Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 24 de mayo de 2010

Somos miopes

Foxconn, una de las principales empresas tecnológicas de Taiwan, se ha convertido en las últimas semanas en el escenario de un capítulo de Expediente X. Esta compañía fabrica algunos de los iconos técnicos de la contemporaneidad, como el famosísimo iPhone de Apple, forma parte del conglomerado industrial Hon Hai (relacionado con multinacionales como Nintendo, Sony o Amazon) y da trabajo a unos 700.000 empleados. La mayoría de ellos, unos 400.000, lo hacen en la ciudad de Shenzhen. Pues bien: allí se han producido en los últimos tiempos una decena de intentos de suicido, de los cuales ocho han tenido completo éxito. El último (que sepamos a esta hora) fue el pasado viernes, cuando un empleado de sólo 21 años llamado Nan Gang se subió a la azotea de una torre de las instalaciones de Foxconn y se arrojó desde lo alto.

Según la información policial, Nan Gang había sufrido dos desengaños amorosos en los últimos cuatro meses y además arrastraba fuertes deudas de juego (uno de los principales vicios de la cultura china) por lo que sufría amenazas de algunos delincuentes. Pero ¿es suficiente eso para decidir arrebatarse la vida cuando uno apenas está empezando a conocerla? Como el resto de los suicidas de Foxconn, este hombre tenía menos de 25 años y llevaba poco tiempo trabajando en la empresa. Algunos analistas locales aseguran que las duras condiciones de trabajo en la compañía (la televisión local de Pekín mostró hace poco unas imágenes poco edificantes de los guardias de la sucursal en la capital china que la emprendieron a golpes con los trabajadores) y el "carácter acomodaticio" de las nuevas generaciones de chinos son la causa del suceso. Sin embargo...

Sin embargo, la dirección de esta super compañía tecnológica contrató recientemente a un grupo de monjes especializados en exorcismos para que llevaran a cabo sus rituales y eliminaran los "malos espíritus" o las "almas perdidas" que consideraban como posibles responsables de la ola de suicidios. Según parece, varios de los miembros de la dirección están convencidos de que existe algún tipo de mala influencia, no precisamente física, actuando sobre los trabajadores, pero no se ponen de acuerdo en cuál: ¿el fantasma del primer obrero que se suicidó?, ¿un demonio desocupado dando la lata?, ¿un mal de ojo lanzado por una compañía rival?

Visto lo ocurrido el pasado viernes y ya que los exorcismos no han dado resultado (todavía), y teniendo en cuenta además que resulta poco probable que los agentes Fox Mulder y Dana Scully se presenten por allí a investigar estos extraños fenómenos, otra parte de la dirección ha decidido contratar además a 2.000 psicólogos y psiquiatras para que echen una mano a las oraciones y ceremoniales religiosos. La preocupación de la firma es seria. No hay más que ver los salarios que cobrarán estos psiquiatras: hasta 75.000 dólares al año (el que menos cobre se llevará un tercio, 25.000 dólares) frente al sueldo base anual de 1.750 dólares de los obreros comunes.

¿Quién resolverá antes el asunto: los monjes exorcistas o los psiquiatras? ¿O ninguno de ellos?

Una mente racional descartaría de inmediato la intervención de fantasmas o cualquier otro ente no tangible o material, al menos a primera vista. Sin embargo, un estudiante de la carrera de Dios no puede descartar nada, sobre todo cuando la propia Ciencia actual da la razón a los conocimientos místicos y mágicos de la antigüedad. Es el caso de la astrofísica italiana Giuliana Conforto que, en su Universo Orgánico, publicado hace apenas 6 años, recordaba que "la materia luminosa que observamos con nuestros instrumentos es sólo el 0,5 por ciento de toda la masa calculada. Y lo que vemos con nuestros ojos es todavía menos. " Es cierto. Mucha gente adopta por sistema la postura del Santo Tomás neotestamentario según el cual si-no-lo-veo-no-lo-creo aunque a la hora de la verdad muchas de las cosas en las que cree tampoco las ha visto.

Quiero decir que el mismo tipo que se niega a aceptar la posibilidad de la existencia de fantasmas (aunque contemple imágenes elocuentes) porque nunca ha visto uno personalmente es el mismo que se cree (sin haberlos visto tampoco más que en imágenes) la existencia de determinados seres microscópicos como las bacterias y los virus. ¡No se puede comparar ambas cosas!, se podría argumentar, ¡pues los científicos son gente seria, no charlatanes!. ¿Lo son? Quizá: con el tiempo, he aprendido a dudar de todo, de entrada. Y más cuando la tecnología, la política y la finanza han sustituido a la religión, la mística y la magia a la hora de constituirse en dogma de fe, de manera que las mismas personas que en siglos pretéritos hubieran creído a pies juntillas lo que le dijeran los representantes de éstas últimas por delirante que fuera ahora se creen de la misma forma lo que dicen los representantes de aquéllas primeras aunque también sean conceptos delirantes. Un ejemplo cercano en el tiempo lo hemos tenido con la famosa epidemia internacional de la Gripe A y la ansiada vacuna para la misma, que con el paso de los meses se demostró un auténtico fraude organizado y promovido por altos cargos de la mismísima Organización Mundial de la Salud, compuesta con científicos muy serios (por cierto, no sólo no han caído cabezas -políticamente hablando- por lo ocurrido sino que los medios de comunicación que hacen sangre enseguida con cualquier aspecto de las llamadas "ciencias alternativas" callan, complacientes, desde entonces).

Y es que resulta que es verdad: que lo que podemos ver con nuestros sentidos es muy poco, aunque a nosotros nos parezca un universo completo. Nuestros cuerpos están diseñados para reconocer la materia luminosa, la que refleja la luz electromagnética, pero la Ciencia nos enseña que más del 95 por ciento de la materia que existe en el universo está fuera de nuestro alcance: es lo que enigmáticamente se ha denominado la materia oscura. Algunos de nuestros más avanzados instrumentos tecnológicos han logrado desentrañar parte de ella, pero es una parte ínfima. No sabemos lo que esconde.

En cuanto al espectro electromagnético (¡que constituye sólo el 0,005 por ciento de la energía y/o materia conocida!) nuestros ojos sólo pueden distinguir una fracción pequeñísima en él: la llamada luz visible, los colores comprendidos en el arco iris (por encima están los ultravioleta, los rayos X, los gamma..., y por debajo los infrarrojos, los microondas, etc.). Muchos animales, empezando por mi gato Mac Namara, son capaces de ver un mayor rango del espectro que los humanos y por eso a veces protagonizan incómodos incidentes. Por ejemplo, cuando estamos solos con nuestra mascota en una habitación y de pronto empieza a jugar con "amigos invisibles" que nosotros no podemos ver. O cuando se eriza (esto me pasó a mí en cierta ocasión) su piel, bufa, se arquea, saca las uñas y se prepara para atacar..., a un espacio vacío. Lo que a nuestros ciegos ojos nos parece un espacio vacío, porque es obvio que los animales están viendo algo que está fuera del alcance de nuestra percepción.

¿Se puede ampliar ese rango de percepción? ¿Ir más allá de la visión normal? Por supuesto: eso es lo que llevan haciendo conscientemente desde tiempos inmemoriales ciertas personas dotadas para ello, como por ejemplo chamanes y druidas (los de verdad, no los que hoy se hacen pasar por unos u otros para sacarle el dinero a los crédulos y a los tontos, que de todo hay en la viña del Señor). Pero, ¿realmente queremos ir allí y contemplar paisajes ajenos a nuestro destino? Hay quienes han experimentado la visión de un espectro más amplio, bajo el influjo del alcohol y/o las drogas y lo que han visto no les ha ayudado mucho: más bien les ha precipitado más hacia lo profundo de su abismo personal.

1 comentario:

  1. "Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo se mostraría al hombre tal cual es: Infinito"

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