Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 22 de abril de 2010

Principios elementales de la propaganda de guerra

Pese a su brevedad, uno de los libros más jugosos e ilustrativos (y por cierto, difíciles de encontrar en su momento; no sé ahora cómo estará la cosa pero imagino que no mucho mejor) que he leído sobre la potencia de la palabra como arma de destrucción masiva se titula Principios elementales de la propaganda de guerra (utilizables en caso de guerra fría, caliente o tibia) y está firmado por la historiadora belga Anne Morelli, aquí a la izquierda. Ya en el prólogo firmado por Michel Collon se apunta una fórmula doble, útil a la hora de considerar si uno puede o no fiarse de un documento o un testimonio cuando examina un hecho histórico.

En primer lugar, es preciso comprobar el número de fuentes que hacen referencia a la información
y ver si son directas o indirectas. Ejemplo: tomemos la noticia "Un soldado ha matado a un civil en un conflicto internacional". No tiene el mismo valor recibir seis versiones diferentes de la información facilitadas por seis fuentes distintas y directas (aunque se contradigan en parte de ella: por ejemplo, tres de las fuentes dicen que el civil era un miliciano que atacó previamente y por sorpresa al soldado y que éste se defendió y le mató; así que podemos confirmar la noticia, aunque no todos los detalles de la misma) que sesenta versiones iguales e indirectas de la misma información facilitada en realidad por una sola fuente (con lo que las versiones se limitan a repetir el mismo titular incluso palabra por palabra; pero sólo existe esa versión así que ¿qué garantía tenemos de que fue eso lo que pasó? ¿Que no fueron cinco los civiles muertos? ¿O que no fue el civil quien mató al soldado? ¿O que en realidad nadie murió?). Por desgracia, la inmensa mayoría de informaciones interesantes que circulan hoy en los medios de comunicación se ajustan más a este segundo perfil que al primero.

En segundo lugar, Collon exige fiabilidad total de la fuente para dar la información, porque si esa fuente no se ha ajustado a la verdad en otras ocasiones o tiene intereses personales en los hechos sucedidos, su versión no vale (no debería valer) nada hasta no ser convenientemente contrastada (por ejemplo, si la noticia del soldado la facilita el gobierno del país con el que su ejército está en guerra, cuando menos deberíamos p
onerla en cuarentena). Este segundo punto también es violado sistemáticamente por los medios de comunicación, ansiosos por publicar cualquier cosa que les dé notoriedad (y en consecuencia lectores, y en consecuencia dinero e influencia social) y cuyo principal interés hace mucho tiempo que dejó de ser informar sino, en el mejor de los casos, entretener.

Pero esto es sólo el aperitivo. En el libro en sí, Morelli recoge entre otros el fascinante y demoledor testimonio del barón Arthur Ponsoby, hijo del secretario particular de la reina Victor
ia de Inglaterra, que vivió entre 1871 y 1946, y cuyas ideas pacifistas le convirtieron en un personaje más que polémico tanto durante la Primera Guerra Mundial como durante la Segunda. Y es que en ambas se negó a participar: habiéndose criado tan cerca del poder, seguro que poseía información de primera mano sobre las razones reales de ambos conflictos y no las que nos cuentan, fotocopiadas, los libros de Historia -¡primera advertencia de Collon!-. En 1928 publicó un libro extraordinario, Falsehood in wartime (Falsedades en época de guerra), en el que explicaba cómo los gobiernos de Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos y, sobre todo, el Reino Unido -el caso que conocía mejor por ser él mismo británico y poseer un pedigrí familiar poco corriente- habían mentido, manipulado, exagerado y engañado no sólo al resto de contendientes en el gran conflicto de 1914-1918 sino, lo que es peor, a sus propios nacionales, a los que trataron como auténticas reses incapaces de pensar por sí mismas mientras eran conducidas al matadero (lo que sucedió de facto). La portada del libro ya era toda una declaración de intenciones con la imagen de "uno de los miles de pobres niños belgas y franceses" a los que se afirmó sin rubor alguno que las tropas alemanas cortaban las manos o empalaban en sus bayonetas en cuanto tomaban su pueblo, simplemente para divertirse. Finalizada la contienda, se demostró que ni uno solo de los "casos reales" con entrevistas incluidas que había publicado la prensa de los Aliados durante la guerra era cierto (¡ni uno solo!) y que todo fue una cruel (y por cierto eficaz) mentira para movilizar a la opinión pública contra la Alemania del Kaiser Guillermo II.

Principios elementales de la propaganda de guerra no tiene desperdicio pues, retomando las informaciones facilitadas por Lord Ponsoby y actualizándolas con las generadas por guerras posteriores que ha sufrido el mundo, Morelli construye y explica el decálogo que emplean los manipuladores de los hechos para convencer a la sociedad, a cualquier sociedad, de que sus intenciones son nobles y loables, y que si sucede algo distinto no es por su culpa. Por supuesto, mientras los manipuladores gritan a los cuatro vientos su decálogo, bajo cuerda desarrollan una estrategia completamente diferente. Éstas son las diez normas de la propaganda:

1º.- NOSOTROS NO QUEREMOS LA GUERRA
(Por definición, cualquier gobierno realiza una solemne declaración en este sentido justo poco antes, o en el mismo momento, de comenzar un conflicto; de esta forma trata de quitarse de encima su responsabilidad por las graves consecuencias de sus actos. En 1914, por ejemplo, el gobierno francés dijo que la movilización de su ejército no significaba la guerra sino, al contrario,
el mejor medio de asegurar la paz (!). Otras fuerzas sociales practican esta estrategia: por ejemplo, en esas ocasiones en las que los sindicatos declaran públicamente "no queremos movilizaciones, preferimos dialogar" cuando ya han decidido de antemano que no aceptarán ninguna propuesta y que organizarán masivas protestas para doblegar a los empresarios, tengan o no razón).

2º.- EL ADVERSARIO ES EL ÚNICO RESPONSABLE DE LA GUERRA
(Los vencedores suelen
escribir la Historia y es seguro que un relato de lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial sería muy diferente si la hubiera ganado Alemania, de la misma forma que la narración de la Reconquista en España tampoco tendría mucho que ver si al final el Islam hubiera derrotado al Cristianismo en la península ibérica. Pero siempre que portavoces de uno y otro bando tienen oportunidad de expresarse nos encontramos con la misma acusación lanzada por ambos y que se resume en dos palabras: ¡empezaron ellos!)

3º).- EL ENEMIGO TIENE EL ROSTRO DEL DEMONIO (O EL MONSTRUO PARTICULAR DE ESA ÉPOCA)
(Es muy difícil odiar a todo un grupo humano a la vez, aunque se le presente como enemigo, sobre todo si se trata de personas con las que hemos tratado en algún momento. Por eso es preciso sintetizar, englobar todo ese grupo en una sola persona y satanizarla después. Un ejemplo claro: no se hizo la guerra contra los iraquíes sino contra Sadam Hussein, sólo contra él -ejem...-. También se usa esta estrategia en las competiciones deportivas: por ejemplo en el fútbol, el antimadridismo mueve a sus fanáticos enfrentándolos sólo contra el presidente del Real Madrid Florentino Pérez, sólo contra él -doble ejem...- y no contra los socios del club.)

4º).- ENMASCARAR LOS FINES REALES DE LA GUERRA PRESENTÁNDOLOS COMO CAUSAS NOBLES
(Todos los conflictos bélicos de
la historia de la Humanidad nacen del ansia por ganar dinero o poder -que a su vez dará más dinero- pero ninguno de ellos se ha presentado así de claro a las poblaciones de los países que los han sufrido para animarles a entrar en la batalla. Uno de los presidentes más cínicos de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, el mismo que embarcó a sus conciudadanos en la Primera Guerra Mundial con su famosa frase ("Les prometo que está será la guerra que acabará con todas las guerras") confesó con gran desfachatez en 1919 lo siguiente: "¿Hay algún hombre o mujer..., qué digo, hay siquiera un niño, que no sepa que la semilla de la guerra en el mundo moderno no es otra que la rivalidad industrial y comercial? (...) Esta guerra ha sido una guerra industrial y comercial, de hecho." Por cierto, España está en Afganistán en "misión humanitaria"...)

5º).- EL ENEMIGO PROVOCA ATROCIDADES A PROPÓSITO Y SI NOSOTROS COMETEMOS ERRORES ES INVOLUNTARIAMENTE
(Los relatos de atrocidades están indisolublemente unidos a la guerra y son un filón imprescindible para la propaganda. Recientemente tuvimos un ejemplo claro de este principio cuando el primer ministro ruso Vladimir Putin visitó en compañía de su colega polaco Donald Tusk las fosas de Katyn, donde el ejército soviético asesinó a miles de oficiales polacos y luego echó la culpa del crimen a Alemania -y sigu
ió haciéndolo hasta el decenio de los 90' del siglo XX-. En aquella visita, las autoridades rusas hablaron de reconciliación, de "azares históricos propi0s de la guerra", de la necesidad de "olvidar, pasar página y mirar hacia adelante"... ¡Las mismas autoridades rusas que en atrocidades bélicas mucho menores protagonizadas por soldados alemanes durante la invasión de Rusia se muestran inflexibles en la persecución y castigo lo más implacable posible de sus presuntos autores! Y es que, como dice el refrán, la caca de mi pollito no es caca.)

6º) EL ENEMIGO USA ARMAS NO AUTORIZADAS
(Es una variante del principio anterio
r porque "los nuestros" no sólo no cometen atrocidades sino que pelean "galantemente" y respetan las reglas del "juego", como si fueran caballeros medievales en un torneo, y no como "los enemigos", rastreros y traicioneros. Un ejemplo clarísimo es el de las bombas atómicas: los líderes de EE.UU. llevan años escandalizándose por la proliferación del arma nuclear en todo el mundo e inyectando el pánico a la población ante la posibilidad de una gran conflagración mundial que utilizara este tipo de recursos bélicos. En los últimos años países como Irán han sido severamente presionados en este sentido. Pero resulta que la única nación del mundo que ha utilizado alguna vez las armas atómicas, con devastadoras consecuencias como se aprecia en esta imagen de Hiroshima que se hizo pública hace sólo dos años, ha sido precisamente EE.UU.)

7º) NOSOTROS SUFRIMOS MUY POCAS PÉRDIDAS, PERO LAS DEL ENEMIGO SON ENORMES
(Este principio es aplicable a cualquier conflicto de cualquier tipo y es también básico en la propaganda. Durante la guerra de la OTAN contra Yugoslavia, cuando por cierto la Alianza Atlántica estaba dirigida por Javier Solana -el mismo que pocos años atrás se manifestaba en contra del ingreso de España en esta organización militar supranacional-, las autoridades militares europeas anunciaban cada cierto tiempo la destrucción de carros de combate del ejército yugoslavo. Al final de los bombardeos y según cálculos oficiales, el total de tanques destruidos era de 120. Sin embargo, en mayo de 2000 se hizo un recuento definitivo y se comprobó que la OTAN había destruido... 14 tanques.)


8º) LOS ARTISTAS E INTELECTUALES APOYAN NUESTRA CAUSA
(Para convencer a la gente de que apoye nuestra guerra, hay que recurrir a la emoción y para mover la emoción se emplea a los publicistas/propagandistas pero también a las figuras populares co
mo músicos o literatos y hasta a los dibujos animados: el propio Pato Donald apareció caracterizado como un seguidor de Hitler en un momento dado para unos dibujos especiales destinados a apoyar el esfuerzo de guerra norteamericano. En un terreno más social y político, en España conocemos perfectamente este fenómeno en las movilizaciones que ciertos artistas muy conocidos (la familia Bardem, Víctor Manuel y Ana Belén, Aitana Sánchez Gijón y otros) protagonizaron un día sí y otro también contra el gobierno del PP por la participación de España en la guerra de Iraq mientras que los mismos artistas jamás han salido a manifestarse contra el gobierno del PSOE (hacia el que prodigan sus simpatías políticas) por la más complicada y peligrosa participación de España en la guerra de Afganistán.)

9º.- NUESTRA CAUSA TIENE UN CARÁCTER SAGRADO
(Ésta es la manipulación religiosa por excelencia puesto que, si nuestra causa es sagrada -es decir, afecta al mismísimo Dios, que nos da su aprobación- no es ya que podamos sino que debemos defenderla con uñas y dientes, y caiga quien caiga. En el mundo progresivamente desacralizado de hoy, se puede sustituir el concepto de Dios por alguna otra Gran Palabra. Es decir, nuestra causa se libra en nombre de la Libertad, o de la Solidaridad, o de casi cualquier otra cosa que termine en ad. Aunque a veces basta con los viejos conceptos del Bien y el Mal. No fue un señor de la guerra medieval sino todo un presidente contemporáneo de los EE.UU., George Bush junior, quien definió a los países más peligrosos -según su criterio- del mundo como los del Eje del Mal.)

10º.- LOS QUE PONEN EN DUDA LA PROPAGANDA DE GUERRA SON UNOS TRAIDORES
(Obviamente, la lista no podía terminar de otro modo. Cualquiera que utilice el cerebro para lo que inicialmente se creó, es decir para pensar, descubrirá enseguida lo que es propaganda y para que se está usando, y puede llegar a negarse a seguir sus dictados. Automáticamente, se convierte en un "traidor a la causa". Y ello da permiso para presionarle, intervenirle el teléfono, interrogarle, encarcelarle y, en casos extremos, ejecutarle en la línea de "estás conmigo o contra mí".)

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