Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 30 de noviembre de 2009

En defensa de los suizos


-->Me hubiera gustado hablar con mi profesor de Misticismo y Paradojas, Nasrudin, acerca de la polémica del día en la Universidad de Dios que, como es obvio, no podía ser otra que el referéndum de Suiza en el que prácticamente 6 de cada 10 ciudadanos han dicho NO a la construcción de más minaretes islámicos en el corazón de Europa. Todos los corrillos del campus hablaban de lo mismo (en la cafetería, se agotaron los desayunos con suizos: me refiero a los bollos, claro) y se cuenta que uno de los co-rectores universitarios, Alias Alá, estaba que trinaba recorriendo los pasillos de su despacho arriba y abajo sin que ninguno de sus asistentes se atreviera a interrumpir sus rugidos de tigre enjaulado. Sin embargo, Nasrudin estaba hoy desaparecido, en alguna investigación particular o tal vez de vacaciones. Conociéndole, apostaría a que estaba en Suiza.

Personalmente me ha llamado mucho la atención que haya sido una mujer, precisamente una mujer, la ministra suiza de Asuntos Exteriores Micheline Calmy-Rey, la que haya tenido que pedir perdón a los países musulmanes lamentando públicamente el bochorno del gabinete al que pertenece, que afirma no haber previsto semejante resultado para una consulta popular de este tipo.

- Esa mujer es, como mínimo, una completa ingenua -apuntaba Mac Namara, deseoso de darme su opinión, aunque no se la hubiera pedido-. ¿Por qué se cree que en la Unión Europea todas las cosas importantes las deciden los gobiernos en lugar de convocar un referéndum para que voten los ciudadanos? ¡Hay que evitar que la gente se exprese: normalmente suele tener una opinión distinta de la de sus amos!

Le comenté a Mac Namara la reacción de los periódicos suizos, con titulares de ésos con los que les gusta atormentar a sus lectores, erigiéndose en nuevos sacerdotes de la moralidad y la verdad:
"Miedo al otro", "Irracional", "Voto con las tripas"... Y sentencias como: "los musulmanes de Suiza no se merecen la injusticia de ese voto de castigo inspirado por el miedo, los fantasmas y la ignorancia" o "es el miedo respecto a la solidez de nuestro Estado de Derecho frente a la mezcla de culturas a la que conduce el mundo globalizado".

Y por supuesto las quejas y críticas de los musulmanes. En Indonesia, que es el país con mayor número de musulmanes del mundo, la principal oganización islámica denunció el
"odio" y la "intolerancia" que según su opinión campan a sus anchas en Suiza. En Egipto, el muftí calificó de "insulto" el resultado del referéndum. En Paquistán, religiosos locales califican lo ocurrido de "islamofobia extrema".

- Los periodistas suizos que han escrito esos titulares y editoriales son papanatas a sueldo que se limitan a redactar lo que les mandan, seguramente por indicación de la cínica clase política suiza -sentencia Mac Namara entre lametón y lametón de la escudilla de leche-, y los líderes islámicos que tanto se quejan son una pandilla de hipócritas.

- ¿No crees que estás siendo un poco duro, muchacho? -le pregunté a mi gato parlante.

- Mira, inocentón: yo también leo los periódicos. La ministra de Justicia y de la Policía suiza, otra mujer llamada (la pobre) Eveline Widmer-Schlumpf, ha dicho, copio palabra por palabra:
"temo efectivamente (...) que este resultado tenga consecuencias sobre nuestras exportaciones y en el ámbito del turismo. Estos últimos años, por ejemplo, el número de visitantes de los países del Golfo aumentó un 15 por ciento anual". ¿No te sugiere nada? Me parece que en los países del Golfo no existe precisamente una clase media como la occidental. Allí la gente suele ser pobre, bastante pobre..., menos los ricos, que son muy ricos. Y que son los que hacen turismo. Y guardan sus divisas en las cajas fuertes de los bancos suizos. ¿A qué tiene miedo Eveline, entonces? ¿A la extensión de la islamofobia, la intolerancia, el racismo y no sé cuántas cosas más? No, te lo está diciendo claramente: su miedo y su preocupación es porque los ricachones jeques musulmanes se enfaden con Suiza y retiren sus dineros. Ginebra es una de las ciudades más conocidas en el mundo árabe, y no precisamente por sus limitadas bellezas turísticas, sino por sus bancos. ¿Sabes cuánto dinero genera cada año "el ámbito del turismo" como diría Eveline? Unos 250 millones de francos suizos. Al cambio, unos 164 millones de euros.

- Pero está la libertad de culto...

Mac Namara se rió como se ríen los gatos, mezclando bufidos con maullidos como si hubiera sido poseído por un auténtico djinn del desierto.

- ¿La qué? Supongo que no te referirás a la libertad de culto en los países musulmanes, ¿no? Trata de abrir una iglesia cristiana en Indonesia, Egipto o Paquistán, por citar simplemente los países que me contabas que se han quejado. Y trata de ponerle un campanario a esa iglesia, y rematarla con una cruz encima. Y cuando lo hayas conseguido discutimos lo de la libertad de culto. ¿Sabías que para el Islam, una persona que es musulmana y que decide convertirse a otra religión, sea el Cristianismo o cualquier otra, debe ser ejecutada por ofender las creencias musulmanas?

- La verdad es que no.

- Naturalmente. Ni tú ni mucha gente ignorante que jamás ha puesto el pie fuera de su pueblo (o al menos la mente fuera de la estrecha cuadrícula en la que la mantiene encerrada) y se cree que las cosas por el mundo adelante funcionan igual que aquí. No, mi inculto amigo. Lo de la libertad de culto y de pensamiento y de cada uno que haga lo que quiera es una conquista exclusivamente de Occidente. No existe en ninguna otra parte del planeta, mal que nos pese. A menudo, ni siquiera en el propio Occidente, donde leyes ocultas impiden que esas libertades sean completas. Y las libertades no permanecen siempre con nosotros. Hay que ganarlas una vez..., y otra vez al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente... La libertad es algo por lo que hay que luchar todos los días, no es que se consiga una vez y punto. La entontecida y embrutecida generación de occidentales contemporáneos ya se ha olvidado de esta importante lección que sus antepasados pagaron con sangre. Y, peor, se han olvidado de ello especialmente las mujeres occidentales. Me llama la atención que todas esas falsas defensoras de mujeres que se llenan la boca en contra del machismo que tanto daño ha hecho a su género durante siglos en Europa defiendan ahora alegremente las "exóticas peculiaridades religiosas" de sus hermanas en países que las mantienen sometidas a sus maridos y ocultas tras un trapo agujereado, como fantasmas. Son como esos falsos comunistas occidentales que viven muy bien en Europa o EE.UU. mientras alaban a los cada vez más escasos regímenes de izquierdas que quedan en el mundo. ¿Sabes qué? Me gustaría que se hiciera un referéndum como el de Suiza en el resto de los países de Europa, a ver qué sale...

- Estás demasiado seguro de que el resultado sería parecido.

- Completamente convencido. Ten en cuenta que en Suiza hay siete millones y medio de personas. Cuatrocientos mil musulmanes. Me gustaría saber lo que ocurre por ejemplo en Alemania o en Francia, donde hablamos de millones de musulmanes.


- Pero entonces, ¿tenemos que volver a la época de las cruzadas? ¿A la Edad Media?

Mac Namara dejó los ojos en blanco.

- Mira que eres duro de mollera, ¿eh? -me dijo- No es que haya que volver: es que ya estamos en una nueva Edad Media. La civilización occidental se desmorona igual que lo hizo el Imperio Romano. Lentamente, a cámara lenta, sin que nos demos casi cuenta. Y la culpa en el fondo no es de los musulmanes, ni de los cristianos, sino de los que mueven a los periodistas, a los políticos, a los líderes religiosos..., a todos los peones de su juego, que ahora se llama Globalización, en el curso de la cual quieren ahogarnos a todos, reducirnos a los tropezones de un inmenso, irreconocible y destructor Gazpacho Universal. La culpa es de... Ellos.

- Ufff: ya vuelves a tus paranoias habituales. ¿Algún día me revelarás quiénes son Ellos?

- Ya sabes que no. Si te lo dijera, tu vida correría peligro. En lugar de eso, te revelaré el lema, no oficial pero lema al fin y al cabo, de los suizos: "Uno para todos y todos para uno".

- ¿El de los tres mosqueteros?

- Dumas era un tipo muy poco original - asintió.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Neurontin 300 gr.: un veneno como otro cualquiera

El siguiente es un caso asombroso pero verídico cien por cien. Conozco personalmente a sus protagonistas.
Una persona con dolores crónicos de espalda, por problemas irreparables de columna. Una medicación que no evita que el dolor vaya en aumento. Una visita al médico en uno de los hospitales más importantes de Madrid. Una frase típica y tópica del "especialista": "Tómese estas pastillas y se sentirá mejor". Un amago de respuesta del paciente: "Pero es que yo llevo tiempo tomando otra medicina que..." Un corte seco y autoritario del "especialista": "Tome sólo lo que le digo y deje lo demás." Un resignado paciente que confía en la opinión del "especialista"... Y la peor noche de su vida: no sólo el dolor no desaparece, sino que apenas puede descansar pues sufre fuertes vértigos y mareos, un malestar insoportable y una creciente desorientación y descoordinación mental y corporal. Y al día siguiente lee el prospecto de la medicina recetada, NEURONTIN 300 mg., del GRUPO PFIZER. Copio textualmente del prospecto: "... personas en tratamiento con anti-epilépticos tales como Neurontin han tenido pensamientos de hacerse daño o suicidarse. Si en cualquier momento usted presenta estos pensamientos, contacte con su médico lo antes posible." (Teniendo en cuenta que: 1º) el paciente no tenía un problema de epilepsia, sino de dolor crónico de espalda 2º) ¿es legal recetar una medicación que genera pensamientos de suicidio? 3º) un suicida suele hacer lo que dice su nombre, suicidarse, y no dedicarse a "contactar con su médico") "si estima que el efecto de Neurontin es demasiado fuerte o débil, comuníqueselo a su médico o farmacéutico lo antes posible." (Suponía que un medicamento podría tener un efecto fuerte o débil sobre las personas pero ¿es lógico que pueda presentar las dos características a la vez?) "Al igual que todos los medicamentos, Neurontin puede tener efectos adversos, aunque no todas las personas los sufran (...) Efectos adversos muy frecuentes (...): infección por virus ..." (Ya sabemos que algunas medicinas sientan mal a algunas personas por sus características concretas pero ¿es normal que una medicina tenga como posible efecto adverso muy frecuente la infección por virus? ¿Esto es en realidad una medicina o un veneno?) "Efectos adversos frecuentes (...): neumonía, infección respiratoria (...), anorexia, aumento del apetito (...), depresión, ansiedad, nerviosismo, dificultad al pensar, convulsiones, sacudidas (...), vómitos, náuseas, indigestión, estreñimiento (...), hinchazón de la cara (...), dolor articular, dolor muscular, dolor de espalda, espasmos (...), dificultad al andar, debilidad, dolor..." (¡Y todo esto son efectos adversos frecuentes! Ahora bien, un medicamento contra la epilepsia ¿produce convulsiones y sacudidas? Y en el caso de nuestro paciente no había epilepsia, sino dolor crónico de espalda. Sin embargo, el prospecto reconoce que Neurontin ¡genera dolor de espalda, entre otros dolores! Por no hablar de las contradicciones de nuevo: ¿anorexia y aumento del apetito al mismo tiempo?) "Desde la puesta del medicamento en el mercado se han notificado los siguientes efectos adversos: descenso de plaquetas, alucinaciones, problemas de movimientos anormales (...) inflamación del páncreas, inflamación del hígado (...) reacciones graves en la piel que requieren atención médica inmediata (...) insuficiencia renal aguda ..." (Todo esto no aparece entre los efectos adversos, que ya de por sí muestran una larga lista, sino en un aparte como complemento a la información anterior, como si no tuviera importancia...) Para que no queden dudas, aquí están el anverso y el reverso del alucinante prospecto: Y ahora, viene lo mejor. El final de esta historia desgraciadamente también es verídico: El paciente acude al médico y le dice que le ha sentado muy mal la medicina. Y que además ha leído el prospecto y que el Neurontin es muy peligroso y... Respuesta del médico: Y a usted, ¿quién le manda leer el prospecto?

lunes, 23 de noviembre de 2009

Tres hormigas

Khalil es un gran amigo mío. Es bastante mayor que yo y está en Cuarto o en Quinto (no lo sé exactamente, porque esto de los grados en la carrera de Dios es muy difuso y depende de la rama por donde te la saques: yo estoy en la de Cielos Europeos Célticos y Germánicos y Khalil está en Cielos Orientales, así que...) por lo que sabe bastantes más cosas que yo. En consecuencia, a veces intento sonsacarle, aprovechando nuestra amistad, para que me revele algunas enseñanzas superiores que me pudieran ser de utilidad, bien para mis estudios o incluso para la vida diaria. Por ejemplo, estoy deseando aprender el truco ése de abrir la palma de la mano boca arriba y que salga una llamarada instantáneamente. Es muy efectista y creo que en Cielos Infernales lo enseñan incluso en Primero de carrera. Imagínate que alguien te viene pidiendo fuego y tú dices: "sí espera" y zas, llamarada al canto. Sin embargo, mi amigo no suelta prenda con facilidad. Cada vez que le pregunto por algo en concreto sonríe beatíficamente y, como mucho, me cuenta una historia con cara de decir: "ahora búscale tú la moraleja". Hoy, en el descanso de mediodía le hablé acerca de cierta persona, otro amigo mío que él no conoce: un científico visionario y con una capacidad extraordinaria de trabajo aunque el pobre sufre de ateísmo (no se cree que yo esté en la Universidad de Dios, piensa que estoy intentando tomarle el pelo; en realidad, la mayor parte de la gente piensa lo mismo, no sé por qué). - Ya sé que no nos está permitido, pero me gustaría hacer un pequeño milagro para demostrarle que los dioses existen, ¡existimos!, y que deje de atormentarse por la estúpida idea ésa de que no hay nada después de la muerte -le dije a Khalil. - ¿No es un científico? Él debería saber que en el Universo nada se crea ni se destruye, sino que simplemente se transforma -me contestó con lógica. - Sí, pero ya sabes cómo son los de Ciencias. Emperrados en que dos y dos son necesariamente cuatro. ¿No crees que habría alguna forma de sacarle de su error? Khalil sonrió, miró al cielo limpio de otoño en el campus universitario y luego me dijo: - Una vez tres hormigas se encontraron sobre la nariz de un hombre que dormía una siesta. Después de saludarse entre ellas según las costumbres de sus respectivas tribus de hormigas, se pusieron a conversar. La primera hormiga comentó que aquellas colinas y llanuras sobre las que se encontraban eran las más áridas que había recorrido en su vida porque había pasado todo el día buscando algo que comer y no había hallado nada. La segunda hormiga confirmó la impresión de la primera y dijo que las de su pueblo llamaban a aquélla la "tierra blanda y movediza donde nada crece". La tercera hormiga alzó su cabeza, carraspeó y dijo, muy seria: "amigas, en este momento estamos sobre el mismo rostro de la Hormiga Suprema, la Poderosa e Infinita Gran Hormiga cuyo cuerpo es tan grande que no podemos verlo, cuya sombra es tan vasta que no podemos abarcarla, cuya voz es tan potente que no podemos oírla; ella es omnipresente." Cuando la tercera hormiga terminó su breve discurso, las otras dos se miraron entre sí y se pusieron a reír a carcajadas. Y en ese momento, el hombre se movió y, medio despierto, levantó su mano y se rascó la nariz. Y aplastó a las tres hormigas.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El universo es mental

Cuando uno ingresa en la Universidad de Dios el primer texto básico que se facilita al estudiante es un ejemplar con las Siete Leyes de Hermes Trismegisto (el Tres Veces Grande, en griego). Hay que aprendérselas de memoria y, de hecho, el primer trimestre casi no se hace otra cosa que engullirlas teóricamente y digerirlas luego prácticamente (oh, sí, la nuestra es una carrera práctica: que si convoca una tormenta y luego deshazla para ver tu grado de control de los elementos, que si desplázate por los planos astrales y sal indemne de la extraña fauna que vive por allí, que si muestra una sonrisa a cada persona que te encuentres y especialmente a tus enemigos para limpiar el mundo..., agotador). Mas no acaba ahí la cosa. En los años sucesivos, hay constantes referencias a este ejemplar en las distintas asignaturas, donde se proponen nuevos y cada vez más complicados ejercicios para desarrollar las leyes sagradas. Se puede decir que ya no te puedes olvidar de ellas, aunque quisieras, entre otras cosas porque adquieres la capacidad de verlas en acción continuamente. La primera ley tiene siete palabras pero qué siete palabras... Dice: Todo es mente, el universo es mental. Ojo: la palabra mente no se refiere aquí a lo que los mortales suelen considerar como tal, sino a un tipo de energía concreta que está en la base de todo cuanto existe, en cualquier estado que se nos ocurra. El ejemplo más facilón que siempre se cita aquí es el del agua en estado líquido, que se convierte en hielo en estado sólido o en vapor en estado gaseoso. Parecen tres materiales diferentes y sin embargo es el mismo manifestándose en tres formas distintas. El concepto mente funciona igual, pero a una escala muy superior, pues se encuentra en la base de todo: desde una bacteria hasta una estrella. Esta ley está construida con una frase que parece sencilla y sin embargo no lo es en absoluto. De hecho, sólo cuando uno ha sido capaz de procesarla (de deconstruirla como dicen ahora los cocineros de moda) letra por letra y asumirla en su interior puede adquirir un poder inimaginable sobre su propia existencia y la del mundo que le rodea. Esta enseñanza es secreta, naturalmente: sólo para los estudiantes de nuestra Universidad. Pero de vez en cuando los mortales más agudos e inquietos acaban descubriendo (y, claro, lo presentan como una novedad porque para ellos lo es realmente) las aplicaciones prácticas de alguna de las Siete Leyes o de otros reglamentos que la Naturaleza y los dioses principales emplean para regir esta en apariencia sólida realidad en la que estamos sumergidos. Los últimos que lo han logrado han sido un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (la UCM) que han trabajado codo con codo con El Jardín de Junio, empresa especializada en la investigación neurológica. Este equipo ha comprobado científicamente, y así lo ha anunciado esta semana en Málaga, que el lenguaje y las expresiones de ánimo y las de desánimo modifican el funcionamiento del cerebro, literalmente. Por ejemplo, al acelerar o no el proceso de identificación de la forma de un objeto. Los especialistas emplearon técnicas avanzadas de neuroimagen para averiguar qué consecuencias reales tienen las palabras sobre la mente humana y en su comportamiento. Según la profesora de Psicobiología de la UCM, Pilar Casado, se ha constatado, cito textualmente, que "la mente humana es una construcción en nuestro cerebro que sólo considera una parte de la realidad y que es muy influenciable a estímulos externos". ¡Atención! ¡Sólo consideramos una parte de la realidad! ¿Qué no estamos viendo a nuestro alrededor? ¿Qué nos estamos perdiendo? ¿Por qué sólo vemos precisamente esa parte y no otra? ¿Cambiaría nuestra vida, tal vez por completo y para siempre, si aprendiéramos a considerar lo que ahora no vemos? Y Luis Castellanos, presidente de El Jardín de Junio, añade: "el lenguaje es la arquitectura de la salud: tenemos que estar bien y usar un lenguaje positivo con nosotros mismos y los demás, porque eso influye directamente en nuestra salud". Después de comprobado esto, ¿quedan ganas de utilizar expresiones como "uf, estoy muerto", "tienes mala cara", "me dan ganas de darte un tortazo" o el clásico y agitanado "ojalá tengas juicios y los ganes"? ¿No nos recuerda todo esto a cierta enseñanza que se nos dio hace tiempo y a la que nunca hemos hecho demasiado caso, que empezaba recomendando: "no quieras para los demás lo que no quieres para ti mismo"? ¿Se darán cuenta los mortales del inmenso regalo que estos investigadores les están haciendo al revelarles estos poderosos misterios? En el principio era el Verbo..., y no por capricho.

martes, 17 de noviembre de 2009

El poder de los amonios

En el año 525 antes de Cristo, el rey de los persas Cambises II, del linaje aqueménida fundado por Ciro II el Grande quien gobernó su imperio, envió un gran ejército, compuesto según diversas fuentes por unos 50.000 guerreros para sojuzgar a los amonios, habitantes del remoto y misterioso Oasis de Siwa, en Egipto. Ésta es la misma y famosa localidad de Siwa donde radicó uno de los oráculos más conocidos del mundo antiguo, dedicado a la gloria del Divino Amón, el Eterno Padre Solar al que aún recuerdan sin saberlo aquéllos que en nuestros días finalizan sus oraciones cristianas con el "Amén" de rigor (pues, como sabe cualquiera que asista a la clase de Dioses, Semidioses y Héroes en la Universidad de Dios, el verdadero Cristianismo -no la versión edulcorada que creó Saulo de Tarso, alias Pablo, y que hoy tanta gente considera como auténtico- bebe, como lo hizo el propio Jesús, de la antigua y real sabiduría que durante milenios albergaron los crípticos templos del Antiguo Egipto). La misma Siwa donde el propio Alejandro el Grande fue designado "hijo del dios Amón", es decir, fue iniciado en los Misterios de esta deidad, y por ello se ganó el derecho a portar los cuernos de la sabiduría en los retratos que le hicieran a partir de entonces. Pero lo de Alejandro sucedió mucho después de que Cambises II mandara a sus tropas y éstas, al atravesar el desierto, se vieron sorprendidas por una poderosa tormenta de arena..., y desaparecieron de un momento a otro. Todos. No sobrevivió ni uno solo de los 50.o00. Nadie ha sabido explicar muy bien lo que ocurrió, pues resulta difícil pensar que unas tropas rudas y acostumbradas al desierto (los persas llevaban ya tiempo en Egipto, contaban con el apoyo y la guía de contingentes nómadas y locales, e incluso estaban acostumbrados a las travesías desérticas tras su paso por las estériles estepas de la península arábiga) se dejaran engullir por la Naturaleza de esa manera, pero Heródoto, el viejo cuentista, lo relataba de esta manera: "Un viento del sur muy violento se desató sobre los persas mientras almorzaban y, arrastrando grandes torbellinos de arena, los sepultó en el desierto". Encontrar los restos del ejército de Cambises II es uno de los grandes premios por descubrir en el mundo de la Arqueología, como la tumba de Gengis Khan o la del propio Alejandro. El calor del desierto podría haber conservado en buenas condiciones las armas, la ropa, la cerámica, los arreos de las monturas y tantas otras cosas que llevaban consigo aquellos infortunados soldados. Por esa razón, muchos arqueólogos y exploradores han intentado encontrar esos fascinantes restos; entre ellos, el conde Lászlo von Almásy (el personaje real sobre el cual se inspiró el personaje interpretado por Ralph Fiennes en su aburridísima y sobrevalorada -y, oh sí, tan romántica, según dicen los que no tienen idea del romanticismo...- película de El paciente inglés) y su colega Hans Joachim Von der Esch, quienes aparte de descubrir la tribu de los magyarabs en el curso de sus viajes tuvieron en 1935 la oportunidad de experimentar la tortura de las tormentas de arena en pleno desierto, si bien ellos no fueron sepultados por la arena sino que lograron llegar a Siwa. Toda esta historia ha vuelto a salir a la luz gracias a dos hermanos gemelos de origen italiano. No se llaman Rómulo y Remo, sino Angelo y Alfredo Castiglioni. Ambos han anunciado recientemente el descubrimiento de lo que en su opinión son los restos del ejército de Cambises II. Y para demostrarlo han ofrecido algunas imágenes de sus hallazgos, como una daga de bronce, un brazalete de plata, un pendiente o algunas puntas de flecha. Nada muy espectacular, pero todo ello fabricado de acuerdo con los cánones de facturación de la dinastía aqueménida. Los Castiglioni afirman haber invertido 13 (vaya, el famoso numerito...) años en sus investigaciones junto con un geólogo egipcio llamado Alí Barakat (Baraka significa Fortuna, ahora que lo pienso). Según su tesis, los persas cometieron un error porque en lugar de seguir la ruta de los oasis yendo directamente hacia el norte decidieron sorprender a los amonios internándose en el desierto del oeste hasta la mesta del Gilf Kebir. Desde allí, deberían subir al norte y tomar desprevenidos a los habitantes de Siwa. Luego pasó lo que pasó. La Arqueología es un sector lleno de gentes suspicaces y envidiosas (supongo que como todos, en el fondo) porque cuando uno descubre algo importante enseguida se le plantean todo tipo de objeciones por parte de los expertos (que suelen ser colegas de profesión a los que la diosa Fortuna no ha sonreído todavía a la hora de encontrar algún hito importante de la Antigüedad). Esto es lo que les ha ocurrido exactamente a los gemelos italianos, cuestionados por todo el mundo y con su descubrimiento hibernado mientras se le somete a todo tipo de exámenes no ya con lupa sino con microscopio. A la espera de que se resuelva la historia y sepamos si es cierto que los restos encontrados por los Castiglioni son los que dicen ser, creo que ha llegado la hora de revelar un pequeño secretito. Total: ya han pasado tantos siglos... El caso es que en aquella época yo era uno de los sacerdotes de Amón en Siwa. Todos los amonios nos habíamos rebelado contra el imperio persa porque Cambises II, como todos los reyes de su estirpe, era un esforzado materialista que sólo creía en la riqueza y la gloria materiales. Buena muestra de su impiedad fue el ultraje que llevó a cabo sobre la momia de Amasis y otros sagrados iconos de la religión egipcia. Como todos esos seres miopes que sólo creen en la carne y los huesos, incapaces de ver más allá de su nariz, jamás pudo sospechar que el cuerpo sacerdotal de Amón poseían ciertas..., capacidades, como la visión a distancia para saber en todo momento dónde estaba su ejército y tenerlo bajo control. O el dominio sobre los elementos, como por ejemplo el viento del desierto. Qué sencillo fue inducir un sueño el día antes de partir al comandante del ejército, para que escogiera la ruta que se adentraba en el Mar de Arena al objeto de "sorprendernos". Qué fácil invocar a Qibli, espíritu del viento, para que enterrara luego bajo un océano de arena a los invasores.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi mamá me mima

En mi actual reencarnación, disimulo mis estudios en la Universidad de Dios trabajando como periodista a la vez que voy publicando en los libros las cosas que se me ocurren, así que por fuerza necesito tragarme todos los días, como si fuera un pavo, una ingente cantidad de información de diversos medios de comunicación. La mayor parte de esa información pasa sin pena ni gloria, deglutida con rapidez por mi mente y expulsada con mayor rapidez aún por algún lugar de mi intelecto (creo que mientras estoy durmiendo: así tengo los sueños que tengo: en gran pantalla y technicolor, y con más aventuras que todas las pelis de Indiana Jones y 007 juntas), porque tampoco merecen mucho más la pena.
Entre mis escasas debilidades periodísticas, figura la sección de La contra en el diario La Vanguardia que, por lo demás, tampoco es que sea uno de mis favoritos (en realidad, no tengo periódicos favoritos, sino secciones favoritas de periódicos). Esto es por las entrevistas con gente rara que aparecen allí de vez en cuando, como la que a mediados de octubre publicaron con Bert Hellinger, un tipo peculiar. Hellinger es un exmisionero católico alemán que exploró los caminos de la filosofía, la teología, la pedagogía y finalmente la psicoterapia. A sus 83 años, se le conoce como el "Padre de las constelaciones familiares". No, no es el progenitor de una saga de estrellas televisivas ni tampoco se dedica a levantar cartas astrales: ése es el nombre con el que ha bautizado su sistema de "aproximación y resolución de conflictos psíquicos" basado en la conexión con la madre. Acomplejados con el síndrome de Edipo, abstenerse. Escojo y resumo algunas de las respuestas más interesantes de Herr Hellinger, en la entrevista de La contra: * La figura materna moldea nuestra psique, está en el fundamento de nuestra felicidad, afirma con rotundidad. Brillaremos (tendremos éxito en la vida, irradiaremos alegría, la gente nos querrá...) si estamos en buena conexión con nuestra madre, si la aceptamos como es y la tenemos bien integrada psíquicamente con independencia de que nos guste como es (o como fuera) o como deje de ser. En el caso de fracasos en la vida personal y profesional, siempre aparece la misma causa profunda detrás: desconexión con la madre.
* Como misionero en África, junto a los zulúes, asegura que nunca vio a un niño irrespetuoso con sus padres o sus mayores en general, ni siquiera con sus antepasados. El respeto a los que nos precedieron sí es un signo de civilización. No como en el decadente mundo occidental actual donde en la actualidad no sólo se considera, de manera absurda, la juventud como un valor en sí misma, sino que se desprecia sistemáticamente la experiencia y el conocimiento acumulado por nuestros mayores (a los que se encierra entre cuatro paredes o se les impone la patética misión imposible de portarse como jovencitos ¡a su edad!).
* La madre es elemento fundamental en la terapia de Hellinger porque, dice, "nos conecta a la vida" mientras que el padre "nos conduce a la vida social". Por eso es tan importante para el buen desarrollo de la persona tener a ambos sexos orientándole. Y en el caso de que los padres se separen como pareja, los hijos no sufren graves consecuencias si ellos son capaces de seguir desempeñando sus respectivas funciones de padre y madre, aunque ya no sean marido y mujer. El problema es que resulta muy complicado (no imposible, pero sí muy complicado) hacer una cosa sin la otra. Y muchos niños acaban absorbiendo las rabias de sus progenitores y devolviéndoselas a ellos en forma de rabias, agresividad, etc.
* Un punto de vista curioso acerca de la anestesia epidural y la cesárea: afirma que ambos métodos "hurtan al niño su primera oportunidad de luchar y su gran ocasión de obtener una victoria en esta vida" con lo que una persona que comienza así en la vida lo tiene más complicado después para imponerse y encontrar su lugar en el mundo. Supongo que cualquier madre que lea algo así pensará enseguida: "Qué listillo, éste. Si tuviera que pasar los dolores de parto seguro que no pensaría igual". Pero sí es verdad que esos dolores parecen haber ido in crescendo en nuestra sociedad contemporánea progresivamente acostumbrada a las comodidades de todo tipo. Todos conocemos el ejemplo de la mujer asiática embarazada que está trabajando en el arrozal y de repente se para sólo para dar a luz y luego seguir trabajando como si tal cosa. Éste es Herr Hellinger: tiene cara de estar recordando un chiste graciosillo

jueves, 12 de noviembre de 2009

Índice Fog: orientarse entre la niebla

He leído todo tipo de opiniones acerca de "la fórmula". La de escribir best sellers, me refiero. Hay cierta unanimidad respecto a los ingredientes que debe contener un relato destinado al éxito: mucha acción, su dosis de sexo, uno o varios misterios, países lejanos, personajes con los que se pueda proyectar el lector... Ésta es la teoría, pero en realidad no funciona así porque si "la fórmula" dependiera sólo de ello tendríamos muchos más best sellers de los que ya nos ofrece cada temporada literaria. Cualquiera podría escribir uno y hacer realidad su sueño: ése que anida en lo más hondo de todos los juntaletras, que no es otro que el triunfo profesional. Existe una relación directamente proporcional entre la cuenta corriente de un escritor y el desprecio que éste siente (de puertas para afuera) por esa necesidad de éxito. Cuanto menos dinero le proporcione su actividad literaria, mayor tendencia tendrá a gritarle a los cuatro vientos que él es un artista que escribe para sí mismo y al que le importa una higa tener muchos lectores, gozar del reconocimiento ajeno o cobrar suculentos adelantos por su siguiente obra. Siempre que escucho ese tipo de argumentos me acuerdo de la fábula de la zorra y las uvas. Como es obvio, lo ideal sería escribir sólo acerca de lo que a uno le gustase y que encima ese tema nos convirtiera en favoritos del público pero rara vez se consigue eso sin otros ingredientes de "la fórmula" que no suelen citarse, porque resulta incómodo tenerlos en cuenta: pequeñas cosas como la paciencia, la experiencia o la técnica. Y algunos otros que aún sigo buscando porque todavía no los he encontrado. Cuando lo haga será fácil demostrarlo: lo pondrá en una faja amarilla que rodee la portada diciendo: "¡Más de cien mil ejemplares vendidos!" o algo similar. Recuerdo a una persona que en cierta ocasión me dijo que el oficio de escritor era una "tontería" porque para escribir una novela "basta con enfrentar al bueno y al malo, acompañándolos con una chica, el amigo del bueno, los esbirros del malo y algún personaje más para rellenar", así que concluía que se iba a poner a escribir su propia novela y a presentarla por ahí a cualquier editorial para que se la publicasen. ¿Qué le iba a decir? Que sí, que tenía toda la razón y que me parecía estupendo: que se pusiera a escribir y que estaría encantado de leer su novela. La que nunca llegó a escribir, claro. En la búsqueda de los ingredientes desconocidos para completar "la fórmula" me he encontrado con un empresario norteamericano llamado Robert Gunning. Este hombre de negocios estaba convencido de que cuanto mejor fuera la comunicación con sus clientes mejores resultados económicos obtendría, así que desarrolló un método destinado a medir la legibilidad de un texto y por tanto la facilidad de su comprensión para un elevado número de personas. Le llamó Gunning Fog Index o, lo que es lo mismo, el Índice de Niebla Gunning. La niebla representa, lógicamente, la mayor o menor dificultad para leer y comprender lo que se ha escrito. Desde 1952, cuando Gunning lo diseñó, el término es bastante conocido en el mundo anglosajón, pero no tanto en el español. Quizá porque no nos interesa tanto la lingüística, ni la cultura en general. No hay más que escuchar una conversación cualquiera en cualquier parte del país: repleta de tópicos, de frases hechas, de "yocreoque" y de construcciones absurdas o directamente sin terminar. Esta misma mañana, un señor diputado con muchos años de experiencia a sus espaldas y en pleno debate parlamentario ha dicho, textualmente: "¡No me hable de excomulgación!". Supongo, viendo el contexto en el que ha soltado esta patada a la lengua, que quería decir excomunión. Aunque en su defensa hay que tener en cuenta que pertenece a cierto partido político obsesionado con marcar el presunto "hecho diferencial" que hace "mejores" y "más valiosos" a los ciudadanos que viven en su región respecto al resto de los españoles, lo que significa que probablemente en su pueblo habrá ganado muchos puntos al demostrar su escaso nivel de la lengua común: ésa que sólo hablan 400 millones de personas... Volviendo al amigo Gunning, el objetivo de su invento tiene indudables usos prácticos para escritores, pero también para periodistas, políticos, publicistas, sindicalistas y otras subespecies humanas cuyo negocio precise, para ser exitoso, de convencer al resto de la sociedad con sus palabras. Se trata de ser capaces de construir textos muy fácilmente comprensibles para el mayor número posible de personas. Se considera que para alcanzar una buena audiencia estos textos deben ofrecer un índice de menos de 12. Y si el objetivo es conseguir una comprensión casi total por parte de todos los que hablan nuestro idioma, el índice debe ser aún inferior: de menos de 8. ¿Cómo se consigue eso? Un ejemplo fácil: el relato de un locutor deportivo durante un partido de fútbol. "Saca Fulano. Balón en corto para Zutano. Mengano intenta cortar. Va a entrarle por la derecha. Cuidado, Zutano... Fallaaaaa. No pudo frenarle y ahora Zutano se marcha en profundidad hacia la frontal del área. Ahí lucha con Perengano. Ojo a la entrada de Perenganooooo... Eso debería ser tarjeta amarilla por lo menos. El árbitro dice que no ha visto nada pero Zutano se recupera. Sigue adelante. Cuidado con Zutano. Ha driblado a Mengano otra vez... Cuidado que se va, que se vaaaaaaaaa... ¡Gol! Gooooooool. Impresionante jugadón de Zutano. Y como decía el sabio: fútbol es fútbol y gol es gol." Este brillante ejemplo de literatura futbolera tiene un Índice Fog de prácticamente 9; es decir, resulta extremadamente comprensible para todo el mundo, con independencia de los estudios de quien lo escuche, y por eso es a pesar de su simplicidad tan atractivo, tan "bestsellero". ¿Cómo se obtiene el Índice Fog de un texto? Con una sencilla (aunque pesada) operación matemática. Primero hay que tomar un fragmento de unas cien palabras como éste del locutor deportivo, y dividir el número de palabras entre el de las oraciones que hemos empleado para agruparlas. En este caso nos sale 5,26. Después hay que contar cuántas palabras "complejas" hemos empleado en el texto, entendiendo como "compleja" la que tiene tres o más sílabas (no cuentan las que empiecen con mayúscula, que se entiende son nombres, ciudades, países, organizaciones..., ya conocidas). En nuestro caso, quitando nombres, hay 18. A continuación hay que sumar los dos totales: 5,26 + 18 = 23,26. Redondeamos a 23 para facilitar los cálculos. Después, dividimos esta cantidad entre 10 y la multiplicamos por 4. Esto es, 23/10 = 2,3 x 4 = 9,2. Redondeando, 9. Algunos ejemplos más nos ayudarán a entenderlo. Los especialistas han calculado que Reader's Digest, la "biblia de las revistas de divulgación" tiene un Índice Fog de entre 8 y 9 (¡aún menor que el relato deportivo!), mientras la revista Time, que no es especialmente sesuda, sube a 11. Los discursos de Winston Churchill, harto populares en su época (y hoy también, habida cuenta la ausencia de oradores de su potencia) se movían en un Índice Fog de entre 3 y 4. Después de conocer todo esto, no pude por menos que echar mano de alguno de mis propios textos. Tomemos por ejemplo el tercer párrafo de esta misma entrada del blog. Entre "En la búsqueda de los ingredientes..." y "...lo que se ha escrito." hay 102 palabras, lo que nos permite hacer un cálculo más o menos comparable al del locutor deportivo. Así pues, primer paso: dividir esas 102 palabras entre el número de oraciones empleadas, cuatro, luego el resultado es 25,5. De momento, cinco veces más que en el ejemplo del fútbol. Sigamos con el número de palabras "complejas": 34, si no he contado mal. Así que, 25,5 + 34 = 59,5. Seguimos bastante por encima. Terminemos los cálculos. 59,5/10= 5,95 x 4= 23,8. ¡El Índice Fog del tercer párrafo de esta entrada es de casi 24: el doble del máximo permitido para tener un amplio público lector! Mi texto es demasiado..., técnico por así decir para las mayorías. Así que quizás éste es el Grial del best seller. Para alcanzarlo no sólo hay que emplear los ingredientes conocidos más los antipáticos a los que nadie quiere tener en cuenta sino además un estilo casi infantil, por lo sencillo, a la hora de organizar las palabras. Y si nos fijamos en las novelas que más venden suelen estar escritas así: con oraciones cortas, muchos puntos y seguido, escasísimas subordinadas y muy muy muy lejos de la forma de escribir de, digamos, un Kant. Claro que siempre podemos mirarlo desde otro punto de vista: todo aquél que haya conseguido llegar hasta el final de este texto con un Índice Fog tan elevado y lo haya comprendido (a pesar de su densidad neblinosa) necesariamente debe poseer un nivel cultural elevado, ergo ¡soy tan bueno escribiendo que sólo me leen los mejores! Y el que no se consuela es porque no quiere, por supuesto.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El siniestro cumpleaños del señor K.

He aquí un perturbador dilema: ¿qué es peor: vivir la vida como uno más del montón y morirse sin haber hecho nada nuevo, dentro de la media general, o pasar a la Historia aunque sea como el responsable de la muerte de cientos de miles de personas, tal vez de millones?
Yo tengo clara la respuesta, pero hay personas que no tanto. Una de ellas es un ingeniero y general ruso llamado Mijail Kalashnikov, creador del famoso fusil de asalto AK-47 que lleva su nombre y que se utiliza en medio mundo por su facilidad de manejo, su económico precio y por supuesto su mortal eficacia. Dicen los expertos que es el arma más empleada en el planeta en este momento. Es tan competitivo en el mercado de la muerte, que ha sido copiado por activa y por pasiva, hasta el punto de que se calcula que 9 de cada 10 fusiles Kalashnikov de los que circulan por el mundo se fabrican sin autorización o con licencias caducadas. Un poco como los bolsos falsos de Loewe o las colonias falsas de Armani..., pero con consecuencias bastante más trágicas en su uso. Aunque en el caso del señor K. las pérdidas económicas personales no son muy elevadas: empezó a trabajar en su idea en 1942 y logró materializarla en 1947, mas la Unión Soviética nunca llegó a patentarla y la marca sólo fue registrada, casi testimonialmente, en 1998 en la Oficina Internacional de Patentes de Suiza. Por eso su inventor nunca se hizo rico, como le sucedió a Eugene Stoner, quien diseñó su competidor norteamericano, el M-16, de todas formas inferior. Ah, sí, resulta que el fusil Kalashnikov debe su nombre a un tipo que se apellida así..., es lógico, ¿no? ¡Pues resulta que no tanto, si tenemos en cuenta la manera de pensar de algunos! El otro día durante una cena mantuve una conversación surrealista en la que una persona me hablaba de Ramón y Cajal y le comenté:
- Te refieres al científico, ¿no? - No, al hospital -quería decir al centro hospitalario del mismo nombre en Madrid-. - Bueno, al hospital que se llama así por el científico... - ¿Qué científico? Ramón y Cajal es el nombre de un hospital, no de un científico -concluyó, todo convencido.
Volviendo al señor K., resulta que acaba de cumplir noventa años y el gobierno ruso en compañía de los constructores de armamento le han organizado una fiesta de las de época. Hasta le han dedicado la X Feria Nacional de Armas de Caza y Deportivas en Izmash, en el Volga, muy cerca de los Urales, donde se exponen los modelos más famosos no sólo del AK-47 sino de otras ametralladoras y segadoras humanas inventadas por este señor en la oficina en la que trabaja desde hace sesenta años, como por ejemplo el AK-103 (de los cuales Venezuela ha comprado recientemente cien mil unidades, con objeto de meter miedo -o tal vez meter una balacera en el cuerpo- a sus vecinos de Colombia con los que últimamente se lleva bastante mal). Preguntado por cómo se siente a estas alturas de su vida, el señor K. ha dicho que "contento y satisfecho" por haber logrado "diseñar un sistema capaz de perfeccionarse al compás del tiempo" y "con muchos planes" porque "tengo la impresión de haber hecho aún poco, aunque todavía puedo trabajar en nuestra fábrica y dedicarme a la formación de los jóvenes". A la formación bélica, se entiende, porque en su opinión "no sé cuál será el arma del siglo XXI, pero estoy seguro de que saldrá de nuestro armamento, del armamento ruso". ¿Se puede ser más inconsciente acerca de las consecuencias de los propios actos? Para justificar el hecho de haber dedicado su vida a la creación del más perfecto instrumento de muerte, el señor K. dice que en realidad le hubiera gustado diseñar maquinaria agrícola pero que "todo cambió por culpa de los alemanes" en la Segunda Guerra Mundial. Ya hace pocos meses nos recordaba el sobrevalorado Quentin Tarantino, durante la promoción de su horrorosamente infumable Malditos Bastardos, que los alemanes de los años treinta y cuarenta del siglo XX eran "los malos perfectos" porque uno les puede acusar de todo, tanto de lo que hicieron como de lo que no hicieron, con la seguridad de que contará siempre con la ignorante y entusiasta complicidad de público y crítica. En el caso del señor K. tiene más delito, porque el arma que afirma desarrolló "por culpa de los alemanes" nació dos años después de la derrota de éstos. Y además, desde entonces hasta ahora ha llovido bastante. Si hubiera tenido la vocación de ingeniero agrícola, cabe pensar que en todos estos decenios habría encontrado un ratito para crear, por ejemplo, una cosechadora igual de barata y eficaz, que ayudara a la supervivencia de los campesinos rusos. En un viejo texto gnóstico de la Biblioteca de la Universidad de Dios leí una vez que todos los artistas, en el momento de morir, son acogidos y transportados al Otro Mundo por sus propias creaciones, las que alumbraron durante su vida y que justo en este instante acuden como hijos solícitos a asistir a sus padres. De tal manera, podríamos imaginar la muerte de Mozart o de Bach como un trance bellísimo, arropados por sus nunca igualadas y mucho menos superadas sinfonías musicales. O la muerte de Stan Laurel y Oliver Hardy (la maravillosa y por desgracia hoy olvidada pareja cinematográfica de El Gordo y el Flaco) como un paso realmente amable y simpático, acunados por el agradecimiento de tantas horas de buen humor y diversión con que deleitaron a millones de personas. Desde ese punto de vista, y teniendo en cuenta la edad que ya tiene el señor K., siento escalofríos cada vez que me imagino lo que puede estar esperándole, ahí mismo, a un palmo de distancia más allá del plano físico, cuando se le agote el poco tiempo que le queda entre nosotros. (En la foto, el orgulloso señor K. con su invento, que tanto ha contribuido al bienestar de la Humanidad durante los últimos sesenta años)

martes, 10 de noviembre de 2009

Un secreto revelador

El mundo sería más comprensible si tuviéramos en cuenta este pequeño doble secreto: 1º) La mayoría de los hombres que conocemos no lo son. Se trata de niños, adolescentes a lo sumo, aunque peinen canas y luzcan barriga, aparentando cuarenta, cincuenta, sesenta años o más. Existen muy pocos hombres de verdad. 2º) Las niñas no existen. Se trata de mujeres con poca información.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un mapa profético

¿Puede un gato caer en la melancolía? Mac Namara sí. Le he sorprendido esta tarde cuando regresaba del laboratorio de Alquimia donde he vuelto a fracasar una vez más en mi objetivo de convertir un pedazo de plomo en polvo de oro (pero no desisto: o resuelvo el ejercicio o me catean otra vez y así no paso a Tercero de la carrera de Dios ni queriendo) observando con ojos acuosos las imágenes de la celebración de la caída del Muro de la Vergüenza, hace hoy 20 años.
- Eh, pensé que te interesarías por las culturas del sur de Asia (es un gato siamés), no por las del centro de Europa. - No sabes nada -me bufó-. Antes de ser un gato, tuve otra identidad en Berlín. - ¿Fuiste un pastor alemán? -no me contestó, pero vi asomar sus afiladas uñas entre las almohadillas de sus patas y maldije mi inoportuno sentido del humor- Perdón..., quería decir: ¿te interesa la historia de Alemania? - Digamos que me interesa la historia de toda Europa... - ¿Y estás contento con esto de la reunificación alemana? Imagino que estabas emocionado por ese motivo, ¿no? Hace veinte años que la RFA y la RDA... - Se han reunificado a medias -me cortó-. Reunieron a unos berlineses con otros, a unos alemanes de un lado con otros, pero aún quedan alemanes sin reunificar... No entendí lo que quería decir, pero opté por un prudente silencio. No es una buena idea llevarle la contraria a un gato dos veces en menos de un minuto. Sobre todo a uno como Mac Namara. Además, él seguía hablando. - Todo el mundo recuerda que Alemania invadió Polonia por el oeste en 1939 y por eso le declararon la guerra Francia y el Reino Unido y comenzó la Segunda Guerra Mundial propiamente dicha. Sin embargo, nadie se acuerda de que pocos días después, la URSS también invadió Polonia por el este y a los soviéticos nadie les declaró la guerra por ello. Es más, casi les felicitaron, y los servicios secretos occidentales ocultaron durante decenios los crímenes de Moscú en Polonia o se los achacaron a los alemanes, como la masacre de Katyn, de la que nadie quiere oír hablar todavía hoy... Pues bien, cuando el conflicto finalizó en 1945, la URSS no se retiró de los territorios polacos conquistados y los Aliados, que se supone habían comenzado el conflicto para defender la libertad e integridad de Polonia decidieron no molestar a los soviéticos exigiendo que los devolvieran. En lugar de ello y para que el nuevo gobierno de Varsovia no protestara, se inventaron otra solución y ésta fue robar a Alemania su provincia del Este: Prusia Oriental, que era uno de los pilares germanos desde los tiempos de la colonización medieval impulsada por la Orden Teutónica. Los Aliados y los polacos echaron a patadas de sus casas y de sus tierras a unos 10 millones de alemanes, ¿sabes cuántos son 10 millones de personas?, en un éxodo genocida hacia el oeste, a pie, sin alimentos y en pleno invierno, en el curso del cual se calcula que murieron unos 2 millones. Después, Polonia le cambió el nombre a la zona y la incluyó bajo su control. - No sabía eso. - No suele contarse. Deberías haber aprendido ya que la Historia la escriben los vencedores. Vaya..., la escriben incluso con antelación. - ¿Qué quieres decir? Mac Namara me observó con una mirada de conmiseración antes de añadir: - Hay muchas cosas que no sabes. En los años 40 vivía en los Estados Unidos un hombre llamado Maurice Gomberg, conocido sionista: es decir, partidario de la creación del Estado de Israel, que por aquél entonces no existía. Seguro que no has oído hablar de él -negué con la cabeza-. Muy poca gente lo ha hecho, no tiene ni un solo renglón en los miles de libros formales escritos desde 1945 sobre la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en 1941, es decir cuatro años antes de que terminara la peor guerra del siglo XX y en un momento en el que el Tercer Reich parecía imparable y futuro vencedor del conflicto, justo entonces, él mismo publicó un libro muy interesante llamado A new moral order por permanent peace and freedom, o sea Un nuevo orden moral para la paz y la libertad permanentes. - O sea que lo del nuevo orden no se lo inventó George Bush padre... - No. El libro de Gomberg contenía un gran mapamundi en el que mostraba, con increíble exactitud, cómo quedaría el mundo después de la victoria, que por supuesto daba como segura, de los Aliados. Y lo hizo, insisto, cuatro años antes del final del conflicto. El mapamundi contenía, al pie, una lista de 41 puntos explicando el futuro de todos los territorios del planeta..., excepto de la Antártida, que no aparece. En el mapa, podemos ver cómo la Unión Soviética se extiende desde Alemania hasta la península de Kamchatka y las islas Kuriles. Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, la República Checa, Eslovaquia, Yugoslavia, Albania y las repúblicas bálticas aparecen englobadas en el imperio soviético, como "estados asociados". Se prevé la división de Alemania en dos zonas, incluso partiendo Berlín en dos. Alemania, como Italia y Japón, miembros del Eje, serían sometidos a una severísima "cuarentena" que incluiría el despojo de derechos y posesiones de sus ciudadanos y un control demográfico destinado a reducir sensiblemente su población así como reeducar a la que quedara. También se prevé un reparto de influencia en Corea, como de hecho sucedió pocos años más tarde. Se diseñaba la creación de unos Estados Unidos de Europa, profetizando la desaparición tanto del imperio británico como el francés, una vez concluida la guerra. Y los países escandinavos se integraban en un todo. También se fijaban unos Estados Unidos de América del Sur. Y Canadá, México y Centroamérica quedaban asociados directamente al poderío norteamericano. Incluso se establecían las fronteras de un entonces inexistente Estado de Israel que en el mapa de 1941 son muy parecidas a las actuales. - ¡Pero eso es increíble! O bien Gomberg era un profeta... - O bien formaba parte de cierto grupo de personas que nunca aparecen en primer plano y que son las que realmente organizan la fiesta. ¿No te digo yo siempre que las cosas nunca son lo que parecen? Llevo toda la tarde estudiando el dichoso mapa.

jueves, 5 de noviembre de 2009

The Surrogates (Los Sustitutos)

Robert Venditti alcanzó la fama a velocidad meteórica gracias a su primer comic serio, dibujado por Brett Weldele y que tuvo versión española publicada por Glenat. El título: The Surrogates (Los sustitutos), un relato de Ciencia Ficción ambientado en un muy cercano (por el atrezzo, aparte del calendario) año 2054 con una evidente influencia de Philip K. Dick, tanto en la estética como en el fondo de la historia e, incluso, en parte de la idea de los personajes protagonistas: auténticos clones perfeccionados de los seres humanos, manejados por éstos a distancia. Los puristas cuentan que el germen de la idea se remonta a 1969 cuando el autor chileno Hugo Correa publicó Los títeres, uno de cuyos fragmentos llegó a ver la luz traducido al inglés y por tanto pudo ser leído también por Vendetti..., pero todo esto me parece apurar ya demasiado en un mundo como el nuestro donde cada vez que alguien triunfa con algo siempre aparece otro alguien al grito de "yo lo pensé primero". Sobre el éxito del tebeo de Venditti se ha rodado este interesante largometraje que, en las manos adecuadas, podría haberse convertido en un título de culto. Quizá para evitarlo, la industria puso el proyecto en manos de un artista de brocha gorda, Jonathan Mostow, cuyo mayor éxito (mira tú) es Terminator 3: la rebelión de las máquinas, lo cual garantiza tiros, persecuciones y entretenimiento palomitero (sobre todo si está por medio Bruce Willis, el actor al que más y mejor le "duelen" los puñetazos de ficción después de Harrison Ford)..., y poco más. Bueno, sí: como guiño para los fans de la saga de Terminator, cuando los agentes protagonistas penetran en el edificio sede central de VSI, la empresa que construye los clones sustitutos, se puede apreciar en los monitores de la sala la cabeza de un modelo de T-800 girando. Como ya habrá deducido el lector inteligente, la peli va de robots o, mejor dicho, androides, interactuando con humanos y los problemas que ello genera. Ya en los créditos iniciales se distingue a uno de los científicos más insensatos que han llegado a los medios de comunicación en los últimos años: el japonés Hiroshi Ishiguro de la Universidad de Osaka, junto con su egocéntrica creación Geminoid, un androide calcadito a él. El argumento nos cuenta que en el año 2017 (en la versión cinematográfica se ha adelantado el año en el que sucede la acción para no gastar demasiado ingenio ni recursos en inventar una sociedad futura diferente) la gente ya no vive la vida ella misma sino que lo hace a través de los sustitutos: androides orgánicos que les representan igual que los avatares a los jugadores de Second Life. Cada cual puede elegir cómo será su sustituto pero obviamente la mayoría de los hombres eligen machotes musculados y viriles más o menos parecidos a ellos mientras que la mayoría de las mujeres elige a estupendas y neumáticas versiones de sí mismas (también hay alguno que opta por cambiar de sexo y aspecto). Estos androides son los que salen a la calle y trabajan, se divierten, se emborrachan y hasta hacen el amor mientras sus respectivos controladores permanecen en sus lujosas y blindadas casas, en calzoncillos y "a salvo de todo lo que hay ahí fuera" (esto me recuerda el comentario de ayer en este mismo blog). Hay también una comunidad de humanos tecnófobos, que viven en su propio espacio ciudadano liderados por un gesticulante, desaseado y nada probable líder negro que con sus rastas y sus camisas hawaianas brama contra el mundo surgido del uso y abuso de los sustitutos: un mundo sin crímenes, sin riesgos, sin miedos..., y también sin humanidad. Un mundo donde, por primera vez en muchos años, se produce un asesinato con un arma desconocida que no sólo puede matar al sustituto sino al controlador que lo maneja desde casa y que nunca se había visto amenazado por cualquier cosa que le ocurriera a su androide personal. El encargado de investigar el asunto es el agente Greer del FBI, un Bruce Willis al que todo el mundo gusta en criticar por los defectos en sus Junglas de cristal (eso sí, después de haberlo pasado en grande con sus tortazos y tiroteos) aunque de cuyas virtudes en Doce Monos, El Sexto Sentido u otras nadie quiere acordarse. Con este sabrosón argumento, Mostow y sus guionistas destrozan lo que podría haber sido una película inolvidable (del calibre de Blade Runner) basándose en las más que sugerentes consecuencias filosóficas que se derivan del planteamiento inicial para convertirlo en otro policíaco, que parece ser la única forma con la que ciertas mentes limitadas creen que pueden llevar la Ciencia Ficción al gran público. Así que nos encontramos ante una gran ocasión perdida, sobre todo porque estamos hoy muy cerca de conseguir lo que aparece en la pantalla. De hecho, a nivel virtual prácticamente se ha conseguido ya, pues la tecnología más novedosa a nuestra disposición (a la de la gente con mucho dinero, quiero decir) nos ofrece en este momento trajes completos que con ayuda de un casco y unos guantes permiten a la persona introducirse en un simulador virtual en tres dimensiones que supone el acceso a un auténtico mundo paralelo. Exportar eso a androides físicos de aspecto humano es cuestión de tiempo. Y no mucho: la tecnología marcha a una velocidad impresionante, cada vez más deprisa. ¿No estamos hablando ya de los DVDs como "elementos de archivo obsoletos" cuando desembarcaron en nuestra vida hace muy pocos años (y aún tengo una tonelada de vídeos que no he podido pasar al nuevo formato y que por supuesto jamás se editarán en DVD -teniendo en cuenta además que los vídeos caseros personales son ellos mismos también relativamente recientes-)? Aunque ahora que lo pienso: ¿y si Los Sustitutos no fuera una película sobre lo que puede pasar en el futuro inmediato, sino sobre lo que está sucediendo ahora mismo, hoy día, cuando mandamos nuestra imagen a pasearse por el mundo y a representarnos en el gran baile de máscaras social, mientras nuestro verdadero Yo se queda "en casa" desconectado, solo y triste, añorando una vida que debería ser suya pero que le ha sido usurpada por..., una máquina de carne y hueso?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ante la crisis

Muchos mortales se pasan la vida buscando un lugar adecuado, preferentemente en un alto y sobre roca maciza, para construir allí penosamente una torre (o incluso una gran fortaleza, el que tiene recursos) muy alta y poderosa, de piedra granítica y provista de todo tipo de defensas para evitar su asalto. Están convencidos de que cuando la terminen podrán llenarla de provisiones y refugiarse en su interior, ellos y tal vez también sus familias, a salvo de las amenazas e incertidumbres del mundo que les rodea. A salvo de los zombies que deambulan a sus pies buscando cerebros o de los ladrones y asesinos que daga en mano buscan una víctima propiciatoria. A salvo de las partidas armadas de saqueadores, de los leprosos mendicantes y de las brujas disfrazadas de pobres señoras que sólo quieren un poco de agua y a cambio te regalan una manzana colorada y naturalmente envenenada.
No hay nada más patético que encontrarse con alguno de estos mortales cuando, después de dedicar sus buenos cincuenta o sesenta años, tal vez más, a poner piedra sobre piedra en este ilusorio proyecto e incluso de haberse asomado desde lo más alto de las almenas para disfrutar del paisaje, descubre que algo va mal porque todo se mueve bajo sus pies y acaba convirtiéndose en inesperado protagonista de la carta número XVI del Tarot: La Torre, esa construcción que se tambalea desde los cimientos hasta lo más alto antes de quebrarse internamente por la sacudida del rayo divino y desmoronarse con mucha mayor rapidez de lo que nunca pudo ser erigida. Porque en realidad, la vida es más bien una ensalada de sensaciones. La vida no es un lugar sólido, estable y predecible sobre el que uno puede construir un lugar permanente, duradero, sino todo lo contrario... Es cambio, movimiento, caos aparente que se rige bajo unas leyes ocultas y un orden desconocido, ahora una cosa está aquí y al momento siguiente está allí, hoy disfrutas y mañana lloras y pasado mañana vuelves a disfrutar, nada es seguro durante mucho tiempo, lo que te valía anoche es inútil esta mañana... La vida es un océano embravecido sobre el cual debemos cabalgar buscando constantemente el equilibrio como el surfista sobre su tabla para no sufrir un revolcón y acabar tragando agua salada. Hay un personaje de comic que encarna perfectamente esta imagen y cuya enigmática personalidad se apoderó de mí durante un tiempo hace muchos, muchos años, cuando los tebeos se llamaban así y no comic-books o novelas gráficas como ahora. Cuando la Editorial Marvel era sinónimo de fascinación, aventuras y alegría y no de negocio, historias ininteligibles y héroes "adultos" como hoy. Cuando este fascinante caballero, vagabundo entre las estrellas, devorando galaxias a gran velocidad sin caer jamás en el Profundo Abismo, fue rebautizado en España con el nombre de Estela Plateada y no como le conocen hoy las nuevas generaciones, con su nombre original, tan yankee, de Silver Surfer (el Surfero de Plata..., ¡horrible, parece el jefe de una banda de pandilleros del Bronx!). Aquéllos que se han dado cuenta de cómo funcionan las cosas y han aprendido a subirse a la tabla y a deslizarse por entre las sorpresas de la vida (grandes olas, bancos de arena, delfines nadando a tu lado, resacas traicioneras, submarinistas despistados...) disfrutan mucho más de ésta porque la asumen y por tanto tienen más posibilidades de comprenderla y comprenderse a sí mismos. Los que siguen empeñados en construir torres y en mirar atrás ("quisiera que todo volviera a ser como antes..." ) ya sabemos cómo acaban: aplastados por sus propios pétreos miedos. Por eso un buen surfero estelar siempre da la bienvenida a una crisis: es la oportunidad de ver las cosas de otro modo, de aprender cosas nuevas, de probarte y fortalecerte ante la adversidad, de volver a triunfar, de demostrarte a ti mismo que sigues vivo... Además las crisis son inevitables así que ya que tienes que enfrentarlas hazlo bien. Como un héroe, por ejemplo. O, si lo prefieres, con deportividad. O al menos con educación... Porque aunque no queramos llegarán igual.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La Bildung

Lo más interesante de recordar las vidas anteriores es comprobar lo bien que funcionan, que siempre han funcionado, las Leyes de la Naturaleza con independencia del tiempo, el lugar, los personajes y cualesquiera otras características prescindibles de cada momento. Y cómo la sabiduría (la de verdad, no la que como tal nos venden los científicos, los religiosos o los políticos de cada siglo) es siempre la misma, en todas las épocas. La asignatura de Reencarnación e Inmortalidad es una de mis favoritas y de hecho fue uno de los motivos por los que me decidí a cursar la carrera de Dios. Conozco casi todas mis vidas pretétitas y sé que nunca fui un tipo importante, de los que aparecen en los libros de Historia. Nunca fui Napoleón, ni Julio César, ni Cristóbal Colón..., ni falta que me hizo, en realidad. Pero sí conocí a algunas personas muy brillantes, algunas de las cuales figuran hoy en esos libros y otras no.

En estos tiempos actuales (que dentro de poco serán también pasados) en los que tanto se discute sobre el desastre de la Educación con los deplorables planes de estudios contemporáneos, las erráticas políticas de Bolonia, la estúpida insistencia en intentar sustituir la mente humana por la de un ordenador..., no puedo menos que recordar a ese gran, espléndido y erudito maestro que fue Johann Wolfgang Von Goethe, el sabio con cara de pájaro asustadizo. Fue Goethe quien introdujo de manera decisiva en Alemania la Teoría de la Bildung: una concepción pedagógica que yo conocí cuando fui contemporáneo suyo pero que luego olvidé con el paso de los siglos y de las vidas. De regreso a este mundo, hace muy pocos años descubrí o, en realidad, recordé (puesto que, como decía otro de mis maestros, el supremo Arístokles Platón, aprender es recordar) la formulación de este método educativo que me alcanzó perforando el inconsciente desde dentro como una estalactita mental, gota a gota, hasta los niveles más evidentes de mi capacidad de percepción. Resumiendo el asunto, la Teoría de la Bildung explica que la formación del ser humano no se reduce a un ámbito meramente material sino que es un hecho unitario, total, que abarca a todos los aspectos de su existencia y que está constituido con la experiencia que da la vida y la práctica sobre los hechos de la vida. La Bildung implica que la educación, la formación del hombre nunca finaliza..., a no ser con la muerte. Pero ni siquiera ahí, puesto que el espíritu es inmortal y por tanto inmortal es su proceso de aprendizaje a lo largo de las vidas sucesivas. La Bildung no se le ocurrió a Goethe de un día para otro. Él también era (y es, hoy día..., incluso puede que en su identidad actual me haya cruzado con él sin saberlo en los pasillos de la Universidad de Dios) un viajero a través de los milenios y sin duda conocía, más por experiencias pasadas que por sus visitas a las viejas bibliotecas otros conceptos relacionados con sabios más antiguos. Sí, como la Paideia del amigo Isócrates (no en vano seguidor de Sócrates y también de Arístokles Platón), una educación muy diferente del vulgar utilitarismo de los que practicaban la Techné o técnica pura y dura, pues el fin de la Paideia era aproximar al hombre al ideal de Hombre. En ese sentido, no bastaba con aprender Matemáticas o Poesía o cualquier otra materia corriente..., sino que era preciso desarrollarse integralmente y mostrarse de forma a la vez sencilla y elegante, ejerciendo una buena conducta fiel reflejo del mandato de los dioses y dominando el lenguaje en lugar de ser dominado por él. Por supuesto que Goehte también conocía la vinculación de la Aüfklarung o Ilustración alemana con el Humanismo renacentista que tantas cosas de los antiguos recuperó después de esa Edad Media a la que (sin ser tan pavorosa como suelen pintárnosla los mequetrefes culturales encargados de adoctrinarnos) nuestra civilización fue reducida por los mercenarios de la religión, los traidores que enarbolando ciertas enseñas servían (aún lo hacen) a otras muy distintas. Falsas banderas. Con éstos y otros mimbres que no se pueden mencionar aquí (oh, no he contado las esotéricas compañías en las que conocí a Goethe y en las que tantas veces le traté, pero es que juré no hacerlo) nuestro hombre recordó la idea de la formación humana, de la Educación con mayúsculas, no como un simple método de aprendizaje ni un vulgar camino para obtener un infantil diploma que colgar en una pared cualquiera sino como una auténtica creación artística: la mayor concebible y ejecutable por un ser humano. Por eso no puede tener final. La pedagogía corriente, la que hoy seguimos utilizando en los colegios, universidades, academias de formación..., está destinada a crear profesionales. La Bildung aspira a crear (a re-crear constantemente) seres humanos. Todo esto implica no sólo un mayor esfuerzo que la educación común, sino un esfuerzo de autoformación. No basta con enfrentarse a las materias de aprendizaje, sino que hay que examinar cómo esas materias inciden y sirven a cada uno de nosotros, en particular. La Bildung se convierte, entonces, en la norma educativa que el hombre independiente, libre y autoconsciente se da a sí mismo. Es su propio marchamo de calidad. Su garantía a sí mismo de que está educándose de la mejor manera que le es posible. Él es su maestro, a la vez que el alumno y la misma materia a estudiar. Y todo cobra así sentido.