Aquéllos que hayan estado más atentos durante los últimos años se habrán dado cuenta enseguida del creciente goteo de informaciones que han ido apareciendo en diversos medios de comunicación y que están contribuyendo a cambiar radicalmente la antigua concepción (igualmente instalada en la sociedad por los mismos que ahora están procediendo a cambiarla, por motivos no explicados del todo) que teníamos de nuestro sistema solar y que nos llevaba a pensar en él como en una especie de páramo estéril en medio de la nada. Un poco como si el ser humano sobreviviera en una isla desierta al estilo de un Robinson Crusoe cósmico, dándose palmadas en la espalda a sí mismo por la simple heroicidad de existir en soledad. Esas informaciones, que han ido publicándose cada vez con mayor regularidad (el chispero amenaza con terminar rompiendo la cañería), llevan a recordar aquel famoso aforismo de Arthur C. Clarke que venía a decir: "Existen dos posibilidades, que estemos solos en el universo o que no lo estemos. Y no sé cuál de las dos me da más miedo".
Claro que éste es un pensamiento típico de hombres contemporáneos, tan descreídos y nihilistas, tan arrogantes como para creer que conocen lo que está ocurriendo y que todo está más o menos bajo control. Al contrario, nuestros antepasados sabían que no estamos solos, que nunca lo hemos estado, en ningún plano. Y aunque ahora vivamos absortos y entretenidos con nuestros juguetes tecnológicos, como el niño que se recrea con sus muñequitos ignorando voluntariamente la realidad en la que vive, nadie con los ojos abiertos puede negar la soberbia que desborda el pensamiento, no ya de que estemos solos en medio de la vastedad del universo, sino que además disfrutemos en ella de una civilización "avanzada". Hace pocos días nos lo recordaba un equipo internacional de astrónomos dirigidos desde la Universidad de Nottingham por Christopher Consolide. Estos expertos anunciaban que el cosmos posee al menos diez veces más galaxias de lo que creíamos hasta ahora. Lo cual significa dos cosas. Primera: que el número de planetas extrasolares crece exponencialmente (a finales de enero de este mismo año se habían descubierto oficialmente ¡¡¡casi 4.700 planetas!!! fuera de nuestro sistema solar) y, con él, el de posibles escenarios para el desarrollo de la vida. Y segunda: hemos averiguado este dato porque la tecnología de la que disponemos en este momento es mejor que la que teníamos antes, ergo..., todo hace suponer que cuando mejoremos la tecnología actual nos encontraremos con que el número "real" de galaxias es, a lo mejor, cien o mil veces mayor.
Claro que éste es un pensamiento típico de hombres contemporáneos, tan descreídos y nihilistas, tan arrogantes como para creer que conocen lo que está ocurriendo y que todo está más o menos bajo control. Al contrario, nuestros antepasados sabían que no estamos solos, que nunca lo hemos estado, en ningún plano. Y aunque ahora vivamos absortos y entretenidos con nuestros juguetes tecnológicos, como el niño que se recrea con sus muñequitos ignorando voluntariamente la realidad en la que vive, nadie con los ojos abiertos puede negar la soberbia que desborda el pensamiento, no ya de que estemos solos en medio de la vastedad del universo, sino que además disfrutemos en ella de una civilización "avanzada". Hace pocos días nos lo recordaba un equipo internacional de astrónomos dirigidos desde la Universidad de Nottingham por Christopher Consolide. Estos expertos anunciaban que el cosmos posee al menos diez veces más galaxias de lo que creíamos hasta ahora. Lo cual significa dos cosas. Primera: que el número de planetas extrasolares crece exponencialmente (a finales de enero de este mismo año se habían descubierto oficialmente ¡¡¡casi 4.700 planetas!!! fuera de nuestro sistema solar) y, con él, el de posibles escenarios para el desarrollo de la vida. Y segunda: hemos averiguado este dato porque la tecnología de la que disponemos en este momento es mejor que la que teníamos antes, ergo..., todo hace suponer que cuando mejoremos la tecnología actual nos encontraremos con que el número "real" de galaxias es, a lo mejor, cien o mil veces mayor.
Por supuesto, que haya planetas no es suficiente. Necesitamos una órbita de habitabilidad, una atmósfera... Y por supuesto agua. Aquí tenemos otro de los grandes cambios de paradigma. Se suponía que no había agua en nuestro sistema solar, pero en los últimos tiempos hemos encontrado agua por todas partes: en la Luna y en Marte, por ejemplo, confirmamos la existencia de H2O, en forma de hielo. Igual que en cometas y asteroides, y en planetas enanos como Ceres. Y, aún más, hemos hallado agua en estado líquido, auténticos océanos subterráneos que en algún caso como el de Encélado, luna de Saturno, tienen fuerza suficiente como para lanzar altos e impresionantes chorros en forma de géiser hacia el espacio. También se han detectado estos mares bajo la superficie en Titán, otro de los satélites saturninos, y en Europa, Calisto y Ganímedes, lunas de Júpiter. Incluso Próxima B, el planeta rocoso descubierto formalmente este verano en la zona habitable de nuestra estrella vecina Próxima Centauri, podría según los expertos estar cubierto por océanos exactamente igual que la Tierra. De momento es el mundo más cercano a nosotros, a poco más de 4,2 años luz, una distancia todavía insalvable para nuestra paupérrima tecnología, pero..., quién sabe lo que ocurrirá en el futuro.
El último dato especialmente llamativo en este progresivo descubrimiento de que a lo mejor no vivimos en medio de una estepa deshabitada sino en una auténtica jungla que hasta ahora habíamos sido incapaces de detectar es la afirmación de dos astrónomos canadienses de la Universidad de Laval en Quebec que han anunciado hace unos días haber encontrado más de 200 señales emitidas desde sendas estrellas, que podrían haber sido provocadas por seres inteligentes. En su opinión, parece tratarse de un intento de comunicación a través de pulsos de láser. El revuelo en el sector científico ha sido brutal y hasta el conocido proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre se ha implicado en el tema.
Hay que recordar que justo por estas fechas hace ahora seis años nos encontramos con una sorprendente noticia en la prensa británica, según la cual una astrofísica malaya, Mazlan Othman, iba a ser nombrada como una especie de embajadora de las Naciones Unidas para el Espacio. En realidad, la idea era adjudicarle el rol oficial de coordinación de la respuesta de la humanidad ante una futura comunicación alienígena. En aquel momento (dejó el puesto en 2014) Othman era directora de la UNOOSA, la Oficina de la ONU para el Espacio Exterior, y se dijo que daría detalles de su nuevo puesto durante una conferencia en la Royal Society en Londres. La información llegó en un momento en el que se multiplicaba el descubrimiento de planetas extrasolares y, con ello, las posibilidades de confirmar la existencia de extraterrestres inteligentes con los que poder contactar. Se planteó entonces transformar la UNOOSA en el organismo de coordinación para encuentros con civilizaciones alienígenas, una idea a debatir por los comités científicos de la ONU antes de ser aprobada por la Asamblea General. Aunque algunos expertos se mostraron favorables (Richard Crowther, un especialista en Derecho Espacial, llegó a declarar que "cuando los extraterrestres digan 'Llevadme ante vuestro líder', Othman será lo más próximo que tendremos para presentarles") y la propia astrofísica reconoció en aquel momento que "suena genial", ella misma terminó por desmentir la noticia de manera oficial.
Lo cual no quiere decir que fuera del todo falsa... No son pocos los dirigentes norteamericanos y no norteamericanos (incluyendo muchos nombres conocidos de la actualidad aunque nunca hablen de ello en público) que están preocupados por este asunto. Recordemos que ya en 1985 el entonces presidente norteamericano Ronald Reagan y el entonces presidente soviético Mijail Gorbachov exploraron durante una cumbre de paz en Ginebra, la posibilidad de detener la conocida como Guerra Fría y llegar a un acuerdo aun temporal para aliar a EE.UU. y la URSS en una hipotética guerra contra posibles "invasores del espacio exterior". Otra anécdota conocida de este actor presidente en este mismo sentido fue el pase privado que organizó en la Casa Blanca en 1982 con la película Encuentros en la Tercera Fase (suficientemente conocida por los lectores de la bitácora y, si no, ahí está "San Google" esperándoles con las manos abiertas para iluminarlos). Reagan compartió la proyección con el propio director de la cinta, Stephen Spielberg, además de varios astronautas y otros expertos en el tema. Lo más grande es que, al finalizar el pase, comentó sin inmutarse que "hay un cierto número de personas en esta sala que saben que lo que ocurre en esa pantalla es verdad".
Reagan mencionó en público varias veces esta amenaza que, hoy sabemos, también ha estado en la mente de otros presidentes yankees mucho más discretos. Porque lo de Gorbachov y Spielberg sucedió hace ya unos cuantos años pero..., este mismo mes de octubre WikiLeaks ha filtrado unos muy interesantes correos electrónicos que intercambiaron el astronauta Edgar Mitchell y, atención, John Podesta. Este hombre es el actual jefe de campaña de Hillary Clinton, la candidata demócrata a ocupar el sillón presidencial que Barack Obama debe dejar vacante en breve, si gana las elecciones al candidato republicano Donald Trump (bueno, y al resto de candidatos que se presentan a la presidencia en EE.UU., aunque ninguno de ellos tiene una oportunidad seria más allá de los de los principales dos partidos políticos yankees).
La propia Hillary es una mujer muy interesada en estos asuntos desde hace tiempo, como se ve por ejemplo en una foto tomada en 1995 en Jackson Hole, Wyoming. En ella acompañaba a uno de los hombres más poderosos del mundo en aquel momento, Laurence Rockefeller, con un libro bajo el brazo. Un libro con un título significativo: Are we alone? Philosophical implications of the discovery of extraterrestrial life (¿Estamos solos? Consecuencias filosóficas del descubrimiento de vida alienígena)
En esos correos electrónicos entre Mitchell y Podesta, el astronauta (que por cierto ya venía hablando públicamente desde 2008 sobre la existencia real de alienígenas similares a los de la película de Spielberg que, según sus palabras, no sólo conoce la NASA sino que es uno de los grandes secretos ocultos por las potencias mundiales desde al menos hacía 60 años) advertía al jefe de gabinete de que "estamos sin duda más cerca que nunca de una guerra en el espacio" donde "la mayoría de los satélites que orbitan la Tierra pertenecen a EE.UU., China y Rusia y las recientes pruebas de armas antisatélites no alivian el factor miedo". ¿Una guerra? Ojo a las siguientes palabras del antiguo astronauta del programa Apolo, el sexto hombre que pisó la luna: "la inteligencia extraterrestre no violenta procedente de un universo contiguo está tratando de compartir energía del punto cero" con nuestro planeta y "no tolerará cualquier forma de violencia militar en la Tierra o en el espacio". Algo de lo que, sugería, también era consciente el Vaticano. Algo que era necesario divulgar públicamente... A principios de 2016, Podesta comentó en público que había convencido a Hillary Clinton para desclasificar archivos sobre ovnis si ganaba las elecciones presidenciales de EE.UU. pero...
Oh, vaya contrariedad... Mitchell murió a primeros de febrero, justo un día antes del 45 aniversario de su misión.
La propia Hillary es una mujer muy interesada en estos asuntos desde hace tiempo, como se ve por ejemplo en una foto tomada en 1995 en Jackson Hole, Wyoming. En ella acompañaba a uno de los hombres más poderosos del mundo en aquel momento, Laurence Rockefeller, con un libro bajo el brazo. Un libro con un título significativo: Are we alone? Philosophical implications of the discovery of extraterrestrial life (¿Estamos solos? Consecuencias filosóficas del descubrimiento de vida alienígena)
En esos correos electrónicos entre Mitchell y Podesta, el astronauta (que por cierto ya venía hablando públicamente desde 2008 sobre la existencia real de alienígenas similares a los de la película de Spielberg que, según sus palabras, no sólo conoce la NASA sino que es uno de los grandes secretos ocultos por las potencias mundiales desde al menos hacía 60 años) advertía al jefe de gabinete de que "estamos sin duda más cerca que nunca de una guerra en el espacio" donde "la mayoría de los satélites que orbitan la Tierra pertenecen a EE.UU., China y Rusia y las recientes pruebas de armas antisatélites no alivian el factor miedo". ¿Una guerra? Ojo a las siguientes palabras del antiguo astronauta del programa Apolo, el sexto hombre que pisó la luna: "la inteligencia extraterrestre no violenta procedente de un universo contiguo está tratando de compartir energía del punto cero" con nuestro planeta y "no tolerará cualquier forma de violencia militar en la Tierra o en el espacio". Algo de lo que, sugería, también era consciente el Vaticano. Algo que era necesario divulgar públicamente... A principios de 2016, Podesta comentó en público que había convencido a Hillary Clinton para desclasificar archivos sobre ovnis si ganaba las elecciones presidenciales de EE.UU. pero...
Oh, vaya contrariedad... Mitchell murió a primeros de febrero, justo un día antes del 45 aniversario de su misión.
Y sin embargo este mismo mes de octubre Obama ha dictado una orden ejecutiva que no es precisamente tranquilizadora, para que las distintas agencias federales desarrollen plazos concretos que permitan preparar el país ante la posibilidad de una gran tormenta solar de consecuencias impredecibles. Esa tormenta podría entre otras cosas desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica y afectar así a servicios de abastecimiento básicos como agua, transporte o comunicaciones y, en el peor de los escenarios, sumir al mundo en una nueva Edad Media. La Secretaría de Energía recibía el encargo de la Casa Blanca de desarrollar, antes de 120 días, un plan eficiente para proteger a Estados Unidos de esta amenaza de tormenta solar. ¿Sólo de la tormenta?
El físico británico Brian Cox, divulgador científico de la Royal Society y actualmente en el famoso Colisionador de Hadrones del CERN (por cierto, no hemos comentado todavía el espectacular suceso de este verano en tan peculiar instalación, pero eso queda para otro artículo...), decía recientemente en The Sunday Times que si no hemos contactado todavía con extraterrestres, al menos oficialmente, es "porque se han destruido a sí mismos sin llegar a evolucionar lo suficiente", sin más. En su opinión, los avances en la ciencia y la tecnología de una raza alienígena podrían ser demasiado acelerados para que sus gobiernos o autoridades políticas pudieran gestionarlos adecuadamente, lo que les habría abocado a la autodestrucción. No sé si Cox se cree realmente lo que dice o en realidad está lanzando una velada advertencia a las propias instituciones de la Tierra, porque ése es precisamente el riesgo que estamos corriendo aquí y ahora. Una cultura que usa lanzas y flechas puede exterminar a varias tribus, pero otra que disponga de armas nucleares puede destruir el planeta entero, como ya sabemos.
En todo caso, Cox seguía la estela del físico italiano Enrico Fermi, quien entre otras cosas participó en el proyecto Manhattan que terminó por desarrollar la bomba atómica (o eso nos han contado), así que algo debía saber sobre el poder destructivo de los dispositivos nucleares. Ya en los años 50' del siglo XX planteó su conocida paradoja que -paradójicamente- contiene la solución en sí misma, aunque por motivos fácilmente deducibles parece que muchos de sus colegas no terminan de verla. La pregunta que ha atormentado a tantos científicos terrestres durante años y que Fermi planteó como paradoja se puede resumir más o menos así: con lo (inmensamente) grande que es el universo, ¿por qué todavía no hemos encontrado rastro de otras razas extraterrestres y tecnológicamente avanzadas que, sin duda, deben existir? ¿Acaso eso no apoya la tesis de que somos la única presencia inteligente en este océano cósmico? El planteamiento añade la coletilla de que el hecho de no haber hallado naves espaciales, sondas o transmisiones alienígenas puede deberse a que nuestro conocimiento o nuestras observaciones del espacio sean defectuosas o incompletas...
Y ésa es precisamente la solución: ¡naturalmente que son defectuosas e incompletas! De entrada, sabemos que sólo un 5 % aproximadamente de la materia que compone el universo es ordinaria: es decir, aquélla de la que están compuestas las estrellas, los planetas, nosotros mismos..., y que conocemos bastante bien. Pero, del resto, es decir, del 95 % de lo que compone el universo no tenemos ni la menor idea de lo que es ni cómo funciona. Por eso lo llamamos materia oscura o energía oscura. Es como si opináramos sobre lo que es o para qué sirve un campo de fútbol del cual sólo conociéramos más o menos bien el banderín de un córner. Resulta imposible llegar a conclusiones serias con un conocimiento tan limitado.
Pero no hace falta irnos a lo oscuro para entender esta supuesta ausencia de señales extraterrestres que contradice lo que contábamos previamente. En primer lugar, porque eso de que no existen huellas de razas no terrícolas en nuestro mundo habría que verlo. Por razones evidentes de espacio, no podemos relacionar aquí una larga serie de misterios que han acompañado a la humanidad desde que tenemos memoria (desde la existencia de objetos "imposibles" según el relato histórico hasta avistamientos de naves tripuladas por "dioses", entre muchos otros) y que se podrían explicar con relativa facilidad si deducimos que tienen mucho que ver con la presencia de seres de otros planetas. En segundo lugar, por un argumento de mucho mayor peso que, probablemente, se acerca más a la realidad de lo que a muchos les gustaría: una cultura alienígena tan avanzada como para llegar físicamente hasta nosotros, teniendo en cuenta las pavorosas distancias que existen en el universo, a la fuerza nos vería como seres tan inferiores que ni siquiera
trataría de contactarnos. De hecho, nos vería como nosotros contemplamos a los insectos o, si nos tuvieran en mayor estima, como si fuéramos animalitos de compañía. O tal vez como simple ganado que explotar.., o que cazar. De hecho, ¿quién nos asegura que no lo hacen ya? ¿Quién puede garantizar que no están aquí y que se alimentan de nosotros en este mismo momento, o simplemente se divierten jugando con nuestras vidas? De la misma forma que unos seres tan poderosos nos verían como muy poca cosa, nosotros seríamos incapaces de verles a ellos, al ser demasiado inconcebibles para nuestras capacidades tecnológicas, igual que una hormiga que se pasea por el brazo de un humano ni siquiera se plantea si la piel que está recorriendo forma parte de un organismo mucho más grande que ella.
trataría de contactarnos. De hecho, nos vería como nosotros contemplamos a los insectos o, si nos tuvieran en mayor estima, como si fuéramos animalitos de compañía. O tal vez como simple ganado que explotar.., o que cazar. De hecho, ¿quién nos asegura que no lo hacen ya? ¿Quién puede garantizar que no están aquí y que se alimentan de nosotros en este mismo momento, o simplemente se divierten jugando con nuestras vidas? De la misma forma que unos seres tan poderosos nos verían como muy poca cosa, nosotros seríamos incapaces de verles a ellos, al ser demasiado inconcebibles para nuestras capacidades tecnológicas, igual que una hormiga que se pasea por el brazo de un humano ni siquiera se plantea si la piel que está recorriendo forma parte de un organismo mucho más grande que ella.
Esa ingenua teoría que está tan extendida por ahí según la cual a medida que una cultura se desarrolla también se hace más pacifista y le entra un curioso complejo de evangelización del entorno cósmico (los angélicos "hermanos del espacio") es una auténtica falacia, como han demostrado en innumerables ocasiones los propios homo sapiens sin necesidad de salir previamente del planeta. Echemos un vistazo a los libros de Historia y comprobemos lo que ocurre cuando una civilización más adelantada que otra toma contacto con esta segunda para entender por qué esa panda de descartados que anda por ahí queriendo "establecer contacto" como sea están muy equivocados cuando piensan que "sería estupendo que vinieran, podrían enseñarnos muchas cosas". Hasta Stephen Hawking ha advertido no ha mucho de que deberíamos permanecer en silencio, sin llamar demasiado la atención, por lo que pudiera pasar.
Aún más: si los extraterrestres fueran realmente unos simpáticos y amables espíritus puros tendrían todavía menos ganas de rebajarse a contactar con una gente tan atrasada como la que puebla este planeta. Y no me refiero sólo a lo que le gusta al homo sapiens practicar la corrupción, el crimen o la guerra, sino a la confusión mental que gobierna su existencia. Ejemplo: hace unos meses leí un estudio psicológico muy elocuente elaborado por un par de universidades europeas según el cual prácticamente ¡¡¡el 40 % de los usuarios de teléfonos inteligentes reconocieron valorar su dispositivo tanto o a más que sus amigos!!! En plena carrera de desapego, casi el 30 % consideraba su smartphone más importante que sus padres y más del 21 % lo valoraba más que a su pareja. Casi el 17 % lo calificó como lo más importante para ellos... Y a pesar de esta enfermiza actitud, el 93 % de los participantes en el estudio facilitó alegremente el número de PIN de su móvil cuando se les preguntó por él, lo que añade incoherencia al cuadro general. No sólo estimamos a un objeto sin alma más que a un miembro cercano e incluso íntimo de nuestra especie, sino que ni siquiera sabemos protegerlo bien y, con él, a la información que almacenamos en su interior. Sumemos eso a otra investigación que se publicó el año pasado que demostraba lo fácilmente que olvidamos la información que facilitamos a nuestros teléfonos móviles (la olvidamos más rápido que la que está en los ordenadores portátiles o en otros dispositivos) y veremos hasta qué punto hemos "humanizado" un trasto que hace muy pocos años no existía. ¿Realmente un alien, compasivo o no, tendría mucho interés en establecer relaciones con una especie cuyos individuos dan más importancia a sus herramientas que a sus congéneres? ¿Si alguien no valora a su propia familia, está en condiciones de valorar las familias ajenas?
Pese a todo, da la impresión de que, en efecto, la cuenta atrás ha empezado y que hoy estamos más cerca que ayer de encontrarnos con un anuncio oficial sobre la existencia y el contacto con inteligencias ajenas a nuestro planeta, por primera vez en el mundo moderno. Cuando se haga público, será como volver unos cuantos siglos atrás, con el reconocimiento de que los dioses siguen estando ahí. A no ser..., a no ser que, como diría MacNamara, todo sea un gran show, un diseño de ingeniería social destinado subir un peldaño más en el gran objetivo del gobierno unificado mundial... Pero ésa es otra historia y habrá que contarla en otro momento, como decía el clásico.
Pese a todo, da la impresión de que, en efecto, la cuenta atrás ha empezado y que hoy estamos más cerca que ayer de encontrarnos con un anuncio oficial sobre la existencia y el contacto con inteligencias ajenas a nuestro planeta, por primera vez en el mundo moderno. Cuando se haga público, será como volver unos cuantos siglos atrás, con el reconocimiento de que los dioses siguen estando ahí. A no ser..., a no ser que, como diría MacNamara, todo sea un gran show, un diseño de ingeniería social destinado subir un peldaño más en el gran objetivo del gobierno unificado mundial... Pero ésa es otra historia y habrá que contarla en otro momento, como decía el clásico.
Hola Pedro Pablo
ResponderEliminarMe encanta leer tu blog. Ya desde hace muchos años, cuando tenia 14 años, le pedí a mi madre que me comprara libros sobre ovnis. Era un tema que mi curiosidad no podía dejar de lado, y leí mucho al respecto. Algunas cosas me parecían correctas otras abiertamente tontas y falsas. Siempre intentando abrirme paso y encontrar la verdad. Ah pero que sorpresa, la verdad es algo que no cabe en un blog de internet, sin embargo aquí están algunos de mis pensamiento respecto a la vida extraterrestre. A mis 18 años me tope con el libro de P. Ouspensky, en busca de lo milagroso, el cual revela algunas de las enseñanzas de Gurdjieff, quien entre parentesis algunos lo han creido como un gran farsante otros como un maestro espiritual. Entre sus enseñanzas encontré una idea fabulosa, la vida en el planeta tierra sirve un propósito cósmico, dentro de orden de ¨degradación " o atenuación de las emanaciones de un gran sol absoluto origen de todos los soles. En este orden de ideas, la vida es una creación de Dios para contrarrestar la degradación de las emanaciones y mantener un equilibrio de la creación. Esta idea tan disparatada, o tan de corte religioso-mistico-newage, no creo que esté tan lejos de los descubrimientos en física y astronomía que puedan venir en lo que resta del siglo XXI: el descubrimiento que la vida hace parte de una de esas muchas dimensiones de la teoría de super cuerdas, que no es un fenómeno local del planeta tierra si no un resultado de algo muchísimo mas profundo de como estan hechas las cosas. En lo que respecta a vida inteligente, a seres inteligentes que viven en otros planetas en otros sitios y que muy posiblemente sean muchísimo mas avanzados que nosotros. Tengo la teoría, como lo estiman muchísimas mas personas, que en un remoto pasado hubo un contacto directo con extraterrestres. Sin embargo, por alguna razón, ese contacto se perdió hace muchísimos milenios y parece no existir ningún contacto en el presente. Cualquier contacto o tecnología extraterrestre parece provenir, de un contacto con nuestro pasado remoto a través de los hallazgos arqueológicos en especial por ejemplo: Paul Brunton y su relato de las momias "de verdad verdad", o de manuscritos secretos como el de la doctrina secreta de HP Blavatsky que su origen data de una civilización perdida del desierto de gobi. bueno... este tema da como para un libro completo...