La Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas (MIVILUDES) del gobierno francés ha entregado esta mañana un informe al gobierno de París en el que analiza la obsesión paranoica que se ha apoderado en los últimos tiempos de tantos franceses (y no franceses) respecto a la presunta caducidad del mun do prevista para el 21 de diciembre de 2012. Ya hemos hablado en alguna ocasión en este blog acerca del empeño en terminar la Historia así con mayúsculas de un plumazo, algo que Mac Namara (y yo, la verdad, no puedo sino darle la razón) atribuye al enfermizo carácter de tantas personas que se basa sobre todo en dos puntos...
En primer lugar, la necesidad de sentirse importantes por una vez en su vida. Y es que lamentablemente la existencia de la gente común es tan estéril y anodina (porque ellos mismos quieren que sea así, no por otra razón de importancia) que buscan desesperadamente la forma de elevar su autoestima integrándose como parte de algo verdaderamente interesante y de impacto entre los demás como por ejemplo comprometiéndose fanáticamente y a muerte (literalmente) con una religión, un equipo de fútbol o un líder político. Pero, claro, ¡qué mayor impacto que poder participar en los últimos días de la Humanidad, poder jactarse, aunque sea durante unos instantes, de haber pertenecido a la última generación antes de la desaparición definitiva de nuestra especie!
En segundo lugar, la pereza y la inercia que encadenan a esas mismas personas, cercenando su fuerza de voluntad y sus posibilidades de protagonizar un desarrollo positivo, tanto interior como exterior. Son las gentes que siempre se están quejando de su entorno, que no ven más que el lado negativo de las cosas, que se desgarran víctimas de una envidia hacia los triunfadores que nunca aceptarán como propia, que se saben mediocres pero no tienen ninguna gana de trabajar para dejar de serlo porque están cómodos en esa mediocridad que les permite seguir sobreviviendo "sin complicarse la vida". Para todas estas personas, un fin del mundo que pusiera fin al statu quo actual tampoco les afectaría demasiado (no tienen mucho que salvar a nivel personal) y a cambio se llevaría por delante a todos cuantos sí han trabajado para triunfar y ahora disfrutan de una posición que ellos jamás alcanzarán.
Pero volviendo al estudio de MIVILUDES, los expertos franceses sugieren que se incremente la vigilancia sobre las sectas milenaristas a fin de evitar posibles "actos extremos" basados en unas estructuras "más alienantes y manipuladoras" que las sectas normales y "más histéricas y fanáticas". No se les olvida el suicidio colectivo de esa quincena de miembros de la llamada Orden del Templo Solar, en el cerro de Isére a finales del siglo pasado..., aunque el nuevo "punto caliente" se llama Bugarach: una pequeña aldea ubicada en el sureste francés junto a un peñasco que, según algunas profecías, será el único lugar que se salve del Apocalipsis anunciado para diciembre de 2012. Lo cierto es que los hasta ahora ignorados habitantes de este pueblo de menos de 200 habitantes están que trinan porque en los últimos meses se les ha llenado el municipio de aspirantes-a-superviviente-del-Juicio-Final, con su cohorte de curiosos y periodistas, y se ha disparado la demanda inmobiliaria.
De todas formas, lo que más me interesa del informe de MIVILUDES es un dato que me parece fantástico. Según los autores de este estudio, desde la caída del Imperio Romano, se ha anunciado la llegada del Día del Fin del Mundo no una ni dos ni tres ni veinte o cuarenta veces, sino
¡¡¡exactamente en 183 ocasiones!!!
(la última, por cierto, hace pocas fechas protagonizada por un fanático evangelista que, a todo esto, no sé dónde se habrá escondido para evitar la sorna de sus colegas..., aunque este tipo de personas siempre tiene la misma excusa a flor de piel: "Dios me está poniendo a prueba" y etc.) En la actualidad, afirman los franceses que hay más de dos millones y medio de páginas de Internet que hacen referencia al fin del mundo en diciembre de 2012.
Como ayuda y justificación para el desnortado pseudomisticismo de estos adoradores de Tánatos, se suceden las catástrofes naturales y, de vez en cuando, un espectáculo astronómico como el que se puede apreciar esta misma noche: la luna llena coincidiendo con un eclipse total que se podrá ver en casi todo el planeta y en el curso del cual Sol, Tierra y Luna se alinearán. Resultado: nuestro satélite se oscurecerá y cambiará de color hasta aparecer naranja o roja. Lo que en tiempos de los antiguos se llamaba la Luna de Sangre, un presagio ciertamente funesto y el mismo nombre anuncia por qué. Ahora que lo pienso, sería divertido que el verdadero Fin del Mundo llegara precisamente esta noche y frustrara así todas las expectativas de los que esperan ansiosos el último mes del año que viene.
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