A pesar de su arrogante manera de estar en el mundo, el hombre corriente no tiene ni idea de quién es, por qué está aquí exactamente y, desde luego, qué es lo que está sucediendo en el mundo en realidad. De hecho, los mismos dioses (bueno, los aprendices de dioses) nos las vemos y nos las deseamos para entender cuáles son y cómo actúan las fuerzas que dominan nuestras tres dimensiones visibles y el resto de las invisibles...
La proliferación de medios de información (más a menudo de lo que parece, transformados en medios de desinformación) no ayuda demasiado. En la Antigüedad, los que tenían el coraje de buscar la Verdad podían pasarse la vida entera recorriendo el mundo y sometiéndose a durísimas pruebas de las que tal vez no salieran con vida, pero sabían que si lograban llegar al final del camino tendrían acceso finalmente a Ella: a la anhelada Isis sin velo. Hoy, sin embargo, resulta casi imposible encontrarla (a no ser que uno esté en la Universidad de Dios, y aún en ese caso los esfuerzos y trabajos no son menores que los de la Antigüedad: tan sólo diferentes) porque el buscador se topa durante su camino con cien mil verdades (con minúscula) proclamando cada una de ellas a gritos ser la Verdad (con mayúscula) y, lo peor, muchas de ellas ofrecen la apariencia de que es así, con lo que resulta frecuente que el buscador acabe ahogado, aplastado por el exceso de evidencias (falsas).
En esta lucha, nuestros sentidos tampoco son muy útiles. Al contrario. Es muy fácil engañar a la gente, cada vez más. En algunas ocasiones, por interés económico; en otras, por simple diversión; o por pura maldad... Razones hay para todos los gustos y colores, pero todas se encuadran en el objetivo final de confundir, desestabilizar y desorientar a los seres humanos para que sigan sin encontrarse a sí mismos. A continuación, algunos ejemplos de lo sencillo que resulta impresionar a los demás con un puñado de mentiras visuales bien construidas. Unas son muy populares. Otras, no tanto. Todas han sido, en el fondo y aunque no lo parezca, inspiradas por la misma Mente Perversa e Innombrable contra la que los dioses de todas las épocas hemos luchado (y no, no es Voldemort: ése es un pringado de Párvulos, comparado con el Monstruo).
La primera es una imagen muy conocida del expresidente de los Estados Unidos George Bush Junior, durante su visita a una escuela. Esto de fotografiarse con niños es uno de los vicios propagandísticos clásicos entre la clase política norteamericana, empeñada en vender un aire tierno e interesado por la infancia. Pero la mayoría de los políticos no se preocupan por los ciudadanos, como para preocuparse por sus hijos. En la foto de arriba, que circuló ampliamente por Internet se ve a Bush (que no es como resulta vox populi precisamente un tipo inteligente) en una pose especialmente estúpida, porque mientras la niña lee el libro sobre América, él sostiene el mismo libro al revés demostrando de nuevo su estulticia. Sin embargo, se trata de un montaje. La foto original es la de abajo, en la que Bush sigue teniendo la misma cara, el pobre, pero se demuestra que al menos el libro lo sostenía correctamente.
Otra foto muy yankee y más o menos de la misma época es la de este inocente turista que, según la información que circuló para ilustrarla, se encontraba en lo alto de las Torres Gemelas del World Trade Center el día del holocausto neoyorquino con el que estrenamos el siglo XXI: el 11 de septiembre de 2001. Incluso le han impreso la fecha en la parte inferior de la imagen para dotarle de mayor verosimilitud. De hecho, se difundió algunas semanas después del ataque contra la Gran Manzana. Pero el fraude es bastante evidente en este caso, aunque sólo fuera porque resulta un poco difícil creer que su cámara fotográfica hubiera podido sobrevivir a la demolición controlada de las Torres. Aunque, después de todo, ¿no nos dice la versión oficial, entre otros muchos detalles increíbles, que los equipos de desescombro encontraron el pasaporte (requemado, pero ahí estaba) de Mohamed Atta, el presunto jefe del presunto comando de presuntos terroristas presuntamente islámicos que presuntamente tomaron el mando del avión para presuntamente protagonizar el atentado?
La proliferación de medios de información (más a menudo de lo que parece, transformados en medios de desinformación) no ayuda demasiado. En la Antigüedad, los que tenían el coraje de buscar la Verdad podían pasarse la vida entera recorriendo el mundo y sometiéndose a durísimas pruebas de las que tal vez no salieran con vida, pero sabían que si lograban llegar al final del camino tendrían acceso finalmente a Ella: a la anhelada Isis sin velo. Hoy, sin embargo, resulta casi imposible encontrarla (a no ser que uno esté en la Universidad de Dios, y aún en ese caso los esfuerzos y trabajos no son menores que los de la Antigüedad: tan sólo diferentes) porque el buscador se topa durante su camino con cien mil verdades (con minúscula) proclamando cada una de ellas a gritos ser la Verdad (con mayúscula) y, lo peor, muchas de ellas ofrecen la apariencia de que es así, con lo que resulta frecuente que el buscador acabe ahogado, aplastado por el exceso de evidencias (falsas).
En esta lucha, nuestros sentidos tampoco son muy útiles. Al contrario. Es muy fácil engañar a la gente, cada vez más. En algunas ocasiones, por interés económico; en otras, por simple diversión; o por pura maldad... Razones hay para todos los gustos y colores, pero todas se encuadran en el objetivo final de confundir, desestabilizar y desorientar a los seres humanos para que sigan sin encontrarse a sí mismos. A continuación, algunos ejemplos de lo sencillo que resulta impresionar a los demás con un puñado de mentiras visuales bien construidas. Unas son muy populares. Otras, no tanto. Todas han sido, en el fondo y aunque no lo parezca, inspiradas por la misma Mente Perversa e Innombrable contra la que los dioses de todas las épocas hemos luchado (y no, no es Voldemort: ése es un pringado de Párvulos, comparado con el Monstruo).
La primera es una imagen muy conocida del expresidente de los Estados Unidos George Bush Junior, durante su visita a una escuela. Esto de fotografiarse con niños es uno de los vicios propagandísticos clásicos entre la clase política norteamericana, empeñada en vender un aire tierno e interesado por la infancia. Pero la mayoría de los políticos no se preocupan por los ciudadanos, como para preocuparse por sus hijos. En la foto de arriba, que circuló ampliamente por Internet se ve a Bush (que no es como resulta vox populi precisamente un tipo inteligente) en una pose especialmente estúpida, porque mientras la niña lee el libro sobre América, él sostiene el mismo libro al revés demostrando de nuevo su estulticia. Sin embargo, se trata de un montaje. La foto original es la de abajo, en la que Bush sigue teniendo la misma cara, el pobre, pero se demuestra que al menos el libro lo sostenía correctamente.
Otra foto muy yankee y más o menos de la misma época es la de este inocente turista que, según la información que circuló para ilustrarla, se encontraba en lo alto de las Torres Gemelas del World Trade Center el día del holocausto neoyorquino con el que estrenamos el siglo XXI: el 11 de septiembre de 2001. Incluso le han impreso la fecha en la parte inferior de la imagen para dotarle de mayor verosimilitud. De hecho, se difundió algunas semanas después del ataque contra la Gran Manzana. Pero el fraude es bastante evidente en este caso, aunque sólo fuera porque resulta un poco difícil creer que su cámara fotográfica hubiera podido sobrevivir a la demolición controlada de las Torres. Aunque, después de todo, ¿no nos dice la versión oficial, entre otros muchos detalles increíbles, que los equipos de desescombro encontraron el pasaporte (requemado, pero ahí estaba) de Mohamed Atta, el presunto jefe del presunto comando de presuntos terroristas presuntamente islámicos que presuntamente tomaron el mando del avión para presuntamente protagonizar el atentado?
La siguiente es otra imagen genial, si no fuera por el trasfondo dramático de la misma. En los peores momentos de la guerra de Iraq (o de la postguerra..., lo cierto es que no tengo muy claro si la guerra como tal ha llegado a terminar realmente), algunos soldados norteamericanos cayeron en manos de los partidarios de Sadam Husein o de algunos líderes iraquíes de la resistencia que iban por libre. Unos lograron ser liberados, otros fueron asesinados (ejecutados era la palabra empleada por sus secuestradores). Para presionar a los mandos norteamericanos a través de la opinión pública, los insurgentes enviaban videos o fotos de sus rehenes. Y una de ellas fue la imagen de la izquierda, con un soldado maniatado y apoyado a la pared, con un fusil ametrallador apuntándole a la cabeza y una pancarta con una proclama islámica tras él. La angustia se apoderó de nuevo de los norteamericanos ante la suerte que podía correr el militar, llamado John Adam por el grupo islámico que le había capturado..., hasta que el ejecutivo de una fábrica juguetera desveló que en realidad aquello no era sino un montaje elaborado con uno de los muñecos que vendía su empresa: el Special Ops Cody, una especie de Madelman vestido de marine.
Una imagen especialmente terrible, teniendo en cuenta la serie de desastres "naturales" que ha padecido el mundo en los últimos años, es ésta que se divulgó en 2004 afirmando que pertenecía al momento en el que el tsunami que afectó a Phuket, en Tailandia, impactaba contra la costa. Sin embargo, el paisaje no corresponde al sur de Asia sino al de América. La ciudad que aparece en la imagen es la de Antofagasta, en Chile, cuyo paisaje se parece al de Phuket como un huevo a una castaña, siguiendo el dicho popular. Y por supuesto la ola se añadió también con una pequeña ayuda digital.
De regreso a Asia, uno de los montajes más fascinantes (y mejor elaborados) de los últimos años fue el que mostraba unas impresionantes imágenes del esqueleto de un ser humano gigante presuntamente encontrados en la India en 2007. La información difundida aseguraba que habían aparecido durante unas excavaciones en las que participaba la revista National Geographic Society. Las fotos eran realmente increíbles y parecían confirmar tantas historias que relatan los libros sagrados de las viejas civilizaciones... Recuerdo lo que pensé después de verlas, hipnotizado, media docena de veces: ¡demasiado buenas para ser de verdad!
Y luego hay muchas otras fotos diseñadas especialmente para impresionar, empleando escenarios naturales y también animales característicos. Por ejemplo, el tiburón: uno de los más elegantes y hermosos habitantes de las profundidades. Hay decenas de especies de tiburones y están extendidas prácticamente por todos los océanos del planeta pero, que yo recuerde, sólo tres son peligrosas para el ser humano: el tiburón blanco, el tigre y el martillo. El resto están muy alejadas de la pésima imagen que de ellas ofreció al mundo el manipulador Steven Spielberg en su película de 1975. Incluso son bastante cobardes a la hora de enfrentarse a una presa, si no es de un tamaño sensiblemente inferior al suyo. Pero no vamos a impedir que la realidad estropee un buen fotomontaje, como éste divulgado en 2001 acompañado de un surrealista texto en el que se aseguraba que un tiburón de grandes dimensiones se dedicaba a atacar a las fuerzas de la Marina Británica en Suráfrica. Dejando aparte la pregunta lógica de qué demonios hace ese tipo colgando de una escalerilla tan cerca del agua sin nada alrededor que justifique el ejercicio (más que dar una excusa para que se nos encoja el corazón ante la posibilidad de que el bicho se lo meriende), resulta que el puente que se ve detrás no es otro que el Golden Gate de San Francisco..., un poco lejos de Suráfrica, la verdad.
Otra historieta de tiburones, ésta más divertida, es la de la siguiente imagen, que se tomó precisamente para un concurso de fotomontajes y así se aprecia claramente porque el autor o autora de la foto tendría que haber seguido el mismo destino de los fotografiados..., aunque luego alguien la distribuyó diciendo que era real y que mostraba una inmersión de un matrimonio de buceadores en Australia pocos segundos antes de que el gran tiburón blanco que aparece a sus espaldas se los comiera a ambos. El hijo de la pareja habría sido el encargado de difundirla (por cierto que el tiburón parece el personaje de dibujos animados de la película de Disney "Nemo" que en España doblara Javier Gurruchaga):
Y un último ejemplo: el de este "lindo gatito" que, según la historia que circuló en el 2000 había crecido cerca de un laboratorio nuclear instaldo en Canadá. Sólo un año después de que la foto hubiera dado la vuelta a la Red varios cientos de veces, el hombre de la imagen confesó que todo había sido una broma para sus amigos. Aunque también era bastante evidente pues, si las radiaciones nucleares habían hecho eso al animal (en la mejor línea de la Ciencia Ficción de los años 50), el mismo hombre que sostiene en brazos al gato, por cierto sin esfuerzo alguno, debería haber crecido hasta convertirse en un gigante como el del falso esqueleto de la India.
¿Conclusión? Mi lema favorito: Las cosas nunca son lo que parecen.
Una imagen especialmente terrible, teniendo en cuenta la serie de desastres "naturales" que ha padecido el mundo en los últimos años, es ésta que se divulgó en 2004 afirmando que pertenecía al momento en el que el tsunami que afectó a Phuket, en Tailandia, impactaba contra la costa. Sin embargo, el paisaje no corresponde al sur de Asia sino al de América. La ciudad que aparece en la imagen es la de Antofagasta, en Chile, cuyo paisaje se parece al de Phuket como un huevo a una castaña, siguiendo el dicho popular. Y por supuesto la ola se añadió también con una pequeña ayuda digital.
De regreso a Asia, uno de los montajes más fascinantes (y mejor elaborados) de los últimos años fue el que mostraba unas impresionantes imágenes del esqueleto de un ser humano gigante presuntamente encontrados en la India en 2007. La información difundida aseguraba que habían aparecido durante unas excavaciones en las que participaba la revista National Geographic Society. Las fotos eran realmente increíbles y parecían confirmar tantas historias que relatan los libros sagrados de las viejas civilizaciones... Recuerdo lo que pensé después de verlas, hipnotizado, media docena de veces: ¡demasiado buenas para ser de verdad!
Y luego hay muchas otras fotos diseñadas especialmente para impresionar, empleando escenarios naturales y también animales característicos. Por ejemplo, el tiburón: uno de los más elegantes y hermosos habitantes de las profundidades. Hay decenas de especies de tiburones y están extendidas prácticamente por todos los océanos del planeta pero, que yo recuerde, sólo tres son peligrosas para el ser humano: el tiburón blanco, el tigre y el martillo. El resto están muy alejadas de la pésima imagen que de ellas ofreció al mundo el manipulador Steven Spielberg en su película de 1975. Incluso son bastante cobardes a la hora de enfrentarse a una presa, si no es de un tamaño sensiblemente inferior al suyo. Pero no vamos a impedir que la realidad estropee un buen fotomontaje, como éste divulgado en 2001 acompañado de un surrealista texto en el que se aseguraba que un tiburón de grandes dimensiones se dedicaba a atacar a las fuerzas de la Marina Británica en Suráfrica. Dejando aparte la pregunta lógica de qué demonios hace ese tipo colgando de una escalerilla tan cerca del agua sin nada alrededor que justifique el ejercicio (más que dar una excusa para que se nos encoja el corazón ante la posibilidad de que el bicho se lo meriende), resulta que el puente que se ve detrás no es otro que el Golden Gate de San Francisco..., un poco lejos de Suráfrica, la verdad.
Otra historieta de tiburones, ésta más divertida, es la de la siguiente imagen, que se tomó precisamente para un concurso de fotomontajes y así se aprecia claramente porque el autor o autora de la foto tendría que haber seguido el mismo destino de los fotografiados..., aunque luego alguien la distribuyó diciendo que era real y que mostraba una inmersión de un matrimonio de buceadores en Australia pocos segundos antes de que el gran tiburón blanco que aparece a sus espaldas se los comiera a ambos. El hijo de la pareja habría sido el encargado de difundirla (por cierto que el tiburón parece el personaje de dibujos animados de la película de Disney "Nemo" que en España doblara Javier Gurruchaga):
Y un último ejemplo: el de este "lindo gatito" que, según la historia que circuló en el 2000 había crecido cerca de un laboratorio nuclear instaldo en Canadá. Sólo un año después de que la foto hubiera dado la vuelta a la Red varios cientos de veces, el hombre de la imagen confesó que todo había sido una broma para sus amigos. Aunque también era bastante evidente pues, si las radiaciones nucleares habían hecho eso al animal (en la mejor línea de la Ciencia Ficción de los años 50), el mismo hombre que sostiene en brazos al gato, por cierto sin esfuerzo alguno, debería haber crecido hasta convertirse en un gigante como el del falso esqueleto de la India.
¿Conclusión? Mi lema favorito: Las cosas nunca son lo que parecen.
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