Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 24 de febrero de 2017

Analfabetos

Nos hundimos lenta pero inexorablemente en las arenas movedizas y da la impresión de que esto ya no hay quien lo remedie. En realidad, es lógico: la ley de la entropía explica muy bien en qué consiste el futuro de lo material, así que nadie mínimamente educado puede llamarse a sorpresa. Es por cierto, un tema de educación, entre otras cosas. A primeros de este mes de febrero, 600 profesores universitarios   italianos (entre los que figuran filósofos, historiadores, economistas o sociólogos) han enviado una carta al gobierno y al parlamento de su país denunciando las tremendas carencias lingüísticas de muchos de sus alumnos, que despliegan una asombrosa ineptitud en las tesinas de fin de carrera previas a la licenciatura. Problemas de ortografía, pero no sólo, ni los más importantes-, sino también de léxico, de gramática... Textos que no hay quien entienda porque están mal redactados y no expresan lo que quiere decir el alumno, o quizá sí, en cuyo caso es aún peor. Los profesores apuntan algunas sugerencias básicas para tratar de enmendar este pavoroso panorama para el conocimiento y que pasan por recuperar cosas tan elementales como los dictados, los resúmenes de texto o incluso la escritura a mano. Todas esas técnicas tradicionales que muchos de los ineptos teóricos contemporáneos del sector educativo nos han contado (y algún ingenuo hubo que se las creyó) que "forman parte del pasado y no son necesarios con las nuevas estrategias de formación, internet y las tecnologías digitales"

Los profesores italianos hablan de emergencia nacional y también de tragedia nacional. Y lo es. Cuenta alguno de ellos el caso de una estudiante con la que coincidió en un tren y que no podía decir, porque no lo sabía, cuál era la penúltima letra del código de reserva de su billete. Sencillamente, ignoraba el significado de la palabra penúltima. No es un chiste. Según la denuncia contenida en esta carta, más o menos las tres cuartas partes de los estudiantes del primer ciclo de la universidad en Italia "son de hecho semianalfabetos", lo que no parece importarle nada a los propios ciudadanos -más preocupados por los partidos de fútbol, por las películas y teleseries y por si su pizza lleva extra de queso o no-, ni a sus medios informativos -cuanto menos sepan sus lectores, más fácil resulta entretenerles y/o endosarles su interpretación de la realidad-, ni a sus políticos -¿qué más quiere una clase política que la mayorinferioridad cultural y de pensamiento posible en sus gobernados, para poder perpetuarse a su costa en el poder?-.

A raíz de esta llamada de atención, han aparecido otros datos estremecedores sobre la caída en barrena de la cultura en Italia. Istat, el instituto oficial de estadística, ha revelado que casi el 19 % de los ciudadanos de este país no leyó un solo libro, ni siquiera un periódico, ni tampoco fue al cine o a un concierto durante 2016. Además, sólo el 20 % es capaz de reconocer su propio papel en la sociedad y actuar en consecuencia. Y un 40 % carece de título escolar alguno o, si puede mostrar un diploma en la pared de su casa, es el de la escuela primaria. Sumemos a todo ello una publicación del diario La Stampa que va aún más allá y directamente considera analfabetos funcionales a ¡entre el 70 y el 80 % de los italianos! Un analfabeto funcional, recordamos para los que han llegado tarde a clase, es un ciudadano en apariencia normal, que sabe leer, escribir y hacer cálculos..., pero es incapaz de utilizar esos conocimientos eficientemente en la vida. Es decir, puede leer este artículo y entender más o menos lo que dice, pero será incapaz de comprender, resumir y comunicar a un tercero de forma ordenada las ideas que se están transmitiendo y mucho menos obtener algún tipo de provecho de ellas en forma de reflexión. El periódico italiano añade que hay un 5 % de la población que es analfabeta sin más, o sea que no tiene capacidad para descifrar letras ni cifras.

Lo peor de todo esto, es que no hablamos de un problema de Italia, sino de toda Europa, de todo el Occidente. Estoy convencido de que si preguntáramos a los profesores universitarios españoles no tardaríamos mucho tiempo en encontrar a 600 colegas de los italianos dispuestos a firmar un escrito similar. Hace casi un año participé en un encuentro de pequeñas editoriales en Castellón donde uno de los más activos editores facilitó unos datos devastadores sobre la lectura en España. Creo que ya lo he contado en alguna otra parte de esta bitácora así que repetiré únicamente el dato más relevante: en nuestro país se venden (lo que no quiere decir que se lean) entre 2 y 4 libros por persona al año..., frente a los 25 en Francia. Sólo con esta información, se puede entender mucho de lo que ha pasado últimamente durante este régimen político -al que muy generosamente llamamos democracia- en el que sobrevivimos hoy día, tanto en la política (donde el espécimen más extendido, en todos y cada uno de los partidos políticos, es el sinvergüenza engañabobos), como en la economía (donde encontramos a la misma especie, pero de la familia más avariciosa), en la cultura (mmmh..., qué casualidad, lo mismo de lo mismo, pero encima con ínfulas de glamour) y, en general, en cualquier otro aspecto de nuestra sociedad.

Por poner una anécdota personal acerca del nivel general, recuerdo ahora mismo un correo electrónico de uno de mis editores (he publicado en tantas editoriales distintas que nadie podrá darse por aludido, pero el hecho es rigurosamente cierto) en el que expresaba su esperanza en un próximo encuentro afirmando "Haber si podemos vernos pronto"... Haber en lugar de A ver. Un editor de libros. Ahora imaginemos lo que puede escribir un taxista (y que me perdonen los taxistas, que seguro que hay más de uno que se entretiene habitualmente leyendo a Heidegger mientras escucha el Carmina Burana). Cierto es que todos podemos cometer erratas y que yo mismo puedo haber escrito más de una errata pero... ¡Un editor! ¡Y semejante error, que no estamos hablando de que "baile" la v con la b porque ambas letras están juntas en el teclado!

El creciente analfabetismo funcional de los españoles es especialmente preocupante por el hecho de que resulta más elevado entre gran parte de la gente joven: esas generaciones "sobradamente preparadas" como decía cierto anuncio televisivo de éxito hace unos años que, en realidad, han retrocedido (y mucho) respecto al nivel educativo previo. Es un retroceso que hay que sumar al que los niños de mi generación (en esta vida) llevábamos ya acumulado frente a los de generaciones precedentes (de nuevo huele a entropía)... Recuerdo que hace unos años el Archivero Mayor del Cotolengo de Santa Eduvigis me puso una prueba muy peculiar que redujo mi autoestima al nivel de la arcilla. Me enseñó unos números que acababa de adquirir para su archivo de la revista infantil Chicos, editada entre los años 40 y 50 del siglo XX y considerada por muchos estudiosos como una de las altas cumbres del tebeo español. Allí publicaron algunos de nuestros más grandes autores, hoy injustamente olvidados, como Emilio Freixas, Jesús Blasco o Alfonso Figueras, compartiendo las historietas intrascendentes y de puro entretenimiento con contenidos didácticos y formativos.

Y allí también, entre otras cosas, se publicó en la contraportada de algunos números un "test cultural" de diez preguntas para niños de la época. El Archivero Mayor me retó a que cogiera una de las revistas al azar y resolviera uno de esos tests. Y lo hice, muy seguro de mí mismo. Por entonces, ya hacía tiempo que era licenciado universitario, llevaba muchos años trabajando y había publicado muchos de los veinte libros que llevo firmados hasta el momento. ¿El resultado? De las diez preguntas sólo pude contestar bien ¡tres! Y eso que era un test cultural para niños de los años 40/50. El Archivero Mayor trató de consolarme recordando que su índice de respuestas correctas no había sido mucho mayor, aunque me sacaba 30 años de edad. Creo que aquél fue el primer momento en que empecé a estudiar en serio este fenómeno del deterioro progresivo del conocimiento en nuestra sociedad.

Respecto a la creciente incultura de tantos jóvenes (entiendo como tales los ciudadanos actuales entre los 18 y los 30 años de edad) no hay más que leer la retahíla de estupideces que publica la gente de esta generación (no todos, evidentemente, pero si un porcentaje sonrojante por lo abrumador) en las redes sociales o en los comentarios de los diarios digitales, por ejemplo, donde su mayor fortaleza cultural se basa en incluir enlaces a la Wikipedia, una de las enciclopedias menos fiables de la Historia de la Humanidad. En un reciente programa de citas a ciegas en la cadena Cuatro yo mismo escuché como uno de los concursantes, cenando ya en la misma mesa con su pareja asignada, y siendo ambos jóvenes, le espetaba sin pudor alguno: "¿Eres de Asturias? ¿Y dónde queda eso?" Esta deficiencia de conocimientos se vuelca luego de manera sistemática en los medios de comunicación, donde encontramos bofetadas tan severas a la geografía como la que nos ofrecía recientemente un programa de fútbol en la plataforma de pago Movistar+ al ubicar el partido Deportivo de La Coruña-Betis en el estadio Riazor ¡de Vigo! y el Celta de Vigo-Real Madrid en el estadio Balaídos ¡de La Coruña! "Es un error, es un error..., no dramaticemos...", oigo al fondo. Mucho me temo que no, que no es un simple error, sino un síntoma claro de insuficiencia cultural. La persona que rotuló el mapa no tenía ni idea de dónde estaba cada una de esas ciudades, más allá de que las localizara en Galicia.

Y llego a esta conclusión porque sé por experiencia los controles que existen en las televisiones a la hora de poner en antena un programa informativo..., y porque este tipo de "errores" es cada vez más habitual, especialmente en las cadenas más seguidas por los jóvenes. Véase la traca de La Sexta, donde han debido ir a parar todos los alumnos que suspendieron la Selectividad pero tenían algún pariente o amiguete que pudiera enchufarles para trabajar allí. Si no, es difícil de entender el "recital" de los últimos tiempos. Veamos..., ¿para que decir Segovia y segovianos, pudiendo decir Segobia y segobianos, que tiene un sabor más..., romano?


O ¿quién decidió que Valladolid se escribiera con elle, siendo así que queda más moderno hacerlo con y griega para que resalte el nombre de Vayadolid?



Y ya, en plan oferta, tenemos el dos por uno: digera en lugar de dijera y apollar en lugar de apoyar. Viva Juan Ramón Jiménez.


El obvio abuso de las nuevas tecnologías, la introducción masiva de iconos en lugar de texto en los transportes públicos, el apoyo a la industria cinematográfica y de videojuegos en detrimento de la literaria, la supresión progresiva de asignaturas de "Letras" o "Humanidades" consideradas de forma idiota como "poco relevantes" en comparación con las de "Ciencias" o "Tecnología", la ansiedad inducida a través de los grandes medios de comunicación en lugar de potenciar la reflexión o la meditación... Son algunos de los factores que están conduciendo a un ritmo acelerado a la mayor parte de la población occidental a un estadio de conocimiento cada vez más próximo al del pueblo llano en la Edad Media.

¿Qué se puede hacer? Yo sólo conozco una vacuna contra este estado de analfabetización creciente pero nadie nos la va a administrar porque es un compromiso personal, que depende del esfuerzo y la voluntad de uno mismo. Esa vacuna tiene tres ingredientes: leer, escribir y pensar de forma independiente. En primer lugar, leer diariamente cuanto caiga en nuestras manos: novelas, cuentos, ensayos, poemas, tebeos..., lo que sea. En segundo lugar, escribir a mano. Olvidarse completamente del teclado, con sus funciones de autocompletar y autocorregir y autoloquesea. Es mucho más importante de lo que parece tomar un lápiz o un bolígrafo o un rotulador o una pluma y reaprender a trazar cada una de las letras nosotros y no las máquinas que supuestamente nos hacen la vida más fácil. Un reciente reportaje de una revista alemana comentaba que un creciente porcentaje de ciudadanos germanos estaba olvidando cómo se escribe pues, en algunos casos, llevaba ¡años! sin escribir si no era con un teclado. 

Un estudio de los psicólogos Daniel Oppenheimer y Pam Müller nos advierte de que escribir a mano nos ayuda a comprender mucho mejor los conceptos y a recordarlos después. ¿Por qué? Porque por muy rápido que anotemos, no podremos transcribir todo lo que estemos oyendo y nos veremos obligados a prestar más atención, a concentrarnos y a hacer funcionar nuestro cerebro manera que procese, reinterprete y resuma la información. Los psicólogos lo califican como "una dificultad deseable". Escribir a mano, además, es un sistema más cómodo y flexible para llevar agendas y listas de tareas, así como (y esto es especialmente de interés para escritores) para anotar y desarrollar ideas y reforzarlas gráficamente con dibujos, esquemas o símbolos. El trabajo de los últimos años con imágenes cerebrales también ha permitido comprobar que la habilidad de escribir a mano es similar a la de aprender a tocar un instrumento, en el sentido de que puede en verdad cambiar (y mejorar) la estructura del cerebro humano aparte de desarrollar otras capacidades como la motricidad fina.

Y, finalmente, el tercer ingrediente: aprender a pensar de forma independiente... Ufff, éste es un tema tan largo que creo que lo vamos a dejar aquí por hoy.

Sin embargo, hay una última anécdota que no puedo dejar fuera. Hace un tiempo, una periodista que conozco me dijo que había encontrado este blog por casualidad y que había empezado a leerlo. Supongo que se asustaría un poco al leer ciertas cosas. Después de todo, no es fácil de aceptar un descubrimiento tan crucial como el hecho de que que ese tipo que trabaja unas mesas más allá con temas informativos "serios" y que parece tan normal y corriente es, en realidad, un estudiante de la Universidad de Dios, inmortal y con poderes extraordinarios. Pero, en general, no le desagradó mucho y de hecho comentó que trataba temas interesantes. Ahora bien, quiso llamarme la atención sobre un tema en concreto:

- Escribes textos demasiado largos..., son interminables. Si quieres tener muchos lectores en Internet, tienes que aprender a redactar algo más sintético, más atractivo por lo fácil y rápido de leer -sentenció, con tono de asesora experta.

Le agradecí su comentario y, por supuesto, no le hice ningún caso. No busco  lectores de baja calidad, sino todo lo contrario: personas que puedan sobrevivir al cataclismo intelectual, emocional, social y espiritual que padece el mundo contemporáneo. Prefiero diez lectores con contenido interno que diez millones de lectores analfabetos funcionales. De hecho, esta bitácora fue concebida desde el primer momento como un espacio de reflexión para personas interesadas en ir más allá de lo convencional, en salirse de los parámetros de "lo normal". Y para ello, lo primero es disponer de una adecuada capacidad de comprensión y reflexión. Si has llegado hasta esta última frase del artículo, es posible que estés de acuerdo con ello.







viernes, 17 de febrero de 2017

Un cuento del Kaly Yuga

El caballero de la armadura dorada irrumpió en el sombrío pedregal a lomos de su poderoso corcel, con la espada desenvainada en una mano y las riendas de su montura en la otra, con el gesto heroico y duro, su melena bien cuidada al viento, la capa tremolando a su espalda. En verdad se mostraba brillante e imponente como un dios.

La princesa yacía en el suelo, gimoteante y semidesnuda, porque el orco le había arrancado la mayor parte de su precioso vestido azul celeste, el mismo que llevaba en el baile de palacio, de donde la había raptado hacía apenas unas horas. Las joyas de la hermosa joven, incluyendo su diadema, estaban desparramadas, rotas en mil pedazos por la furia de aquel ser, que ansiaba satisfacer su lujuria.

- ¡No la toques ni un pelo de la cabeza! -advirtió, desmontando con agilidad y acercándose a grandes zancadas.

El orco levantó la vista y le miró con intensidad. El caballero se plantó ante él, interponiéndose entre el monstruo y la chica, y sentenció, con tono viril:

- Es a mí a quien buscas..

El orco miró a la princesa, que sollozaba temblorosa, con su carne magullada y herida, el rostro descompuesto con el maquillaje estropeado y el peinado revuelto... Había perdido el aspecto angelical de primera hora. Luego volvió a mirar al caballero, fuerte, intrépido, bien musculado y mejor plantado, impecable de aspecto, francamente épico.

- Tienes toda la razón.

Y el orco y el caballero se fundieron en un beso apasionado ante el estupor de la princesa.








viernes, 10 de febrero de 2017

Voladores y disciplina

Todo está contado, todo lo ha dicho alguien alguna vez en algún momento, no existen secretos de verdad. La única diferencia entre lo que pueda escribir una persona a día de hoy respecto a lo que pudo escribir otra a día de ayer, por importante que pueda parecernos a primera vista, es meramente estilística: las palabras que usemos, el tono que le demos, el enfoque que escojamos... Pero, como dijo hace mucho el Gran Thoth, mi tutor en la Universidad de Dios, "no hay nada nuevo bajo el Sol" y basta leer a los clásicos -a los de verdad- para comprenderlo: en esta misma bitácora se ha comentado más de un ejemplo en ese sentido. El problema es la falta de autoconciencia del ser humano a lo largo de su periplo de cientos de miles de años; seguramente, de millones de años... Lo siento, pero sigo sin creerme el dogma de que la civilización existe como tal sólo desde hace 5.000 años y que en ese margen de tiempo hemos pasado del hombre mono vestido con pieles y cachiporra, arrastrando a su hembra del cabello, a la física cuántica y la carrera espacial, mientras que durante todo el tiempo anterior permanecimos en un estado animalesco. No, insisto, no lo creo. Me parece mucho más correcto decir que la Historia oficial sólo recuerda la civilización desde hace 5 milenios.

Un ejemplo obvio: las gentes que pintaron las cuevas de Altamira hace varias decenas de miles de años necesariamente tuvieron que tener un grado elevado de civilización para dejarnos semejantes pinturas que en ningún caso pudieron ser elaboradas por homínidos analfabetos (y esto lo dicen expertos en Bellas Artes) pero lo cierto es que nada sabemos hoy día acerca de esa civilización: el homo sapiens ha olvidado por completo quiénes fueron, qué crearon, hasta qué altura llegaron antes de ser sometidos por la inexorable ley de la vida que marca un punto máximo de desarrollo y su posterior decadencia, destrucción y desaparición de los escenarios de la (en este caso) prehistoria. Y, antes de Altamira, a la fuerza, tuvo que haber otras culturas y otras civilizaciones hoy perdidas en nuestra memoria racial y por tanto en nuestro recuerdo cultural. Por eso tantos historiadores formales en el fondo no se diferencian mucho de aquellos aldeanos medievales para quienes el mundo se reducía a la comarca donde nacían, vivían y morían, sin salir jamás ni siquiera del reino al cual pertenecían, sin tener idea de lo grande -y, al mismo tiempo, de lo pequeño- que es nuestro planeta.

Así que está todo dicho ya, incluso repetido, y a pesar de ello la mayor parte de lo importante se olvida de generación en generación (¡ay, la ley del Eterno Retorno...!) y así es como el Conocimiento se hace secreto: no por su propia naturaleza, sino porque el homo sapiens le da la espalda, ignorándolo, como si no supiera reconocerlo, como si siempre fuera a estar ahí a su capricho, como si en realidad no tuviera importancia porque dispone de todo el tiempo del mundo. De esta manera deja un rato de lado la lámpara mágica para entretenerse con las joyas, las sedas, las monedas de oro y otras cuentas brillantes que hay en la cueva donde entró y salió con bien Aladino y, cuando quiere darse cuenta, la ha perdido de vista, enterrada bajo otros tesoros -que no lo son de verdad, no como la lámpara-. Aún peor, se ha perdido a sí mismo de vista. Y sólo cuando le queda muy poca vida de repente se acuerda de quién es, de la lámpara, de lo que pensaba hacer al acceder a la cueva..., y se da cuenta con gran sorpresa de que el tiempo ha pasado a una velocidad supersónica, ya es viejo y está incapacitado. Y comprende el porqué de tantos esqueletos desparramados aquí y allá entre las riquezas materiales: no eran guardianes sobrenaturales como pensó en un primer instante cuando accedió a la cueva, sino advertencias. Como las estatuas de piedra, en verdad guerreros petrificados, que adornaban la entrada al palacete de Medusa. Y sabe con tristeza que él engrosará esa legión de fracasados...

Carlos Castaneda fue uno de esos tipos extravagantes que supo ciertas cosas y las contó, a su manera, en unos libros fáciles de leer pero complicados de entender, con revelaciones de sumo interés camufladas entre un montón de pistas falsas e incluso delirantes. Es una manera clásica de presentar ciertos conocimientos que no pueden, por diversas razones, ponerse negro sobre blanco al alcance de cualquiera. Sin embargo, la persona en posesión del adecuado tamiz, puede cribar la arena y quedarse con las pepitas de oro. Investigadores modernos le han acusado de ser un fraude como antropólogo, de inventarse literalmente sus aventuras, de tiranizar a sus seguidores y vivir a su costa, de aprovecharse sexualmente de sus discípulas... Bueno, siempre que alguien triunfa, no importa en qué campo sea (si bien en el del pensamiento se da mucho), aparecen más pronto que tarde los autodenominados "desmitificadores", encargados de contar que el triunfador no es trigo limpio, que hizo tal o cual cosa mal, que no llegó tan lejos como parece, etc., y mientras "iluminan" al público ganan un montón de dinero con sus libros, sus apariciones en tertulias televisivas y demás.

Lo cierto es que no es nada fácil comprobar si las acusaciones son ciertas o no, porque el propio Castaneda se encargó personalmente de "borrar" todos los datos que pudo de su vida, su familia y hasta su propio origen porque, según contaba, los verdaderos brujos trabajan por sistema en la destrucción de su importancia personal para poder avanzar en su camino, más allá de la personalidad y lo material (lo cual, por otra parte, es cierto). Tampoco se dejaba fotografiar (la de arriba es una de las pocas fotos que existen de él) o grabar fácilmente, ni participaba en conferencias o actos públicos siempre que podía evitarlo. De hecho, hay quien duda de que muriera de verdad en 1998 y sugiere que lo que hizo fue simplemente "quitarse de en medio".
De sus libros, siempre me parecieron los mejores, por coherencia y por contenido de conocimiento, los cuatro primeros: Las enseñanzas de Don Juan, Una realidad aparte, Relatos de poder y, en especial, Viaje a Ixtlán que, aunque lo nombro aquí en último lugar es el tercero por orden de publicación y para mí tiene un significado muy especial. En ellos, contaba las enseñanzas del chamán yaqui Don Juan Matus y sus colegas de brujerías como Don Genaro (los investigadores "desmitificadores" dudan de que existieran estos chamanes y los consideran meros recursos literarios, pero lo dicen ellos que nunca tuvieron ocasión de conocerlos personalmente), y cómo le iniciaron en el camino de la "hechicería". Los textos siguientes nunca me parecieron a la misma altura y algunos de ellos me dieron la impresión de ser demasiado pobres e incluso superficiales, como si hubieran sido escritos por otra persona. O acaso como "camuflaje", para hacer más densa la nube de la tinta del calamar y ayudar a ocultar ciertos conocimientos expuestos con demasiada claridad. 

Aún así, en el libro publicado el mismo año de su muerte, El lado activo del Infinito, incluyó uno de los relatos de terror más espeluznantes que he leído jamás y en el que sin duda se inspiraron después algunos famosos autores anglosajones de corte conspiranoico (y algún que otro escritor de ciencia ficción) para explicar cómo actúan ciertas presencias invisibles a los ojos físicos. El escenario, como tantas otras veces, muestra a Castaneda con Don Juan, quien le enseña a reconocer mirando "sin enfocar la mirada, sino como con el rabillo del ojo" unas "sombras fugaces" que viven entre los hombres y que con un entrenamiento adecuado pueden ser vistas durante el crepúsculo. Según su descripción: "me parecían peces negros y gordos, peces enormes. Era como si gigantescos peces espada volaran por el aire (...) la visión me asustó". El brujo yaqui le explica que los chamanes del México antiguo fueron los primeros que las vieron y descubrieron en ellas "algo trascendental" y es que "tenemos un compañero de por vida, un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos (...) tomaron posesión de nosotros porque para ellos somos comida y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como nosotros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en 'humaneros'."

Castaneda se rebela ante semejantes "afirmaciones monstruosas" pero es incapaz de irse y continúa escuchando las explicaciones de don Juan: "los predadores nos han dado nuestros sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y el mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas, nuestros sueños de triunfo y fracaso. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaníacos". Y hacen todo eso de una manera eficaz, organizada y..., espantosa: "Nos dieron su mente. ¿Me escuchas? Los predadores nos dieron su mente, que se ha vuelto nuestra mente: barroca, contradictoria, mórbida, llena de miedo a ser descubierta en cualquier momento. Aunque nunca has sufrido hambre, sé que tienes unas ansias continuas de comer, pero no son sino las ansias del predador que teme que en cualquier momento sus maniobras serán descubiertas y la comida le será negada."

Le explica que los antiguos chamanes llamaron a estas entidades los "voladores" precisamente por su aspecto etéreo y explica qué es lo que comen del ser humano: "los chamanes ven a los niños humanos como bolas luminosas de energía cubiertas de arriba a abajo con una capa brillante (...) de conciencia y es esa conciencia lo que los predadores consumen. Cuando un ser humano llega a adulto, todo lo que queda de esa capa brillante es una angosta franja desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esa franja permite al ser humano continuar vivo, pero apenas."  Según el brujo yaqui, el hombre es la única especie en la Tierra que posee esa capa por fuera de su energía luminosa y por eso es una presa codiciada por estos seres. Aprovechando el único punto de "anclaje" con la vida, estos parásitos "crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada (...) nos otorgan problemas banales que hacen crecer esas llamaradas de conciencia y de esta manera nos mantienen vivos para alimentarse". Y cuando Castaneda pregunta qué se puede hacer, cómo puede la humanidad combatirles, viene lo más terrible: "No hay nada que tú y yo podamos hacer (...) -si la gente normal te oye hablar de eso- se reirán y se burlarán de ti y los más agresivos te darán una patada en el culo (...) el hombre, el ser mágico que es nuestro destino alcanzar, ya no es mágico. Es un pedazo de carne. No hay más sueños para el hombre sino los sueños de un animal que está siendo criado para volverse un pedazo de carne: trillado, convencional, imbécil".

Los voladores son "una parte esencial del universo y deben tomarse como lo que son realmente: asombrosos, monstruosos, el medio por el cual el universo nos pone a prueba (...) al ser poseedores de energía con conciencia, somos los medios por los que el universo se vuelve consciente de sí mismo y los voladores son los desafiantes implacables. No pueden ser considerados de ninguna otra forma." La única manera de defenderse de ellos, explica finalmente, pasa por la disciplina individual, pero "no me refiero a arduas rutinas (...) los chamanes entienden por disciplina la capacidad de enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas (...) es un arte, el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque uno sea fuerte y duro, sino porque está lleno de asombro". Practicar bien esta disciplina convierte la capa brillante en "desabrida para el volador (...) que así se desconcierta. Una capa brillante de conciencia que sea incomible no es parte de su cognición, supongo. Una vez desconcertados, no les queda otra opción de dejar su nefasta tarea" y si se consigue mantener alejados a estos parásitos el tiempo suficiente la conciencia crecerá más allá del nivel de los dedos de los pies y se desarrollará hasta su tamaño natural. A medida que esto sucede, "tremendas maniobras de percepción se vuelven cosa corriente" y el ser humano desarrolla cierto poder. Don Juan explica que es posible agotar al predador "con silencio interno" de manera que llega un día en el cual el volador deja de interesarse en uno y desaparece para siempre. Es interesante recordar aquí que todas las tradiciones espirituales e incluso mágicas han insistido siempre en la adquisición y el mantenimiento de un especial estado interno de quietud y silencio internos como medio de enfrentarse adecuadamente a la existencia y poder extraerle sus secretos...

Paradójicamente, el día en el que el volador nos deja en paz de una vez por todas se convierte en un día "triste" pues "no hay nadie que te diga que hacer, no hay una mente de origen foráneo que te dicte las imbecilidades a las que estás habituado" y esa jornada se convierte en la más dura de la vida del chamán "pues la verdadera mente que nos pertenece, la suma total de nuestras experiencias, después de toda una vida de dominación, se ha vuelto tímida, insegura y evasiva. Personalmente puedo decirte que la verdadera batalla de un chamán comienza en ese momento. El resto es mera preparación". Es la cruda realidad: somos esclavos porque no sabemos ser de otra forma y todos aquéllos a los que se les llena la boca exigiendo libertad no sabrían qué hacer si fueran libres. De hecho, lo más probable es que ellos mismos se volvieran a meter en la celda cuya puerta se les abrió, pues no desean enfrentarse al reto de tomar la responsabilidad sobre su propia vida. En ese sentido, Don Juan recuerda que "la revolución de los chamanes es que se rehusan a honrar acuerdos en los que no han participado. Y nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia. Mis padres me trajeron a este mundo para ser comida, sin más, como lo fueron ellos. Fin de la historia".

Se puede considerar la historia de los voladores como un mero cuento de terror..., o no. Todo depende de si ha "resonado" o no en el interior del lector. La verdad es que todo esto es más profundo de lo que parece y merece una reflexión pausada. Aunque perturbador, el relato de Don Juan explica bastantes cosas acerca de lo que ocurre en nuestro planeta...

Castaneda fue un autor muy popular durante la segunda mitad del siglo XX, un auténtico icono de la contracultura y el misticismo. Hoy, es un perfecto desconocido para los jóvenes encadenados a las pantallas de sus móviles. ¿Habrá quizás un Castaneda del siglo XXI escribiendo ya, sin que todavía lo sepamos, la nueva versión -la actualización- de los voladores, y de todo lo demás?











viernes, 3 de febrero de 2017

El héroe y la excelencia

La primera vez que leí, hace muchos años, acerca de la expresión Ordo ob Chaos (Orden o Caos) supe que la conocía desde hacía mucho tiempo, incluso desde antes de esta reencarnación. Ojo, no confundir con Ordo ab Chaos (Orden desde el Caos), divisa actual del -oficialmente- más alto grado de cierta discreta sociedad, cuyo mensaje es radicalmente diferente. Mientras el primero resume en tres palabras la Guerra Cósmica gracias a la cual se mantiene en marcha el universo a través del interminable enfrentamiento entre los dos Polos, el segundo codifica el plan maestro de los actuales dueños de esa sociedad, sobre el cual Mac Namara me ha contado distintos flecos en los últimos años. Un plan que incluye el desencadenamiento de un caos artificial e inducido, pero de tal calibre que desatará un pánico terrible entre la gente común de todo el planeta. Será esa propia gente, a la que en tiempos normales no podría imponérsele el plan, la que, atemorizada, irá a postrarse a los pies de los Amos -sin saber que ellos han sido los causantes del miedo, naturalmente- para rogarles que impongan un nuevo orden que les "proteja" y les quite el susto del cuerpo. Vivan las "caenas"...

 Orden o Caos es otra cosa. Es el resumen del Gran Pulso y la oportunidad de elegir en qué bando quiere estar uno. Y es necesario elegir. En contra de la opinión imperante en nuestra actual sociedad, donde se nos vende como ideal la actitud de innumerables advenedizos expertos en el arte de nadar a dos aguas sin tomar partido por un lado ni por otro -equidistancia: cuánto se abusa a diario de esta palabra- es preciso tomar la iniciativa y escoger nuestra posición. Y luego ser consecuentes y defenderla, por supuesto, afrontando con gallardía las consecuencias de nuestra elección. No importa tanto que esa posición nos lleve a uno u otro lado de la balanza, pero el que aspira a apoderarse del Vellocino de Oro no puede quedarse en el medio, agarrado al fiel y sumido en la duda. En cierto pasaje neotestamentario, Jesús el Cristo lo explica muy bien: lo mejor es estar en el lado bueno (Orden) pero lo peor no es escoger el lado malo (Caos) pues quien se ha ido allí todavía puede ser recuperado para el platillo correcto de la balanza (al fin y a la postre, los extremos se tocan y, en un círculo, el primer punto está al lado del último), sino quedar en tierra de nadie. Lo peor, afirma contundente, "son los tibios".

(Entre paréntesis, recuerdo ahora que, en los juegos de mi infancia, siempre escogía los personajes relacionados con el Orden. A mis amigos les gustaba ser piratas, pero en mi caso prefería ser marino de guerra, su enemigo natural. Ellos estaban encantados de ser pistoleros fuera de la ley, mientras yo asumía el papel de sheriff. Les divertía encarnar el papel de un supervillano de Marvel, pero yo jugaba siempre a ser uno de mis superhéroes favoritos. En fin, uno de mis recuerdos más tempranos en esta existencia es el de un disfraz que me trajeron los Reyes Magos y que me encantaba vestir: no era de aventurero, ni de rebelde, ni de espía..., era de policía montado del Canadá.)

Con estas reflexiones previas a nadie puede sorprender que hoy recomiende uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Es difícil de encontrar (pues su editorial es diminuta) y no es fácil de degustar (pues exige un nivel mínimo de conocimientos previos al lector) pero lo he disfrutado como pocos. Su portada ya adelanta algo de lo que encontraremos en el interior: un Sigfrido (o un San Jorge, o un Horus, o...) enfrentándose a Fafnir (o al dragón, o a Seth, o...) armado apenas con su escudo y su espada, además de su valor. Se titula El héroe y la excelencia (Ediciones Midjungards, 2012) y, firmado por Eugenio Gil Borjabad, recoge la visión del heroísmo en la tradición europea con particular incidencia en el honor como una de las máximas virtudes a las que puede aspirar el ser humano. En la versión de Rob Roy dirigida por Michael Caton-Jones en 1995, el hijo del héroe escocés le pregunta en una secuencia: "Padre, ¿qué es el honor?" y Rob Roy (encarnado para la ocasión por Liam Neeson) le ofrece una respuesta improbable en una conversación padre/hijo pero adecuada (si bien incompleta) en un contexto maestro/discípulo: "El honor es un regalo que un hombre se hace a sí mismo".

A lo largo del texto, Gil Borjabad nos explica el sentido de la vida excelente para nuestros ancestros, desde los griegos y los romanos a los antiguos hindúes, cuando las virtudes viriles -en la mejor de las acepciones de este adjetivo- eran más deseadas y valoradas que las riquezas y las comodidades materiales. Y nos cuenta luego cómo esa visión fue evolucionando, o quizá mejor deberíamos decir degenerando, a lo largo de las distintas etapas históricas hasta desembocar en lo que la enfermiza sociedad que nos rodea hoy día entiende como apreciable Nos detalla además las características del héroe, así como de otros personajes que siguen su estela, como el genio o el santo, y por supuesto de su sombra: el antihéroe. Conocemos el porqué de los duelos y su diferencia con los retos y los torneos. Vemos desfilar a Cuchulainn, Arjuna, Teseo, Arturo, el mismo Sigfrido..., en un brillante catálogo de personajes cuyos hechos y leyendas inspiraron a cientos de generaciones previas a la nuestra en la búsqueda de la mejora de uno mismo y la defensa de la Luz y el Orden. Qué diferentes estos modelos de verdaderos superhombres cuyas hazañas recogen los viejos libros, respecto a los modelos mezquinos, egoístas, corruptos y depravados que nos proponen hoy día la "cultura", el cine y la televisión y que nos inducen a pensar que nada merece la pena salvo clavar el cuchillo en la espalda a alguien antes de que alguien nos lo clave a nosotros y trepar sobre los cadáveres de nuestros coetáneos para llegar lo más arriba posible en el podrido mundo de la importancia personal.

Transcribo algunas de las ideas interesantes que se pueden encontrar en este estudio:

* "La relación adecuada entre los hombres y la Naturaleza ha sido sustituida por el imperio de la economía globalizada. La unidad se encuentra siempre después de una lucha espiritual, pero ahora la lucha es puramente económica (...) Occidente sufre una degeneración del civismo con al menos las siguientes virtudes afectadas: obediencia a la autoridad, respeto a los mayores, respeto a los padres, respeto a los demás en general, respeto a las instituciones públicas, fidelidad, educación, decoro, solidaridad, responsabilidad y compromiso social." 

* "La vida humana es lucha y aventura y el espíritu es la manera de llevar a cabo esa lucha (…) toda acción auténtica tiene algo de violencia y toda excelencia es combate (…) Por el contrario el nihilismo es la manera en que se reduce la plenitud a un orden que elimina el riesgo y el sufrimiento. A veces se habla del espíritu como si fuera una capacidad propia de todo hombre (…) pero es más bien una tarea. La libertad como propiedad esencial la tenemos todos; la libertad cumplida, muy pocos. De la misma manera (…) el espíritu no se posee de entrada, se consigue. Las experiencias de excelencia muestran que para contactar con lo sagrado no hace falta esperar a otro mundo, lo sagrado es inmanente (…) está ahí presente en este mundo, no en otro mundo creado por cobardía." 

* "En la antigüedad griega, el código del honor es sencillo y sin ambigüedades. El honor y la gloria son los hilos conductores, por encima de la vida y de la muerte. La manera de lograr el honor es la excelencia tanto en el combate como en la discusión en la asamblea o en la donación de consejos. Cuanto más valiente sea el adversario o más difícil sea la empresa, mayor honor se consigue. No hay honor en luchar con alguien de nivel inferior ni en ejecutar tareas fáciles (...) Hölderlin dice con claridad que 'Donde hay peligro, crece lo que nos salva'. Ésta es la auténtica estructura de la realidad humana: no hay superación sin peligro, no hay educación sin sufrimiento, no hay origen sin lucha. Y hay que hacerlo por sí mismo, con absoluta autenticidad (…) no hay iniciación con reservas ni parcial. El cambio de mundo afecta a toda la persona o no se da."

* "La superioridad de la educación griega y romana respecto a la actual reside en el mito y el mito consiste fundamentalmente en aventuras iniciáticas. La aventura es entre otras cosas la escuela de la vida. Los mitos heroicos fueron los grandes educadores de Grecia; recordemos que la Ilíada era el libro de texto de los niños griegos en las escuelas. Los valores y comportamiento de los héroes eran la realidad sagrada y originaria a la que había que ajustarse (…) la pedagogía moderna ha abandonado estos criterios. La casi desaparición de los héroes en la modernidad deja un hueco profundo en la educación moral. Nos encontramos dentro de un nihilismo que paraliza la acción. El hombre medio se ajusta a lo común, hace lo que hacen los demás, lo cual representa un alejamiento de la excelencia. La humanidad se caracteriza por lo común, el heroísmo por lo diferente. Los ideales humanitarios no son heroicos, en el sentido clásico (...) Héroe es el que logra ejemplificar con su comportamiento la excelencia que se deriva de superar o tratar libremente y agónicamente el peligro y las situaciones límite para realizar así unos valores. (...)  Los esforzados son los que luchan por la excelencia, los héroes los que la logran. El héroe es el mejor y el mejor es diferente: no se puede pensar el heroísmo sin la diferencia y sin la desigualdad. (…) El héroe pertenece al mundo de la aristocracia, no de la democracia (…) porque lo es por mérito propio, no se elige." 

Entiendo, por cierto, que ideas como éstas pueden causar una profunda inquietud en el hombre actual, que vive sumido en el sopor de los lotófagos convencido de que suyos son los derechos pero no necesariamente los deberes y que por el mero hecho de haber nacido ya merece un respeto. Sin embargo, cualquiera que tenga la suficiente experiencia de vida y los ojos abiertos para aprovecharla es consciente de que la Naturaleza sólo respeta a aquéllos que se hacen respetar y para eso les plantea desafíos diarios que es preciso, al menos, enfrentar, en lugar de mirar para otro lado. Si además pueden ser superados y vencidos, estaremos en el buen camino. Ya Seneca dijo que "sólo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones de heroísmo".

Gil Borjabad reconoce 8 "notas esenciales" en el héroe: ejemplaridad, excelencia, peligro, sufrimiento, agón, libertad, valentía y realización de valores. Y reconoce en él "las cuatro virtudes básicas del noble" que son: autenticidad, fidelidad, generosidad y valentía. Autenticidad significa ser, manifestarse y comportarse como de verdad se es, sin tapaderas, sin engaños, sin mentiras, sin fingimientos; supone "bajar de las nubes de la ilusión y aceptar la realidad" y desterrar la importancia personal. La fidelidad se aplica, en primer lugar, a sí mismo, y también a los demás y al mérito; lo que conlleva prescindir de lugares tan comunes en nuestros días como la maledicencia, el engaño, el disimulo y el complot. Si el noble tiene que decir algo a alguien se lo dice a la cara. La generosidad atañe en especial a cuestiones económicas, el dinero y los bienes materiales, pues es más propio de él dar que recibir, siempre a quien corresponde y sin implicarse en los negocios, que no le gustan. La valentía es obligada para mantener las otras tres virtudes. 

Hay muchas ideas atractivas en este libro. Añado alguna más:

* "Algunos autores piensan que hay progreso moral de manera parecida a como hay progreso científico (…) pero el nihilismo pasivo de la modernidad ha sustituido el ejemplarismo moral de los personajes excelentes por la seducción de la comodidad, la seguridad y el placer, con el consiguiente alejamiento de la lucha sagrada, motor de la verdadera moral. La huida de los dioses deja al mundo sin entusiasmo (…) estamos tan acostumbrados a lo sagrado trascendente cristiano que hemos perdido la sensibilidad de lo sagrado clásico. Para que algo sea sagrado no tiene que ser un infinito aparte (…) en el paganismo el héroe alcanza lo sagrado por medio de la acción excelente. Luchar, cuando se hace de determinada manera, es un sacramento. El código del héroe es 'mi dignidad es la virtud, mi entrega es la comunidad, mi gloria es lo sagrado, mi honor es la fidelidad, mi mérito es el esfuerzo, mi guía es la voluntad, mi oración es la lucha'”.

* "La justicia con el débil es algo difícilmente negable pero la Biblia va más lejos: pasa a alabarlos y a considerarlos excelentes. Pone como ejemplar la moral de los débiles. Ahora bien, la moral de los débiles no se caracteriza por la lucha y por la superación, sino por una detención nihilista. Si lucharan ya no serían débiles, aunque perdieran. El judeocristianismo es una transvaloración fuerte (...) El antihéroe de la humildad, de la debilidad y de la compasión es al mismo tiempo camello, cordero y perezoso. Camello, en el sentido de la parábola de Nietzsche (…) cargado con los valores de los esclavos (…) no se atreve a hacer las cosas por sí mismo, no quiere ser libre. Cordero, en el sentido del alejamiento de la violencia: se siente víctima y se hace la víctima. Y perezoso en el sentido de la comodidad nihilista."

* "La perfección para el paganismo es el camino hacia la excelencia en todos los órdenes de la vida. Se trata de la perfección de la persona en su relación esencial con lo otro y con los otros, no sólo de la perfección del alma (…) tiene que haber mejora y armonía de la persona, de la comunidad y de la persona con la comunidad. La manera de lograrlo es la práctica de las virtudes clásicas y de la relación armónica entre ellas. Son las virtudes cardinales –prudencia, justicia, valentía y templanza- y las cívicas –dignidad, honor, autoridad, patriotismo, lealtad, nobleza, piedad, decoro y respeto-. Observando algunos de los santos más representativos de la historia vemos que no cuidan su inteligencia, ni su cuerpo, ni la valentía, son ajenos a la libertad y les importa poco la comunidad porque están dirigidos únicamente a Dios y al otro mundo. A lo largo de la historia se ha pintado a los santos cristianos con actitud de arrobamiento y una corona sobre la cabeza. Nosotros pintamos al que se supera a sí mismo con la risa de la vida y una espada en la mano."

Sófocles dijo que "el noble debe vivir con honor..., o morir con honor". En estos días en los que la ignorancia, la ruindad y la cobardía rampantes por doquier desprecian y descalifican el concepto del honor considerándolo como algo inútil y desfasado, vivimos un momento inmejorable para trabajar en nuestro interior, para probarnos con los desafíos que la Diosa pone en nuestro camino a diario y para demostrarnos a nosotros mismos que podemos ser dignos herederos de los héroes de antaño. Que podemos, acaso, llegar también nosotros algún día a ser héroes.