Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 19 de mayo de 2017

El rompehielos

Como buen inmortal, siempre me ha fascinado la Historia, a pesar de ser una materia tradicionalmente tan prostituida que mucho de lo que hoy se da por sabido e incluso de lo que se estudia oficialmente resulta ser una tergiversación, hasta una pura invención, respecto a lo que sucedió en la realidad. Lo sé bien: he vivido muchas vidas y me asombro de las tonterías que se dicen hoy día acerca de nuestros ancestros, cómo se cuenta lo que hicieron y lo que no hicieron, interpretándolo además de acuerdo con los puntos de vista contemporáneos, que nada tenían que ver con la forma de ver las cosas en siglos precedentes. Así que, escojas la época que escojas, te encuentras con errores de todos los calibres que distorsionan la comprensión, no ya de un acontecimiento puntual, sino de toda una época. Véase por ejemplo el sambenito de Felipe II, descalificado por la propaganda de los enemigos del imperio español (una propaganda tan bien hecha que hasta los propios españoles se la siguen creyendo a día de hoy) de rey ultracatólico y fanático, a la par que avaricioso y por si fuera poco siniestro ya que a menudo solía ir vestido de negro. Luego profundizas en la obra de historiadores de verdad -de los que se toman su tiempo para escribir lo que escriben en lugar de opinar como analfabetos en las redes sociales-, visitas los lugares donde vivió y, sobre todo, reflexionas con tranquilidad en lo que hizo..., y descubres una imagen muy diferente.

Descubres por ejemplo que el rey fanáticamente ultracatólico es el mismo que albergó, en su corte, al mayor número de filósofos, alquimistas y pensadores de todo tipo de religiones y creencias en la Europa de su época y que reunió, en su biblioteca, el mayor número de ejemplares sobre ciencias ortodoxas y heterodoxas (por no mencionar su construcción del colosal monasterio de El Escorial, un edificio literalmente mágico por diversos motivos). Descubres que el hombre avaricioso y ansioso de apoderarse del oro y la plata de las Américas hizo muchas cosas con esas riquezas como por ejemplo crear iglesias, hospitales, colegios y universidades (en aquellos días, estas instituciones iban de la mano) para sus súbditos americanos: tanto españoles emigrados como nativos americanos. Y esto es especialmente importante. Ni británicos, ni holandeses, ni franceses consideraron completamente humanos a los indios que encontraron en el Nuevo Mundo ni los trataron como a tales (a día de hoy, sigue siendo así en parte), mientras que el imperio español, casi desde un primer momento, los integró como "nuevos españoles". Descubres, en fin, que el hecho de vestir de negro no obedecía a querer inspirar respeto o miedo ni a mantener una imagen de austeridad y sobriedad..., sino a que el negro era un color de moda en aquel momento.

Como digo, da igual la época que escojas. Por citar un clásico: si uno menciona al ejército de la Antigua Roma, da igual el momento escogido de su dilatada historia, un elevadísimo porcentaje de personas siempre se imaginará a estos soldados vestidos como en los tebeos de Astérix el galo: con la famosa lorica secmentata o armadura de bandas de acero colocadas de forma horizontal alrededor del cuerpo, con bandas para los hombros, y llevando su característico gran escudo cuadrangular. Pero es que este tipo de vestimenta de combate se empleó de manera regular sólo en la época del imperio, hasta el siglo III d.C. más o menos. Y únicamente la vestían los legionarios y los pretorianos, no el resto de unidades. Claro que ponte a preguntar qué sabe el personal acerca de la historia romana y si conoce las enormes diferencias entre las épocas de la monarquía, la república y el imperio... ¡Si hay un porcentaje espectacularmente elevado de personas que creen que Julio César fue emperador! Insisto: estos detalles no son simples minucias sino piezas de un rompecabezas que no sólo tienen sentido por sí mismas sino por lo que aportan al cuadro general.

Así que paseemos arriba y abajo por la Historia y nos encontraremos con un montón de lugares comunes que son completamente falsos: fueron los colonos blancos y no los indios norteamericanos los que empezaron a cortar cabelleras para justificar el número de muertos; el "padre" de la carrera espacial norteamericana, Wernher von Braun, no era un descendiente de alemanes sino un oficial de las SS "reciclado" discretamente por el gobierno norteamericano para aprovechar sus conocimientos; la islamización de la Hispania medieval no se produjo por un masivo desembarco de tropas árabes sino por la conversión en masa a esta religión de la gente que ya vivía en la península y que buscaba una estabilidad política y social que las dinastías visigodas fueron incapaces de facilitarle; el homo sapiens más antiguo, y con él la civilización, se ha encontrado en Europa y no en África, donde a pesar de la millonada invertida en excavaciones paleontológicas jamás ha sido hallado resto alguno más que de homínidos; Inglaterra sufrió una catástrofe naval aún peor ante las costas españolas que la de la Gran Armada en su frustrada invasión de las tierras británicas; los templarios no adoraban a ningún demonio sino que todo parece indicar que la imagen del enigmático Baphomet no era otra cosa que la mismísima Sábana Santa plegada y conservada por los grandes maestres de la orden; Cristóbal Colón no descubrió nada porque sabía perfectamente a dónde iba gracias a mapas antiguos en su poder; Atila no fue un bárbaro brutal sino un rehén criado y educado durante años en Roma y cuyo principal afán no era destruirlo todo a su paso para dar satisfacción a un caballo enloquecido sino crear un imperio para su propio pueblo a semejanza del romano, que tanto admiraba...

Y así todo.

Nadie debería extrañarse, en consecuencia, de que la manipulación continúe a día de hoy hasta en los libros escolares, como ha reiterado una reciente denuncia, esta vez en relación con los manuales que se enseñan en las escuelas catalanas por la manipulación de los independentistas. Allí aparecen aberraciones históricas como la Corona Catalanoaragonesa..., que nunca existió, puesto que el único reino que hubo en esa parte de la península ibérica en la época a la que se hace referencia fue el de Aragón, al cual pertenecía tanto el ducado de Barcelona como otras tierras catalanas que nunca tuvieron consideración independiente. O el "enfrentamiento entre españoles y catalanes" (sic) durante la guerra de Sucesión, que los independentistas desean convertir en Secesión -la importancia de los pequeños detalles: en este caso, una vocal diferente- transformando una disputa entre los partidarios de los Borbones y los de los Austrias por el trono de España en otra cosa completamente inventada. De hecho, posiblemente muchos de los engañados por el independentismo catalán ignoran que Madrid -¡la odiada capital del imperialismo español...!- luchó, en esa guerra precisamente, junto a Cataluña: al lado de los Austrias. Y que, en consecuencia, también la perdió (aunque esta polémica no es nueva, hace muchos años que los independentistas vascos hacen lo mismo en el norte de España).

La falsificación de la Historia es, pues, una constante que nos obliga (si es que de verdad aspiramos a saber, algún día, de qué va la película) a actualizarnos todos los días, a investigar, leer mucho y, sobre todo, a pensar.

Uno de mis períodos históricos favoritos a la hora de desarrollar este estudio es la Segunda Guerra Mundial (SGM). Eso no es un secreto para ningún lector de esta bitácora y se debe a varias razones, entre las cuales figura su cercanía en el tiempo y el hecho de que el mundo que hoy tenemos es, para bien y para mal, fruto del resultado final de esa guerra (si es que de verdad terminó..., porque hay algunos autores de trayectoria sinuosa que insisten en que todavía no lo ha hecho, sino que sigue adelante de otra manera -ya no con la forma de grandes choques de ejércitos- y con sus batallas camufladas ante los ojos de los ciudadanos corrientes, gracias al inmenso poder audiovisual de los aparentes vencedores). Muchas cosas cambiaron a partir de 1945, muchas más de las que cree cualquiera que no se haya tomado la molestia de estudiar a fondo la sociedad que existía entonces -sus valores, sus creencias, sus expectativas, sus apuestas por el futuro y tantas otras cosas- y compararla con la de ahora. Es como ese gran porcentaje de españoles de las nuevas generaciones que no vivieron la guerra civil de 1936/39 ni la postguerra, ni siquiera la última etapa del franquismo, y consideran que la democracia es "lo normal" y va a seguir existiendo siempre. Todas esas personas no han comprendido que el período de relativa tranquilidad que ha vivido España en los últimos decenios es un hecho frágil, absolutamente anómalo y extraordinario en el trayecto de un país cuya Historia es la de las continuas guerras, tanto civiles como internacionales, que ha ido forjándolo como tal a través de los siglos. El período que hemos vivido, que aún seguimos viviendo, terminará tarde o temprano, porque la vida es cualquier cosa menos estática y está sometida -lo sabe cualquiera que estudie Historia o, aún mejor, Filosofía- a la vieja ley del Eterno Retorno...

Llevo la mayor parte de mi vida actual investigando acerca de la SGM y no me ha sorprendido encontrar -igual que lo hará cualquiera que dedique un poco de atención al tema con los ojos bien abiertos- que, una vez más, hay muchas cosas que se cuentan de una forma aunque sucedieron de otra. No hay novedad en eso: igual en el colegio siguen diciendo pese a todo a los niños que el origen del hombre es africano, que Atila era un bárbaro sanguinario y que Colón descubrió América. Mi fascinación en este caso tiene su origen en la facilidad con la que se deja engañar el ciudadano común puesto que existen textos ya publicados desde hace bastantes años contando la verdad (la SGM es uno de los conflictos bélicos más documentados desde que tenemos registros propiamente históricos) y, pese a ello, la versión oficial (y errónea) sigue su victorioso y rampante camino sin que nadie parezca capaz de cuestionarla. 

Me ceñiré aquí sólo a un hecho, en calidad de ejemplo. ¿Cuántas veces hemos leído en artículos y libros, escuchado en programas de radio y conferencias, visto en documentales y películas..., que el ataque de Alemania a la URSS ordenado por Adolf Hitler a finales de junio de 1941 fue el principal error cometido por el Führer alemán durante este sangriento conflicto? Esa invasión, llamada Operación Barbarroja, abría el llamado frente del Este (y, además, un frente inmenso, en verdad inabarcable para un solo país) mientras aún no se había cerrado el del Oeste (aunque en esos momentos los alemanes llevaran ahí las de ganar). Esta decisión "errónea" se explica casi siempre con frívolos juicios de valor que hacen referencia a su "desmedida ambición", "escasa capacidad estratégica" e incluso"locura". Y, en apariencia, es difícil explicar por qué Hitler puso en marcha esta invasión cuando él mismo en su Mein Kampf, había criticado la decisión de los generales del Kaiser de luchar en dos frentes durante la Primera Guerra Mundial (PGM), en la que él participó y resultó incluso herido...

Pues resulta que no fue ningún error. Es complicado resumir toda la secuencia de acontecimientos en unos pocos párrafos, así que lo primero que haré será recomendar uno de los mejores libros que he leído sobre el tema -y he leído unos cuantos- cuya primera edición data de 1985 (es decir, hace más de 30 años, aunque a día de hoy sigue siendo un texto desconocido para la mayoría de ciudadanos europeos y americanos) y que lo explica perfectamente con una lectura amena y documentada hasta extremos más que minuciosos. Se trata de El rompehielos, firmado por Víctor Suvórov. Suvórov es el seudónimo literario, el "nombre de guerra para las letras", de Vladímir Bogdánovich Rezún, antiguo militar y oficial nada menos que del GRU, la ultrasecreta inteligencia militar soviética (ríete de la NSA norteamericana) creada en 1918 por Trotsky y que en 2017 sigue siendo una de las más poderosas instituciones de este tipo, al servicio ahora de Rusia como lo estuvo antes de la URSS. Las conclusiones -y las pruebas que aporta Suvorov para defenderlas- de El rompehielos son de tal calibre, y cambian tanto la percepción de lo que sucedió en 1941 (sobre todo en la mente de los fanáticos políticos que tanto abundan hoy día y que apenas tienen más que unas nociones generales y condicionadas acerca de la SGM), que el tipo ha sido desprestigiado gratuitamente una y otra vez. Sin embargo, su libro se defiende solo, cuando uno se para a leerlo y reflexionar sobre la avalancha de datos que proporciona. Y desde hace poco tiempo hay además una buena y completa edición en español, publicada por Planeta.

Resumo a continuación las principales ideas de El Rompehielos, sin detenerme a explicarlas. Todos aquellos que estén interesados por saber más pueden dirigirse directamente al texto:

* Los principales dirigentes soviéticos planeaban la puesta en marcha de la SGM desde antes incluso de que finalizara la PGM (por ejemplo, Lenin la anunció en 1916 en su manuscrito El programa militar de la revolución proletaria y, en 1920, insistió en ello durante su discurso ante el Soviet de Moscú, mientras Trotsky habló del tema en varias ocasiones). No podía ser de otra forma, de acuerdo con el carácter revolucionario del régimen marxista comunista (lo siento por los radicales de izquierdas, pero el comunismo no tiene absolutamente nada de pacífico, nunca lo ha tenido).  La PGM serviría para hacerse con el poder en Rusia y transformarla en la URSS y, tras un período de ordenamiento interno y fortalecimiento económico y militar, sería "necesario" desatar la SGM para extender la revolución al resto de Europa y, más tarde, del mundo.

* Stalin no hizo, en este sentido, más que seguir el plan una vez que asumió el cargo de secretario general del comité central del Partido Comunista de la URSS en 1922. A partir de entonces se dedicó a hablar de paz en público mientras en privado preparaba a escondidas y gracias a la cobertura de la dictadura soviética el ejército más gigantesco y poderoso de la historia de Europa. Ya en 1925  adelantó que "en Europa va a empezar una guerra, y que todos se pelearán con todos es absolutamente indudable, (...) nosotros también tendremos que entrar en ella, pero lo haremos los últimos para poner el peso decisivo sobre la balanza y que ésta se incline a nuestro favor."

* La hipótesis más osada del estudio de Suvórov -aunque también aporta datos para apoyarla- es que Hitler y sus partidarios recibieron apoyo secreto de la URSS para alcanzar el poder y volver a fortalecer Alemania, pues el plan era usar a los alemanes para desencadenar la ansiada "segunda guerra imperialista" que desangrara a todo Occidente antes de lanzar el Ejército Rojo a la "liberación" de Europa. De ahí la calificación de Hitler como rompehielos de la revolución. Muestras de este apoyo son la formación en secreto -pues estaba prohibida por el tratado de Versalles- de aviadores alemanes por instructores soviéticos a partir de 1925 en la escuela de aviación de Lipetsk -y eso incluyó al propio Hermann Göring-, así como de tanquistas  también alemanes con expertos también soviéticos desde 1926 en Kazan.

* La intención de Stalin era alimentar el ansia de los alemanes por recuperar los territorios del este que el Tratado de Versalles le había arrebatado al final de la PGM mientras, al mismo tiempo, la URSS se extendía hacia el oeste. Así llegarían a tener una frontera común que permitiera la futura invasión soviética. Por ello, Moscú no paró hasta destruir la barrera de Estados "colchón" (empezando por Polonia, que fue invadida por los alemanes, pero también por los soviéticos, aunque este último punto nunca suele recordarse) que separaba a ambas potencias desde el Océano Ártico al Mar Negro. A continuación, en lugar de reforzar las fronteras que se presentaban como supuestamente definitivas con la Gran Alemania, se dedicó a desmantelar todas sus líneas defensivas -incluyendo la muy poderosa Línea Stalin-, retirando alambradas, quitando las minas, disolviendo los cuerpos de unidades partisanas... También instituyó la ley del servicio militar obligatorio.

* El siguiente paso fue crear y concentrar una cantidad inmensa de ejércitos y material bélico ofensivo en la nueva frontera, con cientos de miles de toneladas de municiones y otros pertrechos. Sólo el 6º ejército soviético (uno de los considerados "especiales" en la jerga militar de la URSS) disponía de 460 tanques T-34 y KV, entre otros, y la previsión era que, al terminar de equiparse, dispusiera de 2.350 tanques (por comparar, cada uno de estos "ejércitos especiales" debía disponer de la mitad de la cantidad total de tanques a disposición de la Wehrmacht y con máquinas de mayor calidad), además de casi 700 automóviles blindados, más de 4.000 piezas de artillería y lanzagranadas y más de 250.000 soldados y oficiales. Y, de remate, una docena de regimientos de artillería pesada y unidades del NKVD.

* En sus Escritos publicados en 1947, Stalin reconoció que empezó a plantearse en serio la guerra de conquista de Occidente en 1927 y que desde el primer momento supo que necesitaba una victoria rápida y aplastante. Para ello precisaba no sólo un ejército fuerte sino estrangular los suministros del enemigo. Eso equivalía a dejar a Alemania sin petróleo para que pudiera movilizar sus blindados y sus aviones. Por ello en los planes del Kremlin se incluía un ataque combinado contra el territorio polaco ocupado y contra Rumanía, aliada de Alemania, para destruir el suministro de crudo a las tropas germanas. Con Francia derrotada y el Reino Unido contra las cuerdas, Stalin estaba dispuesto a atacar por la espalda a los alemanes. La orden de iniciar los preparativos finales para el ataque se tomó el 13 de mayo de 1941 y, previa "limpieza de civiles", el Ejército Rojo empezó a fluir hacia la frontera a partir del 13 de junio. A primeros de julio, todas las unidades debían estar concentradas en estado de alerta a la espera de la orden de ofensiva definitiva.

* Pese al secretismo de la movilización, fue materialmente imposible ocultar el masivo traslado de tropas y equipo. Los generales alemanes llegaron a la conclusión obvia de que los soviéticos habían decidido traicionarles así que Hitler, simplemente, tomó la decisión de adelantarse y ordenó acumular tanques, soldados y aviones en su frontera con la URSS. Conocía el riesgo, prácticamente el suicidio, de mantener la guerra en dos frentes, pero pensaba que el que da primero, da dos veces y que, si tenía que enfrentarse de todas formas con los soviéticos, mejor era escoger el momento del ataque que esperarles a la defensiva. Finalmente, Hitler dio la orden de ataque apenas diez o quince días antes de que lo hiciera Stalin. Por eso las tropas alemanas derrotaron en un principio con tanta facilidad a las soviéticas, que no estaban concentradas en orden de batalla defensiva y por tanto fueron fácilmente derrotadas por la Blitzkrieg. Y por eso también los alemanes sufrieron tanto, meses después, ya que no estaban preparadas para el invierno: no había dado tiempo material a preparar el equipo necesario. La Operación Barbarroja no fue, en realidad, una invasión sino un ataque preventivo...

Los más perspicaces de entre mis lectores quizá se hayan dado cuenta a estas alturas de que este artículo no es, en el fondo, más que un aperitivo para prepararles ante la próxima publicación de mi nuevo libro sobre el tema. Será, de hecho, mi tercer ensayo (¡ya tengo la trilogía!) sobre este conflicto bélico, tras Lucharon en batallas decisivas y Fugas y evasiones de la SGM, publicados por la editorial Robinbook, hoy rebautizada con el nombre de Redbook. El título escogido en esta ocasión es Errores militares de la SGM y creo que será interesante no sólo para los aficionados a la Historia Bélica, sino para el público en general.

Por cierto, no será mi única obra nueva. En las próximas semanas anunciaré otras novedades, a medida que estén disponibles en el mercado... 


  












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