Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La quinta bomba

Hace ahora 45 años se produjo el incidente nuclear más grave de la historia de España..., y no fue culpa de españoles sino de norteamericanos. El 17 de enero de 1966, un bombardero estadounidense B-52 y un avión de reaprovisionamiento KC-135 de la Fuerza Aérea Estadounidense que volvían desde Turquía chocaron durante una maniobra de aprovisionamiento cuando se encontraban a unos treinta mil pies de altura justo encima de la costa almeriense. La explosión fue de las que le gusta rodar a Spielberg y ambos aparatos cayeron envueltos en llamas. A pesar de lo tremebundo del siniestro, cuatro de los once tripulantes de los aviones lograron saltar en paracaídas. Lo interesante es que el B-52, como corresponde a su condición de pájaro asesino, transportaba varias bombas termonucleares de un megatón y medio cada una, que cayeron sobre territorio español, muy cerca del pueblo de Palomares. Si hubieran llegado a estallar, lo de Hiroshima y Nagashaki hubiera sido una fiesta de fuegos artificiales en comparación con la explosión resultante... 

Por fortuna, no lo hicieron. Es decir, sí explotaron pero sólo dos de ellas (que cayeron cerca de la localidad) y sólo el detonante convencional encargado de disparar la primera reacción en cadena. Hoy sabemos que llevaban un dispositivo de seguridad que, lógicamente, no estaba activado en el momento del siniestro aéreo, y eso fue lo que impidió el desastre total. Sin embargo, gracias a esa pequeña explosión fueron diseminados unos veinte kilogramos de plutonio muy radiactivo en la zona donde habían caído las bombas. ¿Cuántas bombas? Cuatro, dos de las cuales quedaron intactas: una en tierra y la otra en el mar. 

- Te olvidas de la quinta -interviene Mac Namara, que hacía tiempo que no se presentaba por aquí, pero al que le encanta puntualizarme los datos históricos-, la quinta bomba.

- ¿Qué quinta bomba? Sólo se informó de cuatro -me reafirmo en mi opinión.

- Exacto. Como bien dices, sólo "se informó".  Pero el plutonio radiactivo se disuelve mal en el agua de mar y las mediciones de todos estos años en la región han convencido a más de un experto (otra cosa es que se atrevan a decirlo en voz alta) de que había al menos una quinta bomba que cayó también al mar pero jamás fue encontrada. Y ahí debe seguir a día de hoy...

Acepto la precisión por no discutir con mi gato paranoico. Estos días estoy tan cansado que no tengo muchas ganas de pelearme con nadie, y menos con él. Fueran cuatro o cinco bombas, lo cierto es que en aquella época el incidente de Palomares ocupó lógicamente las portadas y los titulares de los medios de información de todo el mundo pero, tras el revuelo inicial y recuperadas las bombas y restos de los aparatos, el asunto pasó a un segundo plano y poco a poco fue cubriéndose de polvo en los anaqueles de los hechos históricos. Se hicieron muchas fotografías famosas en aquellos días, como por ejemplo la que aparece aquí, obtenida tras ochenta días de rastreo del Mediterráneo por casi cuatro decenas de buques norteamericanos de todo tipo (aunque al final sólo la encontraron gracias al pescador local Francisco Simó, desde entonces conocido como Paco "el de la bomba").  El USS Petrel la sacó del fondo del mar, porque descansaba a unos 900 metros de profundidad. Aunque a primera vista la imagen nos parezca un poco rancia, resulta que es una de las primeras fotos jamás distribuidas de una bomba de hidrógeno norteamericana y en ella aparecen el entonces jefe de la Junta de Energía Nuclear Española en Palomares Antonio Velilla y el general de brigada coordinador español de la operación Arturo Montel junto con dos mandos estadounidenses: el comandante de la Marina de los EE.UU. almirante William S. Guest y el comandante de la Fuerza Aérea general Delmar E. Wilson.

Sin embargo, las fotos más populares (al menos en España) fueron las de la serie protagonizada por el entonces ministro de Información y Turismo Manuel Fraga y el embajador de Estados Unidos en aquella época, Angier Biddle Duke (son los dos que levantan las manos saludando no se sabe muy bien a quién), que se pusieron los característicos bañadores estilo ay-madre-mía-menuda-pinta-llevo para darse un chapuzón en las playas almerienses, que demostrara que no había radioactividad suelta porque todo había quedado muy limpito y recogido y por tanto la gente podía volver a frecuentar la zona sin temor a ver su salud afectada. Un mensaje claramente dirigido al incipiente pero ya muy interesante mercado turístico de sol y playa...

Así que, en poco tiempo, el incidente de Palomares se convirtió en una "batallita" más para contar a los nietos, sin mayor trascendencia que los comentarios sobre los bañadores de Fraga y compañía. Sin embargo, hoy, 45 años más tarde, sabemos algunas cosas que contradicen la versión oficial...

- Ya veo por dónde vas -aprueba, discplicente, Mac Namara- pero te dejo continuar para que te luzcas.

 Doy las gracias a mi gato y aclaro. Ahora resulta que aquello no estaba tan "limpio" y tan descontaminado como durante tanto tiempo nos hicieron creer (y como mucha gente sigue de hecho creyéndolo hoy día) y además los peligros que encierra la zona se cuentan como si todo el mundo los supiera cuando la publicidad que se les ha dado hasta ahora ha sido mínima (inexistente, para según qué detalles). Esta misma mañana una delegación de técnicos norteamericanos encabezada por Glenn Podonsky, director de la Oficina de Salud, Seguridad y Protección del Departamento de Energía de los Estados Unidos (el sonriente tipo de la derecha), ha visitado los terrenos afectados por la caída de las cuatro bombas...

- Cinco.

... De las bombas, en compañía de unos delegados del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) español, con el "compromiso de seguir colaborando con España" en una solución definitiva de limpieza de la región "aunque por el momento no se manejan plazos" (nunca se han manejado, de hecho). Según los datos del propio CIEMAT, quedan unos 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada repartidos en tres grandes áreas y una superficie total de 41 hectáreas, "protegidas y valladas" y por tanto "no hay riesgo para la salud humana", aunque los últimos análisis denuncian que la contaminación se ha extendido fuera de esa superficie. Y parte de ella parece ser por americio, que es el producto de la desintegración del plutonio y resulta aún más peligroso. Además, un estudio previo, y menos difundido, cifraba en 50.000 los metros cúbicos de tierra contaminada y eso que EE.UU. ya retiró en su día unas 1.400 toneladas de suelo radiactivo para enviarlos a su planta de tratamiento de residuos nucelares de Savannah, en Carolina del Sur, donde fueron eliminados.

Lo cierto es que  la zona de Palomares está considerada, hoy 23 de febrero de 2010, la más contaminada del mundo por plutonio 239. El 30 por ciento de la población local registraba en su momento trazas de radiactividad. Y aunque el CIEMAT insiste en que, a pesar de ello, no hay peligro si no se ingiere el plutonio y que no se ha detectado ninguna incidencia anormal de cáncer, dos veces al año los habitantes de Palomares que lo desean viajan a Madrid a someterse a exámenes médicos voluntarios. El último dato conocido habla de 118 personas que han dado positivo (aunque la palabra "positivo" resulta aquí contraproducente) con trazas de radiación en unos 4.700 análisis. ¿Por qué, tras 45 años de silencio, parece que de pronto es tan importante, ahora, la limpieza de Palomares? ¿Sobre todo teniendo en cuenta que la vida media del plutonio empleado en esas bombas supera los 24.000 años?

- Pues es obvio: es un lugar interesante para continuar destrozando la costa española mientras un puñado de listillos se hace de oro... 

Mi gato conspiranoico ha querido decir que existen recientes intereses urbanísticos para construir residencias turísticas allí. A raíz de la petición formal para comenzar la edificación se elaboraron unos análisis actualizados que han revelado una radiactividad de 100.000 becquerelios por kilo de plutonio: para que nos entendamos, eso es ¡veinte veces más de lo que el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) considera aceptable para una población! La radiactividad afecta también a los cultivos y a la fauna local. A pesar de ello, y aunque la zona más afectada fue expropiada, a día de hoy se siguen cosechando hortalizas en los terrenos adyacentes que luego son vendidas en toda España. Claro que lo más bizarro de todo es que el CSN recomienda extremar la precaución con el consumo de caracoles, animales que pueden contaminarse muy fácilmente y, sin embargo, ¿cuál es el plato típico de Palomares? ¡Los caracoles, por supuesto!

Y ahora, el remate final: el baño de Fraga y Biddle Duke ¿se produjo realmente en Palomares? ¡Pues no! Sucedió en Mojácar, frente al Parador Nacional de esta localidad a unos kilómetros del lugar del siniestro.

- En realidad hubo dos baños -me interrumpe Mac Namara y, ante mi perplejidad, añade, satisfecho por volver a quedar por encima de mí:- El primero sí se lo dio el embajador de EE.UU. junto con sus acompañantes, en Mojácar. De esta manera intentaba dar el pego sin arriesgarse. Total, la mayoría de los 'yankees' no saben ni ubicar su propio país en un mapamundi, ¡como para distinguir una playa de Almería de otra! Pero los periodistas descubrieron el pastel y fue necesario organizar una nueva 'performance' en la playa de Quitapellejos (¡precisamente!) ya en Palomares. Ahí sí se bañaron todos, Fraga incluido.
  
- Me has reventado la sorpresa final, que yo iba a utilizar para insistir en que nunca hay que fiarse de la información oficial -le reprocho.

Mac Namara sonríe felinamente y añade:

- No tanto, jeje. La razón por la que Fraga y compañía no tuvieron problemas al bañarse en las aguas contaminadas..., es que esas aguas contaminadas ya no estaban allí cuando ellos se introdujeron en la playa, sino que las corrientes marinas las habían desplazado hacia el sur y en aquel momento se encontraban frente a la localidad gaditana de Barbate. Allí acababan de prohibir la pesca y los puertos permanecían amarrados a puerto mientras la porquería radiactiva evolucionaba definitivamente hacia el Atlántico. Pero en Barbate no había ningún periodista: estaban todos en Palomares certificando lo "inofensivo" de los presuntos residuos...

Y eso que todavía falta por encontrar "la quinta".
 

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