Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 29 de abril de 2011

Bajo el fuego

Roger Spottiswoode no es el director de cine más famoso de todos los tiempos, pese a que rodó algunas películas que tuvieron cierto impacto comercial en su momento, como Air America, El sexto día o El mañana nunca muere aparte de escribir otras como guionista que también obtuvieron bastante rentabilidad, como Límite:48 horas. Sin embargo este cineasta canadiense es el autor de una de las mejores películas de periodistas que ha fabricado el cine americano, en su subgénero de corresponsales de guerra: Under fire (Bajo el fuego) estrenada en 1983.


En aquella época el Periodismo todavía tenía mucho glamour tanto entre la opinión pública como entre otros sectores profesionales y es posible que incluso existieran aún algunos periodistas de verdad, orgullosos de su profesión y practicantes de la misma..., y no lo que hoy se entiende con esta definición, que tiende a confudirse con el concepto de publicistas o aún peor de propagandistas. Algunos títulos del momento habían contribuido a ensalzar a los hombres del Cuarto Poder (un poder que en realidad siempre ha sido de papel, y nunca mejor dicho) como en el caso de Todos los hombres del presidente que en 1976 adaptaba la historia de Woodward y Bernstein, los periodistas del The Washington Post que destaparon el caso Watergate (o para hacer honor a la verdad, que fueron utilizados para destapar este caso: en la película se aprecia perfectamente cómo la mayoría de los considerados como buenos periodistas en realidad son simplemente buenos relaciones públicas que no descubren noticias por sí mismos sino que son escogidos por los poderes fácticos reales para "descubrirlas").

Convertida la profesión en un pequeño filón cinematográfico, tuvimos oportunidad de ver películas de muy diverso pelaje y resultados, pero con una línea en general bastante digna (y con unos papeles creíbles, no como los que suelen representar los actores españoles en las teleseries o películas españolas donde interpretan a periodistas y cuyos guionistas demuestran que jamás han pisado un medio de comunicación ni se han documentado sobre cómo trabajan los profesionales de verdad). The killing fields, es decir Los campos de la muerte, aunque en español se tradujo como Los gritos del silencio, por ejemplo, contó muy bien en 1984 el impresionante y devastador genocidio cometido por los fanáticos comunistas jemeres rojos en Camboya. Lo hizo además en una época en la que esta ideología tremenda, el Comunismo, responsable del mayor número de asesinatos y barbaridades de toda índole en la historia reciente de la Humanidad, todavía gozaba entre las clases intelectuales occidentales de un tan increíble como estúpido atractivo "romántico", algo de lo cual se puede apreciar en Red (Rojos), rodada en 1981, y donde Warren Beatty interpretaba al abducido periodista John Reed, fascinado por la Revolución Soviética.

The year of living dangerously (El año que vivimos peligrosamente) de Peter Weir nos condujo en 1983 a la Yakarta de 1965 que vivió la insurreción contra el gobierno de Sukarno, con una inolvidable Linda Hunt maravillosamente caracterizada como el acomplejado fotógrafo y camarógrafo Billy Kwan, ayudante del chuleta e inexperto reportero australiano Guy Hamilton (Mel Gibson) que se enfrentaba a la oportunidad profesional de su vida y también a la atracción irresistible por una mujer, Jill Bryant (Sigourney Weaver), que trabaja en la embajada británica. Uno de los aspectos interesantes de esta película son las complicadas relaciones personales y sentimentales del corresponsal de guerra, aún más difíciles de mantener que las de los periodistas "normales" que trabajan en una redacción. Personalmente, casi todos los
periodistas que conozco cuya pareja sigue funcionando es porque ambos trabajan en esta misma profesión: es muy difícil comprender la dependencia, cercana a menudo a la drogadicción, que provoca este oficio si uno no se dedica también a él. Algunos títulos como The Paper (El periódico, aunque en español se presentó con una extraña fórmula mixta con el título de The Paper, detrás de la noticia) dirigida por Ron Howard en 1994 o Broadcast news (Emisión de noticias, se tituló en español como Al filo de la noticia) de James L. Brooks en 1997 hablan de esto.

Bien, pues entre todos estos ejemplos destaco Under fire, el trabajo de Spottiswoode, una película que aunque hoy algunos críticos se empeñen en calificarla de convencional e incluso sensiblera, en el momento de su estreno en 1983 se convirtió en uno de los largometrajes más y mejor políticamente incorrectos del panorama cinematográfico hasta aquel año... Además de retratar admirablemente la labor de ese tipo de individuo excéntrico que es el corresponsal de guerra: un ser morboso, insatisfecho, narcisista y a menudo irresponsable consigo mismo y con los demás, que no tiene ningún objetivo vital más allá de vagabundear de guerra en guerra por el mundo para contar a su público las miserias y los espantos de los conflictos armados.

La película está ambientada en la última etapa del gobierno del dictador Somoza enfrentado a la revolución sandinista en la Nicaragua de 1979 y reinterpreta de forma magnífica algunos hechos reales que ocurrieron en ese "patio trasero" de la Casa Blanca durante uno de los conflictos más sangrientos de Centroamérica durante el siglo XX. El principal protagonista es Russell Price (Nick Nolte), un fotoperiodista especializado en conflictos bélicos que responde a la perfección a la definición de corresponsal de guerra facilitada en el párrafo anterior y que llega a Managua después de triunfar periodísticamente (con portada del Time incluida) con las imágenes que ha tomado en la guerra del Chad, en África. En Nicaragua se reencuentra con dos viejos amigos, un matrimonio de periodistas que hace aguas: Alex Grazier (perfecto Gene Hackman, como casi siempre, uno de mis actores favoritos de todos los tiempos) y su mujer Claire (Joanna Cassidy, que no lo hace mal, pero es con diferencia la peor intérprete del trío). A medida que avanza el metraje, Russell y Claire acaban emparejándose, pero su historia es una subtrama del argumento general que sirve para caracterizar las impersonales y fugaces relaciones que suelen darse entre este tipo de profesionales.

Otros dos actores merecen ser destacados en este título, por sus papeles secundarios, breves pero enjundiosos. El primero es Ed Harris (en uno de sus primeros trabajos cinematográficos), que asume el rol de un mercenario, un soldado de fortuna que se encuentra con Russell en todos los conflictos del mundo y al que le da igual dónde y a quién pegar tiros, mientras le paguen por ello. Impagable, esa secuencia del comienzo en la que ambos se encuentran en Chad a bordo de un camión de soldados y el periodista le revela al mercenario que el transporte en el que viajan es de los rebeldes y no del ejército regular, para el cual se supone que le han contratado. Más tarde se lo volverá a encontrar en Nicaragua y, al final de la película, se cita con él en el que será su siguiente "trabajo": Tailandia. El segundo papel interesante es el del actor francés Jean-Louis
Trintignant, que hace de espía y hombre bien situado a la sombra de Somoza desplegando una seducción y una simpatía naturales que contrastan con sus labores, digamos..., poco humanitarias. Aún así, es uno de los pocos personajes que parece entender realmente lo que está ocurriendo en Nicaragua, así como el marco general internacional en el que se desarrolla el conflicto.
"Bajo el fuego" plantea varios asuntos curiosos para el debate periodístico como por ejemplo la implicación o no del reportero en un conflicto bélico del que debe ser sólo testigo, no parte. ¿Debe serlo? ¿Puede serlo? Russell y Claire, que hasta ahora han conseguido mantenerse fríos y alejados de esa identificación con alguno de los bandos en el resto de guerras que han presenciado, no pueden en esta ocasión dejar de sentir una creciente simpatía por la causa sandinista que, a la postre, les hará intervenir decisivamente en el curso de la revolución cuando aceptan ponerse al servicio de la propaganda rebelde. Russell acepta el encargo de fotografiar a Rafael, uno de los principales líderes sandinistas muy bien oculto en las selvas centroamericanas, que ha fallecido en un tiroteo contra tropas somocistas. Se trata de obtener una imagen de él como si siguiera vivo, para difundirla y animar a la revolución, y de esa manera evitar que la Casa Blanca envíe un importante contingente de armas a Somoza y de paso que se convenza de que los rebeldes triunfarán de todas formas. Rafael es, en la cinta, un trasunto del Ché Guevara y es inevitable acordarse de las imágenes del guerrillero muerto cuando los sandinistas muestran el cadáver de su líder al fotógrafo norteamericano que finalmente sacrifica su objetividad y obtiene una foto que produce el impacto deseado por los revolucionarios.

Pero antes de que la guerra termine con la huida de Somoza y la entrada triunfal de los sandinistas en Managua, se produce una de las escenas más conmovedoras de la película: en medio del caos de la capital nicaragüense, Russell y Alex se pierden con su coche de prensa en un barrio que no conocen. Alex desciende del vehículo y se acerca a unos soldados que están unos metros más abajo en la calle llena de escombros para preguntar cómo regresar hacia el hotel donde se alojan los periodistas. Los militares, nerviosos y desconfiados, le retienen y uno de ellos le asesina a sangre fría. Russell, que estaba jugueteando con su cámara toma la serie completa de fotos de la detención y asesinato de su amigo y luego tiene que salir huyendo en medio del tiroteo enloquecido de los soldados, que se dan cuenta de lo ocurrido y tratan de atraparle. Al ser informado de lo ocurrido, Somoza ofrece de inmediato una rueda de prensa para contar que el periodista ha sido asesinado por un grupo de sandinistas. Pero al fin Russell con la ayuda de Claire consigue que las fotos lleguen al hotel y se hagan públicas. Estados Unidos rompe definitivamente con Somoza. Es el fin para la dictadura..., y también uno de los momentos cumbre de la película cuando una enfermera nicaragüense, sarcástica pero con semblante serio, le pregunta a una dolorida Claire: "Desde que comenzó la guerra, han muerto 50.000 nicaragüenses y su país no ha hecho nada; ahora que ha muerto un estadounidense parece que por fin se resolverá todo. Dígame: ¿no deberíamos haber matado antes al estadounidense?"
Lo más impactante de esta secuencia es que es una adaptación de un crimen real que tuvo precisamente ese efecto. El 20 de junio de 1979, Bill Stewart (en la foto de la derecha), un reportero de 37 años de edad de la cadena ABC regresaba al hotel Intercontinental junto con su traductor Juan Espinoza, el técnico de sonido Jim Cefalo y el cámara Jack Clark a bordo de un vehículo de prensa. No se detuvieron, sino que una patrulla de la Guardia Nacional les ordenó que pararan para identificarse. Stewart y el traductor se dirigieron hacia el militar que estaba al mando mientras los otros dos periodistas observaban camuflados la escena y empezaron a grabarla. Pese a llevar en la mano una bandera blanca y una acreditación de prensa oficial extendida por el gobierno nicaragüense, y a que insistió en que no hablaba español sino que era periodista norteamericano, el guardia le encañonó, empezó a insultarle y le obligó a ponerse de rodillas primero y a tumbarse después. En el suelo, le dio una patada y luego le asesinó de un tiro en la nuca. Espinoza también fue asesinado por los soldados. Los otros dos periodistas, horrorizados, huyeron del lugar y lograron llegar al hotel donde contaron lo ocurrido. Fue precisamente el corresponsal de la Agencia EFE Filadelfo Martínez el primero en lanzar la noticia al mundo en forma de teletipo urgente. Poco después, Clark y Cefalo transmitían las imágenes de lo ocurrido desde la habitación 307 del Intercontinental. Fueron las más emitidas durante toda la jornada: el triunfo póstumo de un corresponsal de guerra.
 

jueves, 28 de abril de 2011

Más controlados que nunca

La última guerra mundial en marcha la protagonizan los ejércitos informáticos, que en estas semanas han lanzado diversas ofensivas judiciales unos contra otros en todas direcciones en un espectacular combate cuerpo a cuerpo por el mercado. Lo de menos es la causa de la guerra: básicamente, la lucha por patentes registradas y presuntamente copiadas de una a otra compañía. Lo importante es que existe un motivo para cargar con todo contra el rival, en busca de esa fina grieta en su acorazada pared por la que intentar penetrar para reventar toda la empresa.

Lejos quedan los tiempos en los que Microsoft imponía su ley y todos marchaban a su paso de la oca, pero Google que parecía su sustituto (San Google de las Búsquedas Inteligentes, ruega pro nobis) tampoco ha logrado consolidar su puesto como primer gallo del corral y anda a dentelladas con Apple, a ver si consigue morder el resto de la manzana, mientras Nokia y Samsung reclaman también su derecho a dar bofetadas en la piscina de barro. Alrededor, otros titanes de menor peso pero idéntica furia, como Motorola, HTC y Kodak, buscan también su parte del pastel. Y es un pastel muy importante: el pastel del futuro, en un mundo tan demenciado como el nuestro en el que paradójicamente tienen mucha más importancia las cosas que existen en un entorno virtual que aquéllas que realmente se pueden ver y tocar en el mundo físico.

En medio de la guerra también hay francotiradores, como los dos programadores que hace varios días revelaron públicamente la existencia de un sistema en el iPhone que muestra todos los movimientos de los usuarios sin su consentimiento. El público se ha llevado las manos a la cabeza mientras Apple se apresuraba a lanzar un comunicado oficial afirmando que no realiza el seguimiento de la ubicación de ningún iPhone, que nunca lo ha hecho y que no tiene intención de hacerlo. Aquí no sé si es más sorprendente la tonta ingenuidad del público en general o el descaro de la dirección de Apple porque es un hecho sabido que la mayoría de los teléfonos móviles en general sirven como indicadores de posición de sus usuarios, incluso apagados. De hecho, la tristemente famosa política del "asesinato selectivo" tan empleada años atrás por Israel contra los líderes palestinos más radicales se basaba precisamente en buena medida en esa posibilidad. Basta con identificar el celular del objetivo específico y luego ya simplemente decidir cuándo le disparas el misil.

El Wall Sreet Journal confirmaba estos días atrás que los dispositivos Android, que últimamente se han hecho bastante populares, también cuentan con estos sistemas de seguimiento. Y lo mismo sucede con los Windows Phone 7. ¡Pero si en Internet se vende desde hace tiempo al usuario normal y corriente varios servicios de geolocalización a través del teléfono justificándolo en la seguridad! Sepa dónde está su hijo..., averigüe dónde ha ido a parar su móvil después de que se lo robaran..., no más personas mayores desorientadas perdidas en la ciudad..., etc. Pues a pesar de esto, aquí todo el mundo ha empezado a actuar como si se acabara de caer del guindo y un grupo de legisladores del Senado de los EE.UU. ha anunciado que el próximo 10 de mayo abordarán en una audiencia ad hoc todo el problema de privacidad sobre los teléfonos móviles en una subcomisión judicial constituida al efecto.

A estas alturas, el control está en todas partes a todas horas. La misma Comisión Europea forzaba formalmente a primeros de este mes a la industria tecnológica a acordar el establecimiento de nuevas directrices (veremos lo que consigue realmente) para salvaguardar la privacidad y los datos personales en los llamados sistemas de "etiquetas inteligentes" basadas en la tecnología de identificación por radiofrecuencia. Estas etiquetas, muy características y de tacto desagradable, las podemos encontrar en todo tipo de productos: desde tarjetas para pagar peajes en las autopistas hasta frigoríficos, pasando por libros electrónicos, coches o billetes de autobús, y disponen de una pequeña antena y un microchip con memoria de gran capacidad de almacenamiento de datos y facilidad para la gestión de información a larga distancia. El sistema se aplica ya a unas 1.000 millones de etiquetas pero las previsiones de la Comisión Europea apuntan a que este mismo año lleguen a comercializarse cerca de 2.800 millones y la industria asegura que, para 2020, serán ¡50.000 millones!


Estos días circula por Internet una advertencia respecto a las tarjetas-llave (las que tienen aspecto de tarjetas de crédito) que se emplean en los hoteles más modernos para abrir la puerta y activar el sistema electrónico de la habitación donde se hospeda el cliente. Según este documento, cada tarjeta almacena magnéticamente el nombre dle huésped, su domicilio, su número de habitación en el hotel, las fechas de entrada y salida, el número de la tarjeta de crédito y la fecha de validez e incluso el número del carnet de conducir si lo tuviera. Y cuando se devuelve esta tarjeta a la recepción del hotel, la información queda a disposición de cualquier empleado que tenga acceso al aparato lector de la tarjeta y quiera apoderarse de estos datos (se supone que con fines no precisamente lícitos) ya que por lo general los datos contenidos en ella no se borra hata que la llave magnética es utilizada por el cliente siguiente.


La advertencia recomendaba guardar estas tarjetas, llevárselas consigo o destruirlas; jamás dejarlas en la habitación ni el cubo de basura y ni siquiera devolverlas a la recepción del hotel al pagar la cuenta (el hotel no puede cobrar por la no devolución de la tarjeta, afirma el texto, por ser ilegal) a fin de proteger la información personal. En última instancia, destruir la tarjeta llave por el contundente y clásico dispositivo de las tijeras destrozando la faja magnética.


Así estamos: vigilados, controlados, desprivatizados... Aunque la gran pregunta es si merece la pena seguir luchando por intentar proteger nuestro mundo privado si luego aparece cualquier reportera en minifalda de la televisión con un micro en la mano y nos ponemos a contar nuestra vida, embobados ante la posibilidad de "hacernos famosos en la tele".

miércoles, 27 de abril de 2011

Voz del Amanecer y la Alianza de Civilizaciones

Las mil y una noches es uno de esos clásicos de la literatura universal que se pueden leer veinte veces y en cada ocasión encuentras una lección nueva y, con un poco de cabeza, fácilmente aplicable al mundo real. Casi todos conocemos las historias de Aladino o Simbad (o mejor dicho, la versión que Hollywood, en cualquiera de sus variantes -aventureras, de dibujos animados o incluso eróticas-, nos han presentado de estas historias) pero el texto contiene muchos otros cuentos interesantes. Por ejemplo el del gallo llamado Voz del Amanecer (por razones obvias: es un gallo). Cuando cierto ingenuo (y obediente) político español comenzó a hablar años ha de un extravagante proyecto bautizado como "Alianza de las civilizaciones", hoy embarrancado en alguna anodina orilla burocrática, me acordé enseguida de Voz del Amanecer.


Este gallo era el orgullo de su corral, no sólo por su potente kikirikí, su fina estampa y su plumaje colorido, sino por la astucia que poseía y que le había convertido en el "número 1" por así decir. Cierto día en el que Voz del Amanecer se había confiado en exceso y paseaba demasiado lejos de la protección de la granja, se vio sorprendido por un zorro que, en cuanto le vio, se acercó corriendo adonde él estaba. El gallo corrió espantado y contempló su salvación en un murete ruinoso pero lo suficientemente elevado como para que el raposo no pudiera agarrarle. Con un esforzado aleteo, saltó lo suficiente como para encaramarse a lo más alto. El zorro se detuvo allí mismo y adoptando su mejor sonrisa le comentó:
- Si supieras lo que he venido a decirte, bajarías de allí ahora mismo para darme un abrazo emocionado... Confía en mí y desciende del muro porque esta noticia te alegrará el corazón como me la alegró a mí.

Pero el gallo no se fiaba un pelo (o, mejor dicho, una pluma) y ni siquiera respondió sus amistosas palabras. Así que el zorro insistió.
- Bueno, no te preocupes, comprendo tus prevenciones, así que te lo diré igualmente, aunque tenga que hablarte en voz un poco más alta para que me escuches. Esta mañana ha sucedido algo extraordinario: el rey de los animales, el león, y el gran sultán del aire, el águila, nos han reunido a todos esta mañana en el verde y amplio prado que hay al pie de la montaña. Allí estábamos juntos los representantes de los tigres, los buitres, los antílopes, los cuervos, las liebres, las serpientes, los lobos, las palomas, los zorros... ¡Todos! Y nos han reunido para anunciarnos esta maravillosa noticia: ha llegado al fin el momento de la paz, por lo que a partir de ahora la fraternidad y la seguridad reinarán en toda la Tierra. Quedan prohibidas las viejas enemistades y cacerías de unos a otros. Todos y cada uno de los animales tenemos la misión de abrazarnos y caminar juntos hacia la hermandad y la felicidad universal.

El gallo siguió mirando al zorro sin decir nada, y éste continuó con su discurso:

- El león y el águila han anunciado también que cualquier infractor de la nueva ley de amistad deberá ser conducido y juzgado ante la suprema corte animal. Los zorros hemos sido elegidos como los mensajeros de esta maravillosa noticia y se nos ha encomendado recorrer el mundo para contársela a todo aquel animal que no hubiera estado presente en la reunión del prado. Si alguno se opusiera a nuestro anuncio, deberemos tomar nota de quién fue y denunciarlo para que sea detenido y castigado. Así que ya ves: se acabó el temor. Ya no os perseguiré nunca más y a partir de ahora viviremos juntos y abrazados como hemanos. Baja ya a celebrarlo conmigo porque no me gustaría tener que informar de que no me has creído y te has negado a cumplir la nueva ley. Serías castigado con dureza, créeme. ¡Baja ya, hermano!

Las palabras del zorro eran tan convincentes que Voz del Amanecer dudó. Entonces puso en marcha su privilegiado instinto y tendió su propia trampa a su histórico archienemigo.

- Si eso es cierto, yo te saludo hermano. Pero no creas que no te respondí por negarme a obedecer la ley o por temor a ti o siquiera por arrogancia. Es que desde aquí arriba estoy viendo una escena que me tiene muy inquieto.

- ¿Y qué es? -preguntó el raposo.

- Veo una bandada de halcones que se acerca a gran velocidad, y también unos galgos acompañando a unos humanos cazadores de zorros. Estarán aquí en muy pocos minutos.

- ¡Que Alá nos proteja! Me voy corriendo -dijo el zorro con miedo.

- Pero no te vayas, hermano -dijo el gallo con un tono esta vez irónico-. Tienes la oportunidad de explicarles a ellos esto que me has contado a mí también. Seguro que no te harán nada cuando se enteren de que ha llegado la era de paz universal...

- Tienes razón -reconoció el zorro- pero el problema es que en el congreso de los animales en realidad no estaban todos presentes: ¡faltaban justo los halcones y los galgos! Y por supuesto, los humanos. ¡Adiós!
El raposo se fue lo más deprisa que pudo y cuando se perdió de vista en el horizonte, Voz del Amanecer descendió tranquilamente del muro y se volvió al corral, muy satisfecho de sí mismo.

Epílogo: lo que no cuenta Las mil y una noches es que poco tiempo después se celebró el cumpleaños del dueño del corral y éste lo celebró organizando una comida a la que invitó a todos sus familiares. El plato principal fue..., gallo en pepitoria.

martes, 26 de abril de 2011

Si yo fuera rico...

Cierto comentario deslizado en el artículo de ayer ha dejado pensativos a algunos lectores que han querido ver un exceso de conspiranoia en el texto, sobre todo cuando no aparecía citado expresamente el encargado de las "materias reservadas": mi gato Mac Namara. Fueron éstas las palabras, comentando un fragmento de las investigaciones de Ángel Gracia: “ésa parece la conclusión evidente, el gran problema: en su gratuidad, pues si este tipo de conocimiento pudiera ser aprovechado en todo el planeta, las poderosas compañías multinacionales que controlan los alimentos en el mundo dejarían de ganar el dinero que están ganando y los países bajo su control por culpa del hambre dejarían también de estarlo”. Hay quien piensa que no se puede ir por ahí señalando con el dedo a las multinacionales por sistema ya que a menudo muchas de las cosas que acontecen, como es el caso del hambre en el mundo, no son responsabilidad directa de ellas, por más que se aprovechen de lo que sucede.

Para estos ingenuos, nos limitaremos a comentar que se podría escribir no una serie de artículos sino una larga serie de blogs (y ya puestos una serie de auténticas enciclopedias) sobre las responsabilidades reales de este tipo de macroempresas respecto a la dramática situación de nuestro mundo en este mismo momento. De hecho, en Internet hay todavía abundante información acerca de sus actividades y gente encargada de denunciarlas constantemente, aunque el nivel de sopor general les lleve a menudo a predicar en el desierto porque el ciudadano corriente sigue metido en su esquema básico de funcionamiento, resumible en una frase tan terrible como contundente: "mientras a mí no me afecte..."

Además, es difícil criticar a una multinacional: resulta un concepto demasiado abstracto para las perezosas mentes contemporáneas, que en su imaginación son incapaces de visualizar este tipo de empresas más que como su marca registrada o algún edificio representativo en su poder. Sin embargo, cuando uno se toma la molestia de rascar debajo de esa primera impresión de cartón piedra puede llevarse alguna sorpresa al descubrir que detrás de empresas muy diferentes siempre nos vamos a encontrar con las mismas personas (la sorpresa es sólo al principio porque enseguida se comprueba que, en efecto, no hay sitio para advenedizos: los dueños del mundo pertenecen a cierta casta concreta a la que una persona normal no puede acceder a no ser por derecho de nacimiento).

Casi a diario los medios de comunicación (sobre todo los especializados en economía y en finanzas) nos cuentan las tropelías de estos auténticos Estados privados que son las multinacionales pero, primero, hay que entender el lenguaje en el que hablan, que no está al alcance de todo el mundo. Y, segundo, hay que ponerles uno o varios rostros a cada una de esas compañías para darnos cuenta de hasta qué punto toman el pelo a la inmensa mayoría de la población mientras prosiguen su plan de control absoluto y progresivo (parece increíble que todavía existan tantas personas que no se hayan dado cuenta de que el capitalismo no sólo no tiene nada que ver con el liberalismo, sino que su método de funcionamiento es exactamente el mismo que el comunismo totalitario, aunque cambiando el nombre a los factores empleados para que parezca diferente). Esta misma semana por ejemplo el Financial 
Times, una de las "biblias" del periodismo especializado internacional, nos daba las pistas sobre el penúltimo escándalo de una de estas empresas: Glencore, una de las más importantes del mundo en la manipulación y especulación..., quiero decir..., en el trading, de las materias primas.

El diario británico publicaba el documento que el banco suizo UBS está enviando a los inversores acerca de la próxima salida a Bolsa de Glencore, valorada en más de 40.000 millones de euros (lo que no quiere decir que los valga en realidad; recordemos que hablamos del engañabobos financiero número uno: el mercado bursátil). UBS cuenta que los directivos de Glencore recibieron información privilegiada de las autoridades rusas sobre la pésima cosecha de cereales que se esperaba en 2010 en su país por culpa de la sequía y que pidieron "a título privado" (léase: tovarich, vamos a hacer un negocio tú y yo) al gobierno moscovita que cerrara la exportación de trigo mientras a la vez realizaban sus propias inversiones sobre el trigo y el maíz, productos agrícolas de primera necesidad. Resultado de la operación: un beneficio no cuantificado pero calculado en decenas o incluso cientos de millones de euros (comisión aparte para los contactos rusos) para Glencore y un  perjuicio para millones de seres humanos que ven incrementar el coste de su comida mucho más de lo necesario, en algunos casos hasta límites insoportables.

Recordemos (o sepamos, porque hay mucha gente que no lo sabe) que el precio de los alimentos en los mercados internacionales ha crecido más de un 30 por ciento en el último año, entre otras cosas, gracias a operaciones como la de Glencore en Rusia. Y que se espera que siga subiendo. Aprovechemos también para dar algunos datos más sobre Glencore, que no sólo negocia con cereales. Resulta que es uno de los mayores proveedores de productos básicos y de materias primas, la sexta empresa más grande de Europa en términos de volumen de negocios desde 2006, con control sobre petróleo, minerales, gas natural, acero, automoción..., además de producción de alimentos. Y resulta también que está implicada en numerosos casos de corrupción y violaciones de derechos humanos a lo largo y ancho del planeta: desde el petróleo de la República del Congo hasta tratos ilegales saltándose embargos de la ONU con el Iraq de Sadam Hussein o la Yugoslavia de Slobodan Milosevic, pasando por expropiaciones forzosas y evacuaciones de pueblos enteros para apoderarse de minas en Colombia y otras lindezas...

A estas alturas y tras consultar con Mac Namara, es preciso ponerle una cara a Glencore y la verdad es que la tiene: Marc Rich, que aparece aquí a la izquierda y que ha sido descrito por mi gato conspiranoico, textualmente, como "uno de los mayores sinvergüenzas (conocidos) contemporáneos, aunque armado con una poderosa virtud y es que el dinero le sale por las orejas..." Gracias a ello, puede vivir como lo hace, con alegre impunidad y sin miedo a responder de sus múltiples crímenes ante la Justicia. Me refiero a la humana, porque de la otra no escapará: de eso estoy completamente seguro. Algunos datos que me ha facilitado Mac Namara, para ir conociendo al personaje.
 
* Rich funda su compañía dedicada al comercio con materias primas en 1974 y, acorde con su rampante narcisismo, la bautiza con el nombre de Marc Rich Company. Previsor como pocos, luego veremos por qué, instala la sede oficial en Suiza.

* Durante los años 70 se convirtió en el rey de la reventa del petróleo y alcanzó su primer billón de dólares gracias a la segunda gran crisis del oro negro en 1979, aunque empezó a hacerse realmente rico a partir de entonces negociando con los conocidos como "Estados canallas", apestados en la comunidad internacional y a menudo embargados por resoluciones de las Naciones Unidas, como la Libia de Gadafi, el Iraq de Sadam o la Suráfrica del apartheid. A Rich ningún socio le parecía malo con tal de engordar su bolsa.

* Todavía nadie ha explicado muy bien por qué, pero el entonces ministro de Justicia de UCD Pío Cabanillas le concedió la nacionalidad española en 1982…, justo a tiempo porque en 1983 la Comisión de Valores de Nueva York abrió una investigación sobre sus actividades empresariales que fue posteriormente ampliada por el FBI y cuyo resultado fue la presentación de ¡¡¡65 cargos!!! en su contra. Entre ellos, fraude, venta ilícita de petróleo, simulación de precios, evasión fiscal… Una de las acusaciones describe bastante bien la personalidad de Rich: el delito de transacciones con enemigos del Estado. Y es que, habiendo nacido en EE.UU., vendió armas a Iraq cuando se consideraba como una amenaza a su país mientras que, siendo él mismo de origen judío, hizo lo propio con Siria, enemigo tradicional de Israel.

* Entre unas y otras cosas, Rich se fugó de Estados Unidos poco antes de ser sentenciado a más de 300 años de cárcel por sus crímenes. Y se fue a Suiza, su refugio, desde donde, entre otras diversiones, se dedicó a subir el precio del oro hasta en un 20 por ciento en un año y a desestabilizar varias monedas europeas (como su colega el “filántropo” George Soros, otra pieza como él) con el único fin de hacer más dinero en su cuenta particular. Por cierto que en 1990 aparece involucrado en el fraude del IVA en el caso Banesto en España junto a Mario Conde. En 1993 surge de una rama de su Marc Rich Company la antes aludida Glencore, que ya hemos visto con qué facilidad hace dinero en Rusia (y en otras partes del mundo).

* Y ahora, por arte de birlibirloque, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton decide concederle el indulto y lo hace, por cierto, ¡en el último día de su presidencia, antes de abandonar la Casa Blanca en 2001! ¿Por qué le indultó, con su curriculum? Pues muy fácil, en pago y agradecimiento a… ¿sus contribuciones para paliar la pobreza en el mundo?, ¿su impulso a los proyectos benéficos de algún tipo?, ¿su preocupación por la erradicación de alguna enfermedad? ¡No! ¡En agradecimiento a la financiación que sus empresas aportaron para que su mujer Hillary Clinton pudiera completar con éxito la campaña como senadora y acceder finalmente a este puesto desde el cual continuar su carrera política (recordemos que doña Hilaria es hoy secretaria de Estado del "bueno" de Obama)!

* Por cierto, resulta bastante sangrante la nómina de personajes que escribieron a Clinton solicitando este indulto para su amigo Rich, entre los que encontramos desde al rey Juan Carlos I de España hasta el entonces primer ministro de Israel Ehud Barack pasando por el director de orquesta Zubin Metha, el premio Nobel de Literatura Camilo José Celea, el empresario Fernando Fernández Tapias, el premio Nobel de la Paz Simón Peres o el abogado Lewis Libby, secretario general del exvicepresidente norteamericano Dick Cheney...


* No aplaudan todavía, damas y caballeros, porque todavía hay más... Tras la salida de escena de Clinton y la llegada a la Casa Blanca de George Bush, éste vuelve a indultar en diciembre de 2003 al señor Rich y logra así lo que parece un auténtico récord Guinnes: el primer gran criminal financiero (y fugitivo de la Justicia, no olvidemos, que llegó a figurar como el sexto hombre más buscado del mundo por el FBI) que logra dos indultos seguidos del gobierno norteamericano, uno por el Partido Demócrata y otro por el Partido Republicano.


* Podríamos seguir un rato largo hablando de este elemento pero como epílogo Mac Namara me facilita un dato especialmente indignante para los lectores españoles. Marc Rich era el dueño, a través de la compañía Alfa Group, del tristemente famoso petrolero Prestige (que según las malas lenguas además del crudo transportaba una carga no declarada de armas con destino a Arabia Saudí) que se partió en dos frente a las costas gallegas y generó uno de los episodios de contaminación más pringosos y vergonzantes de la era moderna en España. El remate: Rich llegó a cobrar el seguro al 110 por ciento del valor del crudo que transportaba el Prestige. No sé yo si todos los afectados en la zona también cobraron las indemnizaciones prometidas al 110 por ciento...


* En los créditos de esta película podemos incluir, me apunta Mac Namara, algunos de los amigos de Rich. Desde el multimillonario ruso Mijail Fridman (tantas veces relacionado con las organizaciones mafiosas que se han beneficiado y de qué manera de las privatizaciones en la ex Unión Soviética), hasta los Rostchild y Mitterrand, pasando por las empresas Kissinger. O Lola Sergueyeva, la nieta de la Pasionaria (!), con la que protagonizó más de una velada en las noches de la jet set como la Gala de la Paz de Marbella el verano de 2008...


Todas estas informaciones no son secretas. Están al alcance de cualquiera que tenga un rato libre y ganas de conocer la verdad, sobre todo desde que la Red pone a nuestra disposición con unos cuantos clicks los archivos de los medios de comunicación y la documentación pública de las empresas y los gobiernos (con lo que esto significa..., si todos estos datos se pueden encontrar con relativa facilidad, imaginemos la información que se guarda bajo siete llaves).
 
 Nota bene: este artículo debería ser leído escuchando el tema principal de la banda sonora original de la película El violinista en el tejado. Aquél que dice: If I were a Rich man, dubidubidubidubidubidubidubidaaaa...

lunes, 25 de abril de 2011

Beber agua de mar

El rey Tántalo es conocido en la antigua mitología grecolatina como prototipo del chismoso-desagradecido-y-mala-persona-que-no-tiene-más-remedio-que-acabar-mal-visto-las-cosas-que-hace. Cuenta la leyenda que fue uno de los hombres más afortunados de su época (¿qué es la buena suerte, qué es la mala suerte?) al ser invitado por el mismísimo Zeus a compartir la mesa de los dioses en el Olimpo. En lugar de regocijarse por su buena estrella y disfrutar de amistades tan influyentes no se le ocurrió otra cosa que compararse con ellos, curiosear en su vida y luego revelar sus secretos íntimos. Por si fuera poco, robó parte de su alimento sagrado, la ambrosía divina, para repartirlo después entre sus colegas humanos. Como no le sucedió nada, Tántalo se "vino arriba" y no se le ocurrió mejor cosa que burlarse de los dioses invitándoles a un banquete en el que sacrificó a su propio hijo, lo coció y lo sirvió troceado. No obstante, en lugar de comérselo, ellos rescataron al muchacho y se lo llevaron consigo al Olimpo.

Éstos y otros crímenes acabaron por hartar a Zeus, quien al final aplastó a su antiguo protegido con una roca y arruinó su reino. A continuación, fue a buscar su alma y se la llevó al Tártaro para someterle a uno de los suplicios más terribles y conocidos de las moradas infernales en el mundo grecolatino: le metió, atado, en un lago donde el agua le llegaba hasta la barbilla (pero no a los labios) y junto a un árbol repleto de frutas a la altura de los ojos (pero no de los labios). De esta manera, el prisionero nunca podía satisfacer su hambre y su sed, aunque tenía la solución a ambas constantemente ante sus ojos.

Es difícil comprender en su magnitud el castigo de Tántalo, aunque hay un tipo de humanos que han sufrido algo parecido: los náufragos, tantos de los cuales han muerto de hambre en un océano lleno de peces y sobre todo de sed cuando a su alrededor y hasta donde les alcanza la vista no hay otra cosa que agua. Algunos cálculos cifran en unas 200.000 el número de personas que cada año mueren en todo el planeta de una forma tan terrible..., porque se supone que el agua de mar no se puede beber, a riesgo de enfermar y morir o volverse loco de sed incluso antes, debido a la sal que contiene…  Pero, ¿y si resulta que no es así? ¿Y si resulta que el agua de mar sí se puede beber y no pasa nada por hacerlo en una situación de emergencia como ésta?
Alain Bombard fue un médico francés de Boulogne-sur-Mer, muy interesado en el problema del salvamento de náufragos, sobre todo a raíz de la muerte de poco más de cuarenta marineros en el Canal de la Mancha en 1952. Conmovido por la tragedia y habiendo experimentado ya en este área durante años anteriores, llegó a la conclusión de que, como científico, debía probar en carne propia las conclusiones teóricas a las que había llegado como por ejemplo el descubrimiento de que el náufrago podía alimentarse sin problemas y de manera indefinida, con un poco de habilidad, de lo que ofrece el propio mar. En cuanto a la fauna, obteniendo todas las vitaminas esenciales (incluida la C) del consumo de peces, cuyos tejidos contienen además agua y con menor cantidad de sal que los de los mamíferos. Y para evitar sufrir la ausencia de líquido antes de capturar suficientes peces, bebiendo algunos sorbos de agua marina. Así se lanzó a su propia aventura en 1952.

Bombard completó dos viajes, aunque no exentos de momentos difíciles, con todo éxito: el primero entre Mónaco y las Baleares (en un bote de salvamento irónicamente bautizado como “L’Heretique”) y el segundo en el Atlántico partiendo de Tánger y hasta las Antillas previo paso por Canarias. Tras este segundo periplo escribió su “Náufrago voluntario”, obra que sirvió como elemento muy valioso para desarrollar métodos de supervivencia, aunque también recibió críticas de los que aseguraban que se había alimentado a escondidas durante la travesía para poder llegar sin problemas. Más tarde incluso haría carrera política y llegaría a ser secretario de Estado de Medio Ambiente además de ser condecorado con la Legión de Honor y la Medalla al Mérito Marino.

Tal vez el aspecto más interesante de las experiencias de Bombard es que el consumo de agua de mar no provoca necesariamente ninguna contraindicación como las que suelen argumentarse para no consumirla: que está muy contaminada por toda la porquería que arrojamos al mar, que vuelve loco a quien la bebe porque no satisface la sed sino que, al contrario, la incrementa y se deshidrata al acumular el nivel de sal en el organismo y que acaba provocando insuficiencia renal. Sin embargo, gracias a la ósmosis y la homeostasis, los océanos se han convertido en eficientísimos sumideros de la basura que diariamente escupimos sobre ellos (atención al dato sólo en lo que se refiere al CO2 porque en contra de lo que se suele pensar, el elemento renovador de nuestra atmósfera, el gran generador de oxígeno en la medida en que se "come" el dióxido de carbono, no es el menguante conjunto de los bosques de la tierra sino el de los océanos que ocupan tres cuartas partes de nuestro planeta Agua). En cuanto a los otros problemas, Bombard vivió durante 65 días bebiendo agua de mar y no tuvo ninguno de los daños físicos que se supone sufriría. La conclusión que el médico galo dejó por escrito en su libro es demoledora: "He sido lo bastante idiota como para fiarme de los libros escritos por especialistas".



Ya en 1904, otro francés llamado René Quinton, había descubierto las llamadas cuatro leyes de la constancia del medio interno (osmótica, térmica, marina y lumínica) y había comprobado científicamente que ese medio interno de todos los vertebrados es agua de mar. Y había sugerido que el agua de mar se podía beber sin problemas. Porque, de hecho, el 70 por ciento aproximadamente de nuestro peso corporal como seres humanos es agua y sabemos que el agua es la fuente de la vida ya que se ha calculado que la primera célula surgió hace unos 3.800 millones de años en el período precámbrico en alguno de los mares de aquella lejana época. En agua salada. 

¿Entonces? El oceanógrafo, profesor de la Universidad Autónoma de Baja California, expresidente del Consejo Directivo Nacional de la Asociación de Oceanólogos de México, miembro de la American Chemical Society de EE.UU. y actual director científico del Instituto de Bioterapias Marinas de México (entre otros títulos) Ángel Gracia lo tiene muy claro: se puede vivir consumiendo agua de mar, como de hecho lo hacen diversos mamíferos marinos (como por ejemplo la ballena misticeta, que alcanza los 30 metros de longitud y las 200 toneladas de peso), ya que no estamos hablando simplemente de agua salada sino de algo mucho más complejo, de una auténtica sopa marina.

Según las investigaciones de Gracia y de su colega Héctor Bustos Serrano, doctor en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid, miembro de la American Association of Nutritional Consultants de EE.UU., presidente del Comité Científico de Seawater Foundation y codirector de los primeros transplantes del mundo de las córneas de un perro a un humano (entre otros títulos), cada litro de agua de mar contiene 965 cc. de agua pero también ácidos nucleicos, aminoácidos esenciales, proteínas, grasas, vitaminas, minerales (hasta 118 elementos de la Tabla Periódica completa), fitoplancton, zooplancton, huevos y larvas de peces, nueve mil millones de bacterias..., entre otros elementos, lo que la convierten en el nutriente más completo de la Naturaleza.

Gracia (aquí a la derecha luciendo palmito) y Bustos recuerdan que una cosa es alimentar un organismo y otra cosa es nutrirlo. Una comida (por ejemplo, las aparatosas hamburguesas de las cadenas de fast food que todos tenemos en mente) puede aplacar el hambre, puede alimentarnos, pero eso no quiere decir que nos esté nutriendo. Según estos científicos, todas las enfermedades son causadas por la desnutrición de nuestras células, de los 100 trillones de células que se calcula componen nuestro cuerpo. Y es el hambre celular, no la del nuestro estómago, la causa de la obesidad pues "un obeso es una persona alimentada irracionalmente con 'comida chatarra' pero desnutrida" con lo que nuestras células reclaman "su imprescindible nutrición orgánica, natural, alcalina y biodisponible que les puede ser proporcionada o por los alimentos orgánicos animales y vegetales, muy costosos, o por el agua de mar que contiene la sopa marina y la Tabla Periódica completa integrada, pero gratis (y ahí está, ésa parece la conclusión evidente, el gran problema: en su gratuidad, pues si este tipo de conocimiento pudiera ser aprovechado en todo el planeta, las poderosas compañías multinacionales que controlan los alimentos en el mundo dejarían de ganar el dinero que están ganando y los países bajo su control por culpa del hambre dejarían también de estarlo). El agua de mar isotónica y el sol -vitaminas D1, D3 y calcio- son los alimentos más importantes para la vida y los más olvidados." 

Las interesantes teorías (y sugerencias prácticas) de Gracia se pueden encontrar en sus libros: Dieta del delfín; Agua de mar, nutrición orgánica; Manual del náufrago y Tu derecho a vivir y morir sano. Mmmh..., creo que ya tengo un plan curioso de experimentación para pasar el próximo verano...

miércoles, 20 de abril de 2011

Ingenieros contra la envidia

Nacido en Palermo con el nombre de Giuseppe Ingegnieri pero fallecido en Buenos Aires con el de José Ingenieros, este médico, psicólogo, farmacéutico docente, filósofo, escritor y sociólogo (ahí es nada...) fue una de las personalidades más interesantes desde el punto de vista intelectual en la Argentina del cambio de siglo del XIX al XX. Ojo avizor a la situación de los años que le tocó vivir (y en el país donde la diosa Fortuna Imperatrix Mundi le encomendó hacerlo dentro de los grandes movimientos migratorios desde Europa a América que se materializaron en aquella época), sus ensayos y análisis contribuyeron a construir una Argentina mejor de la que encontró y a la que se vio obligado a abandonar pronto ya que la Walkyria fue a recogerle a los 48 años de edad.


 
No voy a hacer un resumen bibliográfico de su exitosa vida laboral y de sus múltiples aportaciones desde diversos ámbitos científicos al país que le acogió, porque estos datos son fáciles de encontrar en la Red. No profundizaré tampoco en los prometedores títulos de algunos de sus textos como El hombre mediocre, Hacia una moral sin dogmas o Los tiempos nuevos que ya en su momento tuvieron un fuerte impacto en la universidad argentina junto con su publicación bimestral Seminario de Filosofía. Ni me referiré a su evolución política personal que acabó impulsándole hacia derroteros radicales y anarquistas, cercanos a la libertad que ansiaba, y sobre los que fundó su Unión Latinoamericana, un organismo antiimperialista con la idea quizá de hacer realidad el sueño de Simón Bolívar: unos Estados Unidos Iberoamericanos.


Sólo quiero ahora reproducir algunos fragmentos de su pensamiento que nos demuestran que, a pesar del teatro y los engaños con los que se maneja sin pudor a la mayor parte de la sociedad, siempre ha habido intelectuales que se han dado cuenta de lo que estaba ocurriendo (otra cosa es, por cierto, que esos intelectuales tuvieran la fuerza y el coraje de luchar eficazmente contra esa manipulación, pero entonces no se llaman más intelectuales sino héroes). A continuación transcribo algunos de ellos, en los que describe a la perfección el peor de los pecados capitales (porque no da ninguna satisfacción a cambio de su delirio): la envidia. Todos aquellos que han triunfado en la vida o han obtenido algún éxito tangible (ya sea profesionalmente o a nivel familiar o sobre todo a nivel interno) deberían leer con atención las palabras de Ingenieros porque en ellas encontrarán un decidido consuelo al descubrir que no son los únicos en padecer la mordedura de la víbora…


* … desgraciadamente los seres mediocres (…) detestan a los que no pueden igualar, como si con sólo existir los ofendieran. Sin alas para elevarse hasta ellos, deciden rebajarlos: lo exiguo de su propio valor les induce a roer el mérito ajeno. Clavan sus dientes en toda reputación que les humilla, sin sospechar que nunca es más vil la conducta humana (...) Basta ese rasgo para distinguir al doméstico del digno, al ignorante del sabio, al hipócrita del virtuoso, al villano del gentil hombre. Los lacayos pueden hozar en la fama; los hombres excelentes no saben envenenar la vida ajena...”


 
* “Los maldicientes florecen doquiera: en los cenáculos, en los clubes, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sembrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas (…) Vierten la infamia en todas las copas transparentes, con serenidad de Borgias; las manos que la manejan parecen de prestidigitadores, diestras en la manera y amables en la forma. Una sonrisa, un levantar de espaldas, un fruncir la frente como subscribiendo a la posibilidad del mal, bastan para macular la probidad de un hombre o el honor de una mujer.”


 
* “El maldiciente, cobarde entre todos los envenenadores, está seguro de la impunidad; por eso es despreciable. No afirma, pero insinúa; llega hasta desmentir imputaciones que nadie hace, contando con la irresponsabilidad de hacerlas en esa forma. Miente con espontaneidad, como respira. Sabe seleccionar lo que converge a la detracción. Dice distraídamente todo el mal de que no está seguro y calla con prudencia todo el bien que sabe. No respeta las virtudes íntimas ni los secretos del hogar, nada.”


 
* “Los calumniadores minúsculos son más terribles, como las fuerzas moleculares que nadie ve y carcomen los metales más nobles (…) La maledicencia oral tiene eficacias inmediatas, pavorosas. Está en todas partes, agrede en cualquier momento. (…) La eficacia de la difamación arraiga en la complacencia tácita de quienes la escuchan, en la cobardía colectiva de cuantos pueden escucharla sin indignarse; moriría si ellos no le hicieran una atmósfera vital. Ése es su secreto. Semejante a la moneda falsa, es circulada sin escrúpulos por muchos que no tendrían el valor de acuñarla..." (este fragmento es especialmente clarificador, porque denuncia cómo podemos ayudar a combatir a semejantes distribuidores de excrementos morales y, sin embargo, no lo hacemos: nos contentamos con que no nos salpique a nosotros)


 
* “La envidia es el rubor de la mejilla sonoramente abofeteada por la gloria ajena. Es el grillete que arrastran los fracasados. Es el acíbar que paladean los impotentes. Es un venenoso humor que mana de las heridas abiertas por el desengaño de la insignificancia propia (…) El que envidia se rebaja sin saberlo, se confiesa subalterno; esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida, reconocida. No basta ser inferior para envidiar, pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido; es necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquiera culminación ajena. En ese sufrimiento está el núcleo moral de la envidia: muerde el corazón como un ácido, lo carcome como una polilla, lo corroe como la herrumbre al metal.”


Los textos de Ingenieros son elocuentes y todo aquél que haya logrado algo en la vida no puede dejar de sentirse identificado al recordar los ataques injustos contra su persona por parte de semejantes minusválidos morales, por desgracia tan abundantes en cualquier época de la Historia. Ahora bien, ¿dejaremos que los envidiosos, los maledicentes (maldicientes, los llama él), los rencorosos, los fracasados, los negativos arruinen nuestros futuros proyectos? ¿Dejaremos de intentar ser estrellas por miedo a destacar y diferenciarnos de los muñecos de barro? ¿Dejaremos que nuestra vida y nuestro futuro, nuestro mismísimo destino sean decididos y gobernados por aquéllos que son incapaces de volar? Como diría el ingenioso hidalgo por todos conocido:


- Ladran, Sancho, luego cabalgamos.

martes, 19 de abril de 2011

Un agujero ¿negro?

Es dogma científico contemporáneo que las leyes de la Física son las mismas en todo el universo conocido; es decir, que las condiciones que imperan en nuestro planeta y en nuestro Sistema Solar son exactamente las mismas en cualquier otro punto del cosmos. Pero ¿y si no fuera así? Uno de los argumentos favoritos en las obras de fantasía implica la aparición de “anomalías”o “irregularidades” en alguna parte del universo o, sin salir de nuestro planeta, en alguna entidad extraña encarnada con aspecto humanoide o monstruoso (que generalmente viene a hacer el mal y a la que hay que combatir con ardor)…



Pues bien, un equipo de astrofísicos australianos y británicos descubrió a finales del año pasado una serie de indicios que apuntan a que la que se suponía era una de las constantes básicas de la Naturaleza (en concreto, la constante de estructura fina que señala el acoplamiento de la fuerza electromagnética) no lo es en absoluto, sino que podría ser distinta según las zonas del universo. Si se confirmara este extremo, actualmente en estudio, la presunta certeza sobre la inmutabilidad de las leyes de la Física quedaría hecha añicos al menos en lo que se refiere a ésta en concreto (y a las demás, que también quedarían en entredicho ya que si una de ellas resulta no ser inviolable el resto tienen todas las papeletas para no serlo tampoco).



Según John Webb, uno de los responsables del informe y profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur, a través de los datos obtenidos con el telescopio Keck de Hawai y el de Paranal en Chile (estudiando datos de unas 300 galaxias), los expertos llegaron a la conclusión de que la fuerza del electromagnetismo no es igual en todas partes del universo conocido sino que “varía de forma continua a lo largo de un eje”. Mientras los científicos se devanan los sesos para entender lo que significa esto exactamente, hay un detalle que me llama especialmente la atención en esta historia y es el hecho de que los resultados violan también el principio de equivalencia de Einstein. Eso, según Webb, sugiere que el universo puede ser mucho mayor de lo pensado hasta ahora, o incluso de tamaño infinito.

 

El concepto infinito es tan atractivo como misterioso y desborda la imaginación del humano común, incapaz de vivir sin fijarse plazos constantemente (aunque desde un punto de vista psicológico desperdicie su tiempo como si fuera inmortal). Atractivo y misterioso…, igual que un agujero negro. Y es que por las fechas en las que se descubría todo esto, otro equipo distinto de investigadores planteó otra hipótesis impactante: ¿y si viviéramos en el interior de un agujero negro?

 

Nikodem Poplawski, de la Universidad de Indiana, es uno de los defensores de la teoría de que dentro de cada agujero negro existe todo un universo. En realidad, no tenemos ni idea de lo que hay realmente allí puesto que su nivel de atracción es tan poderoso que no deja ni salir la luz. O quizá sea como dicen los gnósticos: que la luz que emite es tan poderosa que quema nuestros ojos y nuestro cerebro y nos deja ciegos, con lo que lo vemos oscuro cuando lo cierto es que no existe otro objeto en realidad más brillante...

En todo caso, Poplawski opina que “los grandes agujeros negros que hay en el centro de la Vía Láctea y de otras galaxias podrían ser en realidad puentes hacia otros universos”. Sus cálculos demuestran que el espacio-tiempo en el interior de un agujero negro se expande cerca de vez y media su tamaño mínimo en un tiempo cortísimo (un 1 partido por 1 con 46 ceros detrás..., no sé si semejante pequeñez tiene un nombre). El efecto rebote que se produce allí es, según él, lo que dio origen a la expansión del universo que hoy podemos observar con nuestro instrumental tecnológico. Si Poplawski estuviera en lo cierto, no viviríamos dentro de lo que comúnmente entendemos como nuestro universo sino en un agujero negro (o quizás al otro lado del agujero, si éste es un puente o una conexión entre ambos) ubicado en otro universo diferente.




Resumiendo y unificando ambas hipótesis… ¿Y si después de todo fuera cierto que vivimos en un universo X, al borde de un agujero negro que actuara para nosotros como una ventana hacia un universo Y diferente al nuestro? ¿Y si todos los datos que hemos captado acerca de los lugares más lejanos del universo, incluyendo las inmutables leyes físicas pertenecieran en realidad a Y en lugar de a X, donde en realidad existimos y donde regirían otras leyes, más o menos similares pero diferentes? Sería como si viviéramos solos en el interior de una casa de campo y al mirar por la ventana lo hiciéramos con un catalejo de gran alcance con el que pudiéramos distinguir una ciudad cercana. Tomaríamos los parámetros de la ciudad como si fueran los de nuestra casa e intentaríamos comportarnos aquí como si viviéramos allí. Por ejemplo, captaríamos la nube de contaminación sobre la ciudad y pensaríamos que eso lo estamos respirando también en nuestra casa de campo, cuando en realidad el aire a nuestra dispoisicón sería mucho más puro.


Seríamos no extraterrestres sino extrauniversales o extradimensionales... Menudo mareo me está entrando.












lunes, 18 de abril de 2011

El elefante desbocado

Cuenta mi tutor Thoth (y yo le creo porque recuerdo que también viví en aquél entonces, hace mucho, mucho tiempo) que hubo una época en la que Filosofía, Ciencia y Religión eran todas la misma cosa. Y que aquéllos que dominaban esa hermosa pero dura tarea, que implicaba un largo trabajo sobre sí mismos para ofrecer los primeros frutos, fueron los primeros hombres sabios u hombres santos de las leyendas: gentes con un Poder tan inmenso que no necesitaban ni deseaban ejercerlo sobre el mundo corriente. Vivían por lo general apartados de las pasiones comunes, entregados precisamente a su exploración interior y a menudo organizados como felices y austeros miembros de una Orden. Sin embargo, seguían abiertos a derramar su sabiduría a todo aquel corazón valiente que tuviera el coraje de buscarlos y la fortuna de hallarlos para pedirles consejo sobre los acontecimientos graves a los que se pudiera enfrentar su comunidad.

Todo aquello sucedió en la Edad de Oro, cuando los dioses caminaban entre los hombres. Pero sucedió en este mismo planeta que, por vibrar en el denso mundo de lo material, está sujeto como todas las cosas materiales a la implacable ley de la entropía... Así que con el tiempo la Orden se contaminó y se marchitó por culpa de los ambiciosos y los hambrientos de poder con minúscula. Ellos se infiltraron como insectos perniciosos y royeron feroces las maderas preciosas que sujetaban las columnas de los templos, hasta que se desmoronaron con gran estruendo y entre el regocijo inexplicable de tantos necios que en aquellos años aciagos constituían ya la mayor parte de los llamados seres humanos (aunque estuvieran tan lejos de merecer ese adjetivo). En aquel momento, los sabios fueron sustituidos por los impostores que se apoderaron de sus signos, su nombre y su influencia sobre la gente común.

Fueron los impostores los que dividieron el trabajo y crearon tres actividades diferentes: una Religión sin amor y sin piedad, una Ciencia sin trascendencia ni responsabilidad y una Filosofía sin alma ni aplicación práctica. Desde entonces han permanecido siempre así, puesto que aquellos malvados impidieron que alguien pudeira seguir los tres caminos a la vez, como se hacía antes: la Oscuridad encuentra siempre fortaleza en la división, la ambigüedad y la indefinición. No obstante, los sabios no desaparecieron. Sólo dejaron de ser visibles para el hombre corriente, pero siempre han estado ahí, trabajando ahora en mayor silencio, tras las cortinas, por su propia seguridad. En la Universidad de Dios he encontrado ecos del espíritu que animó a los primeros sabios, en un intento serio por reunir de nuevo los fragmentos de la joya espiritual para reconstituirla como fuera antaño, la espada rota del rey que debe ser forjada de nuevo...

Resulta irónico que tanto tiempo después la Ciencia más moderna, la calificada como de vanguardia como sucede con los postulados de la Física Cuántica, esté llegando a conclusiones tan similares a las del camino de los antiguos sabios, relacionándose con la Filosofía y la Religión, sin quererlo pero sin poder evitarlo, a través de la expresión de nuevas teorías e incluso principios que chocan con el materialismo puro y duro impuesto como una losa de pesadumbre sobre los riñones de la humanidad. Por ejemplo, una de las especulaciones cuánticas más conocidas es el hecho de que no existe el experimento científico aséptico ya que el objeto observado no puede separarse de quien lo observa y por tanto una misma investigación elaborada con los mismos parámetros pero por personas diferentes puede dar resultados diferentes y aún así seguir siendo válida. Bueno, eso es exactamente lo que dicen los textos arcanos, cuando hablan de la unidad e interdependencia de cuanto existe. Mas, como todo, hay que saber interpretarlo y aplicarlo.

Uno de los cuentos sobre este asunto es una lección de humildad y sentido común que nos llega de la antigua India, cuando el discípulo de un conocido maestro se encontró en su camino por el bosque con un elefante desbocado que se acercaba hacia él a toda velocidad mientras su cornac o conductor/domador trataba de frenarle sin conseguirlo. El mismo cornac advirtió a gritos al discípulo que se apartara del camino si no quería ser atropellado porque no podía dominar al animal, que había enloquecido.

El discípulo había aprendido, entre otras cosas, el concepto de la unidad y la interdependencia. De acuerdo con su parámetro cultural y temporal de aquel momento, identificaba la divinidad con Vishnú y cuando vio aparecer el elefante decidió no quitarse de en medio.

- Vishnú se encuentra en todas las cosas -dijo, con tranquilidad.

- ¡Apártate, no te quedes ahí! ¡No puedo parar al animal! ¡Te aplastará! -insistió el cornac.

El discípulo permaneció impertérrito, con una sonrisa de suficiencia, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. El elefante le arrolló, golpeándole primero con los colmillos y pisoteándole a continuación. El discípulo quedó tendido ensangrentado mientras el animal descontrolado proseguía su salvaje carrera. Poco después, fue encontrado y recogido por unos campesinos que le llevaron a su aldea y avisaron a su maestro. Éste se presentó de inmediato en la aldea y quedó impresionado por las terribles heridas del discípulo, que se hallaba moribundo.

- ¿Por qué no te apartaste, como te pidió el cornac? -preguntó incrédulo.

- Porque, maestro, he recordado tus palabras sobre la realidad de que Vishnú se encuentra en todas las cosas. Y me quedé a saludar y mostrar mis respectos al dios que indudablemente se hallaba en el interior del elefante.

- ¡Insensato! ¡Vishnú también estaba en el interior de las palabras de advertencia del cornac!

Y así murió el discípulo que sólo en su último hálito entendió por fin el viejo dicho: saber significa conocer cómo se hace algo y sabiduría significa hacer ese algo.