Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 22 de mayo de 2015

Matt Groening


Hay algunos personajes por ahí en el mundo a la vista de todos que parecen ir en una dirección cuando en realidad van en otra. O quizá sí marchan realmente hacia donde uno cree, sólo que dando rodeos. O tal vez se limitan a caminar en círculo sin que nos demos cuenta utilizando el viejo y sencillo truco de dar un pasito más corto con un pie que con el otro con lo que, aunque teóricamente vayan andando en línea recta, en realidad lo que están haciendo es dar una amplísima vuelta a la noria. Son objetivos codiciados en mi propia lista de presas intelectuales a los que un día me gustaría cazar para tener una larguísima entrevista con ellos (unos dos o tres días hablando sin parar) pero no con intención de publicarla sino para averigüar qué saben realmente sobre el Gran Juego. A algunos, he tenido ocasión de semicazarlos, como por ejemplo a Franco Battiato, con el que he podido hablar en tres ocasiones en sendas entrevistas profesionales donde apenas pude meter una o dos preguntas de las que realmente me interesaban (no para publicar) antes de que el perro mastín de turno..., digo..., el tipo encargado de las relaciones públicas, cortara la oportunidad de cuajo aduciendo que todavía había una larga lista de periodistas esperando su turno. A otros, sigo estudiándolos desde la distancia esperando mi oportunidad. Como por ejemplo a Matt Groening.

El creador de Los Simpson es un tipo fascinante (o bien trabaja con una gente fascinante), conclusión a la que llego no porque le conozca sino por el análisis de algunos de los capítulos de esta serie de dibujos animados tan especial que sigo con bastante atención desde hace muchos años. No desde que empezó, ya que en un primer momento me pareció demasiado chocante y con esa repelente estética feísta enfocada específicamente para adolescentes gamberros. Sin embargo,  un día pasé frente a un televisor encendido y me llamó la atención cierta escena en la que algunos personajes comentaban algunas cosas que no tienen nada que ver con los mensajes habituales en este tipo de series. Cosas que seguramente no estaban entendiendo ni siquiera los adultos (o la mayoría de ellos) que veían el capítulo. Desde luego no lo hacían los que lo estaban viendo ante mí, pues por sus reacciones estaba claro que sólo se quedaban con la parte superficial y humorística..., la que escondía las reflexiones importantes, algunas de las cuales son tabú en nuestra democrática sociedad contemporánea. A partir de ese momento, les presté más atención y empecé a descubrir mensajes muy interesantes.

No tiene Groening muchos secretos en su conocida biografía (lo cual es como decir que es el candidato perfecto para tenerlos), según la cual nació en Oregón, en Estados Unidos, hijo de una maestra y un escritor, dibujante y cineasta. Su familia, de manifiesto origen alemán dado su apellido (Gröning significa Jardinería) y con antecendentes familiares menonitas, le regaló una educación bastante liberal. Como aspirante a escritor y dibujante, recorrió el clásico camino del selfmade man norteamericano trabajando en todo lo que le iba surgiendo hasta que le llegaron la fama y el dinero: desde lavar platos hasta vender muebles o trabajar de chófer. Empezó a describir su vida en una serie de caricaturas y así apareció Life in Hell (La vida en el infierno), título inspirado en sus dificultades laborales en Los Ángeles, que debutó como tira cómica en el diario de Los Angeles Reader en abril de 1980 y se volvió popular de inmediato. De hecho, las tiras y chistes con los conocidos conejitos malencarados para los que todo en este mundo no es sino un sinónimo del infierno (qué demiúrgico, ¿eh?) siguen publicándose hoy en unos 250 periódicos y, más tarde, en recopilaciones de libros. 

Un éxito conduce a otro y éste llevó a un productor y guionista de Hollywood, James L. Brooks, a contactar con Groening en 1985 para desarrollar un proyecto de animación. De la colaboración entre ambos y otro guionista y productor, Sam Simon, nacerían Los Simpson, cuyos nombres se corresponden con la propia vida de Groening. Homer era el nombre de su padre y Marge, el de su madre, Lisa y Maggie se llaman igual que dos de sus hermanas y, como no se atrevió a llamar Matt al mayor de los hijos, optó por Bart como anagrama de brat, que en inglés significa malcriado. Abraham, el abuelo de los Simpson, tiene el mismo nombre que el de los Groening. El jefe de policía Wiggum se apellida igual que su madre de soltera. Y muchos de los apellidos de sus personajes, como los de Flanders, Lovejoy o Quimby fueron tomados
de los de las calles de su Portland natal. Curiosamente, Groening no es el autor directo de la mayoría de los guiones aunque como productor ejecutivo y consultor creativo sí aporta muchas ideas..., quizá las más interesantes. Es difícil decirlo, dada la cantidad de gente que trabaja en una producción televisiva (mucho más numerosa de lo que imagina cualquiera que no haya visto una por dentro). No obstante, la serie contiene muchas cosas interesantes, e incluso algunas "profecías" como el famoso capítulo en el que la familia Simpson se traslada a Nueva York de viaje turístico tras ver un cartel muy simbólico. Un capítulo que se emitió pocos meses antes del mordisco que los Amos dieron a la Gran Manzana impunemente y echando la culpa de ello a un puñado de infelices de Oriente Medio que apenas tenían unas horas de vuelo con avionetas... O, aprovechando que citamos la zona favorita para enfrentar a las tres religiones del Libro, ¿no es ese dibujo que vemos aquí al lado muy similar a los Toyotas armados
que utilizan indistintamente el "ejército" de "rebeldes" en Siria y el de los "fanáticos islámicos" que ensucian el nombre de la gran diosa Isis haciéndose llamar como ella? Oh, vaya... ¿y no es esa bandera que lleva el coche del dibujo animado la misma que emplean hoy los rebeldes? ¿Sí? Qué curioso, porque este episodio es de 2001..., cuando todavía no existían ni el "ejército" de "rebeldes" en Siria ni los "fanáticos islámicos" que embarran a la diosa. Y, por poner un ejemplo más, remontémonos al año 1998 en el que todavía no existían ni Facebook ni su pesadísimo juego de Farmville y en el que la realidad virtual era todavía el sueño de algunos autores de Ciencia Ficción (ni siquiera se había rodado todavía la premonitoria película Proyecto Brainstorm, que llegaría en 1983)... Pues en ese año se
 proyectó el capítulo en el que los alumnos de la escuela elemental de Springfield tenían acceso a un simulador virtual de jardinería (mira..., como el apellido de Groening...), utilizando además un modelo de gafas de visión virtual similares a las que la tecnología Oculus ha puesto a disposición de los ciudadanos corrientes y molientes hace apenas unos meses...

Pero éstas son sólo algunas de las impresiones visuales más llamativas. Los guiones contienen textos aún más jugosos para el que sabe escucharlos y que no voy a transcribir ahora. Primero, por falta de tiempo y espacio. Y segundo, por el placer que supone para quien tiene ojos y oídos el descubrirlos personalmente. Así que el que quiera seguir un curso de conspiranoia, que se ponga la serie entera desde el primer capítulo y se vea los 23 años de producción. Supongo que a más de uno se le atragantaría el café al ver en la tele ciertos episodios como los que contenían estas imágenes o los que recogían los guiones aludidos (Estados Unidos sigue siendo, a día de hoy y pese a quien le pese, uno de los pocos países del mundo donde todavía existe algo parecido a la libertad de expresión..., algo que en Europa desapareció hace tiempo y hoy por hoy es una auténtica utopía, por más que este derecho aparezca recogido y supuestamente protegido en las constituciones contemporáneas), pero Los Simpson alcanzaron una popularidad tan enorme en tan poco tiempo que hubiera resultado demasiado escandaloso hacerlos desaparecer de un plumazo. ¿Solución? Introducir guionistas encargados de "enriquecer" la serie. Léase: de destruirla desde dentro rebajando la calidad de los capítulos progresivamente y sustituyendo las ideas-que-no-deberían-estar-ahí por otros temas más acordes con la agenda de lo políticamente correcto para modelar y ablandar la sociedad contemporánea; temas que tampoco voy a citar ahora porque están en la práctica totalidad de las insoportables teleseries de producción actual.

Como es lógico, Groening se dio cuenta de la maniobra y trató de apoyarse en la serie alternativa que había creado tras asociarse con David X. Cohen: Futurama, una muy divertida mirada al siglo 3000 con personajes inolvidables como Bender, el robot canalla, o la cabeza del presidente Nixon conservada en una solución líquida (¡también aparece el siniestro entre los siniestros Henry Kissinger!), y en la cual podía aprovechar para seguir mandando algunos mensajes interesantes. Pero para entonces este creativo estaba demasiado controlado. La serie tuvo problemas de continuidad y sin muchas explicaciones, fue cancelada a los 4 años, si bien por exigencias del fandom pudo resucitar durante algunas temporadas más hasta que en 2013 fue definitivamente cancelada con las mismas pocas explicaciones.

Hay una tercera vía para seguir denunciando cosas..., aunque fue la primera y, por desgracia, en el mundo audiovisual de hoy no tiene la misma fuerza: el comic. Groening creó el Bongo Comics Group empleando el nombre de uno de sus personajes de Life in Hell. Con sus socios Steve Vance, Cindy Vance y Bill Morrison, trata de seguir vertiendo ideas llamativas, pero su capacidad creativa se agota a sus 61 años de edad y además el alcance del "cine para pobres" es notablemente inferior. Mientras tanto, su principal creación, Los Simpson, languidece en sus episodios más modernos, dotados por cierto de un dibujo diferente en teoría más limpio pero en la práctica más anodino. No hace falta ser vidente para augurar que la serie tiene los días contados. 

¿Tendré tiempo de cazar a Groening y charlar con él? Esta misma semana se producía uno de esos curiosos fenómenos que suceden de vez en cuando en Internet y que me hacen pensar mal acerca de ciertas "bromas" que más bien parecen advertencias mafiosas. Alguien creó una página de Facebook anunciando su muerte, víctima del cáncer. En la página, que recogió más de un millón de "Me gusta" en pocas horas, se leía: "Le vamos a extrañar, pero nunca le olvidaremos. Por favor, mostrad vuestra simpatía y condolencias a través de vuestros comentarios en esta página". En Twitter, también fue "trending topic" o tendencia durante varias horas la frase "Murió Matt Groening". Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas sigue vivo y perfectamente saludable.





















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