Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 14 de mayo de 2010

Una canción para afrontar este mundo loco

Un inquietante informe facilitado esta mañana en Pamplona con motivo del VI Encuentro para Psiquiatría y Atención Primaria certifica que entre el 25 y el 30 por ciento, esto es, al menos uno de cada cuatro pacientes asistidos en este tipo de asistencia básica en los hospitales españoles presenta algún tipo de patología psiquiátrica. ¿Hemos leído bien? ¡Por lo menos la cuarta parte de las personas atendidas allí por los médicos de familia presentan algún tipo de trastorno mental, aparte de los problemas físicos! Semejante cifra preocupa enormemente a los expertos, que consideran que es importante incrementar la "relación entre los médicos de Atención Primaria y los psiquiatras tanto para una correcta atención a las enfermedades mentales como para avanzar en el diagnóstico precoz, en la selección del nivel de atención, en el seguimiento del cumplimiento terapéutico y en solventar los problemas emocionales de los cuidadores."

Precisamente profundizar en el conocimiento de la relación entre salud mental y física con el fin de mejorar la atención de los pacientes es el objeto de esta reunión que congrega hasta mañana sábado a unos 250 profesionales. Y es que el tema es bastante peliagudo. Otro dato que nos ha dejado los trabajos de este viernes es el siguiente: los trastornos mentales constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades carciovasculares y del cáncer, cuyos nombres suelen meter más miedo a los pacientes corrientes. Su impacto en la calidad de vida es superior al de enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes o las enfermedades respiratorias y cardíacas. Una tercera cifra para asustar: todas las previsiones concluyen que, en España, el 9 por ciento (o sea, casi 1 de cada 10 personas) de la población padece ya, en este mismo momento, algún tipo de trastorno mental y que la situación empeorará en un futuro inmediato pues algo más del 15 por ciento de los españoles lo padecerá, si no lo tiene ya, a lo largo de su vida.

Lo más grave de esta información es que todas las advertencias que contiene no son nuevas. El mundo está enloqueciendo, literalmente, gracias a nuestro "maravilloso" sistema de vida contemporáneo. Un sistema que dinamitó alegremente la herencia de la Tradición porque "hay que modernizarse": recuerdo aquel famoso eslógan que decía "renovarse o morir", aunque parece que alguien cambió la conjunción porque pasados los años parece bastante claro que la tendencia es más bien hacia "renovarse y morir".

Hordas de humanos inconscientes contribuyeron (y lo siguen haciendo hoy con igual eficacia) a denigrar y destruir pilares del desarrollo integral como la moral natural (en favor de la ambigüedad moral actual en la que vale absolutamente todo porque se supone que nada es censurable ni debe ser prohibido), la relación estrecha con la tierra y el universo (encerrándonos en ciudades de hormigón, lejos de los "sucios" y "peligrosos" animales y plantas, con costumbres alteradas por la luz eléctrica, los horarios 24 horas y el concepto del "lo-quiero-ahora-mismo"), la educación familiar (los niños ya no son nuestros hijos queridos a los que enseñar el mundo y de los que reaprender las cosas que olvidamos pasados los años, sino unos seres extraños, ingobernables y violentos que nos aburren, irritan e incluso amenazan..., y no nos "sirven" más que para cumplir un rol social), el concepto real de riqueza (sustituyendo la riqueza de los dones que cada cual alberga en su interior, y su desarrollo, por la estúpida idea de que un montón de papel de colores vale más y que merece la pena hasta matar por la cantidad suficiente) o el mismo sentido de la existencia (tratando de sustituir la religión -a su vez, un pobre sustituto de la espiritualidad- por la militancia activa en ONG´s o en los equipos de voluntariado municipales).

Recuerdo, por ejemplo, un estudio publicado en el Reino Unido por el Diario de Psicología y Psiquiatría Infantil hace tan sólo seis años en el cual se revelaba que el número de adolescentes de quince años de edad que sufrían de ansiedad y depresión se había incrementado ¡un 70 por ciento en los últimos veinte años! ¡Un 70 por ciento! Pero, ¿nos damos cuenta de las cifras que estamos manejando? Es obvio que no, porque si así fuera haría mucho tiempo que habríamos terminado con nuestra absurda y paranoica forma de vida moderna, enfrentando otra muy diferente. El informe británico señalaba como clave para entender este brutal incremento en los traumas emocionales de los adolescentes la presión familiar y social para "tener éxito en la vida". Yo con quince años en esta reencarnación me dedicaba a leer tebeos, intentar darle una patada bien dada al balón, pintar mis caricaturas de profesores y jugar con soldaditos, como tantos chavales de mi generación. Un chico de quince años, hoy, es una persona ya semifrustrada y obsesionada con la carrera profesional que podrá desarrollar y sobre todo con el dinero que ganará o, aún peor, en lugar de enfrentarse a semejante panorama ha decidido renunciar a todo y se declara a sí mismo "objetor social" dedicándose al alcohol, las drogas y todo tipo de pasatiempos, sin encontrarle sentido alguno a su existencia.

¿Se puede hacer algo? Por supuesto que se puede. A pesar de los negros nubarrones que ya tenemos encima, y los que se anuncian en el horizonte, se puede. Pero a un coste determinado, y siempre a nivel personal. El problema, o la gracia, de todo esto es que nuestra sociedad busca soluciones generales a cuestiones muy concretas que sólo poseen soluciones concretas. E individuales, nunca grupales ni igualitarias. Los analistas buscan un libro de instrucciones que no existe. Un libro que indique, por ejemplo: "contra la abulia social, tómense estas medidas; contra la crisis existencial, tómense éstas otras". Eso es lo que NO hay. Sin embargo, cada uno de nosotros SÍ puede, por su propio, único y exclusivo mérito, levantar la cabeza, morder los dientes y salir adelante a base de trabajo y esfuerzo reales. Insisto en el adjetivo: reales. Tengo esa experiencia, tanto en mí como en otras personas. Y sé el precio elevado que requiere, pero también sé que funciona. Eso sí: hay que hacer las cosas de verdad, no jugar a hacerlas, como le sucede a tantas personas que aseguran haberse esforzado mucho durante mucho tiempo sin haber obtenido resultados pero cuya trayectoria, si la examinamos de cerca, revela un umbral del dolor (y del esfuerzo) bastante reducido.

Tengo también esta experiencia del no haber logrado nada en muchos conocidos. Y es hasta cierto punto comprensible: resulta duro desprenderse de la autocompasión ("nadie me quiere..."), la inercia ("¿por qué voy a cambiar de modo de actuar si siempre lo he hecho así?"), el miedo ("mejor no me arriesgo, no vaya a ser que me salga mal"), la envidia ("preferiría que no me salieran las cosas a que al desgraciado de Fulanito le siga yendo tan bien"), el desorden ("tengo mi propia forma de ordenar las cosas, aunque no lo parezca"), la queja ("no hay derecho a que me pase esto a mí") o la pereza ("esto ya lo haré mañana"), entre otras cualidades que adornan al humano común. Es fascinante comprobar cómo la gente puede desprenderse de tantas cosas en la vida (el amor, la amistad, la salud, la ilusión, la felicidad...) pero se aferra con uñas y dientes a sus vicios y defectos como si mereciera la pena conservarlos.

Hay, por cierto, un punto especialmente importante para salir adelante: el humor. El buen humor. El sentido del humor. Todos los fracasados que he conocido en la vida (e incluyo en la lista a los que llevan una vida más o menos estable pero en el fondo mediocre y que, cuando termine, dejará en su usuario la impresión de que, después de todo, hubiera dado igual no haberla vivido) lo son entre otras cosas porque su carácter está amargado. Son incapaces, no ya de carcajearse, sino de sonreír, a pesar de que la vida es increíblemente divertida y nos ofrece todos los días muchos motivos para hacerlo (también para llorar: uno escoge qué es lo que prefiere hacer). Por supuesto, lo último que se les ocurriría sería reírse de sí mismos, que es lo primero que uno debe hacer para empezar a entender el mundo.

Así que, mucho ánimo y que no decaiga. Si la vida fuera el imposible y estupidizante edén bíblico donde "el león y la oveja compartían pasto y agua" nuestros días en esta reencarnación serían ciertamente aburridos e inútiles. Necesitamos pruebas para demostrar nuestras capacidades y virtudes. Cuantos más y mayores sean los problemas que se nos presenten, más grandes y mejores serán las oportunidades que tendremos para crecer en todos los sentidos.

Ahora, cantemos y silbemos, y que nadie pierda el ritmillo de la canción:

Some things in life are bad
They can really make you mad
Other things just make you swear and curse.
When you're chewing on life's gristle
Don't grumble, give a whistle
And this'll help things


(Hay algunas cosas malas en la vida

que realmente pueden volverte loco;

otras cosas pueden hacer que jures y maldigas.

Cuando te encuentres mascando un cartílago de la vida,

no te quejes, limítate a silbar

y eso ayudará a que las cosas mejoren.)

And...always look on the bright side of life...
Always look on the light side of life...

(Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...)


If life seems jolly rotten,

there's something you've forgotten

and that's to laugh and smile and dance and sing.

When you're feeling in the dumps

don't be silly chumps.

Just purse your lips and whistle, that's the thing.


(Si la vida parece una maravillosa porquería

es porque hay algo que has olvidado

y eso es reír y sonreír y bailar y cantar.
Cuando te sientas como si estuvieras en un vertedero

no te comportes como un idiota.

Sólo junta tus labios y silba, eso es lo que tienes que hacer.)

And...always look on the bright side of life...
Always look on the light side of life...

(Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...)

For life is quite absurd
And death's the final word
You must always face the curtain with a bow.
Forget about your sin, give the audience a grin
Enjoy it, it's your last chance anyhow.

(Porque la vida es bastante absurda
y la muerte es la palabra final,
debes enfrentarte siempre al telón con una reverencia.
Olvida tu pecado, dale al público una sonrisa
Disfruta, es tu última oportunidad después de todo)

So always look on the bright side of death Just before you draw your terminal breath

(Así que... mira siempre el lado brillante de la muerte
Antes de exhalar tu último aliento)

Life's a piece of shit

when you look at it.

Life's a laugh and death's a joke, it's true.

You'll see it's all a show.

Keep 'em laughing as you go.

Just remember that the last laugh is on you.

(La vida es un zurullo

cuando te paras a pensarlo.
La vida es una risa y la muerte una broma, es cierto
Verás como todo es un simple espectáculo.
Hazlos reír mientras te vas.
Sólo recuerda que la última risa estará en ti mismo.)

And always look on the bright side of life...
Always look on the right side of life...
(Come on guys, cheer up!)
Always look on the bright side of life...
Always look on the bright side of life...
(Worse things happen at sea, you know.)
Always look on the bright side of life...
(I mean, what have you got to lose?)
(You know, you come from nothing, you're going back to nothing.
What have you lost? Nothing!)
Always look on the right side of life.

(Y mira siempre el lado brillante de la vida...
Mira siempre el lado bueno de la vida...

-¡Venga tíos, alegría!-

Mira siempre el lado brillante de la vida...
Mira siempre el lado brillante de la vida...
-Cosas peores suceden en la mar, ¿sabéis?-
Mira siempre el lado brillante de la vida...
-Quiero decir - ¿Qué tienes que perder?-
-¿Sabes?, vienes de la nada, vuelves a la nada.
¿Qué has perdido? ¡Nada!-
Mira siempre el lado brillante de la vida...)




1 comentario:

  1. y va a empeorar... el sistema esta loco, para adaptarnos tenemos que enloquecer

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