Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 27 de enero de 2017

Zardoz

John Boorman dirigió en 1974 una de las películas en apariencia más extravagantes de la historia de la ciencia ficción: Zardoz. Nunca fue entendida por la mayoría de sus espectadores ni, por supuesto, por la crítica especializada, quien pretendió interpretarla en clave hippie, filosófica, lisérgica e incluso gay -el atuendo que lucía Sean Connery, el protagonista, parecía especialmente diseñado para llamar la atención de este tipo de público-. A día de hoy, sigue siendo una obra objeto de befa y mofa en diversas webs llenas de comentarios cuya necedad es fácilmente explicable debido a la incomprensión de la historia. Incluso se ha convertido en una película de culto precisamente por su inexplicada excentricidad. Sin embargo, es precisamente hoy día cuando esta película de carácter simbólico cobra todo su sentido y es más fácil de comprender. Al menos, tal y como me la explicó Mac Namara desde el punto de vista conspiranoico. 

El argumento nos sitúa en el siglo XXIII, en un clásico mundo postapocalíptico donde la sociedad homo sapiens ha quedado reducida a un estado de salvajismo y de perpetuo enfrentamiento entre los clanes supervivientes, en medio de un paisaje desolado que apenas da para obtener algunos recursos alimenticios. Los "brutales", que así se llaman ahora los humanos, adoran a una grotesca y colosal cabeza de piedra voladora con aspecto de máscara teatral griega, que aparece de vez en cuando sobre ellos lanzando mensajes chocantes como "el pene es el mal, las armas son buenas". Es su dios Zardoz, que regularmente aterriza entre ellos para que los brutales recojan del interior de su boca las armas y municiones que les deja, a cambio de recibir ofrendas en forma de comida por parte de los salvajes. Uno de éstos, Zed (Connery) resulta ser más inteligente y osado que la media de sus contemporáneos y un día decide esconderse dentro de Zardoz para volar con él y ver dónde vive.  

Zardoz aterriza en el interior de un gigantesco domo, el Vórtex, donde Zed descubre un paisaje muy diferente al del resto del planeta, con espacios verdes y agradables construcciones, así como personas muy diferentes a los brutales: hombres y mujeres de aspecto lánguido y gentil (con unos tocados ciertamente curiosos, algunos de ellos) que responden al nombre de los "elegidos" o los "eternos". Viven en un entorno tranquilo, sin grandes problemas, y no conocen la enfermedad ni la vejez. Una inteligencia artificial llamada el Tabernáculo contesta sus preguntas y resuelve cualquier contingencia conectado a ellos a través de unos especiales anillos de cristal. Las escasas muertes que se producen por accidente son compensadas con la clonación de un nuevo cuerpo para las personas afectadas, lo que les otorga la inmortalidad física. Pero al desaparecer los problemas y los desafíos, la vida pierde todo el sentido y los eternos se aburren durante todo el día sin saber qué hacer para llenar las interminables horas de su tiempo. Ni siquiera pueden recurrir al sexo, porque se han vuelto impotentes... En los pocos casos en los que algunos de ellos han decidido rebelarse contra esta vida sin sentido y tratan de forzar las reglas impuestas por el Tabernáculo, éste les castiga aislándoles y provocando su envejecimiento artificial, con lo que les condena a seguir viviendo igualmente, pero en peores condiciones físicas. Tampoco pueden organizar un ataque contra el superordenador que rige sus vidas porque cuando se puso en marcha todo el sistema éste fue bien escondido para que no pudiera ser destruido en el futuro y nadie sabe dónde está.

Durante su sorprendente excursión, Zed no sólo descubre que el nombre de Zardoz es un remedo de El Mago de Oz (The wiZARD of OZ), el famoso libro de Lyman Frank Baum (que, por cierto, tiene una interesante lectura más allá de la puramente infantil, denunciando entre otras cosas la falsa economía basada en el oro: no en vano el peligroso camino de baldosas es amarillo como el oro y la tierra de Oz se llama así igual que la abreviatura -oz de onza- empleada para la medida del preciado metal) sino que, de hecho, la estrategia utilizada con este dios es similar a la del perverso brujo del texto original. Se revela también que el creador de Zardoz es un eterno llamado Arthur Frayn que oficialmente ha diseñado al "dios" para someter a los brutales y reducir su número progresivamente (recordemos sus mensajes chocantes contra el sexo   -o sea, la procreación- y a favor de la violencia -es decir, la muerte-) pero también como parte de una conspiración para terminar con el Tabernáculo y sacar a la humanidad de su estéril estancamiento. Zed entiende que él mismo es una pieza clave del juego, el resultado de experimentos genéticos impulsados por el mismo Frayn para crear un brutal menos brutal y más parecido a los eternos, que pudiera algún día penetrar en el Vórtex y hacer lo que ni brutales ni eternos pueden hacer: destruir al Tabernáculo.

Tras diversas peripecias, Zed termina comprendiendo que ha de encabezar la rebelión, así que dirige al interior del domo a los brutales, que destruyen, saquean y matan a la mayoría de los eternos (una novedad que, todo sea dicho, éstos reciben con ilusión, felices de poder terminar por fin sus inútiles vidas). Encuentra también el Tabernáculo y lo aniquila. El final de la película es una secuencia de imágenes en formato time lapse con banda sonora de fondo de la séptima sinfonía de Beethoven, en la que aparece Zed junto con Consuella (Charlotte Rampling), una de las líderes rebeldes de los eternos. Ambos aparecen sentados dentro de la cabeza de piedra, con sobriedad y autoridad y vestidos con unos abrigos verdes, como los nuevos reyes de la humanidad resultante mezcla de brutales y eternos. De hecho, junto a ellos aparece un bebé (su hijo) que va creciendo y convirtiéndose en un hombre joven a medida que ellos envejecen. Finalmente, les deja y ellos mueren, se convierten en esqueletos y acaban reducidos a polvo. El único recuerdo de toda la aventura son unas manos pintadas en la pared y el revólver que utiliza Zed durante la película...

Así resumida, la historia parece incluso sencilla, pero hay que ver el largometraje entero para entender la perplejidad que embarga a la audiencia no avisada ante la complejidad de algunos de sus símbolos así como lo aparentemente abstruso de algunos planteamientos filosóficos que se presentan allí. 

- Y, sin embargo, es todo muy sencillo -precisa Mac Namara-. Lo que Boorman está mostrando aquí es una advertencia doble: por un lado, a los Amos, por los planes que están desarrollando en este momento y aspiran a hacer realidad en su obsesión por convertirse en dueños físicamente inmortales del planeta y, por otro lado, a la gran masa de humanos ignorantes de la conspiración que les gobierna y a los que está diciendo 'mirad lo que os espera'. No obstante, este cineasta, en realidad, sigue la estela de otras obras que advirtieron de lo mismo antes que él..., y cuyos avisos se perdieron igualmente ante la sordera del público al que iban dirigidos.

Asiento con la cabeza. Siempre he pensado que el género de la ciencia ficción se inventó en su día no como una mera entretención o especulación de futuro sino como una forma de contar a la sociedad ciertas cosas que no se podrían explicar de otra manera (porque la mayoría del público no las entendería y porque los autores que intentaran revelarlas no morirían tranquilamente en su cama). Recuerdo en ese momento, por ejemplo, El tiempo en sus manos, de George Pal, estrenada en 1960 a partir de la adaptación de la novela de H. G. Wells (por cierto, un gran conocedor de algunos de los planes de los Amos, como refleja en sus obras y en su propia trayectoria personal). Allí también aparece esa doble raza humana del futuro: los gentiles y rubios Eloi -nombre tan obviamente similar al de Elohim, los dioses de los antiguos textos semitas- y los brutales y retrasados Morlocks -una especie de nuevos neandertales cuyo nombre es por cierto una variante de Morlok, un apellido que puede encontrarse en ciertas zonas de Alemania-.

- Como sabes -explica mi gato conspiranoico-, el plan de los Amos es conducir a la humanidad a una nueva Edad Media en la que ellos sean los señores feudales mientras que el resto de la población queda reducida a condiciones de esclavitud o, como mucho, de servidumbre. Cuando digo "resto" de población quiero decir exactamente eso, "resto", pues su idea es deshacerse de la mayor parte de la gente de una forma u otra, de manera que en total el número de habitantes de la Tierra no alcance los 500 millones de personas. El arma con la que aspiran a convertirse en los nuevos señores no será la religión ni el ejército, como en la primera Edad Media, sino la tecnología.

- De ahí el inmenso negocio de los últimos años en torno a la informática y la obsesiva búsqueda de la inteligencia artificial...

- No sólo eso. Ellos buscan crear su propio Tabernáculo, como el de la película, un nombre por cierto muy explicativo si te pones a analizarlo con cuidado... Pero no se limitan a diseñar una inteligencia artificial todopoderosa. También trabajan en todos los campos de la salud, obsesionados con lograr la inmortalidad física a base de sustituir los órganos originales del cuerpo por "repuestos" biológicos, como si los seres humanos fueran simples máquinas con piezas intercambiables. O cambiando directamente todo el cuerpo, al clonarlo. La idea detrás de la clonación es la posibilidad de transplantar la conciencia indefinidamente de un cuerpo a otro, pero tiene un gran inconveniente: el cuerpo clonado no contiene el cerebro original, donde se manifiesta la identidad. Es más, parece que cada clon desarrollaría su propio cerebro con su propia identidad. Entonces, ¿se podría considerar a un clon como una persona individual? Y en ese caso, ¿se podría extraer su cerebro y matar así a esa persona para introducir en su lugar el cerebro de la persona original? Claro que primero tienen que conseguir un trasplante de cerebro exitoso...

Me acuerdo de la oveja Dolly y de tantos ingenuos que a día de hoy siguen pensando que los científicos se limitarán al mundo animal sin atreverse a intentar clonar por completo a un ser humano... Pero Mac Namara continúa su discurso y he de prestarle atención.

- Otra cuestión clave es el control demográfico: una revista española de divulgación publicaba recientemente los aberrantes avances que se están llevando a cabo en los últimos años para conseguir una maternidad sin madre, presentándolo como algo agradable y deseable: "ya es hora de que las mujeres dejen de sufrir por el embarazo" y otros sinsentidos semejantes. Como sabemos, los científicos ya han conseguido la primera parte:  fecundar un óvulo con esperma fuera del útero. Ahora, entre otras cosas, buscan diseñar una "vasija" ajena a la mujer, donde el feto pueda desarrollarse hasta el momento del "parto" y, en lugar de nacer, el bebé sea literalmente fabricado. Esto ya fue adelantado en 'Un mundo feliz' de Aldous Huxley, otro hombre con conocimientos..., y con contactos especiales. Y este tipo de avances tienes que relacionarlo con el fortísimo impulso a ciertas corrientes de pensamiento antitradicionales, así como a ideologías hoy omnipresentes como por ejemplo el radicalismo ecológico, que nada tiene que ver con el verdadero ecologismo, y que sostiene conceptos como que los seres humanos sois el cáncer del planeta y habría que destruiros a todos para salvarlo. El deseo de los Amos es, como te digo, hacer desaparecer de la faz de la Tierra cuanto antes a varios miles de millones de personas y controlar férreamente a las que queden a través de esos avances tecnológicos.

- De esta manera, 'Zardoz' adquiere sentido rápidamente...

- Así es. La película muestra lo que los Amos desearían que fuera su futuro en este planeta: ellos viviendo calentitos y sin preocupaciones en un entorno idílico, protegido y controlado por la informática y alimentados por los recursos facilitados por sus siervos, una masa de gentes salvajes y mal alimentadas, sin patrias, sin tradiciones, sin culturas diferenciadas, sin objetivos de ningún tipo más allá de la mera supervivencia, y fáciles de manipular. O, lo que es lo mismo, el resultado, a la larga, del mundo globalizado y bastardizado que hoy nos venden como el ideal supremo de una humanidad supuestamente en paz y que si por desgracia llegara a hacerse realidad supondría, en cambio, un camino garantizado hacia el infierno.

Pienso entonces en las últimas noticias que han publicado medios como The New Yorker acerca de Nueva Zelanda, un lugar alejado de todas partes pero que conserva -precisamente por su lejanía- recursos naturales y paisajes bellísimos. Según estos medios, el país oceánico se ha convertido en la nueva meca de algunas de las personas con más dinero del mundo. De hecho, el pasado mes de septiembre fue clasificado como "el segundo mejor lugar de residencia para expatriados" en la Tierra, entendiendo como "expatriados" no a pobres inmigrantes ilegales sino a personas con capacidad para inyectar un mínimo de algo más de 7 millones de dólares en la economía local. Entre los nombres conocidos de los nuevos "vecinos" de Nueva Zelanda figuran personas como el industrial Alexander Abramov, el cineasta James Cameron o el fundador de Alibaba Jack Ma. Kim Dotcom, el fundador de megaupload.com, concedió unas curiosas declaraciones a finales de octubre pasado en las que decía que "el mundo está entrando en una gran crisis y por eso nos mudamos a Nueva Zelanda (...) ya que este lugar está fuera de todas las listas de objetivos nucleares". Un detalle: al día siguiente de las elecciones que elevaron al poder a Donald Trump, la web de inmigración neozelandesa recibió ¡24 veces! más visitas desde EE.UU. que la media diaria. En la semana posterior a la elección de su nuevo presidente, 13.400 ciudadanos norteamericanos se pusieron a comprar una residencia en el país oceánico. Otro detalle: en los últimos diez meses de 2016, los ciudadanos de EE.UU. habían adquirido el cuádruple de la superficie comprada durante el mismo período de 2015 en nueva Zelanda. Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, también opinaba sobre esto asegurando que cerca de la mitad de los habitantes de Silicon Valley habían pensado en mudarse por allí, sobre todo tras el gran crecimiento de frustración y animadversión popular contra las elìtes sociales. ¿Es Nueva Zelanda el hogar del Vórtex? 

- Al mismo tiempo, el largometraje advierte a los Amos de que su sueño es absurdo, porque esa vida de señores basada en la tecnología terminaría al final por perder todo el sentido y les conduciría a la autodestrucción -añado entonces en la conversación con mi gato conspiranoico.

- Tú lo has dicho. Es uno de los eternos, Arthur Frayn, quien termina concibiendo la forma de desmoronar todo el sistema. ¡Y esa forma pasa por conseguir volver a unir a la humanidad, a los brutales y a los eternos! El hijo de Zed y Consuella es el hombre nuevo, el que reiniciará de nuevo todo el ciclo... Como sin duda ha sucedido antes más de una vez: recuerda las palabras del sacerdote egipcio a Solón en el templo de Sais...

- Esto lo sabes tú, lo sé yo y seguro que lo sabe también más de algún otro interesado. Entre otros, los propios Amos. Y sin embargo siguen adelante con sus proyectos...

- Sí, porque en su soberbia están convencidos de que pese a todo no fallarán. Y se equivocan. Por eso los Amos, aunque se creen peligrosos de verdad, son los más ingenuos de todos -ríe Mac Namara entre dientes.

Me doy cuenta de que ha terminado su análisis y, desperezándose, se dispone a irse, como de costumbre, en un santiamén. Pero antes tengo que preguntarle una cosa que siempre me ha intrigado:

- ¿Era necesario ver a Sean Connery con semejante 'look'? Queda demasiado..., digamos, ridículo.

- Pero, fíjate bien, alma de cántaro... Durante todos estos años, cuando la gente pensaba en esta película, incluso a día de hoy, ¿qué es lo que recuerdan? ¡Las pintas de Connery! O algunos otros detalles caricaturescos de la obra, como la propia cabeza voladora. Toda esa puesta en escena está hecha 'ex profeso' para despistar, porque el homo sapiens es igual que los indios de las películas: se deslumbra enseguida con las cuentas de colores brillantes y se queda ahí, en el continente, en lugar de profundizar hacia el contenido. Como te dije, 'Zardoz' es una advertencia pero su mensaje no estaba en realidad destinado a todo el mundo...







viernes, 20 de enero de 2017

¿Existo?

Cuando el amigo Renato se le ocurrió aquello del "Pienso, luego existo" estaba intentando contestar una de las preguntas más angustiosas de la filosofía moderna: ¿pero, de verdad, este mundo -y, con él, yo que lo habito, lo gozo y lo sufro- es real? En su Discurso del método deja escrito que "mientras yo pensaba que todo era falso, sin embargo era preciso que yo, que era quien lo pensaba, fuera algo. Y noté que esta verdad, 'yo pienso, por lo tanto yo soy' era tan firme y tan cierta que ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos podrían quebrantarla y que podría admitirla sin escrúpulo alguno como el primer principio de la filosofía que estaba buscando". Claro, en el año de publicación de su famoso texto, aún faltaban casi 350 años para que se estrenara Blade Runner, por lo que Renato no podía plantearse la posibilidad de que hubiera personas que no fueran tales, aunque físicamente lo parecieran y aunque -en apariencia- pensaran de forma individual. Personas que en realidad fueran robots de carne, impecablemente modelados para confundirse entre las humanas, con memorias, sensaciones, ambiciones, virtudes, defectos..., todo ello implantado en su interior como parte de su programación.

¿Con cuántas personas que son robots nos cruzamos cada día y no lo sabemos? 
¿Cuántas de ellas no saben cuál es su verdadera naturaleza de robot?
¿Soy yo mismo un robot en realidad y no lo sé?

No son pocos los científicos -y por supuesto toda esa pandilla de aficionados al materialismo compuesta en su mayor parte por adoradores de la pobre Wikipedia y otros "líderes de opinión digitales"- que niegan la existencia de los mundos sutiles, incluso su misma posibilidad de existencia, por la única razón de que no disponen de un instrumento que les permita acceder directamente a ellos y observarlos, medirlos y clasificarlos de acuerdo exclusivamente con sus métodos. Los escépticos meten en el mismo saco a los farsantes -que los hay, y muchos, desde  esos "doctores" nigerianos que reparten octavillas anunciando su capacidad de recuperar al ser amado y curar el cáncer, hasta las tarotistas bien alimentadas que manipulan sin pudor la emoción de los ingenuos en la programación televisiva nocturna- y a las personas que, honestamente, han tenido atisbos de esos mundos sutiles y aspiran a saber más sobre ellos y, de paso, sobre sí mismas. Recordemos una vez más que hoy día la Ciencia reconoce que toda la materia y energía que conocemos en el universo (y eso significa toda: desde la bacteria más diminuta hasta el cúmulo galáctico más colosal) ocupa apenas un 4 %. Es decir, el 96 % del universo es por completo desconocido para el homo sapiens. Está compuesto por algo a lo que llamamos "materia oscura" y "energía oscura", no porque sea el territorio por el que deambula Darth Vader reclutando adeptos sino porque no tenemos ni la más remota idea de qué es ni cómo funciona. De hecho, ésa puede ser la parte luminosa del universo y nosotros vivir confinados en su cloaca sin saberlo.


Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podemos decir tan alegremente cosas como que "después de siglos de pensamiento lógico, los seres humanos hemos logrado desentrañar algunas de las leyes del universo"? ¿Quién puede garantizar que esas leyes inmutables rigen entre la materia y la energía oscura igual que en esta parte del universo material? Y, si fueran distintas, ¿no sería lo lógico considerar las leyes materiales como la excepción, dado que casi todo el universo funcionaría de otra manera? Lanzar afirmaciones tan contundentes como las que se leen en algunas entrevistas a científicos, revistas serias de divulgación, libros especializados..., me recuerda a la actitud de investigadores y hombres ilustrados de tiempo atrás (como el mismo Renato, por cierto) que estaban convencidos de la realidad de la arquebiosis o teoría de la generación espontánea. Hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX, ayer mismo, a que Louis Pasteur demostrara de una vez por todas que la vida no nace así porque sí, por simple casualidad a partir de la materia, sea ésta orgánica o inorgánica o una combinación de ambas. Pues en este campo, como en los demás, constituye un error considerar la supuesta importancia de la caSUalidad cuando lo que existe de verdad es la caUSalidad.

(Entre paréntesis, la demostración de Pasteur consolidó un gran enigma que aún no ha sido resuelto y que es una china en apariencia pequeña pero dolorosa en el zapato del evolucionismo. Si todo ser vivo proviene necesariamente de un ser vivo preexistente, del cual es su heredero y continuador de la especie, ¿cómo nació el primer ser vivo?)

El desarrollo de estudios en torno a la física cuántica en los últimos años ha reducido aún más las supuestas certezas acerca de quiénes somos y dónde estamos. Los investigadores han descubierto que las leyes físicas "inmutables" que rigen nuestro día a día (ya no hablamos de cósmicos emplazamientos a miles de años luz de nosotros, donde pueda estar guardado el secreto de la existencia, sino de lo que somos aquí y ahora) no funcionan en el mundo de las partículas subatómicas. Nuestras células sí están sometidas a idéntica, digamos, "normativa existencial" que nuestras vacas, nuestras mesas, nuestros  insectos, nuestros coches, nuestros libros o nosotros mismos, pero las partículas que interactúan por debajo del átomo, no. Por decirlo de una manera muy gráfica y salvando las distancias: es como si montáramos un castillo con piezas de Lego y las piezas obedecieran a unas leyes y el castillo finalmente construido, a otras diferentes. ¿No resulta deliciosamente espeluznante?

Así, las partículas subatómicas pueden comunicarse entre sí de manera instantánea por alejadas que estén entre ellas, pueden viajar a placer en el tiempo, pueden estar en dos partes al mismo tiempo, pueden materializarse y desaparecer a voluntad..., entre otras posibilidades que para el homo sapiens son pura fantasía. ¿O no? Esas extrañas propiedades de estas partículas, ¿no las hemos visto en las informaciones relacionadas con los mundos sutiles y con los misterios en su día llamados "paranormales"? Pues, esa comunicación instantánea ¿no es lo mismo que la telepatía? Esas materializaciones a voluntad ¿no las hemos encontrado en tantas historias de aparecidos? Esos viajes por el tiempo ¿no han aparecido en algunos relatos de gentes extrañas que dijeron a sus interlocutores venir de tal o cual época? Esa capacidad para estar en dos sitios a la vez, ¿no es lo mismo que la bilocación? 

Hay otro detalle peculiar. El principio de incertidumbre de Heisenberg explica que es imposible conocer con precisión ciertos pares de magnitudes físicas observables o complementarias. Por ejemplo, es imposible conocer a la vez la velocidad y el momento de una partícula. Para observarla bien, es necesario bombardearla con otras partículas pero..., eso cambia de forma automática su trayectoria y por tanto invalida la exactitud de la observación. Por algún motivo es entonces imposible observar a las partículas subatómicas en acción de acuerdo con nuestras actuales tecnologías. ¿No hemos visto eso con ciertos personajes que disponían de "poderes" que empleaban en su vida diaria pero que luego no podían manifestar cuando eran sometidos a un aséptico control de laboratorio (me refiero a personajes íntegros, cuyo objetivo no era hacerse ricos sino ayudar a su comunidad, y no a gurúes que basan sus capacidades "mágicas" en simples juegos de manos y un elevado porcentaje de sugestión).

El catedrático de psicobiología del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona Ignacio Morgado publicó hace un par de años un interesante libro titulado La fábrica de las ilusiones en el que asumía -como lo están haciendo tantos científicos contemporáneos, cada vez más- una tesis ya enseñada por los sabios de la antigüedad pero que llevaba mucho tiempo denostada, encarcelada y olvidada en las mazmorras de la intelectualidad materialista. Y esa tesis es que, para entender y manejar el mundo, el cerebro humano crea ilusiones o, en las propias palabras de Morgado en una entrevista publicada a partir de la aparición de su obra: "este libro refleja que nada de lo que hay aquí está realmente fuera, todo son ilusiones que crea nuestro cerebro", considerando ilusión "todo aquello que hay en la mente y no tiene un correlato con la realidad". Así, presentaba el ejemplo del tacto, una "ilusión muy práctica" porque notamos las cosas cuando las tocamos pero "es el cerebro el que siente y lo sabemos porque hay personas que con un brazo amputado siguen notando el tacto en la mano que ya no tienen" aunque "no sabemos cómo hace el cerebro para que tengamos la ilusión de sentir el tacto en cualquier zona de nuestro cuerpo". 

En resumidas cuentas, el mundo entero no es sino una ilusión cerebral. Imposible no recordar aquí, por ejemplo, a la diosa Maya, la encarnación divina del concepto Ilusión según el hinduismo, que considera que todo el universo no es sino un inmenso sueño, un puñado de irrealidades por el cual transitamos, a veces danzamos, enredándonos una y otra vez y poniendo así en marcha el mecanismo kármico. Aún más, en la versión Sankhya, la más antigua de las conocidas como seis doctrinas hinduistas clásicas, encontramos a Maya identificada a la vez con Prakriti, la materia, y con Pradhana, la desconocida fuente del mundo material y..., ¿acaso otra forma de llamar a lo que hemos rebautizado como materia/energía oscura?

Volviendo al principio, recuerdo también ahora uno de los principales postulados de las Escuelas de Misterios: la identidad real no radica en el cuerpo físico, animado por una fuerza cósmica ajena, sino en esa misma fuerza cósmica, que emplea el cuerpo actual como ya lo hecho antes con otros cuerpos y como lo hará en el futuro con otros más. Luego entonces, existiré en tanto en cuanto esa fuerza cósmica exista, es decir asuma el control y se manifieste, por encima de los mecanismos puramente físicos. En caso contrario, seré un simple replicante...













viernes, 13 de enero de 2017

A sí mismo

En el fondo sólo hay un tema. El Tema. Da igual cómo se exprese o cómo se manifieste en las distintas tradiciones culturales, religiosas o sociales de las civilizaciones que se han sucedido en este planeta: aquéllas que recordamos y aquéllas que no (porque su recuerdo es ya tan tenue debido a su ancianidad..., o porque directamente lo robaron los Amos para ocultarlo y convencer así más fácilmente a los perezosos espirituales con una versión falsa de la Historia). Este Tema no está superado. Nadie ha sido capaz de inventar todavía algo nuevo, algo diferente, por más que supuestos creadores y supuestos críticos contemporáneos estén empeñados en darnos lecciones de superioridad sobre "eso que está superado desde hace tiempo". Todos los cuentos, todas las novelas, todas las películas, todas las pinturas, todas las canciones, todas las esculturas..., todas las obras de arte (arte de verdad: fuego frío que anima la creación y que está conectado con el mundo de allá fuera, al otro lado de los barrotes de esta divertida prisión) tratan en el fondo de lo mismo. Y la situación, hoy, es la misma que hace mil o cinco mil o quinientos mil años, la misma que será dentro de cinco millones de años. Y los que somos hoy, lo somos de la misma forma que lo fueron nuestros más lejanos ancestros, por más que traten de engañarnos diciendo que estamos más "evolucionados" y por tanto somos mejores que ellos.


Ésta es de las pocas certezas que siempre me han acompañado, incluso antes de ingresar en la Universidad de Dios, porque además se me ha hecho muy clara tantas veces... Una de las que mejor recuerdo ahora mismo es aquella luminosa y ya lejana mañana en las ruinas de Pompeya, cuando me quedé petrificado delante de aquel paso de cebra de hace 2.000 años. Un paso de cebra exactamente igual que los actuales, sólo que en lugar de estar pintado en el suelo estaba semi enterrado en la tierra de la calle (a nadie en su sano juicio y con un poco de conocimiento sobre el aspecto eminentemente práctico del antiguo mundo romano se le ocurre creer que las piedras estaban completamente al aire, como se pueden ver hoy día, con el único objetivo de "reducir la velocidad de los carros") de manera que señalara un paso seguro para los peatones. Y no sólo para obligar a frenar a cabalgaduras, carromatos o bigas, sino para permitir que aquéllos pudieran cruzar la calle sin chapotear entre el lodo y los charcos en los días de lluvia.


Pompeya, como otras ruinas antiguas que tanto tienen que enseñarnos, aunque sólo queden de ellas un par de columnas, una estatua mutilada y una pared agujereada por el tiempo, da testimonio de que nuestros antepasados, incluso desde el punto de vista físico, material, eran muy parecidos a los orgullosos e inconscientes necios que habitan hoy este planeta. En esta ciudad de la Campania está también el fabuloso mosaico con la advertencia tan generalizada a los amigos de lo ajeno en las casas con guardas caninos: Cave canem (cuidado con el perro). Y hay tiendas, o restos de ellas, en absoluto muy diferentes de las que encontramos en nuestras calles. Y bares, que entonces se llamaban tabernas. Y tantas otras cosas...

Lo que mueve a los homo sapiens actuales es exactamente lo mismo que lo que movió a los que les precedieron en generaciones anteriores: comer bien varias veces al día; tener una pareja (o muchas, según los gustos) y, a ser posible, una familia; vivir tranquilamente; no trabajar demasiado; ganar dinero, posesiones materiales y posición social..., adquirir todas esas cosas con las que, en el fondo, sólo buscan una sola: la felicidad (ahhh, ignorantes de la vida..., la felicidad no es un asunto de este mundo, por más que os empeñéis). Lo único que nos diferencia de las gentes que vivieron en siglos anteriores es la tecnología de la que disponemos (nuestros coches frenan hoy delante de los pasos de cebra cuando pasa un peatón -¡o deberían!- igual que los carromatos de los antiguos romanos) y eso no es decir gran cosa. Aquello que hoy tanto nos deslumbra y entretiene, básicamente todo lo relacionado con el mundo digital y las nuevas tecnologías, quedará obsoleto más pronto que tarde y nuestros hijos (para qué decir nuestros nietos) se preguntarán cómo pudimos sobrevivir con artilugios tan limitados, de la misma forma que hoy miramos atrás y nos preguntamos cómo pudieron los vikingos cruzar el Atlántico sin brújulas, sólo con la ayuda de su rudimentaria Solarsstein, su piedra solar. 


Así que el continente puede cambiar de forma llamativa, incluso espectacular, pero el contenido no: sigue siendo el mismo. Siempre es el mismo, porque la tarea es la misma. Este juego es, desde el punto de vista humano, eterno.



Y la labor de los que consiguen abrir los ojos, la de los que logran apoderarse de Udjat, también es idéntica hoy a la que fue ayer y a la que será mañana. Yo soy quien soy, quien siempre ha sido y quien eternamente será..., advertía la madre Isis al recién nacido, con unas palabras tan hermosas que el Gran Impostor robó, como tantas otras cosas, para pretender luego que las había pronunciado él. Qué bellísima imagen, la del templo de Dendera, por cierto con la presencia de mi tutor en la Universidad de Dios, el Gran Thoth, encargado no por casualidad del Ojo de Horus, "la alegría de tu corazón". Isis, Thoth, Horus y los demás dioses siguen ahí, aunque por desgracia el número de aquéllos que pueden tener acceso hasta sus estancias, que pueden llegar a conocer e incluso a forma parte de la Áurea Catena, se ha reducido drásticamente. Pero no han desaparecido, en absoluto. Es sólo que los homo sapiens, cegados por la niebla densa, son incapaces de ver el océano, aunque esté delante de ellos, y achacan el canto del oleaje al rugido de monstruos de fantasía inventados por sus miedos y sus vicios.


 Marco Aurelio, el emperador, formó parte de esa cadena de oro, y por eso tantos de los pasajes del maravilloso texto que escribió para sí (o quizá, lo supiera él o no, también para otros que buscaban los eslabones del conocimiento que él tuvo la fortuna de aferrar durante su existencia) suenan tan familiares cuando uno ha tenido oportunidad de leer otros libros inspirados de distintas épocas y distintos puntos de la geografía, sin ir más lejos, las propias reflexiones de mi profesor de filosofía, Epicteto. El tono vital de fondo es el mismo y requiere de cierta capacidad de profundización personal. Un libro de este estilo es como uno de esos licores añejos, que es preciso saborear a sorbos, disfrutando de cada instante. No es un refresco que se pueda consumir en un par de minutos. Por ello no creo haber llegado tarde a la lectura de A sí mismo (también publicado con el título de Meditaciones y a veces Reflexiones) sino en el momento adecuado para poder comprenderlo bastante bien, máxime en esta buena edición de Edaf. Por ello, también, estoy convencido de que este es un libro incómodo para mucha gente pues el lector debe asumir su filosofía vital: "El objeto de la vida no es estar con la mayoría, sino escapar de encontrarse a uno mismo entre las filas de los locos."

Hay muchos fragmentos de A sí mismo que han hecho vibrar ciertas cuerdas en mi interior. Transcribo sólo un puñado de ellos, porque es imposible citar aquí todos so pena de cortar y pegar el texto íntegro. Pero si estas reflexiones despiertan verdaderamente algo en el interior de los lectores de esta bitácora, mi consejo es que adquieran el libro y se encierren con él a solas.



Una de las ideas en las que más insiste es la Muerte: su inevitabilidad, su lógica, su necesidad. Es una compañera de Vida. De hecho, es la otra cara de ella. Yo sé que en el momento adecuado recibiré la visita de la Walkiria y sé exactamente cómo es porque he viajado con ella desde éste a otros mundos muchas veces. Me pregunto quién se encargó de ir a buscar a Marco Aurelio al final de sus días..., aunque, teniendo en cuenta que murió en Vindobona, en lo que hoy llamamos Viena, quién sabe: tal vez recibiera la visita de otra hija de Wotan.

* "Como si estuvieras a punto de dejar la vida: así has de actuar, decir y pensar en todo momento. Marcharse de entre los hombres, si existen los dioses, no es en absoluto terrible, ya que no te pueden sumir en ningún mal. Y, si no existen o no se preocupan por las cosas de los hombres, ¿para qué vivir en un mundo vacío de dioses y providencia?"


* "Siempre hay que tener estas dos cosas presentes: una, que todo ha sido siempre semejante y ha estado sujeto a ciclos y no importa si es en cien años, doscientos o durante un tiempo indeterminado cuando uno vuelve a ver lo mismo; la otra, que el que ha vivido más años y el que ha tenido la más breve de las vidas pierden lo mismo pues sólo se pierde el presente, ya que es lo único que se tiene."


* "Quien se preocupa por si tendrá fama póstuma no se da cuenta de que todos y cada uno de los que puedan recordarle morirán pronto. Luego, también morirán sus sucesores..., hasta que todo recuerdo se extinga en la marcha de vidas que se encienden y se apagan. Pero imagínate que los que recuerdan son inmortales y que sea inmortal el recuerdo, ¿qué más te da? Y no me refiero a que al muerto ya no le pueda importar nada sino ¿qué puede importarle al vivo que lo alaben?"

* "Lo que te queda de vida transítalo como si hubieras puesto en manos de los dioses todo lo tuyo, de todo corazón, como un hombre que no se presenta como dueño y señor, pero tampoco como esclavo, de nadie."

Otro de sus grandes temas es el ser humano. Su trabajo interno de perfeccionamiento. Su necesidad de desarrollar humildad y estoicismo ante las circunstancias vitales, incluso aunque ellas le lleven a ejercer como emperador. Su comprensión de la idiotez básica y repetitiva del homo sapiens, que hay que saber perdonar..., sin dejar de protegerse ante ella.

* "¿Qué te molesta entonces? ¿La maldad humana? Considera que los seres racionales existen unos por otros, que tener paciencia forma parte de la justicia, que obran mal involuntariamente. Cuántos que se enemistaron, que desconfiaron, que odiaron, que se enfrentaron con lanzas, están ya muertos y no son más que cenizas. (...) Lo que queda, recuerda: la retirada a ese pequeño terreno que es de uno mismo; por encima de todo no te distraigas ni te desazones en esfuerzos, sé libre y mira las cosas como hombre, como ser humano, como ciudadano como animal mortal. Que entre aquellos principios que tienes a mano, aquéllos a los que vuelves tu mirada, estén estos dos: el primero, que las cosas no afectan al alma, sino que ésta permanece al margen e imperturbable y las turbulencias provienen únicamente de la opinión interior; el segundo, que todo aquello que tienes ante los ojos está a punto de cambiar y en un momento no estarás ya. No dejes de pensar en los cambios de los que has sido testigo."

* "Suma a cuantos conoces, uno tras otro. Uno quedó postrado tras los funerales de otro, otro con los de éste y sucesivamente, todo en un corto espacio de tiempo. En breves palabras, mira siempre lo humano como efímero, de poca monta: ayer mocos, mañana embalsamamiento y ceniza. Así que pasa este breve tiempo de acuerdo con la naturaleza y termina alegre, como una aceituna madura que cayera a tierra bendiciendo a quien la produjo y agradecida al árbol que la crió."

* "Uno ha de ser como un promontorio contra el que rompen sin cesar las olas, permanecer firme mientras a su alrededor se calman las turbulencias. De ningún modo pensar o decir 'Desgraciado de mí, porque me ha pasado esto' sino más bien 'Afortunado de mí, porque me ha pasado esto y permanezco libre de pena, sin quebrarme por el presente y sin miedo a lo que venga después'. Pues lo mismo que te ha sucedido a ti podría haberle pasado a cualquiera, pero cualquiera no lo hubiera sobrellevado libre de pena. ¿Por qué habría de ser aquello desgracia o esto fortuna? (...) ¿Lo que te ha ocurrido te impide ser justo, magnánimo, juicioso, sensato, reflexivo, sincero, modesto, libre y todo aquello cuya posesión lleva al pleno cumplimiento de la naturaleza del hombre? De ahora en adelante, en todo lo que pueda llegar a causar dolor, recuerda servirte de esta doctrina: esto no es una desgracia, sino que soportarlo con nobleza es una fortuna."

* "Ofrece todo aquello que está por completo en tu interior: ser honrado, digno, paciente, abstenerte de placeres, estar contento con tu suerte, ser parco en necesidades, de buen carácter, libre, sencillo, discreto, espléndido... ¿No te das cuenta de cuántas cosas eres capaz de aportar para las que no hay excusa alguna de falta de facultades naturales o de disposición, aunque tú prefieres seguir por debajo de ellas? ¿Acaso te sientes obligado a la queja, la mezquindad, la adulación, a echar las culpas a tu cuerpo, a la vanagloria, a maltratar tu alma porque no estás dotado por naturaleza?"


El libro de Marco Aurelio es un cofre del tesoro, donde se encuentran joyas de todos los colores y de todos los tamaños:




* "Es terrible la vanidad, y mentirosa. Cuanto más crees encontrarte entre cosas serias, más te embauca."

* "Los dioses, aun siendo inmortales, no se irritan porque en toda la eternidad se vean obligados a soportar a hombres sin valor, tales y tantos. Además, se preocupan por ellos de muchas maneras distintas. ¿Y tú, que dentro de muy poco vas a dejar de existir, te quejas? Y eso que eres uno de los hombres sin valor..."

* "Resulta patético no rehuir la maldad propia, lo que es posible, y pasar el tiempo en cambio rehuyendo la ajena, lo que es imposible (...) Cuando tropieces con un sinvergüenza, pregúntate al momento: '¿Es posible que no haya sinvergüenzas en el mundo?' Y verás que no es posible. En consecuencia, no pidas lo imposible. Éste que has encontrado es uno de aquellos sinvergüenzas que tiene que haber en el mundo. Ten a mano este mismo pensamiento para el malvado, el desleal y todo aquél que obre mal." 

* "¿Quién teme el cambio? ¿Qué podría existir si no fuera por el cambio? ¿Qué podría ser más amado y más familiar para la naturaleza del universo? ¿Podrías tomar un baño si no fuera porque la madera sufrió un cambio? ¿Podrías alimentarte si no fuera porque el alimento sufrió un cambio? ¿Puede alguna de las cosas útiles llegar a su cumplimiento sin cambio? ¿No te das cuenta de que tu cambio es semejante y de que también es necesario para la naturaleza del universo?"

Y una reflexión que me divierte particularmente, puesto que apela a mi lucha diaria en las mañanas temprano (una lucha, por lo demás, vulgar, pero que de alguna forma reconforta saber que también la sostuvo el emperador):

* "Al alba, cuando te dé pereza levantarte, ten esto a mano: 'Me levanto para una tarea de hombre. No me puedo enfadar por levantarme si voy a hacer aquello para lo que he nacido y para lo que he venido al mundo. ¿Es que he sido hecho para estar tumbado caliente entre mantas?' (...) No te amas a ti mismo pues, si así fuera, amarías tu naturaleza y su determinación." 


Sólo un manuscrito conserva el texto completo del libro de Marco Aurelio: el conocido como Vaticanus Graecus, fechado a finales del siglo XIV o comienzos del XV. Al final del mismo, se encuentra un poema atribuido por algunos estudiosos al erudito bizantino Aretas, obispo de Capadocia entre el siglo VII y el X (no está claro cuándo vivió). Es uno de los testimonios más antiguos que se conserva de la lectura de Marco Antonio y que muestra cómo en la antigüedad fue un texto conocido, al menos entre aquellas personas con inquietudes profundas. Dice así:

"Si quieres gobernar sobre la pena,
despliega este dichoso libro y comienza a leerlo con fruición.
En él, por una feliz sentencia, verás con facilidad
que de las cosas futuras, de las presentes y de las ya pasadas, 
el goce y el sufrimiento no es más que humo."

Podría transcribir muchos más párrafos del original, pero sería hacer flaco favor a quien quiera disfrutar de él por completo, así que me limitaré a añadir sólo uno más:

"Lo que surge de la tierra, hacia la tierra. Lo que brota del linaje del éter, al círculo del cielo vuelve."

En el éter nos encontraremos algún día, Marco Aurelio, y charlaremos de muchas cosas pues, aunque de cálices diferentes, estoy convencido de que hemos bebido el mismo néctar.