Lo bueno de las lecciones que nos imparte en la Universidad de Dios nuestro profesor de Destrucción del Paradigma a través de la Educación Fisica, el terrorífico Lee Jun-fan, es que se pueden aplicar tanto al combate propiamente físico como al psicológico. Su Tao es como el de Sun Tzu en su archiconocido Arte de la Guerra.
Una lección especialmente interesante de esta misma mañana: "La preparación mediante una serie de ataques falsos y fintas ejecutada a un ritmo normal tiene el efecto de adormecer al adversario en un falso sentido de preparación, porque le acostumbra a reaccionar de un modo distinto al que luego tendrá que afrontar en el ataque verdadero. Los movimientos del ataque final deben ser bruscamente acelerados, con lo que probablemente le encontrarán retrasado detrás de ellos." Por ejemplo: amagas con dar un puñetazo derecho tres o cuatro veces seguidas a una velocidad normal, pero el ataque final viene con la pierna
izquierda y mucho más rápido. También se puede hacer al revés: "un cambio efectivo de cadencia es ralentizar, en lugar de acelerar, la acción final de un ataque o respuesta compuestas. Por ejemplo puede ser un golpe cuyo lanzamiento haya empezado pero se pare en su camino hacia delante y continúe cuando el adversario abandone la línea amenazada por otra en la esperanza de encontrar la mano que ha de golpearle finalmente."
Lo malo de esas lecciones es que se empeña en enseñárnoslas directamente y en detalle. Quiero decir: que nos atiza de lo lindo, una y otra vez, de manera inmisericorde y sin que podamos hacer nada por evitarlo. "Si no hay dolor, no os lo creéis", insiste, aunque estemos ya todos los alumnos en el suelo, con los brazos dislocados, la nariz sangrante, los ojos hinchados, las piernas renqueantes y el cuerpo amoratado.
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