Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 25 de noviembre de 2016

La ficción ¿salva?

Siempre me ha llamado la atención la cantidad de personas de mente cerrada que se encuentran precisamente en aquellas profesiones donde más falta hace el pensamiento crítico y el escepticismo (en el sentido de no aceptar, pero tampoco negar, absolutamente nada hasta que no comprobemos en persona si lo que tenemos ante nosotros es verdadero o falso): existen multitud de escritores, periodistas, académicos, educadores e intelectuales en general que se comportan ante distintos hechos políticos, históricos o sociales como si fueran dogmáticos militantes de una secta religiosa, más que como científicos de la mente, que es lo que se supone que son. Es decir: se han formado una opinión al respecto y no están dispuestos a modificarla absolutamente bajo ningún concepto aunque esa opinión "seria y contrastada" se base únicamente en teorías sin demostrar (por más que sean mayoritariamente aceptadas..., la mayoría de la gente creía antes de los viajes de Colón que la Tierra era redonda, aunque no supieran a ciencia cierta si lo era o no) o, aún peor, que se acumulen las pruebas y evidencias que indican que están equivocados (la mayoría de la gente sigue estudiando y aprendiendo que Colón fue el primer europeo en llegar a América cuando hoy tenemos pruebas materiales de que antes que él llegaron otros, no sólo los vikingos). Como decía el clásico: Errare humanum est..., sed perseverare diabolicum. Para los que suspendieron el latín: Errar es humano..., pero insistir en el error es diabólico.

Entiendo que hay asuntos sobre los que pesan enormes intereses políticos y financieros que ejercen una presión terrible (una presión, me atrevo a decir, inimaginable para el profano) con objeto de que determinadas informaciones no trasciendan al público en general porque más cosas de las que parecen a simple vista dependen de que la mayoría de la población siga actuando de acuerdo con ciertas creencias y no con hechos contrastados. Pero, precisamente por eso, los profesionales a los que antes me refería deberían ser los primeros en dar un paso al frente y contribuir a aclarar tanta neblina como a veces nos rodea. En cierto modo, son corresponsables de la educación de la sociedad en la que viven y hay muchísima gente que, simplemente, nunca tendrá el tiempo ni el conocimiento (ni la capacidad para adquirirlo) suficiente para hacer otra cosa que asentir a todo lo que les cuenten sus líderes de opinión: "si lo dice mi presentador favorito de la radio o de la tele será verdad..., si lo defiende mi máximo dirigente religioso será porque así lo quiere mi dios..., si lo argumentan los expertos de la ONU será porque ellos lo han comprobado..." y etcétera. Todas esas personas se merecen que alguien les explique otras facetas de la verdad, no sólo la verdad oficial y políticamente correcta. Eso, si es que pretendemos disfrutar algún día (en el futuro, porque todavía carecemos de ella, no ya en España sino en todo el planeta) de una democracia real, que es la compuesta por ciudadanos independientes y responsables debido, entre otras cosas, a su formación y a su capacidad como librepensadores individuales.

Uno de esos temas tabú sobre los que estos intelectuales nunca debaten a fondo, más allá de cuatro cosas comúnmente aceptadas y nunca cuestionadas, es la Segunda Guerra Mundial. Por increíble que parezca, el conflicto armado más brutal y documentado de la Historia posee todavía bastantes ángulos muy desconocidos por el gran público, a pesar de que diversos investigadores han tenido acceso a informaciones, digamos, sorprendentes, que han logrado difundir sólo en muy pequeños círculos porque rompen los tópicos tranquilizadores de la explicación oficial, el más importante de los cuales es que los "malos" fueron malísimos y sólo unos mientras que los "buenos" fueron buenísimos y sólo otros. Pongamos un ejemplo sin salir de esta misma bitácora, donde publiqué hace casi siete años, un
 artículo sobre uno de esos hechos: los "campos de la muerte" instalados en Alemania por orden de Eisenhower, donde fueron ingresados cientos de miles de alemanes, soldados que se habían rendido a las tropas norteamericanas porque sabían que si se entregaban a las soviéticas serían asesinados o trasladados al Gulag. Un muy elevado porcentaje de estos soldados fallecieron a manos de sus captores yankees. Fueron literalmente dejados morir de hambre, sed y enfermedades en unas condiciones aún peores que los que sufrieron los prisioneros de los KZ germanos. Alguno de estos campos estuvo abierto hasta 1949 ¡4 años después del final del conflicto bélico! Trato el tema también en mi último libro de ensayo publicado a primeros de este año: Fugas y evasiones de la SGM. Ahora bien, ¿cuántas películas y teleseries sobre la Segunda Guerra Mundial se han estrenado sólo en los últimos siete años? ¿Y cuántas de ellas han tratado este tema (del que yo hablé aquí en febrero de 2010, pero que fue publicado por primera vez en una revista norteamericana en septiembre de 1989)? Señoría, no hay más preguntas.

La explicación parcial y tópica de la Historia produce monstruos intelectuales que a menudo resultan tan patéticos como risibles. Lo hemos visto este mismo mes de noviembre cuando uno de los programas más famosos de la telebasura española, que envenena especialmente a la juventud, mostraba la tremenda ignorancia de una de las muchachas que participan en él. La concursante trataba de explicar a sus compañeros de peripecia televisiva lo que era el Muro de Berlín. Copio y pego la transcripción textual de lo que según ella fue esta vergüenza construida por el régimen soviético de la RDA en la antigua capital prusiana:  "Pues era que estaba un muro, ¿vale? Y que separaba todo lo que era la zona de América y todo eso. Estaba separada y todo eso por, como..., la gente estaba.., o sea, hubo como una guerra, digamos, ¿vale? Y se construyó un muro y estaba separado por una zona, ¿vale?, donde estaba la gente un poco más pobre y por otra zona donde había gente más rica. Y la gente pobre ya, hmmmmm, después de tantos años, estuvo veinte años o así separados, no podían pasar nadie al otro territorio. Mucha gente, muchos familiares, estaban en el otro territorio, no se podía acceder. Era como un poco aquí, gente que quiere emigrar, cosas..., no lo mismo pero un poco así. Una guerra muy importante, hasta que los obreros, digamos, ya se hartaron y cogieron y empezaron a destrozar el muro entero, que imagínate todo lo que es un muro que separe todo, ¿sabes? Es increíble. Y aún quedan restos de ese muro y hay gente que sufrió mucho por todo eso..."

El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Aún tengo una camiseta que me compré meses más tarde allí, junto a la puerta de Brandenburgo, con un mapa en ella de la actual Alemania que incluía sus Länder escritos y la leyenda Wiedervereinigung (Reunificación). Una leyenda falsa, por cierto, ya que existe una parte de Alemania, la que realmente se puede llamar del Este (la RDA era en realidad la Alemania central), la del antiguo reino de Prusia, que a día de hoy todavía permanece bajo ocupación polaca. En este mapa se aprecia lo que era la nación germana antes de la guerra. Las banderitas indican qué países ocuparon qué regiones de la Alemania derrotada. Los Aliados le "regalaron" el Este a Polonia al final del conflicto para compensarla por el "mordisco" territorial que la URSS dio a su vez a los polacos, a los que robó todo el este de su propio país cuando comenzó la guerra. Ah, sí, porque éste es otro punto del que nadie quiere hablar: nos dicen que Alemania provocó el conflicto mundial porque atacó a Polonia (en realidad, era un enfrentamiento local entre ambos países que derivó en mundial cuando franceses y británicos declararon la guerra a los alemanes) pero nadie recuerda que la URSS atacó también a Polonia quince días después (pero ni franceses ni británicos declararon la guerra también a los rusos..., y esto sigue sin extrañarle a casi nadie).

Bien, si el conocimiento que tiene la gente joven de la caída del muro de Berlín, que es un suceso reciente (menos de 30 años atrás) es el de esa concursante televisiva, imaginemos lo que pueden saber sobre qué pasó de verdad entre 1939 y 1945.

Buena parte de culpa acerca del desconocimiento de lo que pasó en esa época horrible (a pesar de la impresión generalizada de que ya se sabe todo) la tienen los encargados formales de construir el relato histórico oficial de uno de los peores momentos que ha vivido Europa en toda su historia conocida. Para el Viejo Continente, aquel período supuso el principio del fin de su poderío internacional que nos ha convertido, a todos los europeos contemporáneos, en testigos impotentes del desmoronamiento de una forma de vida civilizada que ha durado mucho tiempo y que, ahora mismo, en este preciso instante, está dando paso ya a una nueva Edad Media cuyas catastróficas consecuencias veremos a no mucho tardar. Es a ello a lo que se refieren, sin darse cuenta, algunas personas que hablan del "final del Estado del bienestar" y del hecho de que la próxima generación vivirá peor que la de sus padres... Pues bien, lo asombroso es que los constructores del relato histórico, por  extravagante que pueda sonar esto, siguen mostrándonos 70 años después del final de la Segunda Guerra Mundial una versión oficial que tiene más que ver con la Propaganda que con la Historia. Sólo con muchísimo esfuerzo y por la pura fuerza de voluntad de un puñado de investigadores se van conociendo cosas como realmente sucedieron, no como desde hace tanto tiempo se nos viene diciendo que sucedieron.

Un ejemplo clásico es la matanza de Katyn, cuando la NVKD, la siniestra policía soviética cuyas andanzas a menudo convirtieron a la temida Gestapo alemana, por comparación, en un grupo de amiguetes, asesinaron a más de 20.000 polacos: intelectuales, historiadores, abogados, oficiales del ejército, policías e incluso sacerdotes cristianos.  El objetivo era descabezar a la sociedad de Polonia para apoderarse más fácilmente del país. Por cierto, que el bosque de Katyn, originalmente polaco, es parte de esos territorios que los soviéticos se anexionaron alegremente mientras ingleses, franceses y norteamericanos miraban para otro lado. Las tropas alemanas, en su avance hacia el Este, descubrieron y denunciaron esta matanza. Londres dijo que la culpa era de los alemanes, que estaban intentando desviar su responsabilidad a sus aliados soviéticos y los norteamericanos dijeron luego que apoyaban la versión inglesa. Durante más de 70 años, el crimen de Katyn figuró en la larga lista de acusaciones que los vencedores lanzaron contra el Tercer Reich.  No fue sino hasta la época de Gorbachov y el final de la URSS en los años 90' del siglo XX cuando se reconoció oficialmente que la matanza había sido responsabilidad rusa, no alemana (por supuesto, a Alemania no se le ofreció disculpa alguna por haberla difamado durante tanto tiempo: después de todo, no olvidemos que los alemanes son los "malos" malísimos y se merecen todo lo que les pase, en opinión de algunos iluminados...). Y no fue sino hasta ¡2013! cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Rusia por "no haber ofrecido todas las facilidades necesarias" para investigar adecuadamente la masacre. Aunque está claro que fue el régimen soviético el responsable del crimen, todavía muchos "investigadores" rusos siguen negándolo y hasta la famosa Wikipedia (un gran pozo de opiniones, más que de información fiable) sigue, a día de hoy al menos, dando cierta credibilidad a la versión soviética.

Como éste tema, hay muchos otros. Hace poco leí un libro muy interesante, en cierto modo fallido, pero que recomiendo vivamente: El impostor, de Javier Cercas. El autor lo presenta como una novela sin ficción pero, con sus más de 400 páginas, en realidad es un reportaje demasiado largo para ser publicado en un periódico. Trata sobre Enric Marco Batlle, un individuo que ocupó varios cargos de cierta relevancia como la secretaría general del sindicato CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la presidencia de Amicale de Mauthausen de España. Al menos desde 1976 empezó a contar que había vivido exiliado en Francia tras la última guerra civil española y que había sido desde allí deportado a un campo de concentración alemán: el de Flossenbürg, en Baviera, donde había sufrido algunas vejaciones y había visto otras muchas. Se hizo muy popular ofreciendo charlas y conferencias por toda España para dar su testimonio sobre lo que había padecido en los campos de concentración, fue condecorado oficialmente por la Generalitat de Cataluña y llegó a hablar en el Parlamento a principios de 2005 durante una conmemoración en honor de las víctimas de los KZ en un dramático discurso que hizo llorar hasta a Carmen Chacón, entonces vicepresidenta del Congreso de los Diputados. En mayo de aquel mismo año, iba a hablar también ante los presidentes de los gobiernos español y austríaco y ante ex deportados de toda Europa en el acto de conmemoración de la liberación del campo de concentración de Mauthasen-Gusen... Pero en abril de 2005 fue desenmascarado por el historiador Benito Bermejo. Resulta que Marco nunca había sido exiliado republicano y que si había ido a Alemania había sido en calidad de trabajador voluntario al servicio de la industria del Reich, contratado como otros emigrantes españoles de la época. Sí había estado en la cárcel (no en un campo de concentración), arrestado por la Gestapo, pero sólo durante tres semanas, hasta que fue juzgado bajo la acusación de repartir propaganda comunista a sus compatriotas..., aunque el juez le absolvió de los cargos así que ni siquiera ese pedazo de "gloria" como "luchador antifascista" le queda.

Cercas reconstruye minuciosamente la vida de Marco a partir de las largas conversaciones y entrevistas que mantuvo con él y de la recopilación de material literario y audiovisual que encontró sobre su persona. Y muestra hasta qué punto fabuló, mintió, inventó y tergiversó su vida para llegar a ser "alguien". Alguien conocido, popular, prestigioso... Alguien que mezcló verdades con mentiras (la peor forma de falsedad que se puede construir, porque es la que más engaña a los ingenuos) con la excusa de ser la voz de los verdaderos deportados que no podían hablar sobre sí mismos.

Hay fragmentos muy buenos en el libro. Por ejemplo, cuando Cercas explica que lo ocurrido es “el fruto de dos prestigios paralelos e imbatibles: el prestigio de la víctima y el prestigio del testigo. Nadie se atreve a poner en duda la autoridad de la víctima. Nadie se atreve a poner en duda la autoridad del testigo. La cesión pusilánime a ese doble soborno –el primero de orden moral y el segundo de orden intelectual- engrasó el embeleco de Marco. Lo hicieron también, al menos, otras dos cosas. Una es nuestra relativa ignorancia del pasado reciente en general y del nazismo en particular (…) La segunda cosa (…) la conversión del discurso de la izquierda en una cáscara hueca, en el sentimentalismo hipócrita y ornamental que la derecha ha dado en llamar buenismo”. En ese sentido, afirma que "la memoria y la historia son en principio opuestas: la memoria es individual, parcial y subjetiva, en cambio la historia es colectiva y aspira a ser total y objetiva (…) el individuo que desempeña un papel en el acontecer histórico nunca entiende su significado”. Y así el testigo “no siempre tiene razón, la razón del testigo es su memoria y la memoria es frágil y a menudo interesada, no siempre se recuerda bien, no siempre se acierta a separar el recuerdo de la invención, no siempre se recuerda lo que ocurrió sino lo que ya otras veces recordamos que ocurrió o simplemente lo que nos conviene recordar que ocurrió” con lo que el historiador “no puede aceptar el chantaje del testigo porque responde a la verdad, llegado el caso debe tener el coraje de negarle la razón. En tiempo de memoria, la historia para los historiadores”.

O cuando se pregunta y se contesta: "¿Qué es la industria de la memoria? Un negocio. ¿Qué produce ese negocio? Un sucedáneo, un abaratamiento, una prostitución de la memoria; también una prostitución y un abaratamiento y un sucedáneo de la historia porque, en tiempos de memoria, esta ocupa en gran parte el lugar de la historia.  O dicho de otro modo: la industria de la memoria es a la historia auténtica lo que la industria del entretenimiento al auténtico arte (…) el kitsch histórico, vale decir la mentira histórica. Marco fue la encarnación perfecta de ese kitsch (…) esto es lo que hay. La industria de la memoria resultó letal para la memoria, o para eso que llamábamos memoria y que era apenas un cobarde eufemismo".

Sin embargo, me parece un libro fallido en el sentido de que se queda corto en la investigación. Se limita a Marco, en lugar de ir más allá. El propio autor reconoce que le costó mucho ponerse a escribir esta obra y que lo hizo presa de muchas dudas (de hecho, a menudo da la sensación de que está disculpándose por haberlo hecho) quizá porque tenía miedo de su principal conclusión: la confirmación de lo fácil que es engañar una vez lleva a pensar en lo fácil que es engañar muchas más veces y por tanto a preguntarse cuántas nos han engañado, cuánto de lo que nos han contado es de verdad real o también una mezcla interesada de verdades y mentiras, o sea una falsedad. De hecho, compara a Marco con Tania Head “quien durante mucho tiempo fue la presidenta de la asociación de víctimas del atentado (del 11S), era una impostora y el 11 de septiembre de 2001 ni siquiera estaba en Nueva York". También, para evitarse críticas y acusaciones incómodas, afirma que "a estas alturas el debate sobre el negacionismo del Holocausto es un debate muerto o como mínimo agonizante (…) sostener que está vivo sólo delata ignorancia sobre la realidad del Holocausto y las discusiones que giran en torno a él”. Pero poco después se desdice al citar a diversos inventores de tragedias que han quedado desenmascarados en los últimos años (aunque a menudo sus libros siguen vendiéndose como si fueran realidades y los grandes medios de comunicación nunca publican grandes reportajes sobre esta cuestión espinosa).

Y así “la verdad es que desde el mismo final de la guerra hubo gente de muchas nacionalidades que aseguraba que había estado en los campos nazis y que en realidad no había estado en ellos, o gente que maquillaba o adornaba o exageraba la realidad de su estancia en los campos nazis". Un fenómeno que, recuerda, el investigador judío Norman Finkelstein, el autor de La industria del Holocausto, achaca a dos razones: "dado que el haber soportado los campos confiere una corona de mártir, muchos judíos que habían pasado la guerra en otros lugares se hicieron pasar por sobrevivientes de los campos. Aparte de ello, el otro motivo para esta impostura fue material. El gobierno alemán de posguerra pagaba compensaciones a judíos que habían estado en los guetos o en los campos. Muchos judíos se fabricaron un pasado acorde con losk requerimientos de ese beneficio’.  Sólo algunos de estos impostores alcanzaron claro está la notoriedad de Marco pero unos cuantos la superaron o poco menos.”

Y cita a continuación casos como el de Jerzy Kosinski “cuyas falsas memorias de víctima infantil del Holocausto, tituladas ‘El pájaro pintado’ fueron saludadas en 1965 como una de las mejores denuncias del nazismo, convertidas en un texto básico sobre el Holocausto, premiadas varias veces, traducidas a multitud de idiomas y recomendadas como lectura en las escuelas”. O el de Benajimn Wilkomirski “que se hizo célebre por un libro publicado en 1995 y titulado ‘Fragmentos de una infancia en tiempos de guerra’, donde narraba como si fuera real su internamiento inventado en Auschwitz o Majdanek. O el de Herman Rosenblat, “que en unas falsas memorias tituladas ‘El ángel en la valla’ contaba que de niño en un campo nazi había conocido sin verla a una niña a la que muchos años más tarde por un azar inverosímil había reconocido y con quien seguía casado cuando el libro se publicó en 2008” (entre paréntesis, este Rosenblat engañó incluso a la famosa presentadora de televisión norteamericana Ophra Winfrey en un programa en directo). O el de la belga Misha Defonseca “quien el año anterior había publicado con gran éxito ‘Misha: recuerdos de los años del Holocausto’ donde cuenta que en 1941 cuando apenas había cumplido seis años, sus padres fueron arrestados por ser judíos y enviados a un campo de concentración y que ella se pasó los cuatro años siguientes peregrinando por Alemania, Polonia, Ucrania, Rumanía y Yugoslavia, hasta que volvió a Bélgica a través de Italia y Francia, cuando la realdiad es que ni era judía ni había salido de Bruselas en toda la guerra.”

Pese a que Cercas habla de “algunos” inventores de tragedia al estilo Marco, al final termina reconociendo que “la lista de grandes impostores podría alargarse (durante 20 años Deli Strummer pronunció conferencias en EE.UU. sobre su paso por los campos nazis hasta que en 2000 se descubrió que nunca había sido prisionero en un campo nazi; Martin Zaidenstadt fue en su vida adulta un próspero hombre de negocios hasta que tras su jubilación empezó a hacer de guía y a pedir limosna a los visitantes del antiguo  campo de Dachau fingiendo que había sido prisionero allí). Todas esas personas son o eran judíos o decían serlo. El hecho no es anecdótico”Aún más, “en diciembre de 2004, pocos meses antes de desenmascarar a Marco, el propio Benito Bermejo desenmascaró a un segundo falso deportado español que había adquirido casi tanta notoriedad como Marco: Antonio Pastor Martínez.” El negocio es el negocio.

La conclusión del escritor sobre este individuo es que “eso es lo que es Marco: el hombre de la mayoría, el hombre de la muchedumbre (…) que nunca dice NO porque quiere caer bien y ser amado y respetado y aceptado  (…) una cebolla a la que se le han quitado todas las capas de piel y ya no es nada (…) un gran silencio elocuente (…) un misterio transparente que sin embargo es imposible descifrar, y que quizás es mejor no descifrar”. Al final, tiende no a absolver pero sí a perdonar a Marco, al que compara una y otra vez con Alonso Quijano queriendo ser el Quijote, para disculpar en parte su autoinvención de sí mismo. Bueno..., "pobre hombre", viene a decir, "sólo buscaba la gloria personal, un poquito de vanidad bien entendida... ¿Quién no ha tenido nunca delirios de grandeza?" Y sin embargo, este tema es muy importante, porque ha sido con muchos testimonios no contrastados del tipo de Marco, o de los otros citados párrafos arriba, con los que se ha construido el relato del pasado. Es justo preguntarse: entonces ¿qué sucedió exactamente? 

Cercas repite durante todo su libro, como un mantram (al que parece que él mismo se aferra desesperadamente), que "la realidad mata y la ficción salva". Tiene miedo, obviamente, de descubrir la realidad.

Mucha gente tiene miedo de hacerlo.









viernes, 18 de noviembre de 2016

Trastornos mentales

Dice un viejo y acertado adagio periodístico que, si quieres saber quién manda realmente en una sociedad, sólo tienes que fijarte en lo que cuentan los medios de comunicación y ver a quién no critican nunca, bajo ningún concepto. Los que mandan de verdad no atacan de frente. Jamás lo han hecho, desde que empezaron a maquinar la mejor forma de apoderarse de todo y de todos (no sólo aspiran a quedarse con las cosas, sino a esclavizar a toda la humanidad para ponerla a su servicio). Les gustan las sombras, porque (y esto, asombrosamente, sigue siendo un gran secreto para la mayoría de los homo sapiens) son débiles. Y muy pocos. Su fuerza se basa precisamente en la ignorancia de la gente corriente, que considera las historias de conspiraciones como meros cuentos de hadas. Incluyo entre la "gente corriente" a tantos líderes de opinión con acceso permanente a los grandes mass media y que desde sus púlpitos periodísticos y/o políticos repiten como loros consignas ajenas y lugares comunes, sin saber ellos mismos lo que está pasando. 

Sin embargo, recordemos que, en los cuentos de hadas, los demonios y los monstruos sólo mueren cuando les ilumina el Sol, un símbolo de la verdad. La luz ilumina sus cuerpos feos y contrahechos, su espíritu aberrante, y ellos se muestran entonces incapaces no ya de seguir actuando mal, sino de defenderse siquiera. Es una sensación muy rara pero gratificante iluminar a un monstruo (a uno de verdad, no a los que salen en las películas). En apenas unos segundos, uno pasa de la incertidumbre y el temor a la compasión. De pronto, aquella..., cosa que tanto miedo nos inspiraba y contra la que no sabíamos exactamente cómo actuar (si luchar para intentar cortarle la cabeza con nuestra espada o, más bien, salir corriendo para no ser devorado) pasa a convertirse en un ser deforme, digno de lástima, del que sólo entonces comprendes que no podía actuar de otra forma porque es la única que conoce. Y te planteas si no sería mejor dejarla ir en lugar de rematarla.

- Hay que rematarla. A la bestia hay que rematarla siempre. Hay que aprovechar su debilidad si es posible, pero en todo caso es preciso cortarle la cabeza, clavarle la estaca en el corazón, quemarla y reducirla a cenizas -insiste siempre Mac Namara que, a mi juicio, es un poco radical; pero mi gato conspiranoico tiene su argumento bastante claro:- Mucha gente dice que ante una agresión se debe responder de acuerdo al principio de proporcionalidad, al estilo del Código de Hammurabi que luego el resto de semitas copió y que ha llegado hasta esta época con el nombre de 'ley del Talión'. O sea, que, si alguien va y te corta una oreja, tú debes responder cortándole a él la suya, y ya está. O, si alguien te corta una pata -recuerdo que es gato, por eso dice "pata" y no "pie" o incluso "mano"-, tú debes cortarle a él su pata. Si te corta la cola, tú a él su cola... Y así todo el rato. Sólo deberías cortarle la cabeza si él trata de cortarte la tuya. Pero mi opinión es otra: si alguien me toca un solo pelo de mi bigote, uno solo, yo directamente voy a por su cabeza.

- Un tanto exagerado, ¿no?

- En absoluto. Es la única manera de que el otro y, con él, todos los otros posibles que se planteen arrancarte un pelo del bigote o algo peor, se lo piensen dos veces antes de hacerlo. Tienes que dejar claro que contigo no juega nadie. Y que no estás dispuesto a dejarte descuartizar en pedacitos. En realidad, ésta es la base de la llamada doctrina de disuasión nuclear que estuvo vigente durante la conocida como "Guerra fría" durante la segunda mitad del siglo XX.

Sigo pensando que es demasiado rotundo. Mi profesor de Destrucción del Paradigma a través de la Educación Física, Lee-Jun-Fan, que es el que nos enseña a convertirnos en auténticos guerreros (desde el punto de vista físico) en la Universidad de Dios y sobre el cual ya he contado algunas anécdotas por aquí, suele decir que la mayor victoria es la que se consigue sin librar batalla. Estoy todavía dándole vueltas a qué se refiere exactamente, porque luego el mismo profesor insiste en que no hay que rehuir la batalla, al contrario, pero al mismo tiempo afirma que no es necesario librarla... En fin, tengo que meditar bastante todavía sobre eso. Los haikus zen siempre me han mareado un poco, con ese aire misterioso que tienen y que tanto se parece a veces a los mensajes de WhatsApp alterados por el corrector. A mí me gustan más las cosas claras y el chocolate oscuro, como quien dice.

En todo caso, Mac Namara y yo hablábamos sobre la creciente censura que se va imponiendo (que se ha impuesto ya, de hecho, y que aumenta progresivamente) sobre el mundo occidental, donde nació la libertad y donde hoy, cada día que pasa, hay cada vez más dificultades para poder opinar, debatir o publicar más allá de lo que los dogmas oficiales insisten en que se puede opinar, debatir o publicar. Y eso a pesar de la propaganda según la cual vivimos en países verdaderamente democráticos en los que la libertad de prensa es "sagrada" y cada cual puede decir lo que quiera. No es cierto. Pensemos en un ejemplo un poco tonto, pero definitorio: la película La vida de Brian, de Monty Python. Es una de mis favoritas de todos los tiempos. Aunque en su momento fue un gran éxito de público y aun hoy día sigue disfrutando de ediciones en DVD y Blu-ray para explotar el negocio hasta el final, en este momento sería imposible rodarla, estrenarla y promocionarla. Seguramente sería imposible incluso pensar en escribir su guión. La censura de lo políticamente correcto y la facilidad con la que en este momento se ofende todo el mundo en todas partes recomendaría a sus posibles creadores que se dedicaran a producir películas más "normales" y aceptables por el sistema. La vida de Brian está condenada a extinguirse lentamente, a medida que las personas que la vieron en su día vayan desapareciendo, sustituidas por nuevas generaciones que no la conocen y no la conocerán porque les resulta muy complicado acceder a películas con muy interesantes contenidos que, sin ser muy antiguas, "desaparecen" de los catálogos y nunca son programadas en las televisiones.

"Queda Internet...", se podría pensar, pero esto tampoco es cierto. Los espacios de libertad de información son podados de forma alarmante a nuestro alrededor, mientras nos adocenamos viendo las teleseries de éxito, las peleas del lumpen del corazón, el circo político o el enésimo partido de fútbol. Hace unos días se publicó un informe del programa Freedom House (impulsado por la USAID, la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional) que reducía aún más, respecto al anterior, el porcentaje de países que no ejerce censura sobre sus internautas. Según este informe, casi el 70 % de la población mundial vive bajo alguna clase de censura institucional de la red. Y eso que es un documento incompleto puesto que sólo incluye a 65 países países del mundo (España, por ejemplo, no ha sido analizada) y algunos de los que estudia y asegura que están libres de censura de hecho no lo están (el Reino Unido, por citar uno, donde en los últimos años han sido denunciados varios intentos -e incluso prácticas comprobadas- de censura gubernamental de la red, como cuando el ya ex primer ministro David Cameron consideró restringir las redes sociales tras los disturbios que se produjeron en el país en 2011).


El estudio afirma que "cada vez más instituciones persiguen a usuarios de redes sociales y de Apps de comunicación para impedir la propagación de información" y la censura de Google, Facebook o Twitter se ha convertido en práctica "habitual en países como China, que cuentan con sus propias versiones de algunos de estos servicios o con versiones censuradas específicamente para el país". Otros programas como las Apps de mensajería también han sufrido estas presiones cada vez mayores.

- Lo que, por cierto, significa que los dueños de estas grandes firmas de Internet que se presentan como campeones de la libertad de prensa en Occidente actúan, ellos mismos, como carceleros en los países menos desarrollados -subraya Mac Namara-. Lo cual debería haceros preguntaros a vosotros, los que os creéis libres en Europa y en América, hasta qué punto lo sois y hasta qué punto los mismos que regulan la información en el Este no lo están haciendo también, aunque silenciosamente, en el Oeste.

- Nos ocultan información...

- Y esto irá a peor. Sólo hay que ver uno de los últimos trastornos mentales incluidos en el DSM norteamericano...

El DSM, en inglés el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders y en español el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, es la guía editada por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para clasificar estas dolencias y facilitar su reconocimiento y tratamiento entre los profesionales de las ciencias de la salud. En ella figuran desde la esquizofrenia hasta la cleptomanía, pasando por la anorexia, el masoquismo, la depresión o el trastorno de Asperger, entre muchas otras enfermedades. La primera edición es de 1952 y la última edición publicada haya ahora, de mayo de 2013. Ante mi expresión interrogativa, mi gato conspirativo responde:

- Este manual ha incluido una nueva enfermedad mental que se llama "Trastorno desafiante de oposición". En inglés, ODD. Lo define como un "patrón continuado de comportamiento desobediente, hostil y desafiante" y describe sus síntomas: cuestionar la autoridad, caer en la negatividad, desafiar constantemente, ser molesto con facilidad...

- ¿Cómo dices? ¿Tener una opinión propia, que no se fíe de las autoridades, podrá ser considerado como una enfermedad? -no salgo de mi asombro.

- Has escuchado bien. No estar de acuerdo con lo que dicen los que mandan oficialmente y pensar por tu cuenta nunca ha estado demasiado bien visto. Una persona que es capaz de pensar y tomar decisiones personales, más allá de las del rebaño, es peligrosa. Antiguamente, esto se resolvía persiguiéndola, exiliándola..., matándola sin más. En el futuro será más fácil simplemente declararla "insana" y someterla a tratamiento para que deje de..., molestar. ¿Te acuerdas del tratamiento al que sometían los orangutanes de 'El planeta de los simios', los de la primera película de 1968, a Landon, el astronauta compañero de Taylor?

Me siento incómodo recordando la escena en la que Taylor descubre a Landon lobotomizado. Era un hombre que hablaba y pensaba y, por tanto, una aberración en el mundo de los simios. Una aberración que tenía que ser "curada".

- Ese nuevo trastorno en teoría es para detectarlo en los niños pero imagina lo poco que costará aplicarlo también a los adultos... Los defensores de este manual dicen que el hecho de que los especialistas hayan descubierto en los últimos años tantas "nuevas enfermedad mentales" se debe a que los psiquiatras están mejor capacitados para identificarlas hoy día. En los últimos 50 años, se ha pasado de 130 reconocidas a 357. Pero, si te fijas, algunas de las cosas clasificadas hoy como disfunciones o enfermedades, tales como el narcisismo, la arrogancia, el cinismo ¡e incluso la creatividad por encima de la media! siempre han sido consideradas como rasgos de la personalidad, no como dolencias. Es en nuestro mundo contemporáneo cuando está cambiando esa manera oficial de considerarlas. Comentando la noticia, el 'Washington Post' describió la situación de una forma muy acertada: "si Mozart naciera hoy, sería diagnosticado con ODD y medicado para reconducirle hacia una estéril normalidad"...  Porque ése es otro punto muy curioso: en EE.UU., la tierra de la democracia y de "los hombres que se alzan libres" y blablaba, hay Estados cuyas leyes les permiten medicar a la fuerza a sus habitantes...




 Así que ése es otro riesgo para el futuro: que nos declaren trastornados... La verdad es que el oficio de pensar se está poniendo cada vez más complicado pero ¿no lo hace eso más interesante? Al fin y al cabo, ¿qué es lo peor que puede hacernos un demonio? ¿Matarnos? ¿Y si resulta que por más veces que nos matara nunca muriéramos de verdad? 

Hay una secuencia muy metafórica al respecto en la última (y a mi juicio la mejor adaptada, hasta ahora, de los tebeos originales) película de Marvel: la protagonizada por el Doctor Extraño, cuando se enfrenta a su temible enemigo de la Dimensión Oscura, Dormammu, el parásito destructor de mundos (¿es casualidad que su nombre suene tan parecido al demonio semítico Mammón?). El conocido como Hechicero Supremo aún no lo es tanto en ese primer encuentro y, en combate singular, sería presa fácil de Dormammu..., pero a la hora de enfrentarse con él recurre a un tan sencillo como ingenioso encantamiento que le permite autoincrustarse (y con él, a su enemigo) en un bucle temporal que se repite eternamente. De esta manera, se presenta ante Dormammu para exigirle un pacto. Entonces, éste descarga su ira sobre el Doctor Extraño y le mata, no una sino mil millones de veces, porque cada vez que el brujo fallece la escena vuelve a empezar donde lo hizo la primera vez: con él exigiendo el pacto ante la grotesca y poderosa entidad. Es una trampa perfecta, porque por enorme, por monumental que sea el poder de Dormammu, está condenado a expresarse en una única escena que se repetirá por toda la eternidad hasta que ceda a las pretensiones del Doctor Extraño, el único que puede liberar a ambos y al que no le importa ser aplastado, descuartizado, empalado y machacado todas las veces que haga falta pues sabe que, dentro de la lógica del hechizo, es eterno e indestructible.

Es una buena alegoría para el poder real (y a menudo desconocido) que puede desplegar el ser humano ante el parásito que domina nuestro planeta con ayuda de sus fieles y esclavizados servidores. Muchos de los que, la mayor parte de las veces por azar, llegan a atisbar lo que está sucediendo de verdad en el mundo, se asustan al conocer la existencia de semejante enemigo y prefieren no encararlo directamente, sin darse cuenta de que como el Doctor Extraño tienen todas las vidas de la eternidad a su disposición para hacer lo que se debe hacer... Leí hace unos días una frase de Arturo Pérez-Reverte que no sé si es original suya o la ha tomado de alguna parte, pero que resumía este concepto. Venía a decir que al principio él pensaba que lo peor para el mundo eran las personas malvadas, luego cambió de idea y concedió el primer puesto a las estúpidas pero, tiempo después, había llegado a la conclusión de que aún peor que los malvados y los estúpidos son los cobardes. Franco Battiato dice algo similar cuando canta aquello de "no vale la vida/si no hay osadía". 

Hemos de ser valientes y audaces, no porque la pose épica quede muy bien en la foto, sino porque no hay alternativa. Es nuestro destino.












viernes, 11 de noviembre de 2016

Los años de una vida

Comentando el otro día en la cafetería de la Universidad de Dios acerca de nuestras vidas pasadas y la perspectiva de la inmortalidad, algunos estudiantes empezaron a alardear de si habían vivido más existencias, y más interesantes, que otros en este planeta que los homo sapiens conocen como la Tierra.  Yo no me acuerdo de todas mis vidas pasadas, sólo de diez o doce (que ya está bien) desde que llegué de Aldebarán y nací por vez primera en este mundo. Pero, claro, sólo estoy en Tercero de carrera... 

Había un tipo que decía que estaba en un curso superior (aunque no aclaraba cuál) y que por eso podría contarnos con pelos y señales hasta 666 vidas anteriores que recordaba. Lo cierto es que yo no tenía muy claro si estaba bromeando o no. La mía es una carrera muy seria -esto sí que son estudios superiores y no la ingeniería de caminos- pero de todos es sabido que, cuanto más alto ha llegado en ella un alumno, más y mejor debe utilizar el sentido del humor para digerir la verdadera Sabiduría. El que dijo aquello de que el saber no ocupa lugar, sin duda se estaba refiriendo al saber común, al conocimiento científico o técnico o incluso al filosófico, pero cuando te encuentras con Sabiduría con mayúsculas, ya te digo yo si ocupa o no lugar en tu interior todo lo que vas aprendiendo... De hecho, se multiplica, porque empieza a operar en ti efectos asombrosos. Y pesa. Es un poco como disfrutar de un buen queso azul: el sabor es intenso, gustosísimo, pero la digestión será lenta sí o sí.

Pero me estoy yendo del tema. A lo que iba es a que todo el mundo presumía de la cantidad de vidas que había vivido o de la intensidad de las mismas (es asombroso el número de personas que dicen haber sido Napoleón o Julio César..., me recordaban a esas miles de iglesias, monasterios y ermitas medievales que decían atesorar como reliquia un fragmento de la cruz real donde clavaron a Jesús el Cristo de forma que, si de verdad todos esos trozos fueran parte de la misma, habría que pensar que era una cruz más grande que la Trump Tower...). Yo les escuchaba con atención porque, aunque la mayoría no lo sabe, luego utilizo a mis compañeros de estudios como modelos para los personajes de mis cuentos y novelas.

El caso es que en ese momento apareció por la cafetería mi profesor de Misticismo y Paradojas, el mulá Nasrudin, tan campechano como de costumbre y, tras pedirse su té favorito, tuvo a bien intervenir en la conversación sin pedir permiso. Nadie se molestó, porque es uno de los profesores más queridos de la Universidad de Dios y sus comentarios siempre están llenos de Sabiduría..., y de humor. Nos dijo:

- Habláis mucho de todo lo que habéis vivido, pero lo cierto es que la mayor parte de vuestras vidas anteriores y probablemente de ésta que tenéis ahora se os ha escapado de las manos sin que os hayáis enterado.

Al principio pensamos que se refería a la velocidad a la que transcurre la existencia: la vida es breve, tempus fugit y todo eso. Sin embargo, aclaró la cuestión enseguida contando uno de sus múltiples sucedidos personales.

- En cierta ocasión visité en la India un enorme cementerio. Allí yacían los restos de muchas personas: ricos, pobres, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, niños, adultos, valientes, cobardes... Todos juntos en el viaje al Otro Mundo. Paseando por entre las tumbas encontré una especialmente grande, con estatuas funerarias bellamente esculpidas, muy rica y adornada. Leí el texto tallado en el marfil que adornaba la sepultura y donde se podía leer "Aquí yace el mayor gobernante que jamás conoció nuestro país. Un sultán justo y educado. Construyó escuelas y alojamientos para los más pobres. Alimentó a su pueblo. Condujo personalmente a sus ejércitos a la batalla para defender sus tierras de los enemigos que querían arrasarlas. Su valor, su caridad y su bondad le convirtieron en una leyenda ya en vida. Este noble gobernante falleció a los 5 años de edad"...

- ¿Sólo 5 años? ¡Caramba! ¿Cómo le dio tiempo a hacer tantas cosas si se murió siendo un niño pequeño? -se burló el tipo de las 666 vidas, interrumpiendo al mulá.

- Eso mismo me pregunté yo -contestó Nasrudin sin abandonar su eterna sonrisa- y por eso pedí al sepulturero que me iluminara al respecto.

A continuación, el mulá puso a prueba nuestra paciencia tomando un largo sorbo de su taza de té, mientras esperábamos expectantes a que nos explicara la solución al curioso enigma. Luego, miró durante unos instantes por la ventana, como si quisiera recordar las palabras exactas con que le contestó el sepulturero, y finalmente declaró:

- Resulta que el sultán había llegado al trono a los 20 años y gobernó durante otros 60. En su lecho de muerte, justo el día de su 80 cumpleaños, dijo a sus allegados, como despedida, las siguientes palabras: "He pasado 7 años estudiando, 8 guerreando y 60 preocupado por los asuntos de Estado. Así que en realidad sólo he vivido de verdad 5 años de mi vida. Ésta es la edad que quiero que se recuerde en mi lápida mortuoria, porque es la que tengo en realidad". Así supe que el sultán era también un hombre sabio, pues conocía la diferencia entre la vida corriente del hombre corriente, dormido en sus actividades e incapaz de aprovechar la experiencia de sus años, y la vida consciente del hombre consciente, que sabe quién es y actúa en consecuencia aprovechando hasta el último de los segundos de los pocos años que los dioses le concedieron. Y después de conocer su historia, no pude hacer otra cosa que pedirle al sepulturero que, si yo moría estando en su tierra, se asegurara de que en mi epitafio apareciera una sola frase: "Aquí yace Nasrudin, el hombre que nunca nació". 






viernes, 4 de noviembre de 2016

Lecturas y antisistemas

Para nadie que me conozca resulta un secreto que uno de mis mayores placeres personales es el de leer. Me paso el día leyendo, en papel (lo prefiero) o en la pantalla. Siempre tengo seis o siete libros empezados, de distintos temas y extensiones, que degusto al mismo tiempo según el momento del día. Hay uno para los escasos ratos de tranquilidad, otro para los viajes cortos en transporte público, otro para los viajes largos de trabajo o de placer, otro para antes de dormir, otro para... Pero ¿no te haces un lío con tantos textos empezados a la vez?, suelen preguntarme y yo contesto que no, porque puedo compartimentar el cerebro para retomar cada libro en el punto exacto donde lo dejé, sin demasiados problemas. Es una ventaja de disponer de superpoderes, en calidad de alumno de la Universidad de Dios... 

Con el tiempo descubrí que es este vicio por la lectura el que me hizo escritor puesto que es un hecho que me dedico a escribir para ser el primero en leer acerca de algunos asuntos que me gustaría conocer y que no encuentro publicados por ninguna parte. También comprobé (una vez más) que como suele decir mi tutor en la susodicha universidad, no hay nada nuevo bajo el Sol. Todo está inventado hace mucho y lo único que hacemos es recordar cosas que nuestros más lejanos ancestros ya sabían pero nuestros antepasados más cercanos olvidaron.

Por ejemplo, cuando uno examina con detalle la evolución del homo autodenominado sapiens, es más que evidente que la única gran diferencia respecto a los que nos precedieron en el tiempo es el tipo de energía que utilizamos para desarrollar nuestra civilización. Donde hoy usamos luz eléctrica, antes había antorchas y donde hoy empleamos un automóvil o un tren para viajar, antes usábamos una mula o una caravana. El interés máximo de nuestros bisabuelos, y de los bisabuelos de sus bisabuelos, era el de disfrutar lo más posible de la vida y sufrir en ella lo menos posible, gozar de mejor comida, salud y parejas sexuales, poseer más cosas, tener hijos de los que enorgullecerse y que perpetuaran su nombre y su recuerdo, brillar socialmente y ser reconocido, evitar trabajos pesados o aburridos, viajar y conocer mundo... No hay mucha diferencia entre el hombre que levantaba una casa de adobe en Uruk y el que trabaja hoy como oficinista en Londres, más allá del creciente agobio de éste último por la presión de las nuevas tecnologías. Pero tan orgulloso era aquél como lo es éste, tanto miedo tenía a la muerte el que ya murió como el que está ahora camino de ello, tan capaz (o no) de sacrificarse por los suyos, tan fanático, tan amable, tan rencoroso, tan valiente o tan cobarde fue el que vivió hace milenios como el que se sienta a nuestro lado en la actualidad.

Así que, en el fondo, todo es siempre lo mismo. Pareciera que los mismos dioses hubieran inspirado a Lampedusa cuando escribió su frase más afortunada. Aquélla de que "es necesario que todo cambie si queremos que siga como está". Veamos un ejemplo con estas tres reflexiones:

1) "Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Desprecian a sus padres, cruzan las piernas maleducadamente y tiranizan a sus maestros. De hecho, los jóvenes hoy día son unos tiranos, contradiciendo a sus padres, consumiendo su comida y faltando el respeto a sus maestros."

2) "¿Qué le pasa a nuestra juventud? No respeta a sus mayores, desobedece a sus padres, ignora la ley... Los jóvenes provocan disturbios incendiando las calles con pensamientos salvajes y su moral decae. ¿Qué será de ellos?"

3) "No veo esperanzas para el futuro de nuestra sociedad si depende de la frívola juventud contemporánea, porque nuestros jóvenes son salvajes, más allá de lo que puede describirse con palabras. Cuando yo era joven, nos enseñaban la discreción y el respeto a los mayores, pero los jóvenes de hoy son excesivamente ofensivos e impacientes."

Parecen descripciones bastante adecuadas para la juventud actual, sobre todo si quien lee estas citas tiene ya una cierta edad. Sin embargo, las tres se refieren a jóvenes muertos hace ya mucho tiempo. La frase 1) es de Sócrates, la 2) es de Platón y la 3) es de Hesíodo. Griegos todos ellos, que vivieron varios siglos antes de Cristo. Así que, si algo nos enseña esta cata del pasado, que parece tan del presente, es justamente eso: creemos haber inventado algo cuando lo que hacemos, lo que decimos, lo que pensamos..., tiene poco de original. Vivimos incrustados en un ouroboros, un samsara, una rueda de la fortuna, un ciclo sin fin..., sometidos a la ley del Eterno Retorno que una y otra vez nos arrastra a esta vorágine de acontecimientos, a este parque de atracciones que llamamos vida-en-la-Tierra, en donde los dioses nos reciclan permanentemente para sus propios propósitos, mientras a nuestros "sabios" se les llena la boca con la buena nueva del progreso y la supuesta marcha hacia una edad de oro cada vez más cercana..., que nunca terminará de llegar.

¿Hay una forma de abandonar el carrusel? Por supuesto, pero sólo una. Ése es el motivo por el que hace ya tanto tiempo emprendí el camino para encontrar la Universidad de Dios y opositar luego con objeto de poder ingresar como alumno..., lo que me costó lo mío y, por cierto, tampoco es un estado permanente y garantizado. No es que uno tenga que pasar sus pruebas para ser aceptado como estudiante y, una vez dentro, ya está el tema resuelto y puede quedarse hasta el final de carrera. Qué va. Cada día te ponen un obstáculo nuevo (o más) y, si no lo superas, puedes acabar (a veces, sin darte cuenta) de patitas en la calle, aunque estés muy cerca de terminar la carrera de Dios.

Quizá por eso cada vez me aburre más leer a mis contemporáneos, por bien que escriban algunos de ellos (se me había olvidado comentar que no suelo leer por la belleza de las palabras, el deleite de las metáforas, la música de las aliteraciones y demás lírica del alfabeto, sino en busca del significado encerrado tras las palabras..., pero supongo que esto es obvio), y me interno más a menudo en las obras de autores antiguos, que en general tenían la cabeza más despejada, libre de información basura, y examinaban los problemas con una mirada mucho más limpia. Uno de los últimos clásicos que he leído es Consejos a los políticos para gobernar bien, del amigo Plutarco. La edición, de Siruela, incluye dos textos: A un gobernante falto de instrucción y Consejos políticos. Éste es uno de esos libros que debería ser lectura obligatoria para nuestros políticos actuales, y no los, en general, plúmbeos e insustanciales textos del siglo XX que tanto les gusta citar. A continuación transcribo algunos párrafos de Plutarco:

 "... la razón que vive en el gobernante, que habita siempre con él y lo vigila, no deja nunca su alma sin su liderazgo. El rey de los persas tenía encargado especialmente a uno de sus chambelanes para que por la mañana entrara en su habitación y le dijera: “Levántate mi rey y piensa en los asuntos de los que el gran Oromasdes (un derivado de Ahura-Mazda, divinidad de Zoroastro) ha querido que te ocupes”. Pero la voz que siempre le dice y recomienda esto al gobernante instruido y sabio está dentro de él."

"... pues no es posible disimular los vicios cuando se ejerce el poder. A los epilépticos, si se suben a un lugar elevado y se mueven de su sitio, los domina el vértigo y la turbación y hacen patente su mal. Igualmente, a los faltos de instrucción, la fortuna, tras elevarlos un poco con algunas riquezas, honores y poderes, tan pronto como están en lo más alto nos hace asistir a su caída. Mejor aún: así como entre vasos vacíos no podrías distinguir el que está intacto del que está deteriorado pero, cuando los llenas, se ve cuál gotea, del mismo modo las almas corruptas no pudiendo resistir al poder dejan escapar sus deseos, sus iras, su orgullo y su mal gusto."

"Como base firme y enérgica de la acción política debe haber una elección que tenga como principio juicio y razón y no un impulso nacido de una opinión vacía o una afición por las disputas o la ausencia de otras ocupaciones. Pues, así como aquellos que no tienen nada útil que hacer en su casa pasan la mayor parte de su tiempo en la plaza pública aunque nada hagan allí tampoco, del mismo modo algunos, al no tener nada propio que hacer digno de su atención, se lanzan a los asuntos públicos usando la actividad política como un pasatiempo. Y muchos que se han enganchado por azar en los asuntos públicos y que están cansados de ellos no pueden simplemente abandonarlos. Les sucede lo mismo que a los que, habiéndose subido a bordo de un barco para ser ligeramente balanceados, una vez que son lanzados a alta mar, miran a lo lejos mareados y agitados, pero se ven obligados a permanecer donde están y soportar su destino."

"... no hay que entrar en los asuntos públicos por negocio y por afán de lucro, como los del partido de Estratocles y Dromoclides (políticos atenienses del siglo IV a.C., de vida disipada) que, al asumir cargos en la ciudad, se invitaban unos a otros a ir a la “cosecha de oro” (…) Los espartanos no habrían soportado la insolencia y bufonada de Estratocles quien, tras convencer a los atenienses para hacer un sacrificio con motivo de la buena noticia de que ellos habían obtenido una supuesta victoria (en realidad, la armada ateniense había sido derrotada por la macedonia en Amorgos), cuando éstos recibieron el verdadero mensaje de la derrota y se irritaron por el engaño, preguntó a su pueblo en qué lo había agraviado. Después de todo, dijo, la gente había sido feliz, gracias a él, durante tres días..."

Y aún una más, que me parece especialmente interesante, cuando uno ve el circo surrealista por el que deambulan los actuales políticos españoles:

* "... del mismo modo, también los pueblos en las democracias, a causa de su libertinaje o soberbia o por falta de líderes mejores, aceptan a los que primero encuentran, a pesar de aborrecerlos o despreciarlos..."

Hablando hace unos días sobre la situación política española, cierta persona que hasta hace muy poco se declaraba fiel votante y defensora de Podemos (una de las "nuevas" formaciones políticas arrojadas a la arena de los gladiadores para entretener al personal), reculaba ante la última prueba de que aquéllos que componen esta organización no se diferencian mucho de los que integran el PP, el PSOE, CiU (y su sucesor el Partido Demócrata Europeo Catalán) y el resto del arco parlamentario. Y es que el llamado partido podemita sigue empeñado en autoinvestirse con un aura de superioridad moral, limpio de polvo y paja, azote de corruptos y defensor de la gente (se ve que ya no es de buen tono ser defensor del pueblo, que es lo que se decía antes), 
cuando padece una creciente lista de casos que cualquiera con dos dedos de frente se tomaría como un aviso para recogerse en la humildad y la prudencia. Ninguna de ambas virtudes parece adornar a los Pablo Iglesias y compañía, a pesar de esa noticia del reciente "pelotazo" con una vivienda protegida de uno de sus líderes madrileños, Ramón Espinar, que ha venido a sumarse a otras "deficiencias" acumuladas en muy poco tiempo, como la financiación de actividades del partido por parte de regímenes no precisamente democráticos, la polémica beca en la universidad de Málaga de Íñigo Errejón, los peculiares pagos recibidos por Juan Carlos Monedero como consultor de gobiernos suramericanos de izquierda, la errática y protestada gestión de los Ayuntamientos controlados por este partido, el pago en "negro" de Pablo Echenique a su asistente doméstico, los navajeos internos expuestos públicamente para hacerse con el poder en la estructura del partido..., entre otras cuestiones.

Bien, esta persona de la que hablaba en el párrafo anterior, ya no se reconocía entonces públicamente defensora de Podemos sino... ¡Antisistema! De nuevo la confusión semántica, en la que vive ahogada tanta gente. Resulta cansino repetir que antisistema no es sinónimo de ser una persona de simpatías políticas de izquierdas. Ni siquiera de izquierdas radicales. ¿Cómo se puede uno autodefinir como antisistema cuando vive por, para y del sistema, de una u otra forma? Cobra del sistema (de sus empresas o de su paro), vive en el sistema (usando su sociedad, su transporte, su alimentación), disfruta del sistema (se deja hipnotizar por sus productos audiovisuales, asiste a sus espectáculos musicales y deportivos), mantiene el sistema (vota a sus políticos, consume sus productos, respeta sus fiestas) e incluso muere en el sistema (se entierra en sus cementerios, se entrega a sus ritos funerarios). Antisistema de verdad eran los celtíberos que lucharon contra el sistema del imperio romano o los cátaros que se enfrentaron al sistema del imperio vaticano o los nativos norteamericanos que no se doblegaron al sistema anglosajón impuesto en sus antiguos territorios. Un antisistema vive contra el sistema, no en el sistema, y su compromiso es real porque se juega la vida en ello. Cosa que no hace la inmensa mayoría de los que dicen serlo.

En todo caso, puede que "antisistema" se convierta en la próxima palabra fetiche en un futuro inmediato. Cuando hasta "los tuyos" te decepcionan, cuando te das cuenta de que el mundo difícilmente va a cambiar (por la sencilla razón de que nunca lo ha hecho: está diseñado para funcionar así por razones específicas y el homo sapiens carece de poder para modelarlo), la única forma de afrontar el futuro es cambiar uno mismo (pero de verdad..., lo que no hace casi nadie porque conlleva mucho trabajo) y, si esto no es viable, cambiar la imagen de uno mismo, de lo que uno es realmente, para sustituirla por aquello que le gustaría ser. Los movimientos independentistas vasco y catalán nacieron así. El primero, en el momento de la pérdida definitiva del imperio español a finales del siglo XIX, cuando Sabino Arana y sus colegas de cuadrilla decidieron que ya no serían más españoles (porque asociaban España a derrota y no querían asumir su cuota de responsabilidad e incluso de culpa en el desastre y preferían imaginarse a sí mismos como otra cosa, como gente brillante y fabulosa). El segundo, en el momento de crisis y  desazón financiera, económica y política de estos principios del siglo XXI, cuando los Artur Mas y compañía decidieron que tampoco serían más españoles (por la misma razón: preferían verse como gente emprendedora, maravillosa, incorruptible..., "esclavizados" por otros, sin hacerse cargo tampoco de su parte de la factura).

Lampedusa también nos aportó una irónica reflexión acerca del autoengaño en uno de sus textos: "¿Qué haría el Senado conmigo, con un legislador inexperto que carece de la facultad de engañarse a sí mismo, ese requisito esencial en quien pretende guiar a los demás?"