Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 6 de mayo de 2010

Comida basura

Hace pocos años una importante ONG facilitó un inquietante informe acerca del origen de la carne que cierta famosa cadena de comida basura introducía en sus hamburguesas en los Estados Unidos. El documento fue rápidamente silenciado porque citaba sólo sus propias fuentes e investigaciones, porque resultaba demasiado extravagante para los medios de comunicación "serios" y porque, como se puede imaginar si la información era cierta aunque sólo lo fuera en parte, mucho dinero debió correr bajo cuerda en aquel momento para evitar su difusión y hundir a la empresa.

El caso es que la susodicha ONG revelaba que una de las más conocidas multinacionales de "restauración" rápida, como se dice ahora (aunque cuando leo esa palabra me imagino a un señor barnizando un mueble, no preparando una comida y, mucho menos, comida basura), estaba a punto de morir de éxito. Su grave problema consistía en que el excesivamente rápido ritmo de crecimiento y expansión de la cadena, con un éxito sin precedentes en su número de clientes, había disparado el volumen de piezas de carne necesarias para poder confeccionar sus famosas y baratas hamburguesas. En pocas palabras: no tenían carne suficiente para atender a los consumidores..., y no querían frenar su gran momento económico. Así que recurrieron a una solución imaginativa, consistente en "cultivar" las reses. Como suena. Según el informe acallado, la idea pasaba con construir unos tanques especiales de solución líquida, una especie de tubos de ensayo king size, donde se introduciría a los animales tras librarles de sus "molestas" e improductivas extremidades (cabeza y patas, básicamente) y se les mantendría vivos (si a ese estado se le puede llamar vivo) alimentándoles constantemente por sondas. De esta manera se podría ahorrar bastante dinero respecto a la ganadería tradicional pues el animal engordaría mucho más deprisa y en mucho menos tiempo, con lo que se incrementaría su rentabilidad y además podría ser "fileteado" con mayor rapidez.

Suena a novela de Ciencia Ficción pero dicen los que saben que no es una hipótesis descabellada. Es más, la ONG en cuestión aseguraba haber denunciado en cierto juzgado norteamericano este particular criadero que, según parece, estaba en fase experimental pero ya muy avanzada y preparada para su implantación masiva; incluso algunos de las nuevas y "deliciosas" hamburguesas habrían llegado ya al mercado. La denuncia incluía la acusación de engaño y estafa a los clientes de la multinacional, a los que se prometía carne de auténtico vacuno cuando en realidad se le iba a facilitar, si no se le estaba facilitando ya, algo que podría llamarse de forma distinta... Los abogados de la empresa, precisaba el documento, habían argüido en la defensa legal del caso que no se estaba engañando a nadie pues la publicidad decía bien claro que se ofrecía carne de "auténtica res" y, como todo el mundo sabe, "res" en latín significa "cosa" (!).

Siempre he querido saber cómo terminaba esta historia, pero hasta el día de hoy desconozco el final porque éste me parece uno de esos casos en los que es preciso involucrarse personalmente para investigar si es que uno desea llegar a conocer lo que ocurrió realmente. Y tengo ya bastante poco tiempo para preparar mis asignaturas pendientes de Segundo en la carrera de Dios como para dedicarme a investigar cada una de las historias curiosas que recopilo en mi archivo personal, modelo Charles Fort. Sin embargo...

Sin embargo, esta aparente leyenda urbana ha cobrado cierta corporeidad en los últimos años, y me remito a las numerosas campañas de distintas multinacionales de la alimentación insistiendo de manera específica en la calidad y el origen natural de sus productos, sobre todo de la carne de sus hamburguesas. La última de ellas que me viene a la memoria es la de una muy popular cadena que incluso ha abierto una web específicamente dedicada a explicar hasta el menor detalle sobre su producción y en la que insiste en que el origen de la carne que se consume en sus establecimientos españoles proviene de hasta 30.000 ganaderías de nuestro propio país. Es más, en sus anuncios para televisión, se veía a una veintena de vacas pastando en un verde prado con la forma de la península ibérica: rizando el rizo, las vacas sólo pastaban en la parte "española" del prado, porque en la que representaba a la la parte "portuguesa" no había ninguna.

Todo esto viene a cuento de una información que hemos conocido hace unos días y que, mmmh, vaya casualidad, no he visto reflejada en muchos medios de comunicación pese al optimismo que rezumaba como fórmula para luchar contra el hambre en el mundo. De hecho, se trata de uno de "Los 50 inventos del año 2009" según uno de los últimos ejemplares de la revista Time y consiste en la producción de carne en laboratorios "sin necesidad de matar animales" y "elaborada a partir del cultivo de células madre o de músculo de animales como pollos, cerdos o corderos". Carne fermentada, la llaman. Esto se parece bastante al caso denunciado por aquella ONG...

Según Jason Matheny, director de New Harvest (Nueva Cosecha), fundada en 2004 y que se presenta como "una organización sin ánimo de lucro que coordina esfuerzos de científicos de todo el mundo para desarrollar sustitutos de la carne", este tipo de carne en forma de hamburguesas, salchichas o bastoncitos de pollo podrá estar en el mercado en cuestión de pocos años. La producción de filetes o chuletas necesitará todavía en torno a unos diez años extra de desarrollo tecnológico. Y todo son ventajas ya que será una carne "más sana y menos contaminante", "con las mismas proteínas que la carne normal" y la posibilidad de evitar riesgos "como el mal de las vacas locas o la gripe A..., hasta podemos hacer hamburguesas que prevengan los ataques al corazón".

New Harvest reconoce que esta comida "no es natural" pero "no lo es en el mismo sentido que el pan, el queso, el yogurt y el vino" ya que "todos estos productos involucran el procesamiento de ingredientes derivados de fuentes naturales". Es más, asegura que "producir carne fermentada es más natural que criar animales de granja en sistemas de confinamiento intensivo, inyectarles hormonas sintéticas y alimentarlos con dietas que contienen antibióticos y desperdicio animal". Y por si fuera poco, "la producción tradicional de carne genera problemas no naturales" como "índices elevados de cardiopatía isquémica y enfermedades transmitidas por los alimentos" así como "contaminación del suelo y del agua por los desperdicios producidos por los animales de granja". En resumidas cuentas, que estamos ante una auténtica panacea.

¿Cuál es la fórmula para desarrollar esta carne-que-no-es-carne-pero-sí-lo-es? Pues una especie de sopa biomédica que se compone de diversos nutrientes procedentes según la compañía de sangre animal y microorganismos (inútil preguntar cuáles..., a lo mejor es preferible ignorarlo) y que permiten el desarrollo acelerado y rico, rico, que diría Arguiñano, de este bizarro porducto alimenticio.

De momento, lo que ya se ha conseguido en laboratorio son unas tiras de carne de cerdo de apenas un centímetro de largo que pueden ser estiradas y a las que se les puede añadir proteínas. Unos pocos años más de experimentación y desarrollo y esas tiras podrán convertirse en auténticos costillares como los que tanto le gusta devorar a Homer Simpson, con una dureza y un sabor similares, capaces de engañar al más pintado. Con la tecnología actual, producir una hamburguesa de laboratorio de tamaño normal se calcula que podría costar un millón de dólares, más o menos.

New Harvest no está sola. Diversas compañías de biotecnología, ahora lo sabemos, llevan ya años trabajando en secreto en este tipo de proyecto alimenticio y no sólo en Estados Unidos. Según las últimas informaciones, el gobierno holandés ha invertido cerca de cinco millones de dólares en la carrera por el desarrollo de la carne "artificial" y, tras él, otros centros de investigación en Japón, Australia y los países escandinavos.

De todas formas, tampoco nos puede tomar por sorpresa todo esto. Hace mucho tiempo que comemos productos que parecen una cosa y son otra muy diferente. Si hablamos de pescado, por ejemplo, ¿quién no ha probado las varitas de cangrejo-que-no-lo-son o las gulas-que-no-son-angulas pero que tienen un aspecto y un sabor parecido (sólo parecido)? Vivimos en la sociedad de la impostura y las máscaras. Ya sólo es cuestión de tiempo que alguien invente los huevos con chorizo confeccionados a partir de tofu y soja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario