Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 29 de noviembre de 2013

España negra

Hace un año por estas fechas nos felicitábamos todos, dándonos esas reconfortantes palmaditas en la espalda que tan bien sientan a la sufrida vanidad de los escritores, por la aparición de una antología singular: España criminal, un mosaico de relatos de género negro organizado y compilado por Pablo Sebastiá Tirado como cabeza más visible del grupo literario 12 Plumas Negras, nacido en Castellón hace casi seis años. El nombre del grupo lo dice todo: una docena de autores relacionados de una u otra forma con el periodismo y la comunicación y especializados en la literatura detectivesca, que en 2008 publicaron su primera antología: Crímenes de Castellón. En principio, el experimento se redujo a su provincia natal pero poco a poco fue extendiéndose como una mancha de sangre (obviamente) con la incorporación de nuevos autores al grupo original y la publicación de libros sucesivos... Fui iniciado en esta peculiar secta el año pasado, cuando publiqué mi relato largo Fiat Lux en su cuarto proyecto editado (el susodicho España criminal) y ahora repito en el quinto con mi segunda aportación: se titula Gigantes y cabezudos y figura en el índice de España negra. 27 relatos policíacos, antología recién aparecida estos días de la mano de la editorial Rey Lear, y que, como su título indica, ha incrementado exponencialmente el número de Plumas Negras.

La verdad es que la actual nómina es impresionante y nuestra carga de caballería puede ser imparable. Empezando por los más conocidos y reconocidos, ahí tenemos a Lorenzo Silva, el reciente y flamante premio 
Planeta (y en su día también premio Nadal), firmando su relato Siete apuntes negros del natural. O a Jorge Martínez Reverte, que fuera premio Ortega y Gasset, con La muerte de Rufina. O a Mariano Sánchez Soler, premio internacional de novela negra L.H.Confidencial, aportando True Crime. O uno de los principales abanderados de los Plumas Negras ahora mismo pese a que se unió al grupo también con el proyecto anterior, que es Juan Bolea, premio Abogados de Novela, quien escribe Silencio. Con semejantes primeros espadas abriendo brecha sobre la masa lectora, el resto de la tropa avanzamos detrás cosiendo y cantando. O casi. Capitaneados por el propio Pablo Sebastiá y su Pura estadística, irrumpe el pendón castellonense bajo el cual encontramos autores como Pedro Tejada Tello (uno de los fundadores junto a Pablo de Castelló Negre) y El rayo que no cesa; Suso Postigo y Las llaves del delito; Ana Rosa Sanfeliú y La maleta..., entre otros. Finalmente galopamos los mercenarios más selectos, escogidos para esta cruzada por nuestra acerada pluma y poderosa armadura literaria (qué bonito, esto...) como por ejemplo Francisco Galván y A quién hay que matar; Carlos Salem y Margaritas en los charcos; Luis Pousa y El bonzo amable...   O un servidor. En fin, todos los nombres de autores y relatos figuran en la antología que, además, se da el lujo de contar hasta con un prologuista: el juez y actual senador (por Castellón, claro) Manuel Guillermo Altava Lavall.

En cuanto a mi aportación particular para la primera antología, en Fiat Lux maté a media docena de personajes y, de propina, sugería alguna muerte más de manera inmediata, por aquello de entrar a lo grande en el grupo: que no se pensaran que acababan de fichar a un blandengue. Sin embargo, En Gigantes y cabezudos, sólo mato a uno, pero ¡qué muerte más elaborada! ¡Cuánta dedicación y paciencia por parte del asesino (y mía)! Si en aquella primera narración, los sucesos se ambientaban en Cádiz y su costa, con el "marco natural" añadido de las ruinas romanas de Baelo Claudia, en esta segunda cambio completamente de escenario y me voy al norte: a la coqueta y agradable villa riojana de Ezcaray donde unos entrañables amigos me regalaron un fascinante y divertido fin de semana coincidiendo con las fiestas
de San Lorenzo. Uno de sus principales atractivos es el desparrame de gigantes y cabezudos, que aparecen aquí a la derecha frente al Ayuntamiento formando todos juntos para la foto oficial antes de comenzar el recorrido anual por el pueblo. Tengo para mí que el origen de estos personajes tradicionales es mucho más remoto en el tiempo de lo que suele fecharse. Personalmente disfruté como un enano, valga la expresión, acompañando la danza de los gigantes, colosales derviches que saltan al ritmo de instrumentos tradicionales (y otros que  no lo son tanto), y escapando al mismo tiempo de los zurriagazos propinados por los cabezudos, que daban a diestro y siniestro sin importarles la edad, el sexo o la procedencia de cuantos acompañábamos el atávico paseo. Fue tanto lo que me gustó esta fiesta, que decidí ambientar en ella mi relato para España negra.

Así que ya estamos de nuevo en marcha: las presentaciones de España negra se sucederán en el tiempo durante las próximas semanas a lo largo y ancho de la geografía española, tras el obligado estreno en Castellón y la indeclinable presentación en Madrid. A ésta última pertenece la fotografía de la izquierda, en la librería Estudio en Escarlata, en la que aparezco entreteniendo al personal con mi verbo generoso, con Jesús Egido (editor de Rey Lear) sentado a mi derecha y Virginia Aguilera (autora también en la antología, recién incorporada a nuestra secta) más a mi derecha. Fui el último de varios escritores que estuvimos presentes y aprovechamos la oportunidad de hablar sobre el libro, además del editor y del prologuista, así que mi intervención fue recibida con especial júbilo por la asistencia, que ya estaba a esas alturas más que empapada de sangre y vísceras (virtuales). Como es de recibo, según finalizó el acto nos marchamos a
celebrar el feliz alumbramiento literario ingiriendo unas cuantas cervezas como paso previo a la cena que mandan los cánones. Para la ocasión, estuvimos en La Repanocha de tapas, una casa de comidas al estilo madrileño tradicional, en la que entre otros manjares tuvimos ocasión de deglutir una de las especialidades de la casa: el tortillón de callos (básicamente, una maxi tortilla de patatas sumergida por una costra de callos), un plato no apto para estómagos frágiles...

 Lo cual es perfectamente lógico: después de todo, España negra tampoco es una antología para lectores frágiles. Estamos hablando de un libro compuesto por relatos de género negro, así que sus páginas concentran políticos sobornables y sobornados, policías corruptos y/o vengadores, empresarios poderosos y/o malvados, sindicalistas de doble vida instalados en el lado oscuro, víctimas de cualquier tipo de abuso que imaginarse pueda y todo tipo de criminales y delincuentes inspirados en la vida real de la España de hoy. Y todos ellos nacidos de la imaginación de un puñado de señoras y señores que, si les conoces así en corto, te parecen todos muy majos y agradables..., pero lo cierto es que a la hora de escribir dejan salir todos sus demonios con siniestra eficacia literaria. Menos mal que se limitan (nos limitamos) a llevarlos al papel porque, si no, esta última frase podría pasar por ser una advertencia para los críticos de España negra: más vale que, a la hora de reseñarla, pongan la antología por las nubes y faciliten así la venta de sucesivas ediciones  hasta convertirla en un gran éxito o a cualquiera de nosotros se nos podría ocurrir una forma de "que parezca un accidente..."




viernes, 22 de noviembre de 2013

Hace cincuenta años..., en un universo alternativo

El anciano miraba por la ventana como si sus ojos vidriosos pudiesen distinguir realmente algo más allá de aquel cristal necesitado de una limpieza urgente, y no sólo por el vaho que lo impregnaba por completo. Cualquiera que examinara su rostro ajado y tembloroso se daba cuenta enseguida de que su mirada  contemplaba una dimensión diferente: otro tiempo y otro espacio muy alejados del plano y nevado horizonte de Massachusetts que se extendía fuera de la residencia Salomon para mayores.

- Hoy hace cincuenta años -musitaba una y otra vez.

Me sorprendió oírle hablar y oírle hacerlo tanto rato, aunque fueran siempre las mismas palabras. Por lo general, el paciente John (en la residencia, llamábamos de la misma forma a todos los internos: el paciente y a continuación su nombre; según los psicólogos de la dirección, semejante familiaridad desterrando los apellidos debe hacerles sentir más acogidos, aunque personalmente creo que a esas alturas de su vida ya todo les da igual) era un hombre silencioso capaz de pasar horas sentado sin moverse. Podías ponerle delante de un televisor o colocarle un periódico en la mano o incluso un vaso largo de bourbon. El tipo simplemente adoptaba la postura y se quedaba ahí como si se hubiera petrificado, sin importarle el paso del tiempo o de la gente a su lado.

- ¿Hoy cumples cincuenta años, John? -bromeé, mientras barría alrededor de su sillón.

- ¿Hubert? -preguntó de pronto, aferrándome el brazo con su mano huesuda-¿Eres tú? ¿Dónde estamos? ¿Qué es este lugar?

No sé qué es lo que más me sobresaltó: si el hecho de que me agarrara inesperadamente o la mirada de desesperación que me dedicó, buscando en mi rostro alguna huella de su pasado.

- Tranquilícese, John -le dije con suavidad-. Sólo soy Barnie, su enfermero.

- ¿Barney? -me miró como si no me reconociera, aunque yo llevaba ya casi un año trabajando en la residencia Salomon, pero enseguida continuó hablando-: Hoy hace cincuenta años que mataron al presidente.

- ¿A qué presidente? -pregunté, siguiéndole el juego por curiosidad, y también con creciente incomodidad.

- A Nixon, al presidente Richard Nixon. Dick. Dickie. No era mal tipo, ¿sabes? Era republicano pero no era mal tipo. Oh, Dios, aún puedo oír los disparos en la Plaza Dealey de Dallas, en Texas...

Me encogí de hombros.

- Bueno..., hace mucho de eso -le contesté-. Yo ni siquiera había nacido. ¡Qué digo? No sé ni si mis padres se conocían ya entre sí en aquella epoca...

Sin embargo, fui incapaz de frenar a John que a partir de ese momento empezó a hablar como si alguien hubiera encontrado la llave del grifo que había cerrado su boca durante todo aquel tiempo y la hubiera dejado abierta a chorro para limpiar bien las cañerías.

- Era un buen chico, Dickie... Pero estaba mal aconsejado. Estaba rodeado de enemigos. Unos se los buscó él y otros, los peores, se los impusieron. Le dijeron que serían sus más leales amigos y consejeros, que le ayudarían en todo momento... Y fueron los primeros que le traicionaron. Hernry Kissinger, por ejemplo. ¿Le suena? Uno de los peores bichos que he conocido en toda mi carrera... Yo me enfrenté a Dickie en las elecciones de 1960. Fue la primera vez que se televisó un debate. Fueron tres debates, y los gané sin problemas. Yo era mucho más joven, más apuesto, más dinámico... Mírame ahora... -estudió sus propias manos, descarnadas y llenas de manchas- Las encuestas me favorecían. Mis discursos eran mucho más brillantes; mi equipo de campaña, más profesional; mi candidatura, una estrella rutilante que iba a abrasar la tierra de los valientes... Yo iba a ser el presidente de los Estados Unidos de América, el primer presidente católico.

- Pero no lo fue, ¿eh? -apunté, irónicamente.

- No, claro que no... Por culpa de Johnson. El maldito Lyndon B. Johnson y sus malditos contactos y planes secretos. Tan grande físicamente y al mismo tiempo tan pequeño en su alma ennegrecida. Nunca me perdonó que le ganara en las primarias para candidato del Partido Demócrata. Ni tampoco me perdonó que fuera católico: ¿cómo iba a consolidarse un candidato católico en la presidencia de los Estados Unidos WASP? Él, rencoroso y vengativo, me organizó la trampa.

- ¿Qué trampa?

 - Johnson sabía de mi..., de mi "debilidad" por el sexo femenino. Siempre me han gustado mucho las mujeres y siempre he tenido éxito con ellas. Ese tipo sin escrúpulos utilizó a su propia mujer, a Claudia. Lady Bird le llamaban sus amigos y conocidos... Lady Buitre le rebauticé yo, y no precisamente por su nariz... Johnson me citó urgentemente en su mansión para estudiar unos documentos importantes respecto a la candidatura electoral. Dijo que corríamos un gran riesgo por un asunto delicado que había encontrado y que no podía contarme por teléfono. Como un idiota, me presenté allí y me recibió Claudia, con un vestido demasiado alegre, que mostraba un escote generoso. No era una mujer especialmente guapa, no lo era. Pero podía resultar encantadora cuando quería. Me dijo que su marido había ido a la oficina a recopilar los documentos y que no tardaría en llegar, que me haría compañía en un saloncito privado mientras le esperaba. Yo estaba estresado por los ajetreos electorales y sólo quería sentarme un rato y relajarme. Ella entonces me ofreció un trago y, juro que no sé cómo ocurrió, pero de pronto... De pronto yo estaba con la copa en la mano, mis pantalones bajados y ella empleándose a fondo con..., con mi miembro..., mientras yo miraba incrédulo. Y dejándome hacer: eso tengo que reconocerlo.

- Vaya con John -le interrumpí, silbando-. Fuiste un chico muy malo.

- Estaba todo preparado, maldición. En ese momento entró Johnson con varios asesores de campaña y un periodista. ¡Un fotógrafo! ¿No está claro que todo era una trampa? Se supone que los documentos que íbamos a estudiar eran confidenciales. ¿Qué hacía allí un periodista, y fotógrafo además? Un fulano que llevaba la cámara cargada y que estaba lo bastante advertido de lo que iba a encontrar en el salón como para tomar un par de imágenes antes de que me diera tiempo a reaccionar. Johnson montó un gran escándalo, por supuesto. Exigió todo tipo de satisfacciones, me amenazó con divulgar las fotos y hundirme. Tuve que prometerle todo tipo de cosas, aparte de pedirle excusas mil y una veces... Todo fue en vano. Tras varias horas de tensas negociaciones llegamos a un acuerdo para mantener lo ocurrido en secreto con tal de no perder las elecciones. A cambio le compensaría de muchas maneras. Pero tres días más tarde las dos fotografías se habían filtrado a la prensa. Johnson nunca reconoció que lo había hecho a posta. Fue un desastre, todo aquello: arruinó mi carrera política para siempre. Perdí las elecciones de 1960 ampliamente, como era de suponer.

- Y Nixon ganó sin más problemas -intervine.

- Sí, pero eso me salvó la vida y Dickie pagó muy cara su victoria...

- Fue un completo inútil, John. Por muy bien que te cayera. Fracasó en la invasión de Cuba, se dejó ganar por los rusos en la carrera espacial, le dieron en los dos carrillos en la guerra de Vietnam...

- Sí, pero había una medida que él y yo compartíamos: la más importante de todas. Dickie y yo eramos amigos. Rivales políticos, pero amigos desde hacía muchos años. En cierta ocasión, cuando todavía no sabíamos siquiera si lograríamos ser los candidatos de nuestros respectivos partidos en las elecciones presidenciales, intercambiamos ideas sobre ello durante una cena. Nos conjuramos..., tiene gracia cuando lo recuerdo ahora..., nos conjuramos para imponerla en cuanto pudiéramos si uno de los dos llegaba a ser presidente.

- ¿Y qué medida era ésa?

El paciente miró para un lado y otro, me indicó que me acercara a él y bajó la voz.

- Ellos gobiernan de verdad, ¿sabes? Ellos. No el presidente, ni los secretarios de Estado, ni los generales, ni nadie más.

- ¿Quiénes son "ellos"? -pregunté, confundido.

- Y su arma es el dinero -continuó, sin contestar-. A través de la finanza, lo controlan todo. "Dadme el control de la moneda de un país y no me importará quién haga las leyes". Eso dicen. Y eso hacen. A través de la FED. Sí, la condenada Reserva Federal, el supuesto banco central de los EE.UU.: ¡ja! Un banco privado, en realidad. Y su base de operaciones y control. Cada vez que el gobierno quiere imprimir billetes de dólar tiene que solicitarlo previamente a la FED y recibir su permiso: sin él, no es posible. Además, debe pagar fuertes intereses por obtener ese permiso. El permiso de una entidad que nunca en toda su historia se ha sometido a una auditoria... ¿Puedes creerlo? Con eso queríamos terminar Dickie y yo, y lo planeamos muy bien para que, si cualquiera de nosotros lograba la presidencia, pudiera asestar un golpe de gracia para aniquilar con rapidez a esa mafia corrupta de 
financieros. Ahora escucha bien: a primeros de junio de 1963, Dickie, el presidente Nixon, firmó una orden ejecutiva, la número 11110, que devolvía al gobierno norteamericano la facultad de emitir moneda, sin tener por qué pedirla prestada a la FED. Fíjate cómo son Ellos: les gustan las cábalas, las extrañas coincidencias. Hay dos onces en esa orden: 11+11+0. El once es el número del castigo en la numerología... Pues bien, esta simple pero poderosa iniciativa ponía punto final a la FED, la destruía por completo y permitía así recuperar el control de la deuda al devolver a la administración estadounidense la posibilidad de crear su propio dinero respaldado con la plata y el oro en poder del Estado: dinero libre de interés. Si esa medida se hubiera mantenido en el tiempo, jamás hubiéramos padecido la crisis financiera que azota el mundo desde 2008... Ni muchas otras servidumbres Algo más de 4 millones de "dólares Nixon" fueron puestos en circulación. Y pocos días más tarde de firmar esa orden ejecutiva, el presidente fue asesinado a tiros en pleno centro de Dallas.

- Sí, por Lee Harvey Oswald...

- Ese pringado sólo fue un cabeza de turco. Pero lo más interesante es que sólo cinco meses después de ser asesinado el presidente, dejaron de emitirse esos dólares. La orden 11110 nunca ha sido derogada. Sigue siendo legal, pero ni un solo presidente ha vuelto a usarla jamás, a pesar de que sigue siendo un arma tremenda para terminar con la crisis financiera. 

- ¿Y qué hizo usted después de perder las elecciones, John?

- Mi vida fue de fracaso en fracaso. Mi mujer me dejó por un millonario, un armador griego bastante feo. Me lié con una actriz de cine pero mi hermano también estaba enamorado de ella y acabamos compartiéndola..., la pobre no sabía por cuál de nosotros dos decidirse y terminó mal. Emocionalmente inestable, se suicidó con pastillas. Poco después traté de montar un negocio con un activista negro que conocía, Martin Luther, al que llamaban el Rey de las Hamburguesas en Memphis: teníamos intención de crear una cadena de comida rápida a escala nacional, pero le mataron en un crimen que nunca se aclaró... Todo fue de mal en peor... Y de repente mi vida ha pasado, esto se termina y, cuando miro atrás, veo que nada de lo que he hecho pervivirá. Nada es importante. Mi recuerdo se perderá como cenizas aventadas por un temporal y mi vida habrá sido un absurdo total.

El paciente John finalizó su parlamento con tanta brusquedad como lo había comenzado. Por más que le pregunté, le comenté y le insistí, no volvió a abrir la boca. Parecía que había dicho todo lo que quería decir y no deseaba, ni podía tampoco, añadir nada más. Regresó a sus miradas perdidas hacia la ventana. Y a su mantra, repetitivo:

- Hoy hace cincuenta años...

Murió esa noche. 

Por curiosidad, comprobé los datos que me dijo. Todos eran ciertos, incluido el de la existencia de la orden ejecutiva 11110.








viernes, 15 de noviembre de 2013

El supermercado de las estrategias

Una vez leí que las gafas de sol las inventaron los chinos (como casi todo, según dicta el Consenso para el Pensamiento Obligatorio que impera en nuestra presunta sociedad de libertades) en la Edad Media no para protegerse del astro rey sino para parecer aún más imperturbables y enigmáticos de lo que ya de por sí un chino lo suficientemente entrenado puede llegar a parecer. Según esa leyenda, era la forma de que los jueces no traicionaran posibles sentencias, condenatorias o no, antes de tiempo con un gesto o movimiento involuntario de sus ojillos. Si hay que creer semejante explicación (que hoy casi todo el mundo acepta sin cuestionarse su sentido común), aquellos jueces chinos medievales hubieran hecho mejor en cubrirse cada uno de ellos con una burka que les tapara por completo, para que tampoco les delatara el movimiento de un dedo o hasta de una rodilla... 

Los orientales en general y los chinos en particular tienen mucha fama de misteriosos, sibilinos y hasta incomprensibles, pero no tengo muy claro si se la han creado a propósito o es una más de las descartables invenciones acuñadas
 por los primeros viajeros occidentales que pisaron aquellas exóticas tierras que desde mi más tierna infancia en esta reencarnación identifico con la fabulosa Khitai del gran, enorme, colosal Robert E Howard. La verdad es que, si no inventaron este aire taimado y especulativo con el que suele caracterizarlos el tópico, sí que han sabido alimentarlo publicando algunos textos muy característicos sobre el comportamiento en la vida, que en sus manos pasa de ser algo en realidad bastante simple a un complejo juego de estrategia que ya quisieran haber imaginado para sí muchos diseñadores de rol. El arte de la guerra es el ejemplo más característico. Se supone que fue creado como colección de máximas y consejos para triunfar en el campo de batalla pero hoy tenemos adaptaciones comentadas para aplicarlo a casi cualquier otra actividad, de manera que las estrategias bélicas se pueden usar también en el amor, en el trabajo, en la familia, etc. Algo me dice que la primera redacción del texto estaba pensada exactamente para eso, aunque se disimulara como tratado bélico.

Pues bien, he leído recientemente otro texto, algo más corto que el de Sun Tzu y un poco en la misma línea, donde se demuestra una vez más que la filosofía china no suele incluir considerar la línea recta como la más corta entre dos 
 puntos. Aunque, más que una obra sesuda en sí misma, se trata de una recopilación contemporánea de aforismos acuñados por la sabiduría popular se supone que desde hace al menos 1.500 años y recogidos por distintos individuos conocidos como Sanshiliu Ji. Esta colección, firmada en este caso por un señor llamado Gao Yuan, explica cómo actuar de diversas maneras ante una situación de enfrentamiento y su título es puramente descriptivo: 36 estrategias chinas. Está dividido en varias secciones, a fin de escoger las adecuadas en función del caso. Son, por orden de aparición: 



1º) Dominio de la superioridad. Son las más obvias y directas, a utilizar siempre y cuando sea el propio bando el que lleve las de ganar y ataque en consecuencia.

A destacar aquí la primera de todas: Cruzar el mar confundiendo al cielo. Es una de las más eficaces en cualquier tiempo y lugar, a pesar de su sorprendente simpleza. Se basa en el acomodaticio principio de que los seres humanos no solemos desconfiar de aquello que estamos acostumbrados a ver durante mucho tiempo y que hemos etiquetado en nuestro cerebro de una manera familiar. Por ejemplo, una señora de la limpieza pasa todos los días por nuestra atestada oficina. Siempre es la misma, lleva idéntico aire cansino de un día para otro, saluda de igual forma y se va por el camino habitual. Un día esa mujer se acerca como siempre hacia nosotros pero, en lugar de barrer, de pronto se planta en medio de la oficina, muestra el chaleco de explosivos adosado a su cuerpo y los detona. Pum. Y ya está: nos ha matado, junto al resto de la gente que estaba tranquilamente en la oficina sin prestar más atención, porque nadie esperaba nada semejante. "¿La señora de la limpieza? ¡Imposible, pero si llevaba seis meses con nosotros! Yo he charlado con ella cientos de veces..."  Éste es el modus operandi del terrorista suicida introducido en las sociedades occidentales y dormido durante meses o incluso años, a la espera de que le llegue la única y última orden, que recibirá en el momento adecuado y que supone la razón de su vida hasta entonces.

Además de esta estrategia, aparecen Sitiar el reino de Wei para salvar el reino de Zhao (golpear al enemigo en un sitio diferente y donde no espera en lugar de enfrentarle allá donde él está avanzando hacia nuestras posiciones), Matar con un cuchillo prestado (emplear los propios recursos del adversario para volverlos contra él, al estilo de lo que hacen algunas artes marciales como el aikido), Relajarse mientras el enemigo se agota a sí mismo (la flexibilidad, sumada al escoger las circunstancias donde se desarrollará la batalla para esperar cómodamente que llegue allí nuestro rival, facilita una ventaja importante como demuestra la guerra de guerrillas, por cierto inventada en España), Saquear una casa en llamas (aprovechar los problemas internos del enemigo para atacarle en ese momento o como diría el refrán: golpear el hierro cuando está caliente) y Fingir ir hacia el Este mientras se ataca por el Oeste (otro clásico que no requiere mayores explicaciones). 

2º) Confrontación. Cuando poseemos una potencia equivalente a la del rival y por tanto inclinar la victoria de nuestro lado requiere un poco más de habilidad.

En esta segunda sección también destaco la primera de sus tácticas, Crear algo a partir de la nada, por la historia que la ilustra y que me parece muy sugerente. La recomendación básica aquí es no despreciar cualquier detalle del conflicto, por insignificante o tonto que pueda parecer en un primer 
momento, ya que a la postre puede ser la clave de la victoria si uno tiene la creatividad suficiente para convertir el grano de arena en una auténtica montaña. Respecto a la susodicha historia, cuenta cómo los arqueros de una ciudad sitiada por un ejército extranjero se dieron cuenta al final de una jornada de duro combate de que se habían quedado sin flechas para repeler el asalto del día siguiente. Como no había tiempo ni materiales para fabricar más munición, alguien ideó una fórmula peculiar para reabastecerse al contemplar la gran cantidad de paja, en teoría inútil, almacenada tras los muros. Con esa paja se confeccionaron rápidamente numerosos muñecos de tamaño natural que fueron vestidos de negro y, una vez atados a cuerdas, descolgados por las murallas a primera hora de la noche como si se tratara de ninjas dispuestos a atacar por sorpresa el campamento del ejército sitiador. Cuando los centinelas enemigos vieron de lejos la maniobra, avisaron a sus arqueros, que se hartaron de disparar contra los muñecos hasta que se dieron cuenta de lo que eran. Entonces cesó la lluvia de flechas pero los defensores de la ciudad tiraron de las cuerdas hacia las almenas y recuperaron sus muñecos, cada uno de los cuales llevaba clavado un montón de flechas que luego pudieron reutilizar contra los sitiadores.

Aquí tenemos también  Aparentar tomar un camino cuando se entra a hurtadillas por otro (similar a la última estrategia de la primera sección), Observar los fuegos que arden al otro lado del río (dejar que dos enemigos se destruyan entre sí y luego atacar al que quede vencedor que, como mínimo, habrá quedado seriamente debilitado), Ocultar la daga tras una sonrisa (o lo que se conoce vulgarmente como traición: en la tradición puramente celtibérica, ganarse la confianza de otro y luego clavarle la navaja por la espalda), Sacrificar el ciruelo por el melocotonero (ésta es también muy habitual y consiste en hacer concesiones y soportar pérdidas parciales a cambio de lograr la victoria definitiva: en el ajedrez es lo que se conoce como sacrificar el peón para que triunfe la reina) y Aprovechar la oportunidad para robar una cabra (no desdeñar nunca cualquier ventaja, por mínima que pudiera parecer, para machacar al contrario). 

3º) Ataque. Si uno pasa a la ofensiva, es porque considera que lleva las de ganar, pero el hecho mismo de dar el primer golpe también conlleva ciertos riesgos que aquí se explica cómo minimizar.

La estrategia que más me gusta entre las que figuran en este bloque es la de Levantar un cadáver de entre los muertos, que equivale no a contratar a un nigromante para que convoque un ejército de zombies que luche a nuestro favor sino a emplear los recursos que nadie utiliza, por descuido, por dejadez o por pensar que ya no son útile o están pasados de moda. Un ejemplo es el serio problema con el que se están encontrando últimamente los servicios secretos de países occidentales a la hora de luchar de manera eficaz contra los radicales islámicos en lugares como el sur de Asia o el centro de África, porque estos últimos han abandonado gradualmente la tecnología punta (aunque disponen de ella) para sus comunicaciones más importantes. Es decir, la NSA, la CIA, el Mossad..., pueden intervenir cualquier comunicación electrónica en el mundo en cualquier momento: escuchar, grabar y transcribir todo tipo de órdenes e informaciones facilitadas por teléfono o por correo electrónico, por ejemplo. Y sin riesgo alguno para sus vidas porque lo hacen desde sus bien protegidas oficinas centrales... Pero esa capacidad no sirve de nada si sus enemigos "resucitan" la comunicación oral o incluso por escrito, pero en papel, de manera que la única forma de conseguir enterarse de algo sería volver a la vieja fórmula, hoy semidesmantelada en muchos puntos del globo por los riesgos y el costo económico y humano, de desplegar una red de agentes sobre el terreno.

Completan las opciones Golpear la hierba para asustar la serpiente (si atacamos un blanco secundario en lugar del principal, y además lo hacemos de forma implacablemente exitosa, es posible que el enemigo se plantee en serio la opción de rendirse antes de recibir más daños o que al menos reaccione con torpeza y precipitación ante la ofensiva de verdad), Atraer al tigre fuera de las montañas (llevar al adversario al propio terreno siempre confiere una ventaja que no tiene la de adentrarse en su territorio), Deshacerse del enemigo permitiéndole escapar (cualquier persona acostumbrada a tratar con animales, sobre todo si son salvajes, sabe que si tienen una posibilidad de escape preferirán huir antes que enfrentarse con quien les acorrala..., y lo mismo sucede con los humanos), Fabricar un ladrillo para obtener jade (es parecida a la de sacrificar el peón: facilitar al rival un aparente "regalo" que permita obtener a cambio una posición victoriosa) y Capturar al cabecilla para prender a los bandidos (si alguna vez nos encontramos amenazados por un grupo de personas, los expertos recomiendan identificar a su líder y atacar a éste directamente en lugar de perder fuerzas con las demás: si le derrotamos, se producirá la desbandada o comenzará una lucha entre ellas para proclamar un nuevo líder y en ese momento de caos podemos replegarnos a posiciones seguras; a veces, nuestra victoria nos puede dar el control del grupo, que pasa a obedecernos al comprobar que somos los más fuertes). 

4º) Confusión. Cómo actuar cuando nos encontramos con un conflicto similar al día a día contemporáneo: o sea, en un ambiente de confusión, donde los detalles no se pueden ver con claridad e incluso sucumben víctimas del caos.

La mayoría de las estrategias recopiladas en este texto, aunque parecen muy antiguas, son a la vez muy modernas, o tal vez eternas, porque lo cierto es que nos las encontramos igual en conflictos de tiempos pasados que en otros muy presentes. Por ejemplo, Aliarse con un Estado lejano para atacar al Estado 
vecino. En principio, esto parece contraproducente: ¿no sería mejor aliarse con otro vecino para enfrentarse al vecino de al lado? Sin embargo, a veces es más fácil compartir intereses geoestratégicos con naciones lejanas a la nuestra precisamente por eso, ya que nos convertimos en una especie de embajadores para sus intereses igual que ellos acaban siéndolo para nosotros en su propia esfera de influencia. Eso, a menudo, permite una comprensión y un apoyo que de otra manera no se produciría. Por ejemplo, Israel actúa en Oriente Medio como punta de lanza del imperio de los Estados Unidos, mientras a su vez el gobierno norteamericano es el mayor defensor del israelí tanto en su territorio como en otros puntos del globo empezando por el Atlántico.

En este grupo de recomendaciones también están Robar la leña debajo de la caldera (orientado a un golpe doble: actuar reduciendo los recursos del enemigo, lo cual disminuye sus posibilidades de defensa reales y, al mismo tiempo, su moral), Pescar en aguas turbias (en español tenemos un refrán que lo resume muy bien: a río revuelto, ganancia de pescadores; o, lo que es lo mismo, el caos implica peligro porque nos puede arrastrar consigo pero también nos ofrece oportunidades para apoderarnos de cosas que normalmente no estarían a nuestro alcance), Desprenderse del caparazón de la cigarra (adquirir una apariencia falsa para despistar al contrario y, en este caso, supongo que lo mismo da asumir una identidad de alguien más fuerte o alguien más débil: la clave es parecer diferente), Cerrar la puerta para atrapar al ladrón (similar a otra del grupo anterior aunque en este caso requiere superioridad absoluta para aniquilar si es necesario al rival: si éste tiene fuerzas para enfrentarnos y se ve rodeado, puede que luche hasta el final y acabe causándonos un desastre) y Conseguir un camino seguro para conquistar el reino de Guo (si tenemos dos rivales en potencia y uno de ellos está amenazado por el otro, podemos intervenir en ayuda del primero: al disuadir al segundo de un ataque directo por nuestra alianza con su enemigo, curiosamente aumentaremos nuestra influencia sobre los dos).

5º) Ganar terreno. Donde se sugiere la forma de recortar las posibilidades del adversario, a costa de técnicas de suplantación, falsificación y trampas diversas.

El más característico de los puntos de este grupo y que en nuestros días funciona con la misma claridad de siempre aunque la inmensa mayoría de la humanidad es incapaz de detectarlo por más que uno lo explique es el de Reemplazar las vigas y los pilares con madera podrida. O, según el proverbio chino: Roba al cielo y coloca allí un sol falso. Es uno de los elementos de la teoría de la conspiración. En pocas palabras, se trata de sustituir gradualmente (o sabotear y destruir, si no hay otro remedio) las bases del poder rival por elementos favorables a nuestro bando. Antes de que estallara la Revolución Soviética de 1917, muchos de los puestos de poder y decisión en la administración e incluso en el ejército de la antigua Rusia fueron ocupados en silencio por elementos simpatizantes o directamente favorables a ese levantamiento. De esa manera, cuando comenzó el levantamiento en San Petersburgo, la chispa se convirtió en un incendio que abrasó todo el imperio ruso con una celeridad increíble. De la misma forma, hoy día muchos de los "líderes" que vemos al frente de nuestros países en Occidente (y no sólo aquí) no son más que títeres sin un control real sobre las estructuras de los Estados que presiden. La toma de decisiones está ya, en su mayor parte, en manos muy distintas a las que piensan la mayoría de los ciudadanos, aunque los encargados mantengan la apariencia externa.

Otros puntos: Mata al pollo para asustar al mono (es decir, cárgate a unos cuantos para dar miedo a todos los demás y gánate el respeto ajeno por el antiguo expediente de crear y expandir el terror por doquier), Hacerse el tonto sin dejar de ser listo (esta táctica es también vieja como el tiempo pero, a pesar de su simpleza, es más difícil de lo que parece poder aplicarla correctamente: consiste en aparentar ser un pobre hombre, un tonto que no se entera de nada, mientras se aguarda la ocasión para dar el golpe; la mayoría de las personas suele hacer exactamente lo contrario, que es ufanarse de lo que saben o lo listas que son, con lo cual exponen todas sus cartas desde el principio), Retirar la escalera después de haber subido (es decir, forzar a amigos y enemigos a seguir un camino concreto que nos beneficia, atrayéndolos con una trampa y cortando luego la vía de escape para que no tengan más remedio que ir por donde deseamos), Adornar los árboles con 
flores falsas (parecer más fuerte de lo que se es, con el fin de evitar problemas; la historia que lo explica es un clásico y cuenta cómo un zorro es atrapado por un tigre pero, cuando éste le va a comer, el astuto raposo le advierte de que él es un animal elegido por los dioses y no puede ponerle la mano encima so pena de recibir un tremendo castigo..., "y si no me crees, sígueme al bosque y verás lo que ocurre", le dice el zorro al tigre; así lo hacen y, a medida que iban caminando por el bosque, todos los animales huían al verles, por lo que el asombrado tigre se convenció de que en verdad su presa era un animal sagrado y le dejó ir, sin darse cuenta de que era él mismo quien daba miedo), Hacer que el anfitrión y el invitado intercambien sus sitios (esta estrategia se puede desarrollar de varias manera, aunque en el fondo consiste en "mover la silla" al rival dominante, el anfitrión; así, se puede hacer salir al anfitrión de la casa y ocuparla a continuación o hacerse invitar como amigo y tomar el control con discreción una vez en el interior o bien, una vez invitado, aumentar las fuerzas hasta dar un golpe de mano y apoderarse directamente de la casa).

6º) Situaciones desesperadas. Si somos la parte débil en el conflicto, todo vale ya para defenderse, así que aparecen las acciones de último recurso.

Entre las tácticas sugeridas figuran: Utilizar una mujer para tender una trampa a un hombre (aunque lo primero que nos viene a la cabeza es la historia de Mata Hari y de otras espías femeninas semejantes, en este caso la mujer simboliza la tentación: hay muchas clases de tentación pues, como solía decir Napoléon,  todos tenemos un precio y el único problema radica en averiguar cuál es exactamente), Abrir de par en par las puertas de la ciudad vacía (otro ejemplo de simulación, basado en algo tan psicológicamente fascinante como que cuando uno dice la verdad suele ser justo cuando menos le creen los demás, acostumbrados como estamos a manejarnos con mentiras la mayor parte del tiempo), Dejar que el espía siembre la discordia en su propio campo (aquí se especifica los distintos tipos de espías que se pueden utilizar: desde un agente de nuestro ejército infiltrado en campo enemigo hasta personas resentidas del bando contrario que quieren venganza o espías enemigos a los que se soborna para que sean agentes dobles), Hacerse daño a sí mismo para ganarse la confianza del enemigo (hemos visto esta forma de actuar en infinidad de películas contemporáneas, como por ejemplo en El club de la lucha: golpearse a uno mismo con objeto de recolectar la simpatía y solidaridad de los demás y obtener beneficios incluso económicos para compensar por las "calamidades" que "la vida nos ha hecho pasar") y Encadenar juntos a los barcos enemigos (o cómo debilitar fuerzas poderosas de los adversarios..., en este caso se cuenta que un gran ejército chino fue embarcado en una flota inmensa para invadir el territorio de otro señor pero los soldados, aguerridos y duros en tierra, se mareaban y quedaban inservibles a bordo; un general en apariencia desertor pero que seguía fiel al señor de las tierras que iban a ser invadidas, sugirió encadenar los barcos entre sí en bloques de 50 navíos, clavando además tablas de cubierta a cubierta, a fin de crear una superficie estable que impidiera el mareo durante la navegación; la idea parecía buena.., hasta que la gran flota se acercó a la costa que pensaba atacar y entonces aparecieron un puñado de barcos defensores que prendieron fuego a los barcos encadenados: la fuerza de desembarco quedó completamente destruida).

Naturalmente, la estrategia estrella de este bloque que es, por cierto, la última de la serie, no es otra que... Retirarse. Como bien recuerda el texto, cuando nos encontramos frente a un enemigo tan fuerte que ninguna de las tácticas anteriores sirve para nada, sólo tenemos una triple alternativa. Primero, podemos rendirnos. No parece una buena opción: hasta ahí hemos llegado y quedamos a merced del enemigo que puede, o no (lo que es más corriente en los tiempos que corren) tener consideración con nosotros. Segundo, podemos 
negociar. Pero es difícil que saquemos algo en claro: si la negociación la pedimos nosotros, reconocemos de entrada nuestra situación de inferioridad pues, si no, habríamos presentado batalla. Y tercero, podemos retirarnos. Retirarse no implica la derrota total. Después de todo, un ejército que no ha llegado a emplearse en combate sigue siendo un ejército disponible más adelante y, si mejoran las circunstancias, el mismo número de soldados que nos parecía insuficiente ante la posibilidad de entablar combate en un momento dado, puede transformarse en una fuerza invencible. Durante la Segunda Guerra Mundial, ésta fue una táctica muy habitual de los militares italianos, hasta el punto de que pronto fueron objeto de burla de amigos y enemigos. Por cierto, ninguno de sus ejércitos en retirada se convirtió más tarde en una fuerza invencible.

Éstas son, sucintamente, las 36 estrategias: seis secciones con seis estrategias cada una. Cada cual puede escoger la que prefiera aunque a mí personalmente siempre me han gustado las acciones directas. Del estilo de Obélix en Astérix y el Caldero, cuando dice aquello de "Pues vamos, les atizamos y ya está"... 

  

viernes, 8 de noviembre de 2013

Jörg Haider: cinco años

Mac Namara me observaba desde el cojín del sofá en su posición favorita de gato: relajado y a la vez alerta, a medias Buda omnisciente a medias agente de SWAT dispuesto a saltar sobre mí e inmovilizarme con sus artes marciales en cualquier momento. Pero lo que delataba realmente su condición felina, lo que lo hace siempre, es su aire de condescendencia hacia lo humano, sobre todo cuando imparte o se dispone a impartir doctrina con su verbo generoso.



- Los humanos tenéis una memoria más corta que la de los peces.

Era su conclusión final tras la larga charla que mantuvimos durante varias horas  la otra tarde, mientras la oscuridad ganaba terreno a medida que el Sol caía cada vez con mayor rapidez (se acerca el invierno) y dejábamos pasar el tiempo lánguidamente desparramados en la sala de estar de mi apartamento al lado del campus. Fue mi gato conspiranoico quien me recordó la fecha.

- Se acaban de cumplir cinco años del asesinato de uno de los políticos más peligrosos que ha alumbrado la Europa contemporánea y, por supuesto, los medios de comunicación más importantes ni siquiera han comentado la efeméride... -comenzó.

- ¿A quién te refieres? -pregunté, sorprendido y tratando de desenterrar del castigado disco duro de mi cerebro el nombre concreto, sin conseguirlo.

- Del austríaco Jörg Haider.

- ¿Haider? -al escuchar el nombre, el documento volvió a primera línea de mi conciencia y argumenté-: Pero si se mató en un accidente de tráfico. E iba completamente borracho.  

- A veces no sé por qué pierdo el tiempo contigo... -comentó Mac Namara, en su línea de sabelotodo perdonavidas.

Sí, ahora recordaba su historia. Haider había sido un auténtico enfant terrible de la política europea en general y austríaca en particular. Tras tomar el control de un pequeño partido, el FPÖ (Freiheitliche Partei Österreichs: el Partido de la Libertad de Austria) en 1986, sólo tres años más tarde logró ser elegido gobernador de Carintia, región del sur de Austria, donde alcanzó gran popularidad pese (o tal vez gracias a) su enorme grado de rebeldía política contra la uniformidad democrática impuesta por la Unión Europea. Tan provocador como elegante, deportista, alegre y exitoso con las mujeres, era partidario del revisionismo histórico, nacionalista y tradicionalista, contrario a la inmigración ilegal y defensor de ayudas sociales y económicas para sus vecinos más desfavorecidos, euroescéptico convencido y contrario a la gradual toma de poder en toda Europa por parte de la burocracia de Bruselas. Por tal motivo, en cuanto empezó a adquirir influencia política fue vapuleado (y a menudo calumniado) con todo tipo de campañas en su contra. Habitualmente excesivo en sus declaraciones, Haider tocó en 1991 un tema tabú en nuestro mundo actual al elogiar en público las exitosas políticas económica y laboral del Tercer Reich (políticas que a la Alemania de los años treinta le permitieron no sólo eliminar legalmente y en un tiempo récord los millones de parados heredados de la desastrosa república de Weimar sino abrir sus puertas a los Gastarbeiter o trabajadores invitados entre los cuales figuraron muchos españoles necesitados tras la guerra civil), un régimen del que hoy día sólo es lícito citar lo malo y lo negativo y además de la forma más morbosa posible. 

A consecuencia de sus declaraciones se vio forzado a dimitir pero volvería a ganar las elecciones para gobernador de su región en 1999. De hecho, su popularidad alcanzó tal calibre que fue gracias a él como llegó a ser canciller 
federal de Austria Wolfgang Schüssel en el año 2000. El FPÖ había quedado como segundo partido más votado de las elecciones generales, por encima del Partido Socialdemócrata, y los conservadores de Schüssel no tuvieron más remedio que negociar con Haider para asegurar el poder en Viena. Este nuevo ascenso de tan peculiar líder desató todas las alertas y, aunque el propio Haider jamás llegó a ocupar cargo alguno en el gobierno de Schüssel, la Comisión Europea impulsó desde Bruselas una serie de protestas y sanciones, sobre todo en el plano diplomático, que se materializaron también a través del resto de países de la Unión Europea, contra la presencia del FPÖ en el gobierno. Paradójicamente, quien resultó más perjudicada en todo esto fue la propia Unión Europea: el apoyo de los austríacos, que se habían adherido a la organización en 1995, cayó en picado e incluso algunos empezaron a plantear la salida de la misma. Visto lo visto, la propia Comisión decidió normalizar las relaciones pocos meses después, sin que su sobreactuada reacción hubiera afectado en absoluto al gobierno de Viena.

 En 2008, la popularidad de Jörg Haider (reforzada, además, por la prosperidad de Carintia gracias a la gestión de su formación política) era tan elevada que su nombre empezó a sonar como claro candidato para optar a la presidencia del país como alternativa a la clásica (desde el final de la Segunda Guerra Mundial) coalición entre conservadores y socialdemócratas. Al fin y al cabo, el trabajo conjunto del FPÖ con el BZÖ (Bündnis Zukunft Österreich, Unión por el Futuro: una escisión del Partido de la Libertad de Austria fundada por él mismo tras una guerra interna por el liderazgo en la primera formación) había cosechado en las elecciones de finales de septiembre casi el 30 por ciento de los sufragios y se hablaba incluso de la posible reunificación de ambas formaciones... Entonces, en lo más alto de su carrera política, tan criticada desde la Unión Europea y también desde Israel, sufrió el siniestro de coche en el que se mató durante la madrugada del 11 de octubre de 2008.

- No "se mató" -corrige Mac Namara-. Más bien le "ayudaron a matarse".

- Cuéntame eso despacito -planté cara a mi gato-. Según tengo entendido, salió borracho de un bar gay donde había estado celebrando una fiesta con unos amigos y no se le ocurrió otra cosa que subirse a su sedán, uno de los más seguros de su época, y lanzarse a toda velocidad por una carretera de la zona. Se salió del asfalto y se estrelló contra un muro de hormigón. Me acuerdo de la foto del coche, tremenda, con las dos puertas izquierdas, la del conductor y la trasera, literalmente arrancadas por la violencia del choque...

- Sí, ésa es la impresión que dejó a todo el mundo la serie de titulares inexactos que se publicaron en la fecha del accidente y en los tres o cuatro días sucesivos, hasta que la noticia fue sepultada por otras informaciones de última hora. Yo te voy a facilitar datos fiables y contrastados, algunos de los cuales sólo se conocieron semanas e incluso meses más tarde y nunca merecieron el mismo espacio en portada, y luego tú hilas..., si eres capaz.

Éstos son los datos que me dió Mac Namara, y sus correspondientes preguntas de credibilidad que se me fueron ocurriendo sobre la marcha:

* La carretera donde se supone que Haider perdió el control de su coche no era muy complicada, sino que contaba con abundantes rectas y curvas suaves, más que apta para la seguridad de un novato, aunque él era un conductor experimentado. Además, el líder austríaco contaba con un chófer para sus desplazamientos habituales. Sin embargo, y aunque se supone que estaba muy bebido e incluso cansado, decidió prescindir de él para recorrer en soledad el trecho en el que murió y al que él personalmente tenía manía porque en 1993 había tenido allí un accidente cuando conducía el BMW blanco que entonces poseía. ¿Es creíble que un político experimentado y sometido a diversas amenazas como era su caso (la prensa anglosajona publicó que el Mossad o servicio secreto exterior de Israel infiltró en la cúpula de su partido al menos a uno de sus peligrosos agentes, Peter Sichrovsky) se pusiera a sí mismo en peligro de esa manera gratuita, cuando hubiera sido más sencillo que el chófer le llevara a casa cómodamente?

* No manejaba un vehículo cualquiera sino uno de los sedanes más seguros del mundo en aquel momento: un Volkswagen Phanteon (¡un "panteón", sí!) 
provisto de nada menos que 12 airbags y sistema ABS, con tracción 4x4 y prácticamente nuevo, con apenas 3 meses de edad. Y blindado. A pesar de la capacidad del vehículo y de la velocidad que se supone que llevaba (algo más de 140 kilómetros por hora en un tramo de 70, aunque algunos medios publicaron inicialmente que viajaba hasta a 184 kms/hora), no se encontró ninguna marca de frenos en el asfalto. ¿Es creíble que estuviera lo bastante consciente como para conducir un coche pero no para frenar, aunque fuera por puro instinto como lo hacen todos los conductores del mundo en un momento de peligro? ¿O acaso llegó a pisar el pedal de freno pero éste no funcionó porque el sistema había sido manipulado? Si el coche estaba manipulado, ¿puede ser ésta la razón de que doblara la velocidad permitida? Hay que recordar que contaba con sistema ABS, que entra en acción cuando el conductor pierde el control, por ejemplo en el caso de patinar sobre el asfalto.

* Se publicó que Haider había bebido tanto en la fiesta que llevaba una tasa de alcoholemia de 1,8, muy por encima de lo permitido en cualquier país occidental (en España, el límite está en 0,5, igual que en Austria) y muy cerca del límite en el que el cuerpo humano puede entrar en un estado de estupor, con pérdida de la comprensión y posibilidad de caer inconsciente. Con tanto alcohol en sangre, una persona adquiere el característico tambaleo físico de la ebriedad, tiene dificultades claras para expresarse y se incrementa notablemente su tiempo de reacción, además de sufrir esos típicos vaivenes emocionales de borracho en los que se pasa de una alegría desmedida y a gritos a un lloriqueo desesperado en cuestión de segundos. Normalmente, este 
dato es el primero que se obtiene en un accidente de este tipo. Cualquiera que se haya visto sometido a la prueba de soplar el alcoholímetro lo sabe y, aunque es evidente que el moribundo Haider no estaba en condiciones de soplar en el interior de la ambulancia que le transportaba con urgencia a un hospital, un análisis de sangre facilita la información en pocos minutos. Sin embargo, en este caso la información no se publicó hasta... ¡tres días más tarde! ¿Por qué, dada además la identidad del accidentado? Aún más: eso fue lo que se publicó inicialmente y luego se repitió en numerosos informativos y tertulias..., pero no la realidad. La investigación demostró que numerosos testigos que habían estado presentes en la fiesta en la que participaba para celebrar los buenos resultados electorales confirmaron que Haider estaba absolutamente sobrio cuando la abandonó, más o menos una hora antes de su muerte. De hecho, sus familiares y amigos insistieron en que, por lo general, apenas bebía poco más que alguna cerveza o una copa de vino blanco y casi siempre por razones sociales. Y no sólo eso, sino que acababa de ofrecer una entrevista telefónica a una emisora de radio (Antenne Kärnten, Antena Carintia) que se convirtió en la última de su vida y en la que se le podía escuchar en perfecto estado físico y mental. ¿Es creíble que abandonara una fiesta sobrio y se matara completamente borracho una hora después? No, por eso alguien se inventó otra historia y es que había seguido "festejando" en un bar gay no lejos de allí, donde se habría bebido en un tiempo récord el alcohol necesario para llegar a esa tasa de 1,8 que no se sabe muy bien de dónde salió. Porque lo cierto es que luego resultó que el bar existía, pero que no era de ambiente gay (es más, el dueño era simpatizante de su partido y cerró el establecimiento en señal de duelo durante casi dos semanas) y que la autopsia reveló que el único alcohol que había ingerido era el equivalente a..., 
una copa de vino.

* Los medios insistieron en que el conductor perdió el control antes de impactar contra una boca de incendios y luego un muro de hormigón, por culpa del cual el vehículo dio una o dos vueltas de campana. Sin embargo, en las imágenes del siniestro se pudo ver con claridad que la boca no era tal, sino una señal de tráfico, y el hormigón se había esfumado para dar paso a un 
terraplén de tierra. Aún más, las imágenes del vehículo son especialmente llamativas por lo extraño de los daños que muestran las fotografías, de acuerdo con la explicación oficial. El periodista y escritor alemán Gerhard Wisnewski los resumió en un texto tan documentado como inquietante, en el que reseña que el vehículos sufrió dos tipos distintos de agresión. En primer lugar, la propia del accidente y, en segundo lugar, varios pedazos fueron cortados o arrancados manualmente ¿Quién lo hizo? ¿Y por qué? En las imágenes se ve con claridad la parte derecha del Phaeton, no demasiado 
afectada, mientras que la parte izquierda está destrozada, con las dos puertas arrancadas de una forma muy difícil de entender si queremos creer que sucedió "de manera natural". Además, el frontal también está muy dañado (desaparecieron las placas, los guardabarros y los faros) y en él se aprecian dos extraños agujeros agujeros en el capó (que a estas alturas nadie ha explicado y que a primera vista son muy similares a los que hubieran dejado sendos impactos de bala). Pero lo que mató a Haider 
según el informe médico fue el techo de su coche, que se hundió y le causó gravísimas heridas, a la postre mortales, en el cráneo y el pecho. ¿Y por qué se hundió? No se sabe, pero se aprecia un curioso agujero circular justo encima del asiento del conductor que tampoco ha sido justificado. Si Haider hubiera estado acompañado por alguna otra persona, ubicada en el asiento del copiloto o en alguno de los traseros, es casi seguro que ésta habría sobrevivido, pero no él. En la imagen de la izquierda vemos rodeados con rotulador rojo los dos agujeros y el hundimiento y, en la de la 
derecha, un mayor detalle del hundimiento. Sería interesante contar en la sala con algún perito en seguros de coches que pudiera decirnos si son creíbles estos daños en un siniestro con las características oficiales que se han comunicado... 





* Rizando el rizo, algunos investigadores sugieren que el coche que se mostró a través de las fotos y la televisión no fue el de Haider, sino un duplicado 
convenientemente preparado para simular un terrible accidente como el que se supone que ocurrió. Aducen algunos detalles que ciertamente no concuerdan y apoyan esta posible hipótesis. Por ejemplo: los neumáticos del Phaeton siniestrado no concordaban con los que había lucido pocos días antes el mismo coche. Aquí podemos ver, arriba, la imagen de uno de ellos en la noche trágica y, debajo, otra del mismo vehículo tomada pocas fechas antes. Recordemos que sólo tenía tres meses. Nadie cambia de neumáticos tres meses después de adquirir un vehículo y sobre todo uno de alta gama
 que se fabrica a gusto específico del consumidor. Otro dato llamativo que sirve para reflexionar: Haider perdió muchísima sangre en el suceso. Según los médicos que le atendieron, su brazo izquierdo quedó casi seccionado, así que casi fue un milagro que pudiera sobrevivir hasta la llegada de la asistencia sanitaria aunque al final ello no le permitiera salvar la vida. Sin embargo, no se aprecia mancha de sangre alguna en el asiento del conductor. Por cierto, no hubo ningún testigo del accidente...



Hasta aquí los datos más relevantes de Mac Namara, que a continuación añadió:

- Ahora piensa. En el momento de su muerte, Haider era uno de los políticos más populares de Austria. Su preparación, su juventud y su trayectoria arrolladora parecían pronosticarle una gran carrera que culminara con la presidencia de Austria. ¿Qué hubiera sucedido si hubiera llegado al poder y hubiera puesto en marcha, entre otros proyectos, su idea de convocar un referéndum para sacar al país de la Unión Europea? Aún más, ¿y si hubiese tenido éxito en esa consulta popular? Pero no solo eso: según una investigación publicada por una revista local, estaba en posesión de una serie de documentos sobre el origen real de la tristemente famosa crisis financiera que vive Occidente y en especial Europa desde hace ya varios años y que estaba a punto de eclosionar en el momento de su muerte. Esos documentos explicarían con nombres y apellidos quién y por qué se está beneficiando de esa crisis: quién la ha proyectado de hecho y la está ejecutando de acuerdo a un plan minucioso con objetivos muy concretos. Parte de esta información la había adelantado él mismo durante su última campaña electoral y parece que tenía intención de hacerla pública por completo...

Con semejante exposición, he de decir que mi gato conspiranoico me había puesto contra las cuerdas y por supuesto lo primero que hice tras recibir estos datos fue dedicarme a investigarlos en persona. Aún traté de reaccionar a última hora:

- Todo lo que cuentas es desasosegante, Mac Namara, como de costumbre... Y desde luego concuerda muy bien con el espíritu de la conspiración pero ¿no crees que a pesar de todos estos indicios será difícil demostrar algún día la autoría del posible asesinato? 

- A veces, sólo hay que dejar pasar el tiempo suficiente -respondió él-. Los asesinatos políticos son más corrientes de lo que cree la gente común, pero se enmascaran con mayor o menor fortuna. Poco tiempo antes del de Haider, en 2004 se produjo el de Yaser Arafat. Lo comentamos tú y yo entonces, aunque tenías tus dudas porque el histórico líder palestino falleció en un hospital militar francés. Bueno..., precisamente ese dato fue el que me hizo sospechar a mí en primer lugar. El hecho es que hoy ya se ha confirmado, gracias a los análisis forenses realizados en las últimas fechas por el Centro Universitario de Medicina Legal de Suiza, que Arafat fue envenenado con polonio 210 radioactivo: una sustancia empleada en diversos atentados de este tipo. Recuerda a Alexander Litvninenko en Europa. Por qué Arafat fue asesinado justo en el ocaso de su vida, cuando su influencia real sobre los palestinos había decrecido tanto respecto a etapas anteriores, es todavía un misterio oficial... Aunque yo tengo mi propia teoría al respecto.

- Mejor lo dejamos para otro día -le pedí-. Con lo de Jörg Haider tengo suficiente por hoy...  


viernes, 1 de noviembre de 2013

Espías en Halloween

Iba a escribir algo sobre la fiesta del Samhain que festejamos este viernes como buen 1 de noviembre, pero acabo de releer el artículo que publiqué hace ahora justo dos años en esta bitácora precisamente sobre este mismo asunto con el título de ¡Feliz año nuevo! y la verdad es que no tengo mucho más que añadir. Si acaso, que no hace falta vestirse de bruja, zombie o cualquier otro tipo de monstruo: hay tantos de ellos deambulando por nuestro mundo a diario que caracterizarse como uno más ya no se puede considerar ni disfraz. Más que tratar de parecernos a las brujas, deberíamos dedicarnos a cazarlas, en plan senador McCarthy. El momento es adecuado teniendo en cuenta el escándalo, completamente gratuito y más que nada hipócrita, que se ha desatado a propósito del espionaje norteamericano a sus aliados europeos. Como si esos mismos aliados no supieran que los EE.UU. los vigila no desde hace dos días sino desde siempre, igual que ellos lo hacen (bueno, más bien lo intentan) con los norteamericanos y también entre sí y a sus propios ciudadanos (especialmente significativo resulta el hecho de que las decenas de millones de intercepciones de comunicaciones en España y Francia, denunciadas recientemente por la prensa y en principio achacadas a los norteamericanos, fueron practicadas en realidad según fuentes de seguridad por..., los propios servicios secretos españoles y franceses, que luego pasarían la información pertinente a sus colegas de Estados Unidos).

 Por supuesto que los dirigentes europeos conocían que eran espiados, sólo que preferían no reconocerlo en público y mirar para otro lado, hasta que un auguafiestas, un ex espía yankee llamado Edward Snowden, se vio desbordado por la situación y decidió contarle a la ingenua sociedad contemporánea (ingenua también porque quiere serlo, ya que evidencias al alcance de cualquier ciudadano mínimamente preocupado por el asunto hay miles) en voz alta lo que era del dominio público sotto voce. Las filtraciones de 
Snowden, publicadas desde comienzos del pasado mes de junio en el diario británico The Guardian y en el semanario alemán Der Spiegel, no hacen más que confirmar lo que ya hemos comentado en alguna ocasión en este blog (y en sitios mucho más populares de Internet) acerca de la capacidad de las agencias de seguridad para espiar impunemente a todo y a todos dentro del Gran Hermano (de acuerdo con la terminología de Orwell, no de la imbecilidad conceptual de la telebasura) "democrático" en el que vive preso hoy por hoy Occidente. Hace unos días, el Taoiseach o primer ministro irlandés Enda Kenny calificaba de "deplorable" la situación y en las mismas declaraciones reconocía que él daba "por hecho" que "todas" sus llamadas telefónicas "son escuchadas" y por ello "siempre" lo tiene en cuenta cuando habla. Si el jefe del gobierno de un país tan pequeñito como Irlanda es consciente de lo que ocurre, imaginemos lo ridículo de que sus colegas de las naciones más grandes se hagan ahora los ofendidos.

De todas maneras, cuánta hipocresía hay en esto. ¿Ya se nos ha olvidado lo de Echelon? Hace unos años que se confirmaba de manera oficial a través de una investigación del Parlamento Europeo la existencia de ésta que ya entonces fue considerada como la mayor red de espionaje e interceptación de comunicaciones electrónicas de la historia y en la que estaba implicado el Reino Unido junto a varios miembros de su Commonwealth como Canadá, Australia y Nueva Zelanda..., además de su "hija política" favorita: los Estados Unidos. Echelon capturaba (captura, porque lo sigue haciendo aunque ya no se hable de ello) unas 3.000 millones de comunicaciones diarias, a través de todo tipo de correos electrónicos, llamadas de teléfono y contactos por radio y
 satélite. Incluso los faxes, aunque este tipo de tecnología haya quedado prácticamente obsoleta en el mundo más avanzado. La excusa inicial para desplegar Echelon era la lucha antiterrorista y contra el crimen, además del control de las comunicaciones militares de la Unión Soviética (cuando existía..., lo cual nos puede dar una idea de desde cuándo viene funcionando: la primera referencia pública la facilitaba otro antiguo trabajador de la oscuridad, disimulado bajo el seudónimo de Winslow Peck, en 1976) pero a partir de ahí también se ha empleado para el espionaje económico (o el espionaje puro y duro, sin adjetivos) de instituciones públicas y privadas en cualquier país del mundo.

El programa PRISMA del que tanto se ha hablado últimamente como una de las armas principales del espionaje norteamericano de los últimos tiempos junto con XKeyscore, ya se empleaba con Echelon. Fue creado en 2007 y permite el acceso a las bases de datos de miles de usuarios de las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías: desde Microsoft hasta Google, desde Apple hasta Yahoo, desde Facebook hasta Skype..., y muchas otras. Todas ellas facilitaron el acceso a los datos de sus usuarios a los servicios secretos 
estadounidenses. Hay que destacar la pavorosa ingenuidad o la profunda hipnosis de tantos y tantos ciudadanos que habitualmente emplean Internet y nunca se han preguntado (incluso ahora siguen sin hacerlo) por qué programas tan útiles y rentables para la vida diaria como los de correo electrónico o los de intercambio de archivos de todo tipo son completamente gratuitos (¿de verdad estos usuarios llegaron a creer que había publicidad suficiente en el mundo para pagar a sus creadores?) cuando no hay nada gratis en la vida: absolutamente nada.

Eso sí: la recopilación de este gigantesco volumen de datos es sólo un primer paso. No sirve para nada si no se poseen unos ordenadores superpotentes, conocidos en la jerga del espionaje como diccionarios, capaces de cribar en un breve período de tiempo cantidades descomunales de información para encontrar lo que se está buscando: desde la dirección concreta de una persona hasta el sonido de su voz, pasando por su identidad, los números de su tarjeta de crédito o sus opiniones respecto a un asunto concreto. El uso de esas máquinas de última generación analizadoras y organizadoras de la información es lo que daba ventaja a Echelon sobre otras redes similares, menos poderosas pero quizá por eso también eficaces ya que son casi completamente desconocidas para el gran público como Enfopol (la equivalente de la Unión Europea que lleva funcionando al menos tres lustros), Frenchelon (el sistema de espionaje francés) o Sorm (la red rusa).

En comparación con estas avanzadas redes de espionaje, no puedo ahora dejar de acordarme de una anécdota que se contaba entre periodistas acerca del espionaje sufrido por dos conocidos políticos españoles, uno de ellos un importantítismo cargo del Estado, hace algunos años, durante la época de la Transición. Ambos trataban asuntos sensibles en una conversación a través de teléfonos fijos cuando uno de ellos llamó la atención al otro sobre los extraños ruidos que se escuchaban de fondo. El otro, alto cargo, contestó sin inmutarse:

- Sí, yo suelo oír esos ruidos a menudo... Eso es porque me tienen "pinchado" el aparato.

- ¿Te espían? ¿Te están espiando en este momento? -contestó incrédulo el primero- Pues entonces me cago en la madre que parió al desgraciado que nos está escuchando.


Y entonces ambos políticos oyeron una tercera voz, opaca y lejana, que se quejaba:


- Oiga usted: a mi madre, ni mentarla.

El sensible espía que reveló su presencia de manera tan torpe podría haber hecho carrera en la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), el servicio secreto al que pertenecen Mortadelo y Filemón, los archipopulares personajes del gran Francisco Ibáñez.