Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 31 de marzo de 2011

Cine negro, negrísimo...

Una de las quejas más frecuentes de los cuerpos de seguridad y policiales así como de diversas organizaciones de asistencia social tanto públicas como privadas en todo el mundo occidental es que las actuales películas policíacas (o de detectives o de polis y cacos o de cine noir o como diablos se llamen a estas alturas) están tan bien hechas que no sólo sirven de entretenimiento/embrutecimiento para el público en general sino de auténtica escuela pública subvencionada para los verdaderos criminales. Es difícil imaginar que un espectador normal de hace sólo quince o veinte años atrás pudiera asistir tan tranquilo como lo hace ahora la mayoría de los espectadores contemporáneos a las detalladas escenas de violencia que tan comunes son hoy en telefilmes o largometrajes (incluso en la tele en horario infantil). 


Ahí podemos apreciar en primer plano y en escenas muy realistas cosas como por ejemplo cómo se prepara y administra la heroína, cómo se da una paliza a un tipo indefenso y secuestrado, cómo se estrangula adecuadamente a una víctima para que no pueda liberarse luchando, cómo hay que ocultar pruebas y luego disimular ante los agentes de la ley (si es posible con ayuda de un abogado sin escrúpulos) para que a uno no le descubran cuando ha hecho algo malo... Incluso lo más básico: cómo emplear guantes como precaución elemental para no dejar huellas dactilares durante un robo. La documentación y producción de este tipo de películas rozan la perfección más surrealista como ocurrió con la trilogía (Perros callejeros, Perros Callejeros II y Los últimos golpes de "El Torete") sobre uno de los más conocidos delincuentes españoles de los años 80 del siglo pasado: Juan José Moreno Cuenca, alias "el Vaquilla". Su personaje en la pantalla fue interpretado impecablemente por Ángel Fernández Franco (cuyo alias era por cierto el mismo que el empleado en la ficción: "el Torete") y delincuente él mismo..., aasí que en realidad, más que interpretar, lo que hacía era reproducir ante la cámara sus hazañas habituales.

Con la asombrosa documentación hoy a disposición de los aspirantes a la "vida mala" llama muchísimo la atención la noticia que se generaba esta mañana cuando la Guardia Civil confirmaba la detención de 14 personas y la imputación a otras dos por utilizar un foro de Internet para... ¡ofrecerse como sicarios para extorsionar, agredir e incluso matar a personas a cambio de dinero! Y además el foro se llamaba, directamente, Asesinos a sueldo. Así, sin anestesia ni nada... No me cabe duda de que existen todo tipo de páginas web, foros y otras instancias en la Red donde se puede buscar, contratar y posiblemente hasta remunerar a un asesino a sueldo o a cualquier otro tipo de criminal, igual que existen páginas empleadas por pederastas, anoréxicas y demás desviaciones de la conducta normal, pero por lo general suelen cobijarse bajo otros nombres e intenciones, bien camufladas para no llamar la atención, sobre todo de las fuerzas de la ley.

El foro desarticulado por la Guardia Civil tenía el dominio informático fijado en México aunque fue denunciado por un español, un residente de Pamplona, que debió alucinar al desembocar en tan extravagante guarida de delincuentes donde los clientes tenían el cuajo de dejar todo tipo de informaciones personales sobre las víctimas que querían quitarse de encima para facilitar el "trabajito fino" de los sicarios. 

Los agentes policiales contaban por ejemplo el caso de una mujer de Málaga que contactó con hasta cuatro sicarios ("busque, compare y si encuentra algo mejor...") para matar a su marido. Con ellos regateó el precio y a través del foro (¡a la vista de cualquiera que entrase!) les facilitó fotografías suyas, los horarios de trabajo, la matrícula de su coche..., y hasta les sugirió cuándo y dónde podrían asesinarle con mayor comodidad. En este caso el homicidio no llegó a consumarse porque los dos sicarios implicados (uno que facilitaría el arma y otro que la recogería y ejecutaría la acción) fueron detenidos a tiempo.

Otro caso fue el de un individuo de Valencia que llegó a pagar hasta 4.000 euros a algunos de los componentes de este público y osado grupo de delincuentes (aunque no sé yo si eran más osados -o inconscientes- sus clientes que se atrevían a contratarles de esta manera), aunque no para matar sino solamente para intimidar a un conocido suyo con el que tenía "cuentas pendientes". Otros sicarios fueron contratados para actuar en Palencia, Palma de Mallorca y otras localidades españolas tanto por clientes españoles como extranjeros, sobre todo iberoamericanos. Al final, la Guardia Civil detuvo a más de una docena de personas, la mayoría de ellos hombres, con edades comprendidas entre los 17 y los 53 años.

Es evidente que ninguno de ellos tenía un gusto cultivado por las películas policíacas.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Soy un superviviente

No me acuerdo de todas mis existencias pasadas pero de aquéllas de las que conservo algún retazo de memoria puedo decir que fueron cualquier cosa menos aburridas. La vida es, literalmente, un carrusel de sorpresas que un día te hace sentir como si estuvieras a punto de echar a volar y al día siguiente te da la impresión de que te va a estampar contra la pared. Crees que vives a salvo tras los muros de una fortaleza inexpugnable protegido por un poderoso ejército y sin embargo en cuestión de minutos te puedes encontrar más solo que la una y con una mano delante y la otra detrás. O viceversa: sufres una situación tan desesperada que te planteas si es mejor tirarse por una ventana o ahorcarse de la lámpara (entre paréntesis, el suicidio es la actitud más cobarde que puede afrontar una persona: es como escupir al propio espíritu en la cara) y de pronto alguien abre la puerta de casa y resulta ser el amor de tu vida que llevabas esperando no sé cuántos años (¡ojo, no te pongas nervioso y al bajar del taburete para abrazarlo acabes ahorcado por error!). 

Es así y no tiene vuelta de hoja: hay que aceptar la extrema volubilidad y la capacidad de sorpresa permanente que posee la vida. En cualquier momento puede pasar cualquier cosa o, como solía decir el viejo Heráklito, "es necesario esperar siempre lo inesperado (entre otras cosas, porque es la única manera de verlo y afrontarlo)" y "nunca se baña uno dos veces en el mismo río"..., aunque pudiera parecerlo. Todo esto forma parte del juego mismo en el que estamos metidos, este Second Life de tamaño natural y en tres dimensiones en el que hemos asumido tanto la identidad física que en su día escogimos como si fuéramos realmente nosotros, que ya hemos olvidado quiénes somos en realidad y pensamos que lo que nos ocurre en el día a día, bueno o malo, es trascendente (lo cierto es que sí es trascendente pero sólo si sabemos cómo hacer para convertirlo en algo digno de esa categoría..., los hombres comunes no conocen el secreto para practicar esta alquimia divina).

A lo que iba... El caso es que me han pasado tantas cosas en mis sucesivas existencias que una de mis aficiones favoritas es la de coleccionar libros de supervivencia. Tengo unos trescientos títulos y/u opúsculos de este estilo en mi apretada y desordenada biblioteca particular (quiero decir, en el pasillo del apartamento que comparto con Mac Namara que, visto en perspectiva es como uno de esos senderos llenos de trampas -ejemplares que se te pueden caer en la cabeza, lomos sobresalientes que te destrozan el meñique, gigantescas colonias de ácaros anidando entre las páginas de los incunables...- de los que suele recorrer Indiana Jones para llegar hasta el tesoro final) con recomendaciones y consejos para sobrevivir en los bosques, en el campo, en las montañas, en la ciudad, ante un ataque de cocodrilos, ante la amenaza zombie, etc.

El último que he leído, muy divertido por su irreverencia a la vez que bastante simple en sus explicaciones pero igualmente eficaz, se titula de forma explícita: 37 grados: Cómo salvar tu culo. Cuando el neófito se acerca por primera vez al mundo de la supervivencia, lo hace en general ofuscado por las fantasías de convertirse en una especie de héroe a medio camino entre Tarzán y Robinson Crusoe, pensando en cómo ayunar durante semanas o sobrevivir sin agua durante días mientras se construye un auténtico resort de lujo con cañas y lianas... Sin embargo, y como bien recuerda el título de este libro firmado por Cody Lundin, un auténtico experto disfrazado de Conan pero en plan apache (y de paso fundador y director de la Escuela Aborigen de Supervivencia en el medio Oeste de los EE.UU.) si la temperatura de nuestro cuerpo descendiera por debajo de esos fatídicos 37 grados o subiera demasiado por encima de ellos, estaríamos muertos en muy pocas horas.

Así que el bueno de Cody, gran profesor, desgrana el ABC de la supervivencia empezando por definir con claridad los riesgos de una situación extrema, explicando con claridad cómo aprovechar los avances del sector (por ejemplo, antes de aprender a hacer un fuego frotando palitos, es más útil saber utilizar las cerillas -esto parece una tontería, pero no lo es en absoluto y cualquiera que lea el libro lo comprenderá-) y aportando (para mí lo más interesante de la obra) las ideas para preparar un sencillo, ligero y eficaz botiquín de supervivencia personal. Entre las originales y espectaculares ideas que propone, figura por ejemplo el empleo de preservativos para transportar agua en situaciones donde no poseamos ningún termo, cantimplora ni recipiente alguno para ello: cada profiláctico puede contener hasta 2 litros de agua y ésa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte (eso sí, hay que comprarlos siempre de talla extra y sin lubricantes para que no contaminen el líquido elemento).

Citando directamente a este maestro de la supervivencia: "Existen muy pocas reglas en realidad. Tienes dos metas principales: regular la temperatura corporal y hacer que te rescaten del aprieto lo antes posible" porque según las estadísticas "el escenario de supervivencia medio se prolonga durante unos tres días" y por lo general al cabo de este tiempo los rescatadores "te encontrarán vivo o muerto..., siempre que alguien te esté buscando".

Esta mañana se ha presentado un nuevo libro que es, desde ya, candidato a engrosar mi colección: se titula Manual práctico de arqueología experimental. Cómo sobrevivir con dos piedras y un cerebro y en su redacción han participado diversos especialistas coordinados por el profesor de Prehistoria de la Universidad de Burgos Carlos Díez Fernández-Lomana. De lo que se trata aquí es de mostrarnos algunas de las cosas que podríamos hacer (27 en concreto, no sé por qué precisamente ese número de cosas y no 25 ó 30) si de repente la civilización se fuera por el sumidero y nos encontráramos de nuevo abandonados a nuestra propia suerte como se supone estaban los hombres de las cavernas.

En este libro se explica entre otras cosas cómo construir algo tan sencillo pero que requiere su técnica como es un arco y unas flechas (para defendernos y cazar), cómo elaborar una lámpara de tuétano (para iluminarnos por la noche), cómo tallar un bifaz (el equivalente, según los prehistoriadores, a la navaja multiusos para los hombres prehistóricos), cómo modelar un recipiente de cerámica (para beber o guardar comida), hacer fuego (para tantas cosas) y hasta cómo levantar una cabaña (nuestro propio chalet prehistórico). La publicación ofrece paso a paso la fabricación de todas estas cosas, y otras, y los acompaña con ejemplos recogidos en el registro arqueológico tanto de Europa como de Suramérica puesto que entre los colaboradores que han aportado su trabajo al libro figuran varios expertos argentinos.

Como dice el propio Fernández-Lomana que, por cierto, es miembro del equipo investigador de las excavaciones de Atapuerca, nuestra especie estaría en perfectas condiciones de "empezar de nuevo" con la naturaleza como único medio para sobrevivir, gracias a su "curiosidad y capacidad de observación y aprendizaje". Para ello, Como sobrevivir con dos piedras y un cerebro es "un recurso didáctico que ayuda a conocer la Prehistoria y amar nuestro patrimonio" introduciéndonos en ella de manera "lúdica, experimental y a través del autoaprendizaje". Sólo echo en falta entre los 27 procedimientos prehistóricos el de cómo construir un sofá tan cómodo como el mío.


martes, 29 de marzo de 2011

El primer crononauta de la Historia

- Serás un tipo famoso, el más famoso de la Historia, la gente te querrá, te aclamará, te dedicará un homenaje tras otro -me decía una y otra vez el doctor Cassidy, ese maldito chiflado, y yo me lo creí- ¡No en vano te vas a convertir en el primer crononauta de la Historia, el primer viajero en el tiempo...! Pero, ¿te das cuenta del futuro maravilloso que te espera? Escribirán libros sobre ti, rodarán películas de tu vida, te entrevistarán en todas partes... ¡Serás el más grande!

 La verdad es que dicho así impresiona bastante y uno, si es un poco ingenuo como le sucede al hijo de mi madre, tiende a creérselo todo. 

- Piénsalo bien: te convertirás en testigo único de los acontecimientos históricos. Gracias a ti podremos saber qué sucedió con exactitud en tal sitio en tal época: qué sucedió ¡de verdad! Por fin conoceremos cómo murió realmente Rasputín, cuántos europeos había en América antes de que llegara Colón, cuál fue el aspecto físico que tenía Jesucristo, si Napoleón perdió la batalla de Waterloo por culpa de sus hemorroides..., en fin, cuán hermosa era Cleopatra, si es que lo era y no debía su fama a ciertas habilidades..., ejem, femeninas. ¡Tú serás el primero en saberlo, en documentarlo todo y en contárselo luego al mundo! Te harás rico y popular, el tipo más importante de nuestra época..., y quizá de todas las demás.

Para un físico de cuarta fila como un servidor, que lo único en lo que ha destacado en su vida es en los combates de boxeo de la liga universitaria y cuyo panorama laboral se reducía a un mísero contrato de ayudante renovable cada seis meses, las palabras del doctor Cassidy resultaban harto prometedoras.

- Eres el candidato perfecto. Sabes lo suficiente de Física Cuántica para entender los rudimentos de mi máquina del tiempo y manejarte adelante y atrás en los siglos y en los milenios sin inmutarte. Tu fortaleza personal y tus músculos garantizan que podrás soportar los vaivenes del viaje y las tensiones a que se verá sometido tu cuerpo, además de la posibilidad de defenderte si tienes algún problema puntual. Cada viaje lo mediremos al milímetro de manera que partirás sabiendo absolutamente todo lo que hoy sabemos sobre ese exacto momento temporal, vestido a la moda de aquellos días y provisto de diminutas cámaras para grabarlo todo. Irás, verás y volverás. ¡Oh, estoy tan emocionado que casi desearía despedirte y pilotar yo mismo la máquina, a pesar de que mi edad y mi ruinosa constitución física lo desaconsejan por completo!

Sí, yo me lo creí todo, porque es verdad que los datos teóricos eran perfectos, estaban calculados al detalle: el viaje en el tiempo era posible gracias a un distorsionador de átomos que el doctor Cassidy había inventado y que gracias a su sistema de vibración permitía disgregar temporalmente los cuerpos físicos para hacerlos aparecer en el lugar de destino elegido casi al mismo tiempo que habían terminado de desaparecer de su sitio original. Probamos con varios modelos, pequeñas maquetas a escala, y todos se desvanecieron ante nuestros ojos para ir a aparecer -suponíamos, porque nunca volvimos a verlos- en algún momento del pasado. 

Luego, cuando me subí al fin en la máquina dispuesto a realizar mi primer cronoviaje a los idus de marzo..., bueno, al 15 de marzo del año 44 antes de Cristo, para ser testigo en directo del asesinato de Julio César -el primer viaje que habíamos escogido- en pleno Senado de Roma, el doctor Cassidy me dio un abrazo emocionado.

- Hijo mío, no sabes cómo te envidio. Ve, observa lo que hay y vuelve. Sabes manejar perfectamente la máquina. Mucha suerte. Te espero impaciente.

Y partí. La verdad es que el distorsionador de átomos funcionó a la perfección. Y sí, viajé en el tiempo, sintiendo apenas un ligero mareo -aunque creo que el efecto fue más psicológico que físico- al percibir cómo primero los meses, luego los años y finalmente los siglos se desprendían de la existencia esfumándose a mi alrededor, arrastrados como el humo por una corriente de aire. La emocionante sensación sólo se detuvo cuando según los indicadores de la máquina, llegué a mi destino temporal. El cronoviaje había sido un completo éxito.


Excepto por un pequeño detalle.


El doctor Cassidy me había enviado más de dos mil años atrás en el tiempo. Pero, dos mil años atrás en el tiempo, el planeta Tierra no se encontraba en el mismo lugar del Universo en el que se hallaba cuando partí de él, sino mucho más lejos, a millones de kilómetros: ni siquiera se había acercado todavía a las regiones del espacio donde estaría dos milenios más tarde. Yo había viajado en el tiempo..., pero no en el espacio y ahora flotaba impotente en medio de la nada, envuelto por el frío, sin oxígeno que respirar y rodeado por la más negra oscuridad. Oh, Dios mío, ni siquiera estaba lleno de estrellas. Apenas algún destello de una galaxia que no supe reconocer...

 Me congelé en cuestión de segundos, antes de que -sarcásticamente- tuviera tiempo de darme cuenta de lo que había ocurrido, así que no fui capaz de reprogramar la máquina para regresar a mi época.


Y aquí estoy desde entonces, cayendo eternamente hacia el fondo del espacio. 

Con todo el tiempo por delante para maldecir al doctor Cassidy.
 



lunes, 28 de marzo de 2011

El cementerio de Praga, de Umberto Eco

 Judío y conspiración son dos palabras que siempre han dado mucho juego convenientemente asociadas a lo largo de la Literatura Universal. Algunos de los libros más vendidos del siglo XX (con independencia de su calidad o de su intencionalidad) tratan precisamente sobre diversas líneas argumentales que nacen de esta combinación y que están contenidas en textos de distintas épocas, periódicamente renovados o actualizados para los sucesivos lectores contemporáneos. Sin embargo, a raíz de la Segunda Guerra Mundial y como consecuencia de algunas de sus peculiares "notas a pie de página" (en característica definición del líder ultraderechista francés Jean Marie Le Pen), muchas cosas cambiaron. Entre ellas, el permiso para publicar determinado tipo de opúsculos enfocados expresamente a criticar (y denostar) al pueblo judío, su religión, su cábala y su influencia en el mundo. 
Hoy no es políticamente correcto opinar o escribir en contra de cualquier líder judío, del presente o del pasado, o contra cualquiera de sus políticas, sean éstas acertadas o erradas. Aún más, se ha convertido casi en un tabú, so pena de que el opinador sea asociado de inmediato con el nazismo, los campos de concentración y demás parafernalia. Algo de lo que por cierto obtienen gran rendimiento las actuales autoridades del Estado de Israel que acallan toda crítica a su eterna pelea con los palestinos acusando de antisemitismo a quien alce la voz,  ¡aunque se trate de ciudadanos u organizaciones pacifistas israelíes! 
 Cuando un político, un intelectual, un artista o cualquier otra persona de proyección pública recibe la etiqueta de "antisemita" por alguna de sus obras o discursos (aunque el adjetivo está mal utilizado puesto que tan semitas son los judíos como los palestinos, los jordanos, los sirios o los libaneses, por referirnos a sus vecinos más próximos) ya puede dar por terminada su carrera... A no ser que ésta sea sólida y poderosa, esté asentada después de muchos años de ejercicio y él mismo se encuentre ya en su tramo final, de tal manera que entonces se tratará simplemente de quitarle importancia acusándole de "travieso", "provocador" o "maleducado". Aun así, es seguro que no volverá a ser tratado igual en el futuro. 
Éste es el caso del filósofo, semiólogo y escritor Umberto Eco, cuya última novela, El cementerio de Praga, ha levantado oleadas de indignación y rasgado de vestiduras en el sancta sanctorum, tanto entre los judíos (que aparecen como malos malísimos) como entre los cristianos (que aparecen como tontos tontísimos). Sin embargo, el volumen ha sido un arrollador éxito de ventas de cientos de miles de ejemplares en su Italia natal (no conozco las cifras en otros países) aunque como sucedió con sus anteriores novelas y en especial la primera, El nombre de la rosa, que tanto éxito tuvo, cabe preguntarse el porqué. Como filósofo, semiólogo y ensayista, Eco será realmente bueno, preciso y analítico. Como novelista, siempre me ha parecido un auténtico ladrillo (y eso que la mayoría de argumentos, temas y personajes de su bibliografía me interesan) y jamás he entendido cómo se ha podido convertir en un best seller si no es gracias a que la Literatura hace tiempo que dejó de ser un arte para convertirse en un negocio más, donde lo que cuenta es comprar el libro para exhibirlo a las visitas y quedar bien, y no necesariamente para leerlo.

En el caso de El cementerio de Praga, nos encontramos de nuevo ante el Eco novelista que hace honor a su apellido entregándonos una obra en apariencia sólida y apabullante y en la realidad tan vacía, mistificadora y frívola como el sonido que se despeña, rebotando, en los abismos. Una novela, para mi gusto personal, tan absolutamente decepcionante como El péndulo de Foucault (con el cual comparte más de un tema de fondo) y, como ésta, nacida de la pluma de alguien que posee mucha información pero no ha entendido absolutamente nada de lo que ha leído y se limita a enlazar unos asuntos con otros de la misma manera que lo haría una computadora: juntando las piezas del rompecabezas porque parecen encajar unas con otras, pero sin ser capaz de ver si dibujan una imagen coherente.



En su narciso planteamiento inicial Eco (él mismo piamontés y amante de la buena mesa) se encarna en la piel de un piamontés desagradable, desconfiado y misógino, el capitán Simonini, cuyo placer favorito es la glotonería y que posee un don con el que se abre camino en el mundo: su facilidad para copiar caligrafías y falsificar documentos. Simonini se despierta un buen día en su apartamento parisino de finales del siglo XIX sin recordar bien quién es y lo que le ha ocurrido. Para superar su amnesia, se pone a escribir su vida en un diario en el que hará su aparición algo más tarde un tal abate Dalla Piccola que, como queda claro desde el principio, es una doble personalidad nacida de su disfraz favorito. Entre ambos irán desenredando la historia de las aventuras del protagonista, cuyos puntos ciegos son rellenados por una tercera voz que se define a sí mismo como Narrador y que, viva el yo (el yo de Eco), deja claro que el lector sólo puede dejarse guiar de la mano por lo que le cuenten, sin posibilidad de hacer suya la novela en ningún momento.


Tratándose de un libro largo, confuso, farragoso y tan repleto de datos como falto de emociones, la primera parte de El cementerio de Praga es la más difícil de digerir: 200 páginas de recuerdos juveniles de Simonini que giran en torno a su abuelo, un antiguo oficial del decadente Imperio Austrohúngaro que le inicia en los secretos de la conspiración judía, y a su primera misión importante como falsificador y espía embarcado con la expedición de Garibaldi sobre Sicilia (donde gana sin mucho esfuerzo su rango de capitán). Confieso que a esas alturas del volumen estuve a punto de dejarlo, porque tengo en mi pequeño apartamento del orden de doscientos o doscientos cincuenta libros que están esperando que les eche un ojo y no me sobra tiempo para perderlo con tonterías. Al final, aguanté como un jabato y alcancé ese punto de no retorno que tienen las novelas, en las que resulta más sencillo terminarlas que apartarlas a un lado. Pero aguanté por el asombro que me produjo ver cómo Eco fusilaba uno por uno todos los argumentos, personajes, obras literarias y conceptos del por otro lado fascinante mundo de los, así llamados para entendernos, antisemitas europeos de finales del siglo XIX.

Un iniciado en el tema verá desfilar a todos y cada uno de los personajes interesantes (y verídicos, existieron ciertamente) de la época, desde Maurice Joly, el autor del famoso Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Rousseau, hasta Edouard Drumont, el director de Le Libre Parole, pasando por los diversos protagonistas del caso Dreyfus  y Hermann Gödsche/Sir John Retcliffe, el autor de la novela Biarritz que contiene el capítulo titulado En el cementerio judío de Praga, que da título a la novela de Eco. En este capítulo se describía una presunta reunión de los responsables de una sociedad secreta de rabinos representantes de las doce tribus de Israel en el susodicho camposanto para examinar cómo marchaba su plan de dominación mundial y de sometimiento de los goyim o no judíos. Según Eco, todos los documentos de interés manejados por estas personas nacen fruto de la inventiva y el buen hacer falsificador de Simonini. A medida que avanza el libro, está claro cuál va a ser su final: el protagonista será el encargado de redactar el primer texto de los Protocolos de los Sabios de Sión que, entregado a los servicios secretos rusos, será utilizado por éstos para azuzar el antisemitismo en la Rusia zarista.
 

En realidad, el planteamiento de la novela no es malo. Es más, en las manos adecuadas estaríamos ante una obra verdaderamente interesante, además de entretenida, pero el afán enciclopédico de Umberto Eco (que, insisto, no es novelista: jamás lo ha sido, aunque ésta sea su sexta -curiosamente, el 6 es uno de los números claves en la cábala judía- novela publicada) destroza todas las posibilidades de éxito y convierte el texto en un aburrido paseo en lugar de lo que podría haber sido una salvaje aventura. Una prueba de su escasa habilidad y falta de originalidad para tratar el tema es por ejemplo sus referencias nada inocentes pero mal encajadas ya hacia el final de la obra a frases tan características como "la solución final" e incluso al lema "El trabajo hace libres". Si tanto le fascinaba el tema, como ha repetido en varias entrevistas a propósito, debería haber escrito un ensayo, que parece que se le dan mejor.


Ahora que me fijo, hay en las últimas fotografías de Umberto Eco un aire como de Torrente..., y es entonces cuando me ocurre que el escritor italiano es como una especie de Santiago Segura: un tipo dedicado exclusivamente a hacer dinero a partir de la escatología y la provocación, vistiendo su obra de una profesionalidad que en realidad acaba desperdiciada,  superada por la chabacanería.

viernes, 25 de marzo de 2011

Proyecto Cartele

Está el mundo tan complicado, hay tantos líos por tantos lugares y es tan fácil encontrarse con gente desagradable (aunque en el fondo me da la impresión de que siempre ha sido igual y la única diferencia es que en nuestra época moderna nos enteramos de muchas cosas que nuestros antepasados no sabían, porque vivían sólo lo que les quedaba más cerca) que he decidido dedicar el comentario de hoy, al borde del fin de semana, a fabricar risas. Bueno, en realidad, a repartir las que ya me he reído yo a cuenta de tres amigos argentinos que se conocieron trabajando en el sector de la publicidad: Machi Mendieta, Gastón Silberman y Esteban Seimandi.

Este equipo peculiar comenzó a coleccionar medio en broma medio en serio fotografías de carteles divertidos por lo chocante de los mensajes escritos en ellos por la gente anónima que los había confeccionado y pronto lograron reunir un álbum que se convirtió en la estrella de las fiestas en las que participaban. Hace diez años decidieron transformar su colección en un libro que llamaron Cartele y que fue acompañado por una página web en la que ofrecieron a sus visitantes la posibilidad de aportar sus propias fotos que hubieran obtenido en cualquier lugar del mundo. El éxito fue inmediato y espectacular: miles de aficionados a la cartelería bizarra comenzaron a enviarles sus imágenes. Hoy cuentan con más de 15.000 fotografías, la inmensa mayoría de ellas desternillantes, en su web del Proyecto Cartele (título también del segundo libro que publicaron) y revisar sus galerías es una de las mejores recomendaciones que se me ocurre hacerle a cualquiera que necesite levantar el ánimo y reírse un poco.

Machi, Gastón y Esteban explotaron el filón con un par de libros más (Entrada Boca de Lobo y Liquidación Total por Saqueo) además de organizar numerosas exposiciones y conferencias desde su Argentina natal hasta Estados Unidos, Cuba o España. En la actualidad, continúan en la brecha, gestionando una colección más que festiva de la que he extraído los siguientes ejemplos para animar a mis lectores a explorarla por su cuenta.

Todos los carteles están en español..., o algo parecido. Las fotos han sido "cazadas" en todo el territorio de habla hispana (incluyendo la península ibérica), aunque a veces parece que las hubieran capturado en otro planeta. Por ejemplo:
¡Debe ser que venden también pollos extraterrestres!
Claro que, puestos a regodearnos con la Ciencia Ficción, ¿qué tal si hablamos de una civilización submarina? Sólo unos hombres-peces podrían encontrarse con que se les prohíbe lo siguiente:


No nos olvidemos de los superhéroes. Sabido es que uno de los negocios que más ha crecido en los últimos años es el de las empresas de seguridad. Pero hay algunos vehículos de transporte que están protegidos por algo más que guardias armados..., si es que nos creemos este cartel:


Eso no pasa en otras empresas basadas en las ideas comunistas o, al menos, materialistas hasta la radicalidad. Si no, no se explica lo de algunas camionetas:


Y ya que estamos subidos en el vehículo, ¿a dónde viajamos? Pues a París, por ejemplo. O a Roma. ¡O a los dos sitios a la vez!


Para viajar, necesitaremos dinero en efectivo y, aunque el euro parece estar bastante fuerte últimamente, el dólar sigue siendo el dólar. Válido para comprar..., lo que dice este cartel:


 Eso sí, vayamos donde vayamos, mucho ojo con entrar donde nos dejen y no hacerlo donde esté prohibido. No vayamos a liarla...


Sólo espero que la "Boletería" no esté al otro lado del cercado, yendo por el camino tras el cartel... Aunque si pasáramos, siempre podríamos pedir perdón. Después de todo, ¿quién no ha metido la pata alguna vez en su vida? Alguno hay que ha cometido hasta un grave herror y de todas formas es capaz de pedir perdón de manera un poco..., original.


La "gorda" debe estar "encantada" de que la llamen así, la pobre... En cualquier caos, hay que conservar el ánimo hasta el final y no dejarnos vencer por las circunstancias. Dicen que cuando se cierra una puerta, Dios abre una ventana..., pero en el caso de la persona que escribió esta pizarra, debieron tapiarle la casa entera:


En fin, siempre podemos ir a tomarnos algo, para pasar el mal rato. ¡Ojo, hay que escoger bien el lugar, donde podamos estar tranquilamente!


Más carteles divertidos en Proyecto Cartele. Enhorabuena a sus fundadores y mantenedores por hacernos pasar un buen rato.




 

jueves, 24 de marzo de 2011

Luz

Hubo un tiempo en el que nos levantábamos con el Sol y nos acostábamos con la luna. El Padre de los Dioses aparecía en el horizonte y, a medida que iba cogiendo fuerzas y exhalando luz y vida durante su lento ascenso hacia el trono celestial, la noche, con su manto de oscuridad, incertidumbre y peligros, corría a refugiarse entre las sombras, huyendo de los rayos vivificantes y dadores de vida. Tanto dependíamos de él y tan buena sintonía manteníamos con su fuerza vital que, cuando desaparecía en el crepúsculo, rojo como si se desangrara sobre el horizonte, pensábamos que moría de verdad (aunque sabíamos -y esperábamos que nunca cambiara esto- que al día siguiente renacería de nuevo) y tratábamos desesperadamente de suplirle invocando a algunos de sus siervos menores, las salamandras, para incendiar hogueras que pudieran sustituirle temporalmente.

En aquellas vidas lejanas, los hombres valoraban la calidez y la caricia de los rayos solares en el rostro, en el cuerpo, mientras viajaban, combatían o trabajaban en el campo o en la mar, en contacto directo con la Naturaleza, en una existencia intensa que recuerdo con nostalgia aunque a los abotargados hombres contemporáneos, encanecidos espiritualmente y presos de la materia, se les antoja dura en exceso y no demasiado envidiable. 

Luego todo eso cambió cuando los hechiceros comenzaron a sumir a las gentes en profundo trance a fin de mejor pastorearlas y encerrarlas en enormes granjas llamadas ciudades, en las que resultaba más sencillo y productivo ordeñarlas. Los hedores del hacinamiento y la falsa seguridad del rebaño (¿qué me puede pasar si estoy aquí, al lado de todo el mundo?, se pregunta el corderito cuando el matarife le conduce al matad..., a la habitación de al lado), la comodidad del pienso y las orejeras colocadas para ayudarles a dejar de ver alrededor les alejaron del Sol y del resto de las fuerzas naturales... Después, alguien inventaría y aplicaría la luz eléctrica y allí la desconexión sería ya absoluta. Disponiendo de luz parecida a la solar (pero en nada similar a ella, desde el punto de vista vibratorio), el día y la noche, y otros ciclos basados en la energía transmitida por el Sol, parecieron perder el sentido para casi todo el mundo. 

Lo perdieron, de hecho: fueron alterados gravemente y sus consecuencias han ayudado a enloquecer la sociedad actual de una manera sutil, silenciosa, sin que la mayoría de la gente se dé cuenta de lo que ha perdido, sin que ansíe recuperar lo que tuvo una vez, hace mucho tiempo.

Aún así, hay algunas personas que saben, todavía, y otras que intuyen... Sus vidas pasadas, sus recuerdos perdidos, les llaman de alguna forma a través de la sangre y, sin saber por qué exactamente, se dedican a estudiar ciertas materias y a descubrir (aprender no es sino recordar, decía el amigo Arístokles) cosas sorprendentes. 

Como Antonio Martínez, investigador del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, que esta misma semana participaba en unas jornadas sobre contaminación lumínica organizadas por la Junta de Andalucía y la Universidad de Málaga en la malacitana Escuela Politécnica Superior. Allí ha revelado los resultados de sus investigaciones sobre la luz con las que nos iluminamos/envenenamos encerrados en el interior de nuestras casas, cada vez más parecidas a habitaciones del pánico que a hogares de verdad.

Martínez ha explicado que los tonos azulados que hoy son cada vez más habituales en la iluminación interior de las casas y las ciudades inciden en la aparición del cáncer (por lo menos, en el de próstata y el de cólon) al provocar la disminución de melatonina, la hormona que "pone en hora" al organismo. Según todos los estudios disponibles en la actualidad, la inhibición del ritmo de esta hormona comienza tras quince minutos de exposición a la luz azulada frente a la hora y media que tarda cuando se encuentra con tonalidades más amarillentas (aunque también se inhibe entonces). El dato que corrobora esto es que los países con mayor índice de contaminación lumínica son los que muestran una mayor frecuencia en la aparición de estos tipos de cáncer. 

Otros efectos adversos para la salud relacionados con este tipo de luz (que por cierto es bastante común en un tipo de bombillas que últimamente se está promocionando ad nauseam con la sempiterna excusa del ahorro) son la obesidad, el riesgo de síndrome metabólico y, sobre todo, el deterioro cognitivo. Ya se ha comprobado, por ejemplo, que la luz artificial durante las horas nocturas convierte sistemáticamente a los hámsters de laboratorio en animales obesos y los primeros estudios específicos sobre humanos demuestran que los que trabajan de noche suelen sufrir también sobrepeso. En general, las personas cuya vida (en especial, todo el tiempo que dedican al trabajo) transcurre bajo la influencia de esta luz bastarda poseen una salud mucho más quebradiza y de peor calidad que aquéllas otras que pueden vivir más tiempo al aire libre, arropadas por la luz solar.

Martínez denunciaba los efectos negativos de la contaminación lumínica no sólo en el ser humano, sino en el mundo que nos rodea, como por ejemplo en la desorientación espacial y temporal que provoca en las migraciones de las aves. Y ha explicado que existe "muchísima" luz en la calles occidentales, donde se asocia a una mayor seguridad (y también al poderío económico, como todos los despilfarros) cuando por ejemplo Japón, uno de los países en verdad más seguros del mundo (¡sin contar con terremotos y tsunamis!) apenas posee una fuente de iluminación cada doscientos metros.

¡Luz, más luz!, pedía Goethe al despedirse de este circo. Hablaba de otra luz, aunque su origen es el mismo que la del espíritu solar.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Responsabilidad personal

Últimamente no oigo más que comentarios críticos hacia las decisiones de los responsables públicos por la manera de afrontar los diversos sucesos que ocurren sobre el escenario..., digo, en el panorama tanto nacional como internacional. Frases del estilo de: "¿Pero cómo puede ser que esta especie de XXXXX (aquí insértese la palabrota preferida de cada cual) no sea capaz de resolver semejante problema, con lo sencillo que es? Si yo fuera el presidente (o el ministro o el director o el gerente o incluso el entrenador del equipo), verías tú como arreglo esto en dos patadas; vamos, me iba a durar a mí la cuestión cinco minutos". Con asombrosa arrogancia damos por hecho que poseemos la solución más rápida, eficaz y racional de las posibles y clamamos contra propios y extraños porque no se nos ha dado ¡a nosotros! la capacidad de decidir.

Es, por supuesto, un simple cacarear de gallo de corral. No por los responsables públicos, que es cierto que hay mucho maula entre ellos, sino por nuestra propia y no reconocida incapacidad para sustituirlos, ya que a menudo olvidamos alegremente que solemos carecer del nivel suficiente de formación profesional, intelectual e incluso política que se requeriría para ocupar el puesto correspondiente. Luego está el "miedo escénico", como dirían los futbolistas que juegan en el Santiago Bernabéu: no es lo mismo criticar al torero desde detrás de la barrera que coger la muleta y ponerse delante del mihura de verdad. Por ejemplo, cuántas veces no he escuchado en las reuniones de la comunidad de vecinos a algunas personas que denostaban al presidente de turno por su manera de actuar y, más tarde, cuando les ha tocado a ellas en el puesto, hacerlo infinitamente peor.

Un ejemplo clásico de este hablar por hablar y criticar por criticar es el laboral. Nos gusta destrozar a determinado personaje público sospechoso (o incluso culpable) de corrupción o de mala gestión cuando nosotros, en nuestro propio nivel, no somos mejores: ¡simplemente tenemos menos oportunidades de corrompernos o acaso las que tenemos son de corrompernos sólo un poquito! En lugar de meter mano en la caja y llevarnos unos cuantos millones a nuestra cuenta en Suiza nos contentamos con robar unos bolígrafos o algún paquete de folios de la empresa, o con utilizar el teléfono de la misma y nuestro tiempo de trabajo para hablar gratis con familiares que viven lejos, o con practicar todo el absentismo laboral posible. Y, si alguien nos afea la conducta, recurrimos al argumento que tan rápidamente olvidamos cuando atacábamos al personaje público: "Es que lo hace todo el mundo" (personalmente, no hace muchos años tuve una espectacular experiencia en ese sentido, con todo un turno de trabajo -incluido el mando intermedio responsable de todos ellos- puesto de acuerdo para "recortar" unilateralmente todos juntos su jornada laboral en casi una hora a espaldas por supuesto de la dirección; lo descubrí al ser instalado temporalmente en ese turno por necesidades de servicio).

Mi tutor en la Universidad de Dios suele poner el siguiente ejemplo en las charlas que mantenemos con él, cuando trata el asunto de la diferencia entre el ser humano común corriente y aquél otro educado en su desarrollo interno:

- Imagináos que un día desciende un ángel a la Tierra y dice a la Humanidad: "por orden directa de Dios, durante las próximas 24 horas se suspenden todos los castigos y penas por mal comportamiento. Nadie será juzgado ni amonestado por ningún acto que pueda cometer durante ese tiempo, por grave que pueda ser". Ahora bien, ¿cuántas personas creéis que seguirían actuando con normalidad y cuántas creéis que aprovecharían ese día para hacer lo que siempre han querido hacer pero la ley o la moral les han reprimido: desde vengarse de antiguos enemigos hasta robar y saquear grandes almacenes, violar a personas indefensas, matar a quien le caiga mal o simplemente comportarse de manera vandálica?  

Cada día se producen multitud de noticias que confirman el bajo nivel de nuestra sociedad contemporánea, de la cual nuestros gobernantes no son más que un fiel reflejo. Por poner algún ejemplo, echo un vistazo a las informaciones de los últimos días y me encuentro con cosas como éstas:

* En Australia, unos ladrones han robado las monedas del "pozo de los deseos" en el parque de atracciones Fairy Park ubicado cerca de Melbourne. ¿Cuántas veces no hemos sentido la tentación de recoger el dinero que nuestros supersticiosos contemporáneos arrojan a cualquier lugar lleno de agua? Y ¿lo haríamos si tuviéramos la ocasión de llevárnoslo sin que nadie nos viera? Estos ladrones desde luego que sí: los responsables de la empresa creen que el botín asciende a ¡30.000 dólares! en monedas acumuladas durante los últimos ocho años. El gerente, Garry Mayer, se lamentaba de que los ladrones "no tienen corazón" porque muchos niños que tiraron sus monedas al pozo para pedir un deseo quedarán desilusionados (no sé yo si habrá sido más bien él el desilusionado pensando en las mejoras que podría haber puesto en marcha en el parque con parte de ese dinero, o tal vez en la paga extra que podría haber repartido al final de temporada). Por cierto que esto de echar moneditas al fondo de una corriente de agua no deja de ser una muy extendida costumbre (he llevado a ver monedas hasta en el papel de plata por el que circulaba un chorrito de agua en el belén de un hospital infantil), recuerdo de los sacrificios que nuestros antepasados realizaban ofrendando objetos valiosos a las divinidades de los ríos y los lagos.

* En Guatemala, el presidente Álvaro Colom se va a divorciar de su esposa Sandra Torres tras 11 años de matrimonio ¡para que ella pueda ser candidata a la presidencia del país en las elecciones generales de septiembre próximo! Ésta es una de las razones más curiosas que he visto para justificar una separación matrimonial: no porque se terminara el amor entre las dos personas, no porque una maltratara a la otra, no porque una se enamorara de una tercera..., ¡sino para poder hacer carrera política! La demanda de divorcio de mutuo acuerdo fue "una decisión difícil pero necesaria", según un portavoz de la Corte Suprema de Justicia, que la justifica en que la Constitución guatemalteca prohíbe que los familiares de un presidente, hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, puedan aspirar a la primera magistratura del país. Sandra Torres se encuentra en el primer grado de afinidad en este momento por ser la esposa de Álvaro Colom. Por cierto que hace tres semanas el propio presidente de Guatemala, respondiendo a una pregunta sobre esta posible separación para permitir la candidatura de su mujer, rechazó la idea diciendo que sería algo "inmoral". Toma inmoralidad. ¿Cómo es posible que uno pueda renunciar a su pareja con tal de medrar políticamente: qué tiene una gente así en la cabeza? ¿Y si llega a ser su hijo el que se presentara a las elecciones? A lo mejor tendría que haber rebuscado en la memoria familiar hasta encontrar un amante de su madre para luego hacerse la prueba del ADN, a ver si había "suerte" y resultaba ser hijo del amante en lugar de serlo de su padre. A todo esto, ¿seríamos capaces de destruir nuestro matrimonio a cambio de ejercer el poder en nuestro país? (ojo: esta pregunta sólo la pueden contestar aquéllos a los que les vaya bien su relación de pareja)

* En Holanda, una mujer de 63 años, jurista soltera, se ha convertido en la madre más vieja del país al dar a luz a una niña concebida in vitro gracias a una donación doble: de esperma y de óvulo. Tan contenta, la mujer ha salido en la televisión holandesa diciendo que esa hija ¡satisfacía su "profundo deseo de ser madre" y que asumía "todas las consecuencias"! Es decir, esta especie de monstruo del egoísmo, por decirlo de un modo suave, demuestra de nuevo (la primera vez fue cuando decidió inseminarse) lo poco o nada que le interesa su hija como ser humano ya que la ha tenido exclusivamente por satisfacer el capricho personal de disponer de su propia muñeca, como quien se compra un perrito de lujo para hacerle compañía un rato (ni siquiera la parte femenina de la niña es suya, ya que el óvulo es también donación). Y me gustaría saber qué consecuencias piensa asumir el día en el que, por razones de edad, no pueda atenderla o, simplemente, fallezca...  El parto fue por cesárea en la clínica de un polémico ginecólogo italiano llamado Severino Antinori que comparó a sus colegas holandeses con "los talibanes" (!) por negarse a inseminar y tratar a mujeres de avanzada edad, como es el caso. Este irresponsable adorador del dinero y de la fama es aún más culpable del drama en el que no resulta difícil pronosticar se convertirá la vida de esta niña ya que gracias a él la narcisista "mamá mayor" ha conseguido comprar la vida humana que le apetecía. ¿Qué estamos nosotros dispuestos a hacer por dinero? O por fama, o por ambas cosas...

En fin, que recuerdo una vez más el cuento del sufí aquél que quería mejorar el mundo y tras 25 años intentándolo en vano decidía dedicarse sólo a mejorar su país y tras otros 25 años sin resultados renunciaba para dedicarse sólo a mejorar su familia y tras 25 años más de no obtener frutos reconocía por fin que lo único que podía mejorarse es a sí mismo. Pero justo cuando descubría la verdadera razón que debería moverle en la vida..., fue y se murió de viejo. 

martes, 22 de marzo de 2011

Nostradamus y Libia

Hace apenas unos meses, a principios de diciembre de 2010, murió en la localidad francesa de Brive-la-Gaillarde, víctima de un tumor cerebral, el ex visitador médico Jean Pigeard de Gubert. Tenía 75 años y en realidad muy poca gente le conocía por ese nombre sino por su alias literario de Jean-Charles de Fontbrune,  que le dio fama y fortuna en los años 80 del siglo XX gracias a sus interpretaciones de las cuartetas del famosísimo y misteriosísimo Nostradamus. 


No fue en esto especialmente original, ya que no son pocos los estudiosos que han publicado (especialmente en los últimos decenios) sus exámenes y conclusiones acerca de las enigmáticas y difíciles profecías elaboradas durante el siglo XVI por el también médico Michel de Nôtre-Dame, cuyo volumen más polémico fue Las verdaderas centurias astrológicas y profecías publicado en 1555. De hecho, el propio padre de Fontbrune, Max de Fontbrune (y por cierto el tercer médico en esta historia) ya había publicado en 1938 su propio texto con predicciones basadas en las de Nostradamus en las que advertía entre otras cosas de la invasión de Francia por Alemania a través de Bélgica y la caída final de Hitler. Este libro fue prohibido y sacado de circulación por el gobierno francés de Vichy, fiel a Berlín, que no deseaba la derrota germana. 

Jean-Charles tuvo más suerte con su propio estudio, que comenzó a escribir en 1963 y finalmente vio en imprenta en 1981: Nostradamus, historiador y profeta. Esta obra se convirtió casi de inmediato en un best seller en toda Europa, entre otras cosas porque estaba plagada, como corresponde a un libro de profecías, de augurios de guerras, desastres y catástrofes de todo tipo..., y la masa de humanos sin conciencia disfruta un montón cuando juega a pasarlo mal (si lo pasa mal de verdad, es otro cuento...). Entre otras lindezas, pronosticaba el desencadenamiento de la III Guerra Mundial, que enfrentaría a rusos y árabes contra europeos y norteamericanos y el Viejo Continente una vez más como campo de batalla central. En este conflicto, Francia sería de nuevo invadida; París, arrasada por un gran incendio; el Vaticano caería y el Papa Juan Pablo II moriría huyendo de los enemigos de Occidente; después de varios años de guerra tremenda, la resistencia se organizaría a partir de España gracias a un rey "filípico" (o sea, descendiente de Felipe V, es decir, Borbón) y poco a poco los europeos lograrían sacudirse el dominio ajeno hasta derrotar definitivamente a rusos y árabes. De paso, la monarquía sería restaurada en Francia.

Ahí no acababa la cosa pues, según Jean-Charles de Fontbrune, después de este conflicto terrible vendría otro aún peor: la guerra del Anticristo o del Fin del Mundo, que esta vez enfrentaría a Asia (a China en concreto) contra Occidente, en un espectacular fin de fiesta con fuegos artificiales de todos los colores que incluiría la destrucción definitiva de la Iglesia Católica y la monarquía (no le duraría mucho la restauración, a los vecinos franceses), y que se supone terminaría con la Parusía: el regreso del Hijo de Dios para derrotar al Anticristo y proceder al Juicio Final y demás escatología de manual.


El libro se vendió como churros, porque además incluía la interpretación a posteriori de hechos que Nostradamus habría profetizado para los siglos sucesivos al suyo y que ya se habrían materializado, incluyendo las clásicas visiones de la subida al poder de gente como Napoleón o el mismo Hitler. Sin embargo, Fontbrune cometió un error: fechar esos acontecimientos por venir..., que situó a finales del siglo XX y que a su juicio culminarían (guerra del Anticristo incluída) para el 2005. Y sin embargo estamos ya en la primavera de 2011. Este "ligero" cambalache de fechas no arredró a los múltiples seguidores del autor, que siguieron consumiendo las obras posteriormente publicadas por él, incluyendo la última, en 2009, titulada Nostradamus lo había predicho y en la cual se refería a la crisis financiera. Pero también es una profecía descubierta a posteriori.

 Sin embargo...


Sin embargo, viendo lo que está pasando estos días en Libia y en el resto del norte de África, recordé de pronto mis lecturas allá por 1981 de la edición española de Nostradamus, historiador y profeta y, picado por la curiosidad, he estado revolviendo entre las polvorientas cajas donde se acumulan las toneladas de libros que saturan el pequeño apartamento donde vivimos Mac Namara y yo hasta encontrar ese viejo ejemplar de páginas ya amarillentas. No comentaré nada sobre el texto. Sólo voy a reproducir a continuación algunas de las cuartetas que Jean-Charles de Fontbrune publicó hace ya casi treinta años, porque no dejan de ser curiosas. Copio textualmente.


EL ORIGEN ORIENTAL 
DEL TERCER CONFLICTO MUNDIAL

I, 9
De l'Orient viendra le coeur Punique
Fascher Hadrie et les hoirs Romulides,
Accompagné de la classe Libique,
Tremblez Mellites et proches isles vuides.


Traducción: De Oriente llegará el acto pérfido que golpeará el mar Adriático y a los herederos de Rómulo (los italianos), con la flota de Libia: temblad habitantes de Malta y su archipiélago.

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EL CORONEL GHADAFI LEVANTA EL MUNDO ÁRABE
CONTRA OCCIDENTE. EL GRAN REY:
PERSONAJE CULTIVADO CONTRA LOS ÁRABES


III, 27
Prince Libinique puissant en Occident,
François d'Arabe viendra tant enflammer:
Scavant aux lettres sera condescendent,
La langue Arabe en François traslater.


Traducción: Un jefe de Estado libio poderoso en Occidente inflamará muchos árabes contra los franceses, luego vendrá un personaje cultivado y complaciente que hará traducir al francés la lengua árabe.


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INVASIÓN DE ITALIA
LA COSTA MEDITERRÁNEA
LOS TERREMOTOS


X, 60
Je pleure Nisse, Mannego, Pize, Gennes,
Savone, Sienne, Capue, Modene, Malte:
Le dessus sang et glaive par estrennes.
Feu, trembler terre, eau, malheureuse nolte.

 Traducción: Lloro por Niza, Mónaco, Pisa, Génova, Savona, Siena, Capua, Módena y Malta que serán cubiretas de sangre por la opresión de las armas. La guerra, los terremotos y la revolución causarán desgracias que no habrán sido queridas.


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CONFLICTO EN EL MAR ADRIÁTICO
EGIPTO EN LA GUERRA


II, 86
Naufrage à classe près d'onde Hadriatique,
la terre tremble, esmüe sus l'air en terre mis,
Egypte tremble augment Mahométique,
L'Héraut soy rendre à crier est commis.


Traducción: Una flota naufragará cerca del mar Adria´tico, la tierra temblará una flota aérea sea abatida. El aumento de las tropas musulmanas hará temblar a Egipto. Se pedirá al general en jefe que se rinda.


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LA REVOLUCIÓN EN PARÍS
TURQUÍA SUBLEVADA POR IRÁN
CONTRA OCCIDENTE


X, 86
Par les deux testes, et trois bras séparés,
La grand cité sera par eaux vexée:
Des Grands d'entre eux par exil esgarés,
Par teste Perse Bysance fort pressée.


Traducción: A causa de dos jefes separados de sus tres adjuntos, París será sacudida por la revolución. Cierto número de sus jefes (ministros) serán alejados por el exilio cuando Turquía sea lanzada (contra Occidente) por el jefe de Irán.


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RUPTURA DE RELACIONES DIPLOMÁTICAS
CON IRÁN


Sextilla 8
Un peu devant l'ouvert commerce,
Ambassadeur viendra de Perse,
Nouvelle ay franc pays porter,
Masi non receu, vaine espérance
A son grand Dieu sera l'offence,
Feignant de le vouloir quitter.


Traducción: Poco antes de firmar acuerdos comerciales, un embajador llegará de Irán para traer una noticia a Francia. Pero no será recibido y su esperanza será vana. Considerará esto como una ofensa a su bien y fingirá querer abandonar el país.


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EL HEXÁGONO ATACADO POR CINCO DE SUS LADOS
TÚNEZ Y ARGELIA SUBLEVADOS POR IRÁN
ATAQUE DE ESPAÑA


I, 73
France a cinq pars par neglect assaillie,
Tunis, Argal esmeuz par Persiens:
Léon, Seville, Barcelonne faillie,
N'aura la classe par les Vénitiens.


Traducción: Francia será atacada por cinco de sus lados a causa de negligencia. Túnez y Argelia serán sublevados contra ella por los iraníes. León, Sevilla y Barcelona sucumbirán y no podrán ser socorridas por el ejército italiano.


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Simpático, ¿no? Bueno..., pues a ver qué echan en la tele esta noche...

   

lunes, 21 de marzo de 2011

Sentencias ejemplares

Aunque pudiera parecerlo por mi natural bonhomía y mi simpática presencia (por no citar mi profunda sabiduría, mi saber estar viril o mi natural brillantez, entre algunas de mis características vitales) lo cierto es que no soy perfecto: aún tengo algún que otro defectillo que limar para poder aspirar a las recompensas de los mundos superiores (aunque me contentaría con poder pasar de curso en la Universidad de Dios). Por ejemplo, anoto aquí, como dejándolo caer, la irritabilidad que me provocan los quejicas.

En efecto, pocas cosas me sacan de mi Nirvana interior con mayor facilidad que ese tipo característico de persona que pudiendo (debiendo) tomar el control sobre su propia vida se niega a hacerlo (en general, por pura y simple comodidad) y después viene lloriqueando por “lo mal que me trata la vida” y exigiendo (ni siquiera pidiendo, sino exigiendo) compensaciones, ayudas y atención de todo tipo. Puede parecer difícil asumir el susodicho control sobre la existencia de uno, sobre todo cuando nos referimos a las cuestiones que en teoría más influencian nuestra vida (una enfermedad grave que se presenta de repente, una oportunidad laboral que llega sin quererlo o que no termina de llegar, un inesperado accidente grave, un enamoramiento arrolladoramente pasional et caetera) pero la mayor parte de las sorpresas son asumibles si uno desarrolla un cierto carácter y un mínimo de voluntad para afrontarlas. Por lo demás, construimos el futuro con los ladrillos del presente y lo más común es que cosechemos a lo largo de nuestra vida aquello que en algún momento sembramos y en muchos otros momentos regamos y abonamos, aunque justo ahora no lo tengamos presente en la memoria.

Entre los quejicas más desagradables se encuentran esos padres fracasados que se molestan no ya porque sus hijos no hayan conseguido hacerse millonarios en un tiempo récord (para poder vivir de ellos) sino porque "me han salido rebeldes, vagos, desobedientes ¡y no sé por qué!" cuando lo único que han hecho los vástagos es, como todos los vástagos, fotocopiar a los padres que, además, no se han ocupado de ellos porque "para eso pago el colegio". Es inútil explicarles a estos cenutrios lo que tantas veces me han comentado mis varios amigos profesores en la teoría (y luego he tenido oportunidad de experimentar en la práctica con numerosos niños) de que el colegio sólo sirve para socializarse mientras que la educación depende de la familia..., y que si un padre lleva las uñas sucias y renegridas, el hijo seguro que no las va a llevar limpias y con manicura francesa. El ejemplo es la clave para la educación: según sea bueno o malo, así tendremos uno u otro resultado con el paso del tiempo... Apenas pude contener la risa aquel día que escuché a una mujer comentando con una amiga por teléfono su vida familiar y que, de pronto, puso morritos y una voz de niña lloriqueante, para a continuación espetarle a su contertulia: "¡Es que no sé por qué mi hijo es tan quejica!" Si la mujer hubiera tenido un espejo delante igual habría tenido una oportunidad de comprender por qué.

Como es lógico, los que organizan y apacentan nuestra sociedad están encantados de que las nuevas generaciones sean cada vez más incultas, atolondradas y cortas tanto de mente como, sobre todo, de espíritu: son así mucho más fáciles de engañar, controlar y pastorear... Aunque de vez en cuando surge algún educador que trata de poner un poco de sentido común y enseñar a los demás la manera correcta de hacer las cosas. Uno de ellos es un juez de menores muy particular, de nombre Emilio Calatayud Pérez, que emulando a Cervantes con sus Novelas ejemplares se ha hecho bastante popular en España aunque en su caso se trata de sentencias ejemplares. 

Él mismo fue un niño mal criado y rebelde hasta que sus padres le internaron en un colegio malagueño llamado Campillos que tenía fama de ser una especie de penal de Alcatraz para infantes. Allí aprendió algunas duras lecciones y decidió enseñarlas él también a los demás. Tras graduarse en Derecho en la universidad de Deusto accedió a la carrera judicial en 1980 y desde entonces ha ejercido su profesión redactando algunas de las condenas más llamativas de la Justicia española durante los últimos tiempos. De hecho, hace unos tres años publicó un libro que recogía muchas de ellas titulado precisamente Mis sentencias ejemplares que lleva ya casi una decena de ediciones.

La primera que despertó la atención del público la dictó en 1990, cuando tuvo que juzgar a un adolescente de 14 años especializado en robar televisores y videos en grandes almacenes. Tras enviarle a un reformatorio, le informaron de que el chaval no sabía leer, así que le propuso un trato: si aprendía a leer y escribir, le dejaría en libertad. El raterillo aceptó y en sólo dos meses había aprendido a hacer ambas cosas. El magistrado cumplió su palabra y le dio la libertad vigilada. No está claro cómo será ahora la vida de este muchacho pero, desde luego, muy diferente a como podría haber sido si este juez no se hubiera cruzado en su camino.  


Otros ejemplos de esas sentencias para jóvenes descarriados: 100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido sin permiso y además de manera temeraria; trabajar con el equipo de bomberos local por haber quemado papeleras durante una juerga; servir en el comedor de indigentes por haber hecho diversas gamberradas (en este caso se trataba de dos adolescentes de los calificados como "pijos"); visitar durante un día entero a parapléjicos y hablar con ellos y sus familas para más tarde elaborar una redacción sobre su experiencia por haber sido detenido circulando borracho; 2oo horas de trabajo en una tienda de juguetes por robar ropa; servir el catering en un centro de paralíticos cerebrales por ser un chulo y un maltratador en el colegio...  Pueden parecer medidas extravagantes pero lo cierto es que la delincuencia de menores en Granada tras las sentencias de Calatayud ha descendido según datos oficiales en un 8 por ciento y él mismo cuenta algunas anécdotas ciertamente humanas en las entrevistas que se le han hecho:

- "La ley ofrece recursos a los jueces para que intentemos que el delincuente regrese a la comunidad de modo constructivo (...) el otro día un 'armario' de 90 kilos y casi 30 años me abrazó y me plantó un beso en plena calle mientras me daba las gracias. Lo reconocí: a los 16 años era un 'hijo puta'..., y hoy es un fenómeno de la electricidad (...) Para que un menor no reincida, lo primero es que sea consciente de lo que ha hecho, y de que vivimos en comunidad. Estos servicios a la comunidad les ayudan a entender."

Me interesa también su opinión sobre los chicos que maltratan a sus padres con chantajes, coacciones, golpes... Cada vez hay más, pero es que se puede casi pronosticar qué niño acabará actuando así viendo cómo actúan sus padres cuando los hijos todavía son pequeños y les permiten, literalmente, todo. Dice Calatayud:

-"Estos casos de maltrato son los que más veo aumentar, semana a semana. Los padres tienen poca autoridad a los ojos de los hijos y éstos ya no les respetan (...) Por miedo a parecer fachas, muchos padres no se atreven a poner límites a sus hijos. Querían ser sus colegas ¡y les han dejado huérfanos! (...) Un niño necesita padres y un padre es alguien que marca límites, que puede decir: 'Hijo, te quiero mucho y por eso ahora te digo NO'."

En otro de sus libros, Reflexiones de un juez de menores, Calatayud incluye un interesante Decálogo para formar un delincuente que ayudará a aquellos padres incapaces de pensar por sí mismos. Es el siguiente:
 
1: Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2: No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3: Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4: No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6: Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7: Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8: Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9: Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.

10: Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclame que nunca pudo hacer nada por él.

Sencillo y de Pero Grullo ¡pero tan difícil de cumplir por los quejicas! Ojalá hubiera más jueces como Calatayud. Y no sólo para menores de edad.