Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 3 de abril de 2013

El "control" de las armas públicas

A propósito de la entrada anterior y la polémica sobre la posesión o no de armas en manos privadas, resulta éste un debate especialmente inicuo cuando comparamos el tipo de herramientas accesible al público (americano) y el que emplean los gobiernos, siempre abiertos a financiar las últimas novedades del sector. De hecho, las armas de fuego convencionales son poco más que tirachinas, aunque se encuadren en la pomposa descripción de "armas de asalto", si las medimos con los nuevos ingenios bélicos generados por las mentes más perversas del diseño. A continuación reseñamos algunos de ellos, sólo para que quede constancia de por dónde van los tiros (nunca mejor dicho) y sin tener en cuenta las técnicas de ciberguerra ni el armamento más peligroso de cuantos se conocen: el "silencioso", capaz de afectar directamente al cerebro ajeno. Éstos son algunos de los inventos bélicos que se están desarrollando en la actualidad: 

* Drones. Últimamente hemos oído hablar muy mucho de estos artefactos: aviones no tripulados que han sido utilizados especialmente en la zona de Oriente Medio y con misiones básicas de observación y recogida de información. Su diseño obedece a la doctrina que se ha impuesto en los últimos años en el Pentágono según la cual en un conflicto, aparte de la información, lo más importante es disponer de la superioridad aérea. Esta teoría va en contra de la clásica necesidad de ocupación física del área disputada con abundantes tropas de infantería y apoyo de unidades blindadas o artilleras. Se supone que la superioridad aérea permite un ahorro fundamental tanto en el coste económico de un despliegue militar como, sobre todo (y este dato es básico en las actuales democracias, donde la opinión pública ha perdido la conciencia de lo que es una guerra o una simple misión militar y considera cada baja como si fuera LA baja), en el coste humano. A la hora de la verdad, la hipótesis de la superioridad aérea se ha mostrado muy deficiente. El mundo de hoy no tiene nada que ver con el de ayer: ya nadie levanta una bandera blanca oficialmente ni tampoco se termina un conflicto, como antes, por el mero hecho de ocupar la capital enemiga, sino que se eterniza con guerrilleros y combatientes que es necesario desactivar casa por casa. Enemigos que además pueden desplazarse a nuestro territorio y ejecutar actos de guerra con técnicas terroristas...

Pero los defensores de los drones tienen un plan B. La Dirección de Vehículos Aéreos en Estados Unidos ha presentado recientemente los experimentos que se desarrollan en la base aérea de Dayton, en Ohio, en la que los diseñadores manejan planes dignos de esas películas de Ciencia Ficción en las que vemos pequeños animales metálicos capaces de camuflarse como si fueran de verdad para infiltrarse entre los enemigos. Esos microdrones existen ya, y en la actualidad están siendo perfeccionados: tienen el tamaño de pequeñas aves e incluso de insectos y, como éstos últimos, pueden realizar algunas acciones similares a las reales: volar con una dirección predeterminada, mantenerse suspendidos en el aire (algunos prototipos son capaces de batir las alas treinta veces por segundo), arrastrarse bajo las puertas..., e incluso picar.  El único motivo por el que todavía no están siendo fabricados masivamente es el mismo por el que maldecimos cada día a nuestro smartphone: su limitadísima autonomía. La tecnología disponible en este momento en lo que se refiere a las baterías no es suficiente para dotar a los microdrones de la deseada eficacia. Pero cuando esté disponible se podría por ejemplo dispersar desde un avión a gran altura un grupo de microdrones que volarían hasta el escenario elegido para ofrecernos una panorámica visual muy completa de la situación. Y, un paso más allá, una vez determinados los objetivos a eliminar, matarlos con sustancias químicas o explosivos. 

* Eyeball. Éste es otro interesante elemento de captación subrepticia de información, aunque en el futuro podría evolucionar también como un explosivo "inteligente". El Globo ocular o, literalmente, Pelotaconojos, de la que ya disponen en este momento todas las unidades de combate del ejército israelí según la Brigada Tecnológica de la Comandancia del Ejército de Tierra de este país, no es otra cosa que lo que indica su nombre: una bola negra dotada con cámaras y protegida por un plástico resistente a los golpes, diseñada para la guerrilla urbana y antiterrorista. Como vemos en la foto,
se introduce a través de una ventana o por una puerta abierta y rueda hasta el interior del lugar que se desea ser espiado, donde se estabiliza siempre en la misma posición. Luego empieza a girar sobre sí misma con un ángulo de visión de 360 grados y lo capta todo..., a no ser que vaya a parar por error debajo de un sofá, que también ha ocurrido. Poco más grande que una pelota de beisbol, posee dos pequeños ojos que ofrecen visión diurna y nocturna, micrófono, sensores térmicos y otros medidores adaptables a las necesidades de cada brigada... Y, es a pesar de todo ello de bajo coste, e incluso desechable. Ha resultado tan eficiente, que Israel la ha comercializado y vendido a unidades de elìte de diversos países..., porque el Eyeball, aunque su existencia sólo haya sido revelada ahora, fue probada en un conflicto real hace ya siete años: durante los enfrentamientos en Líbano en 2006. Y desde entonces ha sido usada en nadie sabe muy bien cuántos y cuáles países.

* Sistema de Repulsión Activa. Bajo este nombre, o el de su acrónimo anglosajón ADS, se encuentra un arma en teoría inocua pero especialmente cuestionable desde el punto de vista moral ya que viene a identificar a los manifestantes civiles con las palomitas de maíz. El sistema fue presentado públicamente hace ahora un año por la Infantería de Marina de los Estados Unidos, pero no ha merecido mucho espacio en los grandes medios de comunicación. Básicamente, se trata de un cañón que dispara un haz de microondas (como el de los aparatitos que hoy inundan los hogares de medio mundo destruyendo el concepto tradicional de la cocina para sustituirlo por una alimentación basada en la rapidez y la "eficacia") en algunas versiones hasta a mil metros de distancia y que provoca una elevación de la temperatura automática e irritante sobre su blanco. Entiéndase como blanco: grupos de personas en actitud "amenazante" como por ejemplo los integrantes de una manifestación antigubernamental. La directora de la empresa que ha
 diseñado este sistema lo define con un eslógan muy cinematográfico:  "No lo ves, no lo oyes, no lo hueles, sólo lo sientes". Además, ha asegurado que es un arma más segura que los gases lacrimógenos o las balas de goma. De hecho, para prevenir daños irreparables a la salud, el rayo se apaga automáticamente tras un disparo de sólo tres segundos. De esta manera se supone que los que sufran el impacto del rayo tienen la "garantía" de que no desarrollarán un cáncer ni agravarán cualquier tumor previo, no quedarán infértiles ni, en caso de embarazo, se producirán abortos o malformaciones. Sólo "sentirán un poquito de calor"..., suficiente para dispersarse deprisa y corriendo. De hecho, la mayor parte de los 120 millones de dólares empleados en el desarrollo de esta máquina infernal se emplearon en estudios de efecto biológico. A pesar de eso, dos de las personas que participaron en las pruebas ("es insoportable, como si te metieran de pronto dentro de un horno a plena potencia") sufrieron quemaduras de segundo grado. Por cierto, aunque se presentó en público el año pasado por estas fechas, el ADS está siendo utilizado al menos desde 2010 en Afganistán.

  * Ratones paracaidisas. Sé que suena surrealista, pero no me resisto a incluirlos en esta cata bélica. Y es que una parte significativa de cualquier buen arsenal contemporáneo es de carácter biológico, aunque resulta de manipulación y empleo especialmente delicados. Como hemos vistos en casos anteriores, una buena guerra es el mejor escenario para probar de forma más o menos controlada este tipo de inventos criminales porque es su escenario "natural" y queda fuera del ámbito de observación directa de la opinión pública (recuerdo ahora la guerra coordinada por la OTAN, a la sazón dirigida por cierto ex-pacifista español llamado Javier Solana entonces reconvertido en secretario general de la Alianza Atlántica, contra Serbia: las publicaciones oficiales de este organismo reconocieron que durante este conflicto se emplearon ¡varias decenas! de armas nuevas). Pero en ocasiones no hay una guerra lo bastante próxima o con las características precisas para probar determinadas ideas innovadoras, y entonces se utiliza cualquier excusa para desarrollarlas, como por ejemplo el control de plagas. Uno de los últimos casos en hacerse públicos es el de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y su intención de bombardear entre este mes y el próximo mayo los bosques de la isla de Guam, en el Pacífico, con ratones muertos por envenenamiento.

El objetivo oficial es frenar una epidemia de serpientes arbóreas marrones: una especie invasora en esta isla que, según investigaciones biológicas, ya ha extinguido nueve de las doce especies de aves autóctonas de Guam, ya que no existe ninguna especie depredadora natural que pueda detener su expansión. Resulta simplemente irónico que el reptil invadiera esta isla, según dicen los expertos, a bordo de los buques de guerra de la Marina norteamericana que fueron a limpiarla de soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial... De hecho, es para pensar mal: ¿serpientes arbóreas viajando sin problemas a bordo de barcos de guerra? Como diría Mac Namara: ¿y si el experimento no hubiera comenzado con el bombardeo inminente de ratones sino con la invasión de las serpientes? Pues ahora viene lo grande: cada uno de los 2.000 ratones que se van a arrojar fue previamente inoculado con unos 80 miligramos de paracetamol y, como la idea es que sean engullidos sólo por las serpientes, "para evitar que otros animales se envenenen con la ingesta de los roedores, éstos serán lanzados uno por uno con una especie de mini paracaídas para que se enganchen en los árboles donde habitan las 
serpientes". ¿Uno por uno y con un paracaídas? Y además, algunos roedores incluyen un sistema de radiotransmisión "para rastrear los movimiento de las serpientes antes de su muerte". ¿Y también interesan los estertores de los reptiles? Uno de los representantes del proyecto explicó que este extrañísimo bombardeo se va a desarrollar en un área acotada, unos 800.000 metros cuadrados al noroeste de una base aérea, y que el experimento durará unos 14 meses y costará un millón de dólares..., aportados por el Ministerio de Defensa de los Estados Unidos. ¿Desde cuándo el Ministerio de Defensa se dedica a asuntos exclusivamente medioambientales?  Si la misión tiene éxito, reconocen sus responsables, será el momento de elaborar "nuevos proyectos con el fin de combatir la plaga". ¿Sólo esa plaga? ¿En serio a nadie le parece todo esto más que extravagante?

Éstos son sólo algunos ejemplos de los sofisticados instrumentos bélicos que se aplican o prueban en la actualidad dentro de un mercado brutal: uno de los mayores negocios del mundo, que va a seguir siéndolo a pesar del pomposo tratado internacional de comercio de armas que anunciaba anoche oficialmente la Organización de las Naciones Unidas, y de los esfuerzos de Barack Obama por "hacer más seguro nuestro país" quitándole cuatro pistolas y un fusil a los habitantes de cualquier pueblo de Oklahoma. La secretaría general de la ONU presentaba orgullosamente en las últimas horas el nuevo tratado, aprobado con 154 votos a favor, 23 abstenciones y sólo 3 votos en contra (provenientes de sendos "sospechosos habituales" en la política internacional: Irán, Siria y Corea del Norte). Ojalá sirva de verdad para algo este documento en un planeta tan castigado por la sangre y el dolor como es el nuestro, pero mira que lo dudo. Más bien me da la impresión de que tanto los votos a favor como las abstenciones (entre las cuales figuran las de algunos de los principales productores de armas del mundo) son el fruto de la hipocresía habitual en estos casos. Las limitaciones impuestas teóricamente por este tratado, que por cierto debe ser ratificado antes de dos años para entrar en vigor, no son demasiado complicadas de sortear. Los comerciantes de armas llevan toda la vida desarrollando su negocio bajo cuerda o a través de países intermediarios...

Sólo para que quede constancia, entre los vendedores principales de armamento durante 2012, según cifras oficiales, aparecen Estados Unidos (con material vendido por casi 9.000 millones de euros), Rusia (más de 6.200), China (unos 1.400), Ucrania (más de 1.000), Alemania y Francia (con unos 900), Reino Unido e Italia (con unos 700) y Holanda y España (con unos 550 millones de euros). Es mucho, mucho dinero el que está en juego. Y poderoso caballero es Don Dinero... No hay más que escuchar al propio presidente ruso Vladimir Putin que este mismo miércoles ha reconocido que su país acapara más de la cuarta parte del mercado y bien orgulloso que está de ello. Cito textualmente:"nuestro trabajo en este terreno puede considerarse satisfactorio (...) Da gusto resaltar también que el año pasado se completó además muy bien la cartera de pedidos, que asciende en estos momentos a 46.300 millones de dólares (...) Es necesasrio impulsar esta tendencia positiva ya que supone una gran contribución no sólo al presupuesto estatal, sino también al desarrollo de las altas tecnologías". La cuota del mercado bélico es una "tendencia positiva" que hay que impulsar: eso lo dice todo. Putin es uno de esos personajes escurridizos y chulescos habituales en la actualidad internacional, pero sus entrevistas son más interesantes que las de la mayoría de sus colegas de teatrillo político, porque le da igual lo que opinen de él y habla muchas veces sin tapujos. Los Obama, Cameron, Hollande y demás piensan lo mismo, pero tienen un gabinete de prensa más hábil a la hora de aconsejarles lo que se puede decir y lo que no en voz alta. Espero equivocarme pero opiniones como la de Putin muestran en qué va a quedar de verdad el acuerdo de la ONU a no mucho tardar: un bonito papel mojado.












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