Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 31 de marzo de 2011

Cine negro, negrísimo...

Una de las quejas más frecuentes de los cuerpos de seguridad y policiales así como de diversas organizaciones de asistencia social tanto públicas como privadas en todo el mundo occidental es que las actuales películas policíacas (o de detectives o de polis y cacos o de cine noir o como diablos se llamen a estas alturas) están tan bien hechas que no sólo sirven de entretenimiento/embrutecimiento para el público en general sino de auténtica escuela pública subvencionada para los verdaderos criminales. Es difícil imaginar que un espectador normal de hace sólo quince o veinte años atrás pudiera asistir tan tranquilo como lo hace ahora la mayoría de los espectadores contemporáneos a las detalladas escenas de violencia que tan comunes son hoy en telefilmes o largometrajes (incluso en la tele en horario infantil). 


Ahí podemos apreciar en primer plano y en escenas muy realistas cosas como por ejemplo cómo se prepara y administra la heroína, cómo se da una paliza a un tipo indefenso y secuestrado, cómo se estrangula adecuadamente a una víctima para que no pueda liberarse luchando, cómo hay que ocultar pruebas y luego disimular ante los agentes de la ley (si es posible con ayuda de un abogado sin escrúpulos) para que a uno no le descubran cuando ha hecho algo malo... Incluso lo más básico: cómo emplear guantes como precaución elemental para no dejar huellas dactilares durante un robo. La documentación y producción de este tipo de películas rozan la perfección más surrealista como ocurrió con la trilogía (Perros callejeros, Perros Callejeros II y Los últimos golpes de "El Torete") sobre uno de los más conocidos delincuentes españoles de los años 80 del siglo pasado: Juan José Moreno Cuenca, alias "el Vaquilla". Su personaje en la pantalla fue interpretado impecablemente por Ángel Fernández Franco (cuyo alias era por cierto el mismo que el empleado en la ficción: "el Torete") y delincuente él mismo..., aasí que en realidad, más que interpretar, lo que hacía era reproducir ante la cámara sus hazañas habituales.

Con la asombrosa documentación hoy a disposición de los aspirantes a la "vida mala" llama muchísimo la atención la noticia que se generaba esta mañana cuando la Guardia Civil confirmaba la detención de 14 personas y la imputación a otras dos por utilizar un foro de Internet para... ¡ofrecerse como sicarios para extorsionar, agredir e incluso matar a personas a cambio de dinero! Y además el foro se llamaba, directamente, Asesinos a sueldo. Así, sin anestesia ni nada... No me cabe duda de que existen todo tipo de páginas web, foros y otras instancias en la Red donde se puede buscar, contratar y posiblemente hasta remunerar a un asesino a sueldo o a cualquier otro tipo de criminal, igual que existen páginas empleadas por pederastas, anoréxicas y demás desviaciones de la conducta normal, pero por lo general suelen cobijarse bajo otros nombres e intenciones, bien camufladas para no llamar la atención, sobre todo de las fuerzas de la ley.

El foro desarticulado por la Guardia Civil tenía el dominio informático fijado en México aunque fue denunciado por un español, un residente de Pamplona, que debió alucinar al desembocar en tan extravagante guarida de delincuentes donde los clientes tenían el cuajo de dejar todo tipo de informaciones personales sobre las víctimas que querían quitarse de encima para facilitar el "trabajito fino" de los sicarios. 

Los agentes policiales contaban por ejemplo el caso de una mujer de Málaga que contactó con hasta cuatro sicarios ("busque, compare y si encuentra algo mejor...") para matar a su marido. Con ellos regateó el precio y a través del foro (¡a la vista de cualquiera que entrase!) les facilitó fotografías suyas, los horarios de trabajo, la matrícula de su coche..., y hasta les sugirió cuándo y dónde podrían asesinarle con mayor comodidad. En este caso el homicidio no llegó a consumarse porque los dos sicarios implicados (uno que facilitaría el arma y otro que la recogería y ejecutaría la acción) fueron detenidos a tiempo.

Otro caso fue el de un individuo de Valencia que llegó a pagar hasta 4.000 euros a algunos de los componentes de este público y osado grupo de delincuentes (aunque no sé yo si eran más osados -o inconscientes- sus clientes que se atrevían a contratarles de esta manera), aunque no para matar sino solamente para intimidar a un conocido suyo con el que tenía "cuentas pendientes". Otros sicarios fueron contratados para actuar en Palencia, Palma de Mallorca y otras localidades españolas tanto por clientes españoles como extranjeros, sobre todo iberoamericanos. Al final, la Guardia Civil detuvo a más de una docena de personas, la mayoría de ellos hombres, con edades comprendidas entre los 17 y los 53 años.

Es evidente que ninguno de ellos tenía un gusto cultivado por las películas policíacas.

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