Mac Namara se quejaba esta noche porque estoy muy ocupado en alegre charla con otros alumnos de la Universidad de Dios y, en lugar de perder el tiempo como de costumbre preparándole uno de sus exigentes platillos especiales de cena, me limité a abrirle una lata de sardinillas (eso sí, al limón) y a ponérselas en su cazo. "Quién sabe cuánto tiempo llevan enlatadas..., podrías estar envenenándome", refunfuñaba entre dientes (entre colmillos, más bien) con gesto arisco mientras le dejaba la cena. Lo cierto es que en un principio me preocupó que se enfadara de verdad, pues mi gato conspiranoico es imprevisible, pero luego, mientras volvía a la tertulia del salón, le contesté: "Alégrate que no te he puesto unas sardinas de un par de milenios de antigüedad". Y me reí suavemente mientras me miraba con cara de pocos amigos preguntándose qué habría querido decirle.
Si Mac Namara hubiera estado atento a nuestra tertulia, lo habría cazado enseguida porque de lo que hablábamos era precisamente del recién anunciado hallazgo de un equipo de científicos del Instituto Arqueológico de la provincia de Shaanxi en una tumba de Xian, considerada como la primera capital de la civilización china... Nada menos que un recipiente de bronce de la época llamada de los Estados Combatientes, hace unos 2.500 años, que contenía... ¡sopa! (aparece en la foto a la derecha) Sí, señor, un buen caldito elaborado hace 25 siglos y por tanto con más sustancia que si le hubiéramos añadido todos los sopicaldos del mercado, aunque no parece que el resultado final esté en buenas condiciones para ser ingerido.
El arqueólogo jefe del yacimiento, Liu Daiyun, explicaba orgulloso que es la primera vez que uno de sus equipos desentierran algo así. Sucedió en unas tumbas que salieron a la luz durante las obras de la segunda fase del aeropuerto de la zona. En una de ellas los arqueólogos descubrieron varios recipientes rotos y unos restos de costillas de vaca. En la otra, hallaron tres utensilios enteros. Uno de ellos es la sopera, que tiene una altura de 20 centímetros y un diámetro de 24 y medio y que se sostiene gracias a un trípode. Los especialistas analizarán el contenido para saber el contenido de este menú para el más allá aunque aseguran que la sopa contenía huesos de animales (no han especificado cuál) y que su color era verdoso, no porque fuera una crema de espinacas sino por la pátina tóxica que se forma en las superficies de bronce y que ha terminado afectando al alimento después de tanto tiempo bajo tierra.
De los otros dos recipientes, se ha revelado que el segundo contiene un líquido que se supone originalmente era vino, aunque ahora desde luego no creo que sepa a Ribera del Duero. En cuanto al tercero, nada ha trascendido de su contenido..., pero lo que está claro es que eran ofrendas para los muertos y no los restos del primer restaurante chino de la Historia con menú del día basado en sopa de aleta de tiburón y costillas agridulces.
En los últimos años hemos asistido a hallazgos interesantes en el inmenso Imperio del Medio, que es como suele autodenominarse China desde hace más tiempo del que recuerda la Muralla. Es curioso como todas las civilizaciones tienden a ubicarse en el centro del mundo. Si los griegos hablaban del Templo de Apolo en Delfos como el ónfalos u ombligo del mundo, sus sucesores los romanos fueron muy claros al bautizar al Mare Nostrum (Nuestro Mar, decían los muy saqueadores) que baña nuestras costas levantinas con el apelativo de Mar Mediterráneo o del Medio de la Tierra. Pero casi todas las culturas usaban esa terminología para resaltar la importancia de sus ciudades e imperios, con alguna excepción notable como los aztecas, que decían venir de un sitio aún más importante: Aztlán, la Gran Isla situada al Este más allá del gran océano que nosotros conocemos como Atlántico...
No tiremos ahora de esta hebra, de todas formas, que nos metemos con el asunto Atlántida y no terminamos esta noche... Lo que discutíamos en la tertulia es la fortuna de que estos hallazgos en China se hayan producido y, aún más, hayan trascendido porque las autoridades chinas pueden ser calificadas casi de cualquier manera menos de transparentes. Les gusta mucho guardar secretos (bueno, como al resto de gobiernos del mundo, pero digamos que ellos se lo toman con mayor ceremonia y además nos separa una barrera cultural enorme, por más que haya traductores de idioma instantáneos) y la información que facilitan sobre casi cualquier cosa es mínima. De hecho, dice la leyenda que las gafas de sol las inventaron precisamente los jueces chinos para taparse los ojos pues ésta era la única parte de su anatomía sobre la que no se podía ejercer un perfecto autocontrol en el momento de juzgar un crimen y estos magistrados tenían fama de estricta objetividad, sin dejarse llevar por la más mínima emoción.
Una de las razones de mayor peso por las que China no facilita mucha información sobre sus descubrimientos arqueológicos tiene que ver con la antigüedad de su civilización porque hay bastante miedo en las clases dirigentes a que resulte que, después de todo, el pasado dorado con el cual suele engalanarse sea más falso que una moneda de cuatro euros y cinco céntimos. Y es que cuenta la leyenda urbana que casi todo lo que inventamos los occidentales ya lo habían inventado los chinos tiempo atrás: desde la pólvora hasta los fuegos artificiales pasando por las cometas o los helados... Y que nosotros, una especie de mastuerzos ignorantes, empezamos a usar muchas de esas cosas porque otros pueblos, como los árabes, actuaron de intermediarios para acercarnos los grandes avances orientales.
Personalmente, tiendo a no creerme este tipo de afirmaciones, por dos motivos fundamentales. Primero, un imperio capaz de semejante inventiva no es un pueblo parado y encerrado en sí mismo tras sus fronteras como lo ha sido históricamente China, sino que tendría que haberse dedicado a la conquista del mundo (y haber triunfado ya en ella, teniendo en cuenta todos los millones que son) desde hace siglos, como han hecho los pueblos europeos cuyos inventos tienen todos padres conocidos y registrados. Por lo demás, qué curioso que se adjudiquen tantos inventos importantes a genios chinos desconocidos que vivieron no se sabe cuándo y no se sabe dónde..., y que además hoy no exista ni un solo inventor chino conocido. En cambio, en Occidente no sólo poseemos una larga lista de inventores con sus descubrimientos respectivos fechados, sino que periódicamente surgen y conocemos nuevos inventos e investigaciones de europeos y de sus hijos, los americanos, que no han dejado de innovar. El único gran invento contemporáneo aportado por China es el de... ¡las tiendas de chinos (donde por cierto casi todo lo que se vende son copias, prácticamente nada original)! Y ya ni siquiera se llaman así, sino tiendas de Todo a un euro (que tampoco, porque casi todo vale más que la dichosa monedita europea).
El segundo motivo por el que no me creo eso de que allí se inventaran tantas cosas antes que aquí es el análisis de lo fácilmente que se puede hacer desaparecer no ya un objeto antiquísimo de gran valor sino una excavación entera, si es necesario. Para quitar objetos "molestos" de en medio (objetos que "no deberían" haber aparecido en cierta época a tenor de lo que históricamente se supone que ocurría entonces) o simplemente por dinero. Hace apenas unos días ha sido desarticulada la enésima banda de expoliadores de yacimientos arqueológicos en Madrid, Andalucía y Valencia, en una operación combinada de la Policía Nacional y la Guardia Civil en la que se detuvo nada menos que a 85 personas. Esta gente se dedicaba a la prospección, extracción, manipulación y tráfico de los bienes extraídos de forma ilícita, sobre todo en las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada. Todo lo que robaban de nuestro patrimonio nacional era catalogado, limpiado y restaurado y más tarde vendido a través de Internet o directamente en subastas privadas o a coleccionistas. Puntas de flecha, fíbulas romanas, estelas con inscripciones en árabe, monedas medievales, hachas de piedra..., y vaya usted a saber qué otros tesoros han desaparecido quizá para siempre merced a estos piratas del pasado. Cuántas evidencias de inventos originales de Europa no habrán desaparecido con la actividad de este tipo de filibusteros, dejando el campo abierto a la reivindicación de sus equivalentes chinos como los más antiguos...
En los últimos años hemos asistido a hallazgos interesantes en el inmenso Imperio del Medio, que es como suele autodenominarse China desde hace más tiempo del que recuerda la Muralla. Es curioso como todas las civilizaciones tienden a ubicarse en el centro del mundo. Si los griegos hablaban del Templo de Apolo en Delfos como el ónfalos u ombligo del mundo, sus sucesores los romanos fueron muy claros al bautizar al Mare Nostrum (Nuestro Mar, decían los muy saqueadores) que baña nuestras costas levantinas con el apelativo de Mar Mediterráneo o del Medio de la Tierra. Pero casi todas las culturas usaban esa terminología para resaltar la importancia de sus ciudades e imperios, con alguna excepción notable como los aztecas, que decían venir de un sitio aún más importante: Aztlán, la Gran Isla situada al Este más allá del gran océano que nosotros conocemos como Atlántico...
No tiremos ahora de esta hebra, de todas formas, que nos metemos con el asunto Atlántida y no terminamos esta noche... Lo que discutíamos en la tertulia es la fortuna de que estos hallazgos en China se hayan producido y, aún más, hayan trascendido porque las autoridades chinas pueden ser calificadas casi de cualquier manera menos de transparentes. Les gusta mucho guardar secretos (bueno, como al resto de gobiernos del mundo, pero digamos que ellos se lo toman con mayor ceremonia y además nos separa una barrera cultural enorme, por más que haya traductores de idioma instantáneos) y la información que facilitan sobre casi cualquier cosa es mínima. De hecho, dice la leyenda que las gafas de sol las inventaron precisamente los jueces chinos para taparse los ojos pues ésta era la única parte de su anatomía sobre la que no se podía ejercer un perfecto autocontrol en el momento de juzgar un crimen y estos magistrados tenían fama de estricta objetividad, sin dejarse llevar por la más mínima emoción.
Una de las razones de mayor peso por las que China no facilita mucha información sobre sus descubrimientos arqueológicos tiene que ver con la antigüedad de su civilización porque hay bastante miedo en las clases dirigentes a que resulte que, después de todo, el pasado dorado con el cual suele engalanarse sea más falso que una moneda de cuatro euros y cinco céntimos. Y es que cuenta la leyenda urbana que casi todo lo que inventamos los occidentales ya lo habían inventado los chinos tiempo atrás: desde la pólvora hasta los fuegos artificiales pasando por las cometas o los helados... Y que nosotros, una especie de mastuerzos ignorantes, empezamos a usar muchas de esas cosas porque otros pueblos, como los árabes, actuaron de intermediarios para acercarnos los grandes avances orientales.
Personalmente, tiendo a no creerme este tipo de afirmaciones, por dos motivos fundamentales. Primero, un imperio capaz de semejante inventiva no es un pueblo parado y encerrado en sí mismo tras sus fronteras como lo ha sido históricamente China, sino que tendría que haberse dedicado a la conquista del mundo (y haber triunfado ya en ella, teniendo en cuenta todos los millones que son) desde hace siglos, como han hecho los pueblos europeos cuyos inventos tienen todos padres conocidos y registrados. Por lo demás, qué curioso que se adjudiquen tantos inventos importantes a genios chinos desconocidos que vivieron no se sabe cuándo y no se sabe dónde..., y que además hoy no exista ni un solo inventor chino conocido. En cambio, en Occidente no sólo poseemos una larga lista de inventores con sus descubrimientos respectivos fechados, sino que periódicamente surgen y conocemos nuevos inventos e investigaciones de europeos y de sus hijos, los americanos, que no han dejado de innovar. El único gran invento contemporáneo aportado por China es el de... ¡las tiendas de chinos (donde por cierto casi todo lo que se vende son copias, prácticamente nada original)! Y ya ni siquiera se llaman así, sino tiendas de Todo a un euro (que tampoco, porque casi todo vale más que la dichosa monedita europea).
El segundo motivo por el que no me creo eso de que allí se inventaran tantas cosas antes que aquí es el análisis de lo fácilmente que se puede hacer desaparecer no ya un objeto antiquísimo de gran valor sino una excavación entera, si es necesario. Para quitar objetos "molestos" de en medio (objetos que "no deberían" haber aparecido en cierta época a tenor de lo que históricamente se supone que ocurría entonces) o simplemente por dinero. Hace apenas unos días ha sido desarticulada la enésima banda de expoliadores de yacimientos arqueológicos en Madrid, Andalucía y Valencia, en una operación combinada de la Policía Nacional y la Guardia Civil en la que se detuvo nada menos que a 85 personas. Esta gente se dedicaba a la prospección, extracción, manipulación y tráfico de los bienes extraídos de forma ilícita, sobre todo en las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada. Todo lo que robaban de nuestro patrimonio nacional era catalogado, limpiado y restaurado y más tarde vendido a través de Internet o directamente en subastas privadas o a coleccionistas. Puntas de flecha, fíbulas romanas, estelas con inscripciones en árabe, monedas medievales, hachas de piedra..., y vaya usted a saber qué otros tesoros han desaparecido quizá para siempre merced a estos piratas del pasado. Cuántas evidencias de inventos originales de Europa no habrán desaparecido con la actividad de este tipo de filibusteros, dejando el campo abierto a la reivindicación de sus equivalentes chinos como los más antiguos...
Pero lo más impactante entre los descubrimientos de los últimos años en China es la aparición de momias de gente caucásica (blanca) que demuestra que los occidentales sí viajaron hacia el Este, mientras que están por descubrir momias orientales en algún país europeo (y si hubo migración desde aquí para allá, parece cobrar fuerza la idea de que los inventos también se llevaron originalmente de aquí para allá, no de allá para aquí como suele contársenos). Los especialistas chinos llevan unos años tratando de averiguar quién era el tipo rubio de ojos azules provisto de botas y sombrero de cuero y un manto con cenefas triangulares cuya momia fue enterrada junto a su hacha de bronce y su vara con tiras de cobre hace cerca de 3.000 años junto a unas hojas de marihuana en el oasis de Turpan, al noroeste de China.
O quiénes eran las momias rubias y pelirrojas cuyos cuerpos fueron enterrados hace más de 2.000 años (ni Marco Polo ni la Ruta de la Seda alcanzaban aún la categoría de proyecto) en la cuenca del Tarim (tal vez Conan de Cimmeria podría aclararnos este enigma...) y que, descubiertas por casualidad en 1978, a día de hoy todavía están esperando un estudio en condiciones y unas excavaciones de verdad en su entorno. La mejor prueba del pánico que embarga al gobierno chino es que tuvo algunas de ellas medio escondidas en un oscuro museo regional hasta que un experto norteamericano en antiguos textos chinos, Víctor Mair (aquí a la derecha) las descubrió allí y, asombrado, comenzó a llamar la atención internacional sobre este sensacional descubrimiento. Los últimos estudios con ADN realizados sobre los cuerpos y patrocinados por la sociedad National Geograpic "contribuyen a desterrar la idea de que China haya sido una cultura aislada del resto del mundo durante milenios" pero aún más: "habrían sido inmigrantes de fuera (europeos) quienes habrían influido de forma determinante en su evolución".
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