Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ante la crisis

Muchos mortales se pasan la vida buscando un lugar adecuado, preferentemente en un alto y sobre roca maciza, para construir allí penosamente una torre (o incluso una gran fortaleza, el que tiene recursos) muy alta y poderosa, de piedra granítica y provista de todo tipo de defensas para evitar su asalto. Están convencidos de que cuando la terminen podrán llenarla de provisiones y refugiarse en su interior, ellos y tal vez también sus familias, a salvo de las amenazas e incertidumbres del mundo que les rodea. A salvo de los zombies que deambulan a sus pies buscando cerebros o de los ladrones y asesinos que daga en mano buscan una víctima propiciatoria. A salvo de las partidas armadas de saqueadores, de los leprosos mendicantes y de las brujas disfrazadas de pobres señoras que sólo quieren un poco de agua y a cambio te regalan una manzana colorada y naturalmente envenenada.
No hay nada más patético que encontrarse con alguno de estos mortales cuando, después de dedicar sus buenos cincuenta o sesenta años, tal vez más, a poner piedra sobre piedra en este ilusorio proyecto e incluso de haberse asomado desde lo más alto de las almenas para disfrutar del paisaje, descubre que algo va mal porque todo se mueve bajo sus pies y acaba convirtiéndose en inesperado protagonista de la carta número XVI del Tarot: La Torre, esa construcción que se tambalea desde los cimientos hasta lo más alto antes de quebrarse internamente por la sacudida del rayo divino y desmoronarse con mucha mayor rapidez de lo que nunca pudo ser erigida. Porque en realidad, la vida es más bien una ensalada de sensaciones. La vida no es un lugar sólido, estable y predecible sobre el que uno puede construir un lugar permanente, duradero, sino todo lo contrario... Es cambio, movimiento, caos aparente que se rige bajo unas leyes ocultas y un orden desconocido, ahora una cosa está aquí y al momento siguiente está allí, hoy disfrutas y mañana lloras y pasado mañana vuelves a disfrutar, nada es seguro durante mucho tiempo, lo que te valía anoche es inútil esta mañana... La vida es un océano embravecido sobre el cual debemos cabalgar buscando constantemente el equilibrio como el surfista sobre su tabla para no sufrir un revolcón y acabar tragando agua salada. Hay un personaje de comic que encarna perfectamente esta imagen y cuya enigmática personalidad se apoderó de mí durante un tiempo hace muchos, muchos años, cuando los tebeos se llamaban así y no comic-books o novelas gráficas como ahora. Cuando la Editorial Marvel era sinónimo de fascinación, aventuras y alegría y no de negocio, historias ininteligibles y héroes "adultos" como hoy. Cuando este fascinante caballero, vagabundo entre las estrellas, devorando galaxias a gran velocidad sin caer jamás en el Profundo Abismo, fue rebautizado en España con el nombre de Estela Plateada y no como le conocen hoy las nuevas generaciones, con su nombre original, tan yankee, de Silver Surfer (el Surfero de Plata..., ¡horrible, parece el jefe de una banda de pandilleros del Bronx!). Aquéllos que se han dado cuenta de cómo funcionan las cosas y han aprendido a subirse a la tabla y a deslizarse por entre las sorpresas de la vida (grandes olas, bancos de arena, delfines nadando a tu lado, resacas traicioneras, submarinistas despistados...) disfrutan mucho más de ésta porque la asumen y por tanto tienen más posibilidades de comprenderla y comprenderse a sí mismos. Los que siguen empeñados en construir torres y en mirar atrás ("quisiera que todo volviera a ser como antes..." ) ya sabemos cómo acaban: aplastados por sus propios pétreos miedos. Por eso un buen surfero estelar siempre da la bienvenida a una crisis: es la oportunidad de ver las cosas de otro modo, de aprender cosas nuevas, de probarte y fortalecerte ante la adversidad, de volver a triunfar, de demostrarte a ti mismo que sigues vivo... Además las crisis son inevitables así que ya que tienes que enfrentarlas hazlo bien. Como un héroe, por ejemplo. O, si lo prefieres, con deportividad. O al menos con educación... Porque aunque no queramos llegarán igual.

2 comentarios:

  1. Así es. La vida en sí misma es una crisis. El único que nunca está en crisis es el que está muerto.

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  2. Acorta un poco tus entradas, son excesivamente largas, esto es un blog. Por supuesto esto es solo una sugerencia.

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