Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

(Entre paréntesis)

Estamos tan acostumbrados a oír hablar de tragedias y catástrofes ecológicas en nuestro sufrido planeta (importante contaminación y degradación del medio ambiente, deforestaciones masivas, animales en vías de extinción, flora natural "patentada" por grandes empresas farmacéuticas...) que resulta cuando menos chocante descubrir otro tipo de noticias muy distintas a las que no se les suele dar el mismo bombo y que, de alguna forma, compensan muchos de los miedos que surgen a partir de las informaciones anteriores. Por ejemplo, sólo en los últimos 10 años y sólo en el Amazonas, se han descubierto algo más de ¡1.200 especies nuevas! Es decir, más o menos una cada tres días. Para los amantes de la estadística, el dato exacto es: 637 plantas, 257 peces, 216 anfibios, 55 reptiles, 39 mamíferos y 16 aves. Además, algunas son especialmente llamativas, como la bautizada como Hormiga de Marte (Martialis Heureka) que vemos arriba a la izquierda: el primer género de insecto vivo de este tipo descubierto desde hace casi cien años y que posee diversas características que hacen sospechar a los científicos que se trata de un animal de origen prehistórico.

Es verdad que la Amazonia (ubicada entre Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana y Surinam, se extiende en un territorio que equivale a casi dos veces Europa y la mayor parte de él está inexplorado) es con diferencia la región emergida del mundo con mayor biodiversidad conocida..., pero semejante variedad biológica debería ayudarnos a meditar sobre lo que sabemos realmente acerca de los seres vivos con los que compartimos nuestro planetal, en lugar de seguir defendiendo esa estúpida tesis según la cual el homo sapiens es poco menos que la cúspide de la creación. De hecho, y a pesar de llevar más de dos siglos largos documentando especies de todo tipo, apenas tenemos una idea cierta de todos los seres que viven en la Tierra. Según los expertos, desde que el mundo ha sido habitable, han existido sobre su superficie en torno a ¡500 millones de especies diferentes! La mayoría de ellas sólo podemos imaginar cómo fueron...

(Entre paréntesis me pregunto: ¿alguna de esas especies hoy desaparecida llegó a tener inteligencia similar o superior a la nuestra, a desarrollar algún tipo de cultura hoy desaparecida o cuyos restos supervivientes no somos, en nuestra torpeza contemporánea, capaces de reconocer?) 

En la actualidad, sólo encontramos vivas más o menos un 1 por ciento de todas esas especies: algo más de 5 millones. Un estudio reciente de biólogos brasileños cifraba en más de 260.000 millones de dólares (¿cómo lo hace el homo sapiens para reducir siempre todo a una simple cuestión económica?) el dinero necesario para intentar llegar a conocerlas a todas porque en este momento sólo han sido descritas en torno a un millón y medio, la mayoría animales marinos, insectos o microorganismos. Es interesante recordar una vez más que el planeta que llamamos Tierra está sumergido bajo las aguas en sus tres cuartas partes..., y resulta que en lo que a los animales marinos se refiere, apenas hemos sido capaces de clasificar el 1 por ciento de las especies que viven bajo el agua. Y ojo, que no son todas criaturas minúsculas. En los últimos años se han descubierto entre otras cosas varios tipos de calamares gigantes, un nuevo tiburón de 6 metros y una ballena de 12... ¿Cuántas más nos esperan debajo de la superficie? Y sobre todo ¿cómo son?

(Entre paréntesis me pregunto: ¿y si resulta que después de todo existiera en alguna parte de algún océano una civilización de sirenas y tritones respiradores de agua como los que aparecen en todos los mitos y el folklore de cuantas civilizaciones han vivido a la orilla del mar o incluso de los grandes ríos? Hay demasiadas zonas profundas e inexploradas en los lechos marinos como para desechar alegremente esta tesis invocando "los avances científicos")

Lo cierto es que según los cálculos de los que saben, el océano esconde hasta 750.000 especies hoy todavía desconocidas. Y eso a pesar del primer gran censo de vida marina que se presentó hace un par de años, tras un decenio de trabajo y más de medio millar de expediciones que permitieron catalogar 120.000 especies, de las cuales 6.000 nuevas. Para su sorpresa, los investigadores han descubierto que el fondo del mar, lejos de ser un desierto por culpa del frío, las altas presiones y la perenne oscuridad reinante, es un hervidero de formas de vida desconocidas. Desde arañas gigantes hasta gusanos con tentáculos o cangrejos tan raros como éste que vemos aquí, el denominado "Yeti de los cangrejos" por su color y aspecto. Aunque tampoco hay que irse hasta el fondo del mar, matarile, rile, rile... En el Gran Arrecife de Coral australiano se han encontrado 10 nuevos animales en una sola expedición: desde un crustáceo con el mismo aspecto de un fantasma, un pez hacha de aspecto explícito o una medusa que irradia su propia luz.

De entre todos los animales hallados recientemente, uno de los más bizaros es el Gusano del Diablo (Halicephalobus Mephisto) que posee un inmediato e inquietante parecido físico con el desconocido fenómeno recientemente descubierto en los polos de Saturno (compárense la foto del gusanito de marras, a la izquierda, con esta imagen del planeta, a la derecha). Este animal recibió
  su nombre no tanto por su aspecto, de todas formas horrible, sino por las condiciones infernales en las que sobrevive, hasta a 3,5 kilómetros bajo la superficie terrestre, soportando altas presiones y temperaturas de 48 º centígrados. El Gusano del Diablo mide sólo medio milímetro y se alimenta de bacterias. Sus características especiales permiten a los investigadores especular con encontrar algún pariente suyo en otros planetas del Sistema Solar (¿Saturno, quizás?).

Tantas especies nuevas aparecen a diario que la revista National Geographic se ha permitido el lujo de escoger y publicar, sólo entre las aparecidas el año pasado, un auténtico top ten de las más asombrosas, bien por su extravagante aspecto, bien por sus habilidades particulares. Son las siguientes:

* Una sanguijuela llamada Tyrannobdella Rex (Reina Tirana) que se cree vivía ya con los dinosaurios hace 200 millones de años y que posee una única mandíbula con 8 dientes que parece un ojo. Fue descubierta ¡en la nariz de una niña peruana!


* Un murciélago de Papúa Nueva Guinea al que se ha bautizado popularmente como Yoda por su ligero parecido al legendario maestro de Star Wars y que tiene una nariz en forma de tubo que asemeja una trompeta.


* Un pez "comemadera" (o "leñador") de hasta 70 centímetros de largo que vive en la Amazonia y posee dientes en forma de cuchara con los que raspa los troncos de árboles que caen al agua y así se va alimentando.


* Un ser inclasificable denominado el calamar-gusano que vive en aguas del Mar de Célebes y posee tentáculos en su cabeza. Además, se desplaza con una especie de cerdas que emplea como si fueran remos. Si en lugar de medir 10 centímetros midiera 10 metros sería el monstruo perfecto para enfrentarlo contra Godzilla en cualquier película japonesa.


* Un lagarto que aparece curiosamente desde hace tiempo en el menú tradicional del sur de Vietnam pero hasta ahora no había sido catalogado. Lo más interesante de esta especie es que las hembras pueden clonarse y reproducirse a sí mismas sin necesidad de actividad sexual: ¡el sueño del feminismo militante!


* Un mono de hocico chato que no es especialmente discreto: en cuanto llueve se pone a estornudar por lo que su presencia, aunque nueva para la ciencia moderna, era ya conocida por los nativos de Birmania, igual que en el caso del lagarto. Ellos le llaman nwoah que significa "mono con la cara vuelta hacia arriba".


* Un sapo más pequeño que un dedo, que no pasa por la etapa de renacuajo sino que sale del huevo directamente ya como un animal joven. Como tiene una nariz larga y afinada y como el investigador que lo descubrió en Colombia posee muy poca imaginación, le bautizó con el nombre de "el sapo que se parece al señor Burns" (sí, se refiere al personaje de Los Simpsons).


* Un pulpo de Canadá, cuya mayor rareza es que es de color púrpura y que por su aspecto parece más bien un juguete para niños de Preescolar que un ser vivo.


* Un pez rosa con unas aletas que parecen manos y que de hecho utiliza como tales apoyándolas en el lecho marino para desplazarse por él como si caminara. Es natural de Tasmania, como el famoso monstruo de.


* Y una babosa de Borneo, con una cola tres veces más larga que su cabeza, que ha sido apodada Ninja (yo en realidad le habría llamado Cupido) porque cuando busca reproducirse arroja, literalmente, "dardos de amor" a su pareja: están compuestos por carbonato de calcio inyectados de hormonas y parece que funcionan muy bien. Al menos garantizan el apareamiento inmediato.


(Entre paréntesis me pregunto: ¿serán todos y cada uno de estos seres conscientes de la presencia humana en el mundo, siquiera aquéllos de entre sus respectivas especies que hayan tomado contacto con nosotros, los "amos" del planeta? ¿O acaso a su manera se sentirán ellos mismos los dueños de sus ecosistemas, la especie más perfecta en cada uno de sus territorios? Y en cuanto al homo sapiens, ¿habrá sido ya descubierto por alguna otra especie superior que se crea la más importante de la Tierra y a la que nosotros no podamos ver por ser demasiado grande e incognoscible para nuestros sentidos, como nosotros lo somos para una hormiga?)


lunes, 28 de noviembre de 2011

Realidad Aumentada (o no)

Como suele decir a menudo mi thothor (mira qué juego de palabras tan simpático..., ejem) en la Universidad de Dios, la mejor forma de hacer desaparecer un conejo es cambiándole el nombre. Si en lugar de "conejo" le llamas "mesa", el animal desaparece con una velocidad eslumbrante..., aunque en realidad siga estando allí. Es ésta una técnica en apariencia muy tonta pero también multitud de veces empleada por los especialistas en alterar y esconder los conocimientos de la Antigüedad e incrementar la confusión entre los homo sapiens, en general tan entontecidos que rara vez son capaces de abandonar el carril al que les engancharon de pequeñitos y por el que deambulan, sin preguntarse por qué, hasta el final de sus días.

Así sucede por ejemplo con la llamada Realidad Aumentada. Una persona con un mínimo de raciocinio deduciría que semejante expresión implica una mayor definición de lo real (aun volviendo al viejo problema tantas veces mentado por aquí acerca de la realidad de la realidad), pero resulta que significa justo lo contrario: una alteración de lo que, por no liarnos ahora demasiado, viene a ser lo que se considera real. Una alteración que consiste en introducir elementos virtuales en lo real para crear una nueva realidad mixta. No se trata en este caso de inventar un entorno íntegramente virtual en el cual sumergir la percepción sino de sobreimpresionar información digital y a ser posible en tres dimensiones conservando una base real. 

Así expresado suena un poco lioso pero todos aquéllos que hayan tenido ocasión de experimentar con las consolas de última generación sabrán enseguida a lo que me refiero cuando recuerden esos muñecos tan simpáticos con los que pueden jugar e interaccionar los niños, sus principales usuarios. No existen más que en la pantalla pero allí proyectados sobre fondos reales se comportan como si de verdad estuvieran ante nosotros, fueran invisibles y las consolas pudieran detectarlos. Esta aberración de la percepción es en el fondo una cruel parodia tecnológica de los seres feéricos con los que nuestros antepasados (y algunos contemporáneos, en ciertas raras ocasiones) se relacionaron en bosques y montañas, en la Naturaleza no contaminada.

También les sonará el concepto a los que tengan instalados en sus teléfonos móviles algunos programas como el Layar que ya hace un par de años permitía agregar más de 300 capas de información diferentes, de manera que uno puede enfocar la cámara del celular a un paisaje urbano cualquiera y la pantalla no sólo le mostrará su visión de ese paisaje sino que señalizará los restaurantes más cercanos, describirá las características del monumento que aparezca en la imagen, mostrará las casas a la venta dentro del entorno visual, permitirá la conexión con la Wikipedia para conocer más datos sobre aquello sobre lo que se está enfocando, etc.

Según los expertos, tres son las técnicas principales hoy reconocidas para introducirnos en el engañoso y a la vez fascinante mundo de la Realidad Aumentada: instalar una pantalla óptica en la cabeza que permita ver a la vez las imágenes físicas reales junto con los objetos virtuales (un casco con toda su parafernalia o, generalmente, sólo unas gafas especiales), manejar la pantalla en la mano (se cree que será el primer gran éxito comercial de las tecnologías de Realidad Aumentada por el carácter portátil del dispositivo en el que se utiliza, por ejemplo los teléfonos móviles) y una pantalla grande (empleando proyectores digitales de manera que varias personas a la vez puedan apreciar los efectos del sistema).

La Realidad Aumentada posee muchos campos de desarrollo según las previsiones actuales: en la educación, la arquitectura, la medicina, el (por supuesto) entretenimiento... Pero no necesito llamar a Mac Namara para que se me ocurra una en especial, que combine aspectos, digamos, educativos, publicitarios o propagandísticos, militares y de control. De hecho, ya hace tiempo que existen programas para móviles como TAT Augmented ID que permiten filmar a una persona cualquiera y, a continuación, conocer en pantalla gracias a la aplicación correspondiente todos los datos de la persona filmada que existan en Internet. Si esto está a disposición de usuarios corrientes, preguntémonos lo que estarán manejando aquéllos que no son tan corrientes.

Así las cosas, no parece una casualidad que haya sido (¡precisamente!) en Basilea donde se ha organizado hace pocas semanas la décima reunión internacional de científicos e investigadores europeos, americanos y asiáticos especializados en Realidad Mixta y Aumentada bajo la denominación ISMAR 2011. Oficialmente, se presentaron más de cuatro decenas de proyectos, entre los cuales algunos verdaderamente impresionantes como Burnar: feel the heat (Burnar: siente el calor) que nos pide le prestemos la mano para colocarla en un artilugio infernal que, al ponerse en marcha, la hace arder ante los asombrados ojos del usuario. O, mejor dicho, parece que la hace arder y carbonizarse: uno puede apreciar con todo lujo de detalles las llamas y el humo, aunque todavía falta el olor de carne quemada... La reacción inmediata es la de sacar la mano de allí (a no ser que uno haya leído el Dune de Frank Herbert y se ponga a recitar como loco el célebre mantram de "no conozco el miedo, el miedo mata la mente, el miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total...", etc.).

Resulta ciertamente inquietante escuchar a los creadores de semejante experimento explicando divertidos cómo funciona y jurando (y perjurando) una y otra vez que se trata de algo inofensivo. No termino de creerme que estos avispados tecnólogos desconozcan lo que otras ramas de la ciencia como la Psicología conocen perfectamente y es que no hace falta que el cerebro viva una experiencia real para responder ante ella sino que basta con que el cerebro crea que es real para reaccionar. Y no todas las reacciones son agradables. 

Por poner un ejemplo más, otro de los proyectos que se presentó fue el Who's afraid of bugs (¿Quién tiene miedo de los bichos?) pensado para las personas con fobia a los insectos, una de las más asquerosas fobias que existen..., según quienes la padecen. En este caso, se trata de manejar un libro interactivo que, como es de suponer, cobra vida (una vida asquerosa, para los que no soportan los bichos) a medida que uno se introduce en sus secretitos

Uno de los organizadores de ISMAR 2011 y miembro de la Universidad Politécnica Federal de Lausana, Vincent Lepetit (aquí en la foto a la izquierda), advertía en unas significativas declaraciones que la Realidad Aumentada está todavía "infravalorada" pese a que puede dar "muchas sorpresas". Después de asegurar que "se parece a los efectos especiales del cine" pero con una diferencia a su favor (que "funciona en tiempo real" y permite por tanto "una real interacción con el usuario"), pronostica que es, ya, accesible a "cualquiera" y por tanto "se desarrollará rápidamente".  


Me pido ser Morfeo.





viernes, 25 de noviembre de 2011

El cuento chino de Ben Laden y el Chinook derribado

Yo no sé si alguien más comparte su hogar con un gato conspiranoico que no sólo habla sino que además argumenta y especula sobre las informaciones más extravagantes, pero en mi caso lo de convivir con Mac Namara se ha convertido en una especie de Expediente X donde tengo la incómoda sensación de haber asumido el papel de la ignorante y descreída Scully que acaba siendo sorprendida y acorralada un día sí y otro también por las misteriosas evidencias aportadas por el astuto y listillo de Mulder (que, por supuesto, es el propio Mac Namara). O, para los lectores de más edad, es como si yo fuera el Watson torpe y anonadado al que no le queda otra que seguir como buenamente pueda la brillante, eficaz y rápida labor deductiva de Holmes... Lo cierto es que cada vez que hablo con mi felino amigo me entero de los secretos más abracadabrantes y, aunque a menudo creo que me está tomando el pelo, cuando pasa el tiempo acabo confirmando por otras vías (no necesariamente públicas para el mundo en general) lo que me contó en su momento. 

Uno de los asuntos sobre los que hablamos en su día fue lo del numerito de la operación de comandos protagonizada por los SEAL norteamericanos que se supone mataron a tiro limpio a Osama Ben Laden el 1 de mayo (¡precisamente!) de este mismo año en la localidad paquistaní de Abbottabbad. Recuerdo que el nombre de este lugar me pareció poco serio desde el primer momento (me recordaba a aquellos antiguos y estupendos cómicos norteamericanos, Abbot y Costello, especialistas en perseguir, por cierto, todo tipo de monstruos y fantasmas). Pocos días antes y con la vista puesta en las próximas elecciones presidenciales norteamericanas, se había publicado el desastroso índice de popularidad de Barack Obama: un 44%. Nada extraño si tenemos en cuenta que su gestión al frente de la Casa Blanca ha sido tan brillante como la de su predecesor, George Bush Junior... Y resulta que tras conocerse la noticia de la muerte oficial del "enemigo público número 1 de América" se disparó al 80%. Este hecho fue considerado por conspiranoicos de medio mundo como una especie de prueba preliminar de la falsedad de toda la operación.

Lo cierto es que la intervención de los SEAL, tal y como se ha contado oficialmente, resulta absurda, increíble y tan peliculera que cualquiera diría que el jefe de esta tropa especial era el mismísimo John McClane. Citemos sólo tres de los muchos datos datos del informe final que hay que ser un poco ingenuo para tragarse tan alegremente como se los han tragado tantas personas a lo largo y ancho de este mundo:

1º.- La misma residencia durante años de Ben Laden en Abbottabad, sin que las autoridades militares paquistaníes y/o sus servicios de información estuvieran al tanto (máxime cuando vivía tan cerca de una de sus instalaciones y teniendo en cuenta la estrechísima colaboración que desde hace muchos años -en especial desde la época de Pervez Musharraf- mantienen los servicios secretos yankees con los paquistaníes).

2º.- La inexistencia de fotos o videos de Ben Laden muerto (teniendo en cuenta que la Casa Blanca permitió la publicación de imágenes de otros muertos en la operación, así como de otros "enemigos públicos" de Yankeelandia como Sadam Hussein o Muamar el Gadafi, no existen razones defendibles que impidieran la posible difusión de la, para tantos engañados patriotas norteamericanos, ansiada imagen; sobre todo cuando se han distribuido tantas fotografías falsas de nuestro villano favorito a lo largo de los últimos tiempos).

3º.- El lanzamiento de su cadáver al mar (los rituales funerarios islámicos no indican el océano como un lugar de enterramiento viable, por perverso que haya sido en vida el individuo; es más bien al contrario: debe ser enterrado...  En primer lugar es preciso entregar el cuerpo a la familia -y si no hay familiares, a amigos o vecinos y, en última instancia, a la comunidad musulmana; en este caso al propio gobierno de Pakistán-  y luego se debe lavar el cuerpo, perfumarlo, envolverlo en sábanas blancas, orar por él y sepultarlo inclinado sobre su lado derecho con la cara en dirección a La Meca).

- Pero es que además Ben Laden llevaba mucho tiempo muerto -indica Mac Namara, con rotundidad-: desde finales de 2001, casi seguro. ¡Hasta la prensa británica más seria publicó que en junio de ese año había sido operado de riñón en Dubai y que fue visitado en el hospital por agentes de la CIA! Necesitaba engancharse a una máquina de diálisis, lo que ya de por sí demuestra la falsedad de las informaciones que insistieron en convertirle durante años en una especie de eremita guerrillero instalado en un refugio secreto de escarpadas e inhóspitas montañas .

En ese momento, recordamos el asesinato de Benazir Bhutto, la valiente exprimera ministra de Pakistán asesinada en diciembre de 2007 y de la que nadie se acuerda hoy a pesar de que durante un tiempo fue el juguete político favorito de los medios de comunicación occidentales. Ella, entre otras muchas personas bien informadas (de hecho, residía en Dubái en la misma época en la que Ben Laden fue intervenido quirúrgicamente) cuyas opiniones nunca se difundieron masivamente ni en Europa ni en Estados Unidos, confirmó en una entrevista televisiva rodada un mes antes de sufrir el atentado que la mató (por cierto, su familia no permitió que se le hiciera la autopsia así que nunca quedó clara la causa real de su muerte: disparo, explosivo o golpe en la cabeza son las tres hipótesis) que el supuesto líder máximo de Al Qaeda fue asesinado por un agente secreto llamado Omar Sheikh que trabajaba para la CIA...

En éstas estábamos cuando Mac Namara me preguntó lo siguiente:

- Para que toda la operación de desinformación montada en torno al cuento de la supuesta muerte de Ben Laden a manos de los SEAL (aviso para navegantes: era el equipo número 6...) quedara definitivamente cerrada y resuelta faltaba un pequeño detalle, ¿no crees? 

- Naturalmente -contesté- y se refiere a los SEAL, precisamente. Siempre me ha parecido muy sospechoso que no se facilitara tampoco ninguna imagen de los comandos que materializaron la operación. Ni siquiera de su jefe. Ni siquiera aunque posaran con el equipo de combate que les hace prácticamente irreconocibles, si es que son las cuestiones de seguridad las que pueden preocuparles a ellos y a sus responsables... Los yankees adoran las imágenes de este tipo de héroes y, ya que no había fotos del "malo" muerto, ¿por qué no distribuir alguna de los "buenos"? Espera un momento..., ¿no me querrás decir que estos SEAL no existieron y que la operación en sí no llegó a llevarse a cabo?

- No, no: la operación sí se ejecutó pero los comandos que participaron en ella por fuerza debían saber la verdad. Y la verdad incluía la inexistencia de Ben Laden y su muerte ficticia. Ahora bien, por muy leales que fueran tus tropas, ¿confiarías en que alguno de ellos no fuera a irse de la lengua? Demasiada gente se les ha escapado ya de las manos y han revelado informaciones que "no deberían haber contado": otra cosa es que la gente corriente se las crea o las tache de "ridículas conspiranoias"... No, había que silenciarles.

Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo.

- ¿Quieres decir que...?

- Apenas tres meses después de la operación de Abbottabad, en plenas vacaciones de verano en el mundo occidental y cuando la gente menos atención prestaba a las noticias, las agencias de información distribuyeron un teletipo muy interesante según el cual el propio presidente afgano Hamid Karzai confirmó, el sábado 6 de agosto de 2011, "el suceso más sangriento para las tropas estadounidenses desde el inicio del conflicto en el año 2001". Y es que 31 soldados norteamericanos y 7 afganos habían perdido la vida al estrellarse su helicóptero, un Chinook de doble hélice, en el centro del país durante una operación antitalibán. Las causas del "incidente" eran "desconocidas", como suele suceder en estos casos debido a la censura militar, aunque "se baraja que pudiera haber sido atacado por un misil". Pero atención a este dato, que es muy sugerente: "...más de 20 de los 31 soldados estadounidenses muertos eran miembros de los SEAL, la mejor fuerza de las Operaciones Especiales de EE.UU., que estuvo al mando de la operación que acabó con Osama Ben Laden..."

Ante mi asombro, mi gato conspiranoico añadió:

- Un teletipo posterior confirmó que al menos eran 22 los soldados muertos que pertenecían a la misma unidad que "mató" a Ben Laden: el SEAL TEAM 6, aunque insistían, ¿tú les crees?, en que no fueron los mismos que participaron en la operación...

 

 


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una diferencia de pequeño tamaño

Se cuenta que en cierta ocasión el rey de Francia Luis XI el Prudente descubrió a uno de sus criados observando una de sus casacas. Intentaba limpiar o tal vez coger algo pequeño depositado en el cuello de la prenda, así que al monarca le picó la curiosidad, se acercó hasta él y le preguntó qué hacía exactamente. De inmediato el sirviente se puso colorado y trató de esconder la casaca detrás de su espalda asegurando que no era nada importante y que no debía preocuparse en absoluto.

- No tengas miedo -rió el rey, de buen humor-, he visto que te aplicabas en la limpieza y eso me gusta. Es difícil encontrar hombres diligentes en estos tiempos (y eso que el rey francés vivía en el siglo XV: a saber lo que hubiera dicho hoy día).

- Pues bien, señor, ya que insistís... Era un piojo, que ha debido caer de vuestra cabeza -reconoció bajando los ojos y temiendo el castigo del monarca por haber hallado la prueba de su falta de higiene personal.

- Ja, ja, ja, estupendo, estupendo... Es un buen presagio pues todo el mundo sabe que los piojos muerden especialmente a los hombres cuando son jóvenes y su sangre es buena y poderosa. Así que un piojo sólo prueba que soy un hombre, joven y de buena sangre...

A continuación, ordenó a su tesorero, que se hallaba por allí, que le entregara cincuenta coronas de recompensa al criado: por eficiente y por haberle facilitado semejante presagio.

Otro sirviente, envidioso de la buena fortuna de su compañero, decidió proceder de la misma manera para ganarse el favor real e inmediatamente empezó a sacudir con estrépito unos pantalones de Luis XI. Éste, alertado por el escándalo, se acercó preguntándole qué ocurría y se encontró con la siguiente respuesta dada sin titubear.

- Señor, no me hace gracia decíroslo pero es mi obligación. He tenido que tratar así vuestros pantalones porque me he encontrado en ellos una pulga. Y muy gorda -y se quedó a la espera de las felicitaciones y la recompensa, conteniendo una inmensa sonrisa de satisfacción.

Sin embargo, el rey reaccionó con verdadera cólera:

- ¿Cómo te atreves? ¿Acaso supones que soy un perro para tener pulgas?

A continuación, ordenó al capitán de su guardia, que también se hallaba por allí, que le propinara cincuenta bastonazos al segundo criado: por maltratar su ropa y por insultarle.

Parecido no significa lo mismo.


lunes, 21 de noviembre de 2011

El Héroe contra las masas

Cierta leyenda tan extraordinariamente popular como absolutamente falsa pretende que el ser humano es lo más maravilloso de la creación, que se encuentra en lo alto de la pirámide evolutiva y que su destino, ahora que ha conquistado este planeta, es avanzar más y más hasta inimaginables cotas de progreso y desarrollo en un igualitario mundo futuro donde todas las personas vivirán felices y contentas en una sociedad sin hambre, guerra ni enfermedad y donde sólo se ocuparán de rascarse la barriga porque las máquinas se encargarán de todo lo demás (bueno, a lo mejor también les rascarán la barriga). Resulta bastante evidente que este cuento para niños tiene legiones de seguidores porque, así descrito en unas pocas líneas, parece muy bonito y atractivo.

La experiencia sugiere que, en realidad, el ser humano no es más que un robot desechable cuyo único valor reside en ser depositario de un espíritu que jamás fue creado y que lo utiliza para expresarse (cuando despierta, porque generalmente emplea el cuerpo como dormitorio para roncar a pierna suelta, hipnotizado por el mundo de Maya); se encuentra a medio camino de la pirámide con escalones por debajo pero también por encima; ni ha conquistado este planeta ni está siquiera en disposición de poder disputárselo a sus verdaderos dueños y, respecto a su destino en la Tierra, no pasa por la felicidad de una sociedad sin problemas basada en el progreso tecnológico, ni mucho menos.

A todos aquellos ingenuos que aún se crean la leyenda resumida en el primer párrafo les convendría revisar sus libros de fábulas y relatos "infantiles" y ponerse a descifrar las claves que nuestros antepasados, bastante más avispados que nosotros, nos dejaron entretejidas entre sus personajes explicando cómo hay que conducirse en la vida. Algunos libros de ficción contemporáneos guardan también algunos de esos secretos y los transmiten, tal vez sin ser muy conscientes de lo que están haciendo. Pienso por ejemplo en El Señor de los Anillos, la monumental impostura de J.R.R. Tolkien, que fue capaz de vender su gran obra como un prodigio propio de imaginación, fantasía y sabiduría literaria cuando se trata en realidad de un auténtico "corta y pega" de historias tradicionales de los antiguos hombres de conocimiento europeos, a las que él aportó poco (ni siquiera el nombre de los protagonistas: Gandalf es un elfo que aparece en los Eddas, Frodo es uno de los nombres del dios Freyr, etc.). 

Lo que sí tuvo mérito fue su atractiva manera de volver a contar todos los grandes temas que las culturas paganas europeas se sabían al dedillo (desde el viaje iniciático hasta la voluntad recompuesta en la espada rota, pasando por el sacrificio como forma de sublimación a un grado superior y tantos otros que se pueden encontrar en sus páginas y que nada tienen que ver con el supuesto carácter judeocristiano que algunos críticos desnortados han querido achacar a este novelón en tres partes y varios apéndices) que a las alturas del siglo XX en las que vivió (por no citar el día de hoy) ya habían sido olvidados por una sociedad decadente y materialista. Sin embargo, el éxito de sus textos fue inmediato tanto en Europa como en EE.UU. porque esos grandes temas se encuentran, todavía, vibrando en la sangre y aún a día de hoy pueden ser despertados y recuperados si alguien sabe cómo hacerlo.

Tolkien no es el único, como es obvio. Si a alguien le asusta ponerse a analizar unos cuantos cientos de páginas puede comenzar con algo más sencillo como la Storia di un burattino (La historia de un títere) de Carlo Collodi. Esta narración es más conocida como Pinocho y contiene igualmente las claves más importantes del sentido de la vida (desde la promesa del Hada Azul hasta su experiencia con el titiritero, pasando por la conciencia activa del Grillo o la transformación física en burro), que sólo se pueden aprehender de manera individual y atravesando además una serie de etapas que exigirán sendas pruebas a superar. Es lo que los clásicos llamaban el Camino del Héroe, el único que merece la pena recorrer en esta vida. 

Y para los más sesudos, aquéllos a los que las novelas o los cuentos no les gustan por parecerles una "pérdida de tiempo" también hay pistas interesantes en textos científicos. Aunque generalmente suelen radicar en aquéllos que las actuales autoridades educativas han arrinconado en la buhardilla con el peregrino argumento de que han sido "claramente superados" por la ciencia moderna. En ese sentido me quedé anonadado cuando me enteré de que la actual carrera oficial de Psicología en España no sólo no contempla el estudio de algunos de los grandes nombres del oficio junto con sus técnicas de trabajo sino que los obvia voluntariamente por considerarlos poco menos que
primos hermanos de las hechiceras de tres al cuarto de las ferias o de las echadoras de cartas de la tele. Nombres como el de Sigmund Freud o el de su discípulo, el aún más grande Carl Gustav Jung, han sido expulsados de la carrera universitaria contemporánea por los mediocres que defienden la preeminencia absoluta de la Psicología Social según la cual el hombre es absolutamente inocente de lo que le ocurre en la vida, pues tanto lo que hace bien como lo que hace mal se debe a la sociedad (o como mucho a la genética) que le rodea... Pero, pedazo de ignaros, ¡es el hombre el que crea a la sociedad y no al revés!

Razones tenía don José Ortega y Gasset (uno de los españoles más ilustres -y en consecuencia desconocidos- de nuestra época) cuando nos avisaba contra estos advenedizos, defensores de las masas en lugar del individuo, por ser ellos 
mismos parte de esa informe, enloquecida y repugnante entidad que se crea a partir del cerebro de las muchedumbres y actúa sin tener en cuenta los intereses de los poseídos. "La vida es lo individual", recordaba, como el Héroe, y la masa no es hombre en el sentido superior de la palabra pues "masa es todo aquél que no se valora a sí mismo (...) sino que se siente 'como todo el mundo' y sin embargo no se angustia, se siente a salvo al saberse idéntico a los demás".  Todos los alumnos que he conocido en la Universidad de Dios son distintos entre sí y pocas cosas conozco que les produzcan más rechazo que la falsa idea del igualitarismo, un concepto empleado para engañar a la gente y mantenerla sistemáticamente "a salvo" dentro del rebaño. 

Será por eso que uno de los libros básicos de texto en Primero de Carrera de Dios es Psicología de las Masas de Gustavo Le Bon, hoy otro proscrito de las universidades corrientes. Decía Le Bon: "en las novelas, los individuos se manifiestan con un carácter constante, pero no sucede así en la vida real. Tan sólo la uniformidad del medio ambiente en el que se mueven crea la igualdad aparente de los caracteres (...) Así, entre los más feroces miembros de la Convención (durante la Revolución Francesa) se encontraban inofensivos burgueses que en circunstancias corrientes habrían sido pacíficos notarios o virtuosos magistrados"

Y advertía contra el ente que se crea con la constitución de la masa puesto que no es sino "un ser provisional compuesto por elementos heterogéneos soldados de forma momentánea (...) Sean cuales fueren los individuos que la componen, por similares o distintos que puedan ser su género de vida, ocupaciones, carácter o inteligencia, el simple hecho de haberse transformado en masa les dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y actuar de un modo distinto de como lo haría cada uno de ellos por separado (...) El individuo ya no es él mismo sino un autómata cuya voluntad no puede ejercer dominio sobre nada. Por el mero hecho de formar parte de una masa, el hombre desciende varios peldaños en la escala de la civilización."  Para ésos que están meneando la cabeza con sarcasmo, podemos
recordar, como un simple ejemplo de todo esto, lo ocurrido durante la tragedia de Heysel en 1985 en la que murieron casi 40 personas y otras 600 resultaron heridas: ¿Cuántos de entre aquellos hooligans que, poseídos por la masa, desataron el horror lo hubieran hecho de haber estado solos, en lugar de abducidos junto con otros muchos hinchas violentos por una mente común pero al mismo tiempo ajena a todos ellos? 

He aquí una de las razones, no la única, por las que el Héroe debe caminar solo. Y por las que no debe aceptar como válidas las opiniones, críticas o alabanzas de las masas, cuyo criterio siempre será inferior por grande que sea el número de sus integrantes.

 

viernes, 18 de noviembre de 2011

El palacio de la memoria

En cierta ocasión el misionero jesuita Mateo Ricci (cuya interesante peripecia vital, más o menos la mitad de la cual transcurrió en China, es digna de una película de aventuras) dejó con la boca abierta a sus contemporáneos al ser capaz de enumerar, después de una sola lectura, varios cientos de caracteres chinos (según los cronicones, hasta quinientos). No deja de resultar una asombrosa demostración sobre todo para unos mutilados mentales como nosotros, a quienes nos cuesta retener en la cabeza un simple número de teléfono cuando alguien nos lo dicta. O una frase publicitaria: ya sabemos que los últimos estudios del sector recomiendan redactar eslóganes de menos de siete palabras para que los consumidores puedan retenerlos y comprenderlos dentro de la pasa arrugada en la que se ha convertido su cerebro ante el tsunami de información al que está diariamente sometido... 


Indudablemente el jesuita viajero estaba dotado de una buena memoria, pero su prodigiosa demostración era más bien fruto de una técnica concreta que se puede entrenar y que se conoce desde entonces como "el palacio de la memoria" de Ricci, aunque a buen seguro no la diseñó él mismo sino que la aprendió durante sus viajes por Oriente. La susodicha técnica consiste en pensar en la memoria propia como si fuera un palacio mental (como un teatro, en otras versiones) en el que cada cosa que sea preciso recordar posee una imagen asignada: cuanto más característica sea cada una, mejor. Luego estas imágenes se agrupan en habitaciones del palacio siguiendo un orden concreto. De esta manera, para recordarlas absolutamente todas y hacerlo además por riguroso orden, uno sólo debe pasearse por el palacio entrando en cada una de las habitaciones y recogiendo allí el recuerdo correspondiente.

Por ejemplo, imaginemos que deseamos guardar en nuestro palacio una lista de la compra que tenemos que hacer esta semana, un directorio de nuestros amigos y familiares, los libros que tenemos que comprar a nuestras amistades para regalarles en Navidad y los 32 temas musicales de siete álbumes distintos que nos quedan por digitalizar y pasar al iPod. En principio parece complicado incluso acordarse siquiera de los productos básicos de la compra. Pero si seguimos el método del palacio, podemos distribuir todos estos datos de la siguiente manera:

* Los productos de la compra estarán en la finca que rodea el palacio. Cada uno de los de origen vegetal será una planta distinta (una flor, un árbol o incluso la misma planta de la que proceden) y estarán en un jardín; cada uno de origen animal, lo mismo (si tenemos que comprar filetes imaginamos que tenemos una vaca, si son costillas de cerdo imaginamos el gorrinillo, etc.) aunque los tendremos en un corral; y el resto de productos podemos colocarlos en un almacén, por estantes.

* Entramos en el palacio y nos dirigimos al gran salón. Allí hemos guardado los datos de nuestros conocidos asignándole a cada cual una estatua de mármol que le representa físicamente y que está ordenada alfabéticamente. Al pie de cada estatua están grabados sus datos personales.

* Pasamos a la biblioteca. Sobre una gran mesa de caballete o bien en determinada sección de la librería que cubre todas las paredes hemos depositado todos los libros que tenemos que comprar con la nota de la persona correspondiente a la que le vamos a regalar un ejemplar.

* Salimos al pasillo y nos dirigimos al otro ala de la casa, donde en una sala pequeña encontramos a varios músicos que tocan para nosotros en directo. Interpretan pieza por pieza cada una de las canciones que queremos digitalizar.

Teniendo en cuenta el tamaño que puede adquirir el palacio en nuesta mente (es decir, indefinido), se ve cómo es posible guardar toneladas y toneladas de datos dentro de nuestro cerebro y recuperarlos con cierta facilidad con un poco de concentración previa..., si bien adquirir ese estado de concentración es otro complicado cantar, teniendo en cuenta las dificultades que experimentamos en nuestro agitado mundo moderno para poder adquirir cierto grado de silencio interno. En todo caso, Ricci no fue el único que habló de este "palacio de la memoria" ya que, en diversas versiones, encontramos referencias a este tipo de entrenamiento en varios autores a lo largo del tiempo. Recuerdo por 
ejemplo El tercer ojo de Lobsang Rampa (el único de los libros que merece la pena de los que escribió el poseído mister Hoskin) donde se explica cómo los monjes tibetanos utilizaban una técnica similar para aprender de memoria los largos y monótonos libros de rezos, genealogías y hechos referentes a sus monasterios. En este caso, creaban en su mente una especie de archivadores internos en cada uno de cuyos cajones introducían los libros. Después, para recuperarlos, sólo debían cerrar los ojos y buscar mentalmente el archivador correspondiente, abrirlo y extraer de allí los textos para poder leerlos. Supongo que si el libro hubiera sido escrito en nuestra época, el ejercicio mental no se desarrollaría con unos archivadores sino imaginando que uno tiene un ordenador y tecleando el título del documento para que aparezca de inmediato en pantalla...
  
Este empleo de la memoria no es característico sólo de Oriente. Otras civilizaciones antiguas, a este lado del Mississippi, también utilizaban a fondo los recursos memorísticos del cerebro. Por ejemplo, los druidas. Se tardaba unos veinte años aproximadamente en alcanzar la dignidad de druida, previo paso por los grados anteriores y consecutivos de bardo y ovate.
 Durante ese tiempo, el aspirante debía aprender todo tipo de leyes, costumbres, canciones, relatos históricos, hechizos, genealogías, poesías, rituales, mitos y otras materias de diversa índole, y debía hacerlo sin la ayuda de libros puesto que la enseñanza era oral: de maestro a discípulo directamente. Y no porque desconocieran los alfabetos sino porque estaba estrictamente prohibido dejar registro escrito de sus conocimientos para que no cayeran en manos impropias. Ésta es la razón principal por la que a pesar de su importancia hoy se sabe tan poco acerca de esta institución, el druidismo, sobre la que descansaba toda la cultura celta, ya que sus integrantes actuaban como profesores, jueces, filósofos, médicos, sacerdotes y consejeros reales, entre otras funciones.

También los antiguos griegos gustaban de usar y abusar de la memoria y durante distintos períodos de su historia, como en la prolífica época del siglo V antes de Cristo, se establecieron interesantes diatribas entre los filósofos partidarios de dejar sus conocimientos por escrito y los que consideraban esto una auténtica herejía intelectual y hasta moral puesto que la sabiduría no podía quedar impresa en la palabra muerta sino que a la fuerza debía manar de una persona viva, que pudiera defender sus razonamientos según lo requirieran las circunstancias en cada momento.

Para que luego digan que la Naturaleza no tiene sentido del humor, aunque sea humor negro: vistos estos antecedentes, ¿no resulta un auténtico sarcasmo que sean las enfermedades degenerativas del cerebro con pérdida de memoria incluida, como la del Alzheimer, las que más hayan crecido en número de casos y en importancia de su impacto en nuestros días?




 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ser filósofo

La Filosofía es mucho más, y mucho más importante, de lo que considera la gente corriente. La decadencia del sistema educativo y la ignorancia general entre los responsables de la enseñanza contemporánea en colegios y universidades han conducido a ésta, que antaño fuera la primera de las materias de estudio para el ser humano instruido, al último lugar de la fila. En el mejor de los casos, la toman como una afortunada colección de frases agudas y cínicos silogismos, ordenada en torno a una serie de biografías de personajes semilegendarios que no tenían nada mejor que hacer más que pasarse el día cavilando.

No obstante, sólo captando la verdadera esencia de la Filosofía y, sobre todo, poniéndola en práctica, se puede cursar la carrera en la Universidad de Dios. Filósofo significa, etimológicamente, Amante de la Sabiduría. Amante literal, con todo lo que eso lleva consigo cuando uno se para a pensarlo.

Mi profesor Epícteto, preclaro como de costumbre, lo explicó en cierta ocasión con suma claridad:
"No te llames filósofo, ni hables bellas máximas ante los profanos: haz más bien lo que esas máximas recomiendan. Por ejemplo, en un banquete no debes decir cómo hay que comer sino comer como se debe hacer (...) Si se te presenta la ocasión de hablar sobre cosas bellas y espirituales entre profanos, guarda silencio, porque existe el gran peligro de tener que dar cuenta acerca de cosas que todavía no has digerido. Y, cuando alguien te reproche que en realidad no sabes nada de nada y tú no te molestes por esa acusación, sabe que es entonces cuando comienzas de verdad a ser filósofo (...) Aquél que no es filósofo nunca espera de sí mismo su propio provecho o perjuicio sino que siempre está a expensas de los demás. Aquél que sí es filósofo no espera de nadie más que de sí mismo todo provecho y también todo perjuicio. 

Si quieres conocer algunas señales de que progresas en el estudio de la sabiduría, éstas son: no censuras a nadie, no alabas a nadie, no te quejas de nadie, no acusas a nadie, no hablas de ti mismo como si fueras alguien o supieras algo importante (...) Si alguien te alaba o te adora, te burlas en secreto de él; si alguien te reprende, no buscas justificarte sino que te exploras y examinas en busca de lo que debes curar dentro de ti mismo para fortalecer tu salud espiritual (...) Tienes hacia todas las cosas sólo una actitud prudente y amable. Si alguien te trata de simple o de ignorante, no te apenas. 

En una palabra: estás siempre en guardia contra ti mismo, como si fueras ese hombre que te tiende continuamente trampas y es tu peor enemigo."

 



lunes, 14 de noviembre de 2011

A propósito de mi locura

El bueno de Sócrates solía decir que la locura es uno de los "mayores bienes" del hombre, siempre y cuando fuera recibida "por divina donación". Diferenciaba, igual que sus contemporáneos más instruidos, entre la locura como estado particular del alma inducido desde niveles superiores, que permitía al ser humano acceder a niveles de conciencia diferentes, y la demencia como enfermedad que le imposibilitaba y le reducía a la ruina física y mental. El loco, como el ciego, perdía capacidad de acción en el mundo de la "normalidad" pero a cambio y precisamente por ello podía ver otros mundos fuera del alcance de las personas corrientes, de la misma forma que el viajero que se ve obligado a transitar por parajes inexplorados y salvajes porque no puede desplazarse por la carretera general por la que va todo el mundo.

De esta manera, el loco es un elegido de los dioses para experimentar y vivir cosas fuera del alcance de la mayoría de los mortales (o tal vez se transforma en loco, justo porque ha tenido la oportunidad de vivirlas) y por tanto es un ser extraordinario. Pero no cualquiera puede convertirse en loco y sobrevivir: aquél que no supera la prueba tremenda que supone contemplar la carpintería de la aparente realidad y descubrir el rostro verdadero de los dioses caerá en la demencia y quedará completamente destruido. Los egipcios, como los griegos, advertían contra la temeridad de querer contemplar a Isis desprovista de sus siete velos sin haber superado las correspondientes cimas iniciáticas (de iniciación al estado de locura interna): aquel insensato que lograra de alguna forma burlar a los guardianes y contemplar, sin merecerlo, a Isis desnuda se había condenado a sí mismo a un feroz aniquilamiento. Del mismo modo, los germanos y todos sus primos del norte de Europa respetaban y mucho a los Berserkrs, poseídos por la locura guerrera, como escogidos de Wotan y en consecuencia manifestación directa de su voluntad en este Midgard, nuestro Mundo de en medio.

A la fuerza hay que buscar la locura y convertirse en alguien excéntrico, extravagante, anómalo, extraño al orden aparente de las cosas..., si uno desea descubrir el porqué del Gran Juego: quiénes somos en realidad y qué estamos haciendo aquí, a dónde debemos dirigirnos y cómo, quién nos puede prestar ayuda y quién nos traicionará en cuanto le sea posible (ni siquiera por maldad, sino porque está en su naturaleza) o directamente nos ignorará, qué reglas son útiles y cuáles son simples obstáculos para mentes poco preparadas que no deben entorpecer a aquél que aspira a estar por encima del Bien y del Mal... Todo eso se puede aprender. Es más, se debe aprender si uno llega a cierto grado de conciencia, aunque sea durante un brevísimo momento de iluminación interna, puesto que es, en el fondo, nuestro destino final, y cuanto antes lo alcancemos, mejor. Pero para ello hay que volverse loco primero.

Sócrates diferenciaba cuatro tipos diferentes de locura divina:

a) La locura profética, que concedía Apolo personal e individualmente y convertía a su beneficiario en un valioso oráculo, con el don de romper los velos del tiempo y el espacio y, en consecuencia, anticipar los hechos del futuro o bien descubrir las causas y razones ocultas del presente. Para aquéllos que, ingenuamente, suspiren por adquirir algún día esta habilidad (quizá por motivos tan espurios como el de hacerse millonarios acertando el número de la lotería), sería interesante recordar la historia de Casandra, hija de los reyes troyanos y sacerdotisa de Apolo, que pactó con el dios entregarse sexualmente a él a cambio de recibir esta capacidad. Apolo se la dio pero luego ella rechazó acostarse con él. Irritado por la traición, él escupió en la boca de ella y la condenó a no ser jamás escuchada por los hombres. Así, Casandra se convirtió en la mayor y mejor adivina de su época (incluso advirtiendo a sus conciudadanos contra el ardid de Ulises y su Caballo de Troya) pero nunca nadie creyó en sus vaticinios.

b) La locura erótica, que facilitaban Eros y Afrodita, y que ha sido tantas veces experimentada por la Humanidad, en general con consecuencias antes catastróficas que benéficas, pues no pocas guerras y conflictos de todos los tamaños han tenido su origen en ella. Esta locura, que tiene mucho que ver con la experiencia magnética, suele esconderse bajo el nombre de enamoramiento e incluso de amor (aunque la compulsión sexual nada tiene que ver con el amor genunino) y ha degenerado hasta el punto de volver locos o, mejor dicho, dementes, a cantidades ingentes de hombres y mujeres a lo largo de la Historia, presos todos de una fuerza que jamás comprendieron (si acaso, en los días previos a su muerte, cuando los velos de la existencia empiezan a caer alrededor y la amargura se apodera de ellos al entender por fin, demasiado tarde, cómo han desperdiciado su breve tiempo) pese a que arruinó su vida.

c) La locura ritual, regida por Dionisos, y que no posee carácter individual sino colectivo, por lo cual es especialmente peligrosa. Los antiguos ritos de Dionisos incluían baile y bebidas alcohólicas (el alcohol suele usarse como llave para interpenetrar otras dimensiones sin medida ni control y por ello mismo conduce hacia la destrucción) además del descuartizamiento ceremonial de una víctima viva que no siempre fue una cabra sacrificial. La introducción del sexo, y por tanto la locura erótica, en el ritual deriva hacia la orgía, con la liberación de poderosas cantidades de energía que agotará a los participantes e irá a alimentar a entidades desconocidas por ellos. La locura dionisíaca la seguimos experimentando en nuestros días de diversas maneras, como por ejemplo en las gradas de los estadios de fútbol o los conciertos masivos de rock.

d) La locura poética, distribuida por las Musas. Mientras las locuras anteriores implican un estado de éxtasis, es decir, una emoción en la que uno de alguna manera se deja manipular o poseer por los dioses, este cuarto tipo de locura es más "racional": el que la disfruta se convierte más bien en un aplicado alumno de las divinidades pues, en contra de lo que a menudo suele creerse, las Musas no conceden tanto inspiración como información sobre hechos que su protegido no puede conocer de otra forma y que, habiendo tenido ahora oportunidad de acceder a ellos, puede a su vez transmitírselos a sus contemporáneos. Como en su día revelaron a Hesíodo, el gran olvidado de entre los poetas griegos (por culpa de su colega Homero), ellas siempre hablan "con la palabra verdadera" aunque también recomiendan no fiarse demasiado de lo que cuentan, porque todo se puede interpretar, y más que nada la palabra de un dios.

  Según los antiguos, aquél que tenía acceso a alguna de estas locuras podía tener, y tenía en algún momento, acceso a las cuatro. En mi caso, sólo reconozco (aunque eso sí: desde que tengo uso de razón) la influencia del cuarto tipo. He hablado mucho, muchísimo, y he aprendido aún más, sobre todo con Calíope (encargada de la Poesía Épica), Clío (de la Historia), Euterpe (de la Música), Urania (de la Astronomía) y Talía (de la Comedia), pero las Nueve Hermanas siempre van juntas a todas partes y donde quiera que me encontrara con estas cinco, por separado o en grupos, no muy lejos se hallaban las demás: Erato (de la Poesía Lírica), Melpómene (de la Tragedia), Polimnia (de los Cantos) y Terpsícore (de la Danza).

Muchos autores las han invocado una y otra vez para que bendijeran su obra. Recuerdo por ejemplo al gran Dante cuando cantaba aquello de: ¡Oh, Musas, oh grandes genios, ayudadme! ¡Oh, memoria que anota cuanto yo vi, ahora se verá tu auténtica nobleza! Pero ellas extienden su locura sobre quienes desean, no tanto sobre quienes se la piden e incluso, insolentes, se la exigen. No recuerdo haber pedido su presencia nunca: simplemente se me han aparecido, tantas veces ya... Y siempre porque lo han deseado ellas, lo que me hace suponer que nos conocemos de algún otro nivel de existencia, temporalmente relegado al olvido por mi parte debido a las limitaciones de mi actual cuerpo físico, aunque para ellas el recuerdo se conserve fresco. Mi antiguo maestro, Platón, lo decía tan a menudo: Aprender es recordar... 

En todo caso, he sido honrado (y lo sigo siendo, a día de hoy) con  su presencia divina, con sus rostros amables y serenos que no pueden ser reproducidos (ni siquiera imaginados por aquéllos que, para su infortunio, jamás las contemplaron), pues desbordan una luz que no es de este universo, y con sus dulces voces que son como el eco de un mundo no creado que se canta a sí mismo a lo largo de toda la eternidad.

¿Si estoy loco? De eso trata este texto.


 





viernes, 11 de noviembre de 2011

El "pan maldito"

Periódicamente proyectan en alguno de los miles de canales de televisión ahora mismo a disposición del entontecido usuario alguna película o telefilme que cuenta los experimentos llevados a cabo en los campos de concentración nazis por "doctores locos" dispuestos a transgredir todas las fronteras de la ciencia aprovechando que tenían a su disposición una cantidad indefinida y gratuita de cobayas humanas. No hubo un solo Mengele, desde luego, y las víctimas sufrieron todo tipo de brutales experiencias para descubrir los límites del ser humano: desde la inoculación de virus de diversas enfermedades o la quemadura con fósforo para ensayar posibles remedios contra las plagas y las armas enemigas que azotaban a la población civil alemana hasta el sometimiento a temperaturas y presiones extremas para aprender a mejorar la supervivencia del personal militar en condiciones adversas. Los abusos fueron de tal calibre que después de la guerra, en abril de 1947, se creó el llamado Código de Nüremberg, que recogía una decena de puntos relacionados con la ética médica que a partir de entonces debía regir en el mundo.

Los puntos son, resumidamente: 1º) resulta imprescindible el consentimiento voluntario y legal del sujeto que participa en el experimento, quien debe conocer la naturaleza, la duración y los fines de aquello en lo que va a participar; 2º) el experimento debe ofrecer resultados provechosos para el beneficio de toda la sociedad y que no puedan ser obtenidos o comprobados de otra manera; 3º) se podrá llevar a cabo cuando existan resultados previos, por ejemplo de experimentación animal, que justifiquen su planteamiento; 4º) deberá evitarse cualquier sufrimiento físico y mental innecesario; 5º) no se realizará si existe alguna razón que permita prever la muerte o incapacitación del sujeto experimental; 6º) no se asumirá jamás un grado de riesgo que exceda el determinado por la importancia humanitaria del problema que se quiere resolver; 7º) hay que prever todo tipo de situaciones a fin de proteger al sujeto contra la más remota posibilidad de recibir algún daño, y no digamos ya de fallecer en el curso de la experiencia; 8º) sólo personas científicamente cualificadas y con el mayor grado de experiencia posible pueden proceder a desarrollar el experimento; 9º) el sujeto debe ser libre de interrumpir el experimento en cualquier momento, sobre todo si se siente física o mentalmente incapacitado para seguir adelante; 10º) el científico responsable debe estar preparado para ponerle fin en cualquier momento si tiene razones para pensar que algo está yendo mal o que no va a obtener los resultados que está buscando por falta de medios o experiencia para ello.

Se supone que esta ética médica sirve de base para regir desde entonces las investigaciones científicas, al menos en el "mundo civilizado"...

- Eso no te lo crees ni tú -interviene Mac Namara, que aparece como un rayo cada vez que hablo por aquí de experimentos extraños- ¿Has oído hablar del Escuadrón 731?

- Vagamente... -reconozco-, pertenecía al Ejército Imperial Japonés. Era un equipo encargado de pruebas similares a las de los nazis, pero con sus propios prisioneros en el frente del Pacífico.

-  La información relacionada con este grupo es escasa y la mayoría de la gente ni siquiera sabe que existió porque el gobierno de EE.UU. lo ocultó hasta hace muy poco tiempo -me explica-. Es más, los yankees indultaron a la mayoría de los médicos implicados, pese a que podían haber sido perseguidos y condenados igual que lo fueron los alemanes. ¿Por qué? ¿Y por qué se publicitó tanto la experimentación ilegal de los nazis mientras que la de los japoneses ha sido ocultada sistemáticamente? No conozco ninguna película sobre este asunto. De hecho, hay poquísimos largometrajes sobre la intervención nipona durante la guerra, fuera de 'El puente sobre el río Kwai' o las cuarenta versiones de lo de Pearl Harbour, cuando resulta que el Imperio del Sol Naciente fue un enemigo mucho más encarnizado que el Tercer Reich. 
 
  Da un poco de miedo responder a las preguntas de Mac Namara porque se supone que los "buenos" no deberían portarse como los "malos" y la respuesta que sugiere mi gato conspiranoico apunta en la dirección contraria a esa suposición. Pero, qué diablos, éste es un blog propio de herejes, así que no me extraña lo que me cuenta a continuación:

- El 16 de agosto de 1951 los tres médicos de la bella localidad francesa de Point-Saint-Esprit se vieron sorprendidos por la afluencia de vecinos que se quejaban de los mismos síntomas: dolores de cabeza y estómago, náuseas y vómitos, convulsiones..., que evolucionaron hacia la histeria, los delirios y todo tipo de alucinaciones. En pocos días, el número de afectados se elevó a varios cientos de personas: al menos cinco de ellas morirían y decenas serían internadas en psiquiátricos, a veces de por vida. Los afectados se movían como zombies asegurando que ya estaban muertos, o describían la aparición de flores rojas sobre sus cuerpos mientras sus cabezas se fundían como el plomo, o se espantaban ante la aparición de serpientes de fuego reptando enroscadas en sus brazos, o alertaban sobre los tigres que les perseguían por la calle y dentro de sus casas, o se quejaban de que su corazón se había escapado del interior del cuerpo a través de los pies para largarse a vivir su propia vida... Un tipo se arrojó desde una ventana porque creía que se había transformado en un avión mientras que un niño de 11 años presa de un miedo ingobernable trató de estrangular a su propia abuela... El pánico cundió en la localidad, porque nadie sabía qué era lo que estaba afectando a la gente ni quién sería el siguiente en caer en semejante trastorno...

Recuerdo el caso del que me habla Mac Namara. Buscando una explicación racional a lo sucedido, las autoridades barajaron todo tipo de teorías sobre lo que sucedía en Point-Saint-Esprit: la culpa podía ser de la contaminación accidental del agua de las fuentes, de potencias extranjeras que habían envenenado los suministros, de las batidoras modernas que por aquella época empezaban a usarse, de los trabajos de la Compañía Nacional de Ferrocarriles Franceses, del mismísimo Satanás que había decidido retar a Dios abriendo las puertas del Infierno durante un momento... Los médicos encargados de atender a las víctimas del suceso llegaron a la conclusión de que el efecto desencadenante debía estar en algún producto alimenticio de distribución masiva, por ejemplo el pan. Algunos investigadores propusieron que la intoxicación la había provocado el metilo de mercurio, hoy prohibido para el cultivo pero en aquella época empleado como agente fungicida con los cereales. Otros apuntaron hacia el Aspergillus fumigatus, un moho que ataca a este tipo de producción... Estrechando el círculo, se determinó que el problema radicaba sólo en una panadería: la de Roch Briand, la más popular del pueblo, cuya harina había sido accidentalmente contaminada con un hongo alucinógeno llamado cornezuelo. Seguro que a aquéllos de nuestros lectores más aficionados a divertirse los fines de semana asistiendo a un aquelarre les suena el nombre de este pariente de la belladona y la mandrágora...

El suceso adquirió el nombre popular de el misterio del "pan maldito" y así pasó a la historia de los sucesos locales. La mayoría de las víctimas de esta afección se recuperaron a las pocas semanas. Unos años más tarde ya nadie quería acordarse de este triste asunto (a excepción de los que habían perdido algún ser querido o no habían tenido más remedio que dejarlo con la camisa de fuerza puesta en un psiquiátrico). 

- Hasta que...  -provoqué a Mac Namara, y él entró al trapo de inmediato.


- Hasta que alguien ha tenido las narices suficientes de contar en público lo que sucedió. El hombre se llama Hank Albarelli y hace un par de años publicó un libro del que seguramente ni habrás oído hablar que se titula 'A terrible mistake: the murder of Frank Olson and the CIA's secret Cold War experiments' (Un terrible error: el asesinato de Frank Olson y los experimentos secretos de la CIA durante la Guerra Fría). Un volumen muy documentado sobre las actividades de la Compañía en los años de la falsa guerra de nervios con la URSS, en el que se revela que el "pan maldito" lo fue porque contenía dietilamida de ácido lisérgido. Es decir, LSD. En aquella época los norteamericanos eran los dueños físicos de toda la Europa no ocupada por los soviéticos y utilizaban a la población local para sus experimentos igual que se habían acostumbrado a hacer con la suya propia en territorio americano: es decir, sin escrúpulos y por supuesto sin pedir permiso alguno. Los altos mandos estaban interesados en comprobar con exactitud los efectos de esta sustancia que el químico suizo Albert Hoffmann había sintetizado por vez primera precisamente a partir de los alcaloides del cornezuelo en 1938 y cuyos efectos distorsionantes de la realidad descubrió en 1943. Albarelli precisa que la CIA trató primero de introducir el LSD esparciéndolo desde el aire...


No puedo evitar estremecerme al recordar el espinoso asunto de los chemtrails.


- ... pero comprobaron que resultaba ineficaz. Así que probaron agregando el ácido a la harina del pan. Y ya sabes lo que sucedió. Albarelli presenta pruebas, como un documento de la Compañía redactado en 1949 donde ya se indicaba la intención de impulsar múltiples experimentos con el LSD en distintos lugares del mundo..., u otro informe dirigido a Frank Olson con una etiqueta que lleva el nombre de Pont-Saint-Esprit. Por cierto, el tal Olson era un científico de la CIA que justo en aquella época realizaba una investigación sobre el ácido lisérgico... También reproduce una conversación de varios agentes con unos colaboradores de la farmacéutica suiza Sandoz (la que hoy conoces con el nombre de Novartis), donde Hoffmann sintetizó la sustancia, en la que se habla de, literalmente, el "secreto de Pont-Saint-Esprit" y se reconoce que "aquello no tuvo nada que ver con el pan".
  Ah, y ¿sabes qué científico visitó voluntariamente el pueblecito francés para "ver si podía echar una mano" en medio de la crisis? ¡El propio Albert Hoffmann! Ahí le tienes, en la foto de la derecha, tan "simpático", el abuelito de 100 años, dos antes de su fallecimiento.


- Resumiendo: estamos ante otro gravísimo caso de experimentación ilegal con población civil...


- Sí, y como en otros casos de los que ya hemos hablado y otros de los que aún hemos de hablar, las autoridades norteamericanas ni siquiera tenían la excusa de que había una guerra mundial en curso o que se experimentaba sólo con "enemigos de la patria", como sucedía en el caso de alemanes y japoneses. Sin embargo, no se ruedan películas ni se escriben 'best sellers' sobre esto, ni por supuesto se condena a nadie a duras penas de prisión o a una simple reprobación social...

- Sólo un detalle más: ¿por qué en esta pequeña localidad francesa? ¿Puro azar?

- No lo creo -juzgó Mac Namara-, Pont-Saint-Esprit significa 'El Puente del Espíritu Santo' y se le conoce popularmente como "la Puerta de Oro de la Provenza" porque está ubicada en la región de Languedoc-Rosellón...


- ¡Cátaros! -exclamé, sorprendido.


- Exacto. Han pasado tantos siglos de su matanza organizada..., y sin embargo en sus desquiciados y oscuros corazones siguen odiándolos hasta el punto de entregar sus descendientes a nuevas hogueras de locura.