Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Los siete sabios de Grecia más uno

No conocí personalmente a Demetrio de Fáleros porque en aquella época estaba yo en plena transmigración de almas, pero a juzgar por lo que sabemos de él debió de ser un tipo interesante. Para empezar, porque aprendió en el Liceo de Aristóteles, quien a su vez había mamado la sabiduría del gran Arístokles Platón (igual que un servidor). Y aunque yo no me llevaba del todo bien con Aristónteles, como le rebauticé un día en la Academia a raíz de cierto debate que mantuvimos, sí hay que reconocer que fue tal vez el principal discípulo de nuestro gran maestro común... 

Pero hablábamos de Demetrio. Este hombre fue capaz de aplicar en la práctica una de las obsesiones de los aristotélicos: la construcción de una gran biblioteca en Alejandría bajo el patrocinio ptolemaico en la que reunir todo el saber escrito con el fin de conservar una especie de "memoria del mundo" accesible a todos los hombres y hacerlo además, por vez primera, con el apoyo institucional. Por si fuera poco, por primera vez se consiguió una organización eficaz al usar unos primitivos catálogos así como el orden alfabético. Esto parece una obviedad, hoy asumimos el orden alfabético como normal, pero en épocas anteriores se empleaban otras clasificaciones como por ejemplo el orden cronológico, con lo que las dificultades para encontrar algún texto de un autor concreto eran más que evidentes...
La intención de Demetrio fue muy loable, pues permitió recopilar cerca de medio millón de rollos (obviamente no existían libros editados como los actuales) en la Biblioteca y otros cuarenta mil en el Serapeum de la ciudad..., pero a la larga se mostró inviable porque a los hombres (a la mayoría de ellos) la sabiduría y, sobre todo, la sabiduría escrita, les importa tres pepinos treinta y tres, como diría un castizo. Por desgracia, muy pocos seres humanos están capacitados para reconocer el valor de un proyecto semejante y, aún más, para utilizarlo y disfrutarlo, como tantas veces se ha demostrado a lo largo de los milenios... A este respecto recomiendo leer el imprescindible y triste pero muy bien documentado ensayo de Fernando Báez: Historia universal de la destrucción de libros, en editorial Destino.

Como curiosidad, entre los textos que albergó la Biblioteca alejandrina, figuró la primera traducción conocida al griego de los libros judíos del Antiguo Testamento. Para ello el propio rey Ptolomeo, por consejo de Demetrio, solicitó a los principales rabinos, que dirigían la importante colonia judía que se concentraba en un barrio del este de la ciudad, que reunieran a un grupo de traductores autorizados. Ptolomeo se llevaba muy bien con los judíos y éstos pusieron a su disposición un grupo de algo más de 60 expertos de su pueblo, que fueron alojados en la isla de Faros, y que trabajaron allí durante varios meses hasta terminar su objetivo. 
A partir de entonces, el mundo occidental pudo leer por vez primera las historias de la creación del hombre a partir del barro y de la mujer a partir de una costilla masculina, del jardín del Edén y la serpiente tentadora, del Diluvio Universal que arrasó todo el mundo antiguo y tantas otras... ¡que los judíos presentaron como suyas originales cuando en realidad se habían apoderado de ellas y las habían nacionalizado como propias después de copiarlas sobre todo de los pueblos mesopotámicos y también de antiguas tradiciones egipcias!
(Momento autopublicitario: en 2001 publiqué Mitos Mesopotámicos en la colección Flash de Acento Editorial, donde hablaba de todo esto)
   
Volviendo a Demetrio, fue también él quien convenció a Ptolomeo de la necesidad de construir un Museion o museo dedicado al desarrollo de las ciencias que sirviera para albergar las tertulias y debates de los sabios que vivían en Alejandría bajo el patrocinio del Estado (eso de entonces sí que era un Estado, no la miseria ontológica que padecemos en la actualidad). Popularmente, este edificio fue denominado "la jaula de las Musas". Recordemos que, originalmente, los museos eran templos dedicados a las Musas: esas diosas maravillosas cuya contemplación sólo es concedida a muy pocos y afortunados mortales y cuyo consejo lo reciben sólo los más privilegiados entre ellos. Calíope, Clío y Talía son mis principales patrocinadoras y a las que rindo culto particular. Por cierto, para los aficionados al cine, este Ptolomeo del que estamos hablando es el mismo que tan desastrosamente aparece reflejado (encarnado por un Anthony Hopkins al que he conocido tiempos mejores) en la lamentabilísima, desechable y estupidizante película Alejandro Magno (Alexander) firmada por un muy decadente Oliver Stone en 2004.

Se dice que la muerte de Demetrio fue por culpa del veneno de una víbora, que le mordió en una muñeca pero ¿no es siempre así? ¿No suelen morir los grandes hombres víctima de la traición de las víboras, las que se deslizan en la oscuridad o preferentemente las que amparadas por la oscuridad caminan sobre dos pies? Hay que recordar que en el año de su muerte, 285 antes de Cristo, Demetrio había caído en desgracia ante el poder representado ya por Ptolomeo II y sus colaboradores. De hecho, a pesar de su magnífica obra personal, fue enterrado sin honores y se silenció (aunque no completamente, como demuestra este mismo comentario) todas las aportaciones y el bien que hizo tanto a sus contemporáneos como a sus herederos.

De la herencia de Demetrio de Fáleros, quizás el texto más conocido que nos queda sea su Apotegmas de los Siete Sabios en el que fija la lista de los considerados como siete sabios de la Antigua Grecia (no era la primera vez que alguien los citaba: el propio Sócrates, maestro de Platón, también elaboró su propia relación) junto con algunas de sus más elaboradas reflexiones que pasaron al habla popular y que hoy empleamos alegremente sin conocer su origen. Según Demetrio, los Siete Sabios (incluyendo mis dos favoritos, Tales y Solón) fueron:

* Tales de Mileto, inmenso filósofo y también matemático y político, autor oficial de la conocida y exacta máxima inscrita en el frontón del maravilloso templo de Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo". También nos dijo: "No necesitas adornarte en tu exterior, pues tu forma de vivir es lo que te embellece", "Dedícate a hacer promesas y no tardarás en fallar", "El ocio es una cosa penosa", "Si no quieres provocar envidia, esconde tu felicidad", "Antes de mandar a nadie, aprende primero a gobernarte a ti mismo", "La ignorancia es un fardo muy pesado", "Nunca otorgues tu confianza a todos por igual".

* Solón de Atenas, el gran legislador y reformador de la hoy capital griega, iniciado en los profundos Misterios del Antiguo Egipto, pronunció una de mis frases favoritas: "De nada, demasiado". Y muchas otras: "No consagres tu vida sino a lo que es honesto", "No te apresures a tener amigos pero cuando los tengas no los rechaces una vez probados", "Sólo sabrás mandar una vez que hayas aprendido a obedecer", "Si crees que es bueno que los demás te rindan cuentas, acepta que tú también debes rendirlas", "Honra a tus padres", "No aconsejes a tus conciudadanos lo que es agradable, sino lo que es mejor", "Conjetura lo invisible por lo que puedes ver".

* Pitaco de Mitylene, conocido y astuto estadista de esta ciudad de la isla de Lesbos, comentó: "Aprende a escoger el momento oportuno", "Nunca reveles tus proyectos porque si fracasas se reirán de ti", "Jamás hagas tú lo que reprochas a los demás", "No hables mal del amigno ni bien del enemigo, puesto que es una señal de falta de reflexión", "Ama a tu prójimo, aun cuando seas inferior a él".

* Cleóbulo de Lindos, que gobernó como tirano (los antiguos tiranos griegos tienen poco que ver con el concepto que hoy tenemos de esta palabra) en esta ciudad de la isla de Rodas dijo: "La mesura es la mejor de todas las virtudes", "Detestar la injusticia es lo propio de la virtud y lo contrario de la maldad", "Cásate con una mujer de igual condición, pues si ella es de una familia mejor tendrás amos en lugar de parientes", "Cuando te vaya bien no seas orgulloso, cuando te vaya mal no te humilles".

* Quilón de Esparta, un político lacedemonio hecho y derecho (¡y honrado, una rara avis!) acumuló una experiencia que le permitió aconsejar: "No es prudente amenazar a hombres libres", "No hables mal de otro si no quieres oír algo que no te agradará", "Mejor es una pérdida que se sufre una vez que una ganancia deshonesta a lamentar para siempre", "Si eres fuerte, mantente tranquilo y los demás te respetarán mucho más que si trataras de atemorizarlos", "Que tu lengua no se adelante a tu razón", "No desees lo imposible".

* Bías de Pirene, político y legislador, que describió su realidad de forma bastante acertada: "La mayoría de los hombres suelen ser deshonestos", "Tómate todo el tiempo que necesites antes de iniciar una empresa pero cuando hayas comenzado el trabajo, prosíguelo con energía y culmínalo", "Ama la prudencia", "La sed de ganancias no puede saciarse".

Periandro de Corintio, tirano (repito lo que dije antes) de esta ciudad, reformador y organizador, concluyó: "La ganancia deshonrosa es una mancha contra nuestra naturaleza", "Sé mesurado cuando los dioses decidan hacerte feliz, obra con prudencia cuando decidan tu adversidad", "Muéstrate digno de tus progenitores", "Aliméntate con comida fresca y con leyes antiguas", "No te limites a castigar a los culpables, sino impídeles que cometan nuevas faltas".

Hay quien considera a Demetrio como el octavo sabio de la lista, por haber sido capaz de reunirlos a todos, junto con los textos que hacían referencia a ellos y esta colección de maravillosas e imperecederas sentencias que rezuman sabiduría y que por cierto constituye una buena prueba de la decadencia que sufrimos en nuestros propios días, en los que resulta imposible elaborar una lista similar. Eso, por no citar la patética y aberrante utilización que hacen algunos medios de comunicación actuales de la expresión "sabios" para referirse a los asesores políticos y culturales del presidente del gobierno o a los economistas alemanes que analizan la marcha del Banco Central Europeo...

1 comentario:

  1. Encabezas con "....Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes".

    Leí, no de quien es la cita: "¿La herejía?,.... ¡solo es una cuestión de tiempo! -Juansimón-

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