Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 11 de mayo de 2010

¿Benigno?

Hay nombres tan gráficos que dan la impresión de haber sido confeccionados directamente por las Nornas, las tres diosas que viven bajo las raíces del gran Ygdrassil, el Fresno Cósmico que sostiene el mundo. Para los legos, recuerdo que ellas son Urdr (la que se ocupa de las cosas que ocurrieron), Verdandi (la que se encarga de lo que ocurre en este mismo instante) y Skuld (la que decide lo que ocurrirá en el futuro). Ellas tejen el tapiz de la existencia de la Humanidad, hilo por hilo, y cada vida es una de esas delgadísimas y frágiles fibras de su telar que, según su decisión, pueden adornarlo con gran belleza o completar simplemente un fragmento suelto; pero todas son cortadas por sus tijeras mágicas y, en el momento en el que suena el chas de las dos hojas, la persona a la que corresponde el hilo muere en nuestro mundo. No son agradables de tratar. Yo apenas he hablado con ellas en un par de ocasiones y, no es que sean antipáticas o mala compañía, sino que el cinismo y el sarcasmo que han amasado durante milenios a base de urdir el destino de todos (incluso de los dioses: ellos también les temen) tiñe su educada conversación de velada y constante amenaza y por supuesto de distanciamiento hacia las consecuencias de su interminable tejer vital. Los antiguos griegos, que eran unos ladrones simpáticos, y los antiguos romanos, que fueron una estirpe de ingratos genocidas, se apoderaron del conocimiento de su existencia, como de tantas otras cosas, y las incorporaron a sus mitologías respectivas pero rebautizándolas para que no se notara demasiado: los primeros las llamaron Moiras y las segundos prefierieron el nombre de Parcas.

No sé cuál de ellas (o tal vez fueran las tres a la vez) designó con el nombre de Benigno al hombre que acaba de ganar las elecciones generales en Filipinas. Benigno Aquino III obtenía el 40 por ciento de los votos en estos comicios y confirmaba así su intención de continuar con la estirpe política de su familia, que gira en torno al clan Cojuangco (los que por cierto controlan el negocio local de uno de los principales y más populares venenos que consumimos diariamente y en cantidades anormales en todo el mundo: el azúcar). Benigno, muy contento en la foto de aquí al lado, seguirá así los pasos de su padre, que murió en 1983 en el aeropuerto de Manila en uno de los asesinatos de Estado mejor documentados de cuantos se produjeron a lo largo del siglo XX, pródigo en este tipo de relevos forzados del poder. Y también de su madre, Corazón Aquino, quien alcanzó la presidencia en 1986 liderando una rebelión con la que parece que finalmente se instaló la democracia (la democracia moderna) en el archipiélago otrora colonia española posteriormente convertido en finca de recreo yankee.

Haciendo honor a su nombre, Corazón o Cory Aquino gozó de un amplio respaldo popular hasta que falleció víctima de un cáncer de colon en agosto del año pasado. El empeoramiento de la situación en el archipiélago, donde un tercio de sus 90 millones de habitantes vive con un dólar al día, y los lamentos de buena parte de los filipinos por el fallecimiento de su "madre de la democracia" impulsó a su hijo a presentarse a estas elecciones. Sin necesidad casi de hacer propaganda, Benigno se convirtió de inmediato en el gran favorito, aunque hay que reconocer que los candidatos que tenía enfrente tampoco parecían demasiado sólidos. Los más importantes eran Manny Villar, un promotor inmobiliario (metido en varios escándalos), y Joseph Estrada, un actor que ya había ocupado la Presidencia tras el final del mandato de Cory y que llegó de hecho a ese puesto gracias a sus papeles -en el cine- de defensor de los pobres (aunque le depusieron poco después y fue condenado por corrupción).

Los expertos han definido el ejercicio del poder en Filipinas como "un lugar donde un puñado de familias de terratenientes se reparte el poder como si fuera una hacienda", lo que nos puede dar una idea del ambientazo que viven los naturales de la zona. Así que Benigno hizo una solemne promesa: "Os prometo si me elegís que no robaré. Y no sólo no robaré, sino que además perseguiré a los corruptos". Ovación y vuelta al ruedo del candidato..., aunque hay dos datos para dudar levemente de sus verdaderas intenciones (sólo levemente, por ahora). Primero, que el hombre es abogado (lo siento: tengo una secular aversión hacia esta profesión desde mi reencarnación en la época de Hammurabi, y ya contaré por qué en otra oportunidad) y, segundo, que ha trabajado para grandes multinacionales como Nike, las cuales no se caracterizan precisamente por tratar bien a la mano de obra barata (a veces, directamente esclava) de sus fábricas asiáticas.

Ya digo que la llegada al poder de este Benigno Aquino III me ha recordado el asesinato de su padre que, como bien resumía Mac Namara este mediodía a la hora de comer, nos enseñó dos cosas: cómo matan los poderes en la Sombra y cómo un grupo de personas honradas pueden, pese a todo, hacer frente a los malvados. En 1983, Filipinas estaba bajo la bota de Ferdinad Marcos, un auténtico trepa (ahí le tenemos en pleno saludo marcial) que tras ser elegido presidente en elecciones democráticas instauró una fuerte dictadura que le mantuvo en el poder entre 1965 y 1986. A cambio de su servil comportamiento y de su colaboración con los que mueven los hilos, amasó ilegalmente una fortuna personal de cerca de diez mil millones de dólares (según cálculos de la ONG Transparency International que, por lo general, suele estar bastante bien informada). Tras su salida del poder y su exilio en Hawai comenzó un largo proceso judicial que condujo a que devolviera a su país la cantidad de 658 millones (no está mal: se quedó con más de 9.300 millones).

Pero estábamos en 1983... En esa época, tras varios años de voluntario exilio de su país, donde había sido amenazado de muerte, Benigno Aquino decidió regresar desde Estados Unidos a Filipinas para encabezar la creciente marea popular anti Marcos. El entusiasmo se desató entre las masas en Manila cuando el avión que le llevaba de vuelta aterrizó en el aeropuerto internacional de la capital filipina. No olvidemos que su carrera política fue meteórica: alcalde a los 22 años, vicegobernador a los 27 y gobernador de su provincia de origen, Tarlac, a los 29. Más tarde fue ministro en los gabinetes de dos distintos presidentes pero la dictadura de Marcos significó no sólo el final abrupto de sus aspiraciones políticas sino la persecución por sus ideas. Para muchos filipinos, su regreso significaba la esperanza de terminar con el corrupto régimen del dictador y el regreso a la democracia. Para evitar "problemas", varios oficiales de seguridad filipinos fueron asignados a su escolta directa.

Se abrió la puerta del avión y Benigno apareció, satisfecho y nervioso por regresar a su patria. Empezó a bajar la escalerilla del avión y... PUM. Un disparo, un solo disparo por la espalda, y se acabó Benigno Aquino. Con total impunidad. Delante de toda la prensa internacional. Aquí vemos una de las secuencias fotográficas que dieron la vuelta al mundo en aquellos días:

Uno de los encargados de seguridad abatió entonces a tiros a Rolando "Rolly" Galman y Dawang, un tipo que se encontraba en el lugar y a quien de inmediato el gobierno acusó del asesinato, empleando la característica teoría del "tirador solitario" y desequilibrado que aparece nadie sabe de dónde y mata al líder de turno (y al que además tampoco se le pueden exigir explicaciones porque ya está muerto).

- La misma teoría -precisa Mac Namara- empleada para justificar el asesinato de JFK, de su hermano Robert, del propio Lee Harvey Oswald, de Martin Luther King, de Gandhi, de Olof Palme..., o para intentar hacer lo mismo con Reagan, Juan Pablo II, Oskar Lafontaine...

Pero esta vez fue todo demasiado chapucero. Tanto, que de inmediato los medios de comunicación occidentales empezaron a hacerse preguntas y, para intentar callarlos, Marcos organizó su propia "Comisión Warren" (como la que encubrió a los verdaderos asesinos de Kennedy con un informe delirante que las múltiples evidencias han terminado convirtiendo en papel mojado tantos años después). Obviamente, su intención era que los expertos de esta comisión oficial dieran la razón al gobierno a la hora de echar la culpa a Galman pero... Contra todo pronóstico (alguien escogió mal a los miembros de la comisión), la investigación se desarrolló de una manera bastante objetiva. Y algunas de las pruebas eran bastante claras: por ejemplo, la bala que le reventó la cabeza fue disparada a no más de cuarenta centímetros de distancia, según las quemaduras de la herida..., es decir, demasiado lejos del lugar donde estaba el "tirador solitario". Uno de los periodistas que habían acompañado a Benigno Aquino en el avión contó entonces que había visto a dos de los hombres de seguridad sacar sus revólveres y apuntar a la cabeza del político justo antes de que sonara el disparo. Éste y otros testimonios junto con la evidencia forense demostraron al final que había sido asesinado por uno de los oficiales que Marcos había puesto a su disposición para, en teoría, protegerlo.

- Claro, imagínate: el escándalo fue mayúsculo. El dictador intentó echar formalmente las culpas a varios oficiales militares de alto rango que fueron procesados. Pero el tribunal los absolvió a todos después de prohibir la presentación de numerosas pruebas acumuladas por esa comisión de hombres honrados. Y valientes, porque se la estaban jugando. Sin embargo, gracias a ellos, el régimen, que ya estaba tocado, cayó en barrena. Marcos tuvo que partir al exilio poco después y sólo cuando se produjo un relevo democrático se pudo reabrir la instrucción judicial en condiciones. ¿Sabes qué ocurrió? Con la libertad de expresión de los testigos y el aporte de las pruebas obtenidas por la comisió oficial, el proceso terminó demostrando la culpabilidad de Ferdinand Marcos..., aunque nadie llegó a molestarle durante su retiro hawaiano, más allá de la limitada reclamación para que devolviera parte de lo robado durante su dictadura.

Ahora llega Benigno a ocupar el puesto que debió ser de su padre. ¿Hará honor a su nombre? Mac Namara deja caer una sonrisa irónica mientras aclara:

- ¿Quién sabe? Benigno es un buen nombre pero su apellido es Aquino. ¿Benigno Aquí No?

Sólo las Nornas podrían decírnoslo pero ellas callan.

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