Esto no es un chiste. Es una simple advertencia para mis colegas estudiantes de la Universidad de Dios, puesto que la amenaza es permanente y en consecuencia permanente ha de ser la alerta. En todo momento somos presa o cazador. En todo momento. No se puede bajar la guardia ni un instante...
Un hombre en un parque público, sentado en un banco y sujetando la correa de un perro grande y de gesto adusto, tumbado a sus pies.
Una señora que se acerca, se sienta en el banco y mira al can con ternura. Le pregunta al hombre:
- ¿Su perro es cariñoso?
- Oh, sí -contesta él-. Es el animal más cariñoso que jamás conocí. Y mira que he tenido perros. Y mucha gente de mi familia tiene los suyos: mi hermana, por ejemplo. Pero el mío es el más tranquilo, bondadoso y cariñoso que conozco.
Satisfecha, la señora alarga su mano para acariciar al can pero de pronto éste se incorpora bruscamente, da dos ladridos secos y le muerde la mano con ferocidad.
La señora grita y se agarra la mano herida mientras, con lágrimas de dolor y de rabia, se vuelve hacia el hombre y le reprocha:
- ¡Me dijo usted que su perro era cariñoso!
- Y no le mentí -se encoge él de hombros-. Mi perro nunca le habría hecho daño a usted, pero es que éste es el perro de mi hermana, que se lo estoy cuidando.
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