Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Terrorismo, cambio climático y otros miedos inducidos

Ahora parece muy lejana en el tiempo, pero hubo una época, no hace tantos años, en la que el miedo fundamental con el que mantener esclavizada a la población era el terrorismo. Había malvados terroristas con los ojos inyectados en sangre y la sonrisa diábolica pintada en su rostro aguardando, escondidos en cada esquina, a que pasáramos inocentemente por allí para desventrarnos con ayuda de una bomba, una pistola e incluso una cimitarra. Había casi más terroristas que ciudadanos corrientes, por lo que no terminábamos de comprender cómo era posible que no estuviéramos viviendo atentados masivos en las ciudades occidentales un día sí y otro también, en lugar de limitarnos a permanecer encerrados en la habitación del pánico mordiéndonos las uñas y rogando para que la siguiente explosión tocara en otra ciudad, en otro país. El terror generado con esta excusa permitió la invención y aplicación de todo tipo de presuntas medidas de precaución que, más que para garantizar nuestra presunta seguridad (¿quién puede asegurarnos que estaremos vivos dentro de un minuto?), han servido para recortar nuestras libertades aún más y para que  recordemos que el Sistema manda y nosotros debemos obedecer.

Un ejemplo típico, que comprobé recientemente en dos aeropuertos europeos pertenecientes a países distintos, es el trato humillante que soportan los viajeros de las líneas aéreas a los que ya no sólo se les obliga a pasar todas sus pertenencias por el escáner (incluyendo teléfonos móviles, llaves o monederos en unas cajitas ad hoc, que parecen pensadas más bien para guardar los juguetes de la guardería) sino que se les obliga a pasar hasta ¡sin zapatos ni cinturones! Me dieron ganas de quitarme toda la ropa y hacer un desnudo protesta. Y seguramente lo hubiera hecho si tuviera insertada alguna prótesis metálica dentro de mi cuerpo, sólo por ver la cara de panolis que se les quedaría a los bulldogs de turno al ver que el arco seguía pitando pese a que estuviera pasando por allí como el día en el que vine al mundo.
La esterilidad y el sinsentido de estas medidas queda de manifiesto cuando conocemos ese informe de los propios servicios aeroportuarios europeos sobre el equipaje facturado, no el de mano, según el cual, en el mejor de los casos, sólo 1 de cada 10 maletas (escogidas al azar) son controladas una vez facturadas por los viajeros (y eso en el superarchimegaviligado espacio aéreo europeo..., imaginemos en el resto del mundo). De esta forma, si uno es un terrorista suicida, no lo puede tener más fácil para "inmolarse" en vuelo..., pese a lo cual se sigue tratando a los viajeros corrientes, la inmensa mayoría, como pseudodelincuentes. Y no parece que esta situación se vaya a relajar en un futuro inmediato. Basta con ver uno de los últimos juguetes comercializados por Playmobil, con dos guardias estilo SS que usan un escáner grande y otro de mano para controlar a un pasajero de aspecto poco recomendable. Hay que enseñar obediencia desde la más tierna edad...

Sin embargo, los miedos caducan igual que los yogures, así que hay que renovarlos cada cierto tiempo porque de lo que se trata es de mantener asustado permanentemente al personal, da igual con qué. Poca gente anda hoy ya realmente preocupada por la posibilidad de que un grupo de musulmanes fanáticos ataquen aviones o los usen como misiles, aunque es cierto que siguen siendo un riesgo (como lo son los cristianos fanáticos, los judíos fanáticos, los hinduístas fanáticos..., y hasta los jugueteros fanáticos -ojo, que ya estamos en campaña prenavideña). En consecuencia, hubo que sustituir este terror moderno por otros. El que está de moda en este momento es derivado de la crisis financiera (porque lo que hay en el mundo no es una crisis económica directa, sino una crisis financiera que ha incidido en la economía) y está machacando al mundo occidental a plena satisfación de "los de siempre", que como diría Mac Namara no dejan de frotarse las manos tras el telón mientras los ciudadanos corrientes agonizan intentando entender qué sucede exactamente (pero jamás lo sabrán a no ser que sean iniciados en la secta de los adoradores de Mammon).

Llegará un momento en el que la crisis financiera deje de meter miedo y entonces la aparcarán para dar paso a otra, sin aflojar por supuesto los tornillos correspondientes: empeoramiento de las condiciones laborales, empobrecimiento generalizado, reducción de pensiones, etc. ¿Cuál será la próxima crisis? ¿Quizás el anunciado terror al estremecedor-contacto-con-la-primera-vida-extraterrestre-oficialmente-detectada, sobre cuya presunta inminencia tanto se está especulando en la Red últimamente, con muy sorprendentes declaraciones de científicos respetados? La verdad es que hasta ahora hemos visto grandes miedos de todo tipo: desde la pandemia de la Gripe A que iba a aniquilar a no sé qué apabullante porcentaje de la población mundial hasta la sucesión de grandes catástrofes (terremotos, inundaciones...) pasando por el pavor al cambio climático provocado por un presunto calentamiento global del que parece ser que la culpa la tenía la gente de a pie, no las grandes industrias contaminantes y explotadoras ni los gobiernos que les han permitido actuar así.

Y por cierto, ¿qué ha pasado con ese calentamiento que según contaban iba a asarnos con sequías interminables, a elevar el nivel de las aguas hasta ahogar las poblaciones costeras y a provocar unos cuantos apocalipsis más, de forma inminente para más inri? ¿Por qué ya no se habla de ello como se hacía antes? ¿Acaso ya lo hemos parado..., o es que caducó también gracias a la ventaja de que en un mundo globalizado (mira, algo bueno tenía que tener después de todo) la información está al alcance de todo el mundo, no sólo de los sumos sacerdotes intérpretes de la realidad oficial?

Que algo sucede con el clima parece obvio. Que sea por culpa de nuestro desarrollo industrial, parece una conclusión cuando menos narcisista, teniendo en cuenta los muy escasos datos que poseemos sobre la evolución de nuestro planeta (y dejando aparte el hecho de que el homo sapiens no tiene rival a la hora de desperdiciar recursos y contaminar cielo, tierra y agua) y la existencia de otras teorías igual de sólidas pero sistemáticamente ocultadas a la opinión pública mundial. La más interesante de ellas, la de que la variación en nuestro clima en realidad depende del Sol, y en concreto de la constatada disminución de su actividad con una relevante y seguramente preocupante disminución de su número de manchas. El doctor Eigil Friis-Christensen, del Centro Espacial de Dinamarca, es uno de los muchos expertos que no suelen aparecer entrevistados por los grandes mass media, ya que se empeña en decir cosas como éstas: "Existe una relación directa e intensa entre el número de manchas solares y la temperatura de la Tierra. La actividad del Sol subió de manera importante hasta 1940, luego cayó durante unos cuarenta años y ha vuelto a subir después. Si examinamos los datos de 400 años atrás, se observa la misma correlación". Vaya, esto sí que parece "una verdad incómoda".

La teoría de que el calentamiento global existe y que la culpa es del ser humano tiene menos consistencia cada día que pasa y a menudo da la impresión de que apenas sirve para otra cosa que enriquecer a Al Gore, Rajendra Pachauri y todos sus amiguetes del IPCC, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, de la ONU (antes de la presidencia de George Bush padre en EE.UU. se dedicaban unos 170 millones de dólares al estudio del clima: con su llegada, esta cifra subió de un día para otro hasta los 2.000 millones) y vender de paso un montón de periódicos. Además, naturalmente, de contribuir a la panoplia de miedos generales. Los datos que la minan se acumulan unos encima de otros, pero es curioso que los medios de comunicación no les den ni la mitad de publicidad que merece cualquier conclusión alarmante de alguno de los científicos que defienden la teoría oficial del calentamiento. Veamos someramente algunos de ellos:

* El principal aumento de temperatura durante el siglo XX se produjo..., ¡antes de 1940, cuando la producción industrial era bastante inferior a la actual! Es más, la Nasa reconoció durante el verano de 2007 que el año más caluroso del siglo pasado no fue el 1998, como habían insistido los medios constantemente, sino ¡1934! La mayoría de los años transcurridos durante este siglo XXI se han situado, hasta ahora, por debajo de los 100 más cálidos desde que poseemos registros, según reveló un matemático canadiense, el doctor Steve McIntyre.

* Justo al terminar la Segunda Guerra Mundial se generó un crecimiento exponencial de las emisiones de anhídrido carbónico, por el boom industrial que siguió al devastador conflicto por la necesidad de reconstruir el mundo "civilizado" pero la temperatura terrestre siguió bajando y bajando sin que esa emisión constante pareciera afectarle lo más mínimo. ¿Por qué entonces no y hoy sí? Por cierto, que a pesar del pánico al anhídrido carbónico, hay que recordar no sólo que es un gas natural, que producimos todos los seres vivos (y no vivos: los volcanes producen más CO2 que toda la industria mundial) y que resulta sumamente beneficioso para el crecimiento del mundo vegetal (que a su vez produce más oxígeno gracias a su consumo) sino que constituye apenas el 0,05 por ciento de la atmósfera total de la Tierra... Y atención a esto: si no tuviéramos gases con efecto invernadero (empezando por el vapor de agua) la Tierra no se calentaría porque el calor del Sol rebotaría en la superficie y se perdería en el espacio, con lo que nuestro planeta acabaría siendo inhabitable.
 
* Si rastreamos hacia atrás en el tiempo nos encontramos con que la gran impulsora de la teoría del anhídrido carbónico como algo maligno, esa teoría a la que alegremente se abrazan hoy los partidos de izquierdas, los ecopacifistas y las ONGs, entre otros, fue precisamente... ¡esa gran amiga de Augusto Pinochet llamada Margaret Thatcher, alias la Dama de Hierro! Fue ella quien se acercó, chequera en mano, a la Royal Society en los años 70' para encargarles todo tipo de estudios que "demostraran" el efecto nocivo del anhídrido carbónico en plena crisis del petróleo y la industria minera de la época y con la creación de nuevas centrales nucleares como estrategia energética de su gobierno. A propósito de los grupos hoy llamados ecologistas, no deja de ser interesante la opinión del co-fundador de Greenpeace, Patrick Moore, quien se refiere a todo este asunto con estas contundentes palabras: "El comunismo fracasó, así que los anticapitalistas y los antiglobalización tuvieron que encontrar un 'leit motiv' alternativo, que nada tenía que ver con la ciencia o la ecología (...) hoy día, si te atreves a mostrarte escéptico a propósito de la letanía del cambio climático te tratan igual que si fueras un negacionista del Holocausto". 

*  Las cartas al director de los periódicos nos reservan sorpresas interesantes... El profesor Frederick Seitz, expresidente de la Academia Americana de las Ciencias, se quejó en una misiva publicada por el Wall Street Journal (interesante, por cierto, que en lugar de comentarla en la sección de Ciencia del periódico, la relegaran como una carta más de un anónimo lector) de que los funcionarios del IPCC habían censurado los trabajos de los investigadores del clima llegando a borrar hasta 15 textos clave. Algunas de las frases que "desaparecieron" son demoledoras: "Ningún estudio hasta el día de hoy ha podido atribuir con claridad todo o parte del cambio del clima observado a causas humanas". O bien: "Ni uno solo de los estudios citados más arriba demuestran evidencias definitivas para atribuir los cambios climáticos observados a la causa específica de incremento de los gases invernadero". Lo más grande es que el IPCC ¡no sólo no negó la censura sino que se defendió diciendo que los cambios "obedecieron a los comentarios de gobiernos, científicos individuales y ONGs"!  ¡Y a esta gente les damos un Premio Nobel y luego financiamos sus conferencias y sus videos!

* Y para terminar, de momento, una muestra de la fiabilidad de las noticias publicadas sobre este miedo en los medios. Al terminar el pasado verano, se publicó una tabla comparativa en la que se advertía de que había sido el quinto más cálido de este siglo, lo cual servía para seguir alimentando la pavorosa imagen de un planeta futuro abrasado y sin agua... Pero, teniendo en cuenta que llevamos diez años del siglo XXI, el titular podría haber servido igual si decimos que ha sido el sexto verano más fresco del siglo, ¿no?

3 comentarios:

  1. excelente... muy bueno...

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  2. Sua Ilustrissima Eminenza il Condotiero della Comedia del Arte2 de diciembre de 2010, 15:02

    "El propio mundo lo dice y da testimonio inequívoco de que se acerca su fin por la decadencia de todo. Llueve menos en invierno para alimentar las cosechas. El sol ya no calienta tanto en verano para madurar los frutos ni la primavera es tan agradable como antes ni el otoño tan fecundo. Las canteras suministran menos piedras y mármoles y las minas de oro y plata están agotadas. Los huertos permanecen sin cultivar. Los mares sin navegantes".

    Esto lo escribió Cipriano de Cartago... ¡EN EL SIGLO III DESPUÉS DE CRISTO!

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  3. ¡Y uno que viene pensando, de tanto ver peliculas domingueras, que los tsunamis pueden ser "producidos y lanzados" con antelación, programada para no descubrir al culpable!

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