Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 30 de abril de 2012

El faraón corrupto y el ruin José

Se supone que sabemos un montón de cosas pero no sabemos nada. Ejemplo: La Biblia es el libro más vendido del mundo o, para ser exactos, la colección de libros más vendida del mundo. Allí encontramos de todo y escrito por muchas manos: desde los mitos de los antiguos pueblos mesopotámicos hasta las reglas para convertirse en una persona honesta y bondadosa, pasando por toda suerte de sucesos, asesinatos, incestos, guerras, aventuras y hasta posibles abducciones extraterrestres. Lo mejor y lo peor de la manera de ser del homo sapiens. Cuando le preguntamos a alguien (al menos en Occidente) si conoce La Biblia y la ha leído, por lo general suele decir que sí pues conserva algún ejemplar de sus mayores o incluso el suyo propio; en todo caso puede consultarla íntegra en Internet. Sin embargo, esta afirmación es real sólo en parte, porque lo más probable es que conozca únicamente los episodios más populares de los distintos libros que la componen. Y ni siquiera en profundidad. Veamos un ejemplo clásico.

¿Quién no ha oído hablar de los famosos sueños del faraón interpretados por José, aquél que fuera vendido como esclavo por sus propios y envidiosos hermanos? Según El Génesis, ninguno de los oráculos del rey egipcio supo interpretar el significado de sus visiones oníricas (lo cual es una de las innumerables pruebas acerca de las groseras manipulaciones que contiene el texto bíblico, puesto que si algo sobraba en la Antigüedad en Egipto eran magos e iniciados de todos los tipos y tamaños, incluyendo expertos intérpretes de sueños) acerca de las siete novillas gordas y las siete flacas (y las siete espigas grandes y lustrosas junto con las siete espigas flacas y macilentas) que equivalían a la predicción de siete años de gran prosperidad y otros siete de hambruna. Sólo José habría atinado con la correcta traducción de estas ensoñaciones, lo que le hizo ganar el favor del faraón y le dio la oportunidad de hacer una meteórica carrera en su administración hasta el punto de convertirse en su mano derecha: el hombre más poderoso de todo Egipto, después de él... Cuando se recuerda este episodio al común de los mortales, éste suele concluirlo tirando de su frágil memoria de la siguiente manera: "Gracias a la advertencia de José y a su atinada administración durante los siete años de gran prosperidad, se pudo acumular comida suficiente para afrontar sin problemas los siguientes siete años de hambruna dando de comer al pueblo necesitado". Y colorín, colorado, final feliz.

Pues no.

Aquéllos que, resumiendo lo que cuenta el texto bíblico, se quedaron con esta impresión demuestran que o bien jamás han leído este libro (o al menos este fragmento del libro) o lo leyeron tan mal que ya ni se acuerdan. Copio textualmente de la edición bíblica que tenemos en la Universidad de Dios, una versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego editada por la BAC (Biblioteca de autores Cristianos) firmada por el catedrático en lengua hebrea Francisco Cantera Burgos y el profesor del Instituto Bíblico de Roma Manuel Iglesias González en el año 1979 (los paréntesis aclaratorios son míos):

"... el hambre arreció mucho y estaban agotados por el hambre el país de Egipto y el país de Canaán (ya habían pasado los siete años de bonanza y acababan de empezar los siete de miseria). Así, pues, José recogió toda la plata que pudo hallarse en el país de Egipto y en el país de Canaán a cambio del grano que estos compraban; e ingresó José la plata en el erario de Faraón (vamos, que José y el faraón se hicieron de oro o, mejor dicho, de plata, vendiendo a buen precio el grano acumulado durante el período de abundancia). Cuando se hubo acabado la plata de Egipto y del país de Canaán, vinieron todos los egipcios a José diciendo: '- ¡Danos pan! ¿Por qué hemos de morir a presencia tuya por falta de plata?' José contestó: '-Entregad vuestro ganado y yo os daré pan a cambio de vuestro ganado, si falta la plata'. Trajeron, pues, su ganado a José y José dióles pan a cambio de los caballos, de los hatos de ganado menor, de los hatos de ganado vacuno y de los asnos, proveyéndoles de pan en aquel año a trueque de todo su ganado" (o sea, tras embolsarse todo el dinero disponible, José completó el negocio con el faraón apoderándose de los bienes más preciados de la gente de aquella época: su ganado).

Hay algo aún más grave, pues al siguiente año el hambre seguía y los egipcios no tenían con qué pagar su sustento. Su desesperación llegó a tal punto que se presentaron ante José y dijeron: "'...pues se ha acabado la plata y los hatos del ganado han ido a parar a mi señor, no queda a disposición de mi señor sino nuestro cuerpo y nuestro suelo. ¿Por qué habremos de perecer ante tus ojos nosotros y nuestro suelo? ¡Cómpranos, pues, con el suelo nuestro a cambio de pan, y nosotros y nuestro suelo seremos esclavos de Faraón! (venderse a sí mismo o a algún familiar como esclavo en caso de carecer de un medio estable de supervivencia era una costumbre común en la Antigüedad y duró de esa manera al menos hasta la época del imperio romano: Hollywood rueda de tanto en tanto alguna película donde se ve cómo el héroe progresa desde el estado de esclavo al de liberto pero rara vez muestra el proceso inverso, mucho más común) ¡Danos semilla, para que podamos vivir y no muramos y la tierra no quede yerma!' (atención a esta frase, porque es clave en la conclusión del presente artículo) Así adquirió José todo el suelo de Egipto para Faraón, porque los egipcios vendieron cada uno su campo, ya que el hambre pesaba fuertemente sobre ellos. Quedó, pues, la tierra propiedad de Faraón y al pueblo lo redujo a esclavitud de un extremo de la frontera de Egipto hasta el otro. Sólo la tierra perteneciente a los sacerdotes no compró, porque los sacerdotes se beneficiaban de un decreto de Faraón y comían de la renta que Faraón habíales asignado. Por eso no vendieron su propiedad rústica" (de donde se deduce que, antes de las disposiciones de José, la mayoría de los egipcios eran ciudadanos libres, pero no les quedó más remedio que someterse a la esclavitud para seguir viviendo y, como suele suceder en estos casos, el poder fáctico de la religión organizada de turno se libera de este tipo de ataduras recibiendo una atención especial).

Para concluir, cuando José había puesto ya a todos los egipcios bajo su yugo aún tiene la desfachatez de soltarles lo siguiente: "'... He aquí que os he adquirido hoy a vosotros y vuestro suelo para Faraón. Ahí tenéis semilla para que sembréis el suelo. A cada cosecha entregaréis el quinto a Faraón y las otras cuatro partes serán para vosotros, para sementera del campo y alimento vuestro y de quienes moren en vuestras casas y para que coman vuestras familias'  (...)  José impuso, pues, por ley hasta el día de hoy sobre el suelo de Egipto, el dar a Faraón un quinto." De esta manera queda definitivamente al descubierto el carácter miserable y ruin del simpático José porque, sólo después de haber despojado y arruinado a los egipcios con el visto bueno del primero que debía haber cuidado del bienestar de su pueblo (el corrupto faraón), sólo después de haberles reducido a la esclavitud (¡habiendo sido esclavo él mismo!) y además imponerles impuestos gratuitamente (un quinto de las cosechas), sólo entonces les facilita la semilla que precisaban los ciudadanos para sus campos y de la cual ellos no disponían por los siete años de malas cosechas. No obstante, esa semilla existía en cantidades enormes desde hacía años y estaba controlada por José pues, según recoge previamente la obra: "... amontonó José trigo en mucha cantidad, comparable a la arena del mar, hasta el extremo de tener que cesar de computarlo, pues era innumerable."

En resumidas cuentas, lo que se nos está detallando en esta narración es una de las mayores estafas de la Historia Antigua, con dos tiparracos que disponían de lo que hoy llamaríamos información privilegiada (el faraón y José, los únicos que sabían lo que iba a ocurrir durante los catorce años siguientes) y se aprovecharon de una tremenda calamidad pública para enriquecerse hasta límites obscenos a costa de todo el pueblo. Aún más, con lo que José había acumulado en sus graneros, podía no sólo haber dado de comer a la gente sino, si hubiera sido de verdad un gobernante honesto y bueno, facilitarle la semilla suficiente para sembrar de nuevo los campos durante los sucesivos años de hambre. Pero esto lo hace sólo al final, cuando  la tiene ya bajo sus botas. En cuanto a los poderes fácticos, que podrían haber ayudado al pueblo, prefieren mirar hacia otro lado: la administración y el ejército, porque están pagados por el faraón y José; y los religiosos, porque disponen de un "convenio especial", una especie de concordato que les permite seguir viviendo más o menos bien a pesar de la penuria general...

Sí, claro, es sólo una historia, sin ningún tipo de prueba científica para corroborarla. Nadie ha demostrado que existiera realmente José, que los sueños se hicieran realidad y todo lo demás..., pero lo importante no es el hecho histórico sino la relevancia que conceden, La Biblia primero y sus exégetas después, a lo largo de los milenios e incluso a día de hoy, tanto en las sinagogas como en las iglesias, a todo el relato. Recordemos para los despistados que, tanto en el Judaísmo como en el Cristianismo contemporáneo, ésta y el resto de historias contenidas en el libro más vendido del mundo (al menos en su primera parte, justo donde sus protagonistas cometen una barbaridad tras otra, la mayor parte de ellas ante la paciencia e incluso complacencia de su dios) son dogma de fe a partir del momento de que se trata de un texto "sagrado" por haber sido "revelado" por Dios...  Y lo más importante, lo más inquietante: ¿todo lo ocurrido en el relato no nos resulta tremendamente familiar? ¿Acaso no estamos viviendo en este momento en todo el mundo, y en especial en Occidente, unos duros momentos (¡años, ya!) de novillas flacas después de haber disfrutado de otros de novillas gordas, mientras nuestros modernos faraones y contemporáneos Josés siguen ganando dinero a espuertas y se agranda cada día que pasa la brecha entre los muy muy ricos y el resto de la población, víctima de la esclavitud financiera?

Insisto: sabemos mucho pero no sabemos nada.













 

viernes, 27 de abril de 2012

El Príncipe de las Tinieblas encuentra la carta robada

La carta robada del gran maestro Edgar Allan Poe es una de las aventuras de su detective Auguste Dupin, concebida en su momento casi como un mero juego de ingenio literario pero que hoy se ha convertido en una perfecta metáfora del conocimiento e incluso de la propia vida. Cuenta la historia de la susodicha carta, que afecta al honor de un personaje "de las altas esferas" reales por razones que no se explican con claridad (aunque llevan a la conclusión de que el digno personaje es un poco crápula) y que le es sustraída en sus mismas narices por un ministro dispuesto a adquirir gran poder sobre él (o, mejor dicho, sobre ella, porque se trata de una mujer) por el viejo método del chantaje. Se sabe quién es el ladrón, pues, pero no dónde está la carta, que puede ser utilizada en cualquier momento con fatales consecuencias para la robada. El prefecto encargado del caso explica a Dupin cómo lo ha probado todo para recuperar el documento, incluyendo el concienzudo registro de la casa del ministro, aprovechando sus frecuentes ausencias por viajes del gobierno, en busca de cajones secretos, almohadones inusualmente rellenos, bultos sospechosos bajo el papel de pared, patas huecas de las sillas del comedor o cualquiera otro escondite..., sin resultado alguno. Sin embargo, tras conocer los detalles, Dupin resuelve el misterio con rapidez, recupera la carta y recibe cincuenta mil francos de recompensa de manos del asombrado prefecto.

Al explicar cómo obtuvo el éxito donde centenares de policías fracasaron, Dupin indica que la carta se encontraba, aunque disimulada con un sello diferente y algo deteriorada para no asemejarse al original, en un simple tarjetero de cartón a la vista de cualquiera que entrara en el despacho del ministro. Y por eso mismo pasó inadvertida en este perfecto escondite, ya que nadie le prestó atención. Pensaban que el político no podía ser tan descuidado..., o tan astuto. Como bien detalla el detective, en su época existe un juego social que consiste en colocar un mapa lo más detallado posible encima de la mesa. Uno de los jugadores le pide al otro que encuentre, en un tiempo determinado, una palabra que figure sobre el mapa. Puede ser el nombre de una ciudad, de un río, de una cordillera... Y Dupin advierte: "un novato en el juego busca confundir a su oponente proponiéndole los nombres escritos con los caracteres más pequeños, mientras que el buen jugador escogerá aquéllos que se extienden con grandes letras de una parte a otra del mapa. Estos últimos, al igual que las muestras y carteles excesivamente grandes, escapan a la atención a fuerza de ser evidentes, y en esto la desatención ocular resulta análoga al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones excesivas y palpablemente evidentes".

Dupin añade que, cuando uno desea adivinar las intenciones y actitudes de los demás, lo primero que debe hacer es identificarse mentalmente con ellos para tratar de razonar de la misma forma. Y, para ello, lo más importante es abrir la mente con el fin de no cometer el común error de emplear únicamente nuestra forma habitual y personalizada de pensar. En el caso de la carta robada, el prefecto y sus policías buscaron la carta inútilmente porque lo hicieron, sí, de manera exhaustiva, pero en los lugares donde ellos la habrían escondido si hubiesen sido los ladrones, sin plantearse ningún otro criterio como el demostrado por el ingenio particular y diferente del ministro, que la disimuló de una manera alternativa, a todas luces exitosa hasta la aparición del sagaz detective. Exactamente así sucede en la vida corriente, cuando tratamos de hallar solución para alguno de los problemas que nos ocupa y somos incapaces de dar con ella por más que busquemos y rebusquemos en la misma habitación mental y aunque estemos convencidos de que está allí. La única forma de encontrarla será cambiar completamente nuestro punto de vista, nuestra forma de actuar corriente y enfocar la situación desde un ángulo distinto, aberrante si es preciso.

Otro ejemplo muy bueno es el que aparece en el libro ¿Es lo bastante inteligente como para trabajar en Google?, editado por Conecta, donde su autor,  William Poundstone, relata una anécdota interesante sobre el proceso de selección de personal de recursos humanos que asegura realizó la gerente de proyectos de Microsoft Chris Sells. No me resisto a transcribirla íntegra, porque no tiene desperdicio. Quien más, quien menos, la mayoría de los trabajadores ha pasado por esta experiencia tan estresante en la que paradójicamente hay que guardar la mayor compostura posible mientras se responde con agilidad mental, simpatía y profesionalidad a todo tipo de preguntas y comentarios: desde dónde ha nacido uno hasta cuáles son sus aficiones favoritas o que haría en determinada situación hipotética. Lo que ocurre es que en este caso, el planteamiento a resolver era especialmente delirante...

-Se encuentra usted en un pasillo de piedra de ocho por ocho -dice la entrevistadora-. El Príncipe de las Tinieblas aparece ante usted.

- ¿Se refiere al diablo? -pregunta el desafortunado candidato.

- Cualquier Príncipe de las Tinieblas -responde-. ¿Qué haría?

- ¿Puedo correr?

- ¿Quiere correr?

- Mmm. Creo que no. ¿Tengo algún arma?

- ¿Qué clase de arma le gustaría tener?

- Mmm, una con bastante alcance.

- ¿Como qué?

- Una ballesta.

- ¿Qué clase de munición emplearía?

- Flechas de hielo.

-¿Por qué?

- Porque el Príncipe de las Tinieblas está hecho de fuego.

A la entrevistadora le gusta la respuesta.

- ¿Qué hace después?

- Le dispararía.

- Pero hombre, ¿qué hace? -Silencio. Luego añade-: ¡Lo ha desperdiciado! ¡Acaba de desperdiciar usted al Príncipe de las Tinieblas!

En ese momento, el candidato también hace una pregunta:

- Madre mía, ¿dónde me he metido?

Es una conversación muy reveladora tanto de una como de otra parte. Desde el punto de vista de la entrevistadora, hará las delicias de todos los conspiranoicos defensores de la idea de que Bill Gates es poco menos que el Anticristo, ya que la empresa que fundó y que domina a día de hoy la mayoría de los sistemas operativos instalados en algo tan imprescindible para tantos trabajos contemporáneos como es un ordenador, no tendría ningún problema para aliarse no ya con Satanás sino, literalmente, cualquier Príncipe de las Tinieblas si con ello consiguiera una ventaja en el mercado. Esa misma empresa, además, parece dispuesta a exigir a todos sus empleados que participen en su alianza o, al menos, que desarrollen armas (flechas de hielo) capaces de obligar a este oscuro personaje a trabajar también para ella aunque sea empleando el chantaje de que si no lo hace le destruirán. Eso sin comentar el enigmático pasillo de piedra de ocho por ocho, un número tan característico...

Desde el punto de vista del entrevistado, revela la dependencia del trabajador medio de sus propias creencias y supersticiones (el Príncipe de las Tinieblas puede ser cualquiera -por ejemplo, Drácula, que recibe también este apodo- pero él lo relaciona sin duda con el Satanás judeocristiano "hecho de fuego" y por tanto presuntamente vulnerable al hielo), las limitaciones y cobardía de su pensamiento habitual (lo primero que se le ocurre es salir corriendo y sólo se lo replantea cuando ve que la entrevistadora le pide que confirme su intención; sólo entonces cambia su decisión pero busca armarse para sentirse más seguro y el arma que pide es una simple ballesta en lugar de elegir algún tipo de rifle ultramoderno con balas también de hielo o incluso alguna varita mágica con la que pudiera controlarle) y su escasa imaginación y capacidad para salir de la rutina y enfrentarse a situaciones inesperadas (en lugar de emplear su capacidad de diálogo para convencer o engañar al ser oscuro por ejemplo, se limita a parafrasear al general Custer y piensa que el mejor Príncipe de las Tinieblas es el Príncipe de las Tinieblas muerto).

Para el tema que nos ocupa, esto último es lo más importante: percatarnos de que deberíamos cambiar nuestra forma de pensar, nuestro modo de ser y actuar, nuestro yo entero..., si de verdad estamos aburridos de nuestra existencia y deseamos transmutarla en algún sentido.

 


miércoles, 25 de abril de 2012

Pirámides en Bosnia

La Historia oficial tiene poco que ver con la real. No hace falta ingresar en la Universidad de Dios para saber eso: basta con poseer memoria y años. Uno va viviendo diversos acontecimientos de mayor o menor impacto histórico y, un día, alguien escribe un libro o rueda una película sobre esos mismos años y te das cuenta de que lo que relata poco o nada tiene que ver con lo que de verdad sucedió. O, al menos, con lo que tú has vivido. Si esto es válido para el día a día cotidiano, imaginemos para los Grandes Hechos. Un ejemplo fácil: durante 40 años la versión oficial presentó a los españoles la Guerra Civil de 1936/1939 como la historia de unos heroicos defensores de la patria de derechas que derrotaron a unos malvados conspiradores de izquierdas. Durante los casi 40 años siguientes se la ha presentado como la de unos heroicos defensores de la patria de izquierdas que fueron derrotados por unos malvados conspiradores de derechas... La inmensa mayoría de la población dio por buena la primera versión de la misma forma que ahora da por buena la segunda porque en el fondo le da igual. La polémica sobre lo que ocurrió realmente dura hasta que se mueren todos los que han participado directamente en los acontecimientos (y sus herederos directos, dispuestos a lo que sea para dejar en alto la memoria paterna). Después, quedamos en manos de los historiadores que, según su tendencia ideológica, priman una u otra explicación. Tiempo después, perdida ya toda referencia emocional, lo sucedido pasa a engrosar la lista de cosas "antiguas" que se guardan en los anaqueles y sirven de referencia para fijar una u otra época histórica sin más.


Así vamos armando una secuencia que pretendemos lógica y coherente en la que desde hace un tiempo prima esa escuela de historiadores según los cuales el homo sapiens se ha limitado a seguir una presunta evolución ascendente, lenta e ininterrumpida, desde un primitivo estado de salvajismo y animalidad hasta su desarrollo científico y tecnológico contemporáneo que se presume nunca antes alcanzado. Cualquier otra interpretación se desprecia y abochorna porque, como he llegado a leer en declaraciones oficiales, "simplemente no pudo ser así según todo lo que sabemos". Y ahí está precisamente la clave: en lo que sabemos o, mejor dicho, en lo que no sabemos..., porque se perdiera o porque alguien nos lo escamoteó en algún momento. Sin embargo, de vez en cuando aparecen lo que el zoólogo norteamericano Ivan T. Sanderson bautizó como Ooparts; es decir, Out of Place Artifacts (Objetos fuera de lugar, literalmente). Cosas que no deberían estar ahí "según todo lo que sabemos" y sin embargo están, contra todo pronóstico y sin que nadie pueda explicar cómo y por qué. Cosas como el mecanismo relojero de Antikitera elaborado en la Antigua Grecia, la moneda del rey Olafo III de Noruega que apareció en una excavación precolombina, el mapa del almirante turco Piri Reis con su extraordinaria proyección espacial o el estegosaurio tallado en un templo camboyano que vemos en la imagen...  Por no citar las tecnologías necesarias para levantar monstruosidades como la pirámide de Keops o las terrazas del templo de Baalbek que absolutamente nadie ha logrado demostrar, por más que se insista en ello en los libros de texto o en las películas de Hollywood, fueran levantadas sólo a pura fuerza de riñones.

Por su carácter peligrosísimo (ya que su sola presencia sirve para demoler las creencias y los puestos de trabajo en los que descansan tantos que se dicen catedráticos e investigadores, por más que se comporten como rutinarios loros de repetición), los Ooparts son objetos malditos acerca de los que no se suele hablar si no es para desacreditarlos, a menudo sin pruebas más sólidas que la opinión del erudito de turno. No digamos ya si en lugar de hablar de un pequeño objeto nos encontramos de pronto con algo colosal que no encaja en la idea preconcebida que teníamos de algo y que por su tamaño es imposible de esconder. Es el caso, ya que citábamos antes la misteriosa y mistérica construcción de Gizah, de las pirámides de Bosnia descubiertas hace pocos años. ¿Pirámides en los Balcanes? ¿Qué locura es ésa? Estas preguntas son la lógica reacción cuando uno tiene noticia de su existencia. O cuando ve una fotografía aérea como ésta, en la que se señalan las descubiertas hasta el momento. Sin embargo, si se piensa bien, no es tan difícil 
de aceptar como hipótesis. La pirámide es una construcción que existe en distintos puntos del planeta y en civilizaciones muy diferentes. Hasta en China se han descubierto varias en los últimos años. De hecho, se conoce su existencia en la zona de Xi'an (la misma región donde fueron enterrados los enigmáticos guerreros de terracota) y han sido fotografiadas en numerosas ocasiones, pero el totalitario régimen chino impide que los equipos internacionales las investiguen con libertad. ¡No vaya a ser que descubran algo que no queremos que descubran, como las escondidas momias de hombres blancos y pelirrojos en Xinjiang, que han planteado muchas preguntas acerca del verdadero origen de la civilización china!

 Mac Namara estuvo en Barcelona estos días atrás y me habló entusiasmado de este colosal conjunto de Ooparts que sacó a la luz Semir Osmanagic en 2005  junto a la ciudad de Visoko, pocos kilómetros al norte de Sarajevo en el que bautizó como "Valle de las pirámides" y que un congreso científico internacional certificó como hallazgo arqueológico "verídico" en agosto de 2008, además de pedir nuevas investigaciones en la zona para clarificar lo encontrado. Mi gato conspiranoico se fue a la ciudad condal para escuchar una conferencia de Osmanagic, empeñado en una cruzada internacional para validar su descubrimiento a pesar de los problemas que plantea, que no son pocos. Según le contó a Mac Namara, lo más importante fue la constatación de que dos colinas de forma simétrica y aspecto piramidal consideradas montañas normales por la población local por estar cubiertas de tierra y vegetación en realidad no eran tales, ya que debajo de ellas se esconden (igual que ha sucedido con diversas construcciones similares en Guatemala, por ejemplo) construcciones artificiales de piedra de estructura triangular de ángulos pefectos con orientación hacia los cuatro puntos cardinales. En un ejercicio poco imaginativo pero probablemente bastante adecuado
dadas las circunstancias, Osmanagic las bautizó como la pirámide del Sol y la de la Luna. La sombra de la primera, curiosamente, cubre a la segunda durante los meses de verano justo antes de la puesta de sol, lo que parece demostrar una relación entre ambas... Miembro de la Academia Rusa de Ciencias Naturales y profesor de antropología en la Universidad Americana de Bosnia-Herzegovina, nuestro hombre logró financiación para comenzar excavaciones en la zona en el mismo año de 2005. Los resultados positivos de sus primeras investigaciones le permitieron crear el bautizado como Parque Arqueológico de la Pirámide del Sol tras movilizar diversos recursos para este proyecto.

Según me cuenta Mac Namara que le ha contado Osmanagic, hasta el momento han sido descubiertas cinco pirámides repartidas por el valle, todas ellas disimuladas como aparentes colinas naturales. Además de las dos susodichas, descubrió otras tres que, alegremente, bautizó como la del Dragón, la de la Madre Tierra y la del Amor. Y un detalle especialmente interesante: las cinco están unidas por una red de laberintos subterráneos de más de 16 kilómetros (los trabajos arqueológicos realizados hasta ahora han logrado limpiar y reforzar 150 metros de túneles de 3 metros de altura y 2,5 de ancho) en cuyo interior se han encontrado fragmentos de esferas de piedra y esculturas de cerámica, algunas de las cuales pesan hasta 10.000 kilos, además de diversas cámaras e incluso un pequeño lago artificial. Los trabajos en los túneles tuvieron que interrumpirse de todas formas cuando éstos se vieron inundados por el agua, ya que uno de ellos pasa por debajo del río Fojnica.

- Recuerda -me dice Mac Namara en este punto- que Heródoto hablaba en sus textos del lago subterráneo, aún no encontrado oficialmente, que existía, al menos en su época, bajo la pirámide de Keops. Lago probablemente conectado con el Nilo...

El equipo dirigido por Osmaganic ha constatado que la bautizada como pirámide del Sol, la pieza más interesante de la región, posee 220 metros de altura y es por tanto superior a la de Keops, de 147. Al retirar la vegetación y la tierra se han descubierto los bloques rectangulares de hormigón con la que está levantada, de gran dureza y calidad según instituciones científicas bosnias, italianas y francesas. Lo cierto es que para validar su descubrimiento ha echado mano de mediciones y toma de datos por parte del mayor número posible de organizaciones científicas europeas. Así, el Instituto de Geodesia de Bosnia ha certificado que la construcción posee una asombrosa orientación hacia el norte con un error de 0 grados, 0 minutos y 12 segundos. La pirámide del Sol, junto con la de la Luna y la del Dragón dibujan un triángulo equilátero de 2.170 metros de distancia entre sus cimas y todas ellas están orientadas hacia el norte. Además, según dataciones de radiocarbono y otros análisis llevados a cabo por el Instituto de Física de Silesia y el Instituto de Tecnología de Gliwice en Polonia, los bloques de ésta y del resto de las pirámides están cubiertos por tierra y vegetación desde hace ... ¡más de 10.000 años! 

- Supongo que te das cuenta de lo que eso significa -apunta mi gato conspiranoico- y por qué este descubrimiento está tan mal visto por muchos de los arqueólogos e investigadores más oficialistas, hasta el punto de que se están boicoteando muchas informaciones sobre ello en los grandes medios de comunicación. A Osmanagic ya le han acusado de dañar este sitio arqueológico y de inventarse una teoría "sin pies ni cabeza" para adecuar los descubrimientos reales a sus "fantasías" sobre culturas míticas como la Atlántida o Lemuria. La verdad es que no ayuda mucho su actitud a la hora de mezclar sin ton ni son las pruebas arqueológicas con las teorías sobre bioenergética o hipótesis más radicales. Y el hecho de que todo el conjunto se esté empleando para potenciar el turismo en la zona se emplea también como un dato sospechoso...

- En todo caso, a los mantenedores del 'stablishment' no les conviene que aparezca prueba alguna de la existencia de una civilización lo suficientemente potente como para levantar algo así en Europa hace tanto tiempo -asiento-. Iría en contra de todo el dogma oficial. A la vez, si se confirmara esa fecha para su construcción, ello podría explicar el "camuflaje" natural que presentan todavía hoy las construcciones y el porqué no han aparecido rastros de esa cultura...

- O culturas. Según Osmaganic hubo al menos dos, implicadas en todo esto. La primera habría construido las pirámides y el laberíntico complejo subterráneo hace unos 12.000 años y la segunda habría taponado los túneles y las cámaras y probablemente destruido la zona en la medida de lo posible hace 5.000. ¿Quiénes fueron unos y otros y por qué actuaron así? Misterio...

Además de las pirámides, los equipos de arqueólogos en su mayoría voluntarios que trabajan en la zona han descubierto también, a unos 5 kilómetros de distancia, lo que parece ser un gran túmulo, el de Vratnica: otra colina en apariencia natural en forma de cono, construida mediante la combinación de capas de bloques megalíticos de más de 10 toneladas, arcilla y cemento. Un equipo de físicos de Croacia detectó allí mismo en 2010 un fenómeno electromagnético que produce un rayo de luz de 28 kHz en la cumbre del túmulo. Un fenómeno similar se ha descubierto también en la cima de la pirámide del Sol...

- El próximo verano me voy a organizar una escapadita a Bosnia aprovechando las vacaciones -ronronea Mac Namara.
 











lunes, 23 de abril de 2012

San Horus

Ni San Jorge ni San Jordi: hoy es San Horus. En realidad, como todos los días del año, porque cada jornada se reproduce la interminable e inmortal batalla entre la Luz representada por Horus y las Tinieblas asumidas por Seth. La imagen original de Horus (original, por lo que nosotros sabemos históricamente, ya que lo más seguro es que la personificación de esta deidad solar del Antiguo Egipto se remonte a un modelo aún anterior) montado en su barca y alanceando en el Nilo a un Seth con forma de hipopótamo fue uno de los iconos más conocidos y venerados entre nuestros antepasados, hasta el punto de que generación tras generación numerosos artistas lo han reproducido en numerosas ocasiones. Su romanización (en la que Horus cambia la barca por un caballo y Seth transfigura su imagen para convertirla en la de un cocodrilo, más próximo a la naturaleza reptil que tanto odio y temor implica en la inmensa mayoría de las culturas), como la que aparece en la imagen que ilustra el comienzo de este artículo, facilitó todavía más la universalización del concepto, que acabó incrustándose en la memoria colectiva occidental a través de diversas versiones como la figura del arcángel San Miguel conta Satanás, el apóstol Santiago contra el Moro o San Jorge/Jordi contra el Dragón.

El momento dulce de la victoria de San Horus (victoria en todo caso aparente, porque cada día, insisto, comienza de nuevo la batalla ya que ninguno de los dos Grandes Principios puede lograr el éxito total so pena de destruir el ciclo evolutivo que nace de la fricción entre las fuerzas opuestas) no debe hacernos olvidar que se consigue tras no pocos sacrificios. Hor (el verdadero nombre del dios ya que Horus es su denominación griega) estaba desde el principio y por su propia naturaleza de divinidad solar orientado a luchar contra el tenebroso Seth/Saitan/Satán, habitante y promotor de la oscuridad. El asesinato a traición de su padre Osiris (Asir en egipcio), a manos de su tío Seth (Suty en egipcio) y el posterior descuartizamiento del Dios Verde le abocó a la intensificación de esta lucha azuzado por la necesaria venganza impulsada por su madre Isis (Ast en egipcio).  Según nos revelan los antiguos mitos, el combate definitivo
 entre Horus y Seth tuvo proporciones titánicas hasta el punto de que el primero estuvo a punto de ser derrotado e incluso perdió un ojo en el transcurso de la batalla. Desde entonces, el cielo quedaría iluminado durante el día por el ojo sano del Dios Halcón (el Sol) y durante la noche por el ojo herido o perdido (la Luna). Imposible no relacionar esta personal característica física de Horus con la de su, en cierto modo, equivalente nórdico: el gran Dios Gris, Wotan el Tuerto, quien perdió su ojo buscando la sabiduría en su propia y peculiar epopeya contra las fuerzas del Mal.

Así, la conmemoración del 23 de abril es mucho más antigua y mucho más arcana de lo que comúnmente se considera, y es por ello por lo que algunos de los hechos históricos relacionados con este aniversario podrían esconder un significado oculto para los iletrados. Es el caso de la fundación de la Orden de la Jarretera (la orden de caballería -precisamente- más antigua del Reino Unido, aún en vigor) o el comienzo de las obras del Monasterio de El Escorial (ese monumento al ocultismo hispano creado por el rey brujo Felipe II).
Pero es que, además, por una de esas serendipias dispuestas por los más viejos dioses, justo en esta fecha se conmemora la muerte de los dos principales escritores sobre los que tenemos noticia, ambos creadores de obras maestras que ocultan a menudo más de lo que se puede leer en primera instancia: el patrón de los novelistas, el español Miguel de Cervantes..., que murió en realidad el día anterior y fue enterrado el 23; y el patrón de los dramaturgos, el inglés William Shakespeare..., que murió, sí, un 23 de abril pero del calendario juliano, que para nosotros es el 3 de mayo. Otros autores conocidos fallecieron en esta misma fecha como William Wordsworth, Josep Pla o el Inca Garcilaso de la Vega, lo que permitió a la UNESCO disponer de la excusa perfecta para crear, en su conferencia general del 15 de noviembre de 1995, el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor.

Pocas creaciones materiales más nobles que el libro, en el devenir del homo sapiens por el mundo. Se ha dicho en multitud de ocasiones que "no hay libro malo y que de todos se puede aprender algo". La primera parte de esta frase no es cierta: de hecho, existen multitud de libros malos y, aún más, libros peor que malos. Sin embargo, es cierto que de todos podemos sacar algo, empezando por el refinamiento del espíritu a medida que vamos desechando aquellos textos que no merecen la pena mientras aprendemos cuáles son los que de verdad nos alimentan en nuestro interior. En la Universidad de Dios conocemos el valor de los libros, en especial de ciertos libros que son de consulta y reflexión permanente porque contienen retazos de trascendencia: la auténtica huella de las estrellas que sus redactores, hombres afortunados que degustaron en su día el néctar de la eternidad, supieron depositar sobre sus páginas al conservar la suficiente lucidez para dar testimonio cabal de la sabiduría a la que tuvieron acceso. A pesar del intenso trabajo de los Herederos de Seth para buscar y destruir esos textos preciosos a lo largo de la Historia (aún me emociono y lloro cuando recuerdo la tragedia de la Gran Biblioteca de Alejandría), el conocimiento verdadero encuentra siempre la manera de perpetuarse a sí mismo.

Hay muchos libros de interés esperándonos ahí fuera y no todos tienen como protagonistas exclusivas a las letras. Algunos nos hablan de números como El ojo de Shiva, el sueño de Mahoma, Simbad... y los números, recientemente publicado por la editorial Destino. Su autor es, curiosamente, un matemático llamado Antonio J. Durán quien defiende que si las personas comprendieran mejor los números, si los manejaran con mayor soltura, tendrían menos problemas en su vida y quizá incluso la crisis actual no fuera tanta. Sin entrar al recuerdo de los trabajos directamente relacionados con la Numerología, es interesante recordar que, para muchos pueblos antiguos, los números eran sinónimos de letras por lo que las palabras y las frases podían interpretarse no sólo por lo que decían textualmente sino por el significado escondido en la suma de las letras que las formaban. Pero este concepto se ha perdido, como tantas otras cosas, para el común de los mortales. Aún así Durán pretende que éste, y otros textos firmados por él en relación con la matemática permitan reconocer a los números "como aliados, no como enemigos".

Durán es profesor de matemáticas en la Universidad de Sevilla y un firme defensor, como debe ser, de la materia que ocupa su tiempo profesional y de investigación. Así lo demuestra en Vida de los números o Pasiones, piojos, dioses..., y matemáticas, algunas de sus obras previas. En El ojo de Shiva... etc., se mantiene fiel al postulado histórico oficial según el cual los números modernos y algunos de sus conceptos básicos como el cero llegaron a Occidente desde Oriente, desde la India, a través de los países islámicos y que, una vez instalados en España se extendieron al resto de Europa hasta alcanzar un uso universal durante el Renacimiento (en realidad, ésa es la crónica del regreso, cuando el Viejo Continente había olvidado ya tantas cosas, puesto que, como el resto de las creaciones de la civilización, los números nacieron en este lado del mundo y desde aquí partieron hacia el resto del planeta aunque esto no se pueda defender hoy públicamente). Aún así, su obra es entretenida y recomendable, fundamentalmente por esa pasión que introduce a la hora de intentar reconciliar al hombre corriente con los números, cuya fuerza y lógica deberíamos aprender a ver como aliadas en los retos de la vida diaria y no como difíciles obstáculos para la comprensión de cuanto nos ocurre. "Los números no llegaron separados a nosotros de tradiciones narrativas tan importantes como la de 'Las 1001 noches'", defiende el autor, "por lo que la separación entre ciencias y letras es ridícula: empobrece la contemplación del ser humano, es una separación artificial".

No hace tanto tiempo, nuestros antepasados sabían reconciliar ambos conceptos y sus estudiantes se empeñaban tanto con el trivium como con el quadrivium, dedicando su tiempo de la misma forma al lenguaje, la razón, las figuras literarias, los números, la geometría, la astronomía y la música. Tal vez debiéramos dejarnos de experimentos y diseñar la ansiada reforma educativa orientándola de regreso a aquella época, hacia una recuperación del espíritu universalista y renacentista de los que nos precedieron, en lugar de la estéril especialización hacia la que nos vemos abocados en la actualidad.










viernes, 20 de abril de 2012

La frase de Malraux

No sé por qué el homo sapiens se preocupa tanto por los animales en peligro de extinción, teniendo en cuenta que el que tiene más posibilidades de desaparecer del planeta a corto plazo es precisamente él. Los dos escenarios prospectivos más populares en este momento pronostican un negro futuro para la especie humana. Sin embargo, la mayoría de sus individuos prefieren seguir mirando para otro lado y huyendo hacia delante sin preocuparse, aparentemente, por la creciente manada de chacales y otros carroñeros que hace tiempo viene siguiendo su rastro y está, cada día que pasa, más cerca de morderles el culo (y todo lo demás). Con infantil ingenuidad, se fía todo a las novedades artificiales, a esa New Age científica que se anuncia como casi definitiva y a la vuelta de la esquina, un poco al estilo del empujón tecnológico del siglo XIX, y que se supone solucionará todos los problemas con nuevos diseños cada vez más ultramodernos y multifuncionales para solucionar el hambre en el mundo, curar el cáncer de cualquier tipo, conquistar las estrellas o garantizar la seguridad y la estabilidad de las naciones..., aunque el día a día nos muestre todo lo contrario.

Primer escenario prospectivo: la tecnología nos destruye. Y a no mucho tardar. La verdad es que, si hay que hacer caso a los principales mass media, el Apocalipsis está ya a la vuelta de la esquina. Repasar la lista de los riesgos a los que estamos sometidos en este momento es hacer oposiciones a la depresión porque la gama es amplísima y para todos los gustos. Podemos ser destruidos por una nueva peste incontrolada (mezclando el SIDA con la gripe A), una brutal crisis medioambiental (con diferentes opciones: desde la sequía que arrasa los países "civilizados" hasta las inundaciones mundiales por la supuesta pérdida masiva de hielo en los polos, pasando por una cadena ininterrumpida de terremotos y otras), un experimento descontrolado (el ejemplo típico es el del Gran Acelerador de Hadrones), un impacto cósmico (sus dos principales variantes en este momento son: uno, meteorito-terrible-que-nos-aniquila-estilo-dinosaurios y dos, explosión-incontrolada-de-llamaradas-en-ciclo-anómalp-del-sol), un conflicto generado por masivos movimientos demográficos debido a las hambrunas colosales en grandes partes del globo..., sin olvidar la clásica guerra nuclear y/o mundial permanentemente a punto de empezar en cualquier parte del planeta con un desafío concreto (norcoreanos contra japoneses, israelíes contra iraníes, indios contra paquistaníes, chinos comunistas contra chinos capitalistas de Taiwán...).

Si sumamos a eso las conspiraciones políticas y la influencia cada vez más obvia de lobbies y grupos de poder de todo tipo, movidos por fuerzas oscuras cuyo interés principal radica en hacerse asquerosamente ricos cumpliendo de paso esa vieja utopía de vamos-a-conquistar-el-mundo, la cosa es todavía más desoladora. Sobre todo cuando tanto se insiste desde los círculos conspiranoicos en la tesis de que los principales impulsores del mundialismo o globalización desean aniquilar al menos a las tres cuartas partes de la actual humanidad, no ya para garantizar la futura sostenibilidad del planeta, sino para reinar después como nuevos señores medievales sobre el resto de los empobrecidos supervivientes, reducidos al nivel de miserables siervos... Lo cierto es que estamos tan acostumbrados a leer libros y ver películas cuyo tema central es el fin del mundo que incluso empieza a extenderse por todo el planeta una impaciente sensación de que ya está tardando en llegar. Sobre todo en EE.UU. (pero no sólo ahí) donde son legión los que acumulan comidas, medicinas y armas en refugios subterráneos prestos a defenderse contra la esperada futura dictadura de su país, el esperado dominio efectivo de la ONU, la esperada invasión extraterrestre, la esperada crisis zombie o la esperada llegada del mismísimo Anticristo. Estoy completamente seguro de que el 1 de enero de 2013 mucha gente se va a sentir muy decepcionada cuando vea que 2012 pasó y no se acabó todo..., aunque con todos los riesgos antes enumerados es sólo cuestión de tiempo esperar un poquito más para contemplar el definitivo desmoronamiento de este neoimperio romano en el que nos hemos instalado.

 Segundo escenario prospectivo:  la tecnología nos salva. Una solución aún peor, cuando vemos en qué tiene pinta de acabar ese salvamento, que no es otra cosa más que la deshumanización y robotización del ser humano hasta que éste desaparezca por completo de la faz de la Tierra, sustituido por un ser mecánico con aspecto humanoide pero completamente muerto por dentro. Sin mencionar de nuevo aberraciones ya en proceso de ensayo sobre las cuales ya nos advirtió tiempo atrás Mac Namara (especialmente los chips injertables bajo la piel), casi cada día las grandes empresas informáticas nos presentan como grandes soluciones nuevas herramientas destinadas en realidad a esclavizarnos un poquito más. Hace unos días, por ejemplo, nos
enseñaban esas gafas de realidad aumentada que Google aspira a comercializar antes de finales de este mismo año que, además de una microcámara incorporada para convertirnos en reporteros perpetuos de la comunidad mundial, proyectan en sus lentes (empeladas como micro pantallas) todo tipo de información disponible sobre el objeto o edificio o elemento natural que estemos observando en tiempo real. Incluso sobre la persona que tengamos delante. Como se ve en el ejemplo de la fotografía, vamos a coger el Metro pero al bajar las escaleras ya nos advierte de que la línea 6 está suspendida y nos ofrece mostrar sugerencias alternativas para desplazarnos...  Otro de los monstruos informáticos, Microsoft, está probando ahora entre otras cosas el Pocket Touch: un prototipo de pantalla táctil que se lleva oculta entre la ropa y sirve para mandar mensajes rápidos. Supongamos que está uno en una reunión y le llaman por teléfono: la llamada se refleja en el prototipo, que llevamos en el bolsillo interior de la americana y, sin necesidad de sacarlo de allí, podemos dibujar un signo simple sobre la pantalla (encima de la ropa) que el aparato interpreta y remite al que llama como "No puedo atenderte ahora, luego te llamo". Así podremos hacer más, ser más productivos, más rápidos, estar permanentemente conectados, atendiendo todos los frentes...


Hay cosas aún más terribles. IBM trabaja sobre el proyecto de un ordenador capaz de imitar el funcionamiento complejo de un cerebro humano. Aunque su consumo es muy superior al cerebro (unos 85kW por los 20 vatios que apenas emplea el órgano original) podrá simular el trabajo simultáneo de 100.000 millones de neuronas. Se supone que el proyecto culminará hacia 2022, aunque probablemente esté listo antes. El objetivo es la creación de la denominada Inteligencia Artificial: una meta completamente estúpida que jamás he terminado de entender si es que los que trabajan en ello y pagan por ello no son otra cosa que un comando de suicidas..., puesto que cae por su peso que el día en el que se invente una máquina que piense sola, es cuestión de tiempo (de muy poco tiempo) que acabe tomando el control de la humanidad, por considerarla "imperfecta", y fundando un imperio de
máquinas que se reproducirán a sí mismas, mejoradas, de manera imparable. La Ciencia Ficción ha adelantado este escenario cientos de veces en diversas historias, algunas de ellas, muy famosas... De hecho, cada vez me parece menos casualidad que Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick emplearan las siglas de IBM (aunque al final ésta les obligara a cambiarlas legalmente) para identificar a HAL 9000, su siniestro y criminal ordenador a bordo de la nave Discovery 1...  Por cierto que ya existe un "cerebro artificial" en toda regla creado a partir de ADN humano. Lo construyó recientemente un equipo del Instituto de Tecnología de California a partir de una red integrada por moléculas de ácido desoxirribonucleico con el equivalente a cuatro neuronas. Esta red se demostró capaz de reconocer patrones de sucesos, formar recuerdos a partir de patrones incompletos, tomar decisiones y realizar diferentes acciones..., como si perteneciera a un organismo vivo.



Otro plan escalofriante de futuro es el anunciado durante su visita a España hace pocas semanas por Koji Eto, investigador del Centro de Investigación y Aplicación de Células IPS (células madre pluripotentes inducidas) de la universidad de Kioto que, ufano él, ha presentado sus planes para la creación de sangre artificial a partir de plaquetas obtenidas con la manipulación de células de piel reprogramadas. Eto prevé que, en un par de años o tres, comenzará la fase de ensayos clínicos para llevar a la práctica los trabajos de laboratorio actuales que analizan cómo crear esta sangre artificial, oficialmente para dejar de depender de las donaciones. Las células IPS fueron generadas en 2006 por Shinya Yamanaka, otro investigador del mismo centro que Eto. La disponibilidad de sangre artificial abriría la puerta además para reformular sus características: podría "mejorarse" la sangre igual que ahora se "mejoran" determinados productos alimentarios para introducir en ellos propiedades a la carta, por ejemplo sanitarias, pero ¿quién sabe los efectos que esa pretendida mejora tendrán realmente a largo plazo en el organismo del consumidor? Por cierto que la sangre es, según todas la antiguas tradiciones, la sustancia más preciosa del ser humano en su plano material: la clave, incluso, para entender su destino trascendente. La llamada sangre real y otros linajes de sangre, los sacrificios de sangre, las historias de vampiros y otros chupasangres..., guardan algunos secretos que conocen ciertos sabios. Privar a los hombres del futuro de la sangre generada por su propio cuerpo para sustituirla por sangre artificial es, definitivamente, sustituir la humanidad por otra cosa. Lo que abona el terrible planteamiento de párrafos más arriba: quizá en un futuro próximo existan dos tipos de personas caminando por el mundo: los seres humanos modificados y mejorados a través de su robotización y los de verdad. Ambos presentarían exteriormente el mismo aspecto pero serían de estirpes muy diferentes. Tal vez en algo así está
pensando otro polémico científico japonés, Hiroshi Ishiguro: el creador de los golem bautizados como Geminoids, unos robots de apariencia humana con capacidad de interactuar con la gente (el más famoso de los cuales es el Geminoid H1-2, una copia fiel del siniestro y narcisista científico nipón). Ishiguro, que reconoce sin pudor inspirarse en los replicantes de la película Blade Runner, se despachó hace poco con unas declaraciones horribles según las cuales "el día de mañana los humanos se enamorarán sin problemas de los androides..., sólo hará falta que sean capaces de reproducir las emociones que caracterizan a la raza humana".


Así que la alternativa es funesta: o nos destruye la tecnología o nos "salva" la tecnología... ¿No hay otra salida? Sí, la hay, siempre la hubo, pero a medida que pasan los años aparece más diluida, más escondida, más laberíntica para el profano. Lo que salvará al ser humano no está fuera de él sino en su interior. Lo expresó con claridad André Malraux con la que se ha convertido, tal vez, en la frase más popular de toda su producción. Y eso que no figura en 
ninguno de los textos del popular novelista y político francés..., sino en una entrevista que concedió, siendo ministro de Cultura galo en 1963 (qué gran año, aquél), al director de la revista argentina Criterio, Carlos Floria. La frase en cuestión dice: El siglo XXI será religioso o no será en absoluto. Estoy completamente de acuerdo con él, entendiendo "religioso" por "espiritual", es decir, por el dominio del espíritu, no de los fanatismos religiosos (y aquí incluyo a todas las religiones conocidas, desde el fosilizado vaticanismo hasta el miope rabinato, desde el blando budismo hasta el colérico islamismo o el infantil animismo) que en el fondo cumplen un papel similar al de la ciencia y la tecnología a la hora de despistar al homo sapiens al hacerle creer que el sentido de la vida está fuera de sí mismo. Pero la verdad es que la salida a la crisis del hombre sigue estando donde siempre estuvo: dentro de él.









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miércoles, 18 de abril de 2012

John Carter, de Marte

Edgar Rice Burroughs fue uno de los más grandes y, como tal, hoy es un absoluto desconocido. En nuestros días saturados de iconos tan escandalosos y excitantes como vacuos, resulta difícil para el neófito comprender la importancia del trabajo de este hombre que ha inspirado a casi la totalidad de creadores de Ciencia Ficción y Fantasía que en el mundo han sido a lo largo del siglo XX. Y eso que su propia vida no fue precisamente aburrida: trabajó como vaquero e incluso se enfrentó con los apaches en Arizona formando parte del mítico 7º de Caballería, escribió casi setenta novelas de diversos temas (desde relatos del Oeste hasta evocaciones históricas, pasando por aventuras de piratas y, por supuesto, nuestro género favorito) y con 66 años tuvo el santo coraje de marcharse como corresponsal de guerra al Pacífico Sur, enviado especial de Los Angeles Times (fue uno de los corresponsales más entrados en años de la Segunda Guerra Mundial). Para los adoradores del Fantástico, siempre tendrá un lugar de honor en nuestros altares como el venerado creador de Tarzán, de John Carter de Marte, de Carson de Venus y (especialmente en el caso del que firma esta bitácora) del alucinante mundo de Pellucidar: su propia versión sobre la tierra hueca.

Tarzán es el héroe más conocido, con diferencia, de la cuadra Burroughs. Su primera novela, Tarzán de los monos, fue un éxito desde el primer momento de su aparición en 1912, el mismo año en el que publicó también la primera de John Carter: Una princesa de Marte, que con el tiempo se convertiría en su segunda gran serie de éxito. Cuando contemplo esas portadas de las primeras ediciones de las obras publicadas por ERB (o por algunos de sus contemporáneos como H.P.Lovecraft, Arthur Machen, Robert E. Howard, Robert William Chambers y tantos otros), con su indudable sabor a comienzos del siglo XX (¡ese siglo que, pensaban en aquel entonces, iba a resolver todos los problemas de la humanidad gracias a los prodigiosos avances tecnológicos en todas las áreas!) siento curiosidad por conocer lo que hubiera pensado acerca de la interpretación contemporánea de los protagonistas de sus narraciones, tanto en las ilustraciones de dibujantes modernos, como en sus adaptaciones al tebeo y al cine. 

Y no creo que hubiera tenido queja respecto al destino de Tarzán, convertido enseguida en una de las marcas más exitosas de la literatura popular durante el siglo pasado, aunque las generaciones actuales, con su displicente aire de estar de vuelta de todo, lo contemplen un poco por encima del hombro como algo "pasado de moda". Respecto a John Carter, su éxito en los
Estados Unidos fue muy superior al que tuvo fuera de allí, aunque sus novelas llegaron también a España y se han reeditado desde entonces, algunas de ellas recientemente. Tras Una princesa de Marte llegaron Dioses de Marte, El Señor de la Guerra de Marte, Thuvia, doncella de Marte, El Ajedrez Viviente de Marte, El Cerebro Supremo de Marte, Un guerrero de Marte, Espadas de Marte, Los hombres sintéticos de Marte, Llana de Gathol y (creo que no me dejo ninguna) John Carter de Marte. Las aventuras de Carter y sus colegas marcianos fueron muy bien recibidas por el público y adaptadas constantemente a los tebeos y al mundo de la ilustración (espectacular y asombrosa es, en especial, la interpretación del gran Frank Frazetta, algunos de cuyos trabajos vemos aquí), aunque el cine tardó bastante más en llegar, a pesar (o quizá precisamente por culpa) de que las novelas trazaban un mundo nuevo y fascinante, poblado por razas originales de estraterrestres, con su propia flora y fauna características, que cualquier aficionado a la serie desearía ver reproducido en imágenes.


Un conocido productor y director de cine norteamericano, Robert Emerson "Bob" Clampett, popular por su labor en la serie de los Looney Tunes de la Warner Brothers, fue el primero que quiso rodar una película de dibujos animados sobre la serie durante los años treinta y llegó a discutir sus términos con el propio ERB. Mucho más complicado se planteaba producir un largometraje creíble con actores de carne y hueso. Ha habido que esperar a la actualidad, cuando la industria cinematográfica dispone de un verdadero arsenal de efectos especiales para simular prácticamente cualquier cosa que se le ocurra a la imaginación, para poder llevar con cierta dignidad sus aventuras al celuloide (o al mundo digital). Lamentablemente, la distribución y publicidad de la película, producida por Walt Disney, han sido completamente desastrosas y han hecho mucho daño al que hace poco la prensa norteamericana tildaba como "el proyecto más ruinoso" de la conocida marca de entretenimiento, por las pérdidas económicas que había generado. El primero de los grandes errores es haber titulado la película John Carter, en lugar de John Carter de Marte o Una princesa de Marte, ya que el guión, coescrito por el director Andrew Stanton en compañía de Mark Andrews y Michael Chabon, se basa precisamente en la primera novela de homónimo título. Sin embargo, la cinta no desmerece del libro y, como adaptación, resulta ser más fidedigna y entretenida que la mayoría de las versiones cinematográficas de diversas historias fantásticas rodadas durante los últimos años.

Oriundo de Virginia, John Carter es un oficial confederado de la guerra civil norteamericana que, al terminar el conflicto, encuentra una mina de oro en Arizona y se hace rico. En cierta ocasión, huyendo de los indios apaches se esconde en esta cueva y cae en una muerte aparente que le transporta de manera misteriosa (una especie de proyección del cuerpo astral) a Marte, donde se reencarna en un cuerpo similar al suyo pero con el que adquiere automáticamente superpoderes por los efectos de la distinta gravedad. Carter ya era de suyo valiente, honorable y audaz, además de galante y educado, pero ahora se encuentra con superfuerza, superagilidad y con capacidad de practicar supersaltos (en la película, estas características se exageran hasta convertirle casi en una especie de Superman semi volador). De inmediato toma contacto con las extrañas razas que pueblan Barsoom, que es el nombre con el que los belicosos marcianos conocen su propio planeta. Su principal amigo allí es Tars Tarkas el jeddak o líder de una raza marciana cuyos miembros son de color verde como mandan los cánones pero en lugar de ser bajitos y cabezones, son altos, fuertes y con cuatro brazos. En esta imagen le vemos a lomos de su thoat o bestia de carga a medio camino entre un gigantesco buey y un camello.

Todo héroe necesita una heroína y la de John Carter se llama Dejah Thoris, la princesa de la ciudad de Helium que da título a la primera novela de la serie y a la que se mostrará fiel durante toda la saga. Helium pertenece a los hombres rojos que, como su nombre indica, son similares a los humanos pero de una tonalidad cobriza. En el caso de esta mujer, no sólo está a la altura del protagonista de la saga en cuanto a valentía y fiereza sino que es además una belleza excepcional, aunque en los libros se la describe con mayor sensualidad que como finalmente aparece en pantalla (no olvidemos que es una producción Disney, después de todo).  


Con la compañía de Tars Tarkas, Dejah Thoris y otros personajes de la serie, John Carter vive grandes aventuras que hicieron las delicias de los lectores de la primera mitad del siglo XX, aunque hoy su brillo se haya apagado relativamente por la ignorancia de los lectores actuales acerca del fascinante mundo de ERB y porque, igual que sucede con el resto de la Literatura, nuestro género favorito se ha complicado  sobremanera. Ya no basta con crear escenarios originales, personajes fantásticos o misiones entretenidas..., ni siquiera con la recreación de ese concepto tan etéreo que conocemos como el sentido de la maravilla, sino que se exige, entre otras cosas, una hondura psicológica y unas referencias a la contemporaneidad de las que lógicamente carecen estas historias escritas, algunas, hace ya cien años. A pesar de ello, siguen siendo divertidas y se pueden disfrutar mucho si uno obvia los "misterios sin resolver" desde el punto de vista técnico, como la fórmula exacta para trasladarse de la Tierra a Marte y viceversa. En las novelas, John Carter llega a dominar esta especie de capacidad astral para ir y volver de Barsoom mientras su cuerpo inanimado reposa en una tumba muy especial, ya que sólo puede abrirse desde dentro. Así puede contar en primera persona a su sobrino (el propio Burroughs) las cosas que le suceden en Barsoom para que éste pueda dejar testimonio narrado sobre ellas antes de volver al planeta rojo. En la película aparecen unos extraños seres calvos y a medio camino entre sacerdotes y científicos, que se les dan de inmortales y que exudan un característico aire Illuminati en su afán por regir los destinos de Barsoom (y de la Tierra), que poseen una exótica tecnología gracias a la cual se puede realizar el viaje espacial en un abrir y cerrar de ojos con ayuda de unos broches.


 Entre otras muchas cosas, el largometraje respeta el cameo del autor como sobrino del protagonista así como la existencia de la tumba con apertura unidireccional. También aparecen otros personajes presentes en los relatos originales, como Sola, la hija secreta de Tars Tarkas, pacífica y de buen corazón, o Woola, un simpático y monstruoso perro (o algo parecido) marciano de seis patas que se entrega como fiel mascota a John Carter y le acompaña en muchas de sus aventuras. Por cierto que algunos de los protagonistas de la película aparecen tan digitalmente disfrazados que son irreconocibles. Es el caso del conocido Willem Dafoe, que encarna a Tars Tarkas. Taylor Kitsch se encarga de interpretar a John Carter y Lynn Collins a Dejah Thoris, mientras el inquietante Mark Strong es el jefe de los calvos inmortales y el solvente Ciarán Hinds sobrelleva como puede la ridícula vestimenta que le corresponde ostentar en el papel de rey de Helium.

No es una película perfecta (se resiente, sobre todo, en el montaje, donde da la impresión de que faltan escenas recortadas para que no se alargara demasiado), pero sí una buena adaptación de la novela original, que merece la pena ver...  Se supone que ERB murió de un ataque al corazón en 1950. Yo tengo la hipótesis de que en realidad no falleció sino que todo fue una treta para fugarse discretamente a Barsoom y unirse a su tío en sus correrías marcianas. Desde allí bajará algún día de regreso a la Tierra y, tras abrir la tumba, se dará una vueltecita por nuestro mundo para ver cómo marchan las cosas. Y apuesto a que le gustará la versión cinematográfica de sus novelas cuando la vea.

 






lunes, 16 de abril de 2012

En el camino del filósofo

Un dios en condiciones debería ser, lo primero de todo, un filósofo. Y un filósofo de verdad debería comprender, sin vanidad ni narcisismo, que lleva en sí mismo el germen de la divinidad. Ya que la misma definición de Filosofía como el Amor o la Querencia por la Sabiduría la convierte en la primera y más deseable de las aptitudes. ¿Que deidad está en disposición de actuar con justicia y rectitud y de realizarse enteramente a sí misma si no es el primero de sus anhelos el de conocer quién es ella de verdad, de dónde viene y cómo debe actuar, cuáles son las reglas del juego?

Epícteto, mi profesor de Filosofía en la Universidad de Dios, insiste mucho en el recto proceder del filósofo. Dice:


"La actitud y la forma de ser del que no es filósofo le delatan porque nunca espera de sí mismo su provecho o su perjuicio, sino que siempre lo aguarda todo de los demás. Sin embargo la actitud y la forma de ser del que es filósofo de verdad es no esperar nada de nadie sino de sí mismo: tanto su provecho como su perjuicio, ambos en su totalidad. Si quieres saber si estás progresando en el camino de la sabiduría fíjate en esto: no censuras a nadie, no alabas a nadie, no te quejas de nadie, a nadie acusas, no hablas de ti mismo como si fueras importante o como si supieras algo. Si observas estas señales, vas bien encaminado."


- ¿Y si hay algún obstáculo? -pregunto, interesado- Porque es fácil filosofar cuando las cosas marchan, más o menos, pero cuando la vida se complica...


"En ese momento será especialmente fácil saber si sigues el camino sabio pues el filósofo no la emprende con ninguna otra persona sino con él mismo cuando encuentra un obstáculo o a alguien que le impide lo que desea. Si otra persona le critica, no le contesta intentando justificarse sino que se explora a sí mismo con el fin de comprobar si su percepción es correcta y de este modo proceder a su autocuración. Si se le trata de simple o ignorante, no se apena ni se lo toma a mal. Si, peor, otra persona le alaba, en secreto se burla de sus piropos y no se da mayor importancia pues sabe que hace lo que debe hacer."


- ¿Nada le altera? -insisto.


"Nada le altera, pues ha suprimido en sí mismo todo deseo exterior, hacia aquellas cosas que no dependen de él. Muestra siempre movimientos amables y contenidos hacia todo y hacia todos. Sólo vuelca su aversión hacia las cosas que, dependiendo de él mismo, están en contra de las leyes de la Naturaleza pues está siempre en guardia contra sí mismo como contra un hombre que le tiende continuamente trampas y que es es su peor enemigo."

Cierta secuencia de El imperio contraataca, cuando Luke Skywalker está aprendiendo de la mano de Yoda en medio del infecto pantano donde vive el diminuto maestro verde y se ve obligado a luchar contra sí mismo, refleja exactamente este pensamiento de Epícteto. La guerra es eterna, pero la batalla más importante se libra siempre en el interior de uno mismo. Y sólo el verdadero filósofo está en disposición de ganarla. 













viernes, 13 de abril de 2012

El gozo de inventar

Uno de los motivos que debería inducirnos al optimismo por muchos nubarrones que veamos sobre nosotros es la sorprendente capacidad de invención del ser humano, que suele hacer de la necesidad virtud. Es precisamente en los momentos de mayor crisis cuando se estruja más la cabeza para salir adelante y, con un poquito de suerte, lo consigue. Hay estudios por ahí que explican la pujanza y preeminencia de la cultura europea (y su directa heredera norteamericana) sobre la de otros ámbitos geográficos y políticos del planeta, en teoría más beneficiados por el clima o la ubicación, precisamente apelando a razones de dificultad: cuanto más complicado y más duro sea el día a día, cuantos más obstáculos encontremos para sobrevivir y salir adelante, más posibilidades hay de conseguirlo o, al menos, de mejorar nuestro ámbito de vida en el intento por conseguirlo. La Historia de la Guerra nos ofrece también buenos ejemplos de cómo un grupo reducido de soldados ha obtenido extraordinarios éxitos frente a ejércitos mucho más numerosos o mejor situados en principio, a condición de que el primero estuviera compuesto por hombres curtidos, acostumbrados a las penalidades y a la exigencia sobre sí mismos, mientras los segundos estuvieran integrados por gentes corrientes no especialmente sometidas a grandes esfuerzos. La batalla de Azincourt es un buen ejemplo, con la épica victoria de los algo más de 9.000 veteranos ingleses comandados por el decidido Enrique V sobre los aproximadamente 20.000 franceses dirigidos por el condestable Carlos d'Albret y el mariscal Juan Le Maingre.

La clave es la exigencia sobre uno mismo. En el blando mundo contemporáneo, hemos fijado nuestro umbral de tolerancia al dolor y el esfuerzo más o menos a la altura de las suelas de nuestros zapatos. Estamos acostumbrados a quejarnos y exigir, a poner siempre por encima el respeto a nuestros derechos en lugar del respeto a nuestros deberes, a que nos den las cosas hechas o al menos previamente "masticadas"..., y en cuanto nos encontramos un problema más grande de lo habitual o diferente o varios problemas juntos en lugar de una secuencia ordenada y conocida de ellos, nos entra el pánico, nos quedamos en blanco y nos despeñamos por la primera curva. No deberíamos tener tanto miedo a los problemas. Es más: tendríamos que acostumbrarnos más bien a buscarlos, si es que tenemos una vida tan tranquila y sosegada que no llegan por sí mismos. ¿Por qué?  Pues porque la única forma de crecer,
 aprender cosas nuevas y fortalecernos pasa precisamente por enfrentarnos a retos y desafíos de todo tipo. El gran Gurdjieff, que sabía esto muy bien, cuenta en sus libros cómo durante su juventud montó una tienda con el rótulo "Arreglamos todo"... Y eso era lo que hacía exactamente, admitiendo todo tipo de encargos. Lo mismo tenía que enfrentarse a una radio que no funcionaba que a una máquina de escribir rota o a una plancha inutilizada. Lo grande es que no tenía ni idea de cómo arreglar ninguna de esas cosas, porque no era en absoluto especialista en ellas, así que lo que hacía era desmontarlas cuidadosamente y estudiarlas hasta descubrir lógicamente dónde estaba el problema y proceder entonces al arreglo. Con esta curiosa y autodidacta manera de actuar, acabó aprendiendo un montón de profesiones en poco tiempo.

Enfrentarnos a los desafíos diarios nos permite desarrollar la imaginación y al creatividad e inventar nuestras propias, originales y, si están bien trabajadas, efectivas maneras de resolver nuestros asuntos, sin tener que atender a las directrices impartidas por nadie en especial. El de inventor es un oficio antiguo, nobilísimo además de práctico que, por si fuera poco, sirve para beneficiar a los demás, aparte de a uno mismo. Tiene mucha relación con la labor del artista..., es de hecho el que lo ejerce un tipo de artista, aunque en lugar de pintar cuadros, tallar estatuas, entonar canciones o crear mundos literarios fabrica artilugios técnicos, adaptados al uso diario. Admiro a las personas que poseen esa capacidad a lo MacGyver para diseñar, por ejemplo, un motor nuclear a base de trastear con tres alambres, una linterna, una bobina de hilo de pescar y una caja de cerillas. Por desgracia, la globalización y la comodidad ha reducido brutalmente el número de inventores (y de inventos de interés) en todo el mundo.

Uno de los últimos acerca de los cuales he tenido noticia es Santi Trias Bonet quien, tratando de resolver un problema relacionado con el buceo, descubrió por casualidad una forma de energía limpia y barata. Este hombre descubrió que la fuerza de succión que se genera en una columna de agua (que conoce muy bien cualquiera que se haya sumergido con botella un buen puñado de metros bajo el mar) podría utilizarse también para la producción de este tipo de energía cien por cien libre de elementos contaminantes. A fin de divulgar su idea, la ha desarrollado en el proyecto STBSYSTEMS, después de ganar con ella la última edición del Innovation Festival Lab Barcelona..., lo cual le ha abierto la posibilidad de negociar con diversas empresas e instituciones que pudieran estar interesadas en la producción industrial de su diseño para generar el bien más codiciado de cualquier sociedad contemporánea: la energía abundante y a precio asequible. Falta ahora que su proyecto no acabe, como otras tantas buenas ideas antes de la suya, encerrado bajo llave en un cajón. Las presiones de las grandes empresas energéticas del mundo, que son muy pocas pero muy poderosas, ha enviado al cubo de la basura muchos inventos de este tipo antes del de Trias Bonet que hubieran permitido el empleo, desde hace ya mucho tiempo, de energías realmente alternativas, limpias y eficientes que pudieran sustituir al petróleo, el carbón y demás. A estas multinacionales no les interesa que este tipo de energías se desarrollen porque perderían no sólo mucho dinero sino sobre todo mucho control sobre el planeta: tanto el que ejercen sobre los países productores como el que ejercen sobre los consumidores.

Muchos otros inventos que hoy nos parecen de uso corriente nacieron casi por azar, cuando sus desarrolladores investigaban otras cosas. Hay ejemplos muy conocidos como el de los Post it, cuyo limitado poder adhesivo se constituyó en un gran éxito, siendo así que inicialmente había sido un fracaso ya que el químico Spencer Silver pretendía crear un pegamento superfuerte y consiguió justamente lo contrario. O el velcro, palabra que proviene de la suma de un término francés (Velours, que significa terciopelo) y otro inglés (Crochet, o sea, gancho), ya que su inventor, el ingeniero suizo George de Mestral, descubrió cómo fijar con facilidad dos cintas de tela teniendo una de ellas cosido un conjunto de pequeñas púas flexibles en forma de gancho que se pegan por simple presión a la otra cinta cubierta de fibras enmarañadas de un tipo aterciopelado.

Ahora que estamos en crisis debería ser en todo caso un buen momento para contemplar la aparición de nuevos inventos. Cuando no hay necesidades que colmar, cuando uno no está agobiado por nada y vive la vida disfrutando del dolce far niente, es justo cuando nadie se toma la molestia de imaginar otra manera de conducirse, pero cuando tenemos la soga al cuello como en este momento el cerebro empieza a trabajar a toda máquina. Durante el período de entreguerras, en el siglo XX, aparecieron por ejemplo la penicilina, los semáforos o los cristales blindados, entre otras muchas cosas (algunas de ellas delirantes como un sombrero radio para no aburrirse cuando uno pasea, un primitivo GPS que consistía en un artefacto que permitía mostrar un mapa enrrollado en función de la velocidad del coche de época, una chaqueta con calefacción eléctrica para que los policías de tráfico norteamericanos no pasaran frío durante su trabajo o un revólver Colt 38 equipado con una pequeña cámara que se disparaba en el momento de apretar el gatillo).


Incluso durante la época del Nacionalsocialismo se desarrollaron inventos e iniciativas de interés aunque no se suelen destacar porque está prohibido contar algo bueno de aquella época pero la Alemania del Reich fue el primer Estado del mundo que estableció leyes de protección a los animales incluyendo la prohibición de su vivisección y el primero en lanzar campañas antitabaco para mejorar la salud de la gente con eslóganes como: "Tú no devoras los cigarrillos, sino que son ellos los que te devoran a ti". También en ese momento se inventaron muchas de las técnicas cinematográficas (gracias a Leni Riefenstahl) que posteriormente utilizarían directores de todo el mundo, así como los principales avances tecnológicos de cohetería (empezando por Werner von Braun, el antiguo oficial de las SS posteriormente reciclado como "padre de la carrera espacial de EE.UU.", junto con muchos otros de sus colegas que fueron los verdaderos impulsores de las agencias espaciales norteamericana y rusa) y hasta el Coche del Pueblo, que es lo que significa literalmente Volkswagen. La famosa marca alemana, que recientemente protagonizaba una gran campaña publicitaria en la televisión mostrando imágenes desde los años 60 de los años XX en adelante, nació por expreso deseo de Adolf Hitler (esto no aparece nunca en su publicidad, claro), que deseaba para el ciudadano alemán medio lo mismo que le había proporcionado Henry Ford al ciudadano norteamericano medio: la posibilidad de hacerse con un coche asequible (hasta entonces eran auténticos artículos de lujo) que le diera libertad de movimiento a la gente. Hitler fue quien propuso, incluso, la forma del escarabajo, quizá inspirado en este animal sagrado para los antiguos egipcios.
  
Así que no hay excusa posible: para el próximo lunes quiero que todos y cada uno de los lectores traiga a clase su invento particular que ayude a mejorar su vida y la del resto de la Humanidad. El mejor invento se llevará un punto positivo para esta próxima evaluación.