Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 17 de octubre de 2014

Prostitutas, drogadictos y contrabandistas

Nunca he entendido a las personas que dicen aburrirse con su día a día porque, total, "nunca pasa nada" y lo que pasa (en general, se refieren a peripecias de famosillos, futbolistas o gente que viaja o vive en algún país exótico) es demasiado grande o está demasiado lejos para participar en ello. Lo cierto es que el parque de atracciones en el que nos marean un día sí y otro también están pasando cosas, y cosas importantes, en todo momento. El problema es que estamos tan aturdidos que somos incapaces de percibirlas. Como esos seres feéricos que revolotean a nuestro alrededor en cuanto pisamos la Naturaleza pero lo hacen vibrando a tal velocidad que se vuelven literalmente invisibles para nuestra torpe capacidad de percepción. Mi tutor en la Universidad de Dios me dio hace mucho tiempo un pequeño truquito, que ya he comentado en alguna ocasión, para superar el atontamiento: las "luces rojas". O, lo que es lo mismo, esos pequeños detalles que de repente encuentras que no cuadran en la vida diaria, como si se hubiera salido del guión o como si fueran pequeños restos del gran decorado que alguien se olvidó de limpiar del escenario antes de que los actores salieran a declamar sobre las tablas. Son pistas mínimas pero suficientes para replantear toda la secuencia de acontecimientos y ayudar a ver más allá de lo aparente.

Después de tanto entrenar la vista para reconocerlas, la verdad es que tengo un problema serio con las "luces rojas" porque a menudo las veo más a ellas que a la presunta realidad en la que tengo que mover y utilizar a mi muñeco de carne y hueso, y ello me hace perder oportunidades y aparecer como un despistado que vive permanentemente en su mundo sin centrarse en "lo que importa". De todas formas, como es verdad que cada dos por tres me abstraigo en mí mismo, lejos de las tonterías materiales, la gente "normal" no le da mayor importancia a mis aparentes desvaríos... El caso es que estas señales de alarma, estas chispas de conciencia, están por doquier y te las puedes encontrar con facilidad cuando sabes lo que estás buscando. Es impresionante comprobar cómo alguna te
 ilumina en un momento dado, mientras que la inmensa mayoría no ve nada raro en ella, pero eso es como digo por la falta de entrenamiento. Cuando nadie te ha explicado la diferencia entre el color rojo y el verde te da igual ver una bombilla de uno u otro tono (incluso las ves físicamente iguales, aunque no lo sean), pues no consideras que tengan una interpretación muy diferente... Todo esto se parece a lo que comentábamos la semana pasada acerca de los símbolos y su pluralidad de significados según el grado de conocimiento.

Hay una historia que refleja muy bien esto y es aquélla en la que un eminente científico nuclear alemán pierde uno de sus libros técnicos, estudiado y anotado por su puño y letra, en la jungla.
Primero lo encuentra un leopardo, pero pasa por encima del objeto, quizá pisándolo, sin prestarle mayor atención.
Luego lo encuentra un mono, al que le resulta gracioso que el libro se pueda abrir y tenga hojas, pero al cabo de un rato se aburre de jugar con él y lo deja.
En tercer lugar aparece un nativo analfabeto, que puede reconocerlo o no como una posesión de los "colonos blancos", pero tampoco encuentra mayor utilidad en ello aparte de usarlo si acaso como diana para entrenamiento.
Más tarde llega un francés que se da cuenta de que es un libro pero, como está en alemán y no sabe ese idioma, lo abandona igualmente.
Por fin aparece un alemán, pero es un niño que no lee más que tebeos y no le interesa lo más mínimo los libros de adultos, por lo que lo abandona donde lo encontró, como todos los que le precedieron.
Llega otro alemán, bien formado y lector habitual de diversos géneros, pero de la misma forma deja el texto donde lo halló porque es tan específico que tras echarle una ojeada y quizá leer unas pocas páginas comprueba que el tema le aburre soberanamente.
 Después de tanto ajetreo, pasa por allí otro científico nuclear alemán y se da cuenta de que está ante un auténtico tesoro para él, no sólo por los conocimientos que aporta el texto sino por las anotaciones del colega que lo perdió: rápidamente se apoderará del objeto y se lo llevará consigo dando gracias a la Providencia por haberlo puesto en su camino.

Aquí encontramos siete niveles de significado diferentes para un mismo artículo, que puede ser perfectamente despreciable para alguien al mismo tiempo que puede ser una brillante joya para otro alguien, pero hay muchos más niveles intermedios. De hecho, este cuentecillo tan simple explica por qué la Sabiduría y el Conocimiento con mayúsculas, a pesar de hallarse ante nuestras propias narices cada día a todas horas, han estado, están y estarán siempre completamente a salvo de ignorantes, envidiosos y traidores, por mucho que los "malos" quieran hacerlos desaparecer del planeta (como tantas veces lo han intentado a lo largo de la Historia y tantas veces han fracasado). 

También es un buen ejemplo de cómo es posible que lo que para uno es una "luz roja" en toda regla, para otro no sea más que otra simple información, una frase anodina o un dato prescindible.

Por ejemplo, esta mañana la Oficina Estadística de la Unión Europea, Eurostat, ha hecho públicos los datos de riqueza de los 28 países del Viejo Continente adscritos al club de mercaderes dirigido por Bruselas incluyendo en sus respectivos PIB (Producto Interior Bruto) aspectos tan llamativos como la prostitución (!), las drogas (!!) y el contrabando y juego ilegal (!!!). Lo llaman "cambio metodológico" y justifican su inclusión asegurando que así los datos de la economía europea "serán más reales" (!!!!!!!!!!!!!!!!). En el caso de España, esta nueva manera de medir la riqueza ha elevado el PIB del años 2013 hasta un 2,6%. Además de ser una idea absurda que va en contra de cualquier razonamiento lógico (¿cómo va a ser más real una cifra hinchada por el dinero negro obtenido en actividades ilegales y no controlado por el Estado, y que por tanto no beneficia al conjunto de sus ciudadanos? ¿cómo es moral y éticamente posible que se equiparen algunas de las actividades más denigrantes y criminales del homo sapiens con las legales? ¿por qué se incluyen precisamente esos delitos y no otros, que también generan mucho dinero, como la corrupción, la pederastia o el asesinato por encargo, en el cómputo final?), es que resulta materialmente imposible comparar los índices de los distintos países europeos. ¿Alguien lleva una cuenta fiable del número de prostitutas que ejercen no ya en España sino en Malta o en Bulgaria? ¿O del número de cocainómanos que hay en el Reino Unido, Eslovaquia o Luxemburgo? Lo más aberrante es que no parece que el tema haya llamado la atención no ya de los políticos que supuestamente gobiernan la UE en general y cada uno de sus Estados vasallos en particular, sino de los propios líderes de opinión nacionales y, en última instancia, de los ciudadanos que se tragan este tipo de noticias como si fuera lo más normal del mundo.

Pues no, señor. Ahí tenemos no una simple "luz roja", sino una auténtica Betelgeuse, una supergigante roja, sobre la que una adecuada reflexión podría conducirnos a conclusiones muy claras, empezando por el hecho de que estamos al borde mismo de la desaparición de nuestra civilización..., que, en realidad, murió hace ya un tiempo pero sigue caminando como un zombie, proporcionando a los incautos una sensación de entontecida normalidad.

Hace ya la friolera de siete años, se publicó un dato que podríamos considerar precedente de lo de Eurostat y el PIB de la UE. Y es que la patronal de la pequeña y mediana empresa de Italia, Confesercenti, presentó un informe reconociendo que el mayor negocio privado de su país no es el basado en la compra venta de pasta, arte, moda, armas... No, la empresa más rentable es la Mafia, que facturaba entonces anualmente 90.000 millones de euros o, lo que es lo mismo, el 7 % del PIB de uno de los países considerados entre los siete más y mejor industrializados del mundo. Según este documento, avalado por cierto por las autoridades italianas, las principales actividades mafiosas serían la usura y el chantaje, seguidos por el robo y el fraude. En las películas de Hollywood, los atractivos canallas que aparecen en sus fotogramas se lían a tiros por el juego, las apuestas o el contrabando, pero todos estos delitos están en un segundo plano. En total, el texto reconocía 160.000 comerciantes afectados por la extorsión, con algunas ciudades italianas completamente tomadas por este grupo de delincuentes, como las dos principales urbes sicilianas: Palermo y Catania. Las cosas no han mejorado demasiado desde entonces.

Por cierto, por aquella época fue detenido el supuesto jefe supremo de Cosa Nostra (supuesto, porque lo cierto es que la organización ha seguido funcionando como si cualquier cosa), un tipo llamado Salvatore Lo Piccolo, al que vemos aquí trasladado bajo la custodia de dos policías. Entre los documentos que se le intervinieron había uno muy interesante, escrito a máquina y en mayúsculas, con el título Derechos y deberes. Las autoridades italianas lo tomaron como una especie de Diez Mandamientos Mafiosos, una guía de conducta que tal vez se leyera o copiara para los nuevos integrantes del clan. Resumidamente, son éstos:

 1º.- Nunca te presentarás directamente a otra persona. Tendrás que hacerlo siempre a través de un tercero.
2º.- No mirarás ni desearás a las mujeres de tus amigos.
3º.- No te compararás a ti mismo con los agentes de Policía.
4º.- No frecuentarás bares ni tabernas.
5º.- Estarás siempre disponible para cuando Cosa Nostra te reclame, incluso si tu mujer está a punto de dar a luz.
6º.- Respetarás y serás extremadamente puntual en las citas.
7º.- Respetarás a tu propia esposa.
8º.- Dirás toda la verdad cuando seas llamado a informar sobre algo.
9º.- No se consiente que te apropies del dinero que pertenece a otros compañeros o a otras familias.
10º.- Para entrar en la "familia", no deberás tener un pariente entre las fuerzas del orden ni haber traicionado sentimentalmente a tu esposa o familiares. No podrás tener un comportamiento pésimo o carecer de valores morales.

Se me ocurren muchos comentarios sobre estas indicaciones, incluyendo el pavoroso cinismo de la última frase del décimo mandamiento, pero dejo la interpretación al albur de cada lector. Sólo quiero hacer notar que esta monumental "luz roja" y lo que venía a significar fue también completa, perfecta y absolutamente ignorada hace siete años.





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