Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 30 de junio de 2010

Arístokles redescubierto

Mi relación con Arístokles, hijo de Aristón y Perictione, descendiente de Codro, el último rey de Atenas, y vulgarmente conocido por el apodo de Platón (que significa "el de anchas espaldas", no en vano fue un gran mozo, no sólo desde el punto de vista intelectual y del espiritual, sino también físicamente) se remonta a los tiempos de la guerra del Peloponeso cuando él luchaba por su ciudad y yo lo hacía por la que entonces era mi patria, Esparta. De hecho, nos encontramos en cierto momento en el campo de batalla, cada uno cubierto por la sangre y el sudor, propios y ajenos, y algo muy extraño sucedió pues de pronto nuestras miradas se cruzaron y cada uno de nosotros supo en ese instante que sería incapaz no ya de matar al otro sino siquiera de cruzar sus armas con él. Durante unos segundos que semejaron una eternidad, viví (él también) una sensación inenarrable, como si se hubiera abierto un abismo a nuestro alrededor y abandonáramos este mundo para elevarnos hacia planos más sutiles, donde nos reconocíamos como viejos hermanos y camaradas separados al nacer y colocados por el capricho de los dioses en banderías distintas que en el fondo nos importaban una higa.

Un empujón a mis espaldas provocado por un brutal combate personal de otros dos hoplitas me devolvió al fragor de la guerra, aunque casi me derriba al suelo. Trastabillando, logré mantener la vertical pero cuando quise volver a mirar, Arístokles había desaparecido. En aquel momento, rogué a los dioses que protegieran a aquel desconocido que en el fondo de mi alma sentía no lo era tanto. Lo cierto es que la guerra terminó, los espartanos ganamos y, con la paz y la victoria, sufrí un proceso de crisis personal que me obligó a abandonar la milicia y la propia Esparta ante la extrañeza y la incomprensión de mis antiguos colegas de armas que pensaban había sido hechizado por alguna brujería al renunciar a la parte de gloria que me correspondía. En parte, así era. El curioso sucedido en aquella batalla junto a Arístokles abrió una misteriosa puerta en mi interior, puerta que traspasé y que me condujo a una sala donde encontré una fuente seca. Una nostalgia infinita me invadió cuando recordé de súbito la existencia de aquella fuente y volví a sentir la Sed: la misma que me ha acompañado durante mis sucesivas reencarnaciones y que sólo puede ser saciada con lo que los antiguos llamaban la Ambrosía o el Néctar de los Dioses. Y supe que tenía que encontrar a aquel hoplita ateniense de mirada clara porque comprendí que ambos éramos en realidad un tipo muy diferente de guerreros, y que nos conocíamos de muy antiguo.

Por eso empecé a viajar, y a buscar. Oí hablar de Sócrates, naturalmente, ¡el viejo y sabio gruñon!..., pero para cuando llegué a Atenas ya había sido asesinado por los mismos viles siervos de la Oscuridad que hoy, como en todas las épocas del mundo, martirizan y explotan a la Humanidad. La venganza de Sócrates fue morir riendo y bromeando: ¡ojalá yo mantuviera la entereza de ánimo de ese titán el día de mi rito de paso! En Atenas escuché por vez primera el nombre de Platón, pero no lo identificaba con el soldado con el cual me había enfrentado y, además, no se encontraba allí sino que estaba viajando. Cuando pregunté en qué otro lugar podría encontrar hombres sabios, uno de sus discípulos, Laques, me habló de Egipto en estos términos: "Los antiguos ya creían que los egipcios son los únicos que conservan aún parte del conocimiento real sobre la naturaleza del mundo y sobre el propósito verdadero de nuestra existencia. El mismo Solón, antepasado de Platón, aprendió allí casi todo cuanto sabía acerca de ello."

Así que encaminé mis pasos hacia la tierra de la Tríada Sagrada: Osiris, Isis y Horus. Tras un sinfín de penalidades y pruebas conseguí sumarme a un selecto grupo de siete personas escogidas para ser iniciadas en los Misterios y, ¿a quién fui a encontrarme allí, a los pies de la Esfinge? ¡Al mismo Arístokles Platón! Ambos éramos los únicos griegos del grupo de nuevos iniciados y nos reconocimos al instante, al ingresar en cierta estrecha sala de piedra iluminada apenas por un par de hachones humeantes. Lo único que habíamos compartido en aquella vida, antes de aquel momento, había sido unos segundos de confusión e indecisión en plena guerra, pero nos abrazamos como viejos amigos, como hermanos, que en el fondo es lo que éramos. De lo que pasó en la cámara de iniciación nada me es permitido revelar pero a partir de entonces acompañé a Platón en el resto de sus andanzas por el mundo, incluyendo en la fundación de su inmortal Academia donde impartí clases en calidad de profesor. De allí saldrían gentes muy principales, como el famoso Aristóteles, pero ninguno tan grande como mi amigo.

El caso es que en mi actual reencarnación sigo todas las noticias relacionadas con Arístokles, al que no he vuelto a reconocer en las últimas vidas aunque sé que no debe andar muy lejos de mí. Es más, en una de mis novelas aún no publicadas (pero que espero lo sea a no mucho tardar) y titulada La tumba de Gerión, el protagonista es precisamente él.

De ahí mi sorpresa y alegría al descubrir que un historiador y filósofo, profesor de la Universidad de Manchester, Jay Kennedy, acaba de publicar un informe acerca del código que Platón empleó en sus obras y que hasta ahora sólo conocíamos unos pocos (los que en aquella época vimos cómo redactaba sus escritos y lo que ocultó en ellos). Este erudito empleó un ordenador para intentar restablecer en su forma original las versiones contemporáneas más exactas de los manuscritos, reduciéndolos a conjuntos de líneas de 35 caracteres sin espacios ni puntuación. Así descubrió que muchos de sus textos poseen números de líneas basados en 1.200 o en múltiplos de 1.200, como la Apología de Sócrates, Gorgias, La República o Las Leyes. Y no es una casualidad puesto que a los escribas de la época se les pagaba de acuerdo con el número de líneas redactadas por lo que todas las personas implicadas en la publicación de un texto eran muy conscientes de cuántas había.

Kennedy afirma que Arístokles, quien "comprendió la estructura básica del universo y se adelantó en dos milenios a la revolución de Galileo y Newton", empleó "la cuenta de las líneas para saber en todo momento en qué lugar del texto se encontraba en cada momento y por tanto incluir en él un tipo de mensaje determinado". Los mensajes y conceptos positivos, por ejemplo, los situaba en las líneas o "notas musicales cósmicas" tercera, cuarta, sexta, octava y novena, consideradas especialmente armoniosas, mientras que los negativos los ubicaba en la quinta, la séptima, la décima y la undécima, más disonantes. Platón, concluye, "escribía simbólicamente y si uno se esforzaba y era inteligente podía comprender los símbolos empleados y descubrir la filosofía subyacente".

Naturalmente, naturalmente... Algún día nos reencontraremos, amigo Arístokles. Tenemos toda la eternidad por delante.

.......

Postdata: Llega el verano, llegan los meses de descanso. La Universidad de Dios concede vacaciones y yo me las tomaré, pero no para vaguear. Me espera la redacción de mi próxima novela, así que durante el período estival, Fácil para Nosotros permanecerá bajo mínimos. Para animar el blog de vez en cuando durante este tiempo, encargaré a Mac Namara que inserte periódicamente algún que otro texto. El ritmo normal de publicación de artículos lo retomaré al regreso de las vacaciones. ¡Hasta pronto!

martes, 29 de junio de 2010

Otra de bancos

A propósito de la economía, la finanza y todos esos rollos macabeos con los que nos siguen castigando y metiendo miedo mires donde mires, añado hoy una noticia dedicada a alguno de los despistados que ayer no se creían la afirmación de que jamás prosperará un impuesto general como la Tasa Tobin sobre la banca internacional mientras el sistema siga siendo el que es. Porque políticos y financieros permanecen vinculados y se sostienen mutuamente en la ardua labor de vivir mejor que nadie (aunque sólo lo han logrado desde el punto de vista material, algo muy pobre pese al dinero que manejan) a costa de la inmensa mayoría de los ciudadanos a los que cada día se les exige un poco más mientras se les concede también un poco menos (de libertad, de seguridad real, de alegría, de confianza...). Eso sí: con mucho fútbol en las botas.

La noticia fue publicada hace apenas una semana en el diario El Mundo tal y como la reproduzco a continuación; otros medios se hicieron eco de ella redactándola de manera algo diferente, aunque el fondo de la información es la misma. De momento, el titular es bastante sugerente: El Banco de España dirá si se condonó la deuda cuando el PSOE se lo permita. A partir de ahí es fácil imaginar el resto del texto: "El gobernador del Banco de España (Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en la foto de la derecha) se ha negado este martes a facilitar al Tribunal de Cuentas la documentación que obra en su poder sobre la presunta condonación de deuda al PSOE por parte del Banco Santander y la caja vasca BBK. 'Tenemos una relación excelente con el Tribunal de Cuentas y le facilitamos todo lo que pide menos este tema' ha afirmado en la Comisión de Economía del Congreso a preguntas del diputado del PP, Ramón Aguirre. 'Según nuestra interpretación de la Ley, no podemos entregar estos datos si el titular no lo autoriza. Si lo hace, no tendré ningún problema en facilitarlos', ha asegurado. Hacía alusión así a que el PSOE no ha dado permiso hasta ahora al Banco de España para que destape en qué condiciones ha logrado una condonación que, según ha confirmado el Tribunal de Cuentas, puede rondar los 35 millones de euros al haber sido perdonados al partido todos los intereses impagados y acumulados desde 1990."

Condonados..., ¿a cambio de qué? Porque es evidente que algo ganará la parte que perdona el crédito: nada existe gratis en el universo (y mucho menos en este pequeño y atrasado planeta) y así lo decían los clásicos latinos: quid pro quo. Ahora bien, si a cualquier ciudadano corriente se le ocurriera sugerir al banco correspondiente que le condonara la hipoteca o cualquier otra deuda crediticia que mantuviera con la entidad financiera para pagar un coche, un arreglo de la casa, un viaje o lo que fuera, apuesto veinte a uno a que la contestación del banco no iba a ser precisamente positiva. Tratándose además de una cantidad notablemente inferior.

Tampoco nos engañemos pensando que esto sucede sólo con el PSOE. Todos los grandes partidos políticos mantienen a día de hoy millonarias deudas con la banca y alguna información se ha publicado al respecto en los últimos años pero siempre envuelta en cierta neblina ante las lógicas reticencias de las formaciones políticas a revelar sus cuentas reales. La única diferencia respecto a lo que debe cada cual es que más amplias serán las deudas cuanto más poder toque el deudor. Pensemos, pues, que si esto está sucediendo en España con los partidos, lo mismo sucede en todo el mundo cambiando a éstos por los países y a los bancos nacionales por los internacionales.

Lo que no quita para que los servidores del sistema sigan siendo bien remunerados. Un informe de Merrill Lynch con Capgemini publicado hace apenas unos días lo decía bien claro: el número de millonarios ha aumentado en todo el planeta a pesar de la crisis. O mejor cabría decir: gracias a la crisis. Recordemos aquel viejo refrán de "A río revuelto, ganancia de pescadores". Cambiemos simplemente la palabra pescadores por financieros, especuladores o cualquier otra en esta línea que se nos venga a la mente. Este documento asevera que el porcentaje de la población con más de un millón de dólares en activos, en torno a unos 800.000 euros al cambio actual, creció algo más del 17 por ciento durante 2009 y alcanzó la suma de diez millones de individuos. Estos diez millones de "afortunados" acumulan una riqueza de nada menos que 39 billones de dólares (cerca de 32 billones de euros) o, lo que es lo mismo, casi un 19 por ciento más del volumen que acaparaban en 2008. En el caso de España, el número de este tipo de millonarios, que excluye la inversión en primera vivienda y consumibles, creció un 12 y medio por ciento el año pasado y son ya 143.000 personas.

Ahora bien, con esta cantidad de gente acumulando esta cantidad de dinero (y gastándoselo me puedo imaginar en qué), declaro solemnemente que la próxima de las ciento cincuenta mil ONGs que andan por ahí en el mundo viviendo a costa de recaudar dinero para los pobres del mundo que venga a mi casa o llame a mi teléfono para pedirme colaboración puede ahorrarse su tiempo y su esfuerzo porque no pienso hacerles ni caso. Que vayan a tirarles de la levita a esos 143.000 que viven en España y al resto de los diez millones que andan también con el riñón forrado para varias reencarnaciones, mientras los ciudadanos de a pie empezamos a imaginar una vejez similar a la del tipo de aquí a la derecha que, tras la reforma laboral de 2015, tendrá que esperar a cumplir los 97 años para poder jubilarse.

Un último recuerdo a un clásico latino..., porque, aunque mucha gente no lo crea, lo que está sucediendo en nuestro mundo de hoy ya ha pasado otras veces en la antigüedad. Atención a la cita:

"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse para evitar que Roma vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado."

Lo escribió Marco Tulio Cicerón, en el año 55 antes de Cristo. Un gran intelectual, aunque un poco cobardica. Coincidimos un tiempo en la antigua Roma..., pero ésa es otra historia.

lunes, 28 de junio de 2010

¿Impuestos a los bancos?

Ya dijo aquel gafotas genial llamado Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, uno de los tres escritores más brillantes de la lengua española (al menos entre cuantos hemos conocido históricamente, que no son pocos), que Poderoso caballero es don Dinero. ¿Cómo eran los versos inmortales de este madrileño irrepetible, una de las muy escasas personalidades con las que estoy de acuerdo en que en su día se le levantara una estatua? Ah, sí: "Madre yo al oro me humillo/él es mi amante y mi amado." O bien: "Es tanta su majestad/aunque son sus duelos hartos/que aun con estar hecho cuartos/no pierde su calidad." O ese definitivo y monumental: "Más valen en cualquier tierra,/mirad si es harto sagaz,/sus escudos en la paz/que rodelas en la guerra./ Pues al natural destierra/y hace propio al forastero,/poderoso caballero es Don Dinero."

Don Dinero es capaz de todo, hasta de inventarse las noticias que crea necesarias para engañar al personal. Buena prueba de ello es la que el diario El País, el más importante (por ventas y por difusión, ya que por calidad es más que cuestionable) de España en este momento, publicaba sin rubor ayer domingo con un titular a 5 columnas, encima de una imagen de David Cameron y Barack Obama protegidos por sendos paragüas a su llegada a la cumbre del G20 en Toronto. Atención a la frase, porque me estuve riendo un rato largo después de leer la interpretación de los hechos que publicaba este periódico: "Los emergentes fuerzan al G20 a enterrar el impuesto a la banca". Y la información comenzaba: "La cumbre del G20 enterró anoche la idea de generalizar un nuevo impuesto a la banca, una propuesta planteada en citas anteriores y que defienden EE.UU., la UE y el Fondo Monetario Internacional. La oposición de los países emergentes, Australia y Canadá hizo imposible hacer global una tasa que Washington, Londres, París o Berlín ya tramitan unilateralmente..."

Es en estos momentos cuando envidio el talento del grandísimo Quevedo, que sí hubiera tenido palabras para definir profesionalmente a los responsables de semejante publicación. Mucha ingenuidad, mucha ignorancia o mucho de ambas cosas (y tal vez de algo peor) hay que tener para, con las cosas que sabemos todos hoy día, echar la culpa a canadienses y australianos (que vienen a pintar en el escenario internacional lo que los españoles: o sea, más bien poco) en compañía de indios y brasileños (por citar un par de "emergentes", como les llaman ahora) no sólo de ser los grandes defensores de la banca internacional sino de tener más fuerza para imponer sus tesis que el poder que despliegan a diario de manera conjunta y complementaria el dólar y el euro, en este caso unidos, y, ¡por si fuera poco!, apoyados por el brazo armado del Capitalismo Mundial que es el FMI.

Para más INRI, el mismo diario publica en la página siguiente un cuadro con el PIB nominal de los países del G7 más Rusia detallando la situación, que convierte la portada del diario en un chiste de tebeo. Estados Unidos se sale del cuadro con casi 14.000 millones, seguido de Japón (mayordomo de Washington) con casi 4.400, Alemania con 3.300, Reino Unido con 2.800, Francia con casi 2.600, Italia con 2.100 (si sumamos todos los números, unos 30.000 millones de dólares en total)..., frente a Canadá en último lugar, sólo por encima de Rusia (y por poco) con 1.400. Australia por supuesto no aparece puesto que sus números son inferiores a los españoles. Es obvio que después de esto dejé de leer toda la información relativa a este asunto.

La cumbre del G20 ha servido para seguir haciendo el teatrillo y contar lo que se quiera contar sobre la (mal) llamada crisis económica, cuando en realidad es una crisis financiera no tan difícil de explicar siempre que uno sepa cuatro o cinco cosas sobre cómo marcha el mundo. Y una de las más importantes es que todos, absolutamente todos, los países del mundo están endeudados..., pero no unos con otros sino todos con la gran banca internacional. Por ese motivo jamás prosperará (al menos mientras dure este sistema: el día que reviente definitivamente, ya veremos) ninguna medida de control sobre los que manejan al poderoso caballero.

Porque la idea además no es nada nueva. En el primer tercio del siglo XX ya surgieron las primeras propuestas a ese respecto y a principios de los años setenta se concretó la iniciativa que ha estado más cerca de aplicarse (no llegó a hacerse) firmada por el doctor James Tobin, Nobel de Economía en 1981 (en la foto de la derecha). Es la conocida como Tasa Tobin que básicamente consiste en imponer un impuesto a cada una de las transacciones financieras internacionales: ésas que impulsan la especulación e inflan los mercados para que luego revienten o, lo que es lo mismo, el juguete favorito de los Madoff, los Soros y compañía. Sería una tasa mínima, de entre 10 y 25 centavos por cada 100 dólares, y su objetivo básico es el de frenar o desestimular el flujo de capitales a corto plazo (los obtenidos en unos pocos días o semanas). Estos capitales obtienen por lo general una ganancia elevada por la velocidad a la que se mueven, vendiéndose y revendiéndose varias veces incluso durante el mismo día. Pero si cada vez que cambian de manos tuvieran que pagar esta en apariencia mínima cantidad su elevado rendimiento financiero se reduciría enormemente e incluso podría llegar a desaparecer, con lo que se apoyaría las inversiones más estables, a largo plazo y no especulativas. En cuanto al dinero recaudado por esta tasa (se calcula que unos mil millones de dólares anuales, lo que nos da una idea de la cantidad de dinero "virtual" que cada día cambia de manos en esos caladeros de tiburones que llamamos alegremente mercados bursátiles), la idea era destinarlo a países necesitados, siendo administrado incluso por el FMI.

Pero no cuajó la Tasa Tobin..., como no cuajará ningún otro impuesto similar mientras, insisto, el sistema siga siendo el que es.

Un viejo cuento judío escenifica muy bien la situación. Se contaba en la antigua Unión Soviética y nos sitúa en una escuela, donde un profesor quiere comprobar lo que sabe un alumno en materia de aritmética y le plantea el siguiente problema:

- Imagina que eres tu padre y que me prestas 10 rublos a un 6 por ciento de interés. ¿Cuánto tengo que devolverte al cabo de un mes?

- 20 rublos, profesor -responde el alumno sin pestañear.

- ¡20 rublos! ¿Pero tú has hecho bien el cálculo? Te he dicho que me prestas 10 rublos..., ¡y a un 6 por ciento de interés! Piénsalo mejor y dime: ¿cuánto he de devolverte?

- 20 rublos -insiste el alumno.

- ¡Tú no sabes nada de aritmética! -le dice indignado el profesor.

- Y usted no conoce a mi padre -le contesta el alumno.

viernes, 25 de junio de 2010

Sonría a la cámara: ya es oficial que Echelon existe

Repaso la información internacional en la prensa de hoy intercambiando pareceres con mi gato conspiranoico:

- La guerra soterrada de Rusia y Bielorrusia por el abastecimiento de gas y petróleo a Europa, la tensión entre el Vaticano y Bélgica por lo de la pederastia, los líos de norteamericanos y británicos en el asuntillo de Afganistán, Obama I el Mesías presentando las Tablas de la Ley de su nueva reforma financiera en Estados Unidos que dicen es la más ambiciosa desde la Gran Depresión (eh, esto puede traer cola, tenemos que comentarlo otro día), el Mundial de Fútbol de Suráfrica por supuesto..., incluso la retirada de la estatua del Gran Asesino Stalin de Tiflis, la capital de su Georgia natal... Hummm..., va a ser cierto lo que decías, Mac Namara: que nadie cuenta lo de Echelon.

- Nadie ve nunca lo verdaderamente importante.

- Bueno -me paro un momento, sorprendido-, aquí hay algo que quizá... Mira: otro logro de la presidencia semestral española, que termina la semana que viene. Han conseguido poner de acuerdo a populares, socialistas y liberales del Europarlamento (533 de los 736 escaños) para dar el visto bueno al espionaje..., digo..., al control de Washington sobre los datos bancarios de los europeos.

- Sí, ése es otro gol que os cuelan los eurodiputados que se supone os representan (los gatos somos demasiado inteligentes para dejarnos engañar por gentes como ésas: a mí no me representa nadie salvo yo mismo), pero es más o menos legal porque se ha hecho con todo el descaro del mundo sin que nadie haya levantado la voz, otra vez con la vieja excusa de la lucha contra el terrorismo internacional. Es el nuevo pacto de Swift: el consorcio belga que gestiona las transferencias y ofrece garantías y límites en el uso de datos de los europeos en Estados Unidos. La semana que viene seguramente se aprobará el acuerdo, que entrará en vigor el 1 de agosto, y que permitirá a las autoridades estadounidenses (o mejor dicho a las autoridades que controlan EE.UU.) descubrir y manejar vuestros datos personales, bancarios incluidos, a placer. Pero no era a eso a lo que me refería antes. Sigue buscando.

Busco y rebusco la información de mi felino favorito, pero no parece que nadie haya dado mucha importancia al hecho que me ha contado Mac Namara hace un momento y que ha motivado el que ahora estemos revisando los periódicos digitales. La información la ha publicado el diario británico The Guardian y con ello me ha vuelto a poner los dientes largos una vez más, porque los anglosajones (sobre todo los norteamericanos pero también los británicos) serán todo lo que quieras, que lo son, pero en el ejercicio del Periodismo dan cien mil vueltas al resto del mundo. Son capaces de revelar las informaciones más trascendentales (otra cosa es el uso que se haga luego de ellas), mientras en España, por ejemplo, vamos poco más lejos de descubrir el color de la ropa interior de Belén Esteban o si a Jorge Javier Vázquez le ha salido otro grano en los glúteos. De hecho, aparte de una nota de la Agencia EFE, no he encontrado más acerca de lo de Echelon.

¿Y qué es lo de Echelon? Pues que The Guardian, un diario bastante serio, ha confirmado aprovechando la legislación actual sobre libertad de información la existencia del primer documento oficial que reconoce la realidad de esta tan temida como desconocida red de espionaje mundial fundada mano a mano por Estados Unidos y Gran Bretaña en 1946 y cuya puesta en marcha ha sido negada repetidamente por Washington y Londres (de acuerdo con la estrategia habitual: negarlo todo y acusar de "frikis" y "desquiciados partidarios de la teoría de la conspiración" a los que se atreven a preguntar por este tipo de cosas) desde que hace pocos años se empezó a filtrar la primera serie de informaciones al respecto.

Se trata de un documento de media docena de páginas conocido hasta ahora en la jerga de los investigadores como el UKUSA (United Kingdom-United States of America) pero en realidad archivado con el anodino nombre clave de BRUSA (BRitish-US communication Agreement o Acuerdo de comunicación britanonorteamericano) y en el que se especifica la vinculación entre los dos países mediante lo que en un primer momento fue una simple red global de puestos de escucha. En el caso del Reino Unido, el organismo encargado del despliegue fue el GCQH (Gobernment Communications Headquarters o Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno) y en el caso de Estados Unidos, la National Security Agency o Agencia Nacional de Seguridad. Este último dato demuestra de nuevo cómo los gobiernos ocultan información sistemáticamente puesto que en teoría la NSA (cuyas instalaciones actuales en Fort Meade, muy cerca de Washington, vemos aquí a la derecha) no se fundó hasta principios de noviembre de 1952: ¡seis años después de la redacción del documento ahora publicado!

Según la información facilitada por el diario británico, el informe advierte de que "no podrá revelarse la existencia" de Echelon a "terceras partes". Esto es, a nadie fuera de determinados niveles superiores en las jerarquías norteamericana y británica, ni aun a los aliados teóricamente más sólidos como Francia. Y además, ninguna persona que estuviera al tanto de su existencia y de su forma de trabajar recibiría misión alguna de carácter "arriesgado, que pudiera facilitar su captura por el enemigo o por una tercera parte". No obstante, el acuerdo original fue posteriormente ampliado a Canadá (en 1948) y a Australia y Nueva Zelanda (1956), países todos de la misma órbita anglosajona y de la Commonwealth, si bien con un nivel más limitado de información y análisis que el que seguían manteniendo los dos socios originales que durante mucho tiempo han exhibido sin pudor su denominada "relación especial" en detrimento de la en teoría más lógica aproximación de Londres al resto de las capitales europeas.

Los roces entre Londres y Washington po
r actuaciones concretas de uno u otro gobierno recortaron la confianza y, con ella, la fluidez de la información transmitida entre ambas orillas del Atlántico. Sucedió por ejemplo en 1973, ante la política pro-europea del primer ministro británico Edward Heath que tanto molestó al presidente estadounidense Richard Nixon y que le llevó a limitar los datos que se pasaban a los británicos. También durante la invasión de Kuwait en 1990 el entonces presidente norteamericano George Bush padre exigió a su colega de Canadá Brian Mulroney que enviara barcos de guerra para apoyar a la coalición internacional. El ejecutivo de Ottawa se negó y la Casa Blanca cortó de raíz la colaboración. Pocos días después, ésta y otras presiones hicieron reconsiderar su posición al gobierno canadiense, que cambió de idea, envió los barcos y, enseguida, volvió a contar con la información de Echelon.

En cualquier caso, Echelon no es un sistema cualquiera de espionaje, sino el sistema
de escucha y vigilancia más poderoso y sofisticado del mundo. En teoría se usa sólo para escuchar mensajes "peligrosos", relacionados con el terrorismo o la violencia, pero en la práctica (y de ahí que acabara siendo denunciado ante la Unión Europea, cuyo Europarlamento presentó en 1998 la investigación abierta a raíz de las informaciones facilitadas por el físico escocés Duncan Campbell en uno de sus libros, aunque sirvió de bien poco) se ha empleado para todo tipo de espionaje, incluido el industrial y el comercial, el de ONGs como Greenpeace o Amnistía Internacional, el de personajes mundialmente conocidos y capaces de arrastrar masas con sus opiniones como lady Di o Teresa de Calcuta y por supuesto el de los movimientos antiglobalización. Pero los países europeos que deberían haber arrinconado al Reino Unido por esta traición de uno de sus miembros en beneficio de la alianza con otro país fuera de la UE como es Estados Unidos nunca han protestado. ¿Por qué? Porque británicos y norteamericanos les dieron parte del "pastelito" para que se callaran: Noruega desde 1954, Alemania desde 1955 y otros como Italia e Irlanda poco después comenzaron a recibir algunas de las informaciones de la red. Y se callaron: ninguno de ellos reveló jamás la existencia del invento.

Echelon puede capturar, registrar y analizar cualquier tipo de mensaje enviado por teléfono fijo o móvil, radio, fax, télex o correo electrónico en cualquier parte del mundo, sea cual sea la tecnología que empleen para transmitirse: desde el cableado submarino hasta la emisión vía satélite. El único defecto del sistema es la colosal cantidad de información escrutada que pueden hacer morir de éxito todo el concepto. Sin embargo, el impresionante desarrollo tecnológico de los ordenadores actuales ha hecho posible manejar este inmenso caudal de datos seleccionando una serie de palabras o cifras de acuerdo con una especie de diccionarios que reflejan las principales preocupaciones del espionaje en un momento dado. Para hacernos una idea de los recursos a disposición de este Gran Hermano Orwelliano actualmente en funcionamiento, sólo en 1999 los servicios de información norteamericanos ya recibieron un presupuesto anual de cerca de 27.000 millones de dólares.

- Ahí viene la pregunta inevitable -me dirijo a Mac Namara-. Si este sistema es tan poderoso, ¿cómo es que no pudo prever los atentados del 11-S en EE.UU. o sus equivalentes del 7-J en Londres y el 11-M en Madrid? ¿o cómo es que no puede localizar a Osama Ben Laden?

- Y ahí viene la respuesta inevitable -contesta él, impertérrito-. ¿Quién te dice que no lo hizo? Ya sabes suficiente sobre todos esos acontecimientos, y más que sabremos en el futuro sobre sus verdaderos responsables, como para no creerte las explicaciones oficiales, ¿no? Mira: Echelon se ha usado para todo. Robin Robinson, un ex empleado del British Joint Intelligence Commitee (Comisión conjunta de Inteligencia británica) reveló no ha mucho que la primera ministra Margaret Thatcher ordenó en 1989 a título personal que se interceptaran todas las comunicación de Lonrho, la empresa propietaria del diario Observer porque publicó un artículo con datos sobre los sobornos que había recibido su hijo Mark en una multimillonaria venta de armas a Arabia Saudita. Pero, ¿sabes lo más grande de todo?

- Sorpréndeme.

- Que Echelon no es el sistema de espionaje mundial sino sólo uno de ellos. El más potente, sí, pero no el único. En 1995 la Unión Europea dio vía libre al establecimieno de su propio sistema equivalente, con el nombre de Enfopol, que en el Consejo Europeo de mayo de 1999 fue aprobado como tal, aunque no ha habido ningún debate público para informar a sus propios ciudadanos. Francia tiene su propia red, Frenchelon, y por supuesto también posee una Rusia, que se conoce como Sorm. Hasta Suiza posee un más modesto "echeloncito" bajo el nombre de Satos3.

- En resumidas cuentas: sonríe a la cámara, alguien en alguna parte te está observando con atención.

- Exactamente.

jueves, 24 de junio de 2010

Luna llena

Estamos casi en luna llena, la luna llena de San Juan (estará plena el próximo sábado día 26), una de las dos fechas principales en los calendarios de todas las civilizaciones, en torno al solsticio de verano (para nadie es un secreto que la otra es el solsticio de invierno: lo que desde unos dos mil años a esta parte venimos llamando Navidad, aunque antes tuvo otros nombres como, por ejemplo, Yule). En esta época resulta especialmente interesante tumbarse en la noche clara para contemplar con calma esa especie de queso de plata suspendido allí arriba, sobre nuestras cabezas, observándonos en silencio y tal vez sonriendo en su discreción ante nuestra ignorancia acerca de lo que ella es, en verdad. Porque, como suele suceder cuando tenemos algo constantemente delante de nuestras propias narices, estamos incapacitados para ver lo que el cuerpo celeste más famoso por estos pagos (después del Sol) nos muestra con su sola presencia. Y eso que nos muestra se puede resumir en una sola palabra: misterio.

Para la inmensa mayoría de la
s personas, la Luna no es más que el satélite natural de la Tierra, que está allí desde tiempos inmemoriales, que influye sobre las mareas de nuestro planeta (y sobre los licántropos y naturalmente los lunáticos) y que posee un ciclo de fases de 28 días gracias al cual el ser humano compuso sus primeros calendarios. Se supone que es un cuerpo muerto, aunque en los últimos tiempos la NASA ha reconocido haber encontrado indicios de agua, y que no debe tener demasiado que ofrecernos si tenemos en cuenta que a mediados del siglo XX las dos superpotencias de entonces, EE.UU. y la URSS, libraron una llamada "carrera espacial" para ver quién llegaba allí antes (que habrían ganado los norteamericanos) y después de gastar un montón de esfuerzos y dinero, y las vidas de más de un astronauta, la dejaron allí olvidada para no volver jamás.

Se supone.

Dos científicos rusos (soviéticos, en aquella época) plantearon no obstante en los años sesenta del
siglo pasado una serie de enigmas estrictamente científicos que, por increíble que parezca, medio siglo después y a pesar del avance de todas las ramas de la ciencia incluida la aeroespacial hemos sido incapaces de resolver. Enigmas que apuntalan con una solidez inquietante la hipótesis de que la Luna no es un satélite natural. Mijail Vasin y Alexander Sherbakov señalaron con rigor impecable una serie de claras anomalías respecto al comportamiento y la misma existencia de nuestro satélite, hechos de difícil encaje que posteriores investigaciones de otros expertos tanto de su país como de otros lugares del mundo han sido incapaces de explicar. O quizá no les han dejado hacerlo. Son los siguientes:

La Luna parece un satélite de diseño, pero de diseño de mesa d
e un superingeniero espacial. Su tamaño es absolutamente desproporcionado respecto al resto de lunas de los demás planetas de nuestro Sistema Solar (y hay unas cuantas, mucho más pequeñas respecto a su planeta "anfitrión"), puesto que representa una cuarta parte del de la Tierra.

Además, está situada a la
distancia exacta como para que desde aquí abajo la veamos del mismo tamaño que el Sol, siendo éste último mucho más grande y ubicándose mucho más lejos. Gracias a ello podemos contemplar regularmente un espectáculo único en nuestro Sistema: el eclipse total de nuestro astro rey. Parece una coincidencia demasiado asombrosa y lo cierto es que estadísticamente está casi fuera de análisis puesto que la probabilidad de que dos cuerpos tan diferentes y a distancias tan distintas nos ofrezcan semejante visión es de una entre diez seguido de casi cuatrocientos ceros (!).

Nadie sabe exactamente des
de cuándo nos acompaña nuestro satélite ni cómo llegó ahí. La comunidad científica ha planteado tres teorías básicas para explicarlo, pero ninguna de ellas resulta satisfactoria: 1º) la Luna es un pedazo de la Tierra que se desprendió por alguna causa, quizá un choque con un cometa gigantesco, en un momento dado (las enormes diferencias en la naturaleza de ambos cuerpos invalidan esta tesis); 2º) la Luna se formó al mismo tiempo que la Tierra, procedente de la misma nube de gas cósmico (pero la objeción principal es la misma); y 3º) la Luna era un cuerpo errante que fue atrapada por la gravedad terrestre (pero en ese caso su órbita sería excéntrica o como mucho elíptica: no absolutamente circular y cíclica como sucede en realidad; además nuestro satélite es un cuerpo demasiado grande para haber sido capturada sobre la marcha por un planeta del tamaño del nuestro).

Uno de los discos más famosos
de Pink Floyd es The dark side of the Moon (La cara oculta de la Luna) en referencia a uno de los hechos más conocidos acerca de ella..., tanto que hasta lo aceptamos ya como normal, sin plantearnos lo que eso significa. Nuestro satélite mantiene una sincronía perfecta, casi de cronómetro, en sus movimientos alrededor de la Tierra, de manera que siempre vemos la misma cara, da igual cuándo y desde dónde la observemos. No existe ningún otro punto del universo conocido en el que una luna se comporte de esa forma con su planeta. Ninguno. Por si fuera poco, la cara oculta posee mucha más cantidad de montañas, cráteres y accidentes geográficos que la cara visible, mientras que en ésta se agrupan el 80 por ciento de los llamados "mares lunares" o extensiones gigantes de lava endurecida.

Por lo demás, la densidad lunar media es del 60 por ciento respecto a la Tierra, pero no resulta uniforme. Es decir, hay zonas de la Luna que poseen mayor atracción gravitatoria que otras (este hecho planteó serias dificultades para trazar las órbitas de los ingenios espaciales, que debían reca
lcular constantemente el dato ante el riesgo de acabar estrellándose o saliéndose de la órbita), lo que plantea seriamente la posibilidad de que buena parte de su interior sea hueca. Los puntos con mayor atracción son conocidos como Mascones (del inglés Mass Concentration o Concentración de Masa). Una de las anécdotas más famosas de los viajes espaciales se refiere a la misión del Apolo XIII ("Houston, tenemos un problema..."). Para regresar a la Tierra cuanto antes y evitar así perecer en aquel complicado trayecto, los astronautas norteamericanos se vieron obligados a desprenderse con urgencia de una serie de fragmentos del cohete modular que orbitaba ya alrededor de la Luna. Estos pedazos cayeron sobre el satélite y el impacto produjo una resonancia muy particular que fue captada por los sistemas de medición de la NASA; una resonancia según testigos "muy semejante a las vibraciones de una campana".

Otro enorme misterio de la Luna son sus cráteres, tan característicos. Los hay de todos los tamaños y en distintos puntos de este cuerpo celeste y sabemos
que están producidos por los meteoritos que se han estrellado y siguen estrellándose contra su superficie desde Dios sabe cuándo, ya que carece de la atmósfera protectora que sí tenemos en la Tierra y que se encarga de desintegrar literalmente casi todos los meteoritos que nos bombardean a nosotros. El interrogante es: ¿cómo es posible que esos impactos sean tan poco profundos? Los científicos han medido cráteres de hasta 150 kilómetros de diámetro que no superan los 4 kilómetros de profundidad (!) cuando deberían tener al menos 50. Esto es algo absolutamente imposible, a no ser que el satélite esté "forrado" con un auténtico "chaleco antibalas cósmico" imperceptible desde nuestra posición, que sea de una materia extraordinariamente resistente.

Si cada uno de estos hechos por separado resultan llamativos, entenderemos el porqué de que Vasin y Sherbakov llegaran a la conclusión al examinarlos todos a la vez de que la Luna es un colosal satélite artificial colocado en órbita por seres inteligentes pertenecientes a una antigua civilizac
ión (humana o no pero obviamente mucho más avanzada que la nuestra desde el punto de vista técnico), hace miles de años. Un satélite construido con planchas montadas de titanio o un material similar (es interesante ampliar la foto de la izquierda y observar la superficie lunar con detenimiento), lógicamente hueco para poder ser empleado en el futuro, cuyas entrañas albergarían interesantes sorpresas. Quiénes, cuándo, cómo y por qué la construyeron son planteamientos que a la fuerza se les escapaban. Como buenos científicos, sólo estaban en condiciones de recoger pruebas y luego intentar darles una explicación lógica.

Como es natural, la inmensa mayoría de los científicos no quiso saber nada (de manera oficial) acerca de sus conclusiones. Sin embargo, a día de hoy nadie ha resuelto los misterios señalados por Vasin y Sherbakov.

miércoles, 23 de junio de 2010

Censura en la Unión Europea contra las voces críticas

El Parlamento Español ha sido hoy escenario del enésimo debate entre “los dedos distintos de la misma mano”, como suele llamarlos Mac Namara: los principales dirigentes políticos de este país, que se han arrojado los trastos a la cabeza una vez más en un escenario lleno de focos y micrófonos para espectáculo y entretenimiento público, mientras las cosas importantes siguen sucediendo a espaldas de todos en un escenario más chiquitín y poco iluminado en la parte de atrás. Y por cosas importantes entiendo, por ejemplo, la nueva herramienta contra la libertad de expresión en Europa que, con la excusa del combate contra el terrorismo inidentificado y para "proteger nuestra seguridad", constituye quizá la mayor aportación española durante su decepcionante (cuando no sonrojante) semestre de presidencia de las instituciones comunitarias. No se le ha dado mayor difusión periodística, no fuera a ser que alguien protestara. De hecho, yo me he enterado de ello gracias a una misteriosa monja guerrera de la Orden de Santa Ceclina que tuvo a bien mandarme un pergamino electrónico (cosas de brujería) en el que se relataba lo ocurrido. Una organización de derechos civiles que se puede encontrar en Internet en la dirección www.statewatch.org hizo saltar la liebre. Y es que se trata de un programa de...

- ¡Se trata de una zancada más hacia la Dictadura Mundial! -me interrumpe, furioso, mi gato conspiranoico- ¡Digno de la banda de euroburócratas al-servicio-de... que pululan por Bruselas, capital de la ignominia europea!

- ¿Crees que merece la pena ponerse así? -le pregunto a Mac Namara, más por intentar cortar el ritmo de sus protestas antes de que se embale, que por intentar realmente razonar con él (porq
ue cuando se enfada de esta manera no hay forma de calmarle).

- ¡Tú verás! Este ridículo blog que te empeñas en mantener día a día se convertirá en breve en un objeto sospechoso desde el punto de vista policial..., a no ser que empieces a hablar exclusivamente de la selección española de fútbol, o de cualquier otro equipo de fútbol, y de las telenovelas de amor y lujo, y de los miserables que elaboran los programas de telebasura con "famosos" y se dedican a publicitar o a inventar directamente la vida privada de cualquier espantapájaros.

La verdad es que mi gato conspiranoico tiene razón. El caso es que el minis
tro de Exteriores (por llamarle algo) Miguel Ángel Moratinos presidió recientemente, el 26 de abril de este mismo año en Luxemburgo, el consejo de cancilleres de la Unión Europea encargado de dar el visto bueno a un programa de vigilancia y recopilación sistemática de datos personales de todo aquel ciudadano sospechoso de estar experimentando un proceso de radicalización personal, que de eso se trata. Según los documentos comunitarios oficiales (y en concreto el 7984/20 y el 8570/10), accesibles al menos aún a día de hoy en la Red, se trata de vigilar a individuos involucrados en grupos de "extrema izquierda o derecha, nacionalistas, religiosos o antiglobalización", a pesar de que inicialmente se vendió la idea como parte de la estrategia de prevención contra el terrorismo islámico.

Pero ése era el concepto inicial, a partir del cual el documento emplea términos tan genéricos que la sospecha se puede extender en la práctica a cualquier ciudadano medianamente activo, que de manera automática pasa a ser sospechoso y acusable de casi cualquier cosa teniendo en cuenta que el programa incluye la investigación desde el "compromiso ideológico o político" del espiado hasta su situación económica, a partir de un concepto tan etéreo como el hecho de que se radicalice. Porque ¿quién decide cuándo una persona está en riesgo de radicalizarse o se ha radicalizado ya? ¿Y cuántos niveles de radicalización se consideran? Aún más, ¿qué entendemos por radicalizado? Cuando, por ceñirnos a la vigilancia de individuos de grupos "religiosos", se los relaciona con la radicalización, ¿significa
eso que además de a presuntos islamistas integristas radicales se va a espiar de la misma forma a presuntos miembros del Opus integristas católicos radicales o a presuntos miembros haredim del integrismo judío radical? ¿Quién decide dónde comienza la radicalización?

El documento de la UE insiste en recomendar a los Estados miembros que compartan "información relativa a los procesos de radicalización" sin especificar có
mo se entienden estos procesos, lo que de hecho convierte en sospechoso a todo aquél que piense de manera diferente a la mayoría, que a su vez sigue los dictámenes de los gobiernos de turno. En el caso de los radicales "antiglobalización", ¿cuándo comenzamos a espiar al usuario? ¿Cuando se compre su primer libro de Naomi Klein? ¿Aprovechamos entonces y entramos en su casa cuando no esté para llevarnos ese libro y sustituirlo por una revista del corazón? ¿O esperamos a que participe en su primera manifestación para abrirle la ficha policial correspondiente? Esto no es una exageración, porque el texto recomienda incluso vigilar los sentimientos (!) de las personas sospechosas, recabando información sobre las ideas, los argumentos personales e incluso los estados de ánimo.

Estamos ante el mismo juego de los últimos años: renuncie usted a su libertad (tan dura de conquistar, tan difícil de mantener) a cambio de aumentar su nivel de seguridad (de la "seguridad" que "nosotros" le demos, tan ilusoria o más como la que habitualmente cree disfrutar el ciudadano común). Statewatch.org lo dice bien claro: "Este programa no se dirige en primer lugar contra personas o grupos que pretenden cometer atentados terroristas, sino a gente que tiene puntos de vista radicales y a los que se define como propagadores de mensajes radicales".

- Pues como tú... -insiste Mac Namara-, aunque sólo escribes artículos interesantes cuando cuentas lo que yo previamente te he soplado... Pero lo más importante de todo es que este instrumento viola una de las libertades más sagradas del ser humano: la libertad de expresión. El desarrollo de todos estos planes comunitarios posibilitará que pronto, antes de lo que piensas, no puedas escribir lo que realmente opinas sobre lo que está sucediendo. Por temor a que te intervengan..., o porque te habrán intervenido ya y seguramente estás a punto de dar con tus huesos en la cárcel.

martes, 22 de junio de 2010

En busca de la creatividad

Una de las principales leyendas urbanas de la Literatura, sobre todo en la época contemporánea, es el supuesto miedo a la hoja en blanco. ¿Acaso es cierto eso de que llega un momento en el que se le agotan a uno los temas, las ideas, los personajes, las cosas que contar..., cuando se dedica profesionalmente (en España, mejor digamos semiprofesionalmente) al oficio de juntar palabras? ¿Qué sucede si estoy escribiendo LA novela y resulta que me quedo sin inspiración a medio camino? ¿Y si ni siquiera soy capaz de escribir el primer párrafo, la primera frase, la primera palabra...?

Mi propia experiencia me sugiere que ese miedo no es más que una excusa de escritores perezosos o amateurs para justificar sus propias limitaciones. Es más, tengo la teoría de que este mito lo inventó alguien que se hacía pasar por autor pero que en realidad no lo era sino que se limitaba a copiar los textos de otra persona menos popular, hasta que dejó de tener acceso a ellos por la causa que fuera y entonces, sí, le vino el "bajón creativo". Y es que todos los escritores de verdad que he conocido, ésos que sienten la necesidad de expresarse por escrito sin importar si producen best sellers o se limitan a encadenar frases por afición y sin más pretensiones, poseen cierto fuego interior que les impulsa a redactar, con independencia de las circunstancias en las que puedan hacerlo. Siempre han escrito, contando lo que sucedía a su alrededor o en su interior o en algún lugar muy lejano del Universo..., y muestran intención de seguir haciéndolo hasta el fin de sus días. Porque estar iniciado en la casta de los escribientes no es una habilidad cualquiera sino un don concedido directamente por el gran Thoth: el Djehuty de los egipcios, divinidad maestra del gremio (y mi tutor en la Universidad de Dios) al que no en vano se representa con el cálamo en una mano y la tablilla en la otra.

La escritura es un acto máximo de comunicación con otros seres humanos. Uno de los más importantes que conocemos en nuestra sociedad, puesto que el autor desnuda a través de su obra su Weltenschauung, su visión del mundo, y la transmite (y en ese acto insensato se expone al juicio de todos: desde el erudito hasta el iletrado) en el tiempo a un número indeterminado de lectores, que pueden llegar a ser muchos millones a lo largo de las sucesivas generaciones. ¿Soñaría acaso el autor de la Epopeya de Gilgamesh con el hecho de que su texto pudiera sobrevivir al nacimiento y derrumbe de sucesivas civilizaciones hasta el punto de que pudiera llegar a ser leído por gentes que nacerían miles de años después? ¿Qué sensación de vértigo histórico se hubiera apoderado de él, en tal caso? Sin embargo y paradójicamente, la escritura supone al mismo tiempo un ejercicio de soledad máxima, derivada de la concentración y el recogimiento necesarios para lograr hallar las frases adecuadas con las que trasladar al papel lo que se quiere comunicar.

Para escribir no se requiere sólo algo que contar y técnica para hacerlo. También se necesita creatividad, pues un escritor es, antes que nada, un dios, un creador de su propio universo literario, la razón última de la existencia de sus historias. Al igual que las divinidades a escala cósmica, el autor debe plantear unas leyes básicas para regir su mundo y sus personajes, y sólo después, cuando está todo el terreno de juego definido con claridad, echar a rodar la bola sin permitirse el lujo de alterar las condiciones prefijadas..., so pena de destrozar toda su labor. Si el proyecto está bien planteado, llega un momento en el que los personajes empiezan a "actuar" por sí mismos, toman sus propias iniciativas y se meten en los líos que ellos escogen, sin limitarse al guión prefijado que el autor pudiera haberles asignado antes de comenzar su narración. Cuando se produce esta "rebelión", sabes que el texto va por buen camino. Es difícil de entender para un néofito (¿cómo es posible que unos personajes creados por mí no hagan lo que yo quiero que hagan?) pero todo aquél que ha practicado alguna vez la teurgia de la creación literaria con éxito sabe a lo que me refiero.

Por cierto que la creatividad es uno de los recursos más buscados en la actualidad por todo tipo de organizaciones: desde empresas de todos los tamaños a centros universitarios o de investigación, pasando por generalatos o gobiernos. En un mundo cada vez más plano y reiterativo, donde la ineptitud, la ineficacia y la indiferencia multiplican el plagio, la vulgarización y la banalización, una persona creadora es cada vez más una rara avis por la que algunas instituciones están dispuestas a pujar con fuerza.

Ante el escaso número de creadores existentes, las fuerzas directivas del mundo han puesto en marcha en los últimos años una auténtica cruzada para tratar de averigüar dónde se esconde esta cualidad y cómo desarrollarla al gusto del consumidor. La buscan, como casi todas estas cosas, en el cerebro: entre impulsos eléctricos, sustancias químicas y densidades de neuronas, echando mano de la última tecnología en resonancia magnética. Recientemente The New York Times publicaba un reportaje acerca de estas investigaciones de la mano de Rex Jung, catedrático de neurocirugía de la Universidad de Nuevo México en la Mind Research Network (Red de Investigación de la Mente) de Albuquerque y, según su propia definición, líder del primer equipo que desarrolla una investigación sistemática sobre la neurología del proceso creativo, incluida su relación con la personalidad y la inteligencia.

Una de las primeras cosas que Jung ha constatado es que la creatividad es un proceso más complejo del que se pensaba y que no existe una forma única para medirlo. De hecho, no hay una manera clara de hacerlo, porque las típicas pruebas de inteligencia son fiables para constatar precisamente eso: ciertos tipos de inteligencia, pero en este momento todavía no existen unas pruebas equivalentes para medir la creatividad. Por ello, Jung ha diseñado unas mediciones que pretenden suplir esa ausencia de método, entre las que figura un formulario de logros creativos, en el cual se pide a los sujetos estudiados en el laboratorio que califiquen sus aptitudes en una decena de campos (entre los que se encuentran la música, el humor, las artes visuales, los descubrimientos cientificos y..., la escritura creativa). También se desarrolla la propuesta planteada en su día por el psicólogo J. P. Guilford, que consiste en pedir a los participantes que ideen funciones "nuevas" y "útiles" para objetos corrientes como un lápiz o una hoja de papel. E incluso se roza el absurdo al diseñar preguntas extravagantes, una especie de koanes "a la occidental" como por ejemplo: suponga que las nubes tuviesen cuerdas, ¿qué consecuencias tendría eso en la vida diaria?

Con todas las respuestas obtenidas merced a estos tests, se elabora un "índice de creatividad compuesto" que sirve para estudiar cómo funciona la creatividad. Entre los resultados obtenidos por Jung, un estudio concreto que involucraba a cerca de setenta personas llegó a la conclusión de que la creatividad posee un recorrido más complejo y menos previsible que el de la inteligencia. Según las propias palabras de Jung: "El cerebro parece comportarse como una eficaz autopista que puede llevarle a uno del Punto A al Punto B en el tiempo más corto posible. Sin embargo, en las regiones del cerebro relacionadas con la creatividad, es como si existieran un montón de pequeñas carreteras secundarias con todo tipo de interesantes rodeos y caminos poco frecuentados". Desde un plano meramente físico, mientras la inteligencia se relaciona con un funcionamiento rápido y eficiente de las neuronas, la creatividad se desarrolla en cerebros con una materia blanca más fina y unos axones de conexión que ralentizan el tráfico neuroquímico. ¡La creatividad parece sumarse al movimiento Slowly!

En el fondo, esto ya lo sabían los antiguos: lo importante del viaje no es la meta sino el camino.

lunes, 21 de junio de 2010

El corazón del guerrero

Con todo lo que me gusta el cine, lo cierto es que no me interesa ningún tipo de clasificación en particular (si es que he de definir alguna preferencia por épocas, por géneros, por países, por directores o cualquier otra). Busco siempre películas concretas y no por sus intérpretes o protagonistas técnicos sino, sobre todo, por el argumento y los interesantes mensajes (a veces subliminales) que se encuentran en títulos determinados. Ésta es la razón principal por la que me aburre profundamente el cine español, plagado de historias tan corrientes como reiterativas, protagonizadas por aspirantes a estrellas que oficialmente (sólo oficialmente) se declaran no interesadas en la fama y el dinero, y mantenido por los impuestos de un gobierno que conoce bien la rentabilidad política de los "famosos"..., pero que no suele ser pródigo en títulos atractivos para mi personal paladar. Sin embargo, muy de vez en cuando aparece alguna película curiosa que añado sin reparos a mi colección. Una de ellas es El corazón del guerrero: el debut en 1999 como director del entonces semidesconocido Daniel Monzón, hoy gran figura del séptimo arte nacional por su multipremiada Celda 211 que, entre otros reconocimientos, le valió el Premio Goya al mejor director de este mismo año.

La verdad es que Monzón no era ningún recién llegado a la hora de presentar su primera película, ya que llevaba muchos años dedic
ado al cine a través de su labor de crítico y periodista, tanto en papel impreso como en radio y televisión. Además, se había estrenado como coguionista en el thriller de Gerardo Herrero Desvío al paraíso... Protagonizada por Fernando Ramallo, Joel Joan y Neus Asensi, Monzón dirigió y también escribió El corazón del guerrero y a partir de ese momento abandonó su trabajo como crítico para enfrentarse al de criticado. El estreno no fue mal: se embolsó un par de galardones del Festival de Cine Fantástico de Ámsterdam, el premio a la mejor película fantástica en el Fantasporto y también el de mejor película internacional en el Fantasia de Montreal. Después llegaron una comedia (El robo más grande jamás contado), una cinta de terror psicológico (La caja Kovak) y la peli de prisiones que le ha convertido en uno de los directores de moda (Celda 211).

De todas ellas, la única que me interesa es El corazón del guerrero que ya vi en su día pero que acabo de revisitar vía DVD y que me confirma en la opinión que en su día me formé..., y es la de que resulta una película muy atractiva, harto difícil de clasificar. Y creo que por propia voluntad de su autor. No es una película de fantasía. No es una película de iniciación juvenil. No es una película de aventuras. No es una comedia a la española. No es…, nada concreto, sino que se mueve en medio de una ambigüedad que es precisamente lo que la justifica y le da su razón de ser, porque el motivo central del argumento radica en la confusión entre realidad y ficción. O, mejor, en cuál es la verdadera realidad, muy en el estilo de las historias de ese viejo maestro llamado Philip K. Dick. De hecho, el eslógan con el que se promocionó resulta bastante indicativo de por dónde van los tiros: La realidad es mentira.

El argumento cuenta la historia de Ramón (Fernando Ramallo), un adolescente aficionado a los juegos de rol, que está obsesionado con su personaje de Beldar (Joel Joan): una especie de Conan ibérico protagonista de un mundo de espada y brujería en el que se enfrenta con diversos enemigos. Beldar recibe la ayuda incondicional de su amada, belicosa y escultural amazona Sonja (Neus Asensi). Y también se apoya en los consejos, económicamente interesados, del brujo Netheril (Santiago Segura), apoyado por su Acólito enano (Javier Aller). En una de sus aventuras, Beldar consigue penetrar con la ayuda de Sonja en una tenebrosa cripta donde se apodera de una joya con forma de corazón que roba a un guerrero zombie (es una de las lecturas del título de la película: el otro hace obvia referencia al carácter de Ramón/Beldar). El éxito se convierte de inmediato en derrota pues este robo genera una maldición sobre su persona. Para anularla, debe matar antes de tres días a uno de los poderosos brujos de la Secta de los Mil Ojos o quedará condenado a sustituir al guerrero zombie encerrado en la cripta y defender la joya a su pesar hasta que otro guerrero le mate a él.

Esta línea argumental “fantástica” se entremezcla con la de la “realidad” en la que Ramón carece de la espada, y de los músculos para manejarla, de Beldar. Además, Sonja es Sonia, una prostituta de la Casa de Campo de Madrid que traiciona a quien haga falta por dinero. Netheril es un friki iluminado de nombre Carlos José (en la estela del auténtico -¿se acuerda alguien de él?- Carlos Jesús) y el Acólito enano es un enloquecido vagabundo vendedor de La Farola que vive en un zulo construido por él mismo en los túneles del Metro. Con una familia “desestructurada” (en la que el padre se fue a por tabaco tiempo atrás y la madre trabaja todo el día y casi no le ve), unos amigos que merecen ser llamados de cualquier manera menos amigos y una desorientación vital profunda, Ramón padece la progresiva fusión mental de ambas líneas de su vida que, al principio poco a poco y enseguida más aceleradamente, le impiden diferenciar una de otra y acaban conduciéndole hacia la desorientación más absoluta mientras busca librarse de la maldición que el master del juego de rol le echó por tener tan buena suerte con los dados en la partida.

En su anárquica percepción de la realidad, Ramón convierte la piscina de un hotel en un maravilloso lago con cascada, el castillo de cartón piedra del Parque de Atracciones en una peligrosa fortaleza o los leones del Congreso de los Diputados en dos monstruos broncíneos que escupen fuego. Pero, como él mismo no se cansa de repetir a otros personajes, y en especial a Sonia: "yo me quedo con la parte de la realidad que me interesa, la que es realmente hermosa y merece la pena vivir, no con la otra". Pues, en efecto, en un momento dado comprendemos que el adolescente no está simplemente enloqueciendo sino que es por completo consciente (cada vez más, a medida que avanza el largometraje) de que vive a caballo entre dos dimensiones (que esas dimensiones existan ambas en la realidad o sólo en la imaginación es lo de menos), que en cada una está dotado de unas circusntancias características y que desprecia profundamente una mientras trata de pasar el mayor tiempo posible en la otra. ¿No es esto, en cierto modo, lo mismo que pretenden los místicos conscientes de la existencia de diversos y simultáneos niveles de encarnación? Estoy seguro de que escritores conspiranoicos como David Icke disfrutarían enormemente viendo esta película.

Es precisamente en la sede de la Cámara Baja donde se desarrolla una de las mejores y más impresionantes secuencias, cuando Ramón penetra en el "templo de los brujos" de la Secta de los Mil Ojos con intención de apuñalar a uno de los malvados hechiceros y lo que ve en el pleno es..., no un conjunto de politicos trajeados y encorbatados sino precisamente lo que espera ver: un montón de brujos reunidos ataviados de forma extravagante, a medio camino entre los sacerdotes de Set de Conan el Bárbaro y los personajes dibujados por Moebius. Todo esto entronca con un último personaje que se incorpora a la acción mediado ya el metraje y es Adolro del Pozo (Adriá Collado), líder de un turbio partido político llamado Democracia Joven que es controlado en la sombra (y sin que el propio Adolfo lo sepa) por un grupo de gente tan poderosa como desconocida que se reúne bajo el nombre de Grupo Octógono (en cuyo símbolo corporativo aparece un ojo) y cuya aparición es inevitable relacionar con una suerte de rama de los Illuminati. Toda la película está plagada de guiños cinéfilos obvios para el aficionado a la Fantasía y la Ciencia Ficción: desde la existencia del propio Beldar alias Conan y Sonja alias Sonja la Roja (ambos personajes del inmortal Robert E. Howard), hasta la escena del tejado en plan Blade Runner o algunas secuencias de acción a lo Indiana Jones.

Ojo, no es una película perfecta. Aparte de ser la opera prima de Monzón, se trata, después de todo, de un largometraje español y, como tal, adolece de algunos típicos defectos de las películas españolas. Entre ellos: el humor grueso absolutamente prescindible y basado en el sexo, la sobredosis de tacos y palabras malsonantes, cierta tendencia a llevar hacia el sarcasmo escenas que hubieran merecido un mejor tratamiento dramático, una alarmante falta de dicción en varios de los protagonistas que dificulta entender qué están diciendo exactamente y la presencia de personajes televisivos famosos en el momento en el que se rodó la película pero que hoy no aportan gran cosa. A pesar de todo ello, una de esas cintas que se termina casi de pronto (pese a sus casi dos horas de duración) y nos deja con ganas de más. Y preguntándonos si, al final, Ramón no tendría razón y su vida verdadera era la de Beldar. Aún más: preguntánonos si nuestra vida verdadera no será también la "otra", no ésta en la que participamos en este momento (como decía el filósofo chino: "¿Soy yo el filósofo soñando ser una mariposa o soy la mariposa que sueña ser un filósofo soñando ser una mariposa?"). Merece la pena.

viernes, 18 de junio de 2010

Drogadictos legales

Los diversos niveles de la Administración invierten cada año sumas fabulosas de dinero en publicitar campañas contra el consumo de drogas, poner en marcha talleres con exdrogadictos o personas en riesgo de caer en este vicio, desplegar expertos en colegios de toda España, desarrollar tratamientos médicos especializados para los afectados..., y muchas otras actividades destinadas todas ellas a concienciar a la población en general del peligro de los estupefacientes y a combatirlo en la medida de lo posible. Hoy es prácticamente imposible encontrar a una sola persona que no tenga acceso regular a los medios de comunicación y un mínimo de raciocinio que no sepa que la ingesta de cualquier tipo de droga (sí, incluso del en apariencia "inocente" hachís) lleva aparejado serios riesgos para la salud. ¿Lo es?

En principio depende de a lo que llamemos droga. La mayoría de las personas asocia el término con preparados notablemente dañinos y/o con gran potencial de adicción, como la heroína o la cocaína. Droga-adicción o, por síncopa, drogadicción es la dependencia enfermiza, física y psíquica, de sustancias de este tipo que afectan a las funciones cerebrales y también al sistema nervioso central y que producen alteraciones en la percepción de los sentidos, con todo tipo de consecuencias: desde euforia hasta depresión, desde alucinaciones hasta ralentización del tiempo pasando por la locura y, en última instancia, la muerte. Sin embargo, en Farmacología, se conoce como droga a "toda materia prima de origen biológico que permite directa o indirectamente elaborar algún tipo de medicamento sobre la base de un principio activo o sustancia responsable de la actividad de la droga". Es decir, desde un punto de vista técnico, una aspirina, un ibuprofeno o cualquier otra medicina de uso corriente es también una droga.

En la actualidad, existen varias formas de clasificar las drogas y la más habitual en ésta nuestra época ambigua en la que no se puede descalificar ni siquiera la actividad más perversa no vaya a ser que haya alguien en alguna parte que vaya a molestarse por nuestro juicio de valor es de acuerdo con los efectos que producen en el sistema nervioso central. Según esta clasificación, se puede hablar de tres tipos de sustancias: 1º) depresores o psicolépticos (que inhiben de manera anormal el funcionamiento del sistema nervioso central, como el alcohol, la heroína, la morfina, la metadona, las benzodiacepinas o los barbitúricos); 2º) estimulantes o psicoanalépticos (que activan exageradamente todo el sistema, como la cocaína, las anfetaminas, la nicotina, la teobromina, la cafeína o la teína); 3º) alucinógenos o psicodislépticos (que alteran el estado de conciencia y deforman la percepción como el LSD, la psilocibina, el peyote o las conocidas como drogas de síntesis).

Un dato especialmente interesante es el nivel de adicción que provocan. Curiosamente, la nicotina figura en primer lugar absoluto de la clasificación (de donde se puede deducir la dificultad de dejar el tabaco) y el valium o diazepam, esa "inocente" y "benéfica" pastillita con la que nos "relajamos" tan fácilmente ocupa la quinta posición, detrás del principio activo del cigarrillo, la metanfetamina fumada e inyectada y el crack.

Todo este amplio prólogo era preciso antes de enfrentar la siguiente información que no he visto haya sido difundida con demasiado interés por los medios de comunicación, a pesar de su importancia: el diez por ciento de la población española (¡Uno de cada diez ciudadanos, nada menos! ¡Eso supone casi cuatro millones y medio de personas!) está polimedicada o, lo que es lo mismo, toma más de seis medicamentos diarios. Aún más, el setenta por ciento de las personas mayores de 65 años (en este momento 17 de cada 100 españoles superan esta edad) también lo está. ¿No es una estadística brutal? Sobre todo, teniendo en cuenta que esconde otra aún mucho más alarmante, puesto que la polimedicación significa tomar varias medicinas cada día, pero sólo se considera en esta categoría a aquellas personas que toman un mínimo de media docena. ¿Cuántas hay que toman, por ejemplo, tres medicinas diarias, o cuatro, o cinco (o incluso una sola)..., pero no aparecen en la estadística?

Estos datos son oficiales y se han hecho públicos en una jornada bautizada Polimedicación y Envejecimiento organizada por el Ministerio de Sanidad y la Organización Médica Colegial (OMC) con la intervención del secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos, el vicepresidente de la OMC, Ricardo Gutiérrez, y el tesorero de la organización, José María Rodríguez. Jornada en la que se ha advertido de que con la ingesta de tantos medicamentos diarios existe un riesgo serio de interacción entre ellos y, de hecho, según revelaba Martínez Olmos, cerca de un 30 por ciento de los casos que son atendidos en las urgencias de los hospitales españoles se debe al abuso de medicinas.

¿Necesitamos realmente tomar tantas medicinas? Nuestros antepasados no tomaban ni la mitad de la mitad de las que consumimos hoy para sobrevivir. Y las que utilizaban estaban basadas en hierbas naturales recogidas y preparadas por personas que con el tiempo fueron acusadas de "brujas" (y perseguidas y asesinadas) para eliminar la competencia de la reciente y corporativa profesión de cuidador-de-enfermos (atención, el negocio no está en curar a los enfermos, sino en cuidarlos: esto es, mantenerlos el mayor tiempo posible suspendidos en ese hilo delgado entre la enfermedad y la salud para entre tanto venderles nuestra atención y nuestros productos).

"¡Eh, oiga! Nuestros antepasados sufrían
muchas más enfermedades y morían antes porque no tenían los niveles de protección médicos y el arsenal químico del que disponemos en la actualidad", dice el espontáneo de la tercera fila, levantándose indignado. ¿Seguro? ¿No sería más bien que sufrían esas enfermedades por las deficientes condiciones de alimentación e higiene, por no hablar de su constante reclutamiento para todo tipo de enfrentamientos bélicos? Y en cuanto a morir antes, ¿no estamos ante las mismas causas? Es posible que un griego antiguo o un hombre de la Edad Media tuviera una esperanza de vida de 30 años..., si pertenecía al pueblo normal y corriente. Si era un rey, un aristócrata, un funcionario o un religioso de alto nivel y podía evitar el riesgo de la guerra, llegaba a vivir tanto como cualquiera de nosotros, hombres contemporáneos. Y quizá más: en el Antiguo Testamento tenemos relatos claros acerca de los viejos patriarcas que llegaron al siglo de edad, y aún muchos más años, según los asombrados testigos de su propia época.

¿Qué se esconde entonces detrás de todo esto? Parece bastante evidente: la diferencia entre un "porro" o una "rayita" y un comprimido cualquiera recetado por nuestro médico de cabecera o por el especialista no es, después de todo, más que una cuestión de legalidad. Alguien decide que unos productos pueden estar a libre disposición y otros no (porque de esta manera se pueden amasar grandes fortunas con la compra-venta de la sustancias ilegales), pero la mayoría de ellos (probablemente todos, en las dosis adecuadas) resultan con el tiempo adictivos. Y por tanto son un gran negocio por partida doble: 1º) ayudan a mantener bajo control a la sociedad (que reclama estas sustancias, no puede prescindir ya de ellas) y 2º) genera inmensas cantidades de dinero al vender los distintos tipos de medicamento (para la gripe, para el dolor de espalda, para las hemorroides, para la astenia, para las jaquecas, para el síndrome postvacacional y para lo que haga falta).

Y cuanto antes enganchemos al ciudadano, mejor. Oficialmente, la polimedicación va acompañada de la edad y el deterioro físico por culpa del cual se generan diversas dolencias que es preciso tratar de forma crónica. Pero el enorme negocio que se esconde detrás de esta práctica de hacer ingerir a la población medicinas como si fueran gominolas o caramelos de menta se siembra ya en la infancia... Como lo demuestra el primer formulario universal estandarizado de medicamentos para niños de entre 0 y 12 años que hoy mismo ha presentado la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se supone que es un texto informativo acerca de cómo usar ¡más de 240 fármacos "esenciales" (lo siento, pero no me creo que un niño, ni ningún ser humano normal, precise 240 medicinas básicas diferentes)! para el tratamiento de enfermedades y dolencias. En realidad, es una guía de cómo recetar más medicinas a los niños de las que ya se les receta hoy día e incrementar el negocio farmacéutico. Y cómo hacerlo con seguridad para evitar los riesgos de la polimedicación, ya que la OMS explica que hay fármacos tan comunes como el ibuprofeno que provoca efectos negativos si se combina con 21 de los medicamentos "esenciales" incluidos en este documento.

Reflexionando sobre esto podríamos llegar a conclusiones interesantes del porqué de la cruzada emprendida por la grandes industrias farmacéuticas con el apoyo de la OMS y otras instituciones públicas contra las nuevas "brujas". Es decir, contra todas aquellas personas que practican y aplican la medicina natural, la homeopatía y otras prácticas de salud alternativas que han demostrado su eficacia en no pocas ocasiones pero a las que se les sigue negando el pan y la sal, acusándoseles de superchería y "esoterismo" barato y a las que se fríe a leyes e impuestos para dificultar y, a la larga, aniquilar su actividad.