Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 7 de junio de 2011

Ruleta rusa



Se cuenta que el juego de la ruleta rusa lo inventaron y lo pusieron de moda en el siglo XIX un grupo de jóvenes de San Petersburgo, en general adinerados y aburridos de la vida, que encontraron en el recientemente inventado revólver de tambor un peligroso divertimento que les "ayudaba a sentirse vivos". Se trataba de introducir una sola bala en la recámara que luego se hacía girar alegremente con la mano. Tras apoyar el cañón del arma en la sien, se apretaba el gatillo sin mirar si el proyectil estaba cargado o no. Era un verdadero órdago a la grande porque había cinco posibilidades sobre seis de salir indemne..., y una de morir irremediablemente puesto que la herida en la cabeza a esa distancia llevaba incluido el billete al Otro Mundo.
 
La siguiente es una historia que escuché hace mucho tiempo y que me gusta especialmente por lo bien que ilustra la tesis del destino que determina, haga lo que haga, la vida del hombre corriente..., un poco en la línea de ese cuento también famoso que figura en algún otro lugar de esta bitácora sobre Samarkanda y la Muerte que esperaba al sultán.
 
En este caso se achaca la historia a un actor polaco (no, no era el famoso, famosísimo Josef Tura) de mediados del siglo XIX que, en cierta producción teatral, debía interpretar el papel de un oficial que en un momento dado se jugaba la vida a la ruleta rusa por culpa de una apuesta. Según el libreto, el oficial salía con bien de la prueba. El actor, no se sabe muy bien por qué (quizá por esa profunda melancolía, esa característica insatisfacción de los polacos con la vida), decidió introducir una bala de verdad en el arma que utilizaba en escena que, por supuesto, era real (en aquella época no había imitaciones tan buenas como las actuales). Pero no le dijo nada a ninguno de sus compañeros de reparto, ni de la compañía en general, ni por supuesto al público. Así, cada noche que representaba la actuación, se jugaba la vida de verdad, sin que nadie más que él tuviera conciencia de ello.
 
Durante más de veinte noches consecutivas (no tengo muy claro cuál es la probabilidad estadística en este caso) el actor apretó el gatillo sobre su sien y el revólver nunca llegó a  disparar la bala. El momento era ciertamente dramático en escena y la gente respondía con aplausos el hecho de que el oficial "no muriese" por culpa de aquel juego suicida... Sin embargo, en la noche número veintitrés, el actor no pudo ir al teatro. Preso de unas fiebres muy altas, permaneció en cama, muy afectado, y apenas pudo mandar una breve nota al director de la obra para comunicarle lo que le ocurría. 
 
El director llamó al actor sustituto y le anunció que aquella misma noche debutaría en el papel de oficial. Como es lógico, el actor sustituto se puso a dar saltos de contento: era la oportunidad que estaba esperando desde hacía tanto tiempo para triunfar él también (ahhhh, el veneno de las tablas...). Sin embargo, al actor enfermo se le olvidó avisar de la existencia de una bala en el interior del revólver y el actor sustituto estaba tan nervioso que ni siquiera se le ocurrió revisar el tambor, pensando que estaba vacío.
 
Por supuesto, el actor sustituto se mató aquella misma noche, la de su debut, en el escenario. 
 
Sólo el hombre que se ha trabajado a sí mismo, tras un largo y duro camino, puede dejar de ser actor y liberarse, entre otras cosas, del riesgo de la ruleta rusa que se cierne sobre aquél que vive ciego la existencia. Sólo el primero puede liberarse del sino que domina al segundo y escribir sus propios papeles, donde quiera, como quiera y cuando quiera.

1 comentario:

  1. ¿...Quien es Josef Tura?

    ¡En fin! Muy interesante esto, che...
    Igual, muy probablemente la historia es eso nomas, una historia. Si no, el actor debio haber sido la persona con más suerte del planeta. Tendria que haber muerto varias vecees...

    La moraleja, creo que podria llegar a ser verdad, pero en este caso, no. Si "sobrevivió", habra sido por puro azar, la mentalidad que tengas suele cambiar cosas que tengan que ver directamente con lo que hagás vos, pero no tiene ningun tipo de relación con la posición de una bala dentro de un revolver que puede o no reventarte la cabeza, hay que ser realistas...

    ¿...No te jode la libertad de expresión, no?
    En fin, como dije, fue disfrutable, gracias, adios y suerte.

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