Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Supersticiosos de ayer y de hoy

 Siempre me ha hecho mucha gracia (es un sarcasmo, obviamente) esa idea que tantos de nuestros contemporáneos tienen de nuestros ancestros como seres supersticiosos, ignorantes y crédulos a más no poder, sólo porque vivieron antes que nosotros en el tiempo. Precisamente gracias a esta última circunstancia, nuestros antepasados eran, en general, gente mucho más sencilla interiormente, mucho más limpia de mente y corazón, ya que no estaban sometidos al lavado de cerebro continuo con que las tecnologías modernas restriegan nuestras neuronas hasta convertirlas en confeti. Incluso los esclavos de la Antigüedad eran mucho más libres que nosotros. Primero, porque a pesar de su condición eran bienes de lujo y, a no ser que les tocara en suerte algún amo demenciado o pervertido, se les trataba con cuidado para no "estropearlos" de la misma manera que nosotros cuidamos nuestros electrodomésticos o nuestro coche para que nos dure en buenas condiciones el mayor tiempo posible. Y segundo, porque ellos sabían que eran esclavos, eran perfectamente conscientes de ello e incluso podían intentar fugarse, cosa que los esclavos contemporáneos desconocen ser porque viven convencidos de no estar encadenados.

¿Que los antiguos creían en la Astrología, los dioses o los conjuros? Pues sí..., exactamente igual que en el mundo de hoy. Y, si no, basta por pasearse por las páginas de cualquier revista de temas "alternativos" para comprobar la interminable relación de presuntas tarotistas, presuntos adivinadores africanos y presuntos/as contactados/as con todo tipo de presuntas entidades (espirituales, astrales, extraterrestres, etc.) que se anuncian en ellas. Teniendo en cuenta lo que cuesta la publicidad, deben sacar un beneficio interesante para poder permitirse esas publicaciones mes tras mes. Y el beneficio sólo se obtiene cuando la clientela es abundante.

Para los que se las dan de superiores a esta masa de ignorantes supersticiosos  porque se autoconsideran ateos o al menos escépticos y por supuestos iniciados en los nobles y elevados caminos de la ciencia moderna, recordarles que tampoco son una excepción a la regla porque ya en los tiempos antiguos existieron también personas como ellos (o sea, que no son nada originales) como es el caso de algunos científicos griegos..., y todos, incluso ellos, tenemos en nuestro interior un fragmento de vida inexplicable e inaprehensible por la vía de la razón común. Hace diez años ahora publiqué Historias de supersticiosos en Ediciones del Prado y durante el proceso de investigación y documentación previo a la redacción confirmé sorprendido este extremo. Incluso las personas más racionales que me encontré tenían sus propios "esqueletos en el armario" y, aunque se reían de las creencias ajenas, si se les ponía en la situación adecuada acababan confesando eso que a ellos les sucedió en cierta ocasión y para lo que no tenían ninguna explicación. Es más, recuerdo a un "ateo convencido de toda la vida" que vivía en Sevilla y cuya mayor pasión personal, a la que dedicaba tiempo, dinero y esfuerzos era..., ¡la adoración de la Virgen de la Macarena!

Un ejemplo del asombroso nivel de superstición que nos rodea por todas partes son las famosas cartas cadena. Hace unos veinte o treinta años era corriente recibir en los buzones de casa cartas anónimas conteniendo un mensaje fotocopiado en el que, con frases floridas y palabras rimbombantes, se transmitía un mensaje a veces "espiritual" (con muchas oraciones, populares o inventadas), a veces económico (para atraer la riqueza), a veces incluso brujeril (prometiendo todo tipo de poderes). La única condición que uno debía cumplir para beneficiarse del contenido era repetir el modus operandi que había hecho posible que la carta llegara hasta nosotros: es decir, había que hacer cinco (o diez o quince o veinte) fotocopias del mensaje y reenviarlo a otras tantas personas. Y además en un período de tiempo muy corto. Si se hacía de esta forma, nos asegurábamos de que tendríamos el premio, pero si no lo hacíamos y rompíamos la cadena, ¡ay, amigo!, todo tipo de desgracias caerían sobre uno.

¿Cuántas cartas no habremos reenviado pensando en beneficiarnos de lo prometido o por miedo a los terribles "castigos" que nos aguardaban? ¿Y cuántas no habremos seguido reenviando, a pesar de que las experiencias anteriores nos demostraran que aquello no funcionaba, sólo por si acaso esta vez lo hacía?

Los especialistas conocen esta vía de distribución como el Esquema Ponzi, por el italiano del mismo apellido que aparece aquí a la izquierda y que, entre otras aventurillas de su carrera como estafador, en 1919 envió diez cartas con una moneda en su interior y un mensaje en el que pedía que todo aquél que recibiera la misiva hiciera lo mismo remitiendo a otros diez conocidos (incluyendo al que se lo había enviado) la misma carta con su correspondiente moneda para atraer la fortuna. Si se ignoraba el mensaje, caerían todo tipo de males sobre la persona. Como Ponzi estaba en el origen de los envíos y la gente picó enseguida, consiguió embolsarse un dinerito con gran facilidad.  

Pues bien, hoy ya nadie recibe estas cartas en los buzones..., porque para eso está Internet, por donde proliferan exactamente el mismo tipo de mensajes del tipo Ponzi (esta vez destinados a captar correos electrónicos con los que confeccionar y vender luego listas para mailings masivos de publicidad o bien para experimentar virus con ellos; los correos se recopilan gracias a sofisticados programas informáticos disponibles hoy en la red) y con las más diversas variedades argumentales. Uno típico es el del niño que tiene cáncer y hay que operarle enseguida para que no se muera, pero la intervención quirúrgica es carísima. Sus padres han conseguido que un prestigioso hospital norteamericano se encargue pero a condición de que el correo del hospital reciba un mínimo de mil mensajes de personas de todo el mundo pidiéndoselo, con un correo electrónico real como firma. Nada más (y nada menos para la confección de esas listas). "Si fuera tu hijo, tú agradecerías que yo colaborara contigo" y otras frases de este tenor melodramático y solidario suelen terminar estas peticiones. Por supuesto nadie se pregunta para qué diablos querría un hospital norteamericano las direcciones de Internet de mil personas de todo el mundo..., y como, total, no cuesta nada, pues a colaborar alegremente...


La última versión de esta tomadura de pelo la recibí hace sólo un par de días en mi correo electrónico con el asunto: Como sea verdad nos forramos. La persona que me lo envió (por cierto, uno de esos colegas sin gran interés en el mundo espiritual y cuya única fe religiosa es la que le lleva a militar en la secta masoquista de hinchas del Atlético de Madrid), obviamente, sospechaba que era otro cuento chino pero a pesar de su materialismo se dejó llevar por la superstición ("-A ver si después de todo esta vez sí es cierto...") y no pudo dejar de reenviármelo (y por tanto de incluirme en la enésima lista de mailing basura).


En cursiva, el texto íntegro del mensaje y entre paréntesis mis comentarios según lo leí:


Hola a todos, generalmente nunca envío mensajes de este tipo (suele ponerlo el que te los manda regularmente) pero éste me lo envía una buena amiga abogada y creo que es una oportunidad muy interesante. Ella me dice que esto funcionará. ¡Después de todo no tenemos nada que perder! (cuando aparece esta frase, ya podemos empezar a pensar que estamos perdiendo, como mínimo, nuestro tiempo). Me dice: soy abogada y conozco la ley. Esto es cierto. No se confundan, AOL e INTEL mantendrán sus promesas por miedo a ser imputadas por la justicia y hacer frente a una sanción multimillonaria en dóalres, parecida a la de Pepsi Cola contra General Electric no hace mucho (¿cuándo? ¿dónde? ¿por qué motivos exactamente?).


Queridos amigos no os toméis esto a broma. Bill Gates, propietario de Microsoft, está compartiendo su fortuna (sería el primer multimillonario que lo hace). Si no hacéis caso de este mensaje os arrepentiréis (vaya, vaya, el viejo tonillo amenazante de las cartas cadena de papel: si tenía alguna duda sobre la naturaleza del mensajito, a estas alturas ya se me ha quitado). Windows sigue siendo el programa más utilizado. Microsoft y AOL están haciendo una experiencia enviando este mensaje electrónico para testear. Cuando envíen (es típico de las malas traducciones de textos falsos en otro idioma alternar de cualquier manera el tú con el usted: el párrafo comenzaba con un queridos amigos no os toméis... y aquí nos encontramos con un cuando -ustedes- envíen...) este mensaje electrónico a sus amigos, Microsoft os puede despistar si sois utilitarios de Microsoft Windows durante 2 semanas (¿eh?, malditos traductores automáticos..., a veces no hay quien los entienda).


Por cada persona que envíe este mensaje, Microsoft le pagará 245 euros (teniendo en cuenta que la compañía es norteamericana, ¿no sería más lógico que nos pagaran en dólares?). Por cada persona a la que tú mandes este mensaje y lo reenvíe a otras personas, Microsoft le pagará 243 euros. Por cada tercera persona que lo reciba, Microsoft le pagará 241 euros. Dentro de dos semanas, Microsoft tomará contigo (¿cómo lo hará? ¿le encargará la misión a Papa Nöel, ahora que se acercan las Navidades?) para confirmación de tu dirección y te enviará un cheque.

Sinceramente, Charles Bailey, General Manager Field Operations (¿existirá realmente este fulano?)

Pensaba que esto era un fraude. Dos semanas después de recibir este mensaje electrónico y después de enviarlo, Microsoft se puso en contacto conmigo para ratificar mi dirección (¿cómo la tenía?) y recibí un cheque de 24.800 euros. Tienes que enviarlo antes de que este test termine (y a propósito, un test ¿de qué? ¿de lo rápido que se propaga un mensaje de este tipo en Internet? ¿hace falta pagar para comprobar eso?). Si alguien tiene posibilidades de hacer esto es Bill Gates. Para él esto supone un gasto de publicidad. Por favor envíen este mensaje a tanta gente como le sea posible. Tendrían que recibir por lo menos diez mil euros. No le ayudaríamos (¿quiénes? el mensaje empieza desde un yo singular y de repente pasa a un nosotros plural) a enviar este mensaje si no tuviésemos algo para nosotros. Como dije anteriormente, conozco la ley y esto es verdad (en realidad, quien conocía la ley era la abogada, no el que manda el mensaje, ¿no?). Intel y AOL están negociando una fusión por la cual serían la compañía más grande del mundo y para estar seguros de seguir siendo el programa más utilizado hacen un experimento con este test (insisto: un test ¿de qué?).


Firmado: Mª Ángeles Yáñez Moreno. Secretaría Sub. Gral. de la Oficina Presupuestaria (incluye una dirección y un teléfono de Madrid que no voy a reproducir, entre otras cosas porque a lo mejor la tal Mª Ángeles existe de verdad y han echado mano de su nombre para poner en marcha este bulo y darle "credibilidad")


Si a alguno de mis lectores le ha llegado este mensaje y lo ha reenviado porque "como sea verdad nos forramos", que sepa que ha quedado deslegitimado ante los dioses para volver a criticar a nuestros presuntos supersticiosos antepasados.

  

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