Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Esperanza

Cualquiera que tenga los ojos abiertos y sea un poco consciente de lo que tiene alrededor puede percatarse de la oscura época en la que hemos elegido reencarnarnos. Mucha ciencia, mucha tecnología, muchas comodidades..., y poca calidad humana, sombríos sentimientos, instintos decadentes...

El panorama puede parecer desalentador pero, si nos detenemos a pensar un poco, en realidad es todo lo contrario: si el mundo fuera perfecto, nuestra vida sería inútil por completo. Tenemos ante nosotros un inmenso abanico de posibilidades para aprender, comprender y actuar sobre cuanto nos rodea. Sólo hace falta que asumamos de una vez por todas que ninguna divinidad va a perder el tiempo manifestándose entre nosotros para arreglar lo que sólo nosotros hemos desarreglado y en consecuencia nos corresponde reparar.

Así pues, ¿qué tal si empezamos a movernos, cada uno en nuestro pequeño espacio, en esa cuadrícula que ocupamos en medio de la inmensidad? ¿Qué tal si ordenamos, limpiamos y embellecemos ese lugar que nos corresponde, por minúsculo o poco importante que nos parezca? ¿Qué tal si trabajamos sin fijarnos en si los demás también trabajan o no, o si lo hacen con mayor lentitud o con peores resultados? El verdadero atleta sabe que nunca compite contra otro rival que él mismo. Y todas las carreras son importantes para nosotros porque son las nuestras y las de nadie más.

Por pequeño que nos parezca nuestro espacio, si lo acondicionamos y prendemos una vela para alumbrarlo, se convertirá en una luz que se verá en muchos kilómetros a la redonda en medio de las tinieblas que hoy parecen reinar en nuestro mundo sin que nadie sea capaz de oponerse a ellas. Y ya habremos ayudado a mejorar todo, sin necesidad de fatuos y narcisistas actos heroicos.

En medio del marasmo, la indiferencia y el estancamiento ha llegado a mí este video. Es una boda en Minnessota, en Estados Unidos. Se casan Kevin y Jill, que se conocieron en la boda de unos amigos comunes. No tienen miedo al reto que afrontan de la vida en común, sobre todo amparados por una institución como el matrimonio (da igual de qué religión se trate) que, como tantas otras que dieron estabilidad y tranquilidad a las civilizaciones de antaño, hoy son calumniadas, carcomidas y finalmente destruidas por los apóstoles del caos y la entropía. Y como son jóvenes, y están alegres y esperanzados ante su unión y lo que tienen por delante, quieren demostrarlo. Y lo hacen, con la ayuda de sus amigos y testigos de boda.

Ojalá fuéramos capaces de brillar en nuestra vida diaria como brillan ellos, todos juntos, en esta maravillosa secuencia que destila buen humor y goce de vivir:


No hay comentarios:

Publicar un comentario