Hacía demasiado tiempo que no me encontraba en la Universidad de Dios con uno de mis más queridos maestros, al que conozco prácticamente desde que empecé a tomar conciencia de mí mismo, hace muchos años. Tantos, que en este momento ya no sé recordar si él fue el primero o el segundo de los que he tenido en esta reencarnación. Pero él ha estado muy ocupado, lógicamente, con sus cosas, y yo con las mías, así que cuando me lo he reencontrado esta misma tarde ha sido una alegría mutua porque su contacto siempre me resulta agradable y pacificador, como un baño de mar en una calurosa mañana de verano. Es mi viejo amigo Khalil Gibran.
- Leí la emocionante biografía que escribió sobre ti Alexandre Najjar y que publicó Edaf en España en 2004. Incluía además unas cuantas fotografías en blanco y negro con sabor casi de daguerrotipos -le comenté, tras el fraternal y largo abrazo que nos prodigamos el uno al otro.
- No está mal, aunque ya sabes lo que opino yo de las biografías. Mi vida sólo me importa a mí. Y, además, poco aportan las palabras: lo único importante son los hechos -contestó.
- Eso ya lo sé: me lo enseñaste cuando nos conocimos y desde entonces he intentado actuar en consecuencia...
- La coherencia con Uno mismo, con Uno en mayúsculas, es también fundamental..., esa coherencia debe sobreponerse a todo, pase lo que pase. Especialmente debe sobreponerse a las opiniones de los demás que, en general, suelen ser tan frívolas como despiadadas por simple ignorancia sobre aquellos hechos que pretenden juzgar. A la gente le gusta hablar sobre nosotros para esclavizarnos con sus opiniones, sin saber que en realidad el poder no es suyo: sólo poseen ascendiente sobre nosotros si nosotros mismos se lo concedemos. Sólo somos libres si queremos serlo.
- Tu me enseñaste a amar la Libertad real -le confesé, con cierta emoción-, y a responsabilizarme por cuanto ese amor implica. Sólo por eso ya tienes asegurado para siempre un lugar en mi corazón pues, la certeza de lo que merece la pena y lo que no, me ha permitido con el tiempo forjar una alianza con el Infinito que me hace invulnerable a la estupidez y la mezquindad.
- ¡No te confíes! -advirtió él, perspicaz- Recuerda que cuanta más luz proyecte una hoguera, mayor es también la sombra que se esconde detrás.
- No lo olvido, pero recuerdo de memoria el relato que rompió el viejo molde.
Cerré los ojos para mejor leer en los hechos de mi memoria y a continuación recité, o tal vez debiera decir que oré, aquellas antiguas palabras que tenían sabor a miel y a flor de azahar, y que aparecieron publicadas por vez primera en 1918 bajo el título The Madman (El loco):
"Me preguntas cómo me volví loco... Ocurrió así:
Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras, las siete máscaras que había modelado y usado en siete vidas.
Empecé a correr sin máscara por las atestadas calles gritando: "¡Ladrones, ladrones! ¡Malditos ladrones!"
Hombres y mujeres se reían de mí, y algunos incluso se encerraron en sus casas, temerosos de mi estado.
Cuando llegué a la plaza del mercado, un muchacho, de pie sobre el techo de una casa, gritó: "¡Es un loco!"
Alcé la vista para mirarlo y entonces por primera vez el Sol besó mi rostro desnudo... Por primera vez el Sol besó mi rostro desnudo y mi alma se inflamó de amor por el Sol..., y ya no deseé más máscaras.
Como en éxtasis, grité: "¡Benditos, benditos sean los ladrones que me han robado mis máscaras!"
Así fue como me volví loco.
Y he hallado Libertad y Salvación en mi locura.
La Libertad de estar solo y a salvo de ser comprendido, porque aquéllos que nos comprenden esclavizan algo nuestro."
- Buena memoria, jajaja... -rió Khalil- ¿Y dices que eso lo escribí yo? Ya ni me acuerdo, la verdad.
- No te creo -sonreí- pero da igual. Gracias a "El loco" y a otros textos tuyos posteriores he sobrevivido a traiciones y mentiras, entre otras pruebas. Y en esas ordalías siempre me ha llamado la atención que quienes me atacaban con saña, al defenderme yo, eran los que luego me acusaban de haberles atacado en primer lugar. Me achacaban sus delitos como si fueran míos.
- No hay hombre malo, sino ignorante... Y aquél que es mentiroso está tan acostumbrado a los engaños que, por fuerza, cuando otro dice verdades él las percibirá como mentiras ya que afirma lo contrario... Amigo, recuerda "El Jardín del Profeta". Allí también escribí esto: "Sois espíritus, aunque os mováis dentro de cuerpos y, como aceite que arde en la oscuridad, sois llamas, aunque estéis retenidos dentro de lámparas". Ahora bien, piensa que la llama que no es consciente de sí misma posee el destino más triste del mundo pues pudiendo iluminarlo todo, se cree condenada al abismo de la oscuridad. Y como lo cree, lo está.
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