El coronel Kurtz me miró con su rostro desquiciado, con sus ojos saturados de sangre, muerte y tortura, con su alma rota en pedazos y todo su ser al borde de la demencia. Su mano temblaba mientras el dedo índice señalaba vagamente al techo de la resquebrajada pagoda y su voz susurrante y quebradiza, como la de un dragón moribundo, repetía su advertencia:
- El horror, el horror... ¿Ha visto usted el horror?
Pero yo llevaba tres meses navegando en la lancha por aquella maldita jungla para encontrarle, soportando el calor, los tiroteos, la lluvia intempestiva, la malaria..., y estaba al borde de mi propia locura. Así que le miré desafiante e insistí:
- Me da igual lo que piense, me merezco una recompensa.
Y encendí mi televisor de campaña, que ya tenía sintonizado el último reality presentado por Jorge Javier Vázquez...
No hay comentarios:
Publicar un comentario