Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 29 de octubre de 2009

Dan Brown y yo

Este jueves se ha publicado la traducción al español de El Símbolo Perdido, la quinta y de momento última novela del escritor norteamericano Dan Brown que sigue el mismo esquema de Ángeles y Demonios y, por supuesto, su archiconocida y polémica El Código Da Vinci. De nuevo encontramos a Tom Hanks..., digo a Robert Langdon, enfrentado con una serie de enigmas misteriosos (masónicos en este caso) en una ciudad concreta (Washington D.C.) a los que esta vez hará frente con ayuda de la encantadora investigadora Katherine Solomon, y con un enemigo que es un malo malísimo autodenominado Malak. Puro best seller. Gustará mucho a los que busquen la diversión pura y dura en los libros, y quizás a aquéllos que sientan alguna atracción por la Masonería pero nunca se hayan tomado el tiempo de investigar por su cuenta. Como todos los libros de este tipo será ferozmente criticado, sobre todo por parte de aquéllos a los que les gustaría estar en la piel del propio Dan Brown (o mejor dicho, a los que les gustaría contar con su cuenta bancaria). Sin embargo, los ataques gratuitos a los best sellers demuestran una profunda ignorancia del mercado editorial por parte de quienes lanzan los anatemas. Resumiendo mucho, estos libros son muy necesarios por dos motivos: 1º) Porque gracias a los beneficios que obtienen las editoriales con ellos pueden permitirse el lujo de publicar otros libros de mayor calidad literaria e inferiores ventas (aunque, seamos sinceros: ¿cuánta gente lee realmente para saborear una construcción literaria o en busca de un contenido mayor y cuánta lo hace simplemente para entretenerse?); personalmente, siento enorme respeto profesional por un colega que es capaz de vender un millón de ejemplares en 24 horas y que además no se siente superior al resto de la Humanidad por ello (interesante entrevista con él hoy en el diario El Mundo donde dice que él ni es el Nobel de Literatura William Faulkner, ni tampoco lo pretende y además advierte a los escritores noveles de que siempre habrá quien desvalorice y destruya sus libros mediante la crítica, lo cual no debería desanimarles). 2º) Porque un libro que se lee mucho, con independencia de que sea bueno, malo o regular, es un libro que crea afición, crea lectores: el autor "de culto" (normalmente, un tipo fracasado y con la autoestima más que desfasada al que le leen tres amigos y su mamá) que se queja de que los lectores no están a su "nivel" no se da cuenta de que todo se educa, incluyendo el gusto literario, y que es inútil intentar entender a Kant si antes no comprendemos la sencilla filosofía de las fábulas de Samaniego. Jamás habrá lectores que puedan llegar a su "excelso nivel" si antes no se han entrenado con lecturas mucho más accesibles. Dicho lo cual, ya puedo revelar el proyecto en el que he estado trabajando noche y día (literalmente) en las últimas semanas, que no es otra cosa que Las Claves de El Símbolo Perdido, un ensayo explicativo en el que después de leerme en inglés y contrarreloj una versión precomercial de la novela original, paso a explicar algunos puntos relacionados con la Masonería, sus símbolos y rituales, y cómo se reflejan en la arquitectura secreta de Washington D.C. que Dan Brown toca por encima o cuenta a su manera por "exigencias del guión". Mi ensayo saldrá en los próximos días: publicaré la portada en este blog en cuanto disponga de ella. No lo había hecho todavía a la espera de que me llegara el libro, pero me he llevado la sorpresa de que ya ha empezado la promoción con el número de noviembre, número 249, de la Revista Más Allá, que publica un recuadro en su página 32 (hmmm..., a sólo un grado de los 33, máxima categoría del Rito Escocés Antiguo y Aceptado..., ¿será esto una señal?). Lo reproduzco en esta entrada del blog y allí arriba se me ve, con el Cantábrico de fondo. Mañana por la noche tengo la segunda cita. Será en el programa De Costa a Costa de Punto Radio con la gran Pepa Sastre, después del boletín de noticias de las 22:00. Ah, y sobre el título de esta entrada...: sólo somos amigos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

¡Feliz Cumpleaños, Blancanieves!

Hace ahora 75 años que uno de los últimos genios del cine, Walt Disney, decidió producir su primer largometraje de dibujos animados dirigido a todos los públicos. Los inversores de su época no entendían qué interés podían tener los adultos en entretenerse con unos dibujos infantiles (y encima en formato de largo) que cantaban tontas canciones. Pero es que esos inversores eran gente que movía dinero (financieros, una de las especies más peligrosas del mundo) y por tanto no encuadrables en la categoría de seres humanos, los cuales no sólo experimentan emociones sino que sienten necesidad de ellas. Además, la historia escogida, Blancanieves y los Siete Enanitos, no es cualquier cosa.
Aunque para muchas personas no sea más que "uno de esos cuentos para niños pequeños que contaba mi abuela para ir a dormir", este fascinante relato esconde claves maravillosas para entender la vida, igual que otras ciertas películas del viejo Walter (no todas, es verdad) hoy, como entonces, menospreciadas por los mismos inversores como simples maneras de perder el tiempo (y llenar de paso sus bolsillos). Hablo de películas que todo el mundo debería no sólo ver sino paladear y exprimir internamente como Pinocho, Fantasía, La Bella Durmiente o La Bella y la Bestia y que tanto contrastan con lo que los herederos del mago destrozaron después con, éstas sí, naderías absurdas como Aladin, Lilo y Stitch o El jorobado de Notre Dame. Cuenta la leyenda que la verdadera Blancanieves existió realmente y que no fue un simple fruto de la imaginación de aquellos dos legendarios cuentistas alemanes, los hermanos Jacob y Wilhem Grimm, que redactaron la versión más conocida de lo ocurrido a finales del siglo XVIII. Eckhard Sander, un historiador también germano, afirmó hace ya algunos años que su verdadero nombre era Margarethe Von Waldek (en el cuento, tampoco conocemos su nombre real: lo de Blancanieves es un apodo por la blancura de su piel) y que había sido una bella condesa que vivió en la primera mitad del siglo XVI. Lo más grande es que según Sander el príncipe del caballo blanco también existió y se trataba nada menos que de cierto heredero vallisoletano de noble porte, rubio como la cerveza, preciosos ojos azules y arrolladora personalidad que en aquella época viajaba por Flandes y Alemania para conocer los inmensos límites del reino que estaba a punto de empezar a gobernar con el nombre de... Felipe II. Según la versión de Sander, el príncipe quedó prendado de la belleza de la condesa hasta tal punto que incluso la propuso en matrimonio, pero el hombre que iba a heredar el imperio más grande del mundo desde el de la Antigua Roma, el primer imperio con características globales, estaba sometido a muchos intereses y no podía disponer de su propia vida ni siquiera para casarse con quien deseara. Le esperaba su prima María Manuela de Portugal, quien fue su primera esposa oficial durante un corto período de tiempo pues murió poco después de parto. Sus consejeros (y su padre Carlos V probablemente también) intentaron en consecuencia que desistiera de su amor por Margarethe y, al no conseguirlo, la mandaron envenenar, aunque no se sabe si para ello enviaron una bruja que utilizara una manzana o algún método más corriente como por ejemplo una copa de vino con un "añadido especial". Felipe II tuvo mucho poder pero no parece que entre sus facultades estuviera la de revivir a los muertos a base de dar besos al cadáver, ni siquiera al de su amada belleza envenenada. Roto por el dolor, regresó a la península ibérica y jamás volvió a salir de allí. Pero los siete enanitos de la historia también existieron, según el historiador germano, quien asegura que se trataba de unos niños, envejecidos por el trabajo esclavo y la desnutrición, que laboraban en las minas de hierro de la familia Von Waldek y que a pesar de su pobreza que se refleja en la indumentaria que aparece en la versión Disney, pudieron ayudar a la pareja a desarrollar su pasión en un "nidito de amor" tan escondido a los ojos ajenos como su residencia comunal. Sobre estas bases históricas habrían trabajado los Grimm y luego Disney, según Sander. Pero hay mucho más detrás de todo esto. Walt Disney pertenecía a cierta discreta sociedad secreta y poseía algunos conocimientos interesantes que quiso transmitir, a la manera de los antiguos juglares, en sus en apariencia inocentes cuentecillos cinematográficos. De hecho, muchas de las narraciones "para niños" que hoy conocemos y que se remontan a tiempos inmemoriales (los mismos hermanos Grimm aparecen como autores de numerosos relatos que nunca inventaron sino que se limitaron a recopilar de las tradiciones populares) esconden algo más que historias divertidas o enseñanzas obvias ante las exigencias de la vida. Desde el punto de vista simbólico, Blancanieves es el alma humana y el príncipe es el espíritu que ha de salvarla de los rigores y peligros de la vida material. Los siete (siete es el número mágico por excelencia) enanitos representan las fuerzas de la Naturaleza y/o las virtudes del alma que le ayudan en su lucha contra el mal representado por la horrenda bruja quien no por casualidad utiliza una manzana, símbolo del conocimiento, para envenenarla mostrando de esta manera que la persona curiosa que accede a una sabiduría que no está capacitada para digerir puede morir por su atrevimiento (como aquella vieja historia del insensato que se atrevió a desnudar a Isis sin estar preparado para contemplar a la diosa en todo su esplendor y de inmediato falleció consumido en una hoguera espantosa). Hay otras claves en esta historia..., que debe encontrar cada cual, aunque a nivel inconsciente las conocemos todas. Por eso la película tuvo tanto éxito: tocó ciertas fibras sensibles en el interior de las personas, rozó su propia alma..., aunque el público no llegó a entender lo que había ocurrido, tan sólo reconocía que se había sentido conmovido por lo que había visto. Después de tres años de trabajo, el estreno de 1937 de la versión Disney fue un auténtico éxito y se convirtió en la película más taquillera de la historia en aquel momento. Y un cuento tan viejo como el de Blancanieves, con todos sus secretos, se aseguraba un lugar en el futuro en lugar de quedar arrinconado como tantas otros en los anaqueles polvorientos de tiempos olvidados. Grande, sonriente, optimista Walter..., que a lo mejor ni siquiera te llamabas así. Recientemente un investigador norteamericano llamado Theodore Thomas ha producido un documental titulado A través del espejo en el que se especula sobre una teoría que lleva mucho tiempo serpenteando bajo las biografías oficiales de este hombre genial. Una teoría según la cual una mujer española abandonó Mojácar, Almería, en 1901 para viajar a Estados Unidos y buscar allí un futuro que no tenía a este lado del Atlántico. Una mujer soltera pero madre, que no podía ocuparse de su pequeño hijo y que en consecuencia lo dejó en adopción a la familia apellidada Disney. El verdadero nombre de ese niño era José Guirao Zamora. Cuando el biógrafo oficial de Walt Disney le preguntó a éste si los rumores que corrían eran ciertos y él era de origen español, éste se limitó a sonreír y contestó, en español: "¿Quién sabe?"

martes, 27 de octubre de 2009

Los políticos son unos payasos, según Nasrudin


Una de mis asignaturas optativas es Misticismo y Paradojas. No porque sea especialmente divertida sino por el profesor que se encarga de ella que es ni más ni menos que el gran mulá Nasrudin: un tipo en lo físico a medio camino entre Franco Battiato y el personaje Al Yawará de la peli 'La joya del Nilo' y que resulta extraordinariamente erudito aunque disimula su sabiduría bajo el disfraz de la chanza y las paradojas, e incluso de los chistes malos. A veces pienso que de mayor me gustaría ser Nasrudin.

Esta mañana le comenté en clase la desvergüenza de la clase política, especialmente la española, en la que tantos políticos se cansan de vociferar ante los medios de comunicación que "no todos somos igual de corruptos, vagos y maleantes" aunque basta darles un carguillo para desmentir por los hechos la vía falsa de su palabrería.

- ¿Tiene solución tanta desfachatez, mulá? -le pregunté por curiosidad, conociendo casi de antemano su respuesta.

- No -se rió él de mi forzada ingenuidad-. Y además esto no sólo pasa aquí, sino en todos los países. Debes tener en cuenta que, de hecho, un político es básicamente un payaso encargado de distraer al público concentrado en la carpa mientras los verdaderos dueños del circo hacen lo que desean hacer con los embobados espectadores. Como payaso, cobra un estipendio de la empresa y todos queremos cobrar siempre más por nuestro trabajo.

Se quedó pensativo y añadió:

- Ahora que lo pienso, todos buscamos cobrar siempre más manteniendo siempre el mismo trabajo y si es posible trabajando aún menos. Incluso cobrar mucho haciendo lo que nos dé la gana. ¿Te das cuenta de que tenemos mentalidad de ladrón? Lo que me recuerda cuando murió mi amado asno, Anoshag...

- ¿Qué ocurrió?

- Me había servido bien durante muchos años, así que quedé trastornado por su muerte y prometí darle un entierro decente. Así que envolví al cuadrúpedo en una mortaja y de madrugada cuando todos durmían entré en el cementerio y lo enterré junto a los muertos humanos. Sin embargo, alguien me vio y me denunció. Me detuvieron y me llevaron ante los principales políticos de mi pueblo por impiedad.

- ¿Te castigaron?

- No te cuento lo que querían hacerme. Pero me defendí diciendo que no había ofendido la memoria de los muertos sino realizado la voluntad indirecta de Dios porque, antes de morir, mi asno me dijo que quería ser así enterrado ya que hablaba el lenguaje de los humanos. ¿Y cómo podría hablar un asno si no fuera voluntad de Dios?

Me acordé de Mac Namara pero no dije nada.

- "¿Y qué decía el asno cuando hablaba?", me preguntó divertido el principal político, el jefe de la aldea. Yo le contesté: "Insistió mucho en que le enterrara en el cementerio y luego también dijo que debía pagar a los políticos del pueblo con veinte monedas de oro". Así fue cómo retiraron los cargos. Aunque me costó veinte monedas de oro.

Sonreí ante lo cínico de la historia, que demostraba una vez más aquella gran verdad de que en todas partes cuecen habas.

- ¿Qué significa Anoshag? -pregunté al final.

- Inmortal -contestó Nasrudin antes de estallar en una carcajada.

lunes, 26 de octubre de 2009

¿Vacunas?

No sé cómo lo hace pero Mac Namara nunca está enfermo. Bueno, sí sé cómo lo hace o, al menos, la explicación que da él:

- Se trata de mantener elevado el sistema inmunológico -repite una y otra vez como si fuera un mantra.

Según él, si uno es capaz de conservar una actitud alegre, vitalista y positiva ante la vida, mantener una alimentación adecuada y ocupar las horas necesarias en un descanso profundo, se puede evitar cualquier enfermedad: desde el constipado más corriente hasta la variante más horrorosa de la viruela. Las defensas naturales del cuerpo, defiende, son suficientes para repeler cualquier agente patógeno, como si de una coraza se tratara. Lo cierto es que el mapa de esas defensas, aunque lleva años siendo estudiado por la ciencia, aún no está descrito del todo. Por lo que sabemos hay 6 (¿seis? ¡seis!) elementos básicos en el sistema inmunológico: 3 tipos de células (los granulocitos, los monolitos/macrófagos y los linfocitos) y 3 proteínas solubles (las inmunoglobulinas o anticuerpos, las citoquinas ylas proteínas del complemento). Pero Mac Namara insiste:
-Todo está en la cabeza de uno. Eso está más que demostrado, aunque la opinión pública, siempre tan desinformada, no termina de enterarse... A las superpoderosas industrias farmacéuticas tampoco les interesa que se divulgue mucho todo esto: ganan una millonada con cada medicamento, con cada vacuna... Te asombrarías si conocieras los lugares infectos que he frecuentado y cómo he salido de ellos indemne. Igual que ese cisne blanco que se pasea inmaculado por el barro en las leyendas sufíes. Ahora bien, déjate llevar por cualquier pasión, por pequeña que sea, y será como si abrieras las puertas de tu fortaleza de par en par. Una rabieta porque un desocupado te insulta en una discusión de tráfico o un acceso de envidia ante el éxito de algún colega son suficientes para dejar pasar a la hepatitis, el dengue o la fiebre amarilla.
Supongo que eso valdrá también para la Gripe A, le comento, más aburrido que preocupado por si me pillo o no la enfermedad de moda. Ni que decir tiene que Mac Namara, el hierático (parece más un gato egipcio que un siamés) no es muy partidario de las vacunaciones.

- Sólo me dejé vacunar una vez en mi vida y fue ése el año en el que cogí la peor gripe de mi vida gatuna. Es lógico: por muy debilitado o medio muerto que esté, el virus entra en tu cuerpo en cada dosis... Desde entonces, cruz y raya. Casi todas las vacunas podrían obviarse si fuéramos capaces de mantener alto y en condiciones nuestro sistema inmunológico. Además, no veas la cantidad de información interesante que puedes encontrar rastreando por Internet acerca de la Gripe Timo.

- La Gripe A -le corrijo.

- La Gripe Timo -insiste él-, por lo menos para la gente corriente que está deseando inyectarse sin saber exactamente lo que va a meter dentro de sí. ¿Sabes la última? La revista 'Spiegel', en su edición "on line" acaba de publicar que la canciller federal alemana Angela Merkel y los ministros de su gobierno van a recibir una vacuna contra el H1N1 pero será una vacuna “especial”.

- ¿A qué te refieres?

- No será la misma que aplicarán al resto de la población.

La verdad es que cuando Mac Namara empieza a hablar así, empiezo a sudar frío y a notar los escalofríos en la espalda, porque sé que es sólo un gato (sospecho que es sólo un gato, aunque hable) pero siempre está muy bien informado, incluso sobre los asuntos más bizarros.

A veces tengo la impresión de que me dice estas cosas para probarme, a ver cómo llevo los ejercicios de impasibilidad.

- El 'Spiegel' explica que los adyuvantes de la vacuna elaborada por GlaxoSmithKline con la que se inyectará a la gente “común” pueden provocar reacciones adversas como por ejemplo dolor de cabeza o fiebre, y quizás alguna otra..., pero la que pincharán a “la élite del gobierno alemán y las fuerzas armadas” la ha fabricado Baxter y no llevará adyuvantes.

- ¿Ciudadanos de primera y de segunda categoría?

- Tiene toda la pinta, ¿verdad? Pero te digo más. Siguiendo al semanario germano, que por cierto es uno de los más prestigiosos de Alemania, de toda Europa, el presidente del Instituto Paul Ehrlich, Löwer Johannes, ya avisó hace un par de meses que la vacuna causa efectos secundarios peores que los virus, probablemente por culpa de los adyuvantes. Otros científicos señalan que incrementan el riesgo de cáncer. Y espera que te vas a reír más: ¿sabes quién ordenó incluir esos adyuvantes en la vacuna? Pues ni más ni menos que la OMS u Organización Mundial de la Salud: ese gobierno mundial sanitario soterrado a cuyo frente está esa especie de hija de Fu-Manchú que se llama Margaret Chan a la que yo, por descontado, no le compraría un coche usado como dicen los norteamericanos. Pero ni un coche, ni una escudilla para leche, ni nada de nada.

-¿No estarás insinuando que la OMS está envenando a propósito a...?

Mac Namara cortó en seco mi pregunta mirándome fijamente a los ojos.

- Yo no insinúo nada. Sólo comento. Pero te voy a dar un dato más: en el 'New England Journal of Medicine', los propios científicos de Baxter han dicho que los adyuvantes no mejoran la respuesta de los anticuerpos. Con lo que la pregunta lógica es...

- ¿Por qué se añaden? ¿Para qué sirven?

- Exacto.

Empiezo a comprender a mi vecino de arriba, que es médico en un importante hospital madrileño y el otro día en el ascensor me confesó enigmáticamente:

-¿Vacunarme yo contra la Gripe A? Ni loco, por mucho que berree la de la "chupa" de cuero...

sábado, 24 de octubre de 2009

Mi profesor favorito

En su vida mortal Epicteto nació en el año 50 d.C. en Roma y fue liberto de otro liberto, Epafrodito, a su vez secretario de Nerón. Una vez alcanzada la divinidad, asumió el cargo de Profesor de Filosofía para el Curso Segundo de la Facultad de Dios. Sus clases son de las mejores a las que he asistido y en ellas no sólo aprendo sino que disfruto aprendiendo. Hombre austero y discreto, no demasiado dado a las bromas, resulta extremadamente certero a la hora de definir una situación. O a una persona: es como si fuera capaz de leer en el alma de los alumnos. Dice Epicteto: De todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros y otras no. De nosotros dependen nuestras opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos, nuestras inclinaciones, nuestras aversiones... Todas nuestras acciones. Las cosas que no dependen de nosotros son el cuerpo, los bienes, la reputación, la honra... Todo lo que no es nuestra propia acción. Lo que depende de nosotros es por naturaleza libre, nada puede detenerlo ni obstaculizarlo. Lo que no depende de nosotros es débil, esclavo, dependiente, sujeto a mil obstáculos e inconvenientes: enteramente ajeno a nosotros. Puesto que sólo nos compete lo que de nosotros depende, resulta que no sólo somos libres por naturaleza sino que nada que no sea nuestro nos atañe en realidad. Si consideramos a lo que depende de nosotros como propio y a lo que no depende de nosotros como ajeno, nunca nadie podrá forzarnos a hacer lo que no queramos hacer ni nos impedirá hacer lo que queramos. No haremos ni la más pequeña cosa que no deseemos. Nadie podrá hacernos mal alguno. Nada aceptaremos que pueda sernos perjudicial.

viernes, 23 de octubre de 2009

Aparece Mac Namara

Tengo un gato siamés de color canela y chocolate, con los ojos muy azules, que no es, por supuesto, un gato corriente. En realidad, no estoy muy seguro de que sea siquiera un gato, aunque lo parezca.
Su nombre es Arannan Fergus Mac Namara, o simplemente Mac Namara para los amigos. Vive conmigo en la Residencia de Estudiantes de la Universidad de Dios, porque todos los alumnos están obligados a tener un animal, necesario para las clases de Chamanismo, Lenguas Animales y otras asignaturas. Y no fui yo quien lo eligió a él, sino al revés (aunque eso lo podría decir cualquiera que tenga gatos, sin necesidad de ser alumno en la carrera de Dios). La verdad es que podría haberme llevado a mis lobos Geri y Freki aunque a última hora preferí dejarlos en casa porque pensé que se aburrirían en las estériles praderas del césped universitario, demasiado diáfano para lo que ellos están acostumbrados (son animales magníficos y grandes amigos, pero necesitan bosques para vivir, corretear, acechar y disfrutar). Los echo de menos a menudo, porque sólo puedo verlos cuando me dan vacaciones. Mac Namara es muy peculiar, como todos los animales que comparten habitaciones en la Residencia con los alumnos, porque lo sorprendente no es que sea capaz de pensar y hablar sino que piensa y habla mejor de lo que lo hago yo o cualquier otra persona que conozco. Nunca me ha querido explicar cómo posee semejantes capacidades. Corre la especie entre los estudiantes de que estos animales no son tales sino alumnos de cursos avanzados (quizá de Décimo o de Undécimo) que adoptan esta forma para no mostrarse con la suya verdadera y de esta manera poder tutelar mejor a los que estamos en los inferiores (recuerdo que yo estoy en Segundo). Aunque la obligación de tener animales, que yo sepa, incluye a los trece cursos. Lo que sí es cierto es que se trata de un gato, o lo que sea, muy entretenido. Muy social y gran conversador, se sabe todos los cotilleos de la Universidad de Dios, conoce muchas historias raras y sobre todo tipo de personajes, populares o no, y es capaz de tenerme despierto durante toda la noche con sus relatos. Siempre insiste en que no me fíe de lo que ven mis ojos y capten mis sentidos en general, sino que antes de juzgar sobre un suceso o situación concreta debo pararme a meditar sobre ello y descubrir qué hay debajo de las apariencias, qué mensajes me está mandando el entorno sin que me dé cuenta de ello. - ¿Conoces a Madeleine Albright? -me preguntó el otro día con su ronroneo particular. - Me suena a política estadounidense con cara de uva pasa -le contesté. - Fue Secretaria de Estado del entonces presidente de EE.UU. Bill Clinton, alias el Pringado -aclaró con un tono que, si fuera humano, reflejaría una sonrisa cínica en su rostro-, un cargo verdaderamente importante. Fue la primera mujer en hacerse con ese cargo. - ¿Y? - Era una mujer muy temida y respetada en todos los foros internacionales. Hecha a sí misma. Uno de esos ejemplos de norteamericanos que no lo son, porque en realidad nació en una familia judía de Checoslovaquia, de donde tuvo que salir huyendo cuando llegaron los nazis primero y los comunistas después. Su nombre real es Marie Jana, pero su abuela le llamaba Madlenka, en francés Madeleine, y acabó poniéndose ese otro nombre. Y no, no fue porque desayunara muchas madalenas. - ¿Qué me quieres contar con todo esto? - Durante el primer mandato de Clinton, fue embajadora de EE.UU. ante la ONU y allí tuvo sus más y sus menos con los representantes del Irak de Sadam Hussein. Se cuenta que éste, muy irritado por los constantes ataques de Albright contra su régimen en los diversos foros internacionales, la rebautizó un día diciendo que era una Serpiente sin igual. Ella lo escuchó y dijo: '¿Ah, sí? Se va a enterar este fulano'... Y a partir de entonces cada vez que se reunía con un representante iraquí o aparecía en algún seminario internacional con alguno de ellos lucía un siniestro y desafiante broche de serpiente en su vestido. Pero no se limitó a eso, sino que empezó a usar distintos adornos en función de con quién se entrevistaba, para mandar mensajes de advertencia. Por ejemplo, si se reunía con el mandatario de algún país con el que EE.UU. tenía cuentas pendientes, se colocaba un broche de araña o de avispa o de cualquier otro bichejo. Pero si la entrevista era con algún amiguete, lo sustituía por soles o mariposas... Una vez fue a Suráfrica a ver a Nelson Mandela y se puso una cebra. Hasta el mismo presidente ruso Vladimir Putin confesó en cierta ocasión a Clinton la incertidumbre que le causaban los broches de su secretaria de Estado por no saber qué mensaje contenían y a quién iba dirigido. - ¿Cómo sabes todo eso? - Oh, yo lo sé desde hace mucho, pero ahora ya lo sabe todo el mundo, porque Albright acaba de publicar un libro titulado 'Read my pins' ("Lea mis insignias") parafraseando aquel famoso 'Read my lips' ("Lea mis labios" y el 'No more taxes' o "No más impuestos" que iba después) del expresidente George Bush senior, en el que cuenta cómo utilizó su caja de joyas como almacén de códigos. Y ¿sabes qué es lo más interesante? Busca imágenes de Albright durante esa época: sus fotos, sus videos, sus apariciones televisivas... Tienes esos llamativos broches en casi todos sus modelitos, incluso en la fotografía oficial de la Wikipedia aparece con un águila norteamericana de alas desplegadas que por cierto casi parece la de la Luftwaffe. Quiero decir: durante años y años todos hemos visto a la secretaria de Estado norteamericana con sus mensajes puestos ante nuestras narices y nadie ha sido capaz de verlos, menos los diplomáticos de otros países que sí estaban al corriente de ello. - Ya entiendo. ¿Quieres decir que en este momento existen muchos mensajes a nuestro alrededor que no interpretamos como tales pero podríamos verlos si supiéramos que lo son? De pronto me vi a mí mismo mirando alrededor intentando descubrir las informaciones secretas que alguien había podido esconder y que tenía ante mis ojos sin saberlo. ¿Por qué había exactamente tres vasos en la estantería de la cocina y sólo uno estaba boca arriba? ¿Qué significaba que justo debajo de la ventana de mi habitación hubiera un tipo de gabardina sentado leyendo una revista en un banco? ¿Era casualidad que cada vez que miraba por azar al reloj digital me encontraba con una cifra terminada en número impar? Sentí como la paranoia empezaba a reptar por mi columna vertebral, desenrrollándose como la serpiente kundalini..., y entonces Mac Namara sentenció: - Sigues sin entender los mensajes. ¿No escuchas los gruñidos de mi estómago? ¡Quiero mis sardinas!

miércoles, 21 de octubre de 2009

Recién llegado

Ser un dios es como ser un superhéroe. Uno tiene poderes especiales, pero también responsabilidades y preocupaciones especiales. Los mortales corrientes siempre tienen en cuenta lo primero pero nunca lo segundo.
- Ah, claro, para vosotros es todo muy fácil... No tenéis grandes problemas. Después de todo, con sólo chasquear los dedos podéis disponer de superinteligencia, superfuerza, superintuición o supercapacidaddebebercerveza para resolver cualquier situación que se presente, y punto. Así, yo también iría tan tranquilo por la vida, me parece a mí...
Claro, háblales de que si, a cambio de disponer de estas ventajas, tienes que andar salvando el mundo un día sí y otro también, enfrentándote con monstruos y demonios a todas horas, sin poder ver a tu familia o amigos tanto como quisieras e incluso sin librar ni un solo día aunque en tu identidad "normal" estés oficialmente de vacaciones y lo único que te apetezca sea desaparecer del mapa y que dejen de molestarte un ratito, por lo menos el tiempo que tardas en jugarte un Tetris. Nadie cae en la cuenta de que, en una guerra, si un soldado comete un error le puede caer un castigo gordo pero si es el general (de quien dependen todos los soldados) el que lo comete le pueden fusilar por ello.
- No me cuentes películas. Los dioses os quejáis de vicio (concluyen, muchas veces con cierto aire despreciativo y como si supieran de qué están hablando).
Y lo más grande del caso es que en realidad todavía no soy dios sino alumno de la Universidad de Dios. En calidad de tal, tengo algunas obligaciones como la necesidad de aguantar todo tipo de críticas y maledicencias de los mortales, empleando grandes dosis de estoicismo (y, sobre todo, de buen humor) puesto que al fin y al cabo nadie te obliga a cursar estos peculiares estudios. Es una opción personal y ya cuando te dan el visto bueno al matricularte para ingresar a las clases te lo advierte el ordenanza feérico que da curso a la documentación:
- Muchos son los llamados y pocos los elegidos..., y tal y tal. Abróchate el cinturón que no sé si sabes dónde te has metido, machote.
A pesar de todo esto, la carrera de dios es muy atractiva. Son trece cursos: sí, bastante por encima de lo prescrito en el Plan Bolonia, y además cada uno de ellos es ciertamente duro porque hay muchas materias y hay que aprobarlas todas con nota alta o si no los tutores no te dan el visto bueno..., pero si eres capaz de terminarla, tienes trabajo ya para toda la eternidad. El proyecto de fin de carrera es la creación de tu propio universo y anda que no me voy a reír poco cuando sea yo el que fije las reglas. Bueno, si es que soy capaz de terminar algún día, porque llevo unos veinte años metido en esto y todavía estoy en Segundo Curso (mmmh..., a una media de diez años por curso voy a necesitar un par de reencarnaciones más para terminar). Además, los dioses (quiero decir: los alumnos de dios) no podemos hacer las cosas de la misma forma que los mortales. Por ejemplo, no me han dejado empezar este blog cuando yo quería: un fin de semana, tranquilito y con tiempo para pensar lo que iba a escribir... Qué va. Tenía que comenzar por fuerza el primer día de Luna Creciente para garantizar un largo y fructífero recorrido a este proyecto y además coincidiendo con miércoles, día de Mercurio (la divinidad de la comunicación), que es otro nombre de mi tutor personal: el GranThoth. Que sea lo que los dioses quieran.