternidad histórica de condenación y maldiciones contra su identidad terrestre. Pero comprendía el plan de Jesús y colaboró con él a sabiendas de lo que le esperaba. Sin embargo, lo más interesante de este libro gnóstico es el fascinante tono humorístico e incluso burlón que demuestra Jesús, que se ríe de la visión ignorante de los necios y no duda en tomar el pelo a sus propios discípulos una y otra vez. 

Es muy difícil erradicar la risa del mundo, de todas formas, y por ello los Amos han optado por adulterarla, envilecerla y degradarla promocionando un tipo de humor zafio, hiriente y amargo que se suma a las características de los personajes que enumeraba en el segundo párrafo de este artículo. Podría citar a gente muy conocida en los programas de televisión, revistas en papel o digitales, humoristas populares..., pero ¿para qué? Están por todas partes. Aunque te arranque una carcajada puntual, el poso que deja su humor es desagradable, agrio, muy alejado de la visión sencilla y amable de lo que antes se llamaba "humor blanco". De esta manera, los Amos transforman una ametralladora espiritual en una pistolita de agua para niños pequeños.

¿Alguien quiere combatir en serio contra los Amos? Lo primero que debe hacer es aprender a reír de verdad, desde dentro. Les molesta mucho.