Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 5 de junio de 2015

La Casa del Dolor

Sonríe demasiado. No me gusta la gente que sonríe demasiado, que luce sus blancas y perfectas dentaduras como símbolo de estatus o como si quisiera decir: "¿Ves qué dientes tan brillantes? Con ellos te voy a devorar". 

Ese maldito doctor loco... 

Estoy atrapado aquí, en su Casa del Dolor, esperando mi turno para ser sometido a su pavorosa panoplia de torturas. No sé qué me va a preguntar, qué quiere de mí, pero tengo tanto miedo que sospecho que diré cualquier cosa con tal de evitar el tormento en la medida de lo posible.

He visto algunos de sus instrumentos del pánico: finísimas, puntiagudas, frías y elaboradas herramientas de suplicio infinito, que desatan el espanto de sus víctimas y les hacen gritar incluso antes de ponerles la mano encima.

Y el silbido sobrenatural de su taladradora, que ahoga los ensangrentados gorgoteos de los mártires. 

Yo...

- Héctor, deja de escribir esas tonterías y pasa al gabinete. 

- Sí mamá.

Maldito dentista. Maldita madre opresora.








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