Periódicamente vuelvo a mis clásicos, pero es que no me dejan otro remedio. George Orwell, en su absolutamente imprescindible 1984, auguraba entre otras cosas la espantosa hipocresía y el hediondo engaño que la clase política practicaría (este tiempo verbal es para su época; en la actualidad, léase practica) sobre los ciudadanos ejerciendo una tiranía a la que disfrazaba con el nombre de democracia. Así, el tradicional ministerio de la Guerra recibía en su novela el nombre de ministerio de la Paz (hoy, le llamamos de Defensa, pero las acciones militares en las que se han empleado las tropas españolas en los últimos años en Iraq y Afganistán no han sido precisamente "defensivas"). El ministerio de la Abundancia se encargaba de la economía pero a pesar de su denominación mantenía a la población en un perpetuo racionamiento (una cosa parecida a las "políticas sociales" gracias a las cuales tenemos más de 4 millones de parados hoy) y el ministerio de la Verdad destruía sistemáticamente los documentos periodísticos e históricos que daban una versión distinta de la que convenía al Gran Hermano y su jerarquía (cualquier periodista digno de ser llamado así sabe por su propia experiencia que ese ministerio no sólo existe hoy sino que ejerce ¡y de qué forma! aunque sus paredes sean "invisibles").
Un cuarto ministerio de nombre contradictorio era el ministerio del Amor, donde se aplicaban los castigos y la tortura a los disidentes. En los últimos años, he llegado a comparar este concepto con nuestro actual ministerio de Igualdad, gracias al cual y por mor de la llamada discriminación positiva se vulnera entre otras cosas un derecho constitucional elemental como es precisamente la igualdad entre hombres y mujeres: las últimas leyes aprobadas en este sentido castigan legal y socialmente con mucha mayor rudeza a un hombre que hace daño a su mujer que a una mujer que hace daño a su hombre. Yo he llegado a oír comentarios del estilo "algo habría hecho el marido para que la mujer le matara"..., que es exactamente la misma frase que, dicha al revés, tanto repugna a cualquier persona con dos dedos de frente. Es impresionante el número de analfabet@s funcionales que existen en España que todavía no han comprendido el hecho cierto de que el Feminismo es una doctrina tan lamentable y repudiable como el Machismo..., y desde luego nunca la cura de éste.
Como a todos los gobernantes de este país, a José Luis Rodríguez Zapatero la Historia le pasará en su momento la factura correspondiente (la Vida se la pasará también -se la está pasando ya- a nivel individual, pero ésa es una responsabilidad que debe afrontar en solitario y en su intimidad) por los errores de bulto que, consciente o inconscientemente, ha cometido durante los últimos años y que tendrán consecuencias muy caras para tantos españoles. Pero hay uno en concreto que me duele personalmente por el daño que ha hecho ya en nuestra sociedad y porque soy testigo de cómo personas conocidas mías han sufrido o están sufriéndolo directamente. Y es el daño terrible que el "amigo de la ceja" ha causado a la mujer.
Las más antiguas tradiciones europeas han comprendido y reconocido el papel de la mujer en la sociedad, la importancia que su bienestar tenía para el hombre antiguo (olvidémonos de la muy estúpida y falsa caricatura del troglodita con la cachiporra llevando a la mujer de los pelos) y su calidad como encarnación de la propia Naturaleza en la vida cotidiana de las civilizaciones que vivieron desde la península ibérica hasta los Urales, desde los Balcanes hasta las Islas Británicas. En este enclave maravilloso del planeta, donde todo comenzó y donde cada vez estoy más convencido de que todo terminará, los hombres las respetaban tanto que llegaron al punto de idealizarlas y hasta consagrarlas. El concepto de la maravillosa Dama medieval, tanto la del caballero errante como sobre todo la del trovador provenzal de los Minnesänger, no fue más que un intento de reactualizar los antiguos tiempos, cuando los primeros templos se cavaban en el interior de la roca (para emular en el mundo físico los órganos sexuales femeninos) y cuando los primeros dioses eran diosas (incluyendo al Sol, considerado como una deidad femenina). Aún hoy es en Europa donde más se respetan los derechos de la mujer y donde más repugna la tortura viviente de los burkas o los castigos brutales como las lapidaciones (paradójicamente, las llamadas "feministas" se encuentran entre los colectivos que más "comprenden" las "diferencias culturales" de "otros países", incluyendo el complejo y gradual sistema de sometimiento a base de los distintos tipos de velos; siempre que oigo alguna declaración en ese sentido me dan ganas de darle un billete sólo de ida a la "feminista" en cuestión para que se vaya a vivir a un país donde tratan así a sus colegas de sexo).
Todo esto se perdió con la desgraciada llegada e imposición en nuestro continente de creencias, religiones y costumbres por completo ajenas a nosotros: monoteísmos orientales basados en el patriarcado y el machismo que, inicialmente parapetados bajo una imagen de buenismo y humildad tan similar en el fondo a la de nuestro actual gobierno, se apoderaron poco a poco de la infraestructura del imperio romano, lo parasitaron como sanguijuelas y finalmente lo destruyeron y lo sustituyeron en el poder. Entonces, las mujeres sabias pasaron a ser brujas, las mujeres hermosas pasaron a ser mercaderías, las mujeres libres pasaron a ser prostitutas, las mujeres todas pasaron a ser esclavas..., tal y como siempre ha sucedido en los imperios orientales.
Ha costado mucho tiempo y mucho esfuerzo reeducar mínimamente a los ignorantes varones españoles (entre los europeos más castrados de toda Europa por esta letal corriente que nos invadió desde el Este) en la necesidad de volver a ese antiguo respeto que sentíamos por las mujeres, a esa puesta en valor de sus virtudes y cualidades, a esa necesidad de devolverlas el lugar que antaño tuvieron en nuestra sociedad y en nuestros corazones. Y hacerlo con todas, no sólo con nuestras madres y hermanas (y a veces también las esposas...), sino con todas. Ha costado (y sigue costando) mucho entre otras cosas porque para que un hombre respete y comprenda a una mujer (hecho titánico, por otra parte, ya que la inmensa mayoría de las mujeres ni siquiera se comprenden a sí mismas) primero debe ser él mismo un hombre con todas las letras, que haga honor entre otros al principio sagrado de la Virilidad, tan reconocido en la antigüedad y tan desconocido hoy (y que como es obvio para cualquier persona medianamente formada nada tiene que ver con haberse acostado con mil mujeres).
Bien..., pues en ésas estábamos, cuando aparece Rodríguez Zapatero pretendiendo ser, no el mayor, sino el único defensor que ha encontrado la mujer española desde los tiempos de Viriato y dispuesto además a demostrarlo. ¿Cómo lo ha demostrado? Pues, aparte de dar vía libre a una serie de leyes y normas absurdas y contraproducentes como la citada "discriminación positiva", se ha dedicado a impulsar a primera línea política a una caterva de mujeres en absoluto preparadas para los puestos que se les encomendaba y cuyo único mérito era ser mujer (bueno, y tener familiares con poder en el partido). Mujeres ignorantes, desabridas, masculinizadas, arrogantes, carentes de recursos, faltonas incluso..., y por lo general incapaces para las tareas que se les encomendaba hasta el punto de que han metido la pata sistemáticamente y lo siguen haciendo. A finales de septiembre, el Frankfurter Allgemeine que no es precisamente un periodicucho de barrio resumía para vergüenza española y cachondeo general en Europa el carácter del gobierno de ZP con el titular Zapateros Modepüppchen, es decir Las muñequitas de Zapatero. En este acertado artículo se criticaba el chic que acumulan los socialistas españoles "en cuanto ponen un pie en el poder (...) la imagen y el factor glamour pueden ser determinantes". Los periodistas alemanes se referían a "papá-que-soy-ministra Aído", "gypsy look González Sinde", la vicepresidenta "De la Vogue", la "trendy Chacón", etc.
Pero eso no ha sido lo más grave. Lo peor es que en España se ha conseguido justamente lo contrario de lo que en teoría se buscaba. La supuesta defensa de los "derechos femeninos" de Rodríguez Zapatero ha reavivado el machismo de muchos hombrs y lo ha creado donde no existía en muchos otros (incluso entre no pocas mujeres) que ahora más que nunca están convencidos de que la fémina no debe tener poder ni político, ni económico, ni social, ni profesional..., porque: "¿Ves lo que pasa cuando se le da poder a la mujer? Vamos mucho peor..." Resulta estremecedor hablar con tantas mujeres jóvenes (por mi trabajo tengo ocasión de comprobarlo pues una de mis responsabilidades es el control y evaluación de nuestr@s becari@s) que sólo piensan en divertirse y "dar el braguetazo" como se decía antes, pero a las que no les interesa en el fondo su propia carrera e independencia profesionales.
¿Es que no hay mujeres válidas, entonces? ¡Claro que sí! Antes apuntaba que conozco algunos casos muy cercanos y muy concretos de mujeres muy preparadas y que están sufriendo las consecuencias de esa tendencia antifemenina creada en la sociedad actual gracias a la torpeza e incoherencia de ZP y sus "ángeles de Charlie" particulares. Son mujeres que llevan toda su vida demostrando su profesionalidad y su saber hacer, a las que nadie les ha regalado nada, que se las han visto y deseado para compatibilizar su trabajo y su familia, que han tenido que esforzarse el doble que sus colegas masculinos para llegar hasta donde están y que aún así se encuentran permanentemente en el disparadero por el simple hecho de ser mujeres, que son criticadas con mayor dureza y sin piedad (es un verdadero sarcasmo pero las críticas más sangrantes contra las mujeres que triunfan no vienen de los hombres a pesar de todo sino..., de ¡otras mujeres!) y que no se merecen que cuatro cretinos que tienen un escroto donde deberían tener un cerebro las traten como las tratan.
Esas mujeres existen, pero son pocas y tienen escasísimo apoyo. Subieron solas y siguen solas a pesar de la palabrería de las Pajines, las Aidos, las Sindes, las Delavegas..., y en especial del principal responsable de que ahora estén incluso peor que ayer: el todavía presidente del gobierno quien, es evidente, desconoce las virtudes de la Virilidad con mayúscula y sólo por eso hace mucho tiempo que no cuenta con mi respeto.
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