En estos días en los que todo el mundo habla alegremente de la presunta conquista de la libertad por parte de los pueblos, no dejo de recordar lo que mi tutor Thoth me ha repetido miles de veces en la Universidad de Dios (y que he podido comprobar personalmente a lo largo de mis sucesivas reencarnaciones): la libertad sólo puede ser conquistada por el individuo, a título personal, y tras largos y penosos esfuerzos; nunca merced a un puñado de noches de pancartas, gritos y puños en alto. Todo lo demás no es sino mera apariencia. Un engaño burdo de los sentidos, empezando por los de aquéllos que se creen/nos creemos libres..., puesto que no hay esclavo mejor sujeto a las cadenas que aquél que cree estar libre de ellas.
Mi escepticismo ante lo que está ocurriendo estos días (mucho más sencillo, y al mismo tiempo mucho más complejo que los pueriles análisis que he escuchado a los tertulianos de la inmensa mayoría de los medios de comunicación) ha sido frecuente motivo de reproche últimamente por personas que conozco fuera de la Universidad de Dios, pero no me importa demasiado que me consideren un listillo, un extravagante o un esnob. Depender de la opinión ajena es colocar la vida de uno en manos de los demás.
Y, como suele decir mi profesor Epicteto:
Si, después de reconocer que es tu deber, haces algo concreto, no evites que te vean haciéndolo, aunque la opinión que de ello tengan los demás sea muy mala. Si tú sabes que la acción es realmente mala, la habrás evitado, pero si tú sabes que no lo es, no temas reproches injustos.
Mucha libertad y mucha democracia en los países árabes, pero mientras tanto la gasofa sube como la espuma y los que provocan todo esto se hacen un poquito mas bibibibillonarios. Ziramat
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