Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 17 de febrero de 2011

Álix el intrépido

Hace poco más de un año fallecía, a los 88 años de edad y víctima de un edema pulmonar, el último de los Cinco Grandes de la llamada Escuela de Bruselas: Jacques Martin. Junto con Hergé, Edgar Pierre Jacobs, Bob de Moor y Willy Vandersteen, fue uno de los maestros de la llamada "línea clara" en el comic francobelga. Colaborador estrecho del propio Hergé, trabajó con éste en varios álbumes de su archiconocido personaje Tintín, especialmente en Stock de Coque y en Tintín en el Tibet, además de sacar adelante diversas series como la aventuras del periodista Lefranc (una versión adulta del propio Tintín) o el oficial de la Francia revolucionaria Arno, entre otras. Sin embargo, la mayor herencia de Martin, el personaje por el que fue encumbrado al Olimpo de los colosos del tebeo y hoy es llorado por sus numerosos lectores es Álix, el intrépido.

Martin comentaba que desde jovencito le interesaron la historia, el arte y, por supuesto, la historieta. Con 21 años y en plena Segunda Guerra Mundial (en 1942), había conseguido publicar su primer tebeo: Les aventures du Jeune Toddy en la revista Je maintiendray. Fue el comienzo de un exitoso camino, no exento de problemas, que le permitió convertirse en el fundador de un nuevo subgénero en el llamado "cine de los pobres": el comic histórico basado en una exhaustiva y rigurosa documentación. Álix en concreto nació como un personaje de la revista Tintín, cuyo primer número se publicó en 1946 y en la que aparecieron los trabajos de los principales creadores de la época, creando un estilo y un sello de calidad que más tarde sería seguida por ilustres sucesoras como Pilote o Metal Hurlant.  

Durante los años ochenta, Martin sufrió una severa afección ocular que le obligó a echar mano de numerosos colaboradores (el principal de los cuales, Rafael Morales) para poder seguir adelante con la serie. Por supuesto, y como sucede siempre con todos los personajes de tebeo, a pesar de la supervisión de su creador y del hecho de que dejara esbozados una treintena de argumentos para otros tantos álbumes, Álix ya no volvió a ser el mismo (de la misma manera que Astérix no lo fue tras la muerte de Goscinny, por mucho que se esforzara Uderzo, o que Blueberry tampoco, tras el fallecimiento de Charlier, por enorme que sea el trabajo de Giraud, alias Moebius).

 Las aventuras de Álix el intrépido fueron, durante mucho tiempo, objeto de deseo de los aficionados al tebeo en España porque, por algún motivo, jamás llegó a triunfar en nuestro país. Apenas se publicó un puñado de ellos (además, en completo desorden cronológico) entre los años setenta y ochenta y, desde entonces, la única forma de disfrutarlos era adquirirlos en francés (esto mejoró últimamente, a través de Internet) o estar dispuesto a gastarse grandes sumas de dinero y mucho tiempo intentando localizar en el mercado de segunda mano alguno de los escasos ejemplares de sus aventuras. 
Felizmente, todo esto ha cambiado con la irrupción en escena de NetCom2 Editorial que ha tenido la iniciativa suficiente como para remediar el desaguisado y, tras llegar a un acuerdo con los propietarios actuales del personaje, la Editorial Casterman, poner a disposición del aficionado una edición muy digna de Álix en español. Martin no llegó a verlo, porque los primeros álbumes en nuestro idioma aparecieron en la primavera del año pasado, poco después de su fallecimiento. Desde entonces se han ido publicando regularmente (aunque no en el orden original: se alternan los trabajos del autor con los de sus colaboradores, por pura estrategia comercial) con el objetivo inicial de colocar en el mercado los 28 títulos de los que consta ahora mismo la serie, así como la intención de publicar también los futuros álbumes que edite la editorial belga. Buena muestra del acierto de NetCom2 es el hecho de que los primeros títulos publicados hace apenas unos meses se agotaron enseguida y son en este momento muy difíciles de adquirir, motivo por el cual está prevista una reedición para el próximo mes de abril.

Para aquéllos que no conozcan a Álix el intrépido, una forma rápida de definirlo podría ser ésta: se trata de la antítesis de Astérix o, mejor dicho, deberíamos calificarlo al revés puesto que el galo de Goscinny y Uderzo nació once años más tarde. Ambos personajes son galos, viven en la misma época de Julio César, poseen un compañero inseparable y viven sus aventuras viajando por todo el mundo..., pero ahí acaban las similitudes. 

El principal atractivo de Álix es el asombroso rigor histórico desplegado por Martin, que permite disfrutar de las historietas como si un libro de Historia cobrase vida ante nuestros ojos. El autor abruma desde el dibujo minucioso de los uniformes o vestimentas de cada uno de los países visitados por su héroe hasta la exactitud de los relatos mitológicos o históricos que salpican la trama principal, pasando por la fidelísima reproducción de templos, palacios, esculturas y otros elementos de los que hoy nos quedan apenas los restos arqueológicos. Qué contraste con la ambientación sui generis basada en los tópicos nacionales que aparece en Astérix, donde se mezclan alegremente épocas y personajes (esos legionarios de la república vestidos con la loriga de placas y el escudo cuadrangular del imperio, por ejemplo).

Donde Astérix ensalza lo que llama "el carácter nacional galo" y resiste "ahora y siempre" al invasor, Álix defiende el nuevo orden impuesto por la civilización romana y él mismo se define, allá por donde va, como "un ciudadano de Roma" a pesar de sus orígenes. Con Goscinny y Uderzo, Julio César es un intrigante y ambicioso conquistador, muy torpe y definitivamente impotente a la hora de conquistar "la aldea de los locos" pero con Martin se convierte en un eficaz general y un severo aunque honesto protector e incluso amigo personal de su héroe. Astérix comparte sus aventuras, su vida entera, con su inseparable compañero: el simple, obeso, infantil y superpoderoso (gracias a la poción mágica) Obélix, otro guerrero galo. Álix en cambio lo hace con otro compañero inseparable pero muy diferente: el frágil, desconfiado, leal y afeminado Enak, un príncipe egipcio.

De hecho, he aquí probablemente la causa principal por la que la serie no arraigara en España en su día: la apenas disimulada amistad homosexual entre Álix y Enak (que suelen dormir juntos, aunque nunca vemos ninguna imagen explícita de su relación). En más de una ocasión, el rubio galo de la sempiterna túnica roja tiene que salir corriendo a rescatar a su amigo moreno de la túnica azul en circunstancias que no difieren mucho de las que rodean a los héroes de caballería que parten a salvar a su dama. Para subrayar esta situación, los personajes femeninos de Martin, a lo largo de sus títulos, son mujeres poco agraciadas o muy masculinizadas por las que es imposible que Álix pueda sentir (nunca lo hace) el más mínimo interés sexual. Y es que no podemos olvidar que Álix, a diferencia de Astérix, no es un personaje para todos los públicos, sino un personaje adulto. En nuestra ignorante España, está muy extendida la errónea idea según la cual el comic, la Ciencia Ficción, los dibujos animados, los juegos de rol y otras delicatessen de la cultura contemporánea deben ser consumidas sólo por niños: las personas adultas, con raciocinio, serias y responsables "no pueden perder el tiempo" con semejantes "tonterías"...

La otra razón que perjudicó la publicación regular de la serie en nuestro país, a mi juicio, es su extraordinaria seriedad. No hay personajes cómicos ni planteamientos humorísticos: todo es siempre muy serio, muy duro, las tramas obligan a sus protagonistas a jugarse la vida permanentemente. Incluso cuando están descansando entre aventura y aventura parecen hallarse de mal humor, en una expectativa pesimista ante las próximas dificultades que tendrán que afrontar. Probablemente sea una de las series de tebeo donde menos sonrisas se hayan dibujado.


Resulta difícil escoger algún álbum en concreto para destacar, aunque personalmente tengo mis favoritos: el maravilloso El último espartano es el primero de ellos, aunque Las legiones perdidas, La garra negra y La tumba etrusca no le van a la zaga. En todo caso, ahora están (o estarán a no mucho tardar) todos disponibles en español, con lo que cada cual podrá defender las aventuras que más le gusten. Los tebeófilos estamos de enhorabuena. Y también deberían estarlo los profesores que quieran introducir en sus alumnos el amor por la historia y la cultura en general: en lugar de mandarles a leer las tonterías que les mandan hoy día podrían recomendarles que leyeran las aventuras de Álix. Aprenderían mucho más y mucho más rápido sobre nuestros antepasados.

 

 

1 comentario:

  1. Hola, Pedro Pablo. He mencionado tu interesante artículo en http://miscomicsymas.blogspot.com/2012/01/politicamente-incorrecto-alix-y-enak.html#comment-form

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