Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 26 de mayo de 2017

...sueños son

Mac Namara suele decir que, si a día de hoy los Amos están gastando descomunales cantidades de dinero en algún tipo de investigación específica, lo están haciendo en todo lo que tiene que ver con el cerebro: cómo funciona exactamente, cuáles son sus verdaderas posibilidades y cómo se puede curar o deteriorar a voluntad de terceros. Además, por supuesto, de cuál es la mejor forma de manipularlo desde el exterior para que su poseedor físico tienda a..., digamos, "aceptar sugerencias". Mi gato conspiranoico defiende la idea de que esa gente está obsesionada con el control en todas sus formas y que, de hecho, la actual sociedad (donde cada vez hay mayor número de prohibiciones y regulaciones hasta para las actividades más exóticas) no deja de ser más que un reflejo de su enfermiza mentalidad, que no sólo aborrece sino que tiene pánico -literalmente- a las personas conscientes, libres y por tanto impredecibles. Estas personas no se rinden fácilmente al fabuloso decorado en medio del cual vivimos, no siguen modas ni se apuntan por inercia a cualquier tipo de pensamiento o creencia cuya definición termine con el sufijo -ismo, no están en lo profundo anclados a lo material... En definitiva, no son útiles como esclavos e incluso pueden resultar una amenaza porque su ejemplo puede terminar inspirando a los que sí padecen los grilletes para que cambien de vida.

No sé si será por eso por lo que cada día veo más noticias sobre el cerebro en los medios de comunicación, tanto en los "serios" como en los alternativos. La mayoría de ellas son, de verdad, muy interesantes, aunque no obtengan mucho eco social porque el consumidor habitual de información está más preocupado por la última tontería que ha dicho el político de turno, con quién se ha acostado el famosete de la tele o quién metió el gol en la final. Pero aquí está esta bitácora, siempre al servicio de las selectas minorías que se citan con nosotros cada viernes, para recoger varias de esas cosas que se han publicado en los últimos tiempos y que, por cierto, en algún caso corroboran desde el punto de vista científico ciertas enseñanzas antes reservadas a las antiguas Escuelas de Misterios. Ideas que en consecuencia no habían sido previamente divulgadas al gran público o, si lo fueron, se tergiversaron y deterioraron con rapidez al desembocar en el conocimiento vulgar...

Por comenzar con una autocita -ya le mencioné brevemente a él y a su libro hace pocos meses- el catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona Ignacio Morado publicó hace un par de años su libro La fábrica de las ilusiones. Durante su promoción aprovechó para hablar sobre cómo funciona el cerebro, de acuerdo con su experiencia como profesional. Quizá lo más interesante que leí en una entrevista que le hicieron entonces fue cuando reconoció que lo que más le había sorprendido de sus investigaciones es que "nada de lo que hay aquí está realmente fuera, todo son ilusiones que crea nuestro cerebro", es decir, que el cerebro inventa literalmente el mundo utilizando "moléculas que crean ilusiones", aunque se trata de "una ilusión práctica, que funciona, que me permite adaptarme al mundo". Morgado precisaba que su definición de ilusión hacía referencia "a todo lo que hay en la mente y no tiene un correlato con la realidad" y lo relacionaba con el tacto, "una ilusión muy práctica" pues "lo notamos en la mano y nos permite alargarla para coger objetos" pero "es el cerebro el que siente", como ha demostrado el hecho de que hay personas que con un brazo amputado siguen notando el tacto de una mano que ya no tienen. Como en este caso, "casi todo el cerebro funciona a partir de ilusiones prácticas".

Sólo estas declaraciones dan para pensar, y mucho, acerca de la "realidad" de cuanto tenemos a nuestro alrededor (y por eso las repito) pues, como escribiera hace unos cuantos siglos mi tocayo don Pedro Calderón de la Barca, uno de esos iniciados secretos que consiguió "colarse" en las listas de autores populares de todos los tiempos, "...sueña el rey que es rey y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando (...) sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza (...) sueña el que agravia y ofende (...) todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí, destas cadenas cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. (...) que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son..."  

Antes de Morado  no obstante, tuvimos ocasión de leer otra entrevista con el investigador mexicano Ranulfo Romo, del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Autónoma de México, quien asumía que "probablemente tomar una decisión es el mecanismo cumbre de nuestro cerebro" y que "absolutamente todo lo que hacemos a diario son decisiones; por ejemplo, cuando tecleamos en el ordenador, el cerebro está tomando decisiones muy rápidas para escribir lo más relevante". Ahora bien, ¿quién toma esas decisiones? ¿Quién manda en el "mecanismo cumbre"? Mucha atención a su respuesta: "es una ilusión creer que somos dueños de nosotros mismos y que tenemos control en la toma de decisiones" porque quien lo hace realmente "son los circuitos neuronales que, en su trabajo por detrás del nivel, de conciencia, hacen estas operaciones y finalmente mandan una decisión para que creamos que la hemos tomado nosotros".  La demoledora consecuencia de todo esto: "es probable que no seamos otra cosa que títeres de nuestras neuronas".

Esto es importantísimo, vital, para conocer cuál debe ser el trabajo personal de cada uno: recuperarse a sí mismo. No hay nada más importante puesto que nada de lo que hagamos en este mundo, por importante o terrible o maravilloso o influyente o fascinante que parezca a primera vista tendrá valor alguno si no surge de nuestro interior, si no somos nosotros mismos quienes lo estamos haciendo y no otros, a quienes desconocemos y que nos emplean como robots, forzándonos a actuar así a través de los mandatos insertos en nuestras neuronas. Para ello, es preciso previamente conquistarse y, antes aún, autodescubrirse. Gnóthi seautón, decían los sabios de Delfos, con razón: Conócete a ti mismo.

No sólo en Delfos se ha repetido esto -y otras claves de la vida- hasta la saciedad. En todas las épocas, en todos los lugares del mundo, ha existido siempre una tradición disimulada en forma de cuentos, de leyendas, de tradiciones, de costumbres, que ha contado lo importante de forma más o menos encubierta. Incluso de la forma más insospechada. Por ejemplo, la  simplona crítica actual, tan acostumbrada -como la inmensa mayoría de los críticos de cualquier época- a mirarse su propio ombligo, ha desdeñado grandes obras de la Ciencia Ficción como Amos de títeres de Robert Heinlein o La invasión de los ladrones de cuerpos de Jack Finney al considerar que estas novelas que describen una invasión alienígena silenciosa en la que resulta casi imposible para los protagonistas diferenciar un ser humano normal de otro "invadido" y al servicio de los extraterrestres no son más que insidiosas metáforas del macarthismo. Sin embargo, cuando los especialistas en el cerebro nos dicen cosas como las que hemos recordado unos párrafos más arriba,  ¿no es lícito plantearse si estos autores "de entretenimiento" tal vez estaban diciéndonos algo más?

Romo reconocía en la misma entrevista que "es cierto que hay un tiempo muy corto donde interviene la conciencia (en el mecanismo cerebral) y se puede vetar la decisión" autónoma de las neuronas, pero este tiempo no sólo es mínimo sino que, además, está condicionado por factores como los sistemas de educación familiar, que "intervienen mucho". Léase: la instalación de mecanismos sociales automáticos. Además, hay que contar con la interferencia de las emociones. Y el remate: "hasta un gusano como 'Caenorhabditis elegans' tiene que tomar decisiones y nos parecemos a él en que son categóricas" como las humanas. De hecho, la diferencia entre lo que hace el gusano y el homo sapiens es que "yo puedo posponer mis decisiones y no estoy seguro de que el gusano pueda hacerlo". Y poco más. 

Romo hacía referencia también al inapelable resultado de un experimento de Benjamin Libet, quien pidió a sus sujetos de experimentación que hicieran un movimiento, el que quisieran y cuando quisieran, mientras él registraba su actividad cerebral. Lo que descubrió es que, 300 milisegundos antes de que los sujetos hicieran el movimiento físico que habían planeado, las neuronas ya estaban activadas. Es decir: "todo movimiento voluntario es involuntariamente iniciado y todo acto conscientemente iniciado es inconscientemente iniciado". A pesar de la evidencia, Romo quería creer que "existe la posibilidad de que tengamos una franja de tiempo muy corto donde podemos juzgar ese deseo, esa intencionalidad y dejarla pasar, bloquearla, vetarla o modularla". Sólo hay una forma de intervenir, dirían los sabios antiguos: el desarrollo de la conciencia para tomar control progresivamente sobre esa oportunidad temporal.

Y ahora viene una tercera entrevista con otra revelación espectacular. Álvaro Pascual-Leone, otro neurocientífico español esta vez con laboratorio en la Universidad de Harvard, demostró que imaginar una actividad "induce cambios cerebrales que en algunos aspectos son idénticos a los que ocurren al hacerlo". Es decir, imaginar que uno va a hacer algo no es igual que hacerlo, pero se le aproxima mucho (tal vez algún día sea exactamente igual una cosa que otra, si es que la imaginación es capaz de replicar al 100 por 100 el hecho). Por eso las visualizaciones antes de la práctica real de cualquier actividad mejoran el rendimiento final. Pascual-Leone lo confirmó llevando a la práctica una hipótesis de Santiago Ramón y Cajal, quien creía que si un pianista se ejercitaba con la imaginación, sus movimientos serían más ágiles después. Así que decidió emplear a dos grupos de personas que nunca habían estudiado piano. Les indicó qué dedos debían mover para interpretar una secuencia de notas mientras las escuchaban y un grupo practicó sobre el teclado mientras el otro lo hacía sólo en la imaginación. Tras cinco días de entrenamiento, todos habían aprendido a tocar la melodía y mostraban los mismos cambios cerebrales..., hubieran tocado o no el piano de manera física. 

La diferencia entre la imaginación y lo real, según este especialista es que, sólo en el segundo caso, recibes "feedback" del entorno respecto a lo que has hecho y eso también cambia tu cerebro. Para Pascual-Leone, entrenarse para llevar a cabo visualizaciones es efectivo, especialmente si se hace "justo antes de ejecutar la tarea y esto es útil", si bien advierte de que lo que se aprende deprisa no se graba permanentemente en el cerebro.

Un momento... ¿Dónde hemos visto antes esta relación/confusión entre imaginación y realidad? En efecto: en los espectáculos de hipnosis, cuando una persona cae en manos del mentalista de turno y pierde toda referencia con el mundo real para pasar a vivir en el mundo de la imaginación. Es su imaginación, pero el dios que rige ese mundo es el hipnotizador, que puede por ello manejarle a voluntad ordenando que tiemble de frío porque le hace creer que está en el Ártico aunque el espectáculo se desarrolle en el mes de agosto en Senegal. Pero eso sólo sucede en los casos de hipnosis..., alegarán los más ingenuos. Sí, naturalmente, mas ¿quien puede garantizarnos que ahora mismo no estamos hipnotizados y no lo sabemos? La persona en poder del mentalista tampoco lo sabe: lo olvidó en cuanto cayó en su poder. Y si aún hay quien protesta diciendo que sería perfectamente capaz de reconocer cuándo ha sido hipnotizado y cuándo no, le sugiero que piense en su descanso nocturno. Es decir, cuando uno se va a dormir, ¿acaso es capaz de mantener la conciencia y darse cuenta del momento exacto en el que cae en el mundo de los sueños? ¿Acaso no tiene que esperar a despertar para descubrir que estaba soñando? Será interesante descubrir lo que sucede cuando despertemos de lo que parece ser la vida. Sólo es cuestión de esperar para saberlo a ciencia cierta, porque nuestro reloj despertador se llama Muerte y nos espera a todos y cada uno.

Otro ejemplo de cómo funciona la confusión entre lo real y lo imaginado es la pornografía; por cierto, una de las mayores lacras sociales de la democracia, que a menudo aparece vinculada en los medios de comunicación con la trata de blancas y la esclavitud sexual, entre otros delitos. Para un observador poco informado, que no se haya tomado la molestia de estudiar la siniestra profundidad de este tema (y que daría pie para una larga serie de artículos monográficos), podría resultar hasta chocante el hecho de que tantas instituciones políticas y sociales que suelen hacer gala de su supuesto feminismo nunca alcen la voz contra la abundancia, gratuidad y facilidad con la que se puede encontrar en la actualidad en Internet todo tipo de imágenes degradantes de la mujer -y también del hombre, pero en menor cantidad-. Imágenes que sirven de "inspiración" a tantas bestias provistas con el aspecto físico de seres humanos que cada día agreden, violan, e incluso asesinan a lo que para ellos no son más que "muñecas" de usar y tirar. Bien, pues la base de la pornografía no es más que un acto de sustitución de la realidad por la imaginación. El usuario no puede satisfacer su deseo sexual con las mujeres que ve en las fotos o en las películas (y probablemente no puede hacerlo con mujeres en general, por distintos motivos) así que se satisface a sí mismo imaginando que está haciéndolo con esas mujeres. Pero el orgasmo que experimenta ¿no es similar al que sentiría si estuviera con una de ellas?

En algunos centros médicos y de investigación existen unos recipientes acristalados para manejar sustancias o intervenir en condiciones de aislamiento. El especialista introduce sus manos en sendos guantes proyectados al interior de estos peculiares receptáculos mientras procede a la manipulación desde fuera. Nuestra vida es un poco así: buscamos la solución, la explicación a nuestra existencia, como si de pronto los dedos cobraran vida y se engañaran a sí mismos con la idea de que deben romper los guantes y escapar así de ellos. Pero no pueden: los guantes son más fuertes. Y aún si consiguieran rasgarlos, lo único que conseguirían sería encerrarse aún más dentro del recipiente de cristal. En lugar de eso, lo que hay que hacer es sacar las manos de los guantes. La salida está dentro.

viernes, 19 de mayo de 2017

El rompehielos

Como buen inmortal, siempre me ha fascinado la Historia, a pesar de ser una materia tradicionalmente tan prostituida que mucho de lo que hoy se da por sabido e incluso de lo que se estudia oficialmente resulta ser una tergiversación, hasta una pura invención, respecto a lo que sucedió en la realidad. Lo sé bien: he vivido muchas vidas y me asombro de las tonterías que se dicen hoy día acerca de nuestros ancestros, cómo se cuenta lo que hicieron y lo que no hicieron, interpretándolo además de acuerdo con los puntos de vista contemporáneos, que nada tenían que ver con la forma de ver las cosas en siglos precedentes. Así que, escojas la época que escojas, te encuentras con errores de todos los calibres que distorsionan la comprensión, no ya de un acontecimiento puntual, sino de toda una época. Véase por ejemplo el sambenito de Felipe II, descalificado por la propaganda de los enemigos del imperio español (una propaganda tan bien hecha que hasta los propios españoles se la siguen creyendo a día de hoy) de rey ultracatólico y fanático, a la par que avaricioso y por si fuera poco siniestro ya que a menudo solía ir vestido de negro. Luego profundizas en la obra de historiadores de verdad -de los que se toman su tiempo para escribir lo que escriben en lugar de opinar como analfabetos en las redes sociales-, visitas los lugares donde vivió y, sobre todo, reflexionas con tranquilidad en lo que hizo..., y descubres una imagen muy diferente.

Descubres por ejemplo que el rey fanáticamente ultracatólico es el mismo que albergó, en su corte, al mayor número de filósofos, alquimistas y pensadores de todo tipo de religiones y creencias en la Europa de su época y que reunió, en su biblioteca, el mayor número de ejemplares sobre ciencias ortodoxas y heterodoxas (por no mencionar su construcción del colosal monasterio de El Escorial, un edificio literalmente mágico por diversos motivos). Descubres que el hombre avaricioso y ansioso de apoderarse del oro y la plata de las Américas hizo muchas cosas con esas riquezas como por ejemplo crear iglesias, hospitales, colegios y universidades (en aquellos días, estas instituciones iban de la mano) para sus súbditos americanos: tanto españoles emigrados como nativos americanos. Y esto es especialmente importante. Ni británicos, ni holandeses, ni franceses consideraron completamente humanos a los indios que encontraron en el Nuevo Mundo ni los trataron como a tales (a día de hoy, sigue siendo así en parte), mientras que el imperio español, casi desde un primer momento, los integró como "nuevos españoles". Descubres, en fin, que el hecho de vestir de negro no obedecía a querer inspirar respeto o miedo ni a mantener una imagen de austeridad y sobriedad..., sino a que el negro era un color de moda en aquel momento.

Como digo, da igual la época que escojas. Por citar un clásico: si uno menciona al ejército de la Antigua Roma, da igual el momento escogido de su dilatada historia, un elevadísimo porcentaje de personas siempre se imaginará a estos soldados vestidos como en los tebeos de Astérix el galo: con la famosa lorica secmentata o armadura de bandas de acero colocadas de forma horizontal alrededor del cuerpo, con bandas para los hombros, y llevando su característico gran escudo cuadrangular. Pero es que este tipo de vestimenta de combate se empleó de manera regular sólo en la época del imperio, hasta el siglo III d.C. más o menos. Y únicamente la vestían los legionarios y los pretorianos, no el resto de unidades. Claro que ponte a preguntar qué sabe el personal acerca de la historia romana y si conoce las enormes diferencias entre las épocas de la monarquía, la república y el imperio... ¡Si hay un porcentaje espectacularmente elevado de personas que creen que Julio César fue emperador! Insisto: estos detalles no son simples minucias sino piezas de un rompecabezas que no sólo tienen sentido por sí mismas sino por lo que aportan al cuadro general.

Así que paseemos arriba y abajo por la Historia y nos encontraremos con un montón de lugares comunes que son completamente falsos: fueron los colonos blancos y no los indios norteamericanos los que empezaron a cortar cabelleras para justificar el número de muertos; el "padre" de la carrera espacial norteamericana, Wernher von Braun, no era un descendiente de alemanes sino un oficial de las SS "reciclado" discretamente por el gobierno norteamericano para aprovechar sus conocimientos; la islamización de la Hispania medieval no se produjo por un masivo desembarco de tropas árabes sino por la conversión en masa a esta religión de la gente que ya vivía en la península y que buscaba una estabilidad política y social que las dinastías visigodas fueron incapaces de facilitarle; el homo sapiens más antiguo, y con él la civilización, se ha encontrado en Europa y no en África, donde a pesar de la millonada invertida en excavaciones paleontológicas jamás ha sido hallado resto alguno más que de homínidos; Inglaterra sufrió una catástrofe naval aún peor ante las costas españolas que la de la Gran Armada en su frustrada invasión de las tierras británicas; los templarios no adoraban a ningún demonio sino que todo parece indicar que la imagen del enigmático Baphomet no era otra cosa que la mismísima Sábana Santa plegada y conservada por los grandes maestres de la orden; Cristóbal Colón no descubrió nada porque sabía perfectamente a dónde iba gracias a mapas antiguos en su poder; Atila no fue un bárbaro brutal sino un rehén criado y educado durante años en Roma y cuyo principal afán no era destruirlo todo a su paso para dar satisfacción a un caballo enloquecido sino crear un imperio para su propio pueblo a semejanza del romano, que tanto admiraba...

Y así todo.

Nadie debería extrañarse, en consecuencia, de que la manipulación continúe a día de hoy hasta en los libros escolares, como ha reiterado una reciente denuncia, esta vez en relación con los manuales que se enseñan en las escuelas catalanas por la manipulación de los independentistas. Allí aparecen aberraciones históricas como la Corona Catalanoaragonesa..., que nunca existió, puesto que el único reino que hubo en esa parte de la península ibérica en la época a la que se hace referencia fue el de Aragón, al cual pertenecía tanto el ducado de Barcelona como otras tierras catalanas que nunca tuvieron consideración independiente. O el "enfrentamiento entre españoles y catalanes" (sic) durante la guerra de Sucesión, que los independentistas desean convertir en Secesión -la importancia de los pequeños detalles: en este caso, una vocal diferente- transformando una disputa entre los partidarios de los Borbones y los de los Austrias por el trono de España en otra cosa completamente inventada. De hecho, posiblemente muchos de los engañados por el independentismo catalán ignoran que Madrid -¡la odiada capital del imperialismo español...!- luchó, en esa guerra precisamente, junto a Cataluña: al lado de los Austrias. Y que, en consecuencia, también la perdió (aunque esta polémica no es nueva, hace muchos años que los independentistas vascos hacen lo mismo en el norte de España).

La falsificación de la Historia es, pues, una constante que nos obliga (si es que de verdad aspiramos a saber, algún día, de qué va la película) a actualizarnos todos los días, a investigar, leer mucho y, sobre todo, a pensar.

Uno de mis períodos históricos favoritos a la hora de desarrollar este estudio es la Segunda Guerra Mundial (SGM). Eso no es un secreto para ningún lector de esta bitácora y se debe a varias razones, entre las cuales figura su cercanía en el tiempo y el hecho de que el mundo que hoy tenemos es, para bien y para mal, fruto del resultado final de esa guerra (si es que de verdad terminó..., porque hay algunos autores de trayectoria sinuosa que insisten en que todavía no lo ha hecho, sino que sigue adelante de otra manera -ya no con la forma de grandes choques de ejércitos- y con sus batallas camufladas ante los ojos de los ciudadanos corrientes, gracias al inmenso poder audiovisual de los aparentes vencedores). Muchas cosas cambiaron a partir de 1945, muchas más de las que cree cualquiera que no se haya tomado la molestia de estudiar a fondo la sociedad que existía entonces -sus valores, sus creencias, sus expectativas, sus apuestas por el futuro y tantas otras cosas- y compararla con la de ahora. Es como ese gran porcentaje de españoles de las nuevas generaciones que no vivieron la guerra civil de 1936/39 ni la postguerra, ni siquiera la última etapa del franquismo, y consideran que la democracia es "lo normal" y va a seguir existiendo siempre. Todas esas personas no han comprendido que el período de relativa tranquilidad que ha vivido España en los últimos decenios es un hecho frágil, absolutamente anómalo y extraordinario en el trayecto de un país cuya Historia es la de las continuas guerras, tanto civiles como internacionales, que ha ido forjándolo como tal a través de los siglos. El período que hemos vivido, que aún seguimos viviendo, terminará tarde o temprano, porque la vida es cualquier cosa menos estática y está sometida -lo sabe cualquiera que estudie Historia o, aún mejor, Filosofía- a la vieja ley del Eterno Retorno...

Llevo la mayor parte de mi vida actual investigando acerca de la SGM y no me ha sorprendido encontrar -igual que lo hará cualquiera que dedique un poco de atención al tema con los ojos bien abiertos- que, una vez más, hay muchas cosas que se cuentan de una forma aunque sucedieron de otra. No hay novedad en eso: igual en el colegio siguen diciendo pese a todo a los niños que el origen del hombre es africano, que Atila era un bárbaro sanguinario y que Colón descubrió América. Mi fascinación en este caso tiene su origen en la facilidad con la que se deja engañar el ciudadano común puesto que existen textos ya publicados desde hace bastantes años contando la verdad (la SGM es uno de los conflictos bélicos más documentados desde que tenemos registros propiamente históricos) y, pese a ello, la versión oficial (y errónea) sigue su victorioso y rampante camino sin que nadie parezca capaz de cuestionarla. 

Me ceñiré aquí sólo a un hecho, en calidad de ejemplo. ¿Cuántas veces hemos leído en artículos y libros, escuchado en programas de radio y conferencias, visto en documentales y películas..., que el ataque de Alemania a la URSS ordenado por Adolf Hitler a finales de junio de 1941 fue el principal error cometido por el Führer alemán durante este sangriento conflicto? Esa invasión, llamada Operación Barbarroja, abría el llamado frente del Este (y, además, un frente inmenso, en verdad inabarcable para un solo país) mientras aún no se había cerrado el del Oeste (aunque en esos momentos los alemanes llevaran ahí las de ganar). Esta decisión "errónea" se explica casi siempre con frívolos juicios de valor que hacen referencia a su "desmedida ambición", "escasa capacidad estratégica" e incluso"locura". Y, en apariencia, es difícil explicar por qué Hitler puso en marcha esta invasión cuando él mismo en su Mein Kampf, había criticado la decisión de los generales del Kaiser de luchar en dos frentes durante la Primera Guerra Mundial (PGM), en la que él participó y resultó incluso herido...

Pues resulta que no fue ningún error. Es complicado resumir toda la secuencia de acontecimientos en unos pocos párrafos, así que lo primero que haré será recomendar uno de los mejores libros que he leído sobre el tema -y he leído unos cuantos- cuya primera edición data de 1985 (es decir, hace más de 30 años, aunque a día de hoy sigue siendo un texto desconocido para la mayoría de ciudadanos europeos y americanos) y que lo explica perfectamente con una lectura amena y documentada hasta extremos más que minuciosos. Se trata de El rompehielos, firmado por Víctor Suvórov. Suvórov es el seudónimo literario, el "nombre de guerra para las letras", de Vladímir Bogdánovich Rezún, antiguo militar y oficial nada menos que del GRU, la ultrasecreta inteligencia militar soviética (ríete de la NSA norteamericana) creada en 1918 por Trotsky y que en 2017 sigue siendo una de las más poderosas instituciones de este tipo, al servicio ahora de Rusia como lo estuvo antes de la URSS. Las conclusiones -y las pruebas que aporta Suvorov para defenderlas- de El rompehielos son de tal calibre, y cambian tanto la percepción de lo que sucedió en 1941 (sobre todo en la mente de los fanáticos políticos que tanto abundan hoy día y que apenas tienen más que unas nociones generales y condicionadas acerca de la SGM), que el tipo ha sido desprestigiado gratuitamente una y otra vez. Sin embargo, su libro se defiende solo, cuando uno se para a leerlo y reflexionar sobre la avalancha de datos que proporciona. Y desde hace poco tiempo hay además una buena y completa edición en español, publicada por Planeta.

Resumo a continuación las principales ideas de El Rompehielos, sin detenerme a explicarlas. Todos aquellos que estén interesados por saber más pueden dirigirse directamente al texto:

* Los principales dirigentes soviéticos planeaban la puesta en marcha de la SGM desde antes incluso de que finalizara la PGM (por ejemplo, Lenin la anunció en 1916 en su manuscrito El programa militar de la revolución proletaria y, en 1920, insistió en ello durante su discurso ante el Soviet de Moscú, mientras Trotsky habló del tema en varias ocasiones). No podía ser de otra forma, de acuerdo con el carácter revolucionario del régimen marxista comunista (lo siento por los radicales de izquierdas, pero el comunismo no tiene absolutamente nada de pacífico, nunca lo ha tenido).  La PGM serviría para hacerse con el poder en Rusia y transformarla en la URSS y, tras un período de ordenamiento interno y fortalecimiento económico y militar, sería "necesario" desatar la SGM para extender la revolución al resto de Europa y, más tarde, del mundo.

* Stalin no hizo, en este sentido, más que seguir el plan una vez que asumió el cargo de secretario general del comité central del Partido Comunista de la URSS en 1922. A partir de entonces se dedicó a hablar de paz en público mientras en privado preparaba a escondidas y gracias a la cobertura de la dictadura soviética el ejército más gigantesco y poderoso de la historia de Europa. Ya en 1925  adelantó que "en Europa va a empezar una guerra, y que todos se pelearán con todos es absolutamente indudable, (...) nosotros también tendremos que entrar en ella, pero lo haremos los últimos para poner el peso decisivo sobre la balanza y que ésta se incline a nuestro favor."

* La hipótesis más osada del estudio de Suvórov -aunque también aporta datos para apoyarla- es que Hitler y sus partidarios recibieron apoyo secreto de la URSS para alcanzar el poder y volver a fortalecer Alemania, pues el plan era usar a los alemanes para desencadenar la ansiada "segunda guerra imperialista" que desangrara a todo Occidente antes de lanzar el Ejército Rojo a la "liberación" de Europa. De ahí la calificación de Hitler como rompehielos de la revolución. Muestras de este apoyo son la formación en secreto -pues estaba prohibida por el tratado de Versalles- de aviadores alemanes por instructores soviéticos a partir de 1925 en la escuela de aviación de Lipetsk -y eso incluyó al propio Hermann Göring-, así como de tanquistas  también alemanes con expertos también soviéticos desde 1926 en Kazan.

* La intención de Stalin era alimentar el ansia de los alemanes por recuperar los territorios del este que el Tratado de Versalles le había arrebatado al final de la PGM mientras, al mismo tiempo, la URSS se extendía hacia el oeste. Así llegarían a tener una frontera común que permitiera la futura invasión soviética. Por ello, Moscú no paró hasta destruir la barrera de Estados "colchón" (empezando por Polonia, que fue invadida por los alemanes, pero también por los soviéticos, aunque este último punto nunca suele recordarse) que separaba a ambas potencias desde el Océano Ártico al Mar Negro. A continuación, en lugar de reforzar las fronteras que se presentaban como supuestamente definitivas con la Gran Alemania, se dedicó a desmantelar todas sus líneas defensivas -incluyendo la muy poderosa Línea Stalin-, retirando alambradas, quitando las minas, disolviendo los cuerpos de unidades partisanas... También instituyó la ley del servicio militar obligatorio.

* El siguiente paso fue crear y concentrar una cantidad inmensa de ejércitos y material bélico ofensivo en la nueva frontera, con cientos de miles de toneladas de municiones y otros pertrechos. Sólo el 6º ejército soviético (uno de los considerados "especiales" en la jerga militar de la URSS) disponía de 460 tanques T-34 y KV, entre otros, y la previsión era que, al terminar de equiparse, dispusiera de 2.350 tanques (por comparar, cada uno de estos "ejércitos especiales" debía disponer de la mitad de la cantidad total de tanques a disposición de la Wehrmacht y con máquinas de mayor calidad), además de casi 700 automóviles blindados, más de 4.000 piezas de artillería y lanzagranadas y más de 250.000 soldados y oficiales. Y, de remate, una docena de regimientos de artillería pesada y unidades del NKVD.

* En sus Escritos publicados en 1947, Stalin reconoció que empezó a plantearse en serio la guerra de conquista de Occidente en 1927 y que desde el primer momento supo que necesitaba una victoria rápida y aplastante. Para ello precisaba no sólo un ejército fuerte sino estrangular los suministros del enemigo. Eso equivalía a dejar a Alemania sin petróleo para que pudiera movilizar sus blindados y sus aviones. Por ello en los planes del Kremlin se incluía un ataque combinado contra el territorio polaco ocupado y contra Rumanía, aliada de Alemania, para destruir el suministro de crudo a las tropas germanas. Con Francia derrotada y el Reino Unido contra las cuerdas, Stalin estaba dispuesto a atacar por la espalda a los alemanes. La orden de iniciar los preparativos finales para el ataque se tomó el 13 de mayo de 1941 y, previa "limpieza de civiles", el Ejército Rojo empezó a fluir hacia la frontera a partir del 13 de junio. A primeros de julio, todas las unidades debían estar concentradas en estado de alerta a la espera de la orden de ofensiva definitiva.

* Pese al secretismo de la movilización, fue materialmente imposible ocultar el masivo traslado de tropas y equipo. Los generales alemanes llegaron a la conclusión obvia de que los soviéticos habían decidido traicionarles así que Hitler, simplemente, tomó la decisión de adelantarse y ordenó acumular tanques, soldados y aviones en su frontera con la URSS. Conocía el riesgo, prácticamente el suicidio, de mantener la guerra en dos frentes, pero pensaba que el que da primero, da dos veces y que, si tenía que enfrentarse de todas formas con los soviéticos, mejor era escoger el momento del ataque que esperarles a la defensiva. Finalmente, Hitler dio la orden de ataque apenas diez o quince días antes de que lo hiciera Stalin. Por eso las tropas alemanas derrotaron en un principio con tanta facilidad a las soviéticas, que no estaban concentradas en orden de batalla defensiva y por tanto fueron fácilmente derrotadas por la Blitzkrieg. Y por eso también los alemanes sufrieron tanto, meses después, ya que no estaban preparadas para el invierno: no había dado tiempo material a preparar el equipo necesario. La Operación Barbarroja no fue, en realidad, una invasión sino un ataque preventivo...

Los más perspicaces de entre mis lectores quizá se hayan dado cuenta a estas alturas de que este artículo no es, en el fondo, más que un aperitivo para prepararles ante la próxima publicación de mi nuevo libro sobre el tema. Será, de hecho, mi tercer ensayo (¡ya tengo la trilogía!) sobre este conflicto bélico, tras Lucharon en batallas decisivas y Fugas y evasiones de la SGM, publicados por la editorial Robinbook, hoy rebautizada con el nombre de Redbook. El título escogido en esta ocasión es Errores militares de la SGM y creo que será interesante no sólo para los aficionados a la Historia Bélica, sino para el público en general.

Por cierto, no será mi única obra nueva. En las próximas semanas anunciaré otras novedades, a medida que estén disponibles en el mercado... 


  












viernes, 12 de mayo de 2017

Ojos que no ven

Desde luego, Internet ha llegado para trastocarlo todo, para bien y para mal. Hay un antes y un después de su puesta en marcha, más allá de las versiones oficiales aparte de quién, cómo, por qué y para qué se inventó de verdad la red. En ese sentido, hay una cosa muy clara: si alguien tenía intención de mantenerla bajo control, hace tiempo que se vio forzado a abandonar ese sueño... Hay demasiada gente en demasiados sitios aportando contenido cada minuto y ni siquiera los ordenadores más potentes son capaces de monitorizar y gestionar por completo esa creciente avalancha de datos, sobre todo en la llamada internet oscura. Tal y como están las cosas en este momento (cada vez más trabajos dependen de la conexión, cada vez más datos están "perdidos" en alguna parte de la "nube", cada vez más relaciones se producen en el escurridizo escenario virtual), el mundo no volverá a ser parecido a como lo fue antes del siglo XXI hasta que la red sea destruida, de una manera u otra. Quiero decir, de forma natural -con los efectos electromagnéticos de una tormenta solar de las que tanto preocupaban a Barack Obama al final de su mandato, por ejemplo- o de otra forma no tan natural -haciendo "caer" de manera artificial todos los sitios de internet no protegidos previamente con un supervirus electrónico, por ejemplo, con la excusa de una tormenta solar..., o sin ella-.

Aunque resulta obvio, muchas personas no terminan de darse cuenta de que Internet en sí misma no es buena ni mala, sino un simple reflejo del mundo real..., y por tanto tiene ventajas y desventajas. Una ventaja clara para aquéllos que consumimos mucha información es la abundancia de material a nuestra disposición: mucho más del que jamás podremos llegar a procesar en el corto plazo de una sola existencia -en ese sentido, los inmortales llevamos doble ventaja-. Un inconveniente claro es precisamente esa misma abundancia de material porque hay demasiado para poder gestionarlo correctamente y en un plazo razonable, al obligar a emplear más tiempo en la búsqueda, localización y cribado de datos que en su posterior análisis, que ya de por sí requiere una mínima dedicación. Sucede algo similar al ejemplo que hemos usado en alguna ocasión en esta misma bitácora: en la antigüedad, uno podía perder la vida en la búsqueda de una Escuela de Misterios de verdad pero, si la encontraba, sabía que era real desde el primer momento; hoy, internet ofrece miles de supuestas opciones que se presentan como si fueran Escuelas de Misterios -si bien no suelen utilizar esta denominación directamente- y no lo son -de hecho, algunas son todo lo contrario-, por lo que el que ansía seguir el camino de la Sabiduría lo tiene bastante más complicado en nuestra época que en la de Heródoto.

Para los conspiranoicos expertos como Mac Namara, la actual situación resulta, pese a todo, gratificante, pues facilita la disponibilidad a multitud de informaciones de interés a las que de otro modo tendrían bastante más difícil acceso y con las que, gracias a su experiencia, pueden trabajar ya de entrada a niveles más profundos a los cuales los neófitos tardaríamos bastante en llegar. Esto es especialmente verídico en lo que se refiere al material gráfico: fotografías y videos -incluso a distintas velocidades-, que pueden ser cuidadosamente analizados para apoyar las hipótesis construidas gracias a un bagaje de investigaciones acumuladas durante años (en el caso de mi gato conspiranoico, sospecho que durante muchas vidas, quizá más de las que llevo yo mismo enganchado a este planeta). El volumen de datos a disposición es de tal calibre que incluso empiezan a colarse en las ediciones digitales de la prensa "seria", en cuyas ediciones de papel difícilmente tendrían cabida. Así ha sucedido en uno de los principales diarios españoles que esta misma semana ha recogido en una de sus informaciones el fenómeno de los ojos cósmicos. Y, además, ¡citando un blog australiano de misterios y conspiraciones!

Y es que Mysterious Universe publicaba recientemente esta espectacular imagen adjunta en la que unas nubes en apariencia normales adquieren una forma peculiar: un ojo en el cielo. El autor de la fotografía se llama Graham Telford y asegura que la tomó junto a su casa en Leeds, Inglaterra, en un día obviamente nublado y, según sus declaraciones, con "bastante viento". Telford, fotógrafo aficionado, ha explicado que durante los últimos años ha tomado muchas instantáneas de "nubes extrañas..., pero nunca ninguna como ésta". Normalmente usa su cámara pero el ojo le pilló en la calle, sólo con su iPhone a mano. En cuanto difundió la imagen, la primera reacción popular fue reírse de él y acusarle de estar intentando engañar al personal con un burdo montaje de Photoshop. Pero Telford insiste en que no se trata de ningún corta y pega, sino de una imagen real. Así que la siguiente explicación general ha sido la de la pareidolia, esa extravagancia psicológica mediante la cual tendemos a "ver cosas donde no las hay", asociando imágenes con diseños reconocibles para nuestro archivo cultural, y que los llamados "escépticos racionalistas" -nombre con el que suelen autodenominarse los más ultramontanos de entre los materialistas- usan para explicarlo todo, de la misma forma que los crédulos achacan cualquier ruido raro dentro de una casa al fantasma de turno.

Es imposible no recordar en este punto el suceso vivido por Philip K. Dick en el cual él mismo declaró haber visto un ojo similar que le puso en contacto poco menos que con Dios (si bien, los expertos han achacado siempre esta psicodélica experiencia al habitual consumo de drogas del famoso autor norteamericano, más que a un contacto real con una entidad de otro plano, como él mismo llegó a creer y defender). Una experiencia que, en cierto modo, quedó reflejada en una de sus novelas menos conocidas, titulada, precisamente, Ojo en el cielo.

No es la primera vez que aparecen ojos así, de hecho. En el mismo blog se publican otras imágenes parecidas, de las cuales la más interesante es la obtenida a partir de un video obtenido en Rusia, en la localidad de Cheliabinsk, y que ha circulado profusamente por Youtube... También la incluyo, aquí al lado. Sí, la primera impresión es que, en todo caso, se trata de fenómenos naturales que interpretamos de forma un tanto fantasiosa, pero para Mac Namara hay otra explicación. ¡Siempre la hay! Aunque en este caso no me pilló por sorpresa.

- Sé que me vas a hablar otra vez del Proyecto 'Blue Beam' -trato de pararle-, esa conspiración para generar apariciones medio divinas medio alienígenas para forzar el paso hacia el Gobierno Mundial...

- Lo conoces bien, ¿eh? -se ufana, pues está convencido de que lo aprendí de él, aunque la primera vez que me encontré con esta conspiración fue..., en Internet-. Sabes, por tanto, que tiene cuatro etapas. La primera es la destrucción de las doctrinas religiosas tradicionales empleando varias estrategias: desde las películas de ciencia ficción hasta nuevos y espectaculares descubrimientos arqueológicos. Estamos muy avanzados aquí. La segunda etapa es el 'show' espacial, utilizando hologramas que proyecten en el cielo la imagen de la divinidad, que los creyentes de distintas creencias verían de acuerdo con su fe particular. La tercera etapa sería la comunicación electrónica dentro de la cabeza de la gente gracias a las ondas VLF y LF: "oigo voces"..., acuérdate de todos esos casos que hemos visto tantas veces de gente que dice que charla directamente con Dios..., o con el Diablo. La cuarta y definitiva sería la aplicación de los hologramas no ya en el espacio sino en la Tierra directamente para generar el caos creando artificialmente desde extraterrestres hasta fantasmas por todas partes, aprovechando la conexión electrónica de tantos aparatos. Viva el Internet de las Cosas y todas esas tonterías de los informáticos.

- Sí, y con todo el lío que se montaría, se supone que cundiría el pánico y sería más sencillo que el personal se entregara sin resistencia a los Amos y a su nuevo orden mundial...

-...cuyo símbolo es precisamente un ojo, el del billete de dólar -remacha mi gato conspiranoico-. Motivo por el cual el hecho de que el enigma se construya en torno a un ojo y no a cualquier otra figura o imagen lo convierte automáticamente en sospechoso.

- Así que piensas que el ojo de Leeds es una de las pruebas del 'Blue Beam'.

- ¿Por qué no? La tecnología actual en proyección de hologramas e imágenes de cosas inexistentes que parecen ser reales está muy desarrollada aunque aún lo será más a no mucho tardar -advierte Mac Namara-. Y una buena muestra de hasta que punto es eficaz la tienes en los atentados del 11-S en el World Trade Center.

Enarco una ceja ante su afirmación. El 11-S es un ejemplo de manual en cuanto a conspiraciones se refiere porque su explicación formal dejó tantos flecos pendientes (revelados, por cierto, gracias a Internet, ya que todavía hoy la inmensa mayoría de los medios de comunicación sigue defendiendo la ya indefendible versión oficial de que cuatro musulmanes con unas horas de vuelo y unas navajas fueron capaces de hacer lo que hicieron) que, a estas alturas de la película, sólo los ignorantes -en el sentido puramente estricto de la palabra- pueden seguir creyendo en ella. Sin embargo, pensaba que había ya suficientes cosas sospechosas en torno a lo sucedido en 2001 como para ponerse a pensar en el uso de hologramas en los ataques contra las Torres Gemelas y el resto del WTC.

- ¿Recuerdas los atentados? -me pregunta Mac Namara a bocajarro.

- Sí, perfectamente -le contesto-. En aquella época, dirigía un informativo de radio y lo terminé a las tres de la tarde, como siempre. Salí del estudio y entré en la redacción, donde estaba encendido un televisor, y vi la transmisión en directo del incendio de la primera torre, junto con mis compañeros de aquella época. Enseguida, el segundo avión impactó contra la segunda torre. Vimos el impacto con toda claridad, como te veo a ti ahora.

- ¿Seguro que viste eso? -ronronea, enigmático- ¿O fue lo que creíste ver?

- ¿Qué quieres decir? Lo vi yo y lo vieron millones de personas en la tele.


- ¿Qué vieron? A los espectadores se les dijo que había varios aviones secuestrados y que uno, el de American Airlines, se había estrellado ya contra las torres y a continuación vieron lo que parecía un segundo avión, esta vez el de United Airlines, impactando en la segunda torre. Sin embargo... En uno de los videos transmitidos por la CNN, que muestra el supuesto segundo choque, se puede ver un pequeño pero espeluznante detalle. Es un video oficial, no manipulado: fue distribuido así por la propia cadena de televisión y se puede encontrar en Internet. Viéndolo a cámara lenta o, mejor, fotograma a fotograma, se aprecia que una de las alas literalmente ¡desaparece junto a la esquina de la torre, como si fuera un fantasma! ¿Qué quiere decir esto? Una de dos: ese avión no era un avión, sino otra cosa, probablemente un misil "retocado" gráficamente con técnicas de holografía, o bien todo el avión en sí mismo era una holografía, no existía, no estaba ahí en realidad, pero los explosivos instalados en las torres, la verdadera causa de las espectaculares y 'hollywoodenses' detonaciones que vemos en las imágenes, fueron sincronizados de tal forma que nos hicieron creer que lo que parecía suceder era lo que de verdad sucedía.

Yo conocía bien la historia acerca del misil que impactó contra el Pentágono y que se hizo pasar por otro vuelo de American Airlines gracias a un libro que deben leer todos aquéllos que piensen que las conspiraciones en torno al 11-S son pura fantasía (y también aquéllos que no lo piensen, aunque a éstos seguramente les dirá pocas cosas nuevas después de todo lo que se ha escrito desde entonces). Ese libro se titula La gran impostura y fue publicado por el periodista francés Thierry Meyssan, poco tiempo después de los ataques. Todos los datos oficiales que se han dado a conocer después de su publicación dan la razón a la tesis de Meyssan, hasta el punto de que en los aniversarios del 11-S la mayoría de los medios pasan prácticamente por encima de este ataque para centrarse sólo en lo ocurrido con las Torres Gemelas. Pero esto me sorprendió: ¿misiles también contra el WTC?



- Las últimas fotografías distribuidas hace pocos días por el FBI acerca de lo del Pentágono, que han sido presentadas a bombo y platillo como atractivas desde el punto de vista informativo por su novedad o su interés resultan patéticas -apostilla Mac Namara-. Imágenes de escombros, de paredes destrozadas, de todo tipo de cascotes, de bomberos y trabajadores..., pero no del avión que supuestamente impactó allí. Los únicos restos de aparato aparecen en un par de imágenes con sendos fragmentos de un tamaño pequeño que pudieron haber sido colocados ahí para la foto. Ni rastro de sus alas, sus motores o su cola que, de acuerdo con los daños provocados por el presunto choque contra la fachada, debían estar perfectamente a la vista.

 - ¿Y según tú fueron misiles también los que explotaron contra los rascacielos?

- Desde luego, lo que parece claro es que no fueron los aparatos que nos dijeron que eran. Los expertos oficiales dicen que cuando el avión del ala "fantasma" chocó contra la torre sur iba a unos 850 kilómetros por hora. Ésa es la velocidad de crucero de un avión comercial de las características del que se supone que chocó pero..., es un dato poco menos que imposible para tan baja altura debido a la densidad del aire, sobre todo en una ciudad con una carga tan fuerte de contaminación como Nueva York... Pero si te dedicas a examinar los videos con tranquilidad y atención, analizando con lupa algunos fotogramas, te darás cuenta de otros pequeños detalles que, sumados, reducen al absurdo la probabilidad estadística de que sucediera lo que oficialmente se
dice que sucedió. Por ejemplo, verás como el morro del presunto avión que choca contra la torre sur es mucho más afilado de lo que debería ser, que carece de ventanas y que es de color oscuro... Muy diferente del aspecto que debería tener esa parte del tipo de avión de pasajeros. Verás también cómo se aprecia en algunas imágenes una peculiar "panza" colocada bajo el cuerpo central que nadie sabe lo que es y que desde luego no existe en el avión comercial que nos dicen que es. Verás igualmente cómo el avión se empotra en la torre, cortándola como un cuchillo un pan de molde, pese a que el aparato estaba construido con aluminio y el WTC fue levantado gracias a una poderosa malla de vigas de acero. Por muy rápido que vaya un proyectil de aluminio, no puede cortar una viga de acero. Si aquello hubiera sido lo que la versión oficial dice que era, el aparato tendría que haberse destrozado en el impacto y gran parte de su estructura habría caído al suelo pero lo que vemos en las imágenes es que penetra en la torre y 'desaparece' en su interior tras el humo y las llamas...

Ni que decir tiene que después de terminar la conversación con Mac Namara me entretuve el resto de la tarde, y parte de la noche, examinando las imágenes y tuve que reconocer que la hipótesis del holograma cobró fuerza paulatinamente hasta imponer su evidencia..., por lo menos hasta que alguien no demuestre lo contrario. En este momento, no puedo dejar de acordarme del famoso y espectacular video de la ballena de Magic Leap: una empresa emergente, de las que ahora
 usan la calificación de start up para parecer más importantes, dedicada al mundo virtual. El video se hizo viral hace un año más o menos y mostraba a un montón de chavales en un gimnasio, sentados alrededor de un espacio central vacío donde, de repente, aparece un pedazo de océano y una ballena saltando y cayendo de nuevo al agua. También se puede encontrar con facilidad en Internet. Según fuentes de Magic Leap, cuando esta tecnología se comercialice, lo hará con el aspecto de unas gafas que no interferirán la visión sino que proyectarán las imágenes directamente sobre la retina a través de un sistema óptico para hacernos ver cosas que no existen. Será un producto completamente nuevo que "no consiste únicamente en entretenimiento o jugar a los videojuegos sino que es otra forma de interactuar con el mundo". No será sólo eso, será una forma de vivir un mundo inexistente, el que quieren que creamos vivir aquéllos que programen esas gafas.

En las antiguas leyendas nórdicas, Wotan/Odin entregó uno de sus ojos a cambio de la sabiduría. Simbólicamente, se entiende que a partir de aquel momento era capaz de ver al mismo tiempo dos mundos: el externo, con el ojo "bueno", y el interno, con el ojo tuerto. Pero la enseñanza de su leyenda, después de saber todo lo que sabemos, es que, si confiamos sólo en lo que vemos fuera de nosotros, estamos perdidos. Necesitamos mirar constantemente hacia el mundo verdadero, hacia dentro de nosotros, para no perdernos ante el circo visual que crece y florece en el mundo material, como una hermosa y atractiva planta..., carnívora.







viernes, 5 de mayo de 2017

La deshumanización

Hablando con Mac Namara acerca del notable impulso que en los últimos años ha registrado el proceso de deshumanización del ser humano, llegamos a la conclusión de que aquí, como en otras estrategias de los Amos, se está empleando con increíble eficacia la táctica de la pinza. Se fija el objetivo, se marcan sus límites y se lanza una ofensiva por delante y por detrás para inmovilizarlo, hostilizarlo y drenarlo poco a poco. Cuando el objetivo haya sido suficientemente desmenuzado y debilitado, llegará el momento de barrerlo por completo. Es un método lento, pero a los Amos eso no les preocupa: llevan metidos en la conquista del mundo desde tiempos inmemoriales y conocen perfectamente la fábula de la tortuga y la liebre. Paso a paso, asegurando cada uno de esos pasos, siempre se llega más lejos que corriendo con la lengua fuera, como en esas ridículas escenas de las películas bélicas en las que dos ejércitos de infantes cargan armados el uno contra el otro corriendo y gritando como locos (lo cual es completamente irreal porque llegarían desfondados al cuerpo a cuerpo).

 Uno de los extremos de la pinza está integrado por los fanáticos de la tecnología (ya ni siquiera de la ciencia) que están deseando implantarse todo tipo de "cacharros" dentro del cuerpo para convertirse en idealizados seres biónicos, dotados de prestaciones físicas similares a los superhéroes y rozando la inmortalidad, para "superar y mejorar al hombre gracias a la tecnología" según las declaraciones de varios iluminados que he leído por ahí.

- ¿Te acuerdas cuando todos los conspiranoicos bramaban contra los chips injertables, asegurando que plantearían resistencia para no recibir lo que los apocalípticos directamente calificaron en su día como "la marca de la bestia"? -me pregunta Mac Namara, con gesto irónico-  Pues ya no hace falta plantear resistencia alguna porque, sencillamente, no habrá ninguna imposición: no hará falta obligar a nadie porque las gentes acabarán rogando que les coloquen el chip, como han terminado exigiendo tener su teléfono móvil de última generación, aunque no lo necesiten. Y cuando el 90 % de las personas lleven chip, el 10 % restante se habrá marginado solo..., y desaparecerá en una generación más.

Lo que resulta increíble es que toda esa banda de ingenuos que realmente está convencida de que va a ser mejor gracias a los implantes informáticos no se dé cuenta de lo que sucede con todo tipo de artilugios electrónicos a su alrededor: que se quedan obsoletos con una rapidez asombrosa. Cualquier ordenador de ultimísima generación deja de serlo a los 3 ó 4 meses de salir al mercado, cualquier smartphone es "antiguo" un año después de salir a la venta, los sistemas operativos se suceden uno tras otro con mecánica regularidad dejando anticuados y a menudo inoperantes los programas que funcionaban a la perfección hasta el día de ayer... Podría ser hasta divertido, si no fuera patético, ver cómo pasa de poderoso androide a muñeco reumático una persona injertada tecnológicamente que se quedara atrasada en las actualizaciones de sus programas.

El otro extremo de la pinza es el de los fanáticos del relativismo animal, empeñados en reducir el ser humano a mera categoría de animal dominante del gigantesco corral planetario. Siendo cierto que ningún ser humano es digno de ese nombre si maltrata, tortura o mata animales sin necesidad, defender que el hombre no está en un plano superior al de un cangrejo, un caballo o una ballena porque, después de todo, "no es más que un tipo de mono más evolucionado" en el que tampoco es tan relevante su contenido cultural -¡ya no digamos el espiritual!- demuestra un nivel intelectual y de comprensión francamente corto, además de una enorme inexperiencia acerca de lo que es la vida. Está por ver que un animal -un animal salvaje, que no haya tenido contacto con humanos ni, por tanto, oportunidad de aprender o imitar sus comportamientos- sea capaz de desarrollar una conciencia de sí mismo, fijar leyes y responsabilidades, establecer derechos, desarrollar un código ético y moral, crear arte, vivir un sentido de la trascendencia. 

- No, los animales no saben hacer nada de eso -certifica Mac Namara-. Ellos se mueven sólo por instinto, obedeciendo las normas establecidas por su especie, sin salirse del programa general. Los humanos también, ésa es su parte animal, pero en cada uno de ellos existe además la posibilidad de ir más allá, gracias a cierto contenido interno que sólo existe en ellos y que, en el fondo, es lo que les hace superiores al resto de criaturas.

- Resulta irónico que digas tú eso, siendo un gato -le apunto a Mac Namara.

- Tú sabes que soy algo más que un gato conspiranoico... -me contesta enigmáticamente pero, antes de que pueda preguntarle al respecto, continúa:-  Y también sabes que los animalistas tienen poco de ecologistas, aunque muchos de sus militantes de a pie nunca se hayan parado a pensarlo. Los ecologistas de verdad quieren mantener los ecosistemas, incluyendo su forma tradicional de desarrollo en la que el pez grande se come al chico. A los animalistas no les interesa tanto el bienestar animal como eliminar a los animales de la cadena alimenticia humana, lo cual es una barbaridad. La ciencia ha demostrado que el hombre llegó a ser lo que es, desarrollando un cerebro medio de 1.450 centímetros cúbicos, gracias a su ingesta de carne. Hay determinados elementos como la vitamina B12 que proceden única y exclusivamente de las proteínas animales y, a ciertas edades como en el caso de la infancia, no son sustituibles.

- ¿Vinculas el animalismo con el vegetarianismo y el veganismo?

- Yo no. Ellos mismos. Tómate la molestia de estudiar sus propias páginas web, más allá de los cuatro titulares, y observa cuál es su "misión" declarada y qué grupos internacionales financian estas organizaciones...

Tras una larga discusión, Mac Namara y yo llegamos a la conclusión de que el fanatismo tanto en temas de tecnología como en el de animalismo prende mejor en gente de menos de 40 años de edad pues, como dice mi gato, "han sido manipulados y atornillados desde pequeños a través de la televisión y las películas..., en el primer caso han comprendido mal ciertas historias de Ciencia Ficción y, en el segundo, han sido sobresaturados de animales parlantes humanizados en las producciones Disney y otras de dibujos animados". En consecuencia, en su opinión "están siendo impulsados inconscientemente por mecanismos neuronales implantados en sus cerebros cuando eran todavía unos niños impresionables", mecanismos a los cuales "se aferran porque les dan seguridad en un mundo en el que todo se desmorona a su alrededor y no saben a dónde agarrarse..."

Que el mundo se desmorone no es nada nuevo. Lleva haciéndolo toda la vida. Pensamos pisar sobre roca pero en realidad caminamos sobre guijarros que, en un momento, se amontonan y, al momento siguiente, se deshacen con la misma rapidez. En otras épocas, la gente encontraba el valor y la fuerza para enfrentarse al mundo en las ideologías políticas, morales o religiosas. Pero, en nuestros días, donde no hay líderes políticos honestos ni valientes, donde la moralidad es cada vez más una cuestión tan relativa que ni siquiera los villanos de las películas son verdaderamente malos sino seres "atormentados" que "reaccionan mal", donde las religiones muestran la peor cara de sí mismas un día sí y otro también..., ¿dónde asirse?

De esta forma, se va degradando la esencia de lo humano, entre los que sueñan un futuro ideal de androides Robocops y los que anhelan un futuro ideal donde los simios tengan los mismos derechos que los hombres porque, al fin y al cabo son nuestros "primos" (ay, cuánto daño hizo Darwin con sus tonterías..., cuando todas las antiguas tradiciones de las viejas culturas nos dicen lo mismo: que el hombre no desciende del mono sino que el mono es un hombre degenerado tras la destrucción de civilizaciones tan antiguas que ni siquiera las tenemos registradas en nuestros libros de Historia). 

Sin embargo, la inmensa mayoría de aquéllos que repudian a la Humanidad afeándole la generación de las guerras, las violaciones, la corrupción, las estafas, la violencia gratuita, la pederastia, los abusos de poder, la contaminación..., no se han parado a pensar que las personas que protagonizan estos hechos criminales son, ¡precisamente!, las más robotizadas (no en lo físico, pero sí en sus mecanismos que les convierten en seres fríos, sin alma, ajenos al sufrimiento de sus semejantes) o las más animalescas (que se mueven sólo por satisfacer sus instintos egoístas, puramente salvajes, como si no fueran -lo son- otra cosa que animales pervertidos). 

Pero la verdadera humanidad no está ahí, no reside en esos comportamientos. Hay que buscarla en otro lugar. Por ejemplo, fueron seres humanos los que compusieron la maravillosa Jesus bleibet meine Freude de la cantata BWV 147 o la embriagadora aria de la Reina de la Noche de Die Zauberflöte, los que tallaron la impresionante Pietá o la enigmática Dama de Elche, los que pintaron a la hermética Mona Lisa o a las imperiales Meninas, los que escribieron La Odisea o 1984, los que inventaron la penicilina o la anestesia, los que domaron el fuego y diseñaron la rueda, los que descubrieron que nuestro destino no es simplemente nacer, crecer, reproducirse y morir, sino que hay más, mucho más, cuando uno se dedica de verdad a investigar y descubre qué estamos haciendo en este planeta... Ésa es la verdadera herencia humana. Ninguna máquina, ningún animal, podrán hacer nunca coas como éstas, cosas como las que un ser humano de verdad puede llegar a hacer.

Y ahí está el meollo de la cuestión: no todos los homo sapiens son humanos (aunque podrían llegar a serlo si se plantearan un trabajo serio..., que por cierto nunca se plantean), pero todos los humanos sí son homo sapiens o se manifiestan como tales en este mundo. Robert Louis Stevenson lo explicó en una fábula hermosa publicada a finales del siglo XIX que, para las generaciones actuales, parece una simple historieta de terror con ribetes morales. Pero ahí se cuenta. 

Todo está contado hace mucho tiempo, en realidad. Todo está a la vista. El Secreto nunca ha estado oculto: el problema radica en tener los ojos cerrados...