Últimamente no oigo más que comentarios críticos hacia las decisiones de los responsables públicos por la manera de afrontar los diversos sucesos que ocurren sobre el escenario..., digo, en el panorama tanto nacional como internacional. Frases del estilo de: "¿Pero cómo puede ser que esta especie de XXXXX (aquí insértese la palabrota preferida de cada cual) no sea capaz de resolver semejante problema, con lo sencillo que es? Si yo fuera el presidente (o el ministro o el director o el gerente o incluso el entrenador del equipo), verías tú como arreglo esto en dos patadas; vamos, me iba a durar a mí la cuestión cinco minutos". Con asombrosa arrogancia damos por hecho que poseemos la solución más rápida, eficaz y racional de las posibles y clamamos contra propios y extraños porque no se nos ha dado ¡a nosotros! la capacidad de decidir.
Es, por supuesto, un simple cacarear de gallo de corral. No por los responsables públicos, que es cierto que hay mucho maula entre ellos, sino por nuestra propia y no reconocida incapacidad para sustituirlos, ya que a menudo olvidamos alegremente que solemos carecer del nivel suficiente de formación profesional, intelectual e incluso política que se requeriría para ocupar el puesto correspondiente. Luego está el "miedo escénico", como dirían los futbolistas que juegan en el Santiago Bernabéu: no es lo mismo criticar al torero desde detrás de la barrera que coger la muleta y ponerse delante del mihura de verdad. Por ejemplo, cuántas veces no he escuchado en las reuniones de la comunidad de vecinos a algunas personas que denostaban al presidente de turno por su manera de actuar y, más tarde, cuando les ha tocado a ellas en el puesto, hacerlo infinitamente peor.
Un ejemplo clásico de este hablar por hablar y criticar por criticar es el laboral. Nos gusta destrozar a determinado personaje público sospechoso (o incluso culpable) de corrupción o de mala gestión cuando nosotros, en nuestro propio nivel, no somos mejores: ¡simplemente tenemos menos oportunidades de corrompernos o acaso las que tenemos son de corrompernos sólo un poquito! En lugar de meter mano en la caja y llevarnos unos cuantos millones a nuestra cuenta en Suiza nos contentamos con robar unos bolígrafos o algún paquete de folios de la empresa, o con utilizar el teléfono de la misma y nuestro tiempo de trabajo para hablar gratis con familiares que viven lejos, o con practicar todo el absentismo laboral posible. Y, si alguien nos afea la conducta, recurrimos al argumento que tan rápidamente olvidamos cuando atacábamos al personaje público: "Es que lo hace todo el mundo" (personalmente, no hace muchos años tuve una espectacular experiencia en ese sentido, con todo un turno de trabajo -incluido el mando intermedio responsable de todos ellos- puesto de acuerdo para "recortar" unilateralmente todos juntos su jornada laboral en casi una hora a espaldas por supuesto de la dirección; lo descubrí al ser instalado temporalmente en ese turno por necesidades de servicio).
Mi tutor en la Universidad de Dios suele poner el siguiente ejemplo en las charlas que mantenemos con él, cuando trata el asunto de la diferencia entre el ser humano común corriente y aquél otro educado en su desarrollo interno:
- Imagináos que un día desciende un ángel a la Tierra y dice a la Humanidad: "por orden directa de Dios, durante las próximas 24 horas se suspenden todos los castigos y penas por mal comportamiento. Nadie será juzgado ni amonestado por ningún acto que pueda cometer durante ese tiempo, por grave que pueda ser". Ahora bien, ¿cuántas personas creéis que seguirían actuando con normalidad y cuántas creéis que aprovecharían ese día para hacer lo que siempre han querido hacer pero la ley o la moral les han reprimido: desde vengarse de antiguos enemigos hasta robar y saquear grandes almacenes, violar a personas indefensas, matar a quien le caiga mal o simplemente comportarse de manera vandálica?
Cada día se producen multitud de noticias que confirman el bajo nivel de nuestra sociedad contemporánea, de la cual nuestros gobernantes no son más que un fiel reflejo. Por poner algún ejemplo, echo un vistazo a las informaciones de los últimos días y me encuentro con cosas como éstas:
* En Australia, unos ladrones han robado las monedas del "pozo de los deseos" en el parque de atracciones Fairy Park ubicado cerca de Melbourne. ¿Cuántas veces no hemos sentido la tentación de recoger el dinero que nuestros supersticiosos contemporáneos arrojan a cualquier lugar lleno de agua? Y ¿lo haríamos si tuviéramos la ocasión de llevárnoslo sin que nadie nos viera? Estos ladrones desde luego que sí: los responsables de la empresa creen que el botín asciende a ¡30.000 dólares! en monedas acumuladas durante los últimos ocho años. El gerente, Garry Mayer, se lamentaba de que los ladrones "no tienen corazón" porque muchos niños que tiraron sus monedas al pozo para pedir un deseo quedarán desilusionados (no sé yo si habrá sido más bien él el desilusionado pensando en las mejoras que podría haber puesto en marcha en el parque con parte de ese dinero, o tal vez en la paga extra que podría haber repartido al final de temporada). Por cierto que esto de echar moneditas al fondo de una corriente de agua no deja de ser una muy extendida costumbre (he llevado a ver monedas hasta en el papel de plata por el que circulaba un chorrito de agua en el belén de un hospital infantil), recuerdo de los sacrificios que nuestros antepasados realizaban ofrendando objetos valiosos a las divinidades de los ríos y los lagos.
* En Guatemala, el presidente Álvaro Colom se va a divorciar de su esposa Sandra Torres tras 11 años de matrimonio ¡para que ella pueda ser candidata a la presidencia del país en las elecciones generales de septiembre próximo! Ésta es una de las razones más curiosas que he visto para justificar una separación matrimonial: no porque se terminara el amor entre las dos personas, no porque una maltratara a la otra, no porque una se enamorara de una tercera..., ¡sino para poder hacer carrera política! La demanda de divorcio de mutuo acuerdo fue "una decisión difícil pero necesaria", según un portavoz de la Corte Suprema de Justicia, que la justifica en que la Constitución guatemalteca prohíbe que los familiares de un presidente, hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, puedan aspirar a la primera magistratura del país. Sandra Torres se encuentra en el primer grado de afinidad en este momento por ser la esposa de Álvaro Colom. Por cierto que hace tres semanas el propio presidente de Guatemala, respondiendo a una pregunta sobre esta posible separación para permitir la candidatura de su mujer, rechazó la idea diciendo que sería algo "inmoral". Toma inmoralidad. ¿Cómo es posible que uno pueda renunciar a su pareja con tal de medrar políticamente: qué tiene una gente así en la cabeza? ¿Y si llega a ser su hijo el que se presentara a las elecciones? A lo mejor tendría que haber rebuscado en la memoria familiar hasta encontrar un amante de su madre para luego hacerse la prueba del ADN, a ver si había "suerte" y resultaba ser hijo del amante en lugar de serlo de su padre. A todo esto, ¿seríamos capaces de destruir nuestro matrimonio a cambio de ejercer el poder en nuestro país? (ojo: esta pregunta sólo la pueden contestar aquéllos a los que les vaya bien su relación de pareja)
* En Holanda, una mujer de 63 años, jurista soltera, se ha convertido en la madre más vieja del país al dar a luz a una niña concebida in vitro gracias a una donación doble: de esperma y de óvulo. Tan contenta, la mujer ha salido en la televisión holandesa diciendo que esa hija ¡satisfacía su "profundo deseo de ser madre" y que asumía "todas las consecuencias"! Es decir, esta especie de monstruo del egoísmo, por decirlo de un modo suave, demuestra de nuevo (la primera vez fue cuando decidió inseminarse) lo poco o nada que le interesa su hija como ser humano ya que la ha tenido exclusivamente por satisfacer el capricho personal de disponer de su propia muñeca, como quien se compra un perrito de lujo para hacerle compañía un rato (ni siquiera la parte femenina de la niña es suya, ya que el óvulo es también donación). Y me gustaría saber qué consecuencias piensa asumir el día en el que, por razones de edad, no pueda atenderla o, simplemente, fallezca... El parto fue por cesárea en la clínica de un polémico ginecólogo italiano llamado Severino Antinori que comparó a sus colegas holandeses con "los talibanes" (!) por negarse a inseminar y tratar a mujeres de avanzada edad, como es el caso. Este irresponsable adorador del dinero y de la fama es aún más culpable del drama en el que no resulta difícil pronosticar se convertirá la vida de esta niña ya que gracias a él la narcisista "mamá mayor" ha conseguido comprar la vida humana que le apetecía. ¿Qué estamos nosotros dispuestos a hacer por dinero? O por fama, o por ambas cosas...
En fin, que recuerdo una vez más el cuento del sufí aquél que quería mejorar el mundo y tras 25 años intentándolo en vano decidía dedicarse sólo a mejorar su país y tras otros 25 años sin resultados renunciaba para dedicarse sólo a mejorar su familia y tras 25 años más de no obtener frutos reconocía por fin que lo único que podía mejorarse es a sí mismo. Pero justo cuando descubría la verdadera razón que debería moverle en la vida..., fue y se murió de viejo.
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