Según la ONG Save the Children, el mejor país del mundo para nacer a estas alturas de siglo es Suecia, mientas que Somalia es el peor, entre una lista de 168 naciones del mundo mundial. La clasificación final la ha elaborado con datos facilitados por la ONU sobre mortalidad infantil, asistencia sanitaria y escolarización, aunque el argumento más importante es la supervivencia del recién nacido: sólo 3 de cada 1.000 niños suecos fallecen con menos de cinco años de edad mientras que los somalíes, la otra cara de la moneda, mueren en proporción de 180 por cada 1.000. En el caso de España, la estadística indica que son 4 de cada 1.000 lo que sitúa este país en el puesto número 12 (vaya..., qué redondo), inmediatamente por debajo de Eslovenia y por encima de Portugal. Dice Save the Children que cada día fallecen unos 22.000 menores de cinco años en el mundo por causas que pueden prevenirse y evitarse, básicamente por falta de alimentos y asistencia sanitaria. Es una proporción alta, aunque teniendo en cuenta los problemas demográficos que empiezan a agobiar seriamente a tantos países (sobre todo en el Tercer Mundo) da la impresión de que la misma Naturaleza regula con estas muertes un mayor exceso de población humana sobre la superficie del planeta.
Aseguran los portavoces de la ONG que el contraste entre los primeros y los últimos países de la lista es "dramático" y "deja patente la urgente necesidad de acelerar los avances en salud y bienestar" tanto para los niños como para sus madres. Por ejemplo, la práctica totalidad de los infantes españoles, franceses, italianos..., completan el ciclo educativo desde preescolar hasta la escuela secundaria mientras que en el caso de los somalíes, al menos dos de cada tres no conocen lo que es una escuela primaria. La mayoría de ellos se ven forzados a trabajar desde muy temprana edad y muchos otros son obligados a empuñar las armas y convertirse en carne de cañón desde la más tierna edad, cuando no condenados a padecer todo tipo de abusos y vejaciones sexuales. Es increíble que tengamos la caradura de llamarnos a nosotros mismos "homo sapiens" y de considerar lo nuestro como una verdadera "civilización", cuando somos capaces de practicar a diario las mayores aberraciones con las criaturas más indefensas del planeta.
Conozco el caso de unos amigos que, teniendo hijos propios naturales, decidieron adoptar una niña china en un intento por salvar, al menos, a una pequeña del brutal sistema de orfanatos del coloso amarillo. Un grano entre el mar de arena. Mis amigos no sólo conocían personalmente el país (donde habían trabajado e incluso habían tenido oportunidad de comprobar el destino de las pequeñas) sino que habían visto estremecedores documentales sobre las cárceles infantiles en las que malviven estas niñas sólo porque han tenido la mala suerte de nacer mujeres y el sistema de China sólo premia a los hijos varones, con lo que tantas madres que dan a luz a las "decepcionantes" hijas las abandonan de mala manera, cuando no acaban de manera terrible con sus vidas. Después de largos y complicados trámites, consiguieron que la niña llegara a su hogar: tenía tres años y no levantaba dos palmos del suelo, pero lo primero que hizo al llegar a casa de mis amigos fue coger un trapo y ponerse a limpiar..., porque eso era lo que le habían enseñado en el orfanato.
Hoy esta chiquilla es ya una alegre adolescente, perfectamente integrada en nuestra sociedad como una más, aunque forma parte de eso que se ha llamado "los nuevos españoles" por aquello de que sus rasgos raciales no son precisamente caucasianos. Al menos ella ha podido salvarse del infierno de su país de origen y ha conseguido disfrutar de una cuota de amor y ternura, cuidados y compasión que jamás habría tenido si alguien no hubiera decidido comprometerse primero consigo mismo y luego con ella. Es difícil saber lo que pasará por su cabeza cada vez que piense en su origen, aunque está claro que no será precisamente afecto ni por el país donde nació ni por su familia natural.
Cuando se conocen de cerca casos como éste dan ganas de juntarse con otros alumnos de la Facultad de Dios y organizar un Apocalipsis en serio para destruir a todos los mandamases de este mundo de una sola vez, por dejar que las cosas sigan siendo como son en este planeta. Lo que pasa es que tampoco depende de ellos: los "malos" también cumplen su función, después de todo, aunque en nuestra rabia o nuestra indignación a menudo seamos incapaces de ver cómo encajan dentro del gran reloj cósmico. Una de las lecciones que mi tutor el Gran Dios Thoth me repite un día sí y otro también es que no venimos a la Tierra a pasar simplemente el rato, sino a aprender. Esto es como un videojuego, o como una gymkana, o como unos juegos olímpicos de la vida..., donde uno sufre todo tipo de pruebas y siempre es más importante entender lo que le ha pasado a uno en la competición que el hecho de si ha sacado medalla de oro o ha entrado en la última posición de la carrera.
En realidad, lo de triunfar en la lucha contra la pobreza y otros males de la Humanidad es como la persecución de la objetividad por parte del periodista (me refiero al periodista de verdad, no al propagandista, una especie tan difundida en la actualidad): uno debe tender a ella, trabajar honestamente por alcanzarla, pero sin agobios ni culpabilidades y siendo muy consciente de que es imposible aprehenderla dadas las reglas de juego. El propio Jesús, según el relato neotestamentario, llamó en cierta ocasión la atención de Judas a propósito de una crítica que realizó contra María Magdalena por gastarse parte de la tesorería de los discípulos en ungüentos. El momento se recoge en una de las canciones más bellas de esa gran opera rock que es Jesuschrist Superstar, en la canción Everything's alright (Todo está perfectamente) cuando Judas canta (traduzco): Mujer, tu perfume/que es un gasto inútil/para un inútil placer,/hubiera servido /para muchos pobres/que no tienen que comer. Y Jesús interviene: No intentes decirme/que tenemos medios/para a los pobres salvar./Siempre habrá pobres y habrá pobreza, no dejarán de luchar./Ved que aún me tenéis/seguid si aún me véis,/cuando me vaya solos y perdidos estaréis. Y la Magdalena concluye: Duerme bien, duerme bien/con el sueño podrás olvidar...
Así pues, siempre habrá pobres, siempre habrá víctimas, siempre habrá niños somalíes... ¿Significa eso que tenemos que despreocuparnos del asunto? No, la actitud personal depende única y exclusivamente de cada cual. Es uno mismo quien debe elegir qué hacer o si hacer algo, de la misma forma como mis amigos eligieron salvar al menos a una niña china, pero haríamos bien en actuar de acuerdo con el viejo código de honor del Samurái: Actuar como si la vida nos importara, como si las cosas nos importaran, aunque en el fondo nos dé igual pues estamos preparados para morir en cualquier momento.
simplemente tres palabras dios es amor
ResponderEliminarMuchas veces el deseo de ayudar se queda pequeno cuando no existen los recursos para salvar la inmensa cantidad de ninos en el mundo que sufren solo por venir al mundo. :(
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