El verano pasó mucho más rápido de lo que tenía previsto (aún más rápido) y a la vuelta me encontré con que la “labor” de mi gato conspiranoico, Arannan Fergus Mac Namara, no había sido tan diligente como había esperado a la hora de mantener este blog (o bitácora, que es una palabra más sonora, contundente y española). La verdad es que tres comentarios, tres (y qué comentarios: apenas unas citas de algunos viejos conocidos…), a lo largo del mismo número de meses me parece una gestión un tanto pobre, por llamarlo de alguna manera. Yo tampoco sé muy bien lo que esperaba, teniendo en cuenta que mi mascota es un gato y ya se sabe que los felinos, como la mayoría de los seres inteligentes, poseen tendencia a trabajar lo imprescindiblemente necesario… En fin, tal vez por escurrir el bulto, o por una crisis de culpabilidad o, simplemente, porque le apetecía irse por ahí, Mac Namara se despidió a la francesa en cuanto regresé y hasta ayer no había vuelto a dar señales de vida.
Por supuesto cuando regresó me lo encontré en la cocina de mi apartamento del campus de la Universidad de Dios, dedicado a su segunda actividad favorita después de la de echarse a dormir (en un radiador calentito, si es posible) cuan largo es. Su segunda actividad favorita es, huelga decirlo, la de comer. O, mejor dicho en este caso, la de devorar unas Brarwurst que yo estaba reservando para hacer vuelta y vuelta en la barbacoa que dioses y héroes organizamos tradicionalmente en Walhalla con motivo de la fiesta del Samhain, que está ya a la vuelta de la esquina.
Quise poner el grito en el cielo pero me detuvo con su frase favorita para desviar la atención:
- No sabes de lo que me he enterado…
Y, como en ocasiones anteriores, consiguió el efecto buscado: sublimando mi enfado lo transformó alquímicamente en duda. Le conozco desde hace demasiado tiempo como para no sentir el profundo pinchazo de la curiosidad cuando suelta esas palabras, ya que Mac Namara posee contactos más que interesantes en los bajos fondos del mundillo conspiranoico y las informaciones y previsiones que maneja gracias a ello suelen revelarse ciertas con el paso del tiempo. Así que me di por vencido sin oponer demasiada resistencia y me senté en el taburete de la cocina con los oídos dispuestos a enterarme de la última.
- Ya puede ser interesante –le advertí.
- ¿Te acuerdas de Osama Ben Laden? -me planteó sin hacer caso- Sí, claro… ¿Quién no tiene en mente al enemigo público número 1 del mundo libre y blablabla, a pesar de que actúe como un auténtico fantasma "ahora aparezco, ahora no"? Bueno, pues ha vuelto a aparecer pero en esta ocasión no como el espantajo con que habitualmente nos asustan las autoridades mundiales cada vez que lo necesitan, sino en calidad de filtración interesante...
Mac Namara hizo una pausa para ver como recibía su noticia pero, al dedicarle mi mejor "cara de póker", decidió seguir sin darme oportunidad a otra cosa que escucharle:
- Ha sido un alto mando de la OTAN quien se ha ido de la lengua ante un periodista de la CNN, aunque no han revelado su nombre para que no le corten el cuello políticamente. Según este "Garganta Profunda", Ben Laden vive tranquilamente en una casa "cómoda y confortable" en el noroeste de Pakistán: entre la zona montañosa de Chitral junto a la frontera con China y el valle de Kurram, fronterizo con Afganistán, con la región donde se encuentran las famosas cuevas de Tora Bora. ¿Recuerdas cuándo oficialmente se dijo en 2001 que se había refugiado de la presión y los bombardeos de las tropas de la Alianza Atlántica en esas cuevas? Se contaba entonces que vivía de forma espartana, en plan troglodita, casi a pan y agua rodeado de sus fanáticos muyahidines... Pues naranjas de la China. Está tan feliz y campante en la susodicha casa. Y su vecino es ni más ni menos que el conocido como número 2 de Al Qaeda: Ayman al Zawahiri, que vive en su propio domicilio. Lo más grande es que según este político, ambos cuentan con la protección no sólo de las gentes del lugar sino "de ciertos miembros del ISI, los servicios secretos de Pakistán".
- Y si es así, ¿por qué no van a por él? -pregunté, dudando.
- En primer lugar porque la fuente secreta de la OTAN no ha especificado el sitio exacto. El área señalada por este tipo abarca centenares de kilómetros cuadrados. En segundo lugar, porque peinar el área sería muy costoso en hombres y material, no ya para desplegarlos sino porque tendrían que combatir contra los protectores de Ben Laden y Zawahiri. Ten en cuenta que en las áreas con presencia de la coalición internacional en la región que separa Afganistán de Pakistán se calcula que existen entre medio millón y un millón de posibles milicianos "desafectos" (léase, posibles combatientes anti-Otan) de entre 15 y 25 años... Y en tercer lugar, por la presencia de los pakistaníes. Eso debería indicarte algo, teniendo en cuenta que los servicios secretos de este país han trabajado desde hace años codo con codo con los servicios secretos norteamericanos...
- Por ejemplo..., ¿que esos servicios secretos norteamericanos sí saben dónde está Ben Laden y que los pakistaníes están vigilándolo/protegiéndolo para ellos mientras en público se asegura que el tipo está en paradero desconocido?
- Lo has dicho tú..., pero nadie ignora que Ben Laden y la misma organización de Al Qaeda que, como sabes, significa La Base, fue un producto de los propios servicios secretos norteamericanos. Un grupo creado por ellos inicialmente para combatir contra la invasión soviética de los años ochenta del siglo pasado. Y según ciertos informes que corren entre la gente que tiene alguna idea de lo que ocurre por allí, Ben Laden no sólo es diabético (y necesita un tratamiento diario) sino que se encontraba en cierto hospital egipcio el día de los tristemente famosos atentados del 11-S...
- ¿Puedes demostrar eso? -pregunté alarmado.
- ¿Quién puede demostrar nada? -sonrió mi gato antes de darse la vuelta, satisfecho por haberme inquietado como solía y, tras haberse comido todas las sardinas, enfiló hacia la puerta; antes de salir, se volvió y añadió:- Por cierto, la misma misteriosa fuente de la OTAN añadió que el ejército estadounidense podría mantener la guerra en la zona indefinidamente. Pero ¿realmente el conflicto allí merece la pena como para mantener "indefinidamente" tantas tropas, con lo que cuestan en dinero, prestigio y sobre todo en vidas humanas? ¿Por qué están realmente allí, ya que no buscando a Ben Laden? ¿A quién combaten realmente?
Dicho lo cual, hizo una de sus salidas estrella y me dejó sentado en el taburete de la cocina, pensando.
Lo único cierto y verdadero es que ahora tendré que comprar unos nuevos paquetes de Bratwurst para reponer los que se comió (y esconderlos para que no se los coma otra vez antes del Samhain).
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